Por qué no me gusta el término «leer a los perros» (II)

Publicado el 17 de abril de 2017

Pero «leer CON el perro» sí que me gusta 😉

El post que puse ayer ¿Leer a los perros? Not my cup of tea, en el que hablaba de que no me gusta el término leer a los perros y considero que tiene efectos nocivos, ha tenido algunas respuestas interesantes, tanto en el blog como en mis redes sociales, que requieren una respuesta detallada.

Comenta Chema sobre mi antipatía al término leer a los perros lo siguiente:

“Bueno, pues dentro de mi ignorancia infinita, m encuentro con que la quinta acepción del verbo “leer” según la RAE es: «Descubrir por indicios los sentimientos o pensamientos de alguien, o algo oculto que ha hecho o le ha sucedido». Luego, lingüísticamente hablando, ¿estaría correcto?. Un saludo”

Creo que es una observación muy interesante, porque contiene lo necesario para desgranar los argumentos que me llevan a opinar que: sí, pero no.

O sea, que sí es correcto, pero no creo que deba usarse.

Eso sí Marcos, cuando las explicaciones detalladas entran por la puerta, la brevedad sale por la ventana. Lamento dejar el laconismo del primer post que tanto te había gustado. No se puede tener todo.

Empezando por la conclusión: no creo que sea exactamente (y después me explico) incorrecta la expresión leer al perro, creo que es inadecuada. Que no me gusta, vaya. Porque, en mi opinión, es correcta del mismo modo que lo es amo, puesto que poseemos legalmente a los perros, que no tienen el estatus legal de sujetos, sino de objetos. Nadie puede negar la corrección literal de la expresión amo, pero lo cierto es que cuando se considera a los perros como sujetos y no como a objetos es difícil que guste, y será probable que se prefieran otras expresiones que, siendo también correctas, acoplen mejor con la forma en la que vivimos nuestra relación con los perros.

Por eso digo en el post que no me gusta, no que sea incorrecta.

Para ver porqué no me gusta debemos desplegar el motivo de que antes haya dicho que no es “exactamente” incorrecta.

Y es que, como bien citas en el significado de la RAE, la “lectura” del otro no hace referencia a la recepción de información intencional, directa y expresa, sino a “descubrir por indicios” y después a “algo oculto”. Ahí es donde está el problema.

Los indicios son, según los dos significados de la RAE (los paréntesis y negritas son míos):

  • Fenómeno que permite conocer o inferir la existencia de otro (fenómeno) no percibido.
  • Cantidad pequeñísima de algo, que no acaba de manifestarse como mensurable o significativa

O sea, que hace referencia a (1) leer esas señales sutiles que implican algo subterráneo que no se muestra y/o que nos (2) permiten descubrir que sucede algo con el perro que no vemos de manera expresa.

Ahí esta el problema. Por eso tampoco creo que sea exactamente correcta.

Si consideramos que son los indicios los que deben llevar el peso de la comunicación mal vamos (este es un tema que trate extensamente en Tu perro piensa y te quiere).

Claro que es conveniente leerlos, pero como fuente secundaria: lo primero debería ser atender a la información que se nos trasmite de forma intencional y expresa. Y potenciar que el perro use y busque usar cada vez más esa comunicación voluntaria para decirnos cómo le hace sentir lo que sucede y hacemos, con lo que cada vez sería menos necesaria la lectura de indicios como fuente principal de información sobre cómo va la relación.

Los indicios, como dice la RAE, se leen, las comunicaciones directas se escuchan. Y creo que debemos leer menos y escuchar más a los perros.

Porque si alguien me dice claramente “me molesta/gusta eso que haces” no necesito leer indicios sutiles de que está a gusto/disgusto. Y esto los perros lo hacen, lo pueden hacer, con su señalética social voluntaria.

Por eso para mí el trabajo ideal ofrece al perro una situación en la que puede, y sabe que puede, expresarse con claridad, en la que no necesitemos los indicios como fuente principal de información. En la que lo importante sea escucharle, atender a la información expresa e intencional que nos envía, y no leerle, fijarse en los indicios sutiles e involuntarios que da.

Veamos unos ejemplos:

¿Si el perro me trae el juguete y me lo pone a los pies debo leerle o más bien escucharle?

¿Cuándo se tumba conmigo en el sofá y da con la cabeza en la mano para que le acaricie debo leerle o más bien escucharle?

Esto no quiere decir que no convenga, además atender y reconocer los indicios:

Debo leerle cuando gira 22 grados una oreja y eso me muestra que está a otra cosa.

Debo leerle cuando su forma y lugares de descanso varían y eso implica una modificación de su estado de bienestar.

Porque reconocer los indicios y actuar de acuerdo con ellos es una muestra de calidad de un buen entrenador.

Pero estas lecturas deberían ser la salsa en el plato, y no su componente principal.

Si la forma de hablar de alguien expresa que la salsa es la base de su cocina, y nunca alude a la importancia de la calidad del ingrediente principal no seré yo quien vaya a comer a su restaurante.

Así pues, resumiendo, creo la expresión es correcta, pero no del todo, porque pone el foco en los indicios, que son involuntarios, y no en la comunicación voluntaria, expresa e intencional. Que es donde creo que debería estar.

Por lo anterior no me gusta, aunque sea (prácticamente) correcta la expresión leer al perro como elemento principal de la calidad de un entrenador y prefiero escuchar al perro.

¿Entonces todo esto es una cosa de esa mierda del lenguaje políticamente correcto?

Ahora se me podría hacer una objeción razonable ¿no es esto cogérsela con el papel de fumar de lo políticamente correcto?

Esta crítica es aparentemente lícita, porque en varias ocasiones yo mismo he denunciado que está apareciendo un lenguaje cursi y absurdo dentro del mundo del perro, que me parece que dificulta la comunicación técnica (entre profesionales, no con los perros) sin aportar beneficio alguno, incluso resultando perjudicial.

La base está en que yo creo que las cosas deben hacerse –decirse/escribirse en este caso- por algo, con un objetivo, cuando una expresión solo resulta más “bonita” y no evita un rumbo de pensamiento nocivo no debería adoptarse, por eso no comparto cosas como usar las palabras peludos, cuatro patas, perrihijos en lugar de perro, que no tiene ninguna connotación negativa, ni implica un rumbo de pensamiento objetualizador, especista ni peligroso o nocivo en ningún sentido para ellos.

E incluso voy más allá, tampoco me gustan los eufemismos que facilitan acciones graves, odio cosas como dormí al perro. Ni siquiera me gustan los términos eutanasia ni sacrificio, pues tienen un tono positivo que suena demasiado bien y parece facilitarnos en demasía tomar la decisión unilateral de acabar con una vida, de matar a un individuo que es, que habrá sido, irrepetible y que no volverá a sentir ni a interactuar con el mundo. Una personalidad que se borra, una manera única de actuar que desaparece. La muerte es terrible, y es terrible nuestro poder de decisión sobre la vida de los perros, y ya sucede que a veces nos pesa demasiado nuestro sufrimiento o incomodidad -no creo en absoluto en esa idea generalizada de que normalmente somos muy generosos matándoles para evitarles sufrir, antes bien creo que esta decisión suele tomarse demasiado rápido- si le sumamos palabras bonitas me parece que subimos demasiado el riesgo de tomar una decisión precipitada. Yo siempre hablo de matar, lo que creo que elimina sesgo positivo, pero entiendo que en textos técnicos sean correctos, al fin y al cabo eutanasiar es provocar la muerte para evitar el sufrimiento, pero aún así mi postura personal es preferir la palabras más duras en estos casos.

Entonces ¿cuáles son las consecuencias nocivas que veo en la expresión leer al perro?

En mi opinión son tres:

1 Desvío del foco de atención de lo prioritario. La más grave a nivel técnico.

Si nos centramos en los indicios, si les damos el primer lugar como elemento valioso para la interacción con el perro, secundarizamos el atender, promover y escuchar la comunicación voluntaria e intencional del perro, que debería ser la prioridad comunicativa. Esto es lo que he expuesto al principio en detalle.

2 Objetualización de la relación. La más grave a nivel relacional.

El enfoque en la lectura de indicios, en descubrir y aprovechar las intenciones y deseos del otro a través de su comunicación no intencional, le objetualiza. Porque buscamos cómo manejarle y actuar sobre él de acuerdo a lo que no ha expresado voluntariamente.

Aquí reconozco que influye bastante mi feminismo (sí, además de animalista soy feminista, así pongo más fáciles las descalificaciones ad hominem), y es que esta visión de lectura de indicios, de “expertos lectores de indicios” es lo que ha propulsado la existencia y fama de elementos tan repugnantes como Alvarito Reyes, que se dedica a explicar cosas como que si una chica al decirte “no quiero ver tu puta cara en el resto de mi vida, baboso de mierda” –comunicación clara, expresa e intencional- se inclina de manera que puedas entrever su escote –indicio involuntario- es que lo que quiere, aunque probablemente no sea completamente consciente de ello, es que te la folles.

Y me parece que ya tenemos rulando bastante lenguaje que lleva a justificar y promover la unilateralidad en el trato hacia los perros, si podemos ir cambiándolo por expresiones que les aporten más voz, que los conviertan en una parte más activa del proceso, deberíamos hacerlo.

Sin eliminar la unilateralidad no podemos realizar una tutela responsable y eficaz, si el perro no tiene capacidad de expresar voluntaria y directamente, no a través de indicios, lo que siente y opina sobre lo que sucede para influir en ello solo podremos aspirar a una especie despotismo ilustrado: todo para el perro, pero sin el perro.

Y aquí quiero responder a Alex, que en el post escribe:

“¿No crees que puede haber una lectura bidireccional si tenemos.en cuenta que el perro nos “lee” a nosotros también constantemente muestro lenguaje corporar, manera de actuar y demas? No estoy de acuerdo en que por leer al perro se le robe la condición de interlocutor…
Por ejemplo el término se utiliza mucho en el deporte como “leer al rival” y no se objetualiza ni se le quita a ese rival su capacidad innata de comunicarse, simplemente en leer sería la manera de otro de interpretar ciertos gestos, conductas, expresiones corporales etc..
Vaya por delante que creo entender a lo que quieres hacer alusión pero discrepo en que por leer al perro el pierda su capacidad de interlocutor y no pueda hacer él lo mismo con nosotros..”

Piensa, en primer lugar, que el ejemplo que has puesto es muy claro: leer al rival, a quien no desea comunicarnos sus intenciones, a quien deseamos ganar. Normalmente siempre que se habla de leer a alguien hacemos referencia a quien no desea o no puede comunicarse con nosotros franca y directamente. El rival no quiere que sepamos sus intenciones, por eso la lectura de indicios es tan valiosa. En aprendizaje social -como conté en TPPYTQ- es muy, muy importante la diferencia entre indicios y comunicación expresa. Los indicios nos sirven principalmente para eso, para saber lo que otros sujetos sociales no quieren que sepamos.

Además, y de eso hablé bastante en mi último libro, es falso que los entrenadores busquen una lectura bidireccional de indicios. Precisamente suele buscarse lo contrario, que el perro se siente antes de nuestra palabra sienta, porque le hemos dado indicios corporales de que se lo vamos a pedir, es algo que aprendemos a eliminar ¡¡no queremos que el perro nos lea, queremos que nos escuche!! No queremos que pueda anticiparse a nuestras indicaciones expresas, queremos que espere a nuestra comunicación intencional y clara, y bien que trabajamos para que sea así. Y cuando le damos una indicación “camuflada” antes de un ejercicio, por sutil que sea, no cuenta: porque seguimos teniendo intención comunicativa clara y expresa.

Más bien, mientras buscamos leer al perro, trabajamos para que él no nos lea, sino que nos escuche. Muy simétrico no suena. Porque no creo que nadie diga que cuando el perro se sienta al decirle sienta nos esté leyendo, al menos no en el sentido que le da la RAE y que citaba Chema.

Otra cosa es lo que plantea Olga: la importancia del reconocimiento de indicios cuando la comunicación intencional y expresa, por algún motivo, es insuficiente. Por supuesto que entonces es de máxima relevancia leer lo que desea, lo que necesita el otro a través del mínimo indicio que nos dé y debemos centrarnos en hacerlo, pero cuando la comunicación intencional y expresa es suficiente ahí es donde debe estar la prioridad. Y no hablo de dejar de atender a los indicios, sino de colocarlos en segundo lugar cuando la comunicación voluntaria pueda estar en el primero.

3 Aumento del ya excesivo misticismo que existe en nuestra profesión.

Es la menos importante, sin duda, pero todo lo que vaya quitando del mundo del perro ese rollo de gurús, “capacidades especiales” y basura de autoayuda en general me parece bueno y saludable.

Esto no es una enmienda a la totalidad, no todos quienes usan o han (hemos, que yo también la empleaba hace años) usado la expresión de leer al perro, están en el grupo de quienes promueven estas cosas. Pero para quienes promueven estas visiones lo de leer a los perros sí que suele ser uno de los pilares de su ideario, por aquello de que se necesitan años, agudeza, dones especiales y bla, bla, bla.

Afortunadamente es muy sencillo diferenciar el grano de la paja: si cambias «leer al perro” por “reconocer los indicios no intencionales del perro” y el discurso sigue siendo coherente y consistente sencillamente es una manera de expresarse (que no me gusta) dentro de una propuesta seria. Pero si al hacer el cambio la cosa se queda sin cimientos, resulta confusa, poco clara y se tambalea es que nos estaban dando mística de saldo por adiestramiento técnico. Y este es un experimento fácil que cualquiera puede hacer en casa 😉

Espero que esta exposición de los motivos por los que no me gusta la expresión leer al perro, prefiriendo escuchar al perro sea suficientemente clara y detallada, porque tengo que volver a sumergirme en el trabajo y desaparecer de las redes sociales.

Comentarios:


  1. Yolanda R - abril 17, 2017

    Lo único que no me gusta de este post es lo de «desaparecer de las redes sociales» :'( Quitando eso, creo que en muchas ocasiones los pequeños matices marcan grandes diferencias y que este sería el caso. Parece ser que comunicarnos podemos o deberíamos poder todos, si compartimos un código o como mínimo podemos entender el código del otro (que al final es compartirlo de algún modo); pero eso de «leer a otros/as» para algunos es casi casi un don y si algo se te escapa, según el que tiene el don, sobre tu perro, es que no lo has sabido leer porque eso o se nace o no se nace (para algunos), como el que te lee la mano, te echa las cartas del tarot, te lee el aura etc etc. A mí esa es la parte que más me molesta del término, cuando se utiliza de forma intencionada para apartarte, a ti, el compañero de tu perro, quién vive con él, precisamente de él, porque tú «no sabes leerlo». El problema además de basarse en «leer» a los otros, es que igual lees en los otros algo que jamás te han dicho, ni querrían decirte, ni sugerirte, es más, que lees lo que te da la gana (como el elemento que mencionas). Es muy fácil hacer con el perro lo que quieres, incluso faltarle totalmente al respeto porque te ha parecido «leer» que el animal se quiere pasar dos horas atado a tu cintura corriendo contigo por el parque (¿?) que eso de que se tumbe despatarrado en medio del pasillo es que está aburrido (¿?) así que vamos a cansarle (¿?), en el mejor de los casos, suponiendo que la persona que obliga al perro a hacer footing tenga toda la buena intención del mundo, eso es incurrir en un error de lectura. En fin, que me enrrollo, me encanta este post, aunque suene pelota, porque si nos aprendemos a comunicarnos con el perro, y con nuestro perro como individuo en concreto, y a escucharlo, nos timarán menos. Porque las palabras son conceptos que entran en la mente, las palabras te ayudan a comprender pero también condicionan tu comprensión. Y las palabras que elegimos dicen mucho de nuestro esquema de pensamiento, y entre más repetimos cierta expresiones (me incluyo, por todas las chorradas que he dicho y diré T0T) más nos contaminamos de esquemas cognitivos poco precisos o eficaces (soy un poco trágica … Seguramente :-/ ). Entre más rigurosos seamos, mejor, soy la primera a la que le cuesta serlo, por eso es de agradecer que alguien se tome el tiempo en escribir este tipo de artículos. ¡Gracias!  

    • Carlos Alfonso López García - abril 17, 2017

      «las palabras son conceptos que entran en la mente, las palabras te ayudan a comprender pero también condicionan tu comprensión.»

      Pues exactamente eso es lo importante. Todos usamos y promovemos lenguaje sesgado, la cosa es hacerlo hoy un poco menos que ayer. No aferrarnos a lo que usamos como si fuera algo que el uso ha convertido en sagrado y válido.

      Porque eso es una tautología: algo es válido porque lo usamos, y lo usamos porque es válido. De las que tanto abundan en el mundo del perro todavía, enturbiándolo y tensando la comunicación honesta ¡¡entre profesionales!!

      • Yolanda R - abril 17, 2017

        Gracias por responder, precisamente iba a agregar algo porque ha quedado mi comentario un poco «lecturofóbico» por decirlo así. Creo que «leer» a los otros es inevitable, que no podemos evitar interpretar según indicios y que forma parte de nuestra intuición, y que no se puede ni se debe prescindir de ello, pero cuando yo busco un profesional prefiero que se base en la comunicación y no la mera «lectura» y por eso me alegra este artículo. 

  2. Eliana - abril 17, 2017

    Pues te voy a contar algo personal: mi relación con William tuvo su momento en la cuerda floja porque yo esperaba que el «leyera lo que yo quería» y el pobre ni cuenta se daba y yo furiosa por su desatención. Cuando exploté con un discurso de niña malcriada me responde tranquilamente: ¿y no sería más fácil que me pidieras claramente lo que quieres o necesitas?, derrumbando así mis argumentos y enseñándome a vivir facilísimo: comunicándonos clara y directamente, porque podemos y queremos. Un abrazo

  3. María Marta Aguirre Paz - abril 17, 2017

    Hola, veo que se ha ido complejizando la cuestión y corremos el riesgo de quedar pegoteados en tantas palabras. Entiendo que el origen de la expresión de leer al perro , tiene que ver con que la comunicación de ellos Nos entra por los ojos. Al igual que el lenguaje gestual que acompaña las palabras de los sujetos hablantes.
    Yo volvería a retomar mi refelxion desde un punto de vista psicológico y plantearía como evitar el Malentendido que es estructural en el ser hablante? Es posible Escuchar lo que se Ve ?
    De qué manera ? Tal y como aprendemos el lenguaje de señas para comunicarnos con los hiooacusicos , aprendemos el lenguaje corporal que los perros usan entre ellos en una comunicación intraespecifica, en la mayoría de la veces muy eficaz e intentamos comprenderlo en el.marco de la interespecificidad. Cómo evitamos el malentendido? Qué tendríamos que hacer para que lo que el perro Nos Dice no se convierta en un mensaje que retorna de manera invertida desde el que escucha convirtiéndose así en una demanda?
    Carlos haz abierto un baúl que está lleno de posibilidades !!! Bravo

  4. Hola, soy Quique con K.
    Básicamente estoy de acuerdo con esta entrada del post al 99%
    En lo único que discrepo es en que la tercera razón sea la menos importante, digamos que yo considero las tres razones como igualmente importantes dentro de lo que es el fondo de lo tratado en esta entrada.
    Creo ¿?
    Dejando a un lado mi opinión completamente subjetiva, interesante entrada que invita a una reflexión profunda

  5. Un buen tema que me tiene echando humo desde que lo abriste en el primer post… La verdad, cuando lo leí, pensé: «No estoy de acuerdo». Y ahora, con este segundo post, entiendo mejor lo que quieres decir, a lo que te refieres, y lo que te gusta o no de cada opción lingüistica. Pero considero que haces un poco de trampa (no sé si queriendo o sin querer). Me explico, e intentaré hacerlo sin extenderme demasiado.
    Si utilizamos la RAE para ser puristas en el uso del lenguaje (y que conste que yo soy de ciencias, con lo cual estoy fuera de mi hábitat), debemos ver también que todas las acepciones de «Escuchar» implican el uso del oído. Con esto, y en la línea de lo que comenta Maria Marta, opino que no se puede «escuchar lo que se ve».
    Al argumentar los motivos por los que no te gusta «leer al perro», vinculas «leer» solamente con indicios, con señales no intencionadas. Según la RAE la acepción de «indicio»: «Fenómeno que permite conocer o inferir la existencia de otro no percibido», con lo que diferencias entre comunicación intencional e indicios no intencionales, pero esa línea puede ser MUY fina. Pongo un ejemplo: si alguien me está hablando y le digo «Oye, no me interesa lo que me cuentas», parece claro que tengo toda la intención de que entienda mi mensaje. Pero qué ocurre si no le digo nada y miro hacia otro lado? Mi gesto puede ser voluntario (para que entienda que no me interesa sin que haya confrontación), o involuntario (porque como no me interesa lo que me cuenta, busco con la mirada otro estímulo que sí me interese más). Pero el gesto es el mismo: es comunicación o un indicio? Depende solo de la intencionalidad? Ésta el receptor la desconoce… Lee mi gesto, o lo escucha?
    Estoy de acuerdo en que hemos de fijarnos y darle más peso a los gestos comunicativos intencionales de los perros que a los no intencionales, pero ocurre que ambos son gestos que se ven y no se oyen (salvo algunas vocalizaciones sonoras que puedan emitir), con lo que personalmente veo bien (me gusta, aparte de que sea correcta) la expresión de «leer al perro». Quizás, si quisiéramos evitar este conflicto de vocablos, creo que podríamos estar de acuerdo en utilizar una expresión más genérica, como «entender al perro» (aunque creo que peca de demasiado genérica), la cual puede englobar el entendimiento de su comunicación voluntaria y el «descifrado» de esa otra «salsa» que comentas.
    Gracias por hacernos reflexionar! Y para seguir jugando con el lenguaje: qué ganas de que «cercano» pase a ser «inmediato» (me refiero a tu inicio del post anterior: «Pues trabajando en mi próximo -y empieza a ser un próximo de cercano y no únicamente de siguiente – libro )

    • Carlos Alfonso López García - abril 26, 2017

      Vayamos por partes, pero empezando por lo más evidente: tanto leer como escuchar en estos usos son coloquialismos para facilitarnos la expresión. Ninguno es realmente correcto ni completo, porque deberíamos hablar en puridad de recibir, reconocer e interpretar las señales -intencionales o no, según el caso- del perro.

      Por tanto estamos hablando de términos que no serían válidos para una descripción técnica de lo que sucede. Por ello no tiene mucho sentido entrar en sutilezas sobre sus significados más ajustados. Creo es buscarle tres pies al gato y gastar neuronas en repujados dialécticos que no valen pá ná.

      Entonces ¿no daría lo mismo? No, porque los términos coloquiales son importantes por otros motivos diferentes a la exactitud técnica. Son importantes por las asociaciones, pensamientos y emocionalidad que evocan en quienes los emplean. Por ello prefiero un término coloquial -y por ello, repito, técnicamente incorrecto siempre- que otorga el elemento activo al perro y el pasivo a nosotros que lo contrario, prefiero una forma de expresarnos de andar por casa que da al perro el protagonismo en la comunicación, puesto que creo que es de más ayuda para aportarle entidad como individuo y para reconocer de su papel de interlocutor en la relación. Y eso es todo.

      Leer me parece que hace especial al adiestrador, que es tan guay que sabe notar en su mínimo gesto lo que el perro quiere, mientras que escuchar hace especial al perro: que tiene algo que decirnos sobre lo que pasa y nosotros deberíamos promover que hiciera activa e intencionalmente, más que interpretar sutilmente su mínima respiración. El sentido del post es así de sencillo.

      Sencillo, pero no poco importante, porque la impresión, el peso de la forma coloquial de hablar, determina en buena medida la forma profunda de pensar sobre lo que sucede. Decía DFW que hay que tener cuidado con el lenguaje, porque uno puede creer estar describiendo algo y, en realidad, estar invocándolo al expresarlo.

      A partir de aquí tendría que entrar en la intencionalidad comunicativa sobre la que hablas, pero esto lo expuse en detalle en TPPYTQ, así que –y por ser vos quien sois- solo mencionaré que la comunicación voluntaria NO es igual a conducta voluntaria. Si le dices a alguien “eso no me interesa” o “me asusta eso que haces” es comunicación voluntaria, porque quiero trasmitir algo a otro sujeto. Si me aparto de la persona, sin mirarle, para evitarme seguir escuchando o reducir mi miedo, eso es conducta voluntaria, pero NO es comunicación voluntaria, porque no pretendo trasmitir nada al otro. Solo evitarme el marrón.

      Espero haberte aclarado los puntos más importantes de tu texto. Un abrazo tocayo 🙂

  6. Gracias Carlos por toda esta extensa explicacion estoy de acuerdo total lo voy a resumir así ,, Yo tuve posibilidad de asistir a un curso de Comunicación del Adiestramiento y precisamente explican esto !! Gracias Gracias

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