Quitar y no poner.

Publicado el 11 de diciembre de 2009

Situación: Un adiestrador está enseñando el sentado a un perro, son las primeras sesiones para el perro, quizá incluso la primera.

El adiestrador ha decidido usar una técnica concreta que conoce y maneja con soltura para enseñar el sentado, puede ser con clicker, guiándolo con un premio de comida, manipulándolo hasta que queda sentado… da igual. El caso es que el perro se sienta, ¡bien!, la cosa parece que avanza.

Pero al cabo de unas repeticiones el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta casi al segundo de haberse sentado, ¡qué fastidio!, probaremos unas cuantas veces más a ver cómo va. Nada, se sigue levantando. Vaya, vaya, pues habrá que solucionar esto, a ver si con esta ayudita… parece que se mantiene. Vale, vamos al tumbado.

Otra vez lo mismo, el perro se tumba, responde a la técnica pero no permanece tumbado, el adiestrador recuerda una técnica que vio en un seminario, el seminario no le gustó demasiado, no cuadraba mucho con su visión del adiestramiento, pero esta técnica concreta le parece que aquí puede ir bien ¡bingo! Se queda tumbado.

El adiestrador de nuestra historia está cometiendo uno de los errores que creo que son más comunes en la etapas iniciales del adiestramiento: está sumando y no restando. Se ha hecho la pregunta incorrecta, ha pensado ¿qué hago para que se quede sentado? En lugar de pensar ¿por qué no se queda sentado?, ¿qué hace que se levante?

Si el perro ha recibido el trabajo inicial y se sienta es que estamos en el buen camino, pero ¿por qué se levanta tan rápido?

Para que un perro actúe tiene que suceder algo en el plano físico (suelo incómodo, dolor…), mental (el perro cree que debe moverse para conseguir algo…) o emocional (el perro está sobreexcitado, se siente inseguro…).

Cuando se inicia un adiestramiento se están poniendo las bases de cómo entenderá el aprendizaje y el trabajo en equipo el perro, le estamos indicando qué esperar de nosotros y qué esperamos de él.

Si empezamos a sumar técnicas que no tienen ningún denominador común estamos poniendo “parches”
. El adiestrador hace un trabajo de apaga fuegos: aquí tengo un problema y aplico cualquier cosa que me lo solucione. El perro puede aprender la conducta pero no un esquema general de aprendizaje. Nada de lo que aprende así ayuda a sostener lo anterior ni lo posterior.

Cuando el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta del sentado no debería pensar en la técnica para conseguir que se quede sentado sino en por qué se levanta el perro. Si el perro está sentado ¿qué le impulsa a levantarse rápidamente? Eso es lo que debemos localizar y quitar para ir construyendo unos cimientos de aprendizaje sólidos y consistentes que nos puedan llevar a una progresión continua.

En una primera etapa es más importante que el perro aprenda los códigos de comunicación, el “idioma” del adiestramiento, que las conductas o habilidades que se entrenan. De hecho en una primera etapa las conductas que entrenamos son más bien los vehículos para transmitirle dichos códigos de comunicación. Por supuesto estos códigos variarán de un tipo de adiestramiento a otro e incluso entre dos adiestradores de la misma escuela.

Si estos códigos no se transmiten con claridad el trabajo siempre se resentirá en el largo plazo, además de que nos puede dificultar enseñar algunas acciones complejas o muy afinadas.

Y sin embargo en esta primera etapa es cuando más fácilmente los adiestradores caen en “trampas” que dificultan el aprendizaje de cómo aprender. La principal de estas trampas es la excesiva preocupación por conseguir la conducta correcta. Cuando esto sucede muchos adiestradores empiezan a pensar en qué hacer para que el perro realice la conducta, y en muchas ocasiones aplican técnicas que no son compatibles con los esquemas de aprendizaje y trabajo en equipo que desean usar habitualmente con el perro.

Comentarios:


  1. Cuesta mucho cambiar el chip y pensar de una forma distinta.. pero tiene resultados.
    Genial artículo Carlos!!

  2. Pere Saavedra - diciembre 14, 2009

    Cuanta razón llevas Carlos, se confunde mucho la causa con el efecto y, en muchos casos, solo se miran las consecuencias sin analizar la causa, la raíz, de donde partió el problema.
    Como decía Xaviar Marsinyach: «Los ingredientes están claros, ah, el arte de hacer la sopa ya depende de uno mismo» pues yo profundizaría un poco más: «En el arte de reunir pocos pero buenos ingredientes está la calidad de la sopa».
    Me llevo tu texto a Facebook para que lo pueda leer mucha gente que no ha llegado a este blog.
    Un abrazo y… me debes una llamada !!! :-)))

  3. Esto se puede aplicar en más ámbitos, ¿por que no se venden adiestramientos? dejemos de añadir cosas a los adiestramientos convencionales y empezemos a quitar ¡¡funciona!!

    La pregunta clave no es ¿qué hago para que contranten mis servicios? es ¿por qué no los han contratado?

    Patri
    Beso!

  4. Una vez te paras a pensarlo se ve claro, aunque si nadie te lo explica es fácil que sigas sumando y no restando.Gracias por explicarlo en el curso y por recordarlo ahora de nuevo. Un fuerte abrazo.

  5. hola carlos alfonso.cuando me lei el articulo por primera vez no lo entendi bien y pense que a mi juicio habia errores.ahora lo he releido y he comprendido el enfoque que le quieres dar .
    un saludo manel

  6. Hola a tod@s,
    Marina: creo que este es el cambio de chip más provechoso de todos los que propongo, porque simplifica el análisis y la solución de los problemas e impide ir acumulando chapuzas hasta que no se puede tocar un problema sin desmontar casi todo el «trabajo» del perro. A veces nos pasa lo que en un episodio de los Simpson en el que la casa de los Flanders es detruida por un tornado y todos los vecinos la reconstruyen, pero de forma tan chapuzera que cuando se plantean quitar un poster que no les gusta empieza a rajarse la pared y Bart les advierte: «yo no lo haría: es un poster estructural».
    Pere: la llamada ya está hecha, así que una deuda menos (a ver si me quito igual las del banco). Creo que los adiestradores tenemos tendencia a querer hacer, y esto nos lleva a intentar arreglar la sopa añadiendo cosas. A veces menos es más (Mies dixit), y hay que disciplinarse para analizar antes de ponerse a trabajar. A mi me cuesta horrores.
    JuanRa: Es que precisamente este punto creo que es muy claro si te lo explican, pero si no puedes pasarte años sin darte cuenta (como me paso a mí).
    Patri 100% de acuerdo, en un montón de ámbitos nos cuesta reducir para avanzar, preguntarse ¿qué es lo que no estoy haciendo bien?
    Manel, hola y bienvenido. Esto es un blog personal, por ello lo que escribo se refiere a lo que creo y por qué lo creo, pero hay excelentes adiestradores con otros enfoques distintos. Entiendo que se pueda preferir alguno de estos enfoques. Pero si la relectura te ha acercado más al planteamiento de este artículo tengo que darte las gracias dos veces, en este mundillo no hay tanta gente que le dé una segunda oportunidad a las cosas que no le convencen de primeras.
    Muchas gracias a tod@s.

  7. Mercedes Iacoviello - junio 13, 2013

    En aprendizaje canino (y en el humano también) escucho muy seguido el famoso «si te funciona, usalo», versión en español del «whatever it works» tan caro al pragmatismo yanqui. Mi espíritu científico se subleva cada vez que escucho eso. Si no indagamos en la propia práctica, pensando como cada acción se engarza en nuestra filosofía de trabajo y en el modelo explicativo que tenemos (modificándolo, por supuesto, y enriqueciéndolo según lo que la experiencia nos va mostrando), no se llega a levantar vuelo nunca. Ni en el adiestramiento canino, ni en la investigación científica, ni en la vida misma… 😉 ¡Gracias por la provocadora reflexión!

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