Dogalia: Cómo nos aman los perros

Publicado el 13 de julio de 2015

El regalo de Carlos Dangoor, un libro precioso y el detalle de llenarlo de corazones de papel :-)

El regalo de Carlos Dangoor, un libro precioso y el detalle de llenarlo de corazones de papel 🙂

Carlos Dangoor, mi editor y amigo, me ha enviado el libro que acaban de publicar en Dogalia: “Cómo nos aman los perros”.

De primeras me alegré mucho por este detalle de cariño e interés, era un regalo perfecto e inesperado: un (otro) libro para el “lado cognitivo” de la estantería canina, como casi todos ellos de un científico “en activo” y mostrando investigaciones actuales, no basándose en las que se hicieron en el neolítico del estudio científico del comportamiento.

Al abrirlo la sensación positiva se intensificó brevemente, porque en su interior había una pléyade de corazones de papel. Seré (soy) un poco moñas, porque pensé ¡qué lindo detalle! Como haríais vosotros, al ser lectores de buena fe.

Por supuesto, con tan cuidadosa presentación Carlos no podía haber olvidado una dedicatoria. Fui a buscarla y ahí estaban la letra y la firma de Carlos.

Mi editor.

Mi amigo.

Mi editor: todo era una trampa que se cerraba en la dedicatoria, reclamándome el segundo tomo de Tu perro piensa y te quiere a cambio del libro. Qué sutil e ingenioso recordatorio de mi retraso en la entrega, dudo que nadie pueda discurrir una manera más delicada y atenta para darle un tirón de orejas a un autor y que este se sienta incluso contento de recibirlo.

La dedicatoria, recordándome que voy con retraso en la entrega de mi libro. Con una delicadeza y savoir faire perfectos, eso sí.

La dedicatoria, recordándome que voy con retraso en la entrega de mi libro. Con una delicadeza y savoir faire perfectos, eso sí.

En todo caso merecía la pena por el libro.

Conocía el trabajo científico con perros de Berns, así como algo del resto, y no tenía mucha esperanza de que su libro de divulgación mereciese demasiado la pena para mí o para quienes estamos relativamente actualizados sobre investigación en perros, por eso no lo compré en inglés en su momento. Leo con dificultad en ese idioma y no pensé que el esfuerzo compensase.

Me equivocaba.

No me iré al lugar común de señalar que debe estar en las bibliotecas de todos los entrenadores o personas interesadas en el comportamiento de los perros, puesto que yo tengo en la mía muchos tomos que no he leído.

Esta es una obra que ha de leerse.

Porque además de dar explicaciones de mucha calidad y sencillez sobre conceptos relevantes, como las emociones o la cognición canina, plantea un viaje a la ética del trabajo y la relación con los animales no humanos, un viaje inevitable para todos aquellos que somos conscientes de que los perros piensan y nos quieren. Es un libro teñido absolutamente del concepto básico de que los perros sienten y por ello deben ser considerados sujetos con derechos, lo que ha de regir toda interacción con ellos.

Y es que la ciencia no es algo frío, aunque su producto se presente de manera objetiva el proceso es pasional: la necesidad de saber cómo es lo que nos importa, de abandonar el terreno de la creencia, donde todo es válido y por ello nada es real, para conocer cómo piensan y aman los perros. Porque Gregory Berns quiere a los perros, quiere a sus perros y quiere saber cómo son de una manera intensa y profunda, de una manera científica.

Y claro cuando te pasa esto, eres un científico y te han dejado un escáner…

Berns comparte conmigo una cierta sorpresa sobre cómo desde Darwin, que reconocía emociones en los animales sin problemas y que amaba a los perros, hemos llegado a Paulov, de quien afirma que no le gustaban y al que le reconoce su mérito, sin dejar de señalar la antipatía que puede producir su trabajo.

Sobre algunos de los temas más “populares” en entrenamiento pasa rápido, pero los toca casi todos: señala los peligros de lupocentrismo, un término que me parece particularmente afortunado, y al hablar de condicionamiento operante menciona sus limitaciones y desinterés para saber o estudiar los motivos de los perros para hacer las cosas, algo sobre lo que espera arrojar luz con sus investigaciones. Sobre aprendizaje operante señalar que en el capítulo específico menciona más a Thorndike que a Skinner: cuatro frente a dos, algo que le habrá encantado al traductor ;-), aunque la proporción cambia a los largo del libro. Por cierto, la traducción de mi amigo Luis Souto es muy buena, y sus cuatro anotaciones al texto impecables y claras (yo en la cuarta me habría perdido hablando de teoría de juegos).

Como sucede con demasiada frecuencia en autores con un conocimiento poco profundo del conductismo hace una exposición de su funcionamiento básico que no está todo lo afinada que se desearía, pudiendo sacarse de su lectura el error común de que la relevancia está en los emparejamientos entre estímulos apetitivos y/o aversivos y las conductas y no en las relaciones de contingencia que establezcan entre sí. Le debo a mi amigo Eduardo Polín al menos mencionarlo.

Además, aunque indica que cree que se producían procesos de aprendizaje social cognitivo más complejo al entrenar a McKenzie (¿existe un nombre mejor para una perra?, dejando además entrever alguna de sus filiaciones), explica cómo la entrenaron usando el clicker y mencionando las ventajas de esta herramienta. Una buena cosa en un cognitivo 🙂 .

El fallo principal, en mi opinión, de la edición es que las notas se encuentren al final del libro y no a pie de página, pues son pocas y están redactadas mayoritariamente para integrarse en la lectura del texto, con lo que no encuentro motivo para obligar al lector a apartarse del punto de lectura para ir a la búsqueda de cada una de ellas. También echo de menos un índice onomástico, pues la forma narrativa se complementaría muy bien con un buscador que permitiese que encontrásemos todas las referencias en el libro sobre un mismo tema, facilitando la lectura o relectura técnica.

Aparte de este problema menor el libro físico tiene un tamaño, formato y fuente de texto cómodos para leer, solapas, que sirven como útiles marcapáginas y que protegen al libro del deterioro. Una edición muy bien planteada.

Leedlo, conocer el trabajo de Berns y sus planteamientos éticos es necesario para la comprensión y adopción de un modelo de entrenamiento cognitivo y para llegar a una deontología acorde.

Y gracias a Carlos Dangoor, a Luis Souto y a Dogalia por la publicación y por la calidad de la publicación, que son dos cosas casi igual de importantes, de estos textos tan actuales y valiosos. No es fácil arriesgarse con algo que no lleve cincuenta años vendiéndose, bastante hemos sufrido esto en el mundo del perro, donde se veía como textos obsoletos se publicaban y reeditaban sin que nadie se atreviera con nada más moderno.

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