Los ladridos ante movimientos cercanos a la puerta de casa y al sonar el timbre son un problema frecuente y, además de ofrecer una solución sencilla y eficaz para quienes lo sufren y se desesperan, quiero exponer una visión general sobre cómo planificamos nuestros trabajos de análisis e intervención en el comportamiento en EDUCAN, así este post podrá ser de utilidad tanto a tutores, como a comportamentalistas. En todo caso, tanto la exposición de las diferentes fases de una intervención comportamental, como las técnicas y recursos que vamos a ver aquí están explicadas con más detalle en mis libros LPNL II. Análisis e Intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino y LPNL III.GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNO SOCIAL de los perros, disponibles en Dogalia en formato electrónico o en papel.
Para logra el doble objetivo de ofrecer cómo resolver los problemas de ladridos por ruidos en el descansillo y por el timbre a la par que mostrar nuestra forma de diseño de una intervención comportamental, voy a exponer el trabajo siguiendo la secuencia de trabajo que utilizamos que para este tipo de casos que es, a grandes rasgos, la siguiente (siempre entendiendo que se realiza de manera individualizada para cada perro concreto, mientras que aquí la planteamos de manera genérica):
(1)ANÁLISIS PREVIO
(2) FIJACIÓN DE OBJETIVOS DE MEJORA
(3) FASE PREPARATORIA
(4) FASE DE ABORDAJE
(5) FASE DE MEJORA
(6) FASE DE MANTENIMIENTO
(1) ANÁLISIS PREVIO ¿Por qué pasa lo que pasa?
La activación de este tipo de ladridos está directamente relacionado con la tendencia innata a defender la core area, la zona privada de convivencia del grupo social.
Esta tendencia se potencia cuando la core area (1) es relativamente pequeña, (2) sus límites son muy definidos y marcados con barreras físicas (como una puerta, una pared o una valla) y (3) la aparición de los sujetos a los que se ladra es breve, lo que impide acostumbrarse a su presencia, pues el pasar rápido, que es lo que suele suceder ante una puerta, es muy potenciado de la alerta interna del perro. En el caso del timbre, sumamos, además, su sonido, que es (4) un estímulo muy excitante (nos activa hasta a nosotros, piensa en cómo respondemos al escucharlo).
Si queremos enfocarlo y estudiarlo desde un plano emocional, tenemos que la emoción que activa la conducta de ladrar gatilla -se dispara- controlada por el ruido de personas y o timbres, es decir que no son las consecuencias de su conducta lo que potencia el ladrido, olvídate de pensar que si le das comida para que se calle o le intentas tranquilizar con tu cariño estarás reforzando el ladrido ¡¡¡eso no sucede en este caso!!
Y, por cierto, parte del análisis previo es saber y reconocer que -salvo casos muy intensos, en los que la activación del ladrido le provoca al perro malestar emocional y/o acumulación de estrés residual- este, en realidad, es un problema para los tutores, pero no para la mayoría de los perros que muestran esta conducta, algo de lo que debemos informar a los tutores y tomar en consideración al trabajar, siempre es bueno recordar aquello de: “el gato maúlla, el perro ladra…”.
(2) FIJACIÓN DE OBJETIVOS DE MEJORA ¿Qué podemos lograr?
Una tendencia innata, potenciada por la reiteración de su aparición, sostenida y aumentada por el estado emocional y conducta consecuente del perro ante aquello que la activa, no por sus consecuencias, y que, en algunos casos, se intensifica por un estímulo excitante adicional, el timbre, implicará un trabajo largo, consistente, continuado y con el mantenimiento de pautas específicas permanentes para mantener su eficacia. Además, por bueno que sea el resultado, puede haber momentos puntuales (paso de archienemigos, perro particularmente excitado en algún momento…) en los que reaparezcan los ladridos ante algo que suceda en el descansillo y/o ante un timbrazo de la puerta, pese a que se logre una mejoría general.
Debemos explicarle esto a nuestros clientes y pactar con ellos la forma de trabajar y los resultados que esperamos obtener ANTES de que nos contraten e iniciemos la intervención en el comportamiento. Esto, que es relevante siempre, resulta vital en casos como este: un problema sencillo de trabajar, pero que (1) requiere volumen de trabajo, (2) pautas de mantenimiento de largo plazo y que (3) probablemente reaparezca en algún momento puntual.
A veces damos por hecho que todo el mundo asumirá estas cosas, y no es así. Muchos desacuerdos y malos entendidos vienen por no aclararlo antes de la intervención. Al principio la gente es razonable y entiende las cosas que se le explican, pero si contrata pensando que será algo mágico y se olvidará para siempre de los ladridos sin hacer nada, y solo se le explicamos lo trabajoso que es y la necesidad de mantenimiento cuando ya nos han contratado, es normal y natural que se molesten y parezcan poco razonables. Pero es un fallo nuestro que no les hemos facilitado una elección informada suficiente antes de contratar el servicio.
(3) FASE PREPARATORIA ¿Qué vamos a hacer?
Aquí tenemos que decidir cómo solucionar los ladridos, qué haremos, qué protocolos, recursos y técnicas usaremos, cuándo y cómo los aplicaremos. También construiremos y evaluaremos en el perro aquellas cosas que necesitamos para la intervención y puedan tocarse fuera de la situación problemática, por ejemplo elegir y probar el tipo de comida, entrenar trabajos de olfato para que el perro aprenda a disfrutarlos…
Existen diferentes protocolos y recursos de gestión de comportamiento eficaces para resolver los ladridos en el descansillo y al escuchar el timbre, porque no hay UNA intervención comportamental única posible, una que sea “la buena”, sino que existen múltiples opciones eficaces. Diseñar una propuesta de intervención comportamental no es encontrar LA SOLUCIÓN, sino UNA de las soluciones, que sea, de entre las eficaces, la que mejor se adapte a las circunstancias.
En este caso las circunstancias son: (1) sucederá muchas veces al día, (2) sucederá durante la convivencia, (3) sucederá a veces cuando no estemos en casa, y (4) una parte central de los estímulos activadores, los ruidos en el descansillo, no se pueden reproducir con calidad durante sesiones preparadas (si lo intentas verás que el perro como mucho ladrará la primera vez que hagas pasar a alguien por el descansillo, después dejará de responder como lo hace normalmente). Esto lleva a que el trabajo deba ser: 1 sencillo, para poder realizarse en cualquier momento casi sin preparación ¡¡incluyendo cuando no haya nadie en casa!!, 2 cómodo, para que se mantenga la adherencia a las pautas por parte de los tutores y 3 rápido, para poder llevarlo a cabo en cuanto surge la situación.
Para adaptarme a lo anterior voy a elegir dos recursos conceptuales, junto a una o dos técnicas (dos para los casos más severos) -que pueden adaptarse y evolucionar en cada caso de manera individualizada- y dos o tres cambios de rutina (tres para los casos más severos) para aplicarlos en la vida cotidiana de la familia, no más. En mi elección priorizo ante todo lo que he expuesto: facilidad, comodidad y rapidez. No me importa si otros recursos son conceptualmente más avanzados u otras técnicas más rápidas o eficaces inicialmente, quiero aquello que pueda hacerse sin colonizar las vidas y el pensamiento de los tutores, porque tendrán que convivir con estas pautas, y que esa convivencia sea posible en el largo plazo es un imperativo para lograr el éxito.
Por cierto, para definir las cosas bien:
Recurso de trabajo comportamental: Cualquier (1) acción, (2) herramienta o (3) combinación de las anteriores que permite modificar uno o varios aspectos relevantes del comportamiento en una dirección previamente conocida y deseable.
Los recursos cristalizan en técnicas, que son aplicaciones concretas de un recurso para un caso o tipo de problema concreto.
Cambios de rutina: son modificaciones de la vida cotidiana del perro que ayudan a los objetivos de la intervención comportamenteal, ya sea en casa, en sus paseos, en su alimentación, en el material de manejo y cuidado y/o en las relaciones con su grupo social.
Recursos elegidos:
Recurso 1
Contracondicionamiento emocional: El contracondicionamiento emocional consiste en (1) activar en el perro una emoción que tenga alguna o todas sus coordenadas (valencia, activación y orientación) diferentes, y normalmente opuestas, a las de la emoción que activa la conducta indeseada y (2) asociarla de manera respondiente con el estímulo o situación que provocaba dicha conducta indeseada.
Puede hacerse antes, durante o después de la situación: antes favorece una emocionalidad adecuada para responder de otra manera a la situación, durante saca al perro de la emoción que queremos cambiar y después evita la fijación de huellas emocionales, que consoliden la respuesta emocional que deseamos cambiar.
En este caso la emoción original tiene las siguientes coordenadas: -1 excitante y expansiva, -2 valencia emocional negativa y -3 tendencias de acción son gruñidos y ladridos hacia la puerta.
En consecuencia, las emociones para contracondicionar la emoción original deberían ser: 1 calmantes y facilitar la concentración, 2 con valencia emocional positiva y 3 tendencias de acción alejándose de la puerta.
Recurso 2
Conducta y activación emocional de los tutores: Es posible potenciar o disminuir una activación emocional negativa en el perro –y el comportamiento consecuente- a través de la activación emocional que muestren las personas queridas por el perro. Y, al igual que el contracondicionamiento, influye cuando lo haces antes, durante o después de la situación.
La capacidad que tienen los perros –como todos los mamíferos sociales- de sincronizar su estado emocional de manera involuntaria con otros miembros de su grupo social es un recurso que debemos conocer y aprovechar.
Muy fácilmente la sincronía emocional puede jugar en nuestra contra en los problemas de ladridos, pues los tutores se pueden alterar cuando sucede un episodio y (1) sincronizar su estado emocional con el del perro, o (2) generar un estado emocional incorrecto, excitándose e incluso mostrándose enfadados, y empeorar el problema del perro. Es importante hacerles conscientes de cómo pueden afectarle con su comportamiento: su excitación o enfado pueden potenciar sustancialmente el problema.
Exponer e incorporar este segundo recurso de trabajo, tan sencillo y claro, nos permite que los tutores actúen de manera relajada durante los episodios, que suelen resultar enervantes para ellos, sin que lo consideren como una prueba de paciencia, que les pedimos más en nombre del respeto al perro y la conducta ética, sino como parte del trabajo. Entender desde el principio que es incompatible que ellos actúen mal con lograr los objetivos deseados es una poderosa arma para facilitar el éxito y el buen hacer de los tutores, logrando una gran adherencia a estas pautas, que suelen ser la que más se saltan, alterándose y enfadándose con el perro durante los momentos en que ladra.
Técnicas elegidas:
Técnica 1
Trabajo de olfato: Cuando el perro ladre, le extenderemos por el suelo o por una alfombra de olfateo un puñado de comida apetitosa, que le desconecte de su emocionalidad y le haga buscar de manera: 1 tranquila y concentrada, 2 emocionalmente positiva y 3 alejándose progresivamente de la puerta a través de la distribución de la comida, cada vez más hacia el interior de la casa, e incluso, según el progreso, planteando el trabajo de olfato en un sitio alejado de la puerta, de manera que al escuchar algo se vaya allí a que le pongan su trabajo de olfato ¡¡lo que tendrán que hacer los tutores!! En esta fase previa probaremos diferentes comidas y le enseñaremos a buscarla por la casa.
Técnica 2
Uso de la Face Wrap: Cintas de hocico, elásticas planas, anchas y suaves, que se colocan alrededor del cuello, como un collar, y luego con un giro se pasan por el hocico del perro, rodeándolo y ejerciendo una suave presión que no impide al perro ladrar o abrir la boca en absoluto. La usaremos en los casos de perros que llegan a un nivel de excitación que les impide enfocarse en el trabajo de olfato cuando han escuchado algo en el descansillo o el timbre. Esto ya es insalubre para el perro, por la emocionalidad negativa y la acumulación de estrés residual, y usaremos la Face Wrap como inductor de calma, por lo que servirá para contracondicionar la emoción subyacente al ladrido, permitiendo que el perro realice el trabajo de olfato (con la Face Wrap colocada), que completa así este contracondicionamiento usando la combinación de dos técnicas-
Es importante indicarles a los tutores que la Face Wrap no parará los ladridos de inmediato, sino que irá haciendo que sean menos intensos progresivamente y facilitando que el perro sea capaz de realizar el trabajo de olfato aunque escuche los ruidos que le hacen ladrar ¡¡esa es la garantía de que el perro está avanzando!! En esta fase inicial, y solo en perros concretos que la necesiten, la colocaremos varias veces fuera de la situación problemática y la positivizaremos poniéndole al perro un trabajo de olfato con la Face Wrap puesta (sin que haya ruidos inicialmente).
Cambios de rutina elegidos:
Cambio de rutina 1
Fuera del alcance del perro, se colocaran recipientes con la comida que se vaya a usar para el olfateo en las diferentes zonas en las que vayamos trabajando, típicamente empezando por la zona de la puerta. Esto facilitará tener a mano la comida para plantear el trabajo de olfato de inmediato al surgir la situación.
Cambio de rutina 2
Atenuación sensorial, cuando no estemos en casa plantearemos medidas que dificulten al perro escuchar los pasos en el descansillo y/o el timbre, como cerrarle el acceso a la zona más cercana a la puerta, poner música o, un recurso que funciona muy bien, ponerle grabaciones con ruidos similares, que no servirían para eliminar el ladrido trabajando solo con ellas, pero sí resultan útiles para atenuar la percepción del perro de los estímulos que le hacen ladrar y reducir su respuesta emocional ante ellos, que quedan “disimulados” y reducidos por la superposición con la grabación. Por supuesto, podemos combinar varias medidas de atenuación sensorial de acuerdo al perfil de cada casa, que nos ofrecerá diferentes posibilidades, y cada caso.
Cambio de rutina 3
Únicamente para perros que requieran la Face Wrap, el tutor que esté en casa llevará la Face Wrap alrededor de su muñeca para que sea ágil y rápido colocársela al perro e iniciar el trabajo de olfato.
(4) FASE DE ABORDAJE ¡¡Manos a la obra!!
Aquí le plantearemos a los tutores poner en marcha el trabajo en tres frentes:
(1) Siempre que el perro ladre y ellos estén en casa, tanto por escuchar gente en el descansillo, como por el timbre (si es necesario recibir a alguien podemos ponerle el trabajo de olfato en otra habitación) le ponemos un trabajo de olfato.
(2) Realizarán sesiones diarias de timbrar con la puerta abierta y con el perro ya realizando un trabajo de olfato. De estas planteo un mínimo de una al día y un máximo de dos al día, de unos veinte minutos de duración, durante un máximo de seis días a la semana.
(3) Implementarán los cambios de rutina de atenuación sensorial que hayamos elegido para su caso cuando no estén en casa.
Durante la fase de abordaje es frecuente realizar reajustes en las pautas para individualizarlo mejor en cada caso, quizá cambiemos el tipo de comida que usábamos, o nos demos cuenta que la Face Wrap no era necesaria, o que podemos encontrar mejores formas de atenuar la percepción de los estímulos que las que ideamos inicialmente.
(5) FASE DE MEJORA Avanzando hasta los objetivos
Continuaremos el trabajo anterior, haciendo las progresiones que requiera cada caso en cada momento: poner el trabajo de olfato en otra habitación, dejar de usar la Face Wrap cuando un caso grave está mejorando… Así hasta alcanzar los objetivos pactados de mejora (si los superamos tanto mejor).
(6) FASE DE MANTENIMIENTO Lo que hay que seguir haciendo
Aquí tendremos que definir las pautas de trabajo que tendrán que mantener para el resto de la vida del perro, esto es muy variable según el caso: a veces tendremos que mantener prácticamente las mismas pautas de trabajo que usábamos al final de la fase de mejora, en otras ocasiones podremos aligerarlas, por ejemplo reduciendo las medidas de atenuación sensorial cuando el perro esté solo, pero lo cierto es que en las intervenciones comportamentales para reducir/eliminar los ladridos ante ruidos en el descansillo y por el timbre, en la mayoría de los casos se requerirá un alto volumen de trabajo de mantenimiento.
Para terminar…
Este post es una ampliación del episodio 29 de mi programa Tu perro piensa y te quiere en Instagram, que realizo semanalmente en dicha red social desde la cuenta de IG de adiestramiento_educan, pues exponer este tema con amplitud y detalle era demasiado para el formato del programa, y he creído conveniente ampliar, detallar y matizar lo que expuse allí, en todo caso aquí os dejo el programa en nuestro canal de Youtube, pero tambien puedes verlo desde el IG de EDUCAN y escucharlo como podcast desde la principales aplicaciones para ello:
Ya puedes empezar a leer Los perros necesitan LIBERTAD y comprarlo en Dogalia 🙂 🙂
El gestionalismo como alternativa
Sucede que a veces la estrategia que adoptamos para afrontar una determinada situación –y da igual por qué la hayamos adoptado- encaja con nosotros de tal manera que nos aporta beneficios profundos más allá del éxito puntual: nos ofrece una forma de afrontarnos a nosotros mismos, al mundo en el que vivimos y/o a los otros de un modo valioso, tanto que se/nos transforma en una forma de ser, una forma de estar.
La aspiración del modelo gestionalista es que eso mismo, en la mayor medida posible, les suceda a los perros.
Desde el primero de estos libros propongo abandonar el enfoque sobre la intervención comportamental basado en un control férreo y constante de la conducta canina. Y no únicamente porque la búsqueda del control se base en nuestras necesidades y deseos, dejando en un segundo plano –en el mejor de los casos- aquello que sería lo óptimo para los perros. Es que tampoco creo que nos ayude a ser felices a las personas.
Porque el control, en lugar de la autonomía, nos exige atención continua sobre la conducta canina para prohibirla, potenciarla o manipularla de algún otro modo.
Para cualquiera (vale: para casi cualquiera) son evidentes las ventajas que supone en una relación de convivencia que ambas partes sean lo más autónomas posibles, y que el comportamiento necesario para entenderse y actuar de la manera adecuada sea una elección voluntaria.
“¿Tendré que hacer esto toda la vida del perro? ¿Tengo que llevar comida siempre? ¿No le estoy sobornando? ¿Cuándo podré dejarle a él solo?”. En todas estas cuestiones subyace el deseo de que el perro elija actuar correctamente por sí mismo, algo que con los modelos tradicionales simplemente no es posible. Esa es la fortaleza del enfoque gestionalista: que logra que el perro entienda el mundo de una determinada manera y sea él quien elige comportarse correctamente para gestionarlo.
Al elegir el gestionalismo como forma de intervención en el comportamiento de los perros nos aseguramos de obtener los mejores resultados educando a un compañero, a un sujeto con derechos, y no programando una máquina.
Y por eso la SALUD COMPORTAMENTAL y el análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento se completan con este tercer libro -el más extenso- sobre cómo empoderar a los perros de sí mismos (gestión emocional) de su entorno físico (gestión del entorno objetual) y de su entorno social (gestión del entorno social). Porque la LIBERTAD de los perros es una meta exigente, que requiere dotarles de capacidades complejas para ser alcanzada.
Imagina…
¿Imaginas que tu perro desarrolla capacidades que le permiten superar el miedo ante las cosas que antes se lo provocaban, o no tener ansiedad cuando se queda solo, hospitalizado o en un residencia canina? ¿Que deja de ponerse agresivo al ver a otros perros por la calle o a personas enfrente de la puerta de casa? ¿Y que haga todo eso él sin que tú se lo tengas que pedir, sin que tengas que estar cerca siquiera?
¿Imaginas que sea capaz de elegir qué hacer cuando se está solo en casa y que decide hacer cosas que le divierten, pero que están permitidas? ¿Que te puedes olvidar de esconder el cubo de basura, de impedirle el acceso a los nuevos macizos de flores que acabas de plantar porque elige no tocarlos?
¿Imaginas que adquiere capacidades para entenderse y hacerse amigo de esos otros perros con los que tanto le costaba relacionarse? ¿Que aprende cómo jugar con el hurón o con el gato de casa de manera que los dos se lo pasen igual de bien? ¿Que socializa con personas adultas y con niños como un auténtico gentledog,con cuidado y delicadeza, controlándose sin tu ayuda?
Estas situaciones son representativas de los tres ámbitos sobre los que se explica cómo trabajar en este libro: GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNOS SOCIAL de los perros.
El enfoque gestionalista busca que el perro, ante el surgimiento de estímulos o situaciones que provocaban respuestas inadecuadas o insalubres, decida de forma autónoma, voluntaria y proactiva un rumbo de acción adecuado y saludable que le permita solventar eficazmente dicha situación o estímulo. Desde no comerse la basura del cubo cuando no hay nadie en casa, hasta no asustarse de un claxon inesperado, pasando por ser competente en un encuentro frontal con otros perros o personas desconocidas.
El trabajo sobre las capacidades del perro de gestionarse a sí mismo –sus emociones- y a su entorno –físico y social- son una revolución en la forma de entender la educación canina que lleva los resultados a un nivel de eficacia, naturalidad, autonomía y solidez que hasta ahora era imposible alcanzar.
… ahora ya no tienes que imaginarlo.
En el primer libro de Los perros necesitan LIBERTAD I. Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros aprenderemos qué es y cómo evaluar y mejorar la salud comportamental, que es global, y requiere de una evaluación específica, alejada de la evaluación de los problemas de comportamiento concretos, porque la salud comportamental no es –ni de lejos- la ausencia total de problemas de comportamiento o de comportamientos disfuncionales: un perro podría no tener ningún problema de comportamiento y tener una salud comportamental insuficiente, y al revés, podría tener problemas de comportamiento y una buena salud comportamental, pudiendo suceder que la empeorásemos al enfocar nuestro trabajo en los problema de comportamiento, dejando un perro sin problema comportamental, pero más insalubre que cuando empezamos a trabajar, algo más frecuente de lo que supondríamos.
La mejora del problema de comportamiento era el ingrediente principal del plato que –hasta ahora- preparábamos para nuestros clientes, podíamos medirlo con precisión de cirujano. Pero las pautas que iban más allá, esas que añadíamos para mejorar, avant la lettre, la salud comportamental, no dejaban de ser el aliño, que añadíamos como quienes son inexpertos al cocinar: a ojo. Elegidas como la mezcla y cantidad de especias con las que sazonamos un nuevo plato que ensayamos en casa. A veces nos sale muy bien, otras no tanto y casi nunca queda perfecto.
Pero no podemos limitarnos a trabajar sobre la salud comportamental. El cuidado de la salud comportamental debe ser nuestra base, marcar una nueva forma de convivir con los perros, pero no es la herramienta principal para analizar y solventar sus problemas de comportamiento. Y eso es lo que nos da de comer en EDUCAN. Uno de los motivos para publicar estos tres libros a la vez es que nadie dijera “si, esto de la salud comportamental está muy bien, pero ¿cómo hago para resolver los problemas concretos de conducta de los perros de mis clientes, de los míos? ¿por qué suceden?”. Ese es el objetivo de los otros dos libros que componen Los perros necesitan LIBERTAD.
Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento. Este libro de tecnología es una historia de amor.
Querer bien es centrarse en el otro, convertirle en protagonista mientras nos hacemos a un lado. Usar el amor para conocerle, entendiéndole, aceptándole y potenciándole como individuo autónomo con motivaciones propias y entidad por sí mismo.
Ese es el objetivo de Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino: explicar objetivamente lo que podemos hacer para comprenderles, mejorar su vida y facilitarles el acceso a la felicidad, porque todo eso se consigue a través de la tecnología del comportamiento.
Querer bien a cada perro –y no “a los perros” en genérico- implica estudiar cómo se siente, analizar qué le sucede y aprender qué podemos cambiar para hacerle sentir mejor. Para lograrlo hemos desarrollado y probado protocolos reproducibles y eficaces, que se recogen en este libro, y que son la forma de convertir lo mejor que sentimos hacia ellos en una herramienta operativa para eliminar sus problemas de conducta, ayudarles a entenderse con nosotros y lograr su bienestar.
El análisis TETRADIMENSIONAL del comportamiento emplea los conocimientos actuales, desde la clásica topografía de la conducta, hasta los objetivos mentales y estados emocionales relacionados con ella, para comprender lo que hace un perro. Porque el comportamiento no solo es lo que se muestra, sino que está sostenido sobre factores menos evidentes, que deben incluirse en su evaluación para conocerlo en profundidad antes de plantearnos si es o no “adecuado”.
La intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento es el conjunto de protocolos y recursos para cambiar las cosas que un perro elige hacer. Son nuestra base operativa para afrontar exitosamente todos y cada uno de los frentes necesarios del trabajo comportamental con perros.
Desde cómo enseñar un código de comunicación entre perros y personas que nos permita entendernos, hasta la forma de aprovechar sus capacidades de olfateo para solucionar problemas de conducta, pasando por la manera de construir y evaluar objetivamente una relación de afecto y confianza con ellos o el diseño de actividades grupales de todo tipo.
Aprenderás a diseñar y programar las sesiones de trabajo necesarias para solucionar sus problemas de conducta, distribuyendo pautas para que sean eficaces, pero no supongan una carga excesiva para su familia, porque también hay protocolos para lograr la colaboración eficaz de quienes viven con los perros.
Podrás usar Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino como un manual de modificación de la conducta tradicional, aplicando sus contenidos para que los perros hagan o dejen de hacer conductas concretas, pero te permite, te propone y te anima a ir más allá: a intervenir en su comportamiento de manera que su salud comportamental mejore y se mantenga óptima, cambiando la forma que tienen los perros de interpretar lo que sucede en este mundo extraño en el que les hacemos vivir, logrando que lo comprendan mejor, sean capaces de gestionarlo de manera adecuada por sí mismos y puedan integrarse felizmente en él. Tú decides.
La belleza del plan radicaba en su sencillez: tres volúmenes, el primero exponiendo el conocimiento actual sobre cómo son y aprenden los perros, Tu perro piensa y te quiere, el segundo con nuestras propuestas para los problemas de comportamiento y el tercero con los protocolos de adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL. Saldrían cada dos años, requiriendo un total de siete, porque antes del primero invertí un año extra para dotar al conjunto de una estructura que mantuviera la coherencia interna.
Cuando viajamos a Argentina por última vez, en enero de 2017, estaba terminando el segundo volumen, con un retraso de un año que entendía como razonable por su extensión y minuciosidad. Todo salía según lo previsto, estaba feliz. ¡Me encanta que los planes salgan bien!
¿Por qué no se publicó el segundo volumen en 2017 y se ha retrasado otros dos años?
Estábamos en Buenos Aires, todo el equipo de EDUCAN analizando aspectos de detalle del libro, en concreto hablando sobre esas medidas que todos los profesionales recomendamos para ir más allá de la solución de un problema comportamental, mejorando el bienestar de los perros que tratamos: sacarles al campo, jugar con ellos, ofrecerles paseos relajados… y surgió un momento eureka, que -para nosotros al menos- lo ha cambiado todo respecto a las intervenciones comportamentales, y, en consecuencia, para el que sería el volumen dos, que ha sido necesario reescribir por completo, y se ha extendido hasta convertirse en ¡¡tres libros!! que –todos tranquilos- ya están en imprenta y saldrán a la venta simultáneamente. A lo largo de esta semana iré dando detalles sobre fechas de salida, presentación, temas de los otros dos…
Pero antes debo exponer aquello que lo ha cambiado todo y a lo que está dedicado el primero de los libros que constituyen Los perros necesitan LIBERTAD.
Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros. Un nuevo paradigma para vivir y trabajar con ellos.
Las intervenciones en el comportamiento canino han tendido históricamente a basarse, de un modo u otro, en la conducta problemática, en el problema de comportamiento.
Y cuanto más se avanzaba más aparecía una sensación de incompletitud.
Los profesionales sentíamos que faltaba algo, y queríamos alcanzarlo recomendando actividades de calidad: ejercicio, salidas al campo, adiestramientos que promovían interacciones positivas entre el perro y su familia, jornadas de juego para los cachorros… medidas basadas en generalidades, en ideas amplias y difusas sobre qué es bueno para nuestros compañeros caninos.
En realidad todas estas propuestas aspiraban a mejorar su salud comportamental, pero no teníamos nada que nos permitiera saber objetiva y concretamente dónde, cuándo y cómo hacerlo ¡Ni siquiera existía el término salud comportamental!
La salud comportamental del perro funciona e influye en sus conductas concretas como un todo, es la base que sostiene no solo aquellos comportamientos de nuestro interés, sino la calidad de vida de nuestros perros, sus posibilidades de integrarse felizmente en el mundo.
Las cuatro dimensiones de la salud comportamental: la física, la emocional, la cognitiva y la social, pueden ser definidas y evaluadas objetivamente, así como cuidadas y mejoradas cuando sea necesario a través de los protocolos expuestos en este libro.
La apuesta de este libro es ambiciosa: ofrecer un (1) modelo operativo y evaluable de salud comportamental, así como (2) medidas concretas para mejorarla, usándola como base de cualquier intervención profesional en el comportamiento canino.
Esto supone un cambio radical en la manera de entender el trabajo y la convivencia con los perros. Un nuevo paradigma.
Y no creo que exista vuelta atrás porque, además de las mejoras que se logran en el bienestar y acceso a la felicidad de los perros, el paradigma de intervención basado en la salud comportamental ofrece niveles de resultados estratosféricamente superiores respecto a los obtenidos por aquellos modelos de trabajo enfocados en los problemas de conducta.
Cambiar del paradigma de modificar conductas problemáticas al de analizar y construir la salud comportamentalrequiere esfuerzo, porque nuestra cabeza está amueblada en base a eliminar o promover conductas concretas, pero los resultados compensan sobradamente: perros felices e integrados que además mejoran su comportamiento de forma sólida y profunda.
Debemos cambiar nuestra manera de entender la relación de nuestro perro con su casa, con nosotros, con los otros perros… Debemos potenciar aquellas de sus capacidades que le permitan una mayor integración con personas y con sus congéneres, así como empoderarse de su vida.
Tengo la convicción absoluta de que definir, evaluar y aprender cómo cuidar la salud comportamental de los perros es el paso necesario que nos toca dar en nuestra relación con ellos. Y ese es el objeto de este libro.
Hacerlo será el primer paso hacia una nueva y mejor manera de vivir juntos, de educarles y de intervenir en su comportamiento.