Los días malos

Publicado el 8 de octubre de 2016

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Cualquiera de las tres partes -adiestrador, perro y propietario/tutor (porque si digo sencillamente tutor, que es lo correcto, no se me entiende)- de las que integran activamente un proceso de educación o adiestramiento puede tener días en los que su estado emocional no sea el mejor posible.

Esto es conocido por los entrenadores, al menos en lo que respecta a sí mismos y a los perros (porque cuando le sucede a los tutores/propietarios fácilmente les colgamos la etiqueta de negligente o incompetente). Tanto que se ha vuelto un lugar común decir que cuando se tiene un día malo –el perro o nosotros, del propietario/tutor nadie habla- no debemos trabajar.

La idea es buena, pero la afirmación es equivocada tomada en su literalidad, fruto de la manera de ver las cosas de nuestro gremio, al que le encaaaanta llevar todo a los extremos y ofrecer fórmulas o normas absolutas, a veces rozando el absurdo, para la supuesta praxis correcta.

Es evidente que si la mañana del día que debemos trabajar con un perro este sufre un atropello o un encontronazo con otro perro o persona, que no le daña físicamente pero que le deja aterrorizado, o nos diagnostican, a nosotros o a los propietarios/tutores, una enfermedad terrible, nos informan de que perderemos nuestra casa o, yendo al extremo, nuestro hijo nos dice que quiere ser tronista, lo adecuado será anular la sesión y programarla para cuando hayamos podido gestionar nuestro estado emocional, el del propietarios o el del perro según corresponda.

Sin embargo un día malo suele ser algo mucho menos dramático, por ejemplo: podemos pasar, nosotros o los propietarios, largas temporadas de desánimo durante un momento económico o personal tenso. Igualmente los perros pueden tener temporadas en las que alguna circunstancia les afecte de forma equivalente: viaje y ausencia de alguna de sus personas queridas, alteración de algún hábito de salida u otros similares. En estos casos no parece una buena solución interrumpir las clases hasta que todo se normalice, pues llegaría a impedir el avance del proceso y, desde luego, sería incompatible con regularizar el funcionamiento de nuestra empresa de educación canina.

Pero si bien es cierto que no podemos dejar de trabajar en todos los días malos, no lo es menos que trabajar sin tenerlo en consideración podría llevarnos al fracaso o a la imposibilidad de avance.

Y es que las personas y los perros gestionamos de manera diferente el aprendizaje cuando tenemos un estado emocional de este tipo que cuando estamos plenamente felices y enfocados en avanzar. Y uno de los principales fallos de muchos profesionales es que parecen creer que los perros (y las personas) solo tienen (tenemos) dos estados emocionales de trabajo: ultrahappyforever o aterrorizadoantelaideademorir. Pero va a ser que no.

Existen pautas sobre cómo adecuar el trabajo para estos días malos, de baja intensidad, pero que potencialmente podrían prolongarse algún tiempo. Para ofrecer un ejercicio profesional eficaz, ético y constante necesitamos conocerlas y aplicarlas cuando corresponde. Además al hacerlo tendremos mejores resultados que los de nuestros competidores que opten por parar a cada quítame allá esas tristezas o por continuar como si no pasase nada.

Respecto al entrenador

María y teckel

1 Planificación previa:

Todos sabemos que la planificación es importante, y todos no saltamos este conocimiento a la torera de manera cotidiana. Ir a una sesión sin tener claros los objetivos -y hablo de negro sobre blanco, no de que en la cabeza nos hayamos hecho una idea sobre qué hacer- puede no sea un problema cuando estamos afinados y con todas nuestras capacidades al máximo, pero sí lo es cuando estamos bajos de ánimo.

Es fácil, al tener días bajos, que demos más importancia de la debida a los fallos, y/o que busquemos compensarlos con avances excesivos. Al final esta falta de planificación la pagará el perro (y la calidad del resultado) en uno u otro sentido.

Es imperativo que cuando estamos desanimados diseñemos la estructura y objetivos de la sesión en casa, tranquilos. Por supuesto luego debemos adecuarla a lo que suceda, pero con esta sencilla medida lograremos mantener un trabajo de calidad cuando estemos algo plofas.

2 Sesiones de consolidación:

Todos los entrenadores pecamos de centrarnos demasiado en el avance y no dedicar todo el tiempo necesario a las sesiones de consolidación, en las que damos volumen a los resultados ya obtenidos sin intentar mejorarlos.

Las sesiones de consolidación son el cemento entre las filas de ladrillos que suponen las de avance, no parecen elevar el trabajo, pero son las que lo hacen sólido y permiten su consistencia a largo plazo.

Cuando nos encontramos algo bajos puede ser una buena idea, que redundará en mayor calidad del entrenamiento, hacer sesiones de consolidación, que resultan más fáciles de dirigir y evaluar. Sin intentar avances.

3 Subidas de criterio más progresivas y objetivizadas:

Las sesiones de consolidación no ralentizarán el entrenamiento, ni son sesiones vacías: prácticamente todos los adiestramientos comerciales (aquellos destinados a la tutela y manejo responsable del perro) están sobrados de sesiones de avance y huérfanos de sesiones de consolidación.

Pero es cierto que no podríamos construir un entrenamiento únicamente con sesiones de consolidación, si nuestros días malos se alargan debemos avanzar el entrenamiento.

Este es el punto más complicado, puesto que solemos hacer las subidas de criterio de manera intuitiva, combinando lo que el perro nos trasmite en el momento con nuestra experiencia. Cuando estamos en nuestro días bajos este mecanismo no funciona bien, nuestro estado de ánimo nos desafina.

Para compensarlo hay dos sencillas medidas, planificar previamente (como se decía en el primer punto) los avances que haremos y que estos sean conservadores, que estén por debajo de lo que haríamos normalmente. Si normalmente le pediría al perro diez pasos más en junto, o treinta segundos más de permanencia, mejor dividir ese avance en dos y reforzarle cuando subimos en cinco pasos o en quince segundos el criterio.

Partir en dos las subidas de criterio es una manera de asegurar la progresión y no enfrentarnos a situaciones de fracaso, que en momentos malos y en un trabajo vocacional tienen efectos muy dañinos en nosotros. Y no es más lento, porque el perro avanza como sobre raíles y podremos hacer más avances en el mismo tiempo de trabajo.

Respecto al perro

Orión, un perro destinado a las peleas y rescatado por Adriana y Manu. Gracias :-)

Orión, un perro destinado a las peleas y rescatado por Adriana y Manu. Gracias 🙂

1 Sesiones de consolidación y subidas de criterio más progresivas:

Sabemos que el fallo ocasional es un constructor de aprendizaje más eficaz que el éxito continuo, pero también que el estado emocional es el primer evaluador de la calidad de un trabajo. Cuando el perro tiene días bajos nuestra prioridad no puede ser el avance de la conducta, sino la mejora del estado emocional y la asociación respondiente de un estado emocional seguro y asertivo con las conductas enseñadas. Eso les dará más calidad y consistencia que ningún avance directo sobre la conducta.

Por ello, las normas anteriores de hacer más sesiones de consolidación y de dividir las subidas criterio en dos no solo deben aplicarse cuando el entrenador tiene días bajos, sino especialmente cuando los tiene el perro. La experiencia de éxito y la asertividad haciendo algo conocido o sencillo para él son la mejor manera de convertir las sesiones de entrenamiento en su mejor momento emocional del día.

La sensación de seguridad y control en el trabajo hará que el perro lo adore y tendrá un profundo efecto terapéutico ¿O tú no mejoras tu desanimo cuando te enfrentan a una tarea que sientes que controlas por completo y en la que sabes que lograrás el éxito?

2 Trabaja en pirámide:

Cuando es el perro el desanimado añade una medida extra para hacer subidas de criterio, y es que después vuelvas a bajarlo. Esto se llama trabajo en pirámide, todos los entrenadores especializados en gestión emocional saben lo relevante que resulta para perros con problemas emocionales: además de consolidar el aprendizaje promueve la correcta gestión emocional y el autocontrol emocional. Al fin y al cabo, afrontar el trabajo en un día malo es gestión emocional.

3 Usa el espacio de calma:

El afrontamiento calmado de la sesión de trabajo y la vuelta a la calma tras la activación que supone el aprendizaje son más que convenientes para un perro que no está en su mejor momento. Si eres entrenador C-E te recomiendo enseñarle el espacio de calma y activarlo antes y después de la sesión de trabajo. Solo con hacer esto te sorprenderás de las mejoras que obtienes.

4 Busca nuevos sitios para trabajar:

Sabemos que los cambios de lugar generan un aumento de activación en el perro, podemos aprovechar esto como motor de trabajo en el perro que tiene días bajos.

Si vamos a nuevos lugares, que no supongan una gran dificultad, y le pedimos al perro que realice conductas que ya realiza competentemente veremos cómo sube varios puntos su estado emocional. Lo único importante es respetar lo expuesto en el punto anterior, que el nuevo lugar no suponga subidas de criterio fuertes. Pedirle lo mismo en otro sitio es una subida de criterio, así que podemos empezar pidiéndole menos de lo que sabe hacer en los sitios habituales de entrenamiento e ir avanzando progresivamente desde ahí.

5 Enséñale algo divertido:

Todos los perros tienen características individuales que les hacen disfrutar más de realizar determinados comportamientos, aprovéchalos: enseñarle a traer (y si eres un entrenador cognitivo el espacio de juego), a buscar su juguete en el campo, a dejarse rascar la tripa o incluso a jugar al escondite con su dueño. Y si no se te ocurre nada, siempre te queda el comodín del olfato. A todos les gusta y, bien hecho, es de lo más terapéutico que podrás proponerle para mejorar su estado emocional.

Respecto al tutor o propietario

La persona que nos contrata para intervenir en el comportamiento de su perro a veces termina siendo la parte más desprotegida y menos cuidada, desde el mezquino bullying emocional de aquellos entrenadores que les hacen sentir en déficit continuo y sólo les indican lo que NO tienen que hacer, dando indicaciones difusas o imposibles de seguir sobre lo que SÍ pueden hacer para mejorar, cargando así no la responsabilidad, sino la culpa, de todo en quienes más quieren al perro, hasta los que sencillamente ignoran que las personas que nos llaman también tienen emociones.

Quien no cuida el estado emocional del tutor/propietario del perro es negligente, quien le machaca es un miserable.

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1 Uso innovador, práctico o vistoso, de las destrezas del perro:

Descubrir que la permanencia que han estado entrenando escondiéndose tras un árbol puede ser usada para entrar a comprar el pan, entrenar la llamada como un juego de escondidas en el que el perro debe localizarnos, convertir el junto en un juego de escaparse…

Cuando sacamos las destrezas del perro del contexto un tanto aséptico de las sesiones y lo integramos con las necesidades reales de manejo y tránsito del binomio, cuando las convertimos en un juego o las mostramos como un valor añadido para la convivencia y el entendimiento, estamos consiguiendo animar e implicar a quien nos ha contratado, esto no solo mejora su adherencia a las pautas que le indiquemos, sino que le ayuda a ser feliz y entender que el entrenamiento es la mejor manera de entender y entenderse con su perro.

2 Enseña una nueva habilidad sencilla divertida o práctica para el día a día:

No te puedes imaginar lo eficaz emocionalmente para quien vive con un perro que puede ser enseñarle algo sencillísimo, pero directamente relacionado con la vida cotidiana. Cosas que para ti no tienen valor por su sencillez técnica pueden ser lo que alguien necesita para recuperar el aliento a la hora de seguir entrenando a su perro: salir de la cocina a una señal, quedarse quieto mientras le ponen el collar, dejarse dar las pastillas ¡¡a veces incluso simplemente enseñarle a subirse al coche!!

3 Revisa la progresión del perro con videos:

A veces lo que nos queda hasta nuestro objetivo o la idealización de resultados (esto último es labor tuya que no suceda) hace que las personas no se den cuenta de todo lo que se ha progresado. Si has tomado grabaciones en video del proceso será una buena idea dedicar una sesión a comprobar lo que se ha logrado, verlo de seguido hace mucho más consciente al tutor o propietario de los avances y le subirá el ánimo. Y no te limites a señalar las mejoras del perro, incide también en las suyas al enseñarle y guiarle.

Y tranquilo, te aseguro que, cuando lo haces bien, en este trabajo son muuuuuchos más los días buenos. Pero para esos días seguro que no necesitas consejos 😉 😉

Comentarios:


  1. Sixto Fonseca - octubre 9, 2016

    Exelente,gracias por esta magnifica forma de resolver estos momentos maloss de bajas en nuestros estados de animo,los de el perro,y de sus propietarios o tutores,Tambien ayuda a mejorar la manera de asumir todo el trabajo de entrenamiento,estos consejos mejoraran activamente todos mis sesiones de entrenamiento pero sobretodo se que puedo conseguir perros mejor entrenados y mucho mas felices,Graacias.

    • Carlos Alfonso López García - octubre 14, 2016

      Gracias a ti Sixto por leerme y tomarte el tiempo de escribir un feedback 🙂 🙂

  2. Utilísimo también, eso de la evaluación en video y la valorozación de kos progresos, para tutores con miedo, una emoción que a veces se nos escapa, tan ocupados en ayudar el perro. Gracias Carlos, utilísima nota!

  3. Genial una vez más, gracias por compartirlo!

  4. David - marzo 7, 2017

    Después de los últimos 12 meses… voy a dedicarme a hacer seminarios de años malos… ahi si que te he ganao chaval…

    • Carlos Alfonso López García - marzo 7, 2017

      Lamento oír eso don David 🙁
      Pero ahora el mercado está empezando a remontar seriamente, así que toca dar un estirón para aprovecharlo. Anímate, que vienen buenos tiempos.

      • Gracias por la info, si tu dices que este mercado remonta… con toda la tecnologia que tienes invertida en conocer el mercado, es una buena noticia. Tengo que escaparme un día y espiar a la competencia XD
        Aunque han sido cosas externas al entorno profesional lo que ha jodido el 16… ahora toca un 17 tumultoso… pero quién dijo que la rutina mola!

  5. Me ha encantado este post!!! Justo hoy no he tenido yo un buen día con mi perrita (mi tutelada 😉 y ya solo leerlo me ha servido para animarme. No soy adiestradora profesional pero lo voy a poner en practica seguro…  Gracias.

    • Carlos Alfonso López García - abril 1, 2017

      🙂 Genial que lo pongas en práctica. Gracias a ti 🙂

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