El Perro Valiente, primera edición, Argentina 2019. Mejor imposible.

Alumn@s, perr@s y profesores de El Perro Valiente, primera edición, en la maravillosa laguna que forma parte del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam.

Acabo de volver de impartir El Perro Valiente por primera vez, y quería compartir la experiencia, además de expresar públicamente mi agradecimiento a todas las personas y perr@s que han participado. Cincuenta personas -entre personal y alumnado- que llegamos desde España, Argentina, Chile, México, EE.UU., Uruguay, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil, que tengo que poner cara de que estoy acostumbrado y eso, pero en realidad flipo bastante con esta internacionalidad abrumadora.

Aunque un entorno maravilloso siempre ayuda (la laguna de la foto que encabeza esta noticia es parte del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam y se tomó durante un paseo colectivo que dimos el sábado tras terminar la jornada lectiva), una nueva formación siempre supone cierto riesgo: el contenido teórico puede estar mal calculado y las prácticas no reflejar el efecto real del programa, pues finalmente en cuatro días resumimos lo que se hace en ocho semanas.

Vista del camping por la mañana

Desayunando tranquilos

Se suma que El Perro Valiente es un curso muy diferente a los que solemos hacer, es más parecido a nuestros protocolos internos de trabajo: indicándose qué se hace en cada momento y cada sesión, así como exponiendo las bases conceptuales sobre las que se ha diseñado, para que el comportamentalista que lo aplica pueda hacer una valoración ponderada de su evolución y adaptarse existosamente a cada perr@. Como dice el manual (y en negrita): “los protocolos no son plantillas, sino guías”.

¡Empezando las prácticas!

Tres países en un equipo, Argentina, Chile y Brasil. Y Niro muy atento a cómo le enseñan.

 

Valeria, de Bolivia, guiando a Rocket, de Colombia.

Bona, cane corsa, tranquila esperando a Pat su tutora, en el equipo Argentino-Británico 🙂

Tuvimos la suerte de que todos l@s delegad@s de EDUCAN en Argentina, se volcaron al cien por cien en que todo saliera perfecto: desde la dirección impecable de Luis Raggio y Noel Lagó (EDUCAN en Concordia), como anfitriones y gestores del Centro Formativo y del camping de EDUCAN, hasta la disposición llena de encanto de Carla Spinelli (EDUCAN en CABA norte), la ayuda siempre divertida y cómplice -eso es… tacto 😉 – de Federico Giacomino (EDUCAN en Pilar) y el inestimable trabajo como nutricionista de Franco Filippetti (EDUCAN en Tandil), y a Carla «voluntaria» que estuvo siempre ahí, robándole ratos a su tiempo de estudio. Para tod@s ell@s no puedo desear nada mejor que seguir siendo el vaso colmado de milagros, cariño y capacidad de trabajo que ya son. Y pedirles que siempre que sea posible estén a mi lado, porque todo se vuelve fácil y divertido cuando lo hacemos juntos.

En el aula, empezando con el curso.

Empezamos con la amenaza de sufrir un temporal durante todo el desarrollo del curso, y allí los temporales son realmente duros. Afortunadamente únicamente llovió durante la cena de recepción, lo que no supuso problema, por las noches y en una única práctica: la última, de la que perdimos cuarenta minutos. Una pena porque es en la que los alumnos aplican todo el trabajo a mejorar alguna situación de ansiedad/miedo ligero que sufran sus perr@s.

Aún así el fabuloso Timón, un pug de siete años, en ese rato superó su problema de toda la vida para subirse y quedarse en lugares altos (como la mesa de examen veterinario), tras poco más de una hora Timón, ya un Perro Valiente, descubrió que estar en las alturas era algo desafiante, y que ahora el desafío le encantaba. Se pasó el último día encaramándose a diferentes lugares y mirándonos con orgullo, como cualquier alpinista coronando un ocho mil. Incluso desde el autobús de vuelta Josefina, su tutora, nos envió fotos en las seguía subiéndose a todo lo que fuera posible.

Timón tan tranquilo en lo alto de una mesa, mientras su tutora Josefina Peña, espera a que se cumpla el criterio marcado.

También Rocket, un yorkie de un año absolutamente genial, dejó atrás la ansiedad que tenía al quedarse atado a un lugar y separarse -ni siquiera un segundo- de Manuela, su tutora. Nos está enviando un montón de fotos en las que está feliz y tranquilo separado de ella en distintos sitios, exhibiendo su nuevo valor.

Manuela y Rocket construyendo valor… 🙂

¡¡Con total éxito!! Rocket atado y tan tranquilo en un parque donde nunca había estado.

Pero no fueron los únicos, la práctica totalidad de los perros que asistieron mejoraron visiblemente sus capacidades de afrontamiento de las situaciones de ansiedad, y mostraron a las claras que el valor les hacía más seguros, más felices y mucho menos ansiosos.

Y además un gran número de quienes asistieron, me atrevo a decir que la mayoría, nos dijeron que era la mejor formación a la que habían asistido en sus vidas. Incluyendo otras de EDUCAN (¿esto también es bueno? no sé -como el hermano Warren- yo).

Lo cierto es que el grupo de alumn@s lo hicieron todo fácil, fueron activ@s y colaborativ@s, generaron un ambiente perfecto durante las clases y fuera de ellas. Por ello me siento en deuda con ell@s, con su buena onda y solidaridad.

No todo era hacer perr@s valientes, también intentamos construir alumn@s relajad@s 🙂

… Y perr@s relajad@s. Teo de Santiago Gentili, tomando un baño de tierra durante el paseo a la laguna. Puedo jurar que es un bichón impecablemente blanco.

Como escribir este texto me parece insuficiente para devolverles una experiencia perfecta, he decidido operativizar mi agradecimiento: como el tercer libro de Los perros necesitan LIBERTAD, en el que se incluye El perro Valiente aún no estaba impreso he decidido incluirles en las fotos que acompañan al protocolo, sustituyendo y complementando a las que habíamos elegido originalmente, con mucha menos carga significativa. Timón, Rocket y, en general, el primer grupo oficial de Personas y Perr@s Valientes, la primera Manada Valiente, estarán presentes por siempre en Los perros necesitan LIBERTAD (y le debo un regalo de los buenos a mi maravillosa, paciente e imprescindible maquetadora, Ana Loureiro, que me soporta estas cosas con cariño y buena cara).

El Perro Valiente Argentina 2019, para siempre en el recuerdo y en «Los perros necesitan libertad». Gracias.

Y ahora a por las próximas ediciones de El Perro Valiente, que ya no queda nada 😀

… Y nos despedimos del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam hasta el año que viene. Ya tenemos un par de ideas para entonces 😉

Los perros necesitan LIBERTAD. Libro III GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNO SOCIAL de los perros.

Los perros necesitan LIBERTAD. Libro III GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNO SOCIAL de los perros.

El gestionalismo como alternativa

Sucede que a veces la estrategia que adoptamos para afrontar una determinada situación –y da igual por qué la hayamos adoptado- encaja con nosotros de tal manera que nos aporta beneficios profundos más allá del éxito puntual: nos ofrece una forma de afrontarnos a nosotros mismos, al mundo en el que vivimos y/o a los otros de un modo valioso, tanto que se/nos transforma en una forma de ser, una forma de estar.

La aspiración del modelo gestionalista es que eso mismo, en la mayor medida posible, les suceda a los perros.

Desde el primero de estos libros propongo abandonar el enfoque sobre la intervención comportamental basado en un control férreo y constante de la conducta canina. Y no únicamente porque la búsqueda del control se base en nuestras necesidades y deseos, dejando en un segundo plano –en el mejor de los casos- aquello que sería lo óptimo para los perros. Es que tampoco creo que nos ayude a ser felices a las personas.

Porque el control, en lugar de la autonomía, nos exige atención continua sobre la conducta canina para prohibirla, potenciarla o manipularla de algún otro modo.

Para cualquiera (vale: para casi cualquiera) son evidentes las ventajas que supone en una relación de convivencia que ambas partes sean lo más autónomas posibles, y que el comportamiento necesario para entenderse y actuar de la manera adecuada sea una elección voluntaria.

“¿Tendré que hacer esto toda la vida del perro? ¿Tengo que llevar comida siempre? ¿No le estoy sobornando? ¿Cuándo podré dejarle a él solo?”. En todas estas cuestiones subyace el deseo de que el perro elija actuar correctamente por sí mismo, algo que con los modelos tradicionales simplemente no es posible. Esa es la fortaleza del enfoque gestionalista: que logra que el perro entienda el mundo de una determinada manera y sea él quien elige comportarse correctamente para gestionarlo.

Al elegir el gestionalismo como forma de intervención en el comportamiento de los perros nos aseguramos de obtener los mejores resultados educando a un compañero, a un sujeto con derechos, y no programando una máquina.

Y por eso la SALUD COMPORTAMENTAL y el análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento se completan con este tercer libro -el más extenso- sobre cómo empoderar a los perros de sí mismos (gestión emocional) de su entorno físico (gestión del entorno objetual) y de su entorno social (gestión del entorno social). Porque la LIBERTAD de los perros es una meta exigente, que requiere dotarles de capacidades complejas para ser alcanzada.

Ilustración: Cata has a dream. 🙂 🙂

Imagina…

¿Imaginas que tu perro desarrolla capacidades que le permiten superar el miedo ante las cosas que antes se lo provocaban, o no tener ansiedad cuando se queda solo, hospitalizado o en un residencia canina? ¿Que deja de ponerse agresivo al ver a otros perros por la calle o a personas enfrente de la puerta de casa? ¿Y que haga todo eso él sin que tú se lo tengas que pedir, sin que tengas que estar cerca siquiera?

¿Imaginas que sea capaz de elegir qué hacer cuando se está solo en casa y que decide hacer cosas que le divierten, pero que están permitidas? ¿Que te puedes olvidar de esconder el cubo de basura, de impedirle el acceso a los nuevos macizos de flores que acabas de plantar porque elige no tocarlos?

¿Imaginas que adquiere capacidades para entenderse y hacerse amigo de esos otros perros con los que tanto le costaba relacionarse? ¿Que aprende cómo jugar con el hurón o con el gato de casa de manera que los dos se lo pasen igual de bien? ¿Que socializa con personas adultas y con niños como un auténtico gentledog,con cuidado y delicadeza, controlándose sin tu ayuda?

Estas situaciones son representativas de los tres ámbitos sobre los que se explica cómo trabajar en este libro: GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNOS SOCIAL de los perros.

El enfoque gestionalista busca que el perro, ante el surgimiento de estímulos o situaciones que provocaban respuestas inadecuadas o insalubres, decida de forma autónoma, voluntaria y proactiva un rumbo de acción adecuado y saludable que le permita solventar eficazmente dicha situación o estímulo. Desde no comerse la basura del cubo cuando no hay nadie en casa, hasta no asustarse de un claxon inesperado, pasando por ser competente en un encuentro frontal con otros perros o personas desconocidas.

El trabajo sobre las capacidades del perro de gestionarse a sí mismo –sus emociones- y a su entorno –físico y social- son una revolución en la forma de entender la educación canina que lleva los resultados a un nivel de eficacia, naturalidad, autonomía y solidez que hasta ahora era imposible alcanzar.

…  ahora ya no tienes que imaginarlo.

Cata (Zedida de la Serralada), una vida invitando a jugar a personas y perros. Te echo de menos Marimali. Fotos de Xavier Marsinyach (2009) y mía (2017), respectivamente.

 

 

Los perros necesitan LIBERTAD. Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino

Los perros necesitan LIBERTAD. Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino

En el primer libro de Los perros necesitan LIBERTAD I. Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros aprenderemos qué es y cómo evaluar y mejorar la salud comportamental, que es global, y requiere de una evaluación específica, alejada de la evaluación de los problemas de comportamiento concretos, porque la salud comportamental no es –ni de lejos- la ausencia total de problemas de comportamiento o de comportamientos disfuncionales: un perro podría no tener ningún problema de comportamiento y tener una salud comportamental insuficiente, y al revés, podría tener problemas de comportamiento y una buena salud comportamental, pudiendo suceder que la empeorásemos al enfocar nuestro trabajo en los problema de comportamiento, dejando un perro sin problema comportamental, pero más insalubre que cuando empezamos a trabajar, algo más frecuente de lo que supondríamos.

La mejora del problema de comportamiento era el ingrediente principal del plato que –hasta ahora- preparábamos para nuestros clientes, podíamos medirlo con precisión de cirujano. Pero las pautas que iban más allá, esas que añadíamos para mejorar, avant la lettre, la salud comportamental, no dejaban de ser el aliño, que añadíamos como quienes son inexpertos al cocinar: a ojo. Elegidas como la mezcla y cantidad de especias con las que sazonamos un nuevo plato que ensayamos en casa. A veces nos sale muy bien, otras no tanto y casi nunca queda perfecto.

Pero no podemos limitarnos a trabajar sobre la salud comportamental. El cuidado de la salud comportamental debe ser nuestra base, marcar una nueva forma de convivir con los perros, pero no es la herramienta principal para analizar y solventar sus problemas de comportamiento. Y eso es lo que nos da de comer en EDUCAN. Uno de los motivos para publicar estos tres libros a la vez es que nadie dijera “si, esto de la salud comportamental está muy bien, pero ¿cómo hago para resolver los problemas concretos de conducta de los perros de mis clientes, de los míos? ¿por qué suceden?”. Ese es el objetivo de los otros dos libros que componen Los perros necesitan LIBERTAD.

Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento. Este libro de tecnología es una historia de amor.

Pablo, no he podido evitarlo. Ilustración: El(a) espejo del mundo. Mi tanquetita rosa, según Leticia Lama.

Querer bien es centrarse en el otro, convertirle en protagonista mientras nos hacemos a un lado. Usar el amor para conocerle, entendiéndole, aceptándole y potenciándole como individuo autónomo con motivaciones propias y entidad por sí mismo.

Ese es el objetivo de Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino: explicar objetivamente lo que podemos hacer para comprenderles, mejorar su vida y facilitarles el acceso a la felicidad, porque todo eso se consigue a través de la tecnología del comportamiento.

Querer bien a cada perro –y no “a los perros” en genérico- implica estudiar cómo se siente, analizar qué le sucede y aprender qué podemos cambiar para hacerle sentir mejor. Para lograrlo hemos desarrollado y probado protocolos reproducibles y eficaces, que se recogen en este libro, y que son la forma de convertir lo mejor que sentimos hacia ellos en una herramienta operativa para eliminar sus problemas de conducta, ayudarles a entenderse con nosotros y lograr su bienestar.

El análisis TETRADIMENSIONAL del comportamiento emplea los conocimientos actuales, desde la clásica topografía de la conducta, hasta los objetivos mentales y estados emocionales relacionados con ella, para comprender lo que hace un perro. Porque el comportamiento no solo es lo que se muestra, sino que está sostenido sobre factores menos evidentes, que deben incluirse en su evaluación para conocerlo en profundidad antes de plantearnos si es o no “adecuado”.

La intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento es el conjunto de protocolos y recursos para cambiar las cosas que un perro elige hacer. Son nuestra base operativa para afrontar exitosamente todos y cada uno de los frentes necesarios del trabajo comportamental con perros.

Desde cómo enseñar un código de comunicación entre perros y personas que nos permita entendernos, hasta la forma de aprovechar sus capacidades de olfateo para solucionar problemas de conducta, pasando por la manera de construir y evaluar objetivamente una relación de afecto y confianza con ellos o el diseño de actividades grupales de todo tipo.

Aprenderás a diseñar y programar las sesiones de trabajo necesarias para solucionar sus problemas de conducta, distribuyendo pautas para que sean eficaces, pero no supongan una carga excesiva para su familia, porque también hay protocolos para lograr la colaboración eficaz de quienes viven con los perros.

Podrás usar Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino como un manual de modificación de la conducta tradicional, aplicando sus contenidos para que los perros hagan o dejen de hacer conductas concretas, pero te permite, te propone y te anima a ir más allá: a intervenir en su comportamiento de manera que su salud comportamental mejore y se mantenga óptima, cambiando la forma que tienen los perros de interpretar lo que sucede en este mundo extraño en el que les hacemos vivir, logrando que lo comprendan mejor, sean capaces de gestionarlo de manera adecuada por sí mismos y puedan integrarse felizmente en él. Tú decides.

Una secuencia, que los alumnos de EDUCAN conocen bien, del primer protocolo que se explica en el libro, las sesiones de vinculación afectiva. ¿Cómo que el afecto no se puede operativizar para evaluarlo, trabajarlo y mejorarlo objetivamente? Por favor.

Fases de la comunicación y coordinación social entre perros

Allaikhas’s Balrog, de Yolanda Ruíz, shibas de Mono no Aware, durante el juego ¿crees que no está diciendo nada?

Un error común es suponer que los perros actúan y se comunican igual sea cual sea su tipo de relación y sea cual sea el momento en el que se da la situación comunicativa.

De los tipos de relaciones hablaré más extensamente en un próximo artículo, ahora me centraré en las diferentes fases de la comunicación, pues podemos facilitar a los perros el éxito comunicativo en cada una de ellas, y evaluar la calidad de la relación entre varios perros según cuál aparece. Por ello son centrales en el diseño y evaluación objetiva del trabajo para la mejora de la gestión relacional.

Empecemos por fijarnos en el mamífero social cuya conducta nos es más cercana: los seres humanos. Nosotros, al ser presentados a un desconocido solemos sonreír y actuar de forma ostensible para mostrar nuestra buena disposición (o la mala, sin nos han presentado a un oponente de algún tipo), enfocamos nuestros sentidos de manera que nuestro interlocutor reconozca que tiene toda nuestra atención. Sin embargo verás que, si la relación no es de un gran valor emocional para nosotros –alguien que queremos seducir, como un jefe o una potencial pareja, o alguien que consideramos peligroso en algún sentido, como un competidor- al rato todo eso se relaja y la comunicación continúa en un nivel más tranquilo.

Nuestro laconismo relacional llega al máximo con las personas más cercanas, las más queridas. Dentro de tu vida cotidiana estás abstraído leyendo y puede suceder que cuando llegue tu pareja apenas levantes la mano para saludar o que estés en un reunión, entre un buen amigo que ves con frecuencia y únicamente os hagáis un gesto con la cabeza el uno al otro.

Igualmente verás que cuando dos perros se acaban de conocer su atención mutua, sus rituales de saludo y sus acciones de comunicación son mucho más intensas y continuas que en el caso de que ya se conozcan bien. Pero cuando varios perros viven juntos será frecuente que, en casa, muchas veces toda la respuesta del perro a que otro integrante del grupo se mueva es seguirle con la mirada sin levantarse de su cómoda camita, sin ni siquiera levantar la cabeza.

Esto sucede porque la exuberancia relacional es poco económica, y solo se emplea cuando es necesaria. De hecho uno de los principales indicadores de la buena calidad de una relación es la cantidad de tiempo en común relajado y la sobriedad comunicativa.

La comunicación canina, por desgracia, se incorporó al discurso técnico del sector y , consecuentemente, a las intervenciones comportamentales para restaurar/mejorar las capacidades relacionales de los perros desde una interpretación poco científica y consistente, algo que la tecnología del comportamiento va a tardar muchos años en drenar por completo del sistema, para emplear única los conocimientos consistentes al respecto.

Uno de estos problemas sistémicos es hablar de la comunicación canina, intentar analizarla, explicarla y aplicarla única o principalmente en base a las comunicaciones ostensivas, porque al hacerlo estamos poniendo el foco en cómo resolver una situación problemática en lugar de en cómo lograr una situación normalizada, que se caracteriza por la economía comunicativa. Es esta mala interpretación y empleo de los procesos comunicativos la que lleva a no entender algunas cosas, como que el historial puede haber minimizado la comunicación sin que exista problema de fondo o, lo que es más importante, que la aparición de una comunicación ostensiva en una relación familiar o cotidiana muestra que pasa algo excepcional (bueno o malo), y no por que sea una comunicación eficaz y saludable debemos desatenderla o considerarla conveniente. Si cuando he saludado a mi pareja apenas con un gesto ella llega hasta mí, me cierra el libro y me dice “tenemos que hablar”, te puedo asegurar que me preocupo, por mucho que todas sus acciones demuestren una absoluta competencia relacional y un perfecta gestión emocional.

Afortunadamente cada vez más autores y ponentes -algunos españoles, es importante señalarlo- buscan ampliar, detallar y aprovechar cada vez mejor este área de conocimiento, que es una de las que enfocan el interés de los investigadores. Gracias a la ciencia de base sabemos más cada día y es una afirmación poco arriesgada el decir que en unos años todo lo que sabemos ahora nos parecerá rudimentario e incompleto ¡¡Pero es lo que tenemos en este momento!!

Las relaciones sociales implican moverse entre tres tipos de fases comunicativas: las ostensivas (objeto actual de mucho interés científico, de hecho la palabra ostensivo es una castellanización del término inglés ostensive, que hubiera debido traducirse más tradicionalmente como ostentoso),  las normalizadas y las económicas. Y el significado de cada una de ellas en cada nivel relacional, y en cada momento nos aporta mucha información, permitiéndonos evaluar la mejora o empeoramiento de la relación, tanto en ese momento, como en su conjunto.

En los cachorros es sencillo observar la señalética, en particular la ostensiva, pues la usan mucho, como vemos en Mono no Aware Kuroi Pícara de Yolanda Ruíz -shibas de Mono no Aware (lo de los nombres de los shibas es un ejercicio verbal en toda regla).

Mamuchi, Takaramono Ginga no Musume, mostrando una fase comunicativa económica (es que ella es muy propia) mientras que su hija, Mono no Aware Kuroi Pícara, muestra una fase de comunicación normalizada. Los cachorros tardan un tiempo en comunicar de manera económica. Shibas de Mono no Aware.

Fases ostensivas

Se caracterizan por el (1) uso de señales ostensivas, (2) atención intensa y continuada en la interacción relacional, existencia de (3) tensión social mantenida y (4) emocionalidad alta.

Las fases de comunicación ostensiva muestran la intencionalidad y capacidad del perro para entenderse con otros perros, y son determinantes para el éxito en las relaciones casuales y excepcionales.

Seamos ostensivos en las invitaciones al juego, no vaya a ser que no se enteren. Cata invitándonos a jugar con un palo

Las fases ostensivas son necesarias (A) al interactuar con un sujeto ajeno al grupo social, pero al que se le reconoce como sujeto social, (B) en momentos de conflicto, sean dentro o fuera del grupo, (C) en momentos de reencuentro con sujetos pertenecientes al grupo social, ya sea en relaciones familiares, ya sea en relaciones cotidianas, y durante (D) la realización de actividades coordinadas con cualquier tipo de sujeto social, pertenezca o no al grupo social del perro.

Las fases de comunicación ostensiva tienen la función adaptativa de maximizar la emisión y recepción de información en aquellos momentos en los que resulta crítica, por ello su aparición en otros momentos o su desaparición en ellos determina su significado en la gestión relacional.

Cuando un perro no muestra fases de comunicación ostensiva en momentos en los que debiera mostrarla, como al conocer a otro sujeto, la gestión relacional es mejorable. Esto serviría, por ejemplo, para saber que un perro que al ver un gato se lanza a perseguirle no le está viendo como un sujeto social.

Algunos perros no podrán hacerse jamás amigos de otros de su sexo sin que exista problema relacional alguno, un perro socialmente sano quizá termine peleándose con otros de su mismo sexo, pero antes aparecerá una fase de comunicación ostensiva, si no es así debemos sospechar que su capacidad de gestión emocional y/o relacional es insuficiente.

Hemos hablado de la función de las fases ostensivas, hablemos ahora de los objetivos. Porque maximizar la comunicación tiene un objetivo: lograr coordinarse de algún modo.

Así las fases ostensivas tienen varias etapas:

Comunicación ostensiva descoordinada o de búsqueda de coordinación

Cuando dos perros que no se conocen bien, típicamente en relaciones excepcionales y casuales, se encuentran normalmente mantendrán mucha atención en el otro y empezarán a emitir señalética social ostensiva.

Cuando esto no pasa, no atienden al otro, y/o no emiten dicha señalética podemos intervenir: empleando el modelado con correa, el código de comunicación y/u otros recursos de ITC para enfocar su atención, lateralizándole, y/o ayudándolo a mostrar las conductas de acercamiento competente que hayamos entrenado previamente.

Pero, sea de manera asistida o autónoma, esta primera comunicación entre ambos sujetos es descoordinada, lo que se nota en que no hay un ritmo de intercambio de conductas, sencillamente cada perro suelta las suyas y observa las del otro.

La búsqueda ostensiva de comunicación también se utiliza en relaciones construidas para lograr la atención de otro sujeto que esta lejos o no está atento y con el que se pretende hacer algo.

Comunicación ostensiva de coordinación diacrónica

Si todo va bien en poco tiempo veremos que coordinan las conductas comunicativas de manera diacrónica: es decir uno de los perros realiza algunas señales y justo después el otro le responde con otras. Es como cuando se habla por un walkie-talkie, se comunican por turnos.

Esta es quizá la etapa que requiere más ayuda externa para ser exitosa, porque en los perros existe tal variedad de carácter, morfología, niveles de actividad… (como decíamos en este artículo) que no resulta fácil: un perro muy nervioso puede emitir demasiado rápido para que uno tranquilo siga su ritmo al hacer turnos, uno grande puede no reconocer que otro pequeño ha respondido a su señal, y algunos tienen una expresividad limitada por características morfológicas que pueden llevar a que el otro no reconozca la comunicación o la malinterprete, un bulldog al respirar puede hacer pensar a otros perros que gruñe, y, además, los perros braquicéfalos tienen la necesidad de acercarse frontalmente, porque al lateralizarse no pueden ver al otro sujeto por la disposición de sus ojos en un plano frontal.

Los perros braquicéfalos miran muy, muy de frente, y además suelen hacer ruidos al respirar que parecen gruñidos, pero son todo amor. Pepe y Marcos mirándose con ternura.

Los perros tienen herramientas muy buenas para comunicarse, pero la selección de extremos –actividad/tranquilidad, gigante/toy, braquicefalia.. – lo complica mucho. La mayor asistencia que podemos prestar a los perros cuando encuentran a un congénere que no es conocido es ayudarles a conseguir comunicarse en turnos coordinados: modélale para que espere y atienda a la comunicación del otro, ayúdale a iniciar la suya en el momento adecuado para que aprenda el ritmo de los turnos…

Esto también aparece en relaciones ya construidas cuando surge un conflicto por algún motivo, es la forma de ritualizar el desacuerdo, empleando señalética ostensiva, señales de amenaza, apaciguamiento y frecuentemente ambiguas, que muestran el nivel de enfado o incomodidad, así como la persistencia de la postura del perro sobre el asunto, con un mínimo riesgo

Comunicación ostensiva de coordinación sincrónica

Cuando han establecido turnos los perros han alcanzado un punto muy importante y difícil, la comunicación coordinada, pero no su punto máximo.

Ahora verás que empiezan a sincronizarse, es decir que las comunicaciones son continuadas y ya no podemos diferenciar con claridad los turnos. Es como un baile, en el que quizá uno lleva, pero el otro responde de manera inmediata y se mueven como si estuvieran unidos, en armonía.

En esta etapa no puedes ayudar al perro directamente, pues cualquier elemento externo romperá el ritmo de la sincronía, pero sí puedes facilitarlo indirectamente: llevando cansado al perro o haciendo un espacio de calma antes de la interacción si sabes que es muy nervioso y eso le dificulta comunicarse, trabajando mucho el espacio de juego si sabes que le cuesta sincronizar… Pero antes o después, no durante la etapa de coordinación sincrónica.

Cuando llega allí tiene que pilotar él la nave, es el momento de que le dejes la dirección al perro.

¡La coordinación sincrónica no es tan fácil! Como muestran Amaki de Canquercus y Allaikhas’s Balrog mientras juegan 🙂

Trabajar la gestión relacional en las fases ostensivas.

Es muy importante señalar que las fases ostensivas que se prolongan muestran que existe un problema, aunque los perros muestren coordinación sincrónica, la coordinación no es el fin, sino un medio. No se comunica para comunicar, se comunica para entenderse respecto a algo, para llegar a algún tipo de acuerdo sobre lo que genera el conflicto, sea la aceptación del otro perro en relaciones casuales y excepcionales, sea la propiedad de un recurso o el seguimiento de una norma en relaciones cotidianas o familiares.

Por eso durante estas fases es normal que aparezca señalética de amenaza, no sucede nada mientras se llegue a un acuerdo final, lo que veremos en que disminuyen las señales ostensivas. El baile ha superado el crescendo y se desliza con suavidad hacia su final.

Cuando tras lograr una comunicación coordinada y eficaz no se pasa a una fase moderada o económica es que los perros no están llegando a ningún acuerdo, y existe un alto riesgo de conflicto: es como cuando dos personas que se acaban de conocer empiezan a disentir radicalmente en política, eso sí con la máxima educación, si vemos que no deciden abandonar el tema o relajar la comunicación tarde o temprano romperán a pelear: porque están poniendo lo máximo de su parte, pero no pueden llegar a ningún acuerdo. Eso mismo sucede con los perros.

Si ves que una fase ostensiva no lleva al entendimiento y cada vez aumentan más las señales ostensivas de amenaza, puedes decidir retirar al perro de la situación. Lo que es sencillo si estás en un aula relacional, posible si ambos perros llevan bozal, pero muy complicado en otros casos, porque la ruptura de la comunicación podría precipitar una pelea. Para minimizar el riesgo debes tener construido un trabajo de modelado con la correa de calidad, para que el perro genere emociones positivas al modelarle y se reenfoque con facilidad. Pero claro, eso debe hacerse con ambos perros si no has tomado medidas de seguridad o trabajas fuera de un aula relacional.

La decisión de romper una comunicación coordinada porque no llega a ningún sitio y aumenta el riesgo de pelea es complicada, algunos perros emplean más tiempo que otros en esta etapa y tienen expresiones comunicativas más vistosas que otros. Recuerda que lo determinante no es que aparezca el conflicto, y con él la señalética de amenaza, sino que, una vez que aparece, las señales se vayan haciendo más o menos exuberantes y frecuentes.

Fases normalizadas

Porque si los perros llegan a algún acuerdo verás que todo parece empezar a aflojarse, siguen comunicándose, pero la tensión desaparece y es sustituida por fluidez y naturalidad.

Es una broma habitual decir que una relación no es seria hasta que puedes dejar de meter tripa y eso es lo que sucede en las fases normalizadas, que el perro empieza a ser él mismo con el otro perro. A ser como es en el día a día, a relajarse y a normalizar la relación.

Las fases de comunicación normalizadas muestran el éxito relacional, y son el evaluador directo más importante del estado óptimo de los perros respecto a la dimensión social cuando está junto a otros perros.

En este video Semi, pastor alemán adulto, y Ak, kelpie australiana cachorra, (ambos de José Ramón Tormos Oliver) muestran una fase normalizada de comunicación, la más frecuente en interacciones relacionales dentro del grupo familiar, coordinándose para jugar sin necesidad de ostensión, pese a la presencia de varios recursos valiosos (un hueso de morder y un juguete):

En las fases normalizadas estamos en un punto medio: aparecen tanto (1) señales ostensivas, como (2) señales económicas o sutiles, pueden tener (3) interacciones intensas y continuadas, pero (4) pueden desconectarse de ellas y atender a otras cosas que surjan, la (3) tensión social puede no aparecer o, si lo hace, es ocasional, la (4) emocionalidad es media o alta, pero principalmente de valencia positiva.

Las fases normalizadas son necesarias (A) para jugar y operativizar el afecto dentro del grupo social, (B) para desarrollar las capacidades y ajustes necesarios para las acciones cooperativas.

Las fases normalizadas tienen la función de mejorar las relaciones afectivas, hacerlas deseables, ajustarlas y potenciar la capacidad de acción coordinada de los integrantes de un grupo social.

Aquí se repiten las posibilidades de comunicación coordinada diacrónica y sincrónica (la búsqueda de coordinación siempre implica una fase ostensiva), pero ahora no son etapas progresiva, sino diferentes formas de relación normalizada que buscan diferentes fines.

Fases normalizadas de coordinación diacrónica

Muchas veces los perros buscan interacciones secuenciales, por turnos, como al jugar a perseguirse. De hecho, la coordinación diacrónica normalizada es la manera más frecuente de ajustar el comportamiento propio a cada interlocutor, como al jugar: tú haces esto, yo hago esto.

Porque todos somos un poco diferentes con cada una de las personas que queremos: más gansos, más cuidadosos… todo eso, ese ajuste fino, se logra con las fases normalizadas de coordinación diacrónica.

Fases normalizadas de coordinación sincrónica

La coordinación sincrónica normalizada es mucho menos usual en perro “de casa”, porque la capacidad de coordinación sincrónica fuera de los momentos de tensión suele estar relacionada con el éxito en actividades cooperativas, como la caza, donde los comportamientos deben ajustarse entre sí casi simultáneamente para lograr los objetivos.

Sin embargo, la coordinación sincrónica normalizada, es, como decíamos al principio del libro, la base de nuestros protocolo de adiestramiento deportivo, uno de los tres explicados en el próximo volumen de la colección, y hemos comprobado que cuando los perros trabajan sistemática y repetidamente a través de coordinación sincrónica, después tienden a hacer más juegos de coordinación entre sí.

Cuando las fases normalizadas se repiten hacia el otro sujeto termina siendo aceptado como relación cotidiana, y, por cierto, nos dejaría de servir como figurante para mejorar las capacidades de comunicación ostensiva del perro. Y recordemos que para mejorar lo que hace nuestro perro cuando se encuentra con uno desconocido eso es justo lo que debemos seguir trabajando, nuestro objetivo no es que el perro se haga amigo del figurante, sino que mejore sus capacidades al encontrarse con otro sujeto social que no es parte de su grupo. A veces los árboles no dejan ver el bosque, y se considera un éxito que el perro se haga amigo de un perro figurante, si eso no tiene trasferencia a la situación relacional en la que era incompetente no es gran cosa.

Fases económicas

Se caracterizan por la (1) escasez de señales, el uso principal de (2) señales económicas, (2) atención escasa y discontinua en la interacción relacional, (3) ausencia de tensión social y (4) estados emocionales de calma.

Las fases económicas muestran la capacidad del perro de compartir tiempo y espacio de manera normalizada con otros perros, y son los evaluadores directos más claros para determina el éxito en relaciones entre perros que deben compartir espacio de manera frecuente.

Las fases económicas son necesarias (A) después de acciones coordinadas exigentes con los miembros del grupo, (B) después de situaciones de gran tensión emocional y/o relacional, entre las que entrarían el aprendizaje, las sesiones de avance para mejorar la gestión emocional o relacional y las fases ostensivas, (C) en momentos de malestar o agotamiento físico.

Las fases económicas tienen el objetivo de lograr estabilidad relacional, eliminar la entropía, promover la restauración física y emocional del perro y permitir la introspección dentro del grupo social, componentes necesarios para la salud relacional y el éxito a largo plazo de los grupos.

Como mencionaba antes, el tiempo en común, relajados, es el más importante, quizá es el elemento más característico y diferencial de las relaciones más cercanas (y no solo en los perros). Pero esto puede llevar a una mala interpretación sobre qué es una fase de comunicación económica, porque todo ese tiempo en común relajados que pasamos con nuestros perros en casa son fases económicas, pero nos las únicas fases económicas que existen.

Economía comunicativa tras una vida juntas: Cata y Ela, amor tranquilo en situaciones cotidianas.

También pueden aparecer en relaciones fuera de la familia, y con las mismas características y objetivos. Cuando los perros no se hacen caso entre sí en el parque, o cuando un perro acepta a otro, pero no le cae muy bien y no desea interactuar con él, se dan fases económicas. Ese perro que ignora a otro mientras están en el parque esta en una fase comunicativa económica. Fíjate que sirve para lo mismo que dentro de casa, estabilidad relacional, recuperación después de una fase ostensiva, evitar la tensión dentro del grupo…

De hecho para mí los perros más competentes relacionalmente son aquellos capaces de tener una comunicación económica con aquellos sujetos con los que, por diferentes motivos, no pueden normalizar una relación íntima. Puesto que les permite convivir eficazmente y sin generar tensión social con individuos que no les resultan afines.

A veces sí podemos ayudar a los perros a entrar en fases económicas, cuando después de una comunicación ostensiva eficaz vemos que no hay feeling y que no van a conectar más allá de tolerarse, podemos facilitar el paso a una fase económica dando un paseo en lugar de quedarnos quietos o modelando suavemente, lo justo para ayudarles a terminar el proceso de desatender al otro perro.

Resumiendo…

Para hacer intervenciones comportamentales destinadas a mejorar las capacidades relacionales de los perros debemos conocer las diferentes fases comunicativas, ostensivas, normalizadas y económicas, así como la evolución de la coordinación comunicativa. No hay comunicaciones buenas o malas, sino eficaces o ineficaces, y eso debemos reconocerlo en que tipo de señales y qué nivel de coordinación muestran en cada momento y a lo largo de nuestra intervención que, en buena medida, se basará en facilitar por diferentes medios el éxito comunicativo.

La variedad y adecuación de los perros con los que trabajemos será un factor muy relevante, porque en muchas ocasiones se hace necesario ayudar al perro a gestionar el encuentro con diferentes tipos de perros: muy activos, muy pequeños… todos aquellos grupos que comparten características comunes que nuestro perro interpreta con más dificultad, o para lo que emite menos competentemente.

Cuando un perro aprende a relacionarse mejor, por ejemplo, con perros braquicéfalos, que bufan al respirar y se acercan tiesos y frontales,  no necesariamente podrá transferir lo aprendido a perros nerviosos, que no son capaces de esperar a que él les responda para seguir enviando información. En el primer caso es muy posible que se requiera ayuda en la búsqueda ostensiva de coordinación, mientras que con los nerviosos debemos centrarnos primero en facilitar que establezcan turnos de relación y después que estén físicamente preparados para sincronizarse, por ejemplo cansando o calmando al más activo antes de ir al aula relacional.

El filo de la navaja: razas y tendencias comportamentales.

Orión, destinado a peleas y recuperado completamente en EDUCAN, pidiendo un beso al conductor y gran amor de su vida Manuel Moriche (con premiso de Adriana, su primer amor).

Siempre que uso el blog para promocionar de algún modo a EDUCAN, como hice ayer al informar de nuestras dos nuevas delegaciones en Buenos Aires, me siento algo culpable y en deuda con los lectores a los que desatiendo dejando de escribir durante meses, y a los que someto a un «qué guais somos» en mi vuelta a la escritura. Así que para compensar he cortado un trocito del libro en el que estoy trabajando para posicionarme en un tema peliagudo: la tendencia (o no) de algunas razas hacia algunos comportamientos.

¿Qué hacer cuando el peligro te rodea?

En primer lugar es necesario ser conscientes de que es peligroso –en muchos sentidos- hacer afirmaciones generalizadas que relacionen algún tipo de comportamiento con algunas razas de perros.

Es peligroso porque es fácil igualar a la raza con algunas tendencias comportamentales y etiquetarla de manera negativa, esto ha sucedido incluso a nivel legislativo con leyes infames que condenan a sujetos que no han hecho nada, de hecho juzgan y encuentran culpables incluso a sujetos que aún no han nacido. Algo que deja el de Minority Report como un modelo de justicia excesivamente perezoso y garantista. Y está sucediendo ya, la distopía ha llegado a nuestras vidas sin que la acompañen los coches voladores o las tres conchas para el cuarto de baño.

Es peligroso porque desatiende que algo más frecuente en una raza que en otra no implica que todos, ni siquiera la mayoría, de los individuos que la integran muestren tal comportamiento. Simplemente quiere decir que es un comportamiento que aparece con más frecuencia de la media en perros de dicha raza. Es decir, que si en el conjunto de los perros hubiera un cinco por ciento de sujetos sensibles y entre los border collies un diez por ciento la raza mostraría ¡el doble de sensibilidad que la media! Pero lo cierto es que nueve de cada diez borders no serían sensibles, aunque quedaran etiquetados como raza sensible.

Es peligroso porque mucha gente iguala una tendencia comportamental con un comportamiento, como si ya no pudiera hacerse nada para evitar que aparezca. Como si fuera una profecía inexorable. Y esto es completamente falso, porque es posible trabajar para que no lo haga, además sabemos bastante bien cómo en un gran número de tendencias comportamentales.

Es muy sencillo: haz lo correcto

Pero creo que es más peligroso, lo es a un nivel más profundo, ignorar o negar que existen tendencias comportamentales que son más frecuentes en algunas razas.

Es más peligroso porque negar lo que sabemos que es cierto, ir contra lo que está probado, negar la evidencia científica, es siempre salirse del juego limpio y del trabajo técnico consistente.

La idea de que los perros, de forma innata, son todos iguales comportamentalmente, y que será la educación la que determine por completo cómo actuarán es una idea probadamente falsa, los perros no son tabulas rasas.

La afirmación de que no existen perros peores que otros es cierta a nivel de derechos y de valor intrínseco, pero no respecto a tendencias concretas de comportamiento, que –por supuesto- no implican una mayor o menor valía como sujetos. Y además todos los entrenadores, incluso los que lo niegan en su discurso, lo sabemos.

¿Nos asomamos a la ventana que abre la ciencia o preferimos darle la espalda? Cata y Gastón Yinyangeando en el sofá.

Recuerdo a un entrenador que solía escribir o hablar (en público) como un verdadero telepredicador al respecto de este tema, usando un discurso que negaba casi con furia la influencia de la raza en ningún problema de comportamiento. Debo reconocer que me desagrada quien actúa desde una profesión técnica como desde un púlpito, y un día, en una conversación informal me permití ser un poco incisivo con él.

Estaba afirmando, después de unos seminarios de pastoreo, que los border collies eran los mejores para ese trabajo, así que le comenté, como quien no se da cuenta de lo que está diciendo, que con esas prestaciones quizá fuera buena cosa emplearlos como perros de asistencia en mucha mayor medida de lo que se hacía. Entonces, porque era un tema que él creía controlar (como todos, por otra parte), me explicó con benevolencia que los labradores eran una mejor opción porque importaba más el hecho de que pudieran desenvolverse en ambientes estresantes de manera consistente que el hecho de ser capaces de atender y responder a un montón de acciones complejas.

Había caído en la trampa y no pude evitar hacérselo notar: “O sea que afirmas que, como raza, los border collies son PEORES para el trabajo de asistencia, mientras que los labradores, como raza, son PEORES para el de pastoreo.” Se quedó blanco. Creo que no había pensado hasta ese momento que el concepto MEJOR es comparativo, y que si alguien es mejor en algo es que otros son peores en eso mismo. Y eso no cambia el valor de cada uno de ellos como sujeto único y merecedor de derechos. Si crees que hay razas que son mejores de manera innata para determinadas cosas también crees que hay otras que son peores, como efectivamente así es. Aunque, por supuesto, esto no quiere decir que no existan muchísimos individuos en todas las razas que sean excelentes haciéndolo y que sea estupendo entrenarles para ello, porque se lo pasarán muy bien y lograrán grandes resultados. No son dos conceptos opuestos, son dos verdades que conviven.

Esto nos lleva al último punto – el más importante- de los que hacen más peligroso negar que existen predisposiciones comportamentales relacionadas con la raza que aceptarlo. Y es que al negarlo les negamos a los perros que más lo necesitan la posibilidad de una educación preventiva, que tome en consideración que en determinada raza sería más probable que apareciera un problema concreto y dedicarle más tiempo a evitarlo.

Si negamos las tendencias comportamentales cerramos la posibilidad de la mejor educación posible, negamos la política preventiva. Educar a todos los perros del mismo modo es una idea incorrecta: algunos requerirán más atención aprendiendo a gestionar entornos estresantes, mientras que en otros el tiempo estará mejor invertido en jornadas de socialización y trabajo de mejora de sus competencias relacionales. Y para eso es para lo que nos debe servir conocer las tendencias comportamentales que la ciencia ha demostrado reiterada y consistentemente en determinadas razas o grupos de razas caninas.

… Una última vuelta de tuerca

Hace años escribí uno de los artículos que más comentarios favorables han recibido de todos los publicados aquí: La socialización de las razas sensibles, que justamente exponía cómo ayudar con trabajos precoces a evitar que estos perros desarrollasen miedos u otros problemas emocionales ¿creéis que hubiera recibido la misma acogida cualquier propuesta de política preventiva que partiera de la tendencia de algunas razas a mostrar «otros» comportamientos problemáticos? Pues a nivel conceptual y estructural sería exactamente lo mismo, mismito, mismo. Revisemos nuestros prejuicios, pongámoslos frente a nosotros y abandonémoslos. Ya.

 

Dilbert siempre tiene razón en cosas de trabajo técnico

Entrevista COMPLETA con Kurt Kotrschal, del Wolf Science Center

Kurt Kotrschal con un amigo canino. Fotografía de Peter Rigaud, obtenida de www.krone.at

Kurt Kotrschal con un amigo canino.
Fotografía de Peter Rigaud, obtenida de www.krone.at

«…Si tratas a tu perro solo como una máquina de estímulo-respuesta, no es justo para el perro, y no obtendrás resultados óptimos…» K.K.

Kurt Kotrschal, director del Wolf Science Center en Austria, estuvo en España, invitado por Aarón Sánchez y Luis Souto, e impartió en las instalaciones del Instituto Tecnológico EDUCAN uno de los seminarios mas “explosivos” y revolucionarios que un científico del comportamiento haya realizado jamás en España.

Sus ideas eran tan poderosas, tan independientes de los lugares comunes habituales en el mundo del perro, que tuvimos que hacerle una entrevista 😉 😉 . Es raro que un científico esté tan dispuesto a posicionarse con claridad y firmeza en prácticamente todos los temas candentes para los adiestradores, Kurt no solo está dispuesto, sino que considera que debe hacerlo.

Kurt dijo en el seminario, y luego nos amplió al entrevistarle, cosas tan sustanciosas como que la dominancia existe en las relaciones sociales de los perros, incluyendo las que tienen con nosotros (pero nada tiene que ver con el maltrato), que la castración sistemática no es ética, que los perros y los lobos tienen diferencias sustanciales a nivel de aprendizaje, pero también similitudes..

Colgamos varios artículos y cortes de la entrevista con algunas de estas bombas conceptuales, que fueron muy visitados y comentados. Generando debates acalorados, revisiones críticas de lo que creíamos saber, puestas en común de diferentes puntos de vista al respecto…

En el mundo del adiestramiento, donde nos movemos demasiado entre el seguidismo acrítico y el linchamiento feroz, pocas veces se ha visto un intercambio entre posturas tan amplio y constructivo como el consecuente con la publicación de las ideas de Kurt. También fue un debate muy internacional, llegaban opiniones y análisis desde todos los países castellanoparlantes.

Hoy colgamos, por fin, la entrevista completa. Y quienes la veáis comprobaréis que los cortes que anticipamos eran solo la punta del iceberg de las ideas y reflexiones de uno de los científicos que mejor saben en qué se parecen y en qué se diferencian los perros y los lobos.

Kurt es uno de los científicos más valientes a la hora de opinar y adoptar una postura pública sobre temas que otros pasan de puntillas para no molestar a nadie. Pero sabe que solo molestando a los que quieren silenciar los debates, a los que quieren dividirnos en buenos y malos, es como se promueve el pensamiento crítico, el pensamiento científico. Gracias por eso.

#descubrealosperros #entrenarperrosesotracosa #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL

Ciencia de la COMUNICACIÓN CANINA, Juliane Kaminski. 14 y 15 de noviembre 2015.

Ciencia de la COMUNICACIÓN CANINA, con Juiane Kaminski

Ciencia de la COMUNICACIÓN CANINA, con Juiane Kaminski

¿No te ha sucedido malinterpretar o no apercibirte de un gesto que te hacían tu pareja o amigos más íntimos?

También habrás sufrido al intentar trasmitirles alguna cosa sutilmente, con gestos y evitando explicitarlo en palabras, sin conseguirlo.

“¡¡Pues dímelo claro!!” o “¿¡No te enterabas!?” Les dirás después, molesto con la falta de comprensión.

La comunicación es mitad del que la emite y mitad del que la recibe, no es, como suele decirse, un proceso de lectura: es, siempre, un proceso de traducción. No “leemos” a los perros o a las personas con las que nos comunicamos, las traducimos.

Y si es difícil traducir bien a quienes mejor conocemos, siendo de nuestra misma especie y llevando años de afinado en la comunicación ¿cuánto más lo será con los perros, con los nuestros y, en caso de ser profesionales, con perros que acabamos de conocer?

Traducir a los perros es muy complejo, debemos conocer cuándo y cómo nos comunican algo, qué nos pueden comunicar y, por último, la forma concreta de hacerlo del perro con quien estamos en comunicación en ese momento, que estará determinada por, entre otros factores, su morfología, carácter y nivel de actividad.

La formación sobre comunicación canina de muchos entrenadores o criadores está casi por completo basada en la experiencia con los perros con los que trabaja o convive. Aprendiendo a comunicarse con un tipo de perro concreto después es fácil encontrar dificultades con aquellos que tienen una expresión individual muy diferente: quienes han tratado pausados molosos se crispan ante los activos border o malinois, y al revés ¡¡Pero es que cuando eres muy activo, entusiasta y social es fácil sentir la necesidad de comunicarlo todo!! Quienes han tratado perros gigantes no entienden la necesidad de los perros miniatura de aumentar sus expresiones emocionales al comunicarse, pero si eres muy pequeño es probable que necesites reiterar tu mensaje o subir su intensidad para que sea recibido. Y desde luego quien ha tratado con boxers puede considerar hierático a un bull-terrier, pero sin duda ambos perros quieren comunicar cosas similares en situaciones de interés equivalentes.

Esta incomodidad al enfrentarse a la necesidad de traducir a perros muy diferentes  se debe a que han hecho el camino al revés, lo que conlleva limitaciones al comunicarse con algunos perros. Debemos aprender lo general sobre la comunicación canina y después particularizarlo para cada perro con el que tratemos.

Para complicarlo aún más, ahora sabemos que las impresionantes capacidades de cognición social de los perros les llevan a comunicarse de diferente manera con nosotros, las personas, respecto a cómo lo hacen con otros perros. Tanto a nivel de emisión de información, como de interpretación de la que nosotros les trasmitimos.

Por ejemplo, cuando una persona les “enseña los dientes” al sonreír lo reconocen como una señal afiliativa y se alegran por ello, mientras que cuando lo hace otro perro lo interpretan como una señal de amenaza y actúan con cautela y prevención.

Y claro, los profesionales de la educación canina debemos conocer cómo se comunican con ambas especies.

Pero es que no es fácil, porque sobre la comunicación canina casi no había datos consistentes hasta hace muy poco tiempo. Esto nos ha llevado a que en el mundo del entrenamiento y educación canina tengamos una idea sobre la comunicación de los perros que mezcla lugares comunes sobre lobos y líderes de la manada con creencias buenistas acientíficas y con la elaboración personal que cada uno hemos realizado en base a los anteriores mezclados con nuestra experiencia.

La carencia de conocimientos sólidos sobre comunicación canina es uno de los principales problemas técnicos -si no el principal- de nuestra comunidad profesional. Sencillamente no tenemos buena información sobre la comunicación canina, pero como creemos que el totum revolutum creencial que está en nuestras cabezas es cierto, seguimos usándolo como base de nuestro trabajo. No saber que tenemos este problema es el problema.

Y por este motivo en el Instituto Tecnológico EDUCAN hemos preparado este seminario, Ciencia de la Comunicación Canina, con una de las investigadoras más relevantes de la actualidad en el área: Juliane Kaminski.

Juliane, entre otras investigaciones sobre el tema, está implicada en una innovadora investigación sobre estudio y clasificación de gestualidad canina que nos ayudará a comprender cada una de las caras que ponen y nos ponen nuestros amigos caninos. Solo por eso ya merecería la pena el seminario 😉 Aquí puedes ver el evento de Facebook.

Luis Souto y yo coincidimos con la impresión de quienes acudieron a su seminario del año pasado (con un temario diferente al de esta ocasión, pero también muy interesante): es una de las mejores ponentes, y ambos tenemos una cierta experiencia en el tema, que hemos conocido nunca. La intensidad, emoción, humor y empatía de Juliane Kaminski son tan impresionantes como sus conocimientos.

Acompáñanos, después entenderás y te comunicarás mejor con los perros. No es poca cosa.

Click or Think? La tirita antes que la herida.

El futuro es ahora

En su imprescindible libro Genios, Brian Hare, director de Dognition y creador del Duke Canine Cognition Center (primer centro de investigación de la cognición canina que se ubica en y como parte de una universidad) habla de su sorpresa cuando le invitaron a dar una charla sobre la cognición canina en un conocido fórum estadounidense de adiestramiento canino y descubrió que muchos de los ponentes promovían el uso del entrenamiento con clicker.

Brian escribió cosas como: “Se proyectaron diapositivas de hacía décadas en las que se veía a ratas y palomas en cajas de Skinner”, “a continuación vino una oda a B. F. Skinner por haber descubierto los principios universales del aprendizaje” “Los clickers habían vuelto a la palestra”.

Todo esto le causó una sensación que describe perfectamente: “Fue como si una nave espacial hubiera aterrizado y un montón de alienígenas hubieran bajado de ella para anunciar que nos iban a llevar a los años cincuenta”.

Brian señala en su texto que no hay ninguna evidencia científica de que el clicker acelere o mejore el entrenamiento canino, habiendo un único estudio comparativo entre adiestramiento con clicker y enseñanza de la misma destreza sin clicker, trabajo en el que la velocidad de aprendizaje fue igual entre los perros que aprendían sólo con un reforzador primario y aquellos a los que “marcaban” la conducta con el clicker antes de entregar dicho reforzador. En esta única investigación el clicker no mostraba ningún beneficio.

Es bien sabido que estas ideas han llevado a Brian a tener duras polémicas con entrenador@s con clicker tan reputados como Jean Donaldson (cuyo libro El choque de culturas nos parece bastante nocivo para la comprensión de los perros y de la manera de relacionarnos con ellos a la mayoría de autores relacionados con la cognición canina, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión).

En la misma línea, hace poco Claudia Fugazza publicó un estudio comparativo enseñando algunas destrezas a perros con Clicker Training (entendido este como moldeado libre) y a través de Do as I Do, una técnica de aprendizaje cognitivo basada en la imitación. El resultado es que el aprendizaje con la técnica cognitiva resulta más eficaz.

Y ahora nosotros publicamos una entrevista con Juliane Kaminski, autora de «The Social Dog: Behaviour and Cognition» en la que dice que usar el clicker no tiene sentido en la educación de un perro, que los perros entrenados con clicker parecen mostrar menos capacidades de resolución de problemas y que, de hecho, han tenido que rechazar en la investigación cognitiva perros entrenados con clicker porque parece que este entrenamiento les impide hacer inferencias complejas para resolver una situación, o sea: que parece empeorar las capacidades cognitivas de los perros, incluso que podría destruirlas de manera permanente (todo esto a partir del minuto 28 aproximadamente). Afirma que el entrenamiento con clicker «reduce al perro a algo parecido a una máquina». Tan relevante resulta esta situación que actualmente se está llevando a cabo una investigación sobre cómo afecta negativamente el Clicker Training a las capacidades cognitivas, sociales, emocionales y comunicativas de los perros, como también menciona Juliane en el video.

En EDUCAN ahora mismo estamos colaborando en un proyecto de investigación internacional sobre mejoras técnicas y éticas para el entrenamiento (que espero poder contar en detalle en unos mesecitos) y la única condición que se nos ha puesto desde la dirección del proyecto, que parte de investigadores de la cognición animal, es que los perros que preparemos no pueden ser entrenados con clicker. De hecho las palabras fueron: “Que no hayan escuchado un clicker en su vida”.

Joder, qué fuerte.

¿Qué nos pasa a los cognitivos con el clicker? ¿Es tan “malo” como parece sugerir todo lo que he escrito?

En el mundo del perro tendemos a los bandos, y esta progresiva descalificación del Clicker Training por parte de “los cognitivos” ya ha causado enfrentamientos y frentismos en EE.UU. y otros países, en donde se ha llegado a excesos como tildar de maltratadores a los entrenadores que practican Clicker Training, con la furibunda respuesta que era esperable por parte de quienes lo usan.

El objetivo de este artículo es, si no evitar la polémica, porque muchos en nuestro sector parece que se “nutren” de la confrontación y que les encanta, al menos minimizar la tensión entre los entrenadores razonables de ambas tendencias antes de que entremos en (otra) lucha absurda, debilitante y creadora de división. O sea, lo del título: poner la tirita antes de que llegue la herida.

En primer lugar deben mencionarse los argumentos en contra del clicker que aportan los cognitivos.

Un primer argumento, que es muy repetido y resulta injusto es descalificar al clicker por ser arcaico. Sin duda es cierto que es una herramienta antiquísima a nivel de tecnología del comportamiento, entiendo que a Brian y a otros investigadores de la cognición les pueda causar la misma sensación de anacronismo que un teléfono fijo con disco de marcar a un adolescente. Y desde luego no ayudan aquellos entrenadores que lo publicitan como la herramienta del “entrenamiento moderno”, y que deberían ser más cautelosos o precisos en sus expresiones.

Pero más veterana es la correa y aún no hemos encontrado nada que la sustituya para llevar al perro de manera segura y cómoda en determinadas circunstancias. Su antigüedad no es per se un motivo para descalificar al clicker y cuando escucho a alguien usar seriamente este argumento me parece que se roza el esnobismo intelectual.

Sin embargo sí existen una serie de argumentos consistentes, basados en los conocimientos actuales sobre las capacidades emocionales, cognitivas, sociales y comunicativas de los perros, que muestran riesgos reales en determinadas maneras de usar el clicker, principalmente el moldeado libre, que es el que, con algunas variaciones, siempre se ha defendido como mejor y principal forma de enseñanza con clicker desde los sectores más “ortodoxos” de uso de esta herramienta.

Veamos cuáles son esos riesgos:

Sufrimiento emocional del perro.

Cuando los perros se encuentran en situaciones de interés en las que no saben cómo actuar y están acompañados por personas queridas, emiten señales sociales intencionales para buscar su ayuda y apoyo. El perro sufre cuando ignoramos estas señales, como recomiendan algunas escuelas que plantean entrenamientos de moldeado libre sin que el entrenador o propietario se dirija al perro, sin responder a sus señales con información social de ningún tipo, sino “quedándose como un palo” y emitiendo información solo con el clicker cuando el perro realiza alguna aproximación a la conducta deseada.

También causa sufrimiento emocional el proceso de reforzamiento diferencial que implica avanzar a través aproximaciones sucesivas, pues antes de ofrecer el siguiente avance el perro debe extinguir el anterior, y hoy sabemos que los procesos de extinción de conducta causan altos niveles de estrés y ansiedad, más que el reforzamiento negativo en muchos casos. No entraré a exponer y valorar el peligro adicional de que el perro, una vez entrenado, pueda ofrecer conductas parciales en situaciones de estrés, iguales a alguna de las aproximaciones que se han premiado, porque es un problema técnico para la calidad del entrenamiento y no un riesgo para el perro.

Atrofia de las capacidades de comunicación social y deterioro de la relación afectiva.

Que no respondamos a las señales sociales de nuestro perro y que no emitamos información social durante las sesiones de moldeado libre tiene otro efecto potencialmente más grave que el sufrimiento durante la sesión: y es que el perro, viendo que su comunicación social no es recibida y que, a su vez, el entrenador no le emite ninguna información social tienda a extinguir esta forma de comunicarse. Con lo que el perro empeorará una de sus más impresionantes y potentes capacidades cognitivas sociales: la de comunicarse con nosotros como individuos queridos. Este es un riesgo real, severo y que puede empeorar para siempre tanto nuestra relación con los perros, como su capacidad de aprendizaje, puesto que hoy sabemos que el aprendizaje social es de los más «potentes» en nuestros compañeros.

Además esto impide un entrenamiento cooperativo, en el que el perro sepa que puede informarnos sobre sus emociones y capacidades durante el afrontamiento de una situación. Sin señalética social sus únicas posibilidades son hacer o no hacer y esperar nuestra respuesta. No podemos sostener su estado emocional con señales sociales para trasmitirle calma y seguridad, el perro está solo para afrontar la situación.

Esto «semaforiza» al entrenador, que para estas propuestas de entrenamiento idealmente sería un emisor de clicks y comida para el perro, al menos en las etapas iniciales de enseñanza, las que suelen generar más estrés y más demanda de apoyo. Una tristísima relación que, como dice Kaminski en el video, puede ser necesaria para el entrenamiento de animales no humanos, que no tienen relación social con las personas, no comunicándose con nosotros en este plano, pero que empeora las capacidades sociales de los perros e imposibilita que el entrenamiento pueda basarse en el afecto y confianza entre perro y entrenador. De hecho en algunos foros de clicker se ha llegado a publicar y difundir la idea de que cuando un modelo de entrenamiento o un entrenador hablan del afecto como elemento de trabajo están saliéndose de un modelo de adiestramiento científico ¡Lo juro!

Atrofia de las capacidades cognitivas de prospección e inferencia.

Esto es a lo que se refería Kaminski en el video, hoy sabemos que los perros no solo aprenden por asociaciones, sino que son capaces de hacer inferencias de manera que su conducta busque intencionalmente un fin. Esto, que puede parecer un tanto ambiguo puede verse en los siguientes vídeos:

Perro buscando cómo alcanzar su pelota naúfraga.

Whippet planificando una siesta en su mantita.

Estos perros intentan alcanzar un objetivo concreto y reconocible (un refuerzo referencial, que ahora veremos lo que es) con su conducta, no la emiten aleatoriamente, sino de manera prospectiva para alcanzar dicho objetivo. Obviamente evalúan la eficacia de la conducta según les acerque a él.

Este es el tipo de cosas que se investigan en cognición, cómo el perro es capaz de hacer inferencias sobre lo que su conducta causará en el entorno. Cómo resolver la situación.

¿Y por qué esto se afecta con el clicker? ¿No nos han dicho una y otra vez que las sesiones de moldeado libre precisamente potencian la capacidad del perro para “pensar” (un término sorprendente por parte de quienes defienden un modelo conductista de entrenamiento)?

Bueno, pues sí y no.

Es cierto que hace que el perro genere mucha conducta, pero no es conducta prospectiva sino pruebas «a ver qué pasa, a ver qué hace sonar al clicker». El perro piensa sí, pero en un nivel muy, muy básico. No hay aprendizaje inferencial, no hay interacción para modificar el entorno de manera planificada e intencional…

Para verlo partamos de uno de los conceptos importantes para la cognición, que menciono en mi último libro: los reforzadores referenciales -imprescindibles para hacer inferencias- que son aquellos que no se limitan a aparecer de manera consecutiva a la conducta del perro, sino que además guardan una correspondencia lógica y directa con el objetivo, correspondencia que es perceptible por el perro,  permitiéndole planificar y elegir un rumbo conductual que previsiblemente le ayudará a modificar el entorno de manera propositiva para obtener dicho refuerzo.

Por ejemplo, el perro del video que quiere agarrar la pelota en la piscina o el cachorro de whippet que busca salir de su encierro para tumbarse en la toalla pueden proyectar que determinadas conductas les permitirán alcanzar estos objetivos, los refuerzos referenciales: alcanzar la pelota/tumbarse en la toalla. Como estos refuerzos son de este tipo especial, refuerzos referenciales, ayudan al perro a generar conductas intencionales dirigidas de manera prospectiva y proactiva hacia alcanzarlos. Esta es la cognición de calidad.

El clicker es un reforzador no referencial. El perro no puede proyectar qué conductas lo harán sonar, desea que suene, pero no puede diseñar una estrategia conductual para conseguirlo. Por tanto se ve obligado al juego de “frío” (no suena el click), “caliente” (suena el click) probando una conducta tras otra e intentando ver cuál consigue hacer sonar el clicker, con lo que la conducta no puede ser prospectiva, no hay planes, solo pruebas al azar. Un avance a tientas hacia un objetivo oscuro para el perro, un objetivo que solo está en la mente del entrenador.

El perro más bien aprende a ignorar el ambiente que a manipularlo a su favor, pues no le ayuda a predecir ni a planificar qué hacer. Además su evaluador de éxito es solo el click. Es como danzar para un dios misterioso esperando que nos envíe una señal para indicarnos cuál de nuestros pasos de baile le ha satisfecho. Le “robamos” al perro el control de su entorno, su capacidad prospectiva y le decimos que depende de fuerzas invisibles y caprichosas para saber cuándo su conducta es adecuada o no.

Es por esto que perros que han trabajado con clicker a través de moldeado libre no funcionan en los experimentos de cognición, cuando se les plantean situaciones en las que deben deducir qué hacer analizando su entorno y generando conducta prospectiva no lo intentan, sino que prueban conductas no relacionadas con la situación, esperando a que suene el click, y cuando no lo hace se frustran y no buscan soluciones proactivas. En lugar de analizar la situación para resolverla empiezan su danza esperando hacer algo que agrade al misterioso Dios del Clicker.

Sobreexcitación al obtener el refuerzo

Me hace notar mi amigo David Ordóñez de Perruneando, que he soslayado un problema. David es una de las personas que, en mi opinión, que podría ser parcial por el cariño que le tengo, más está haciendo avanzar en nuestro país las Intervenciones Asistidas por Perros hacia el ámbito de la seriedad y la consistencia científica. Es, junto a Rafael Martos, el artífice y «padre» del Máster Universitario Oficial en Intervención Asistida por Animales por la Universidad de Jaén y la Universidad Internacional de Andalucía, único título oficial del área en España.

Sobre este tema dejo el enlace a un post del blog de David donde lo explica requetebién. David me recuerda que otro problema potencial del clicker, muy importante en su área de especialización, las Intervenciones Asistidas por Animales, es la excitación que genera en el perro. Y tiene toda la razón del mundo. Me apunto un negativo por negligencia involuntaria, edito el post y lo explico:

La forma de responder cuando obtenemos un refuerzo referencial y uno no referencial, que no podemos prever cuando aparecerá, es diferente. Al alcanzar un refuerzo referencial se consigue lo que se preveía conseguir, el whippet llega a su mantita, el perro del otro video obtiene la pelota. Como su conducta está dirigida a este fin no hay sorpresa al alcanzarlo, de hecho, según se realiza la conducta el perro va viendo si está saliendo bien o no. Esto hace que al lograr el objetivo el perro «cierre» la excitación, que ha sido necesaria para alcanzar lo que deseaba.

Sin embargo, durante los moldeados libres, el perro no sabe qué conducta hará sonar el clicker por lo que cuando lo hace no se calma sino que se excita por haber acertado, puesto que no sabía qué era lo que le haría lograr que sonase. Esto es incompatible con la calma.

Además, según postula la misma Karen Pryor, existe una reactivación de la parte emocional del cerebro al sonar el clicker, que aumentaría la alegría, lo que se traduce en excitación. Esto puede ser un problema para trabajos, como menciona David, que requieran tranquilidad de ejecución o bien para perros fácilmente sobreexcitables.

Hasta aquí vemos que sí existen problemas severos que parecen justificar la poca simpatía de los científicos y entrenadores interesados en la cognición canina hacia el Clicker Training. Pero es que las cosas no son ni blancas ni negras, como suele suceder.

Porque se pueden tomar algunas sencillas precauciones que nos eviten estos efectos nocivos del clicker, mientras que nos permiten seguir aprovechando sus ventajas.

1- En primer lugar las sesiones de moldeado libre estricto solo serán nocivas si constituyen el grueso del entrenamiento del perro, pero si la mayoría del trabajo se hace con protocolos que no incluyan el clicker y que impliquen a la comunicación social como herramienta de relación y avance no supondrá un problema usarlo para las destrezas concretas que lo requieran. Mientras sea un porcentaje pequeño e informemos al perro de cuándo trabajaremos sin comunicación social, para que sólo la abandone en dicha situación, podremos evitar los problemas antes mencionados.

2- También podemos incluir la comunicación social bidireccional dentro del trabajo con clicker, lo que hace “daño” afectivo al perro es la propuesta clásica en la que el entrenador solo activa el click y da la comida. Pero si modificamos esa práctica estricta, caduca y nociva, introduciendo señales sociales por nuestra parte y respondiendo a las del perro podemos minimizar el riesgo enormemente. En este aspecto debo decir que las propuestas innovadoras de entrenamiento con clicker que se han diseñado en España, incorporando motivaciones sociales y pautas emocionales en sus protocolos, y que están muy siendo difundidas, son un paso de gigante e infinitamente más actuales, eficaces y saludables para los perros que las espantosamente rígidas que nos suelen llegar de los países anglosajones, y que son las que han dado lugar a las acusaciones de maltrato emocional que mencionaba antes. Si la propuesta de trabajo con clicker es igual para una gallina que para un perro la cosa va mal.

3- Deberíamos plantearnos usar el clicker sólo para la enseñanza de aquellas habilidades que realmente lo necesiten, por resultar conductas que muy difícilmente el perro nos ofrezca o podamos inducir, evitándolo en los procesos educativos que regulan la relación del perro con sus personas queridas. Al final la cosa es tan sencilla como usar una herramienta como tal y no como una forma de trabajo universal, puesto que ninguna herramienta es una forma de entrenamiento en sí misma.

Con las anteriores precauciones podremos evitar suficientemente los efectos adversos del clicker a nivel global, aprovechando su utilidad como herramienta de adiestramiento, pero algunos problemas como el estrés del trabajo por aproximaciones sucesivas (no el del aprendizaje, que es conveniente e inevitable, sino el debido a los procesos de extinción de las aproximaciones anteriores, que es el chungo) o el aprendizaje de conductas en segmentos no pueden separarse del trabajo de moldeado libre o dirigido, aunque podamos minimizarlo a través de responder a las señales sociales de los perros y de trasmitirles a nuestra vez comunicación social tranquilizadora.

Otros aspectos como la falta de referencialidad del refuerzo sencillamente no pueden suplirse, porque se desvirtuarían los mecanismos que hacen eficaz al clicker, pero es que en el entrenamiento del día a día también necesitamos enseñar al perro cosas que no pueda deducir del ambiente y por ello no siempre es óptimo el uso de refuerzos referenciales.

Lo que debemos hacer es recordar que un entrenamiento moderno debe actualizarse con los nuevos conocimientos, ni la actitud ética ni el avance técnico están en las herramientas. Hay que desecharlas o cambiar su forma de uso cuando descubrimos nuevas cosas sobre cómo afectan o influyen al perro más allá del aprendizaje de destrezas. Porque lo más urgente para los entrenadores pueden ser la conductas, pero lo más importante para los perros es el bienestar, el desarrollo saludable como animales sociales y el acceso a la felicidad.

El entrenamiento con clicker es viable e incluso divertido y saludable mientras suponga una pequeña parte del entrenamiento, pero cuando es la principal manera de enseñar, de educar y de relacionarnos con los perros puede causar problemas y dar lugar a disfunciones afectivas, emocionales, sociales y cognitivas.

Winston Churchill decía que un fanático es alguien que nunca cambia de opinión, sin importar los datos. No seamos fanáticos, el clicker sin duda e históricamente ha ahorrado mucho dolor físico y emocional a los perros, pero es el momento de intentar avanzar un paso más, de hacerlo un poco mejor que ayer. Sabiendo que lo que ahora hagamos dentro de unos años será modificado o abandonado porque sabremos más y podremos mejorarlo. La ética es continua, pero la técnica es temporal, tiene fecha de caducidad.

No es justo ni razonable etiquetar como sospechosos de mala praxis a quienes utilizan el  clicker, entendiendo que sigue siendo una herramienta útil para el entrenamiento (y creo que lo será durante largo tiempo, al menos para algunos tipos de entrenamiento) siempre que limitemos y afinemos su uso, asegurándonos de aprovechar los beneficios que ofrece y evitando a la vez sus peligros para los perros que entrenamos.

Pero debe entenderse también que, al no ser el clicker una herramienta cognitiva por  estos riesgos y por no aportar prácticamente ninguna ventaja a la hora de «tocar» la capacidades cognitivas (objetuales y sociales) de los perros, quienes investigan estas áreas y no entrenan perros vean el clicker con cierta antipatía y sospecha. 

Los nuevos conocimientos redefinen lo que es bueno o malo para los perros durante su entrenamiento, quizá debamos optar por alternativas educativas al clicker en determinadas áreas, en las que su uso deberá restringirse progresivamente, pero tampoco desechemos o demonicemos por completo una herramienta útil y eficaz, incluso necesaria, para conseguir resultados en algunas acciones complejas.

No hagamos bandos con esta situación, debatamos pero no peleemos. Más bien se pueden abrir espacios de diálogo que nos permitan aprovechar los conocimientos y experiencia de entrenadores y científicos de diferentes ópticas.

Porque del disenso sobre conceptos, sobre ideas, y no sobre personas, de la discusión donde se respeta al que piensa diferente y se le presupone la misma buena fe en sus ideas y prácticas que tenemos nosotros en las nuestras, es de donde pueden salir los avances más notables para mejorar la tecnología del comportamiento canino. Y esta es, debe ser, puede ser, una empresa colectiva donde todos podemos encontrarnos.

 

Antropomorfismo, las medias verdades…

Referido a animales no humanos, el antropomorfismo implica interpretar alguna conducta de un animal no humano de manera equivalente a cómo la interpretaríamos en una persona, en lugar de hacerlo de manera que se corresponda con su etología.

El antropomorfismo es un sesgo, es decir, una desviación en el análisis de lo que percibimos que nos aleja de la conclusión o actuación correcta. Los sesgos son chungos cuando estudiamos o entrenamos a un perro porque nos sacan de la buena ciencia.

Pero cuando el antropomorfismo se explica de manera parcial, interesada y tramposa también supone un peligro. Y, por desgracia, es algo muy frecuente en el mundo del perro.

Siempre que doy clase a entrenadores, ya sean expertos o estén iniciando su formación, les hago la misma pregunta:

«¿Habéis oído hablar del antropomorfismo y de sus peligros?»

Y siempre me responden afirmativamente, se les ha insistido en que el antropomorfismo es un abismo que se encuentra a uno de los lados de la carretera de la ciencia y que deben evitarlo a toda costa para no despeñarse.

Todos los entrenadores que he conocido han recibido una y otra vez este mensaje. Consecuentemente se preocupan mucho de conducirse de manera lo más alejada posible de ese temible peligro.

Pero les han hecho trampa.

Porque lo siguiente que les pregunto es si conocen el sesgo contrario, el que te hace caer por el otro lado de la carretera.

Y nunca les han hablado de él. Ninguno de los entrenadores a los que les he preguntado conocían cuál era el sesgo opuesto al antropomorfismo. Eso es mala praxis formativa.

El sesgo contrario al antropomorfismo es el sesgo de objetualización, que implica interpretar las conductas de un perro (u otro ANH) de manera equivalente a como interpretaríamos las acciones de un objeto. La objetualización causa una desviación de la calidad del análisis de la conducta de los perros mucho mayor que la derivada del antropomorfismo.

Porque es bastante evidente que los perros -mamíferos sociales, emocionales y comunicativos- son bastante más parecidos a las personas que a los microondas. Y que la interpretación correcta de sus motivaciones y de sus acciones están más alejadas del conocimiento de las funciones de cada tecla del microondas y de la manera correcta de programarlo, que de las equivalencias con las motivaciones y acciones de otro mamífero social, emocional y comunicativo.

Cuando alguien informa enfáticamente sobre el peligro en un lado de la carretera y omite decir que al otro lado acecha un abismo aún más peligroso está actuando negligentemente, bien por ignorancia, bien por mala fe, y quien confíe en esta información parcial terminará despeñándose por el lado que pensaba seguro.

Porque las medias verdades son las peores mentiras.

Para estudiar y entrenar a los perros sin soltar la mano de la ciencia es muy importante conocer ambos sesgos, antromorfizar y objetualizar. Cuando nos informan solo de uno nos empujan hacia el otro, provocando que caigamos en el sesgo contrario al que conocemos. En muchas ocasiones esto se hace con plena intencionalidad.

Demasiada gente está aprovechando el fantasma de la antropomorfización, sacudiendo su esqueleto como una amenaza, para conseguir que cada vez más entrenadores objetualicen a los perros, los cosifiquen y vean su entrenamiento y la convivencia con ellos como la programación de un complejo electrodoméstico, que funcionará eficazmente conociendo y pulsando la secuencia de botones adecuada.

Los perros no funcionan así. Porque los perros son sujetos y no objetos.

Por eso, aunque hay que evitar ambos sesgos, tengo claro en cuál de ellos preferiría incurrir ¿Y tú? ¿En qué lado de la carretera te sientes más cómodo y seguro cuando llegan las curvas?

Acertar al equivocarse: uso correcto de los errores en la didáctica.

En bastantes ocasiones he comentado que una didáctica cognitiva no debe evitar sistemáticamente los errores, sino que debe convertirlos en parte activa y beneficiosa del proceso de aprendizaje.

Conceptualmente la idea de un aprendizaje sin errores como modelo ideal de enseñanza ha quedado lejos gracias a la abundante evidencia científica actual sobre los beneficios de los fallos..

Sin embargo, a nivel práctico, enseñar aprovechando los errores era peliagudo, puesto que -como suele suceder al inicio de la investigación sobre un área concreta- los datos sobre su uso eficaz eran fragmentarios, incompletos e incluso contradictorios en algunos casos.

Y es que la ciencia no suele iluminar por completo una nueva estancia, una nueva área de conocimiento. Más bien funciona como una linterna que va mostrándonos pequeños rincones. Son necesarios muchos resultados parciales para hacernos una idea del conjunto, cuando se tienen suelen hacerse revisiones sistemáticas y/o meta-análisis de todos los datos para llegar a conclusiones globales sobre el fenómeno estudiado.

Afortunadamente sobre la gestión de los errores en el entrenamiento y aprendizaje se ha realizado mucho trabajo experimental, incluyendo un meta-análisis en 2008 que nos mostró algunos mínimos sobre aprovechar los errores. Aunque este estudio se realizó sobre personas, las normas  de eficacia para enseñar a través de los errores parecen ser aplicables al entrenamiento de cualquier especie con capacidades cognitivas de resolución de problemas y afrontamiento prospectivo de las situaciones, como nuestros compañeros caninos.

Así, hoy sabemos que se aprende más deprisa y con más consistencia a partir de la aparición y gestión correcta de errores en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero  esto debe suceder bajo algunas premisas:

  1. El error debe llegar tras una fase previa de entrenamiento exitoso, nunca al inicio del aprendizaje. Cuando los errores aparecían inicialmente el aprendizaje podía parecer más rápido, pero se volvía inconsistente.
  2. Es necesario informar efectivamente al aprendiz de que está cometiendo (o ha cometido) un error para que pueda mejorar su aprendizaje. Cuando no se informaba del fallo en muchas ocasiones pasaba desapercibido y tenía un efecto nocivo en el aprendizaje o era percibido de tal manera que provocaba inestabilidad emocional. Esta retroalimentación debe aparecer después de una fase de prueba en la que el aprendiz elige activamente una respuesta.
  3. Los errores son más eficaces para aprender conductas adaptativas que buscan solucionar de manera prospectiva una situación problemática, que para aprender conductas “mecánicas”, en las que el aprendiz se limita a repetir algo previamente aprendido en una situación nueva. No obstante ambas formas de resolver el error, la prospectiva (aprendizaje adaptativo) y la reproductiva (aprendizaje analógico) se benefician de los errores, si bien la primera lo hace en mayor medida.
  4. También parece relevante que el porcentaje de errores no sea excesivo, si bien aquí los datos científicos sobre cuánto es conveniente fallar se mueven en una horquilla demasiado amplia y poco definida. Puesto que existen múltiples razones para no abusar del error, desde la sensación subjetiva de fracaso que puede aparecer cuando se falla más que se acierta hasta la posibilidad de la creación de rutas neuronales que consoliden la respuesta fallida, siempre será mejor movernos en ratios error/acierto claramente favorables al segundo.

En EDUCAN tenemos protocolos concretos para conseguir que los errores aparezcan en el momento, forma y proporción óptimos para su aprovechamiento didáctico, pero no es necesario seguir nuestros protocolos: conociendo las premisas es relativamente fácil y seguro incorporar los errores como una herramienta de trabajo a nuestro entrenamiento, independientemente de cómo adiestremos.

Finalmente casi todos los entrenadores en un momento u otro llevamos al perro a una situación de potencial fallo, teniendo en consideración estas normas evitaremos que la elección del momento y las circunstancias sean completamente intuitivas, con los riesgos que ello supone.

No pretendo que eliminemos la intuición de nuestra manera de actuar como entrenadores, sino que la complementemos, que la dotemos de un “airbag” que disminuya los potenciales riesgos didácticos en caso de que falle.

Para no equivocarnos (o equivocarnos menos) al incorporar las equivocaciones al proceso educativo 🙂

 

 

Seminario «El perro social», de Juliane Kaminski. The future is now!

Muchos seminarios y ponentes son interesantes, sin embargo todos sabemos que existen ocasiones especiales en el mundo del perro.

A veces el motivo es que el ponente resulta ser excepcionalmente didáctico, generoso o sabio. Su efecto es inmediato: se nos ensancha el corazón y despierta partes dormidas de nuestro cerebro. Nos hacemos mejores.

En otras ocasiones sucede porque nos ofrece una visión global que cambia nuestra manera de entender el entrenamiento, en lugar de técnicas específicas para aplicar en momentos determinados. Cuando se da esta condición se genera una lucha revolucionaria en nuestro interior, porque empezamos a ver todo con ojos nuevos y las nuevas explicaciones compiten con las que teníamos, hasta que salimos renovados. Renacemos como entrenadores.

Estas dos condiciones se dieron en el seminario de El perro social de Juliane Kaminski.

Pero hay una tercera condición que puede hacer muy especial una ponencia, para mí la más emocionante de las tres: cuando se ofrecen conocimientos que cambian lo que sabíamos de los perros como especie, porque inevitablemente cambiarán, determinándolo, el paradigma de inferencias que usaremos para entenderles y explicar sus acciones.

Aquí el cambio es más lento. Contrariamente a las otras dos condiciones, suele suceder que no somos conscientes de cómo nos moldean estos nuevos conocimientos. Al principio muchos dicen, “esto en realidad no influye en nada de lo que hago o pienso como entrenador”, pero cuando los escuchas hablar dos años después en su lenguaje y sus referencias todo ha cambiado, sin elegirlo, sin necesidad de que el cambio sea voluntario. Como una lluvia finísima pero continua, nos moja sin ser conscientes del momento exacto en el que ha calado nuestra ropa. Como una lluvia finísima pero continua, no podemos evitar que nos empape si estamos expuestos a ella el tiempo suficiente.

Y esto es para mí lo más importante de este seminario perfecto, los novísimos conocimientos globales del perro como especie, que nos llevará a pensar en ellos de una manera diferente.

Mi amigo Luis Souto y yo coincidimos en pensar que el seminario de Juliane Kaminski El perro social que acaba de impartirse en EDUCAN probablemente sea el que aporta más datos innovadores sobre los perros de cuantos hemos visto y ella la mejor ponente de cuantas hemos escuchado. Y juntos sumamos bastante experiencia sobre el tema, además de que considero el criterio de Luis muy, muy consistente, fino y ajustado.

Es imposible explicar todos los nuevos conceptos que expuso en un artículo, así que me limitaré a exponer brevemente algunos de los más “rompedores” o sorprendentes, entendiendo por “rompedores” aquellos que aportan una manera de entender a los perros radicalmente diferente a la usual entre los entrenadores caninos.

Sobre el inicio de la domesticación

Hasta ahora pensábamos que la domesticación empezó hace unos 15.000 años, pero han surgido nuevos datos que demuestran que sucedió hace unos 30.000 años.

Esto es relevante para saber cómo se inició el proceso de domesticación, hace 15.000 años existían asentamientos humanos que podían generar desperdicios alimenticios de manera regular, siendo posible que los lobos se agrupasen en sus alrededores para aprovecharlos, iniciando así el contacto entre las dos especies. Esta hipótesis es actualmente muy popular debido a la gran difusión del libro del matrimonio Coppinger que la apoya. Sin embargo hace 30.000 años estábamos en una cultura de cazadores/recolectores, que no se asentaban de manera fija ni generaban desperdicios suficientes para que los perros se hubieran alimentado de ellos de manera continuada. Además en ese momento se cazaban grandes presas, peligrosas y difíciles de abatir, pero que proveían de una sobreabundancia inmediata de recursos perecederos. Por eso Juliane propone que la hipótesis más adecuada para explicar los primeros contactos en este nuevo marco es la caza conjunta: lobos y personas se sumaban en los episodios de caza de estas grandes presas, lo que mejoraba su efectividad, consiguiendo comida suficiente para ambas especies.

Mola, porque estos primeros contactos hubieran sido colaborativos y no únicamente parasitarios por parte de los perros. Ya lo decía Coco (a veces Barrio Sésamo sí es la mejor universidad ;-)): sólo no puedes, con amigos sí.

Además nos explicó que el número de eventos concretos de domesticación fue muy pequeño, probablemente cinco o seis únicamente. Esto también debilita la hipótesis del parasitismo como inicio del contacto, porque nos muestra que esas pocas asociaciones con los perros debieron ser muy valiosas para el hombre, nos aportaban ventajas funcionales tan importantes como para que se mantuvieran y extendieran por todo el planeta.

Selección de las razas

Sobre las razas también nos dio noticias sorprendentes, a petición de los asistentes, nombró las más cercanas al lobo de acuerdo a las pruebas de ADN (excluyendo aquellas recientes que han incorporado directamente lobos al programa de cría, como los PLCs, pero si quieres saber más sobre estos perros visita esta página). Mucha gente se sorprendió de saber que los Shar-Peis o los Chow-Chows están muchísimo más cerca del lobo que los pastores alemanes, por ejemplo.

Pero esa no era, desde luego, la información novedosa sobre las razas.

Nos contó que se ha comprobado que el crecimiento óseo está controlado por un solo gen, por eso es tan fácil seleccionar razas extremas en su tamaño (terriers de Yorkshire, dogos alemanes…) o en su aspecto (carlinos, bulldogs). Pero los tejidos blandos son genéticamente mucho más complejos y no pueden adaptarse a los rápidos cambios óseos, siendo esta la causa de muchos problemas de salud de estas razas.

Los tejidos blandos no están preparados para esas morfologías extremas, los perros minúsculos son quizá quienes más lo sufren, pero también son frecuentes en razas gigantes, padeciendo, por ejemplo, problemas de corazón por no estar preparado para bombear sangre para un cuerpo tan grande.

En los casos de perros braquicéfalos tenemos abundantes muestras: como los ojos de los pugs, que no han podido empequeñecerse y cambiar de forma lo bastante rápido como para adaptarse a las cuencas oculares que los humanos hemos seleccionado, haciendo que estén desprotegidos y tiendan a salirse. Igualmente la falta de adaptación del cerebro de los Cavalier King Charles a su cavidad craneal provoca frecuentes dolores de cabeza a esta raza (alucinad: les sucede, a un nivel más complejo, lo que decían popularmente de los Dobermann).

Por tanto la selección de razas extremas en su tamaño y/o aspecto es inevitablemente insalubre, no solo por la disfuncionalidad que pueda causar su forma (como por ejemplo no poder respirar eficazmente los bulldogs), sino por el desarreglo entre las estructuras óseas y los tejidos blandos. Creo que es necesario desde el más mínimo criterio animalista no promocionar la cría de este tipo de razas.

Jerarquía

Pues hay que mentar la bicha, porque quizá este sea uno de los puntos más sorprendentes y que más chocó con las ideas generalizadas entre muchos entrenadores.

Casi todo lo que se ha escrito sobre las relaciones de dominancia entre perros se basa en inferencias sobre otras etoespecies cercanas o en observaciones casuales de las que se ha hecho norma general. Estas vías son valiosas cuando no disponemos de otras más fiables, pero Juliane expuso un trabajo (que se ha publicado como un capítulo entero de su libro The Social Dog. Behaviour and Cognition) que duró seis años, sobre grupos de perros asilvestrados en las afueras de Roma. Es el estudio más completo y actual sobre la manera que tienen los perros de estructurar grupos y relacionarse entre sí sin intervención humana directa. Por ello es muy valioso.

En primer lugar hay que explicar brevemente que existen tres formas generales de estructurar las relaciones de dominancia/sumisión en mamíferos:

  • La lineal estricta, en la que A domina a B a C y a D, B domina a C y a D y C domina a D. Esta forma de relaciones de dominancia/sumisión es la más “dura”, es la que se observó en lobos en cautividad.
  • Luego tenemos las relaciones triangulares, en las que existen uno o dos dominantes (A y B), uno de los cuales domina al otro (A domina a B), y el resto de los miembros del grupo comparten el estatus C por igual. Esta es la que se suele dar en los lobos en libertad y es bastante más relajada y colaborativa que la anterior, que se veía en lobos en cautividad por el aumento de la entropía que causa el confinamiento.
  • Por último tenemos las relaciones de dominancia complejas en las que A domina a B, B domina a C, pero C podría dominar a A. Esta implica una estructura casi política del grupo, puesto que alianzas y contextos pueden variar las relaciones generales, esta forma podría resultar estresante, pero más por su complejidad (es como un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca) que por su dureza.

Se había planteado, y se había vuelto un lugar común -aunque nada lo demostrase con datos- afirmar que los perros en libertad se relacionarían y estructurarían su relación sin establecer relaciones de dominancia/sumisión. Esto era bastante irracional y anticientífico, más lógico con los datos disponibles era pensar que los perros organizarían sus grupos con formas de dominancia “suave”, debido a los factores ecológicos. Yo mismo lo pensaba y casi todos los colegas con los que he hablado del tema compartían esta idea de relaciones jerárquicas suaves.

Pues no, esta investigación ha encontrado que los grupos estudiados usan una dominancia lineal estricta, la forma más “dura” de dominancia, la de los lobos cautivos y no la más relajada de los lobos en libertad. Debo reconocer que cuando conocí este estudio en el libro de Juliane me sorprendió absolutamente. Además son menos colaborativos que los lobos en varios aspectos, como la cría cooperativa de los cachorros. Jamás hubiera anticipado este resultado. Pero el estudio es robusto y consistente.

Esto, por supuesto, se refiere a la organización de la convivencia entre perros en un entorno de libertad y no aporta ningún argumento para justificar el maltrato y el abuso al convivir con ellos en casa y entrenarlos. Lo que también se explica en el libro de Juliane y que confirmó personalmente en la entrevista que nos concedió.

De este trabajo me habéis pedido las referencias varios compañeros, Juliane ha citado varios estudios, pero os dejo el enlace hacia el artículo que constituye el capítulo tercero de su libro, que es el que tiene toda la bibliografía y las conclusiones que ella expuso.

Sobre la adopción de perros en albergues

También nos comentó uno de sus trabajos en curso, el estudio objetivo de las expresiones faciales caninas a través de FACS (Facial Action Coding System). Aunque están empezando esta línea (pero ya publicaron el año pasado sobre ella nada menos que en PLOS ONE) ya han encontrado una unidad de acción concreta muy sencilla, la AU101, que han demostrado ser característica más relevante para que un perro sea adoptado en un albergue, por delante de color, movimiento de la cola, tamaño o otros factores. Una investigación que puede tecnificar y mejorar la gestión de albergues y protectoras, además de dotarnos de herramientas neutrales para estudiar las expresiones de los perros.

Cognición física frente a cognición objetual

De lo que menos hablaré es de la parte más extensa del seminario: el estudio de las capacidades cognitivas caninas. En primer lugar porque es menos novedoso para quienes seguimos la investigación en el área, pero además requiere explicaciones más complejas y detalladas de las que puedo ofrecer en este formato, puesto que es la más “práctica”: hay que ver los diseños y los videos de los experimentos para que sea sencilla de entender y productiva.

Sí señalaré que expuso la gran capacidad social que tienen los perros para aprender y relacionarse eficazmente con las personas. En contraste está su menor capacidad cognitiva para entender y gestionar el ámbito objetual.

También insistió en la importancia de adoptar un enfoque eco-evo-devo para estudiar y entender el comportamiento de los perros, abandonando la visión «aprendizaje versus instinto», tan arraigada en algunos sectores del entrenamiento.

Al entrevistarla explicó que, sabiendo cómo es el funcionamiento cognitivo de los perros, ella se desespera mucho cuando ve como muchos entrenadores y ópticas de entrenamiento usan principalmente información y capacidades de aprendizaje relacionadas con el ámbito objetual, llegando incluso a evitar las indicaciones y comunicaciones de índole social durante los procesos de enseñanza/aprendizaje, que son las que mejor podría emplear el perro para aprender y mejorar su relación con nosotros mientras lo hace.

Juliane Kaminski acaba de pasar por el Instituto Tecnológico EDUCAN como un auténtico huracán. Y la entrevista que nos concedió va a hacer lo mismo por todo el mundo del perro.

Como le dijeron a Fry: ¡¡¡Bieeeeeenvenidos al futuro!!!

Tu perro piensa y te quiere obtiene su “certificado de buena ciencia”.

La revista on-line “Ciencia Cognitiva”, la más importante de la red en castellano de entre las dedicadas a la cognición, acaba de publicar nuestro artículo de reseña y análisis sobre el libro “Tu perro piensa y te quiere”.

Esto es un exitazo que avala y reconoce la calidad científica expuesta en el texto y un auténtico hito, porque según me dicen (pero no he sido capaz de comprobar) es el primer libro sobre entrenamiento canino escrito en castellano que lo consigue ¡en toda la historia!

Pero veamos qué significa esto exactamente.

En ciencia existen mecanismos consolidados para validar la calidad y consistencia de las propuestas, esta es una de sus grandes ventajas. Se modera así el entusiasmo de la gente al comunicar sus ideas o hallazgos, puesto que cuando los someten a estos mecanismos reguladores saben que sus palabras y afirmaciones serán medidas con severidad y no se permitirán excesos.

La medida más frecuente y usual para dar garantías de que lo que dice un autor es sólido y no una mera especulación es la publicación en revistas científicas con revisión por pares. Este mecanismo es muy sencillo: se envía el trabajo a la revista, pasa un primer filtro, el de los editores de la revista, que deciden si el artículo es publicable por tres criterios: (1) está referido al ámbito de la ciencia a la que se dedica la publicación, (2) tiene algún tipo de interés científico y (3) aparentemente está basado en pruebas científicas serias.

Después de pasar este primer corte llega el proceso de revisión por pares propiamente dicho: primero el trabajo es enviado a un revisor que es un científico especialista en el tema que toca el texto. Esta parte es la más dura, puesto que el revisor exige que todo lo que se afirma esté probado científicamente y lo desmenuza para comprobarlo: puede rechazar el manuscrito como poco sólido, especulativo, incoherente o insuficientemente valioso. Aún cuando no lo rechace, lo más frecuente es que pida al autor más pruebas científicas que las que aporta inicialmente, por parecerles insuficientes. También pueden rebajar las afirmaciones que hace el autor en el texto, exigiéndole que no dé por probado lo que es una suposición o una posibilidad entre varias. Esta es la fase en la que más trabajos son rechazados. No es nada fácil superarla.

El primer revisor de nuestro trabajo, que hilaba muy, muy fino, encontró un tema que no habíamos documentado suficientemente: las diferencias comportamentales y de activación entre las conductas cuando están en aprendizaje o cuando se han convertido en hábitos (páginas 76 a 78 del libro). Nos exigió que aportásemos bibliografía concluyente en este punto o se rechazaría el artículo. Afortunadamente disponíamos de las referencias necesarias, las presentamos y el texto se aceptó (¡uff!). Aunque parecía que en la extensísima bibliografía que incluimos en el libro no se nos había escapado nada, ese fleco sí estaba colgando. Obviamente los artículos que comento serán incluidos en las próximas ediciones de “Tu perro piensa y te quiere”.

Cuando el texto ¡por fin! ha sido aceptado por el revisor especialista, pasa la revisión de un científico no especializado en el tema del artículo. Esta revisión debe garantizar que el artículo pueda ser entendido por personas con formación científica, pero sin necesidad de que sean especialistas en el área concreta a la que se refiere el artículo. Por ejemplo, cualquier psicólogo a biólogo no especializados en comportamiento animal debería entender con facilidad un artículo dedicado específicamente al comportamiento social de los perros que haya sido escrito por especialistas en ese tema. En ciencia es casi tan importante comunicar eficazmente como hacer nuevos descubrimientos. Esta revisión la pasamos sin problema 🙂

Cuando se superan estos filtros y finalmente se publica el artículo se ha garantizado que es sólido y acorde con las pruebas científicas existentes. Se puede estar de acuerdo o no, porque en ciencia a veces existen diferentes visiones sobre los fenómenos, pero los lectores estarán seguros de que lo escrito no es la “fantasía” del autor: cuando algo se publica en una revista científica con revisión por pares se tiene la seguridad de que no le han dejado “vender la moto”.

Alguien podría pensar que en las reseñas de libros la revisión es más tolerante: todo lo contrario, cuando el artículo se refiere a un tema que directamente contribuirá a que su autor obtenga beneficios, como en la venta de un libro, es cuando se ponen, con razón, más exigentes y tiquismiquis. Ninguna revista científica quiere ser usada como trampolín para la venta de productos, estos textos, que tendrán efectos publicitarios directos, provocan suspicacia y son aceptados en muy pocas ocasiones, porque los criterios de exigencia son llevados a su máximo extremo.

Y además el título no ayudaba nada, “Tu perro piensa y te quiere”, es (voluntariamente) muy, muy comercial, porque buscábamos dos cosas: “oficializar” el eslogan que EDUCAN sacó en los noventa y hacer una auténtica declaración de principios sobre nuestras premisas de entrenamiento. Bueno esas dos y, of course, vender libros. Pero afortunadamente los revisores científicos leen todo el texto antes de opinar sobre su seriedad, no juzgan a un libro por su portada… o por su título ;-).

La reseña de “Tu perro piensa y te quiere” ha logrado superar con éxito todos estos filtros y suspicacias, estas exigentes revisiones y análisis.

Me gusta haber pasado por la tensión e inseguridad (que han sido muchas) de las revisiones, hace que uno aprenda a pensarse muy bien lo que dice y cómo lo dice. Ahora sé que mi primer libro no hubiera superado este proceso. Agradezco que los revisores hayan diseccionado todo hasta encontrar los pequeños fallos y los hayan revelado, eso me permite corregirlos.

Y me gustaría que todos los que exponemos nuestras ideas sobre entrenamiento pasáramos por estos procesos que no sólo validan, en caso de merecerlo, nuestras propuestas, sino que evitan las ligerezas, las exageraciones y la posibilidad de que estemos escribiendo con redes de humo, para adormecer el sentido crítico y envenenar con sectarismos a quienes confían su valioso tiempo de lectura a nuestras obras.

Porque la ciencia es demostrar y exponer, nunca amordazar o intimidar.

Instituto Tecnológico EDUCAN: Tú puedes ser parte del cambio. El futuro empieza ahora.

Aprender técnicas de otros entrenadores, afinar las que ya tenemos o desarrollar nuevas a través de nuestra intuición y capacidad de lectura de los perros es una labor de artesanía muy valiosa para mejorar en nuestro trabajo, pero no permite sustituir antiguas tecnologías del comportamiento con alternativas conceptuales innovadoras. Mejorando los carromatos, aportándoles nuevos diseños o materiales, es imposible descubrir el motor de explosión, si en la industria de la locomoción hubieran actuado así hoy no existirían los coches.

La ciencia de base que estudia el comportamiento está en plena ebullición, se han encontrado nuevas capacidades cognitivas y nuevas formas de aprendizaje en los animales, muchas de ellas en los perros, que por fin son protagonistas en la investigación.

Pero, como decía en un post anterior, la ciencia de base no es ágil para convertir esos conocimientos en tecnología de entrenamiento. Los entrenadores con conocimientos conceptuales somos quienes debemos ejercer como tecnólogos, diseñando nuevos protocolos y formas de trabajo que aprovechen cada descubrimiento. Esa es buena parte de mi actual labor en Dognition: ellos me proveen de nuevos conocimientos consistentes y yo debo encontrarles aplicaciones prácticas.

No es algo tan complejo como pudiera parecer, en nuestro país conozco muchos entrenadores con más talento, creatividad y capacidad que yo. Solo les faltan los nuevos conocimientos que les permitan pensar de una manera diferente.

El avance dependerá de combinar conocimientos novedosos con (1) la experiencia manejando competentemente los conocimientos y técnicas actualmente en uso, (2) la amplitud de miras suficiente como para saber que, por bien que  funcione lo que hacemos ahora, puede y debe superarse y (3) la valentía de estar dispuesto a sustituir algo que está funcionando bien en este momento por algo nuevo, que debe ser probado y ajustado para funcionar aún mejor mañana. Hay que dejar a un lado la sensación de seguridad, la demagogia vacía y el autobombo. Asumir que no solo podremos equivocarnos, sino que con, seguridad, lo haremos más de una vez. No importa. También acertaremos y cada acierto de cada uno de nosotros se sumará en poco tiempo en un nuevo paradigma de entrenamiento.

Esta idea es la que nos llevó a crear el Instituto Tecnológico EDUCAN (ITE) y programar seminarios completamente inusuales en el mundo del entrenamiento canino. Siento ser inmodesto pero hoy día en ningún otro lugar del mundo se ofrece una formación de ciencia básica adaptada para los entrenadores tan actual, amplia, consistente y continuada. El objetivo del ITE no es que mejoremos nuestro entrenamiento mañana, sino que mejoremos el entrenamiento del mañana. Que se parece, pero no es lo mismo ;-).

El Adiestramiento Cognitivo-Emocional de EDUCAN, la individualización del entrenamiento acorde al perfil cognitivo de Dognition o el Do As I Do de Claudia Fugazza son resultados tangibles de esta idea de nuevas tecnologías de entrenamiento diseñadas por entrenadores con acceso a nuevos conocimientos. Queremos que los entrenadores que sigan el programa formativo del ITE no se limiten a aprender los desarrollos de otros, sino que, en poco tiempo, sean ellos quienes hagan propuestas igual de audaces, interesantes e innovadoras. Podemos, debemos, ser una generación de entrenadores que cambie por completo lo que había, no hay que limitarse a mejorarlo y afinarlo un poco. Podemos, debemos, cambiarlo por algo mejor.

Con ese objetivo hemos programado este trimestre en el ITE:

  • Los días 11 y 12 de Octubre Juliane Brauer con “Más listos de lo que pensamos”, quizá este seminario sea la mejor opción que se ha ofrecido hasta ahora para actualizarse a nivel científico sobre cómo aprenden y se comportan los animales. Conoceremos los experimentos que han hecho posible el cambio de mentalidad sobre los animales más importante de la historia de la ciencia y que deben ser la base para que diseñemos nuevas técnicas de adiestramiento concordantes con sus resultados. Un seminario central para cambiar nuestra manera de interpretar las motivaciones, objetivos y conducta de los perros. Imprescindible para cambiar el “chip”.
  • El 22 y 23 noviembre Juliane Kaminski impartirá el seminario “El perro social: conducta y cognición”, el mismo título que su reciente libro, el más actual y uno de los más relevantes que se han publicado nunca para conocer lo que la ciencia piensa hoy día sobre la manera de los perros de aprender y relacionarse con las personas. Juliane ha tenido la gentileza de haber diseñado el seminario que impartirá en el ITE específicamente para su aprovechamiento por parte de entrenadores caninos. Ofreciendo la posibilidad de responder a consultas sobre la actualidad o validez científica de las técnicas concretas de entrenamiento sobre las que quieran consultar los asistentes, una ocasión única para que nos ayuden a reinterpretar lo que hacemos.
  • Los días 13 y 14 de Diciembre será el momento de “La cognición y la empatía en primates y perros”, un seminario benéfico para recaudar fondos destinados el Centro de Rescate de Primates Rainfer, que será el lugar donde se realice este seminario tan especial, para así conocer a sus huéspedes: los primates rescatados. Tendremos varias ponencias de Guillermo Bustelo, director de Rainfer e investigador de la cognición en primates, Ignacio Ezquerro, jefe de cuidadores de Rainfer y mías (¡glups! Espero mantener el tipo). La cognición es la base que permite emociones complejas en los animales, la empatía permite reaccionar y responder ante las emociones de otros.

Pero no solo en EDUCAN estamos trayendo a ponentes del máximo interés para una formación más profunda, os recuerdo que nuestros compañeros de Implican traen los días 20 y 21 de Diciembre a Monique Udell, con el seminario “Cognición canina y su aplicación a la modificación de conducta”. Una ocasión excepcional para conocer la forma de trabajar de alguien que aúna la condición de investigadora con la de entrenadora, lo que hace que pueda entender perfectamente las inquietudes de nuestro colectivo.

Por último mencionaré que en el 2015, los días 25 y 26 de Abril no vuelva a visitar Josep Call para un seminario que cambiará muchas cosas, porque todos los asistentes podrán formar parte de la iniciativa de investigación aplicada al entrenamiento más importante que se haya llevado a cabo nunca en nuestro  país, con repercusiones y alianzas en todo el mundo. Con la opción de que os incorporéis a un proyecto de largo plazo para desarrollar técnicas de enseñanza probadas científicamente y acordes con las capacidades cognitivas de cada perro. Por cierto que cuantos más de estos seminarios que estamos programando hayáis cursado más cosas podréis  hacer dentro de esta iniciativa, así que: sin presión :-). Pero esta es otra (y gran, gran) historia y debe ser contada en otra ocasión.  A mi Carla ya la tengo apuntada 😉

Algunas precauciones y premisas para usar refuerzo negativo minimizando sus riesgos.

Después de entregar, con un par de meses de retraso, el primero de los tres libros que espero sacar este año vuelvo al mundo de los vivos, o al menos de los e-vivos.

Y lo hago para hablar de un tema que me lleva preocupando un tiempo, vivimos un momento de “boom” de las propuestas de trabajo para perros emocionalmente problemáticos que se basan en la gestión conductual de aversivos: tanto BAT como CAT son protocolos que funcionan a través del refuerzo negativo, al que se le puede añadir eventualmente un refuerzo positivo. De primeras aclaro que creo que este es el camino adecuado, hoy sabemos que el uso del refuerzo negativo en un programa de refuerzo diferencial es lo más eficaz para este tipo de problema, como ya expliqué en un largo post, que gracias a vuestros extraordinarios comentarios se convirtió en muy, muy interesante. Además, el protocolo desarrollado en EDUCAN se basa en los mismos principios, así que esto no es una crítica a estos procesos en absoluto.

Sin embargo, lo “edulcoradas” que llegan a ser las formas de presentar estas propuestas para conseguir que el uso de refuerzo negativo les parezca aceptable a quienes tienen muchas suspicacias hacia este tipo de refuerzo conlleva un peligro implícito: que no seamos conscientes de que estamos usando refuerzo negativo y no sepamos precavernos de los riesgos reales que corremos y que debemos considerar e intentar minimizar al trabajar de este modo.

El mayor riesgo con el que nos encontramos tiene que ver con una eventualidad que parecemos no considerar cuando trabajamos: el comportamiento es continuo, no una suma de eventos aislados. En la mayoría de los casos el perro, durante la sesión, podrá reducir la intensidad del estímulo aversivo hasta hacerlo desaparecer con su conducta. Típicamente al dejar de mostrar una respuesta de agresión o miedo hacia otro perro (que es el estímulo aversivo en estos casos) o realizar alguna otra conducta observable que consideremos correcta alejará al otro perro (CAT) o se alejará de él (BAT y nuestro protocolo). Esto es muy adecuado al paradigma de refuerzo negativo, pero parecemos olvidar que antes de retirar o alejar el aversivo tenemos que introducirlo en la vida del perro, o sea que tenemos que sumar un estímulo aversivo (el otro perro) al entorno para poder empezar la sesión. Y sumar un estímulo aversivo al entorno es la manera de iniciar los trabajos de castigo positivo, el tipo de condicionamiento con efectos emocionales y conductuales más lesivos. Al explicarse estos trabajos se incide en los beneficios de que el perro gestione la situación aversiva con su comportamiento (refuerzo negativo) y se obvia sistemáticamente el cómo se le sitúa ante el aversivo (activación emocional equivalente a la del castigo positivo).

El perro existe, genera conducta y realiza asociaciones también cuando le llevamos a la sesión y sumamos a su vida elementos que le desagradan para iniciarla: el principal problema práctico al usar refuerzo negativo es cómo introducir el aversivo, no cómo retirarlo. Cuando esto se hace de manera descuidada es fácil que el perro elicite respuestas emocionales respondientes insalubres al acercarnos al lugar de trabajo, lo que puede darnos, en el peor de los casos, un incremento de respuestas reactivas de miedo o agresión o, en el mejor, una mala disposición hacia el lugar, personas y otros antecedentes fiables del inicio de la sesión, pues este inicio siempre actuará emocionalmente de manera insidiosa.

Este es un problema que no desaparecerá, pero que podemos gestionar con inteligencia para que los beneficios obtenidos durante la sesión superen con creces las consecuencias lesivas que supone su inicio y podamos hacer un uso inteligente y respetuoso del refuerzo negativo, minimizando sus riesgos. Las medidas que propongo son las siguientes:

  1. Mantén un ritual igual para llevar al perro a la sesión que para otras salidas que le resulten apetecibles. Si haces cosas diferentes para acudir a las sesiones terapéuticas el perro lo captará en seguida y empezará a generar una expectativa negativa en cuanto sepa hacia dónde va, esto nos llevará a que durante el traslado, que puede ser largo, se encuentre en un estado emocional negativo, lo que multiplicará su malestar. Sin embargo si haces lo mismo que cuando va a ir al campo a pasear tendrás un estado emocional positivo durante el viaje, la mejor manera de empezar.
  2. No llegues al lugar de la sesión y empieces con el trabajo. Otra manera de evitar que el viaje sea visto como un antecedente fiable de la sesión, con los efectos nocivos implícitos, es que llegues a la cercanía de la zona de trabajo con antelación y dediques un rato a pasear tranquilamente con tu perro, jugar con él o darle masajes relajantes si le gustan y lo haces competentemente. Déjale que se relaje y se olvide del coche y del viaje antes de empezar el trabajo.
  3. Ten un ritual de inicio de la sesión, incluyendo material específico. Todos los estímulos presentes en un entorno de interés (bueno o malo) pueden potencialmente asociarse a este y generar una respuesta emocional posterior. Sin embargo sabemos que esto no es lo más frecuente, al perro no le interesa asociar demasiadas cosas porque supone un mayor esfuerzo mental y además daría valor a muchos estímulos que realmente no fueran específicos del problema. Cuando aparece una situación de interés, el perro realiza un rastreo de señales para aprender a diferenciar los estímulos específicos y propios de dicha situación y asignarles el valor asociativo, convirtiéndolos en señales. Algunos estímulos, como el lugar concreto donde se lleva a cabo la sesión, pueden estar fuera nuestras posibilidades de acción, pero otros como el collar y correa de manejo, pueden controlarse fácilmente. Si usamos un ritual de inicio de la sesión y un material específico para esta conseguiremos que gran parte del enfoque asociativo del perro se quede en ellos, con lo que al realizar el ritual y ponerle el collar y correa de trabajo se agobiará, pues señalan que llegará la situación aversiva, pero al quitárselos o no usarlos disminuirá la emoción problemática. Podríamos decir que encapsulamos el inicio del aversivo y sus efectos adversos con el ritual y material exclusivos de la sesión, minimizando las asociaciones con otros estímulos presentes. En algunos casos en los que existe una generalización del miedo muy exagerada nosotros usamos collares de vibración para aumentar este efecto de discriminación de los estímulos que se asocian con la emoción nociva, reduciendo el enfoque del perro y dirigiéndolo hacia el material, mejorando así su activación emocional hacia el resto del entorno. Esta es quizá la técnica que más «choca» en nuestra propuesta y que es generadora de polémica, sin embargo es efectiva en casos muy severos donde se necesita que la emoción quede asociada a un contexto muy limitado.
  4. Después de la sesión no te vayas inmediatamente. Aunque salga bien, estos trabajos implican un alto nivel de estrés en el perro y una alta activación de sus capacidades emocionales, estos son motores que tardan en enfriarse, dales tiempo para ello. Antes de volver al coche para irte pasea de nuevo, calma al perro con masaje, dale tiempo para estabilizarse emocionalmente. Después intenta realizar una actividad divertida con él, si es en la misma zona perfecto, pero también puntúa hacer una parada en una zona de campo que le encante antes de volver a casa.
  5. Trabaja en pirámide. Se ha comprobado que el trabajo sobre emociones avanza y se consolida más rápidamente cuando la sesión se plantea de manera piramidal: partimos de un criterio (por ejemplo acercar al perro a diez metros del perro ayudante), subimos de criterio (por ejemplo le acercamos a ocho metros, luego a seis y luego a cuatro) y por último volvemos a bajar de criterio (retrocedemos de nuevo a seis metros, luego a ocho y terminamos en los diez iniciales). Terminar la sesión con el criterio más alto, una práctica usual pero equivocada, genera más estrés residual en el perro e implica una recuperación física y emocional de la sesión mucho más lenta e ineficaz.
  6. Espacia las sesiones no haciendo más de tres semanales, incluso puedes hacer solo dos. Por bien que lo hagas y por bajos que sean los umbrales de activación de la emoción, este tipo de trabajo implica estrés, con las alteraciones físicas consecuentes que todos conocemos y que, además, ralentizan y alteran el proceso de reconstrucción del cerebro que constituyen la realidad fisiológica del aprendizaje. Si vamos demasiado deprisa no conseguiremos que los efectos de la sesión terminen de remodelar el cerebro del perro, por lo que estaremos construyendo los posteriores avances sobre una base inestable. A todos nos tienta trabajar todos los días o al menos manteniendo el ritmo laboral normal: cinco sesiones a la semana, sin embargo, esto es demasiado rápido para procesos emocionales.

Como ves todos los puntos son fáciles de llevar a cabo, solo requieren tiempo, planificación previa y, sobre todo, ser conscientes de que estamos trabajando con refuerzo negativo y por ello debemos ser particularmente cuidadosos.

Primer trimestre de 2014 en el Instituto EDUCAN: Altos vuelos.

Acabamos de terminar el seminario de ABA actual con Jesús Rosales-Ruiz, con el que he disfrutado enormemente (¡¡espero que los alumnos también!!) porque, aunque es una visión muy diferente a la del C-E, siempre es un placer ver un trabajo conceptual, estructurado, inteligente y con una base consistente.

Este trimestre sólo nos queda mi seminario, “Cómo hacer viable una empresa de educación y gestión de la conducta canina en tiempos de crisis”, los días 14 y 15 de Diciembre. Siempre me parece difícil publicitar un seminario que imparto yo, porque hablar bien de uno mismo como que no. Así que intentaré explicar por qué he planteado este seminario, dejando que los motivos hablen por sí mismos: Obviamente un motivo era aumentar la rentabilidad del trimestre con un ponente que nos sale baratito después de haber traído a Jesús Rosales-Ruíz allende los mares, pero existen otros de mayor interés para los potenciales alumnos ;).

Como expliqué al presentar la nueva línea de formación que estamos llevando a través del Instituto EDUCAN de Formación Continua, creo que es necesaria la preparación empresarial para quienes nos dedicamos al adiestramiento, porque sin una mínima rentabilidad no es posible ninguna profesión. Tengo la suerte de trabajar en lo que más me gusta, sé lo bueno que es poder dedicarse a un trabajo vocacional y me gustaría que todos quienes lo deseen pudieran hacerlo.

Saber enfocar nuestra empresa es una prioridad: nos permitirá disfrutar de lo que hacemos, ofreciendo servicios que nos lleven a desarrollarnos como profesionales y realizarnos como personas. En nuestra profesión mucha gente queda “atrapada” por su falta de planificación, y aunque factura lo suficiente para vivir, deja de disfrutar de su trabajo por cómo tiene que realizarlo, esto es particularmente penoso en una profesión elegida desde la ilusión. Tengo la convicción de que mi seminario es de gran ayuda para que vivir del entrenamiento de perros sea más sencillo, más fácil y más agradable.

Como decía, lo he pasado muy bien con los dos seminarios que hemos dedicado al ABA, pero reconozco que ahora necesito un poco de desintoxicación de tanto conductismo, porque me termina dificultando un poco respirar con naturalidad, por eso este trimestre en el Instituto EDUCAN vamos a centrarnos en la cognición ¡Y cómo!

Los días 18 y 19 de Enero nos visita Juan Carlos Moreda, que impartirá un seminario de obediencia deportiva utilizando su sistema CoachinDog, este sistema, que parte de las premisas y conceptos del adiestramiento C-E, permite alcanzar resultados de máxima calidad a través de la relación de equipo entre el perro y su guía, potenciando el vínculo afectivo saludable entre ellos y mejorando las capacidades de gestión emocional en el perro, algo difícil de ver en trabajos de obediencia competitiva donde lo más usual es ofrecer motivaciones puramente individuales al perro, así como usar de continuo sobreactivaciones emocionales.

También me cuesta hablar del trabajo de Juan Carlos, porque es alguien por quien siento mucho cariño, es de casa, pero tengo la convicción de que si un anglosajón mostrase un trabajo la mitad de conceptual y solo una décima parte de bueno que el suyo estaríamos haciendo cola para ir a verle, pero a un español… parece que nos cuesta más.

Juan Carlos ha sido el sexto clasificado en el año 2012 del Campeonato Mundial de los Pastores Alemanes, WUSV, una de las competiciones de adiestramiento más elitistas del mundo, obteniendo la tercera mejor obediencia mundial tanto ese año como en este 2013.

Si practicas OCI o IPO este seminario puede hacerte cambiar lo que creías saber sobre la preparación de un perro para el deporte de alto nivel, si haces obediencias de manejo con adiestramiento C-E verás llevar los mismos conceptos que utilizas a su máximo exponente.

Juan Carlos no sólo sabe de competición, ha sido uno de los mejores adiestradores comerciales que han pasado por EDUCAN y sigue dedicándose profesionalmente a ello con su empresa Krusaiker, no es de esos ponentes que sólo saben trabajar su reglamento y con la raza óptima. Por eso, aunque traerá a Teo Togaricha, su compañero en la competición, los asistentes pueden venir con sus perros (con previo aviso) para que les ayude en aquellos puntos de la obediencia que deseen mejorar.

Febrero nos lo guardamos para hacer un evento que será gratuito, tanto presencial como on-line, y muy especial, pero aún no es el momento de anunciarlo, así que pasaré a Marzo.

El 22 y 23 de Marzo tenemos una ponente muy especial, para mí la más especial: Irene Pepperberg, una de las científicas más importantes, probablemente la más importante, de la historia de la cognición animal.

De Irene Pepperberg no me cuesta nada hablar, Fernando Trueba tiene a Billy Wilder y yo tengo a Irene Pepperberg.

Irene nos hablará sobre el estudio de la cognición de los animales a través de su entrenamiento, junto a su loro gris Alex (Avian Learning EXperiment, Experimento de Aprendizaje Aviar), la doctora Pepperberg cambió la manera de entender cómo aprendían los animales y cómo podían relacionarse con las personas.

Irene Pepperberg desarrolló un modelo de entrenamiento modelo-rival (que nos explicará) que permitió a Alex pasar del simple aprendizaje asociativo al aprendizaje de conceptos abstractos como forma, color, número, material… pudiendo etiquetar un objeto que se le presentaba según estas características, también comprendía conceptos relativos como “más grande”, “más pequeño” o «mejor», podía enumerar la diferencia entre dos objetos que se le presentaban, pero también comprendía el concepto “cero” y cuando se le presentaban dos objetos idénticos y se le preguntaba por la diferencia respondía “ninguna”. Era capaz de intentar usar las más de ciento cincuenta palabras que conocía para desarrollar nuevos conceptos y trasmitírselos a las personas, así cuando por primera se le presentó una manzana la nombró como “banerry”, combinando “banana” y “cherry” (cereza) para explicar lo que le parecía. Cuando Alex acertaba en los experimentos no era premiado simplemente entregándole la comida, tenía que pedirla: si se le entregaba una comida diferente a la que solicitaba la ignoraba o se la tiraba al investigador. También sabía contar y calcular cantidades😮 . Como puede parecer increíble os dejo este link a un vídeo, en inglés, qué se le va a hacer (me encanta un momento en el que explica que cuando dijo que creía que los loros tenían capacidades cognitivas similares a las de los niños lo que le respondieron fue “¿Qué has fumado?”, parece que ante la idea de la cognición en los animales algunas personas tienen una respuesta universal).

Si no te has dado cuenta aún, me permitiré señalar que, haber enseñado todo lo anterior (y otras muchas cosas) a un loro, y a uno con un carácter más bien difícil, convierte a Irene Pepperberg en la mejor entrenadora de animales de la historia, sin comparación posible.

Por eso, aunque nunca he sentido simpatía por la idea de anunciar los cursos y seminarios que uno imparte u organiza como “necesarios”, “imprescindibles” u otros epítetos que producen un cierto rubor al dirigirlos hacia uno mismo, me permitiré afirmar que todo el que realice este seminario saldrá renovado y quienes no lo hagan perderán una ocasión irrepetible de crecer en su manera de entender a los animales y su entrenamiento. Si puedes venir y no lo haces eres tont@, siento decirlo así.

Creo que este seminario es una ocasión para bañarnos en una luz más blanca, en lo que se refiere a conocer las capacidades de aprendizaje de los animales a través del entrenamiento. Saldremos respirando con más amplitud y frescura, el condicionamiento es una habitación demasiado angosta y oscura para albergar toda la maravilla del comportamiento de los animales, todas las potencialidades de nuestra relación con ellos, sobre todo las afectivas. Porque al final el entrenamiento es construir puentes para entendernos y comunicarnos con ellos, para poder amarnos de manera bilateral, consciente y cualitativa.

Alex murió la noche del 6 al 7 de Septiembre del 2007, esa noche se despidió de Irene diciéndole “Eres buena, te quiero”, ella le respondió “Yo también te quiero”, Alex dijo “Mañana nos vemos”, Irene contestó “Sí, mañana nos vemos”.

Yo no creo en Dios para poder agradecerle el milagro de que personas y animales tengamos la posibilidad de entendernos y querernos a través la ciencia aplicada, así que: Gracias Alex, gracias Irene.

Dile sí al «no»: La importancia de entrenar la inhibición.

Hace tiempo que tenía ganas de escribir un artículo sobre uno de los puntos más característicos y polémicos del trabajo cognitivo: la enseñanza y uso del “no” informativo, la indicación que le damos al perro para dejar de hacer alguna conducta. Como ha surgido el tema en nuestro Laboratorio de ideas creo que esta es una buena ocasión para sacarme la espinita.

Desde ya aviso que haré una encendida defensa de las ventajas de enseñar al perro una indicación para dejar de hacer, pero en modo alguno pretendo descalificar a quienes no lo hacen, pues conozco grandes adiestradores con excelentes resultados que ni entrenan ni usan esta indicación, aunque sí que me gustaría convencer a alguno de ellos para incorporarla a su trabajo con los argumentos que expondré 😉

Antes de empezar haré notar que he utilizado la palabra indicación y no señal o comando para hacer referencia al “no”, aunque coloquialmente se puedan utilizar estos términos (yo el primero), para ponerlo negro sobre blanco no me parecen adecuados, el primero es profundamente conductista y el segundo demasiado cognitivo (porque, al menos en adto. C-E, viene de los comandos de programación y no como parecen creer algunos de la jerga paramilitar). Son inadecuados porque dejan fuera el valor emocional y social que tiene per se cualquier indicación del guía para su perro, haciendo únicamente referencia a la asociación de una palabra o gesto con la realización de conductas concretas.

Por el contrario sabemos que las indicaciones sociales varían su valor y significado según la relación afectiva que tengamos con quien nos la da, según el tono emocional que emplee el emisor y según cómo sean las relaciones de coordinación y subordinación entre ambos. Usar términos que son equivalentes al cambio de color de un semáforo (señal) o al lenguaje de programación de un ordenador (comando) es hacer una renuncia expresa a considerar dichos valores sociales y emocionales como una parte de la ecuación, algo incorrecto puesto que son inevitables.

También se suele hablar del “no” informativo como una MAR, una marca de ausencia de refuerzo, esto es equivocado y particularmente incorrecto (es uno de los anacronismos que conservamos de la hoy superada visión/nomenclatura radicalmente conductista del aprendizaje), una incorrección que nos puede llevar a errores en su entrenamiento y/o uso. Una MAR es una señal que informa al perro que no recibirá refuerzo por la conducta que ha realizado, normalmente indicándole también que debe plantearse realizar otra distinta para conseguir ser reforzado. Una MAR es la bocina que suena cuando un concursante falla una pregunta en un concurso o cuando introduzco una moneda en una máquina de vending y se ilumina el cartel de “producto agotado”. No es equivalente al “no” informativo que proponemos en el trabajo C-E por dos motivos, el primero se deduce de lo anterior, al venir de una persona automáticamente el perro valora muchos más aspectos que el meramente informativo, en el ejemplo de la máquina de vending si alguien me indica que no quedan bebidas actuaré de manera muy distinta a la que tendría cuando se enciende el cartel: si me lo dice un desconocido es muy probable que pruebe, porque no tengo confianza en él y quizá se equivoque, si me lo dice mi madre (que es una santa) me lo creeré y no meteré la moneda, pero si me lo dice mi amigo Javier, que es bastante malévolo, probaré seguro, porque me lo puede estar diciendo para fastidiarme y que me quede sin bebida. Pero además de esta diferencia de base existe otra igual de importante.

El segundo motivo está en la respuesta que buscamos con el «no» informativo, si nos fijamos tanto en el ejemplo del concursante como en el de la máquina de bebidas la MAR aparece cuando ya se ha realizado la conducta, lo que hacen las MAR normalmente es impedir que se reitere o reafirme la conducta que ya se ha realizado, no que se corte durante su realización, esto con las MAR sólo se consigue combinando la MAR con la indicación al perro de que realice otra conducta que sí será reforzada. Es un trabajo que puede ser eficaz en un nivel superficial, pero nos impide que el perro obtenga los beneficios profundos de aprender a inhibirse, algo que podía suceder (y sucedía con relativa frecuencia, qué leche) con el primer protocolo de enseñanza del “no” informativo que proponíamos en trabajo C-E, el que aparece en el libro.

Esto pasaba porque ha sido posteriormente a su publicación cuando han empezado a conocerse bien los mecanismos y características de un proceso muy importante: la inhibición.

La inhibición es la capacidad cognitiva que permite interrumpir una acción o proceso mental ya iniciado, aunque en los perros nos limitaremos a hablar de la interrupción de las conductas.

La importancia y los mecanismos de funcionamiento de la inhibición no eran conocidos porque resultaban extremadamente difíciles de observar, no ha sido hasta el uso de la, tres veces sea bendita, neuroimagen que hemos sabido que la inhibición activa zonas y formas de funcionamiento del cerebro muy distintas a las que se utilizan para aprender conducta nueva o realizar conducta conocida (Wildenberg y col. 2006, Aron y col. 2007, Ray y col. 2009). Estos nuevos conocimientos han permitido, entre otras cosas, importantes avances en la comprensión y estudio de la enfermedad de Parkinson en personas (Obeso y col. 2011), al comprobarse que la capacidad de inhibirse se altera fuertemente al sufrir esta afección, lo que está directamente relacionado con la dificultad y lentitud de quienes la sufren para cambiar de tarea o aprender de manera implícita.

La inhibición es necesaria, entre otras cosas, para el autocontrol, la integración social, el desarrollo de la empatía y el establecimiento de lazos afectivos saludables
¡casi nada!

Como todas las capacidades cognitivas, la inhibición requiere entrenamiento para llegar a ser funcional y adaptativa, si entrenamos el “no” diciéndole al perro que no debe perseverar en la conducta que hace sino realizar otra que sí será reforzada o no entrenamos el “no” y nos limitamos a contracondicionar cualquier cosa que no nos interese que haga el perro, pidiendo y reforzando conductas incompatibles, lo que estamos haciendo es seguir entrenando la parte del cerebro que se dedica a hacer, pero sin poner en marcha ni entrenar las partes que deben emplearse para el no hacer. Nuestro trabajo tendrá resultados en la conducta del perro, pero no en el desarrollo saludable de su capacidad de inhibición.

Para aportarle al perro un buen entrenamiento de dicha capacidad de inhibirse debemos reforzarle por dejar de hacer algo, por interrumpirlo a medias. Una de las características que marcan el buen trabajo es que al construirlo el perro no llegue a terminar la conducta que deseamos inhibir, pero sin impedir que aparezca: activaremos la conducta a inhibir y debemos conseguir que la interrumpa una vez iniciada y antes de completarla. Esto era algo muy difícil con el protocolo de entrenamiento antiguo y por eso desarrollamos el actual, en el que el perro desea alcanzar algo apetecible en una situación controlada, le damos la indicación de inhibición y le reforzamos cuando interrumpe la conducta que ya estaba mostrando.

El entrenamiento de la inhibición dirigida, además de ayudar al desarrollo emocional y social saludable del perro, tiene un sentido práctico, pues el tener una manera positiva y clara de indicarle que deje de hacer determinadas conductas durante los paseos u otros momentos que estén fuera de los reducidos límites de una sesión de adiestramiento es una útil herramienta para la convivencia.

Al darle este valor positivo durante su entrenamiento inicial se hará más fácil su correcta trasferencia al ámbito social manteniendo un tono positivo.

Podría parecer que en dicho ámbito social inhibirse porque nos lo indica otro individuo es algo con valor emocional negativo, esto no es así: si un profesor le indica a un alumno durante un examen que su respuesta no es adecuada este le estará agradecido al profesor que le ha evitado un error (salvo que el profesor sea muy, pero que muy cabrón). Cuando la indicación de que nos inhibamos viene de alguien que merece nuestra confianza es considerada una ayuda y refuerza la calidad de la relación social entre los individuos, de hecho la adecuada capacidad de inhibirse es necesaria para el trabajo coordinado y es uno de los cimientos de la capacidad social.

Esto nos podría hacer pensar que nada es mejor para relacionarnos con nuestro perro que ir diciéndole que “no” a todo, obviamente esto no es cierto.

Es frecuente en las comedias estadounidenses la aparición de una pareja mayor en la que ella le dice a él que no haga/coma determinadas cosas, lo que a él le molesta profundamente y le impulsa a llevar a cabo precisamente lo que le acaban de decir que debería inhibir, normalmente con el resultado de que sale perjudicado porque su esposa, aunque fastidiosa, tenía razón.

¿Qué ha pasado en este caso para que el “no” informativo no ayude a mejorar la relación entre la pareja? Aparentemente se dan todas las condiciones necesarias para ello: la relación afectiva es suficiente, inhibirse trae efectos beneficiosos al marido… Lo que suele fallar es la proporción, la inhibición implica parar bruscamente un montón de procesos físicos y mentales que ya están en marcha, lo que supone un importante sobreesfuerzo para el organismo y el sistema cognitivo. Si durante el transcurso de nuestra relación la mayoría de las veces que damos indicaciones al otro, sea un perro o un marido sesentón, son para que deje de hacer en lugar de para que haga, estaremos causando un agotamiento mental y físico profundo que terminará traduciéndose en un estado emocional negativo. Como tantas cosas en la vida, la inhibición dirigida es algo bueno y saludable en la justa medida, mientras que su abuso resulta perjudicial.

Debemos limitar el número de ocasiones en las que pedimos a nuestro perro que se inhiba, siendo la mayoría de las indicaciones que le demos para que aprenda, para que realice conducta conocida o simples intercambios afectivos. Que las veces que le pedimos que se inhiba no superen el diez por ciento de las cosas que le solicitamos o enseñamos es una buena norma.

Por último decir que en lo que sí coincido plenamente con los críticos de la indicación “no” es en la dificultad de mucha gente para usar esta palabra en concreto con un tono adecuado, de ayuda. Parece que al decir “no” mucha gente saca al oficial prusiano que lleva dentro, haciendo que resulte amenazadora, lo que le dará un valor social y emocional negativo. Aunque el perro deje de realizar la conducta no será porque hayamos conseguido una inhibición saludable, sino debido a la aparición de miedo. Ya llevamos varios cursos diciéndole a nuestros alumnos que estamos pensando en cambiar la señal del “no” a “error”, “fallo” u otra que no tenga en quienes la utilizan el efecto de la pócima que inventó el doctor Jekyll. Creo que de este Abril no pasa.

Qué largo me ha salido, de esta me tengo que buscar una webmamaster nueva 🙁

Lluvia de albóndigas.

Hace tiempo comenté en el post titulado Consolidar fallos que era un problema común intentar corregir mediante la extinción pequeños defectos de un ejercicio, como la inercia de cruzarse al andar a nuestro lado, con la consecuencia de que se empezara a resentir la calidad del adiestramiento, lo que nos hacía volver a reforzar el ejercicio con defecto, metiéndolo en un programa de refuerzo intermitente que daba consistencia a la incorrección que queríamos corregir inicialmente.

Y es que la extinción es algo trabajoso, un perro que ha establecido que su conducta instrumental aumenta la posibilidad de que aparezca un refuerzo se aferrará a ese aprendizaje, volviéndose insistente (ya sabemos cómo va la curva de extinción) ante la desaparición del premio. Además resulta emocionalmente agotador para el perro esforzarse y no cumplir su expectativa, siendo fácil que aparezcan reacciones emocionales negativas que lleven a que empeore su conducta de manera global, incluso afectando a su interés e implicación en el entrenamiento y en nosotros: al fin y al cabo a las personas nos pasa lo mismo, cuando tenemos un trabajo en el que nos esforzamos al máximo y nos ignoran terminamos aprendiendo a pasar de todo y extinguiendo nuestra conducta, pero después la relación con trabajo, jefes y compañeros no será ni mucho menos igual que antes. Eso es lo que notamos que sucede, de manera más o menos intuitiva, por eso se nos ponen de corbata, cedemos y reforzamos de nuevo el ejercicio inexacto.

Y hacemos bien, porque la extinción puramente conductista puede ser bastante destructiva para la relación con nuestro perro; la ansiedad, la sobreactivación y los estados emocionales negativos acechan. Ojo, estos efectos nocivos sólo se dan cuando se cumplen determinadas premisas: el perro no tiene claro lo que queremos extinguir, siente que su esfuerzo al trabajar es inútil y que sus demandas afectivas ante el fracaso son ignoradas. En situaciones en las que no existe ni ambigüedad, ni un contexto de trabajo en equipo, como dejar de darle comida en la mesa para que no pida, no hay problema para utilizar la extinción.

Afortunadamente existen estrategias alternativas más sencillas y eficaces, una de las más funcionales es infrecuente porque resulta contraintuitiva, sin embargo todos los resultados experimentales prueban su consistencia: La aparición aleatoria de premios.

La tensión generada por la extinción surge por la expectativa del perro de que con su conducta conseguirá el premio, cuando no hay premio responde inicialmente aumentando su esfuerzo en la conducta que había sido eficaz. Pero si la comida empieza a aparecer de manera frecuente y aleatoria surge un curioso efecto: el perro abandona la conducta aprendida rápidamente, mucho más que con la extinción, y sin tensión emocional, no tenemos que “convencerle” de que por más que insista no conseguirá nada, sino que el perro voluntaria, rápida y relajadamente deja de mostrar una conducta que no aporta ningún beneficio cuando los refuerzos vienen “caídos del cielo”.

Por supuesto la forma general de la conducta entrenada también se puede alterar al principio con esta estrategia, pues le estamos reforzando todo el rato, pero sin estados emocionales negativos que puedan afectar en el medio o largo plazo (recordemos que el estado emocional es el primer evaluador de la calidad de un trabajo).

Tras unas sesiones en las que dejamos que el perro se relaje recibiendo los refuerzos gratuitos será sencillo reiniciar el entrenamiento dirigido colocando los refuerzos de manera que se premie la conducta correcta. Puesto que el perro se encuentra bien, calmado, cómodo y seguro será fácil que siga nuestras nuevas indicaciones y no reactive la conducta incorrecta. Es importante no hacer demasiadas de estas sesiones, pues podemos provocar el efecto llamado pereza aprendida que después nos dificultaría el aprendizaje.

Of course, no digo que está que propongo sea la única o la mejor estrategia para reconducir conductas inexactas, hace tiempo que me parece muy difícil decir que algo es “lo mejor” e impensable decir que algo es “lo único” que funciona en adiestramiento. Pero es una estrategia muy eficaz, que por poco conocida y contraintuitiva, se conoce y aprovecha bastante menos de lo que los resultados que se pueden obtener harían recomendable. A nosotros nos ha funcionado muy bien en EDUCAN, sobre todo para reconducir a perros con adiestramientos previos consistentes. Una herramienta más de trabajo, pero una buena herramienta.

Después de unos cuantos post que se alejaban de la práctica directa del adiestramiento creo que se imponía volver al turrón ;).

El antropomorfismo, ese pretendido mal…

Ibo Cata y Ela

Antes de empezar a dar mi opinión sobre este tema tan polémico voy a “arroparme” con unos cuantos argumentos de autoridad:

“El miedo al antropomorfismo y sus peligros ha hecho a los etólogos pasar por alto muchos fenómenos interesantes, resultando obvio que podrían haberse permitido el lujo de caer en una mínima indulgencia disciplinada”.

ROBERT HINDE

“Conseguir unir el entendimiento intuitivo con la recogida sistemática de datos supone tanto el desafío como el placer de estudiar el comportamiento animal. No creo que uno pueda realmente investigar sobre un animal al que no quiere”.

KONRAD LORENZ (Varias de estas y me reconcilio para siempre con él, ya estoy en camino).

“El antropomorfismo es un riesgo que debemos correr porque debemos partir de nuestra propia experiencia para poder formular preguntas sobre los animales”.

CENAMI SPADA

“El antropomorfismo ha demostrado su valor al servicio de una ciencia buena y sólida. El vocabulario tan ampliamente utilizado para describir la conducta animal, con términos como agresión, miedo, dominancia, juego, alarma y lazos de parentesco, se han tomado directamente del lenguaje utilizado para estudiar el comportamiento humano”.

FRANS DE WAAL

Una vez visto que si alguien piensa que estoy loco, al menos reconocerá que es una afección que ha contagiado a alguno de los estudiosos más serios y reconocidos de etología, puedo empezar a exponer mi idea.

En el mundo del perro se arroja la acusación de antropomorfismo como la máxima expresión de ignorancia sentimentaloide, quien cae dicho pecado es el último eslabón de la incompetencia.

Y yo creo que de esta visión pacata, corta de miras y que conlleva en realidad un fondo pseudo-religioso (el hombre no es un animal más, es otra categoría, solo por ignorancia o un sentimentalismo blando y fácil se pueden comparar animales y personas), ha hecho más daño al avance de la etología –que ya lo va superando- y del adiestramiento que casi ninguna otra cosa.

Sabiendo que hay que tener una serie de precauciones tales como recordar que entre hombre y perro se pueden establecer analogías pero no homologías, que estas deben manejarse con una visión heurística y no estricta y que sin un conocimiento previo de la etología estructural del perro (los retroconductistas se lo pueden ahorrar, al cabo Skinner dijo: “ Una paloma, rata, mono ¿cuál es cuál? No tiene ninguna importancia”) no se puede llegar a ningún sitio bueno.

Tomando dichas precauciones el uso del antropomorfismo es óptimo para estudiar cómo son los perros en un nivel más profundo del que actualmente conocemos, es una herramienta de análisis, una ayuda para “ver más allá” y plantear hipótesis a contrastar… una gran herramienta para la ciencia de base y para el desarrollo de tecnología.

Como ejemplo pondré el afecto, ¡cuánto ha costado aceptar que el afecto es un poderoso motor de conducta del perro! Todo porque parecía que DEBÍA ser una cualidad estrictamente humana.

En cuanto hacemos el análisis de la utilidad del afecto (mantener cohesionadas a los grupos de especies sociales) vemos que la practicidad es análoga en personas y perros, puesto que ambas especies tienen necesidades equivalentes en esta área. Por ello lo ilógico, lo irracional, sería pensar que no tienen una estructura equivalente (pero no igual a la nuestra).

Por eso yo os recomiendo: un estudio serio del perro, un buen conocimiento de la etopsicología humana, un criterio riguroso y ¡¡¡mucho antropomorfizar!!!

Espejo, espejito…

Debido a los trabajos que muestran la capacidad del perro para aprender imitando a personas y por el salto a la palestra de algunas publicaciones científicas y propuestas de adiestramiento, se ha empezado a hablar y escribir de las neuronas espejo en los perros.

Las neuronas espejo son un tipo especial de neuronas que descubrió casualmente Giacomo Rizzolatti (junto a Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese). Otro como Paulov, que mientras experimentaba sobre otra cosa se encontró con un Bingo científico: él originalmente estudiaba las neuronas que controlaban determinados movimientos en macacos, pero se dio cuenta de que parte de esas neuronas se activaban sin necesidad de que el mono se moviera si estaba viendo a otro mono hacer el movimiento estudiado.

Esto se debía a la existencia de un tipo de neurona desconocida hasta entonces, las neuronas espejo que se activan tanto al realizar una acción como al observar esta acción realizada por otros. Estas neuronas tienen una importante función para el aprendizaje social, facilitan entender las acciones e intenciones de los otros, también permiten el aprendizaje por imitación, por lo que su descubrimiento ha traído un vigoroso estímulo al estudio del aprendizaje social y de la metacognición. El libro «Las neuronas espejo » de Rizzolatti y Sinigaglia está traducido al castellano y publicado por Paidós.

En el mundo del perro, donde intercalamos la suspicacia y el entusiasmo hacia las novedades, se han publicado varios artículos dando por hecho la existencia de neuronas espejo en los perros.

Vayamos por partes.

Para demostrar la existencia de neuronas espejo en una especie hacen falta: la observación de la actividad cerebral a través de técnicas de observación de la actividad cerebral, principalmente la resonancia magnética funcional (también se ha usado la tomografía computerizada y el electroencefalograma) y la comprobación de la existencia de determinados comportamientos y formas de aprendizaje social, principalmente el aprendizaje por imitación.

En los perros se ha demostrado experimentalmente la capacidad de aprender imitando (Reproducing human actions and action sequences: “Do as I Do!” Topál, Byrne, Miklósi y Csanyi 2006 y después más trabajos de Miklosi y los de Tomasello y Kaminsky), desde luego los resultados permiten inferir la existencia de neuronas espejo en los perros, pero todavía nos falta cubrir el otro requisito: la observación de la actividad cerebral del perro.

Mi documentalista no había encontrado ningún trabajo que mostrase este segundo parámetro, así que escribí a varios autores que mencionaban en sus escritos la existencia de neuronas especulares en perros, además de pedir la colaboración de mis lectores en una respuesta de este blog. Debo agradecer la amabilidad de los escritores a quienes he consultado y de mis lectores al aportarme muchos datos que no conocía y que me han ayudado a entender exactamente qué sabemos sobre las neuronas espejo en perros.

Sin embargo, la mayoría de las citas consistentes eran de un mismo experimento, ya fuera directamente o a través de referencias en otros trabajos: Neural Circuits Involved in the Recognition of Actions Performed by Nonconspecifics: An fMRI Study, Buccino et Al.2004. Es cierto que en este estudio aparecen perros, monos y personas, pero si lo leemos con atención veremos que sólo se estudia la actividad cerebral de las personas, lo que se hace es ver si las neuronas espejo de las personas se activan al ver a otras especies actuar. No estudian en absoluto las respuestas de los perros ni de los monos.

No he encontrado, y estoy casi seguro de que no existe, ningún trabajo experimental que haya buscado, encontrado y registrado la actividad de neuronas espejo en perros.

Afortunadamente Juan Francisco Calle, director de la excelente web de divulgación Doogweb, ha aportado un dato muy relevante: En un su artículo del día cinco de este mes (anteayer) ¿Cómo piensan los perros? Hace referencia a que la Universidad de Emory ha sido la primera en poder iniciar estudios de neuroimagen con perros, y la Universidad de Emory lo publicó tan solo un día antes (felicidades Juan Francisco por la rapidez en trasmitirnos la “ultima hora científica”). A partir de aquí podemos hacer una ecuación sencilla, si hasta ahora no se había aplicado la resonancia magnética funcional al estudio de la actividad cerebral de los perros no podía haber registros realizados con esta prueba.

Yo tengo la convicción profunda de que los perros poseen neuronas espejo porque la evidencia comportamental demuestra la capacidad de los perros de empatizar y de aprender imitando (incluso a personas, que no son coespecíficos) y creo que es una justa aplicación de la navaja de Occam, considerar la explicación más parsimoniosa que ante el mismo tipo de aprendizaje y respuesta a una situación, en diferentes mamíferos sociales se activen mecanismos homólogos, pues el cerebro hasta ahora ha mostrado estructuras de funcionamiento similares en diferentes especies, además de tener un funcionamiento holístico que dificultaría el surgimiento y acople de estructuras análogas, no es como el pulgar del panda o las alas del murciélago.

Pero, para pisar consistentemente en nuestras afirmaciones, debemos decir que los conocimientos actuales únicamente sugieren la existencia de neuronas espejo en nuestros compañeros caninos. Esto ya es bastante milagroso como para celebrarlo, no hace falta que adelantemos acontecimientos, seguro que en unos meses los señores de la Universidad de Emory nos lo confirman ;).

Otra discusión será sobre si los perros tienen neuronas de Von Economo (estas sí se han encontrado en elefantes, ballenas y posteriormente en otros cetáceos menores como los delfines)o, a las que se les atribuye mucha importancia en la autoconciencia y el ajuste rápido a situaciones sociales con alta carga emocional. Aquí la idea generalizada es que los perros no las poseen, pero personalmente no lo veo tan claro, creo que se puede argumentar con solvencia a favor de la existencia de este tipo de neuronas en los perros. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión :).

«Do as I Do» (hazlo como yo).

El otro día recibí una nota informativa de nuestros colegas del centro canino “Cinco Huesos” sobre un seminario que organizaban: Traen a Claudia Fugazza a exponer su sistema “Do as I Do” (hazlo como yo).

En nuestro país se hacen muchos y buenos seminarios con ponentes de calidad, normalmente entrenadores de renombre de especialidades concretas (VPG, Agility, OCI, problemas de gestión emocional del miedo o la agresión…) que exponen y ponen en práctica sus filosofías, procedimientos y técnicas probadamente exitosas.

Este seminario es muy diferente.

Claudia Fugazza ha desarrollado un protocolo de trabajo, “Do as I do” (hazlo como yo), que utiliza el complejo proceso cognitivo y social de la imitación para enseñar al perro, esto significa que el perro aprende imitando lo que hace su guía humano. Me sorprendió mucho esta propuesta y aún más el hecho de no saber quién era la señorita Fugazza ni que existía el “Do as I Do” como protocolo de entrenamiento, pues suelo estar bastante actualizado y el tema de empatía, simpatía y sincronía está muy ligado a la imitación, al indagar descubrí que se había presentado oficialmente en un libro que se editó en diciembre del año pasado, o sea menos de medio año. Realmente es una noticia de última hora, así que me siento excusado por no conocer su trabajo hasta ahora.

En mi opinión esta es la propuesta más importante que ha aparecido en entrenamiento de perros desde… bueno desde que nosotros planteamos incorporar al entrenamiento de manera sistemática los procesos cognitivos de resolución de problemas, formación de conceptos y toma de decisiones, así como de trabajar la gestión emocional y llamamos al conjunto de nuestras propuestas adiestramiento cognitivo-emocional.

“Do as I Do” es tan importante porque no solo plantea la existencia en los perros de una capacidad cognitiva y social muy compleja, como es la imitación, sino que aporta un protocolo concreto y sistemático para aprovechar esta capacidad en el adiestramiento. Algo completamente novedoso y revolucionario.

He comentado lo relevante, en mi opinión, de esta propuesta con otros colegas y en varios casos he tenido una sensación de “déjà vu”, me han planteado que Claudia Fugazza no ha tenido grandes resultados en competiciones o que en sus videos el nivel de entrenamiento de su perro es inferior al que obtienen otros entrenadores que enseñan las mismas destrezas con métodos tradicionales.

¿Cómo se puede ser tan corto de vista? (el texto original era «¡Putos miopes!», pero me comentan que es inadecuado, así que no lo pongo :)).

El primer coche era menos eficaz que el último carromato, pero lo que suponía de avance conceptual era incuestionable y marcaba el inicio de una época… o el final de la anterior. Es normal que los protocolos y las técnicas concretas para aplicar la imitación como motor de enseñanza sean mejorables ¡acaban de empezar! Pero dentro de diez años las técnicas se habrán afinado y no entenderemos cómo podíamos entrenar sin tomar en cuenta la imitación. Y será gracias a la señorita Fugazza. Con esto no quiero decir que tengamos que dejar de utilizar los procesos de aprendizaje que se usaban hasta ahora para enseñarlo todo a través de la imitación (en rastreo en concreto no lo recomiendo en absoluto, salvo que uno tenga más experiencia que Pocholo Martínez-Bordiú), sino que tendremos una vía más de adiestramiento, no una técnica nueva, sino una nueva manera de enseñar.

Claudia Fugazza ha cambiado para siempre el entrenamiento de perros, sin vuelta atrás, da igual que después otro entrenador con más “mano” o interés en la competición consiga mejores resultados aplicando “Do as I do”, no importa que algunos lo utilicen, se beneficien de ello y después digan que en realidad era algo que siempre se había hecho y que no había novedad en la propuesta. No importa que los adiestradores más ancestrales y cerrados sonrían y se hagan gestos cómplices de desprecio al decir “…que los perros imitan ¡qué se inventarán ahora para vender cursos!”. Nada de eso importa porque esta brillantísima entrenadora nos acaba de regalar el siguiente paso en la evolución del adiestramiento de perros y si alguien no sabe verlo es él quien tiene el problema.

Como se puede deducir de mis palabras me parece necesario conocer el trabajo de Claudia Fugazza para tener una visión completa sobre cómo enseñar a nuestros perros aprovechando el máximo de procesos cognitivos y sociales, por ello veinte entrenadores de EDUCAN ya nos hemos apuntado a este seminario. Yo os recomiendo empezar a usar la imitación social como motor de aprendizaje 😉 .

My sea lion is rich and the dolphin is in the kitchen.

Finalmente el lunes día doce me tocó hacer la presentación oral en la EAAM (European Association for Aquatic Mammals) en la que hablaba de algunas de las conclusiones e ideas que hemos extraído conjuntamente el equipo de entrenadores del Zoo de Madrid y el equipo de EDUCAN sobre el trabajo desarrollado desde hace más de un año para incorporar un modelo de entrenamiento cognitivo-emocional para mamíferos marinos. El título de la presentación era “Más allá del condicionamiento operante: resultados de aplicar un modelo de entrenamiento cognitivo-emocional en leones marinos”, pero en inglés que suena como más y parece que cuentas algo un taco de serio.

Tenía que hacer la presentación en inglés, lo que me causó bastante estrés (del chungo, del más chungo que haya). Me gustaría deciros que la cosa salió mucho mejor de lo que esperaba y que al final todo el mundo me palmeó los hombros diciéndome que en realidad mi inglés no era tan malo y que era más la preocupación que el problema. En absoluto fue así, mi inglés es exactamente tan malo como sabía que era, por lo que resulté todo lo parecido que se pueda a Paco Martínez Soria declamando un texto original de Chaucer. Afortunadamente, en previsión de esto, nos encargamos de repartir copias escritas de la ponencia y además proyectamos su texto íntegro, aunque eso nos hizo renunciar al uso de videos (no viviré bastante para pedirle suficientemente perdón por esto a nuestra compañera Conchippola, que ha grabado, editado y preparado toda la progresión. Tienes mi promesa de que en la próxima el video será el protagonista).

Bien, muy resumido, lo que explicamos en la presentación fue lo siguiente (el texto se ha extraído y simplificado de nuestra ponencia Beyond Operant Conditioning: Results of applying a cognitive emotional training model to sea lions )

INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES

El entrenamiento actual de animales usa principalmente técnicas derivadas del condicionamiento operante, la incorporación de técnicas y protocolos derivadas del condicionamiento operante fue un hito en el entrenamiento de animales, pasamos de modelos artesanales de entrenamiento, dependientes de las capacidades personales de los entrenadores a un modelo técnico que nos permitía prever y planificar nuestro trabajo. El entrenamiento derivado del condicionamiento operante se caracteriza por:

  • Refuerzos individuales, sin valor social
  • Refuerzos extrínsecos
  • Papel secundario de los procesos emocionales, salvo que surjan problemas, como el miedo o la agresión, no se da un valor alto a las emociones que presenta el animal.
  • Papel secundario de la etología del animal, nos centramos en lo común, en las reglas de aprendizaje que son compartidas por muchas especies, entre ellas la nuestra.
  • El entrenamiento es valioso por sus aplicaciones en el manejo de los animales y su exhibición, la misma palabra “operante” hace referencia a la funcionalidad operativa.

Los protocolos de entrenamiento derivados de este modelo son generalistas, casi iguales para especies diferentes. Esto ha sido una importante ventaja, pues nos ha dado herramientas aprovechables en casi cualquier especie, el condicionamiento operante es el “esperanto”, el idioma universal del aprendizaje, conociendo sus reglas podemos llegar a un entrenamiento muy eficaz.

Este modelo de entrenamiento es funcional pero obsoleto respecto a lo que hoy sabemos sobre aprendizaje y conducta
. Es el momento no de desechar lo conocido, que sabemos eficaz, sino de ampliarlo, complementarlo, ampliarlo…

Los conocimientos actuales permiten y hacen recomendable:

  • Diseño de protocolos de entrenamiento especie-específicos. Existen características conductuales y de aprendizaje propias en cada especie, que nos permiten enseñar a cada una de diferente manera, como puedan ser por ejemplo la facilidad imitativa de los póngidos o el gusto por solucionar problemas de muchos cetáceos y otáridos.
  • Aprendizaje comprensivo.
  • Uso de refuerzos sociales. Las especies sociales tienen una especial facilidad para establecer vínculos afectivos y ofrecer conductas como forma de comunicarse y alcanzar objetivos grupales, esto puede y debe aprovecharse en el entrenamiento. El afecto entre animal y entrenador durante el entrenamiento suele evitarse o ser aprovechado de manera intuitiva lo que genera que no exista vinculación afectiva en el primer caso, impidiendo que el entrenamiento sea socialmente enriquecedor, o que puedan surgir, en el segundo caso, problemas de dependencia o hiperapego del animal respecto a su entrenador por potenciar la relación entre ellos de manera desordenada.
  • Construcción y aprovechamiento de refuerzos intrínsecos.
  • Mejora de la gestión emocional de los animales. La calidad de los estados emocionales que evoque el animal durante su entrenamiento debe ser el primer evaluador de la calidad de este.
  • El entrenamiento es también, y sobre todo, valioso como enriquecimiento de la vida del animal

El entrenamiento de animales tiene que convertir los avances del conocimiento en protocolos de trabajo eficaces.

Nuestro proyecto propone un modelo de entrenamiento que incorpora y aprovecha estos parámetros de manera sistemática y ordenada esto permite aprovechar unos procesos que, en realidad, todos los entrenadores con experiencia usan de una u otra manera, pero de una manera organizada y evaluable.

OBJETIVOS

Sistematización de un protocolo de entrenamiento especie-específico reproducible y con evaluadores fiables de éxito/avance, frente al aprovechamiento intuitivo que se hace de la mayoría de los procesos implicados en el aprendizaje y generación de conducta de los animales que no son condicionamiento operante.

Aprovechamiento del afecto entre el animal y su entrenador como motor de conducta, frente al uso único de recompensas
para conseguir la ejecución de destrezas. Los entrenadores son amigos de los animales, no dispensadores de comida.

Evaluación y búsqueda de la diversión del animal para motivarle a entrenar
, frente a estimularle únicamente con recompensas de comida.

Entrenamiento como contexto donde realizar actividades divertidas y que suponen estimulación mental y física para el animal, frente a la visión de enseñar y exhibir habilidades vistosas pero que no implican necesariamente una mejora de la calidad de vida del animal.

Tras esto explicábamos como se divide el modelo en entrenamiento c-e de tres etapas, así como los objetivos y protocolos de trabajo de cada una de ellas, la forma de tomar los datos y otras explicaciones sobre cómo se ha llevado a cabo todo el trabajo, después expusimos los resultados:

RESULTADOS Y CONCLUSIONES

Beneficios generales

Aunque el número de animales es muy escaso como para llegar a conclusiones definitivas, el conjunto de los datos recogidos y las opiniones de los entrenadores coinciden en señalar los siguientes beneficios:

  • Disminución de la cantidad de refuerzos primarios extrínsecos (pescado) para mantener o mejorar la calidad del entrenamiento.
  • Mayor consistencia de las conductas entrenadas.
  • Mejora de la relación de los animales con los entrenadores, en algunos casos prefiriendo el contacto afectivo y/o lúdico a la obtención de recompensas con comida.
  • Disminución del estrés en los animales, mejora de su gestión y disminución de los altibajos emocionales durante el entrenamiento.
  • Mejora general de la conducta de los animales en la instalación e interacción con otros individuos, si bien se simultanearon procesos de castración química que no nos permiten concluir qué parte de esta mejora es atribuible al cambio de protocolo de entrenamiento.

Problemas y limitaciones

  • Generales: Por las características del modelo de entrenamiento se hace necesario que nuevos entrenadores que se incorporen al equipo deban realizar la etapa de vinculación y comunicación para mantener los resultados obtenidos por los entrenadores ya vinculados al animal.
  • Leones marinos de California: Eddie y Elvis mostraron un aumento puntual de sus niveles de estrés durante el planteamiento de problemas (aprendizaje comprensivo), que se gestionó exitosamente a través del uso del espacio de calma entrenado al efecto.
  • León marino de la Patagonia: Simón tuvo una dificultad importante para conseguir secuencias largas de conductas que se reforzaran de manera intrínseca, lo que sólo se ha conseguido de manera ocasional. Esto es atribuido por los entrenadores al carácter tranquilo del ejemplar.

El conjunto de participantes en este trabajo compartimos que el modelo propuesto aporta:

  • Respecto al entrenamiento de los animales:
    • Trabajo más ordenado y sistemático
    • Toma de datos fiable
    • Facilidad de elección de criterios y momentos de avance
    • Facilidad de planificación de sesiones y exhibiciones
  • Respecto a los animales:
    • Un modelo especie-específico de entrenamiento mejora los resultados y aumenta los beneficios que los animales reciben al ser entrenados.
    • Potenciando procesos de refuerzo intrínseco los animales disfrutan más de su entrenamiento y se reduce la necesidad de reforzadores extrínsecos.
    • La relación afectiva de los animales con sus entrenadores puede ser un elemento de enriquecimiento social para los animales sociales.
    • La activación de procesos cognitivos implica una mayor consistencia del entrenamiento y una mayor implicación del animal en el proceso.
    • La incorporación de espacios de calma y juego permiten gestionar de manera óptima las alteraciones emocionales que surgen durante el entrenamiento.

Recomendaciones

  • En nuestra opinión los beneficios y resultados antes descritos hacen recomendable incorporar los procesos de aprendizaje comprensivo, refuerzo intrínseco y gestión emocional no solo en los leones marinos, sino en cualquier especie sometida a entrenamiento.
  • La vinculación afectiva entre animal y entrenador no debe ser evitada o dejada a la intuición del entrenador, sino tutelada y optimizada para que sea útil como refuerzo y enriquecimiento social para el animal.
  • Tener protocolos sistematizados de trabajo con evaluadores objetivos de éxito/avance permite una toma de datos sencilla, mayor rapidez en la adquisición de destrezas del entrenador y un entrenamiento más consistente, también disminuye los sesgos, permitiendo unificar resultados y replicar las condiciones experimentales cuando se llevan a cabo investigaciones usando animales entrenados.

Lo cierto es que después de la ponencia se nos acercaron bastantes personas para consultarnos acerca del entrenamiento c-e, supongo que porque no entendieron cuando lo expliqué en inglés 🙂 , esto nos ha permitido contactar con colegas de varias partes del mundo y compartir experiencias muy enriquecedoras.

Por nuestra parte, y en conjunto con el equipo de entrenadores del Zoo de Madrid, hemos preparado dos nuevos proyectos para presentarle a la directiva de dicha institución: iniciar el entrenamiento de las crías de león marino que han nacido en el Zoo con el protocolo que hemos desarrollado durante este año (por cierto que no olvido mi promesa y ya mismo se pone en marcha un concurso en nuestro Facebook para que varios de vosotros me podáis acompañar a conocer a los bebés de león marino) y entrenar completamente a algunos delfines con un modelo c-e, evaluando la incidencia que tiene el modelo de entrenamiento en la realización espontánea de conductas intrínsecamente satisfactorias por parte del animal durante el tiempo que no está siendo entrenado ni en exhibiciones, pero esta es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.

Importancia de los oteaderos para la calidad de vida del gato doméstico.

Me ha decidido a escribir este post la consulta de una alumna sobre su gata Amparo (decidme que no es un nombre genial para una gata), con un feo problema de agresión, porque me pareció curioso que, aunque ha consultado a buenos profesionales y le habían prescrito un tratamiento adecuado, nadie había tomado en cuenta la existencia, cantidad y distribución de oteaderos en su vivienda.

Los oteaderos son lugares elevados y cómodos que permiten controlar visualmente el entorno, son muy relevantes para la mayoría de los félidos, entre ellos el gato doméstico, pues permiten evaluar las situaciones novedosas que se produzcan desde una situación segura y así elegir una estrategia de afrontamiento controlada, con niveles de estrés que puede gestionar fácilmente. También ofrecen al gato la posibilidad de retirarse a un lugar privado y tranquilo para estar sólo, si los perros adoran las “cuevas” que se forman en las esquinas y bajo los muebles de casa los gatos se pirran por los “miradores” (algo que he intentado -sin éxito- explicarle a Gastón, el malinois macho de casa, que se tumba largas horas en lo alto del respaldo del sofá para otear desde el ventanal qué pasa por el campo cuando él no está persiguiendo conejos).

La primera opción de un gato ante una situación tensa será observarla a distancia segura desde su oteadero, si no dispone de uno se encontrará inmerso en el problema sin poder hacer su evaluación “a vista de pájaro”, lo que le genera altos niveles de estrés y fácilmente termina en problemas de miedos y/o agresión. Y es que la segunda opción (no disponiendo de la primera) del gato ante un problema, será esconderse debajo de algún mueble, pero al hacerlo no procesa la información como haría desde el oteadero, mientras está escondido se mantiene e incluso aumenta el nivel de ansiedad, por lo que esconderse no es una ayuda para superar positivamente la situación, sólo es un recurso de urgencia para salir del paso. Si esto se repite mucho o el escondite es inseguro para el gato aumentará aún más su ansiedad y es fácil que empiece a mostrar conductas agresivas. Muchos problemas severos empiezan por la falta de estas atalayas que son parte de la cimentación de la salud emocional del gato.

Pero sin ponernos tremendos e irnos a casos de agresión podemos afirmar que los oteaderos funcionan como reguladores del estrés, elementos de seguridad, comodidad y calidad de vida para los gatos domésticos, por lo que debemos procurárselos en aquellos lugares de nuestra vivienda en los que hay movimiento y pasan más cosas, principalmente el salón (salvo en casa de Álvaro Muñoz Escassi ;)).

Espero que este tema gatuno no desanime a los perreros acérrimos que siguen el blog, pero no sólo con perros convive el hombre. Además es que me encantan, flipo con los gatos, es un animal inteligente, atractivo y con una etología apasionante, su conducta está muy influída por su ecología, lo que hace que diseñar un entorno vital adecuado permita su felicidad y evite el surgimiento de problemas. Desde aquí animo a todos los interesados en conducta canina que se animen a estudiar a los gatos, enganchan muchísimo.

Feliz salida y entrada de año para tod@s. El 2012 va a ser el año de la educación canina y el buen rollo entre profesionales de la conducta canina, ya lo veréis.

Artículos para «Pelo, pico, pata»: La educación en los perros jóvenes

Hace unos meses comentaba que “Pelo, pico, pata” me había contratado para escribir una serie de artículos, esto me alegró mucho por varios motivos: el primero era poder colaborar con el director de esta publicación, persona que siempre he considerado de las más interesantes del entorno profesional del perro.

También me gustó que ni siquiera se plantearon que escribiese los artículos gratis, lo que en este mundillo es extraño, pues publicaciones que tienen un claro y lícito ánimo de lucro suelen considerar normal solicitar artículos a especialistas sin pensar siquiera en pagarles, considerando que la promoción que les supondrá aparecer en sus páginas es recompensa más que suficiente. Considero que esta práctica es muy nociva (y un poco surrealista) para todos los profesionales. Para entidades sin ánimo de lucro toda la ayuda que haga falta, pero si quieren generar beneficios comerciales con tu trabajo deben pagarlo.

La tercera razón es que me ofrecieron la posibilidad de que los artículos que escribiese para ellos fueran publicados en este blog dos meses después de salir publicados en la revista, lo que me pareció una buena idea.

A partir de ahora iré publicando estos artículos citando que son los redactados para “Pelo, pico, pata”.

La educación de los perros jóvenes

Los perros también pasan una adolescencia que puede poner a prueba los nervios de sus familias, conociendo cómo actuar será mucho más fácil que superemos esta etapa sin desesperarnos, incluso podemos hacerlo divertido.

La madurez sexual de un perro (que suele darse entre los nueve y los dieciocho meses, según la raza y el individuo concreto) es un momento difícil para él y, en muchas ocasiones, para su familia humana. La efervescencia de las hormonas puede hacer que se desordene la conducta, incluso en perros en los que era impecable, además el perro joven se siente físicamente más seguro de sí mismo, con lo que su vitalidad e impulsividad aumentan, lo que puede causar desajustes en la convivencia familiar y alterar su estado emocional.

El trabajo con un perro joven debe cubrir varias áreas para poder resultar eficaz a largo plazo, no debemos limitarnos a intentar cortar sus conductas, pues son la expresión de una serie de cambios físicos y mentales inevitables que debemos canalizar de manera adecuada. La represión y el castigo como única solución pueden dar resultados a corto plazo, pero a la larga afectarán negativamente al perro y pueden terminar en la aparición de problemas de conducta. No estamos ante un perro desobediente, sino ante un adolescente desorientado, deberíamos ser comprensivos ¡Todos hemos pasado por ello! La prioridad es la educación.

La educación es el proceso de aprendizaje que busca integrar al perro en su grupo social y hacerlo competente en las relaciones que establezca en él. Por ello es muy relevante enseñarle juegos y acciones que realizar de manera coordinada y subordinada con los miembros humanos de su familia: Enseñarle a traer y entregar la pelota o juegos de tirar del juguete hasta que se le indica que lo suelte facilitan que aprenda a formar equipo con nosotros, pero aceptando nuestra dirección al tener que empezar y terminar los juegos cuando indicamos.

Los perros jóvenes suelen ser fácilmente excitables, la gestión de las emociones es una parte fundamental de una educación correcta: tenemos que enseñar a nuestro perro a ser capaz de auto-controlarse, pues si no tendremos que ante cualquier situación que le altere se subirá por las paredes (en algunos casos literalmente). Para ello es ideal entrenar su olfato con ejercicios sencillos y divertidos, escóndele unos trozos de comida por la casa e indícale con un comando que los busque, también puedes hacerlo en el parque o en el campo poniendo varios premios distribuidos por una zona concreta. Cuando inicies el juego verás cómo se entusiasma, pero lo bueno de esto es que para poder olfatear con eficacia y conseguir sus chuches necesita concentrarse y actuar con autocontrol, con lo que en pocas sesiones verás que tu perro ha aprendido a mantener sujeta esa excitación. Es una lección que aprovechará toda su vida. Además habrás incorporado una nueva y divertida actividad a la lista de juegos que puedes hacer con tu perro.

También es un momento en el que el perro desarrolla al máximo sus capacidades de propiocepción (sentido que informa al perro de la posición y estado de su cuerpo) y equilibrio, por eso los adolescentes son tan desgarbados: han crecido, sus cuerpos son casi adultos, pero aún tienen que aprender a conocerlos y controlarlos. Los perros son iguales, basta ver un dogo alemán o un San Bernardo de un año para darnos cuenta de que aún no tienen muy claro qué hacer con todas esas patas. Podemos enseñarles ejercicios simples que aceleren y mejoren este proceso: andar hacia atrás, rodar, tocarse la nariz con la pata (no se crean que exagero) son ejemplos divertidos y eficaces de esto.

Con respecto a la relación con otros perros este es un momento particularmente importante, pues aunque nuestro joven amigo estuviese bien socializado y fuera amigable es posible que en esta etapa se vuelva un poco “gallito”, lo que lleva a mucha gente a dejar de juntar a su perro con otros para evitar conflictos. Esto es peligroso, pues podemos estar aumentando el problema y encontrarnos con un día en el que ya no podemos estar con casi ningún perro. Lo ideal es acudir a grupos o clases de socialización de perros jóvenes, donde a través de la inducción de calma, las sueltas controladas y las correcciones adecuadas a los perros que se ponen brutotes (normalmente “arrestándoles” diez minutos) se consigue mantener la capacidad y buenas maneras sociales del adolescente canino. Estas clases de jóvenes también incluyen sesiones de adiestramiento, con particular énfasis en el comando de acudir a la llamada (porque es frecuente que en esta etapa se vuelvan algo “sordos” cuando se les pide que vengan), y paseos en grupo, que nos ayudarán a que nuestro amigo canino sea obediente con nosotros y sociable con sus congéneres. Esta es una de las mejores inversiones que podemos hacer, además encontraremos gente con problemas e inquietudes similares a las nuestras, lo que nos animará y normalmente terminará con la incorporación de un par de buenos amigos con perro a nuestra agenda ¡Ya tenemos con quienes organizar actividades caninas!

Algunas ventajas emocionales del entrenamiento de la propiocepción y el equilibrio.

El trabajo de mejora de la propiocepción y el equilibrio no sólo sirve para conseguir complejas habilidades caninas, también aporta una serie de beneficios globales que hace recomendable su entreno en todos nuestros perros, llegando a tener utilidad terapéutica en algunos casos.

Por ejemplo: los perros tienden a tener una mala percepción de su parte trasera, esto hace que se sientan inseguros al tropezar sus patas posteriores con alguna cosa, al intentar andar hacia atrás o, simplemente, al moverse por entornos abigarrados y notar que algo les toca el tercio posterior. Esto es importante, por ejemplo, para los perros de terapia que tendrán que trabajar en lugares cerrados, con múltiples “cacharros” con los que puede topar su parte de atrás, si su propiocepción no está entrenada es fácil que el perro (que ya está en un ambiente generador de estrés) tenga una respuesta excesiva que le pueda llevar a negativizar la situación de trabajo e incluso dar al traste con la sesión.

También los perros sensibles y muy activos (como muchos malinois y border collies) muestran normalmente una respuesta excesiva al verse sorprendidos cuando algo toca su parte trasera, esta activación tan alta fácilmente puede convertirse en miedo, dando lugar a múltiples problemas. Si el perro tiene una buena propiocepción de dicha parte trasera la respuesta de sorpresa no desaparecerá del todo, pero disminuirá notablemente, evitándonos que aparezcan y se fijen las reacciones emocionales negativas de las que hablábamos.

El entrenar a tocar y mantener el contacto en targets con aquellas partes del cuerpo que provocan en el perro una respuesta emocional excesiva es una buena medida para aplicar la propiocepción a la mejora de la conducta e incluso la salud de los perros. Es frecuente que animales que muestran respuestas inadecuadas al tocarles, por ejemplo, las patas puedan eliminar su problema si les moldeamos que toquen un target con ellas: evitamos conflictos, malestar emocional y problemas, cuando esto se consigue podemos generalizar con facilidad el estado emocional positivo, además al ser el perro el que “decide” tocar es proactivo durante el avance del trabajo y no tienen por qué aparecer reacciones problemáticas. Incluso hemos usado esta técnica para perros que después de una operación no se atrevían a usar la extremidad operada, con el consiguiente riesgo de atrofia, así empezaban a utilizarla voluntariamente, mostrando confianza y seguridad crecientes, en pocas sesiones apoyaban y andaban con normalidad.

También se puede conseguir en los zoos que animales muy tímidos y reactivos mejoren su autocontrol y permitan el manejo de cara a recibir cuidados veterinarios o ser trasladados sin generar altos niveles de estrés, incluso mostrando un estado emocional positivo.

En general el trabajo de propiocepción permite que animales muy nerviosos y sensibles mejoren su calidad de vida, generen menos estrés y disminuyan sus reacciones emocionales exageradas al sorprenderse o asustarse.

El entreno del equilibrio tiene un similar efecto terapéutico: al destinar buena parte de su atención a mantenerse equilibrado el perro recibirá la información del entorno atenuada, con lo que reaccionará menos y la desensibilización a cualquier estímulo será más rápida y eficaz. Esto lo hemos utilizado en Reina, una leona marina (bueno es cruce de león y oso marino, pero ella no lo sabe) del Zoo de Madrid que tiende a ser miedosa. Introduciendo los estímulos causantes de miedo (por supuesto atenuados, esto no es Vietnam) mientras se le solicitan conductas de equilibrio la respuesta miedosa disminuía casi hasta mostrarse normal y confiada, trabajando así en poquísimas sesiones se puede hacer desaparecer el miedo.

Para los alumnos de EDUCAN: Sí, habéis acertado, todos estos trabajos tienen un componente de mejora emocional y por ello se entrenan de manera piramidal. Podéis apuntaros un mini-punto 😉

«The Power of Love»

Este jueves trasladan a las dos crías de delfín del Zoo de Madrid, Romeo y Rumbo, como no me toca ir a trabajar con el equipo de entrenadores hasta el martes de la semana que viene ya me he despedido de ellos.

Para mí ha sido muy emocionante, porque los dos pequeñines han sido claves en el proyecto de desarrollo del entrenamiento cognitivo-emocional aplicado a mamíferos marinos y lo han sido de una manera que nunca hubiera sospechado. Os lo cuento porque es una bonita historia en mi opinión.

Como sabéis una de las premisas actuales de entrenamiento cognitivo-emocional es aprovechar el afecto como motor de conducta, este siempre es un tema polémico con la mayoría de entrenadores, que suelen conocer únicamente el condicionamiento operante y tienden a pensar que los animales son muy egoístas y necesitan obtener un beneficio individual para generar conducta. Todos sabéis a lo que me refiero. Hoy sabemos que el supuesto “egoísmo” viene precisamente de nuestra manera de entrenar: cuando única y sistemáticamente uso refuerzos individuales conseguiré que el perro (o delfín) sólo espere este tipo de refuerzos en el entrenamiento.

Cuando esto me sucede con entrenadores de perros no suele ser mucho problema mostrar cómo activar los motores sociales -el afecto- como motor de conducta, pues la gran mayoría de perros tienen un vínculo afectivo con las personas con las que conviven que se construye durante todas las interacciones que tenemos con ellos y no únicamente durante el entrenamiento (sí, achucharles en el sofá se considera interacción).

Sin embargo con los delfines sometidos a entrenamiento había un par de problemas: las interacciones se sistematizan en base a criterios de entrenamiento operante, además los delfines del zoo llevan, perdón llevaban 🙂 , muchos años de este tipo de entrenamiento, por lo que no podía encontrar interacciones afectivas espontáneas para explicar a los entrenadores la importancia de los motores sociales y el cómo se podían atrofiar con programas de trabajo de condicionamiento operante (que era lo que ya había pasado). Tumbarse en el sofá abrazando un delfín no es algo demasiado habitual.

Esto me quitaba la opción de poder mostrar, además de argumentar, la relevancia de los motores sociales, así que cuando lo expliqué usé principalmente ejemplos con perros (afortunadamente muchos de los entrenadores tienen perro). Me fastidiaba porque cuando los entrenadores pueden reconocer las conductas afectivas en los animales sometidos a entrenamiento es cuando les cambia la visión del entrenamiento de manera inmediata.

Pero había algo con lo que no contaba: Romeo y Rumbo.

Unos días después de explicar la importancia del afecto y los riesgos de no incorporarlo al entrenamiento teníamos una clase teórica. Antes de empezar vi que los entrenadores estaban especialmente sonrientes ¿qué pasaba?

Se habían dado cuenta de que los bebés delfín les invitaban a jugar, buscaban las caricias, querían que les rascasen la lengua (es algo que les encanta)… Esto era algo que siempre habían visto y pensaban que esta conducta tan social iba disminuyendo según se hacían adultos de manera natural, pero después de nuestra clase se habían puesto a observar con una visión crítica: los pequeños delfines dejaban de intentar estas interacciones en cuanto se usaba el silbato (un reforzador condicionado como el clicker) y sólo estaban pendientes de la comida, incluso rechazando estos juegos. Sin embargo cuando no había sesión de entrenamiento volvían a provocar a los entrenadores para jugar y ser mimados.

Los entrenadores se dieron cuenta de inmediato de que tenían que cambiar su protocolo si no querían seguir potenciando las conductas egoístas. Nunca me ha sido tan fácil introducir las pautas de interacción afectiva, de hecho con la ayuda de los entrenadores del Zoo hemos diseñado unos protocolos para recuperar las capacidades afectivas de animales sometidos únicamente a entrenos operantes durante largo tiempo.

Así que tengo dar las gracias a Romeo y Rumbo por ayudarme a mostrar lo importante y natural que es usar el afecto como motor de conducta. Aunque a ellos no les costó demasiado esfuerzo: sólo querían ser amigos de esos bichos tan raros que viven fuera del agua, algo natural en todos los mamíferos sociales.

Porque lo difícil no es que nos muestren afecto, lo difícil es que nosotros sepamos reconocerlo y corresponderlo.

Convenio de colaboración entre EDUCAN y la Universidad Autónoma de Madrid

Comentaros que EDUCAN ha firmado un convenio con la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid para que sus alumnos completen con nosotros sus conocimientos en aquellos campos de actividad en los que somos especialistas: aprovechamiento de procesos cognitivos y gestión de la emoción para el entrenamiento de animales y el enriquecimiento ambiental. Que dicho así impresiona un poco, pero que viene a ser que podrán hacer parte del Practicum de la licenciatura con nosotros.

Además nos ofrecen la posibilidad de desarrollar proyectos de investigación en conjunto con diferentes facultades (psicología, biología…) y aprovechando su infraestructura. Y eso mola un taco.

Este convenio nos aporta el título de «Entidad Colaboradora» de la UAM. Lo que también hace bonito 😉

La importancia de las emociones dentro del grupo social (y IV): La entropía y su importancia en el comportamiento del perro doméstico

Hemos hablado en los posts anteriores de la empatía, sincronía y simpatía, y cómo su fin es hacer viable el grupo social facilitando el acceso y distribución de recursos, así como su seguridad. Estos procesos emocionales mueven mucha energía, porque es necesario gran cantidad de comportamiento social para organizar, coordinar y conseguir que un grupo social sea eficaz en su entorno.

Pero ¿qué pasa cuando el grupo social no tiene que coordinarse para cazar porque los recursos se proveen desde fuera del grupo y no es necesario defenderse porque se vive en un entorno controlado? Todos esos procesos emocionales y la energía que mueven ¿dónde van a parar?

Hace tiempo (en 1824, para ser exactos) un físico, Carnot, comprobó que las máquinas de vapor durante un tiempo de trabajo siempre generaban la misma energía, pero parte de esa energía no se convertía en trabajo sino que la “absorbía” la misma máquina (calentándose, moviéndose…) y denominó a la parte de la energía que no podía usarse para producir trabajo entropía (ya sé que a los que sois de ciencia os horrorizo por esta explicación de la segunda ley de la termodinámica, tened paciencia conmigo). Carnot también comprobó que según aumentaba esta entropía el trabajo aprovechable era menor, sin embargo ningún sistema puede funcionar sin un mínimo nivel de entropía.

Por tanto la entropía es la cantidad de energía que genera un sistema (en nuestro caso el grupo social del perro) y no es aprovechable en trabajo útil.

En psicología y, sobre todo, en sociología no tardaron en importar el término para utilizarlo en el estudio del funcionamiento de los grupos sociales, en estas ciencias humanísticas se utiliza con el sentido de “desorden”, y es lógico pues cuanta más de la energía generada para la interacción eficaz se reabsorbe en el grupo más aumenta el desorden y con ello los problemas.

En este momento hay una importante polémica sobre la dominancia y cómo funciona realmente en los grupos de cánidos, parte de este debate se genera porque buena parte de los datos que manejábamos estaban referidos a lobos en cautividad y su conducta social está alterada con respecto a una situación de libertad.

Precisamente ahora sabemos que lo que altera la conducta social de los mamíferos sociales que permanecen en zoos es el aumento de la entropía: toda la energía que produce el grupo social para su funcionamiento no se convierte en trabajo eficaz: no es necesario cazar, ni defender el grupo de agresiones, ¡ni siquiera desplazarse de manera coordinada!, por lo que esa energía se vuelca íntegramente en las interacciones sociales.

¿Cómo afecta el aumento de entropía a un grupo social? Es muy sencillo verlo fijándonos en un programa que basa su éxito en el aumento de la entropía y sus consecuencias: “Gran Hermano” (“Big Brother”). El aumento de entropía en un grupo social se caracteriza por tres factores principales:

  1. Aumento de la relevancia de la distribución y posesión de recursos y de las situaciones violentas referidas a este tema.
  2. Aumento de la importancia de las jerarquías y con ello un aumento extremo de las agresiones relacionadas con la posición social.
  3. Aumento de las relaciones afectivas positivas o negativas, tanto en frecuencia como en intensidad (edredoning y juramentos de amistad/odio eternos).

Esto tiene su lógica, si el grupo social se encuentra en un entorno «natural»: La repartición de los recursos obtenidos utiliza una parte mínima de la energía gastada en conseguirlos cazando de manera coordinada. Las jerarquías tienen un fin principalemente organizativo: sirven para coordinar de modo eficaz las acciones del grupo y darle orden y armonía. Y las relaciones afectivas tienen por objeto mantener la cohesión social, evitando la dispersión del grupo cuando no hay un “trabajo” concreto que hacer en común. Por supuesto sí que surgen agresiones jerárquicas y conflictos por la posesión de recursos, así como relaciones afectivas consistentes, pero el grueso del tiempo y de la atención de los animales no está centrado en estos menesteres.

Cuando se limita el espacio del grupo, se controla el ambiente para que sea seguro y se “regalan” los recursos, la importancia de su posesión, la posición social y las relaciones afectivas son las ÚNICAS conductas sociales que resulta posible llevar a cabo y, razonablemente, recogen una cantidad de energía diseñada para objetivos sociales mucho más ambiciosos. Imaginemos que cogemos la energía destinada a mover un tráiler y la aplicamos a un Vespino, es más que fácil que reviente o se salga en la primera curva, y es por esto que todos los que salen de “Gran Hermano” dicen, y tienen la razón científica en la mano, que en “La Casa” todo se vive más intensamente.

Pero esto nos lleva a un pequeño problema: quienes plantean que el estudio de las interacciones de los lobos en zoos no son válidas para hacer homologías con el perro doméstico porque dichos lobos se encuentran en una situación que es generadora de estos problemas, olvidan que la mayoría de los perros domésticos no tienen que trabajar coordinadamente con su grupo social para conseguir ningún recurso, ni tienen que contribuir a ninguna defensa del grupo, en realidad no necesitan coordinarse con su grupo para nada. Así que la mayoría de los perros «de casa» sí que se encuentran en situaciones de entropía y esto causa un alto número de problemas con respecto a los puntos antes descritos.

Por ello la realidad no está con los que tienen una visión del perro como un continuo retador cuyos instintos le llevan a buscar una posición dominante en su familia, ni tampoco con los que opinan que no existen estos problemas en absoluto. Como sucede en tantas ocasiones, existe una explicación menos militante pero más consistente a nivel científico: el aumento de la entropía, lo que explica que muchos de estos problemas se den en perros de razas sin un fuerte carácter, pero que por su labor única de perros de compañía casi no salen de casa ni interactúan con congéneres ¡no hablemos ya de trabajar!

Así pues, en lugar de tener que pelearnos con nuestros perros para conseguir vencer en una supuesta lucha por la supremacía o limitarnos a intentar eliminar el estrés que genera la situación, tenemos una alternativa mejor: darle a nuestros perros un trabajo coordinado con nosotros y que tenga que realizar regularmente, para que utilice la energía social que genera de la manera más adecuada según su etología.

Además debemos tener en cuenta que todos los efectos de la entropía no son malos: el nivel afectivo que los perros pueden mostrar por las personas es superior al que suelen mostrar entre ellos porque nosotros respondemos a sus interacciones afectivas exageradas más (y mejor, pero eso lo dejo para otro artículo, no se me vaya a escandalizar alguien) que sus congéneres ¿O vuestros perros no os piden más mimos y están más cariñosos con vosotros que con otros perros con los que conviven? La explicación está en la entropía: esos espectaculares videos donde leones, cuervos (¡hola Vera!), osos u otros animales criados por personas muestran un afecto superlativo hacia estas, mayor que el que la misma especie manifiesta entre sí, sólo está ejemplificando cómo el aprovechamiento del extra de afectividad que genera la entropía ha sido utilizado inconscientemente por las personas que cuidaban a estos animales para vincularles afectivamente con ellos de manera mucho más fuerte de lo que se unirían a sus coespecíficos en situaciones naturales.

Ahora, imitando al Magic Andreu, me voy a colgar una medalla: Creo que este es el primer artículo o texto en el que se menciona la importancia de la entropía en el comportamiento del perro doméstico, y como creo que en algunos años va a escucharse muuuucho, me permito hacéroslo notar, para que, cuando llegue ese momento, recordéis dónde lo leísteis por primera vez 😉

Después de este tocho (¡y los tres anteriores! Glups :() prometo que los próximos posts serán menos técnicos y más cortos.

La importancia de las emociones dentro del grupo social (III): La simpatía

Este es el tercer y último artículo de esta serie, porque, como bien me ha indicado mi compañero Javier Moral, la entropía es un fenómeno del grupo que influye en la conducta de los individuos (empatía, sincronía y simpatía son, por el contrario, fenómenos del individuo que influyen en el grupo) y merece un tratamiento diferenciado.

La simpatía es la base de las estrategias altruistas de conducta y está demostrada en varios mamíferos sociales: los póngidos, los elefantes, los cetáceos y las personas. No está demostrada en cánidos, pero ¡Ojo! No es que se haya evaluado y el resultado haya sido negativo: es que no se han llevado a cabo trabajos publicables para evaluar la existencia de esta capacidad (o al menos yo no he encontrado ninguna documentación al respecto, si algún lector tiene conocimiento de dicha documentación le rogaría que me diese la/s referencia/s). Por ello podemos argumentar a favor o en contra y defender cualquiera de las dos hipótesis.

La simpatía implica no solo reconocer el estado emocional de otro individuo y alterar nuestra conducta de acuerdo a esto, sino el contagio emocional del estado observado: cuando ese estado emocional es positivo nos permite compartirlo, pero lo más interesante es que cuando es negativo se genera conducta para mejorarlo. Es la base de la solidaridad.

La evaluación de la capacidad de simpatía de una especie sólo puede determinarse de manera consistente en base a la aparición de este contagio emocional con una emoción concreta: la tristeza. ¿Por qué?, la alegría suele llevar asociados o bien la aparición de estímulos positivos que sólo ha captado el animal que se pone contento, o bien comportamientos expansivos que fácilmente pueden inducir a los otros miembros del grupo a “aprender” cuándo es el momento adecuado para jugar, los estados emocionales agresivos también deben ser rápidamente captados por los otros individuos del grupo para adecuar su conducta por interés propio ¡nadie quiere tocarle las narices a un tipo enfadado!, incluso el miedo puede estar asociado a factores de interés individual: si otro individuo del grupo tiene miedo puede pasar algo peligroso para todos, que harán muy bien en “contagiarse” de ese estado emocional y poner pies (patas) en polvorosa. Por ello el contagio de estas emociones tiene una fácil explicación por asociaciones con elementos de interés para el individuo que se contagia, ¡ojo! No digo que el contagio suceda únicamente por este motivo, pero siguiendo el principio de Morgan no debemos explicar un comportamiento como consecuencia de un proceso psicológico complejo si podemos explicarlo a través de otro proceso más básico. Al lorito con esto que algunos conductistas han citado hasta la saciedad este “canon” de Morgan, sin recordar que el mismo Morgan, algo escandalizado por el sesgo que se le daba a sus palabras, añadió después: “para que el alcance de este principio no sea malentendido hay que añadir que el canon no excluye en absoluto la interpretación de un comportamiento en particular en términos de procesos superiores si ya hemos conseguido pruebas independientes de la existencia de estos procesos superiores en el animal que estamos observando”. O sea que si todos los procesos de contagio emocional que observamos pueden ser explicados en base a asociaciones con las consecuencias de esos estados emocionales no podemos hablar de simpatía, pero si existe al menos un caso de contagio emocional que no es explicable únicamente por asociaciones de este tipo podremos argumentar que en los demás casos el contagio podría darse por el mismo mecanismo que explique ese único caso. Si, a mí también me parece lioso.

Y aquí entra en juego la tristeza, porque no hay ninguna ventaja directa por contagiarse de la tristeza de otro individuo: la tristeza no es una señal de alarma que nos ayude a evitar un peligro, tampoco es el predictor de ningún evento positivo, hay una reducción de conducta en el individuo triste y no un aumento que pueda llamar la atención de los otros individuos. En fin que realmente lo “lógico” sería ignorar al individuo triste. Sin embargo en las especies con capacidad de simpatía aparece este contagio emocional, que además es directamente proporcional al nivel de relación entre los individuos implicados.

Creo que muchos hemos presenciado casos en los que aparece el contagio emocional de la tristeza en los perros: cuando estamos desanimados y se nos acercan para darnos suavemente la pata o un lametón por ejemplo. Recuerdo que cuando mi perro Ibo era muy mayor y ya estaba bastante disminuido tenía ocasionales empeoramientos de ánimo. Siempre que esto sucedía nuestras otras perras, jóvenes y activas, se acercaban a él: la pastora alemana se tumbaba a su lado muy pegada al suelo y la malinois (incapaz de estarse tan tranquila) cogía juguetes y los dejaba caer delante suyo. Conductas difíciles de explicar sin tomar en cuenta la simpatía, pues la mayor recompensa que obtenían era que, en el caso de aceptar alguno de los juguetes, Ibo las echaba de allí para disfrutarlo tranquilo (sí, a veces era muy borde). Hubieran obtenido más beneficio si sencillamente ignorasen al yayo e hicieran su vida, pero parecía que les era completamente imposible pasar por alto estos momentos de desánimo del que había sido su compañero de juegos durante muchos años. También hace poco unas border collies estuvieron en nuestra residencia, una de ellas sufrió unos ataques epilépticos, tras los cuales quedó desorientada y aparentemente no reconocía a su compañera de toda la vida, este estado emocional alterado tuvo como consecuencia que la perra que no había sufrido los ataques intentara “animar” a su amiga de todas las maneras posibles: invitaciones al juego, acercamientos tranquilos, contactos que la primera rechazaba: esto causó que la otra multiplicara sus esfuerzos por “conectar” con ella, hasta el punto en el que decidimos separarlas temporalmente para evitarle a la preocupada compañera un aumento indeseable de los niveles de estrés. También es cierto que la perra que mostraba estos niveles de preocupación activa por su amiga es, en mi opinión, una de las perras más especiales y con una personalidad más encantadora y atrayente que he tenido el gusto de conocer.

No quiero terminar este artículo sin indicar que, aunque estemos tocando temas que nos den una visión “positiva” del perro, acorde con la imagen de ellos que queremos tener, estos son sólo algunos de los procesos que aparecen en el perro doméstico. También existen y están bien demostrados otros bastante menos amables, lamentablemente no podemos “ordenar” la naturaleza de acuerdo con nuestros deseos, esto es algo de lo que, EMMO, se está abusando demasiado en el mundo del adiestramiento para captar a quienes se inician y desean escuchar que la realidad técnica coincide con su ideal de cómo es/debería ser el perro, pero los estudios también nos muestran procesos como el infanticidio en leones, o algunas formas de agresión en los perros que no nos gustaría reconocer en nuestro mejores amigos.

Por tanto debemos tomar muy en cuenta que, si bien los actuales trabajos confirman que los perros no son únicamente unos individualistas feroces y dispuestos a la agresión por cualquier quítame allá esas pajas (¿de dónde vendrá esta expresión?), también confirman la existencia de otros procesos en los que sí que aparece competencia, individualismo o actitudes fuertemente agresivas (sin patologías de la conducta) hacia compañeros sociales o seres humanos. No podemos tomar únicamente la parte de conocimientos que nos reconfortan, es necesario aceptarlo todo para tener una visión real de la etología de nuestros compañeros: tan capaces son de ser unos amigos solidarios como de ser unos cabrones con pintas (¿se puede hablar así de mal en un blog? :o, espero que mi madre no lea esto o me lavará la boca con jabón).

La importancia de las emociones dentro del grupo social (II): La sincronía

Este segundo artículo es el más corto y sencillo de la serie, así que no creo que haya problema en que no espere las dos semanas preceptivas según mi Webmaster y lo cuelgue ya 😉

La sincronía es la segunda de las capacidades emocionales relevantes en los mamíferos sociales, la sincronía es una capacidad derivada de la empatía y es necesaria esta (la empatía) para que pueda aparecer la sincronía.

La sincronía es la capacidad de los miembros de un grupo social para activar simultáneamente estados emocionales concretos así como las conductas consecuentes a dichos estados emocionales.

Formar grupos sociales tiene una finalidad utilitaria: mejorar la capacidad de conseguir recursos -por ejemplo cazando en grupo- ser más eficaces para defenderse o defender los recursos, como puede suceder en la defensa del territorio ante intrusiones o predadores. Pero para poder llevar esto a cabo, antes que la coordinación compleja que implican estas acciones, es necesario que exista sincronía entre los individuos, por eso los bostezos son contagiosos y ver a alguien bostezar nos induce al sueño: conviene que todo el grupo sincronice sus actividades, entre ellas el descanso, para conseguir un máximo  rendimiento cuando sea necesario. También durante los desplazamientos  los grupos sociales se sincronizan para moverse a la vez, lo que permite que el grupo se mueva de forma homogénea y no que cada individuo adopte una velocidad distinta.

En la doma natural de caballos es habitual evaluar, entrenar y aprovechar esta sincronía (por ejemplo), lo mismo podría hacerse en adiestramiento de perros, hace poco un colega de Cataluña me contaba que conocía a un anciano que adiestraba los perros de sus vecinos para no tirar de la correa: sencillamente se los ataba a la cintura y se dedicaba a cuidar su jardín y su huerto durante horas, tranquilamente. En pocas semanas el perro se sincronizaba con el anciano y dejaba de tirar, sin más. Encontrar técnicas que nos permitan sincronizar al perro con nosotros y no sólo realizar la conducta para conseguir un refuerzo es de gran utillidad para los muchos adiestramientos que demandan una fuerte coordinación en el binomio guía-perro.

Yo tengo la costumbre de dormir la siesta (¡eh, no me deis caña! que me levanto muy temprano) y mis perros están sincronizados, a la hora de la siesta empiezan a mostrar sueño y, si me retraso en ir a dormir, me los encuentro a los tres totalmente traspuestos en la habitación. Y dos son malinois. Esta sincronía facilita la armonía en el grupo social ¡os lo garantizo!

¿En alguna ocasión habéis observado que uno de vuestros perros persigue una liebre y otro, sin ver a la liebre, sale corriendo a cazarla también? Eso es posible gracias a la sincronía: la empatía ha permitido al segundo perro reconocer el estado emocional asociado a la caza en el primero y se ha sincronizado con él, si el primer perro hubiera corrido a exactamente la misma velocidad y realizando el mismo trayecto pero como consecuencia de un susto, el segundo perro hubiera reaccionado de manera muy distinta, pese a ser la conducta muy similar en su forma: el poder reconocer el estado emocional es lo que permite actuar de manera sincronizada. Los comportamientos contagiosos (como la huida de los antílopes) son ejemplos de sincronía, donde el correcto reconocimiento del estado emocional permite la coordinación adecuada para actuar.

Cuando hablamos de comportamientos imitativos de alegría o miedo estamos reconociendo implícitamente la capacidad de reconocer este estado emocional en otro individuo (empatía) y de adoptarlo (sincronía) por parte del animal que imita, de hecho la imitación es un proceso bastante complejo que, cuando se refiere a conductas concretas y no a estados emocionales, constituye el primer paso del aprendizaje cultural (algo probado en póngidos, tilonorrincos, algunos monos y en elefantes).

La sincronía es una capacidad relevante para la eficacia del grupo social, por ello toda falta de sincronía genera malestar en el grupo, lo que explica por qué incluso  perros trabajados en positivo se muestran aburridos frente a las sesiones de entreno: cuando una y otra vez el guía intenta no interactuar con su perro, ser neutro y la única información que recibe el perro es un click, se está potenciando que el perro se sincronice con su apatía e inmovilidad o peor que no se sincronice con su guía, esta manera de entrenar puede convenirnos en ocasiones puntuales, pero sistematizarlo y utilizarlo en todos los entrenos tiende a volver al perro pasivo (como el guía durante el entreno) y poco interactivo (también como el guía). Seguro que preferiría que el adiestramiento fuera algo que su guía hiciese alegre e interactuando, así al valor de los refuerzos le sumamos el valor social de interactuar con la persona a la que quiere ¡A todos nos sabe mejor la comida cuando la disfrutamos en un contexto social!

Ahora ya sabes que cuando tenías veinte años y tu madre te reñía porque no comías con la familia, te levantabas y te acostabas a horas extrañas y en general “parece que esto es una pensión y no tu casa”, lo que sucedía es que notaba tu falta de sincronía con el grupo social y esto le hacía sentir mal. Eso y que –seamos sinceros- con veinte años te pasabas un taco 🙂

La importancia de las emociones dentro del grupo social (I): La empatía

AVISO A NAVEGANTES: Originalmente este artículo iba a llamarse “Empatía, sincronía, simpatía y entropía”, pero como se me ha ido de madre (again) lo dividiré en cuatro partes, una por cada fenómeno enumerado, así ni mi Webmaster se tira de los pelos (porque tirarme a mí es más bien difícil), ni quienes leáis esto tendréis que sufrir un maratón tipo “¡Veamos la trilogía del Señor de los Anillos, versiones extendidas, seguidas y sin descansar!” (pese a que mi amiga Sonia opine que no hay otra manera correcta de verla ;)). Además, reconozcámoslo: uno no es Tolkien, así que he optado por este formato. A los que sé que esperabais un artículo de entropía os tocará esperar un poco. Aclarado esto vamos al turrón:

Hoy es reconocida la importancia de las emociones en el aprendizaje y la conducta del individuo (perro o persona), sabemos que ayudan a reaccionar con rapidez y eficacia en momentos comprometidos, que facilitan la toma de decisiones correctas y que se sinergizan con los procesos cognitivos.

Pero además de esta utilidad individual las emociones son muy relevantes para la organización y eficacia de los mamíferos sociales como el perro (¡o nosotros!), haciendo posible la coordinación y colaboración del individuo con su grupo. Esto es debido a una capacidad emocional muy relevante y demostrada en los perros: la empatía.

Coloquialmente se habla mucho de la empatía, para explicar su importancia en etología debemos saber cómo se define exactamente para esta ciencia: la empatía es la capacidad de percibir y reconocer los estados emocionales de otros individuos y modificar la propia conducta en consecuencia. Pero hay que tener ojo, la empatía es una capacidad neutra, esto es, no implica, como coloquialmente se supone, que se quiera ayudar al otro: la empatía es lo que usamos cuando tenemos que negociar un aumento y esperamos al día en que percibimos que el jefe “esté de buenas”, evitando aquellos días que su estado emocional es negativo por la mala disposición que tendrá ante nuestra propuesta. O cuando guardábamos las malas notas hasta que nuestros padres estaban contentos con nosotros (a mí eso me podía suponer meses). Incluso es lo que usan los matones en el colegio para elegir a víctimas que se dejarán intimidar. Y desde luego es lo que hemos usado todos para ligar al notar cuándo “le gustabas” a alguien y cuándo eran los momentos adecuados para ir “avanzando”, de hecho en la adolescencia le pedimos, le rogamos, a la empatía que nos ayude a hacer bien cosas que no hemos hecho nunca antes. Por su parte la empatía quiere revisar el convenio.

En los perros no sólo se ha demostrado la empatía hacia otros perros, sino también hacia personas (e incluso hacia otras especies de animales): por eso los perros se activan cuando nos ven contentos y nos rehúyen en momentos de enfado, aunque nunca les hayamos castigado. Cuando Iniesta marcó EL GOL todos mis perros notaron el ambiente festivo y se pusieron a dar saltos e invitarnos a jugar ¡qué mejor momento, viéndonos con un estado emocional tan alegre! Por eso también es importante cuál es nuestro estado emocional al convivir, entrenar y competir. Muchos perros “fallan” en competición porque nuestro estado emocional es extraño y están más pendientes de qué nos pasa y por qué estamos tan alterados que del adiestramiento. Esto no debe extrañarnos, en realidad nos sucede los mismo cuando llegamos a nuestro puesto de trabajo y un compañero tiene un estado emocional extraño: hasta que no sabemos qué le sucede nuestro rendimiento está bajo mínimos, no pudiendo desviar la atención de él (“sabéis si a Paco le pasa algo, es que está rarísimo”).

Por ello debemos incluir en nuestro entrenamiento la evaluación y gestión de nuestras emociones y no sólo las del perro, pues por bueno que sea un adiestramiento, si el perro ha formado equipo con nosotros, no podemos pedirle que desconecte su capacidad de empatizar cuando competimos porque somos incapaces de controlar nuestros nervios. En primer lugar porque es injusto y en segundo porque es imposible.

Sobre lobos y perros.

En el mundo del adiestramiento algunas cuestiones suelen reaparecer cada cierto tiempo levantando opiniones entusiastas tanto a favor como en contra, una de ellas es el uso de comparaciones entre perros y lobos salvajes.

La polémica sobre perros y lobos es bastante actual en biología, voy a intentar exponer brevemente (pero no me va a salir ;)) cómo está la cosa, para que quien opine lo pueda hacer con base científica.

Hasta hace unos años el perro y el lobo eran considerados dos especies distintas desde el punto de vista de la taxonomía, la taxonomía agrupa a los animales en base a lo cercanos o lejanos que se crea que estén entre sí. La evaluación de esta cercanía evolutiva se hacía tomando en cuenta similitudes y diferencias anatómicas y morfológicas (forma y estructura, vaya). Esta manera de clasificar era un poco “a ojo” y dependía de la perspicacia del analista para interpretar lo que veía. Con este criterio se había separado a lobos y perros en dos especies diferente: canis lupus y canis familiaris.

A partir de los desarrollos en estudio del genoma cambia la manera de categorizar de la taxonomía, los estudios de ADN han tenido como consecuencia la revisión de múltiples especies, cambiando sus nombres científicos para sacarlos o meterlos en una u otra categoría. Esta revisión encontró datos concluyentes para demostrar que el perro pertenecía a la especie “lupus”, por ello las entidades de clasificación taxonómica más relevantes a nivel mundial la ITIS (Integrated Taxonomic Information System) y Mammals Species of the World actualmente clasifican al perro como canis lupus familiaris, una subespecie de lobo.

¿Esto quiere decir que la ciencia nos dice que los perros y los lobos salvajes son iguales y podemos hacer un paralelismo estricto? ¡Ni mucho menos!

La etología actual ha demostrado que la ecología determina la conducta, por ejemplo los lobos ibéricos (canis lupus signatus) se agrupan en manadas pequeñas con una pareja adulta y uno o dos añojos, siendo el máximo observado de siete individuos, lo que hace sus interacciones sociales sencillas y poco evolucionadas en comparación con, por ejemplo, los lobos árticos (canis lupus arctos) en los que se han llegado a observar manadas cercanas a la treintena de individuos, con relaciones sociales obviamente más complejas. Esto lo determina el tamaño de las presas y del territorio vital (home range).

La diferente ecología determina las técnicas de caza, en el lobo ibérico se dan el acecho o la batida según la presa, técnicas que no se dan en otras subespecies de lupus:

Texto tomado de Signatus.org:

Frente a los rebaños domésticos, los lobos suelen actual coordinadamente, poniendo en práctica la técnica del acecho. Si su labor se ve dificultada por la presencia de perros pastores, uno de los lobos se deja ver, atrayendo sobre sí la atención de los perros.
Cuando se trata de capturar conejos, uno o varios lobos actúan a manera de batidores, mientras los demás se mantienen a la expectativa, por lo regular cerca de la entrada de la conejera, adonde la presa acosada acudirá buscando refugio.

signatus.org

También referenciado por faunaiberica.org y animalesenextincion.es

O sea que no todos los lobos se comportan igual, pero es que –además- en los perros se ha dado un proceso de domesticación, proceso que, gracias al trabajo de Belíayev, sabemos que cambia la manera de aprender y relacionarse con el entorno.

Belíayev trabajó con zorros destinados a su explotación para la industria peletera, el planteamiento era que si se domesticaban su manejo sería más fácil y económico. Al cabo de pocas generaciones tenían animales que se dejaban manejar e interactuaban con el hombre de forma amigable, pues bien se comprobó que estos animales domesticados tenían mayor capacidad para el aprendizaje operante, mayor plasticidad social, menor rigidez instintiva y menor afrontamiento cognitivo de los problemas (Beliáyev 1969, 1979, 1981, 1982), además la historia termina bien para los zorros: la domesticación les cambiaba el color y ya no valían para piel 🙂 🙂 🙂

Estas diferencias, entorno vital y domesticación, dan como resultado que todos los autores científicos acepten hoy que lobos y perros son eto-especies diferenciadas (especies que se diferencian por su comportamiento), estas diferencias tan acusadas hacen que cada vez más etólogos planteen una nueva manera de clasificar taxonómicamente a las especies basada en trayectorias evolutivas diferenciadas, como sucede con el perro y el lobo o con las ballenas francas del Atlántico Norte y del Pacífico.

Tomando en consideración estos criterios actualmente la ICZN e ITIS admiten como válido para trabajos, comunicaciones y publicaciones científicas el termino canis familiaris como sinónimo de canis lupus familiaris.

Lo que ahora sabemos es que el perro es una subespecie de lobo por su cercanía genética pero una eto-especie diferente porque su ecología (vivir en casita tirado en el sofá y permanentemente abrazado por los más pequeños de la casa) y el proceso de domesticación han cambiado su conducta de manera relevante, poniéndolo en una trayectoria evolutiva propia y diferenciada de los demás integrantes del género lupus, con lo que es válido usar homologías con el lobo para tomar datos de apoyo pero no puede establecerse un paralelismo estricto que ignoraría sus diferencias.

Como casi siempre ni blanco, ni negro.

Enlaces a las entidades citadas:

Beneficios del estrés (II)

AVISO: Post largo, larguísimo, de los que me traen tirón de orejas inmediato de mi Webmaster.

En el anterior post refería los beneficios generales de trabajar con estrés, hay que añadir que, como comenta Fernado Silva en dicho post, si no somos capaces de enseñar al perro a trabajar con pequeños niveles de estrés y a gestionarlos correctamente nos encontraremos atados de pies y manos para hacer trabajo comerciales, correcciones de conducta o trabajos deportivos de calidad.

Si no podemos trabajar por el pequeño nivel de estrés que causa estar un par de horas guardados en el coche, como cuenta el señor Silva, el consecuente con haber viajado varias horas y estar en un lugar nuevo, como sucede a quienes participan en pruebas deportivas de cualquier especialidad, el que pueda darse cuando iniciamos algunos protocolos de manejo y seguridad para mejorar a perros con miedo o determinados tipos de agresión o, sencillamente, el que en ocasiones causa la enseñanza de alguna conducta difícil para el perro, realmente no podremos entrenar casi nunca y los perros que más necesitan de trabajo tendrán que renunciar a determinados beneficios que en el medio plazo podrían mejorar mucho su calidad de vida y entrenamiento.

Enseñar al perro a gestionar el estrés es una necesidad real que tiene dos beneficios principales:

  • El perro se estresará progresivamente menos ante los estímulos o entornos que antes le generaban un nivel alto de estrés.
  • El perro dejará de mostrarse inseguro, inestable y nervioso cuando algo le afecte, cambiando progresivamente su actitud a la de un afrontamiento seguro de los problemas.

El primer punto es beneficioso para mejorar las reacciones hiperemocionales de perros sensibles (como los border collie o los malinois) ante cambios de entorno o situación. Es frecuente que este tipo de perros, cuando no han sido entrenados para gestionar el estrés, muestren agobio, sorpresa excesiva o incluso miedo cuando cambian determinadas circunstancias. He visto a perros adiestrados con el máximo de respeto y absolutamente sin nada parecido a un trato inadecuado mostrarse medrosos por este motivo, pareciendo a ojos de los neófitos que su adiestramiento había sido brutal o incorrecto. Sencillamente no sabían cómo gestionar esa situación nueva, no habían entrenado su capacidad de gestionar el estrés (como un brillante científico que no fuera capaz de exponer en público sus trabajos porque la situación de encontrarse rodeado de gente inhibiese su capacidad de comunicarse y le hiciera parecer torpe), en la mayoría de los casos por una prevención excesiva del adiestrador, que le lleva a evitar la aparición de esas situaciones estresantes en lugar de darle al perro recursos para solucionarlas.

El segundo punto es más importante si cabe, pues es el que consigue que el perro aprenda a “disfrutar” de un nivel adecuado de estrés. Como las personas que “se crecen” ante el surgimiento de un problema. Todos estaremos de acuerdo en que hay pocas sensaciones más satisfactorias que la de haber solucionado algo difícil y percibido como un problema: el entrenamiento de un ejercicio que llevaba tiempo resistiéndose, la presentación a una prueba comprometida… Que el perro pase de ver una situación como agobiante a verla como una oportunidad de disfrutar con sus capacidades depende de su capacidad de gestionar el estrés. Creo que la mayoría de grandes adiestradores que he conocido me han hecho referencia, más que a sus éxitos deportivos, a perros que trabajaron y que ”se venían arriba” ante las dificultades, pocas cosas emocionan más que estar en prueba, en una situación difícil y notar que el perro aumenta su implicación y tenacidad.

De hecho los beneficios de una buena gestión del estrés son tantos que se han diseñado formas de reproducir el estrés sin riesgo para optimizar el aprendizaje o rendimiento de manera puntual, estos “simuladores” de estrés se basan en tres coordenadas principales:

  • Activación física: Todo estrés lleva implícito un aumento de la activación física, por ello si generamos una actividad física más alta de lo normal tendremos mejoras en la atención, capacidad de reacción y discriminación de información relevante, similares a las que suceden en una situación de estrés real, pero sin este. Sencillamente un poco de ejercicio antes de iniciar una actividad para “acelerar” el cuerpo implicaba mejoras sustanciales de rendimiento y de sensaciones de auto-satisfacción y bienestar.
  • Novedades en el entorno: Toda novedad implica un nivel mínimo de estrés adaptativo, si las introducimos de forma intencionada y calculada podemos aprovechar la mejora en la capacidad de adaptarse, la atención, la concentración mantenida y todos los beneficios adaptativos del estrés descritos en el anterior post. Sin riesgos. Cambiando los lugares de trabajo de varios profesionales se conseguía automáticamente una mejora de la capacidad de analizar los problemas que se les presentaban, de los resultados del trabajo y una importante disminución de las distracciones.
  • Salir de la rutina: La rutina es algo tranquilizador y un eliminador de estrés, pero cuando experimentalmente se cambiaron las rutinas de varios profesionales, con el consiguiente aumento de estrés para ellos, se comprobó un efecto muy curioso: en un primer momento todos los profesionales coincidieron en que sería perjudicial para su trabajo y que les resultaba molesto tener que dejar su forma habitual de hacer las cosas, también pensaban que empeoraría su rendimiento. Sin embargo después de trabajar de forma no rutinaria se comprobó que su eficacia había aumentado (rendimiento por hora y calidad del trabajo final) y la sensación de satisfacción con el trabajo también. Esto debe ser ocasional para no causar estrés residual, después de obtener los beneficios de un cambio de rutina el volver a ella impide que el estrés llegue a tener efectos negativos o acumularse de forma residual.

Si usamos bien estos tres principios entrenaremos una buena base de gestión del estrés y aprovecharemos su parte positiva para nuestro adiestramiento sin sufrir sus consecuencias nocivas.

¡Pero ojo! Estos tres “simuladores” son tan eficaces -recordemos que el estrés y la diversión están muy relacionados- que quienes los usan con frecuencia pueden hacerse adictos (no olvidemos que el estrés genera endorfinas) y querer trabajar sólo bajo estrés. Lo que explica la adicción al trabajo en algunas personas que necesitan activación alta, novedades y nuevos retos para sentirse bien: ¡Se han enganchado!

Esto también explica por qué tantos perros de Agility parecen mostrar niveles muy altos de estrés durante sus pruebas de trabajo. Hace poco me comentaba una amiga que compite en esta disciplina que no entendía que su perro, que vivía con ellos en casa y era el rey de los sofás, que salía al campo a correr y jugar varias veces por semana, que convivía, además de con la familia, con otros perros con los que se llevaba bien y cuyo adiestramiento había sido positivo y pro-perro, mostrara signos altos de estrés en la pista, realmente le preocupaba mucho. Pero es que el Agility es un auténtico simulador de estrés inintencionado: activación física alta, cambios de entorno (los competidores de Agility frecuentemente compiten varias veces al mes en diferentes campos de trabajo) y diferentes rutinas (cada pista es distinta a las anteriores). Por ello tiende a causar esa adicción al estrés que comentábamos. En estos casos el problema no es evitar esta activación, lo que es prácticamente imposible, sino enseñar al perro desde el principio a gestionar su estrés para que no empiece a subir y subir en cada entreno y prueba ¡Ese aparente estrés puede ser el equivalente al que tiene la gente que «pierde la cabeza» por su afición y estar más relacionado con la excitación ante la idea de divertirse como locos que con ninguna asociación negativa!

La gestión del estrés en estos entornos potenciadores o activadores del estrés será la tercera y última entrega de esta serie de artículos destinados a explicar los beneficios que este proceso, bien manejado, puede aportar al entrenamiento y a la calidad de vida de los perros.

Beneficios del estrés (I)

El año pasado el modesto equipo del Alcorcón dio un “baño” futbolístico al Real Madrid, un cuatro a cero que paso a denominarse “el Alcorconazo”. Todos los analistas coincidían en una de las causas principales: el Real Madrid estaba demasiado relajado frente un Alcorcón que se esforzó al máximo. En realidad se estaba recriminando al Real Madrid no haberse estresado lo suficiente por el partido y se felicitaba al Alcorcón porque este sí que lo había hecho.

Casi siempre que hablamos del estrés relacionado con el adiestramiento o, en general, con los perros solemos referirnos a sus consecuencias negativas, pero se obvian los mucho beneficios que se pueden obtener de este mecanismo de adaptación. El estrés se está convirtiendo en uno de esos “demonios” que parece necesario evitar a toda costa y cuyas consecuencias son, por definición, nocivas.

Pero la investigación ha demostrado múltiples beneficios del estrés cuando es correctamente gestionado. De hecho si el estrés no fuera beneficioso nunca se hubiera desarrollado como mecanismo de adaptación, existe porque funciona y ayuda a tener éxito en el afrontamiento y evaluación de situaciones.

Hoy se sabe que el estrés es un componente necesario y conveniente del éxito deportivo, de la creación artística, un potenciador de la diversión, un eliminador de la dependencia de refuerzos externos y un elemento imprescindible del crecimiento personal de cada uno de nosotros.

Debemos tener en cuenta que el estrés es un proceso interno individual cuya causalidad es susceptible de ser modificada, no es algo con una relación causa/efecto inalterable, lo que estresa a algunos perros a otros no les afecta lo más mínimo. Para decirlo de manera fácil: el estrés no es algo que le sucede AL perro sino algo que sucede EN el perro. Se debe entrenar desde esta perspectiva y tomando en cuenta que no debemos asumir como fijos sino como dinámicos aquellos factores que generan estrés, por ello evitar sistemáticamente las situaciones de estrés es una de las peores maneras de afrontarlo que hay, el perro se irá haciendo progresivamente más sensible y activará el estrés ante nuevos estímulos de menor magnitud.

Entonces ¿qué hacemos con el estrés? El trabajo más eficaz y aprovechable, puesto que es un proceso que sucede dentro del perro y que puede ser variado, es enseñar al perro a gestionar su estrés, con ello lograremos que el perro no active una respuesta estresante ante estímulos que no causen una situación de riesgo real, con la consiguiente mejora en fobias y en perros sensibles.

Cuando un perro sabe gestionar el estrés además de evitar sus efectos nocivos podremos empezar a aprovechar sus beneficios.

Los beneficios del estrés bien gestionado para el adiestramiento son:

  • Fuerte implicación y compromiso en el trabajo, con lo que el perro disfruta al máximo de lo que está haciendo.
  • Auto-refuerzo, al activarse el estrés correctamente el perro automáticamente pasa a que el mero hecho de estar trabajando sea un premio, sin necesidad de refuerzos externos.
  • Aumento/potenciación de la diversión, la diversión y el estrés están directamente relacionados. Si nos fijamos la mayoría de las cosas que nos divierten nos generan un estrés positivo (eustrés), esta relación se da también al revés: lo que nos genera estrés positivo nos termina resultando divertido.
  • Inmediatez de respuesta (velocidad), las respuestas que se dan cuando el estrés está activo son mucho más rápidas y asertivas.
  • Entreno de la atención, el estrés ayuda a fijarse en lo importante con lo que se consiguen mejoras automáticas en:
    • Concentración.
    • Capacidad para aislarse de estímulos triviales o irrelevantes para el trabajo.
  • Entreno de la resiliencia o resilencia, la capacidad de resistir situaciones estresantes sin efectos negativos y superarlas positivamente por lo que parece que hay que entrenar con estrés para evitar sus efectos negativos.
  • Sensación del perro de controlar la situación, con lo que los elementos negativos que puedan aparecer se gestionan de forma proactiva y se perciben como superables, aumentando la confianza del perro en sí mismo.

Sin embargo para aprovechar todas estas ventajas debemos cumplir a rajatabla una serie de condiciones que nos evitarán caer en el lado negativo del estrés:

  • Respuesta rápida y clara a la situación estresante, la solución a la situación debe ser inmediata a ella y fácil de alcanzar para el perro, ya sea porque la conozca perfectamente o porque podamos inducirla con facilidad.
  • Corta activación del estrés. Si prolongamos la activación del estrés durante demasiado rato o bien los efectos beneficiosos desaparecerán o bien el perro se hará “adicto” a trabajar bajo estrés y necesitará de este para mantener la calidad de su adiestramiento, lo que sí generará toda la batería de problemas que conocemos.
  • Dar al perro tiempo y actividades posteriores suficientes y adecuadas para recuperarse. El estrés está diseñado para darnos sus beneficios cuando se activa brevemente y de forma ocasional, por lo que debemos dejar al perro normalizarse tras haberlo activado, lo que puede ser facilitado dejándole realizar sus actividades favoritas, como correr por el campo.
  • Buena forma física del perro para que la activación no genere tensión o malestar muscular que impida el disfrute de dicha activación extra. El estrés es físicamente agotador, por lo que si el perro no tiene una buena condición física o se encuentra enfermo no conseguiremos ningún beneficio.
  • No ser activado en cada entrenamiento, sino ocasionalmente. Es habitual que cuando alguien ve por primera vez los importantes beneficios en adiestramiento y en calidad de vida del perro que se consiguen con estrés decida usarlo cada vez que entrena. Si es hábil podrá conseguir un alto rendimiento deportivo a costa de hacer al perro adicto al estrés, pero las mejoras de calidad de vida desaparecerán por completo y el estrés empezará a mostrar su peor cara.
  • Autonomía, si el perro se somete a estrés bajo una disciplina muy férrea que hace que pequeños fallos sean inmediatamente corregidos, el estrés resultará muy nocivo. Para que el perro sienta que tiene control de la situación y aproveche el estrés las respuestas posibles deben verse como un rango y no como algo inalterable y exacto.

Los beneficios del estrés están empezando a popularizarse tanto que ya se han planteado unos interesantes modelos de “simulación de estrés”, sin estrés real, para sacar el máximo partido de este proceso sin riesgo. Había incluido la explicación de estos modelos (y su aplicación en perros) en este artículo, pero mi webmaster me ha dicho que más de dos páginas es fatal de la muerte para el formato blog y llevo tres, así que lo publicaré en un par de semanas como segunda parte.

Prometo que en el siguiente artículo hablaré del trabajo que estamos haciendo en el Zoo, pero le debía este a Eliseo 😉

Perros y ahora también leones marinos, loros y delfines

Hola a tod@s,

En otro post comentaba que estábamos pendientes de un proyecto muy importante para EDUCAN, pues bien ¡ya está en marcha!

Hemos firmado un convenio con ZOOS IBÉRICOS, entidad perteneciente a Parques Reunidos la empresa que posee más instalaciones de Zoos y Aquariums en todo el mundo, para aplicar trabajo cognitivo-emocional al adiestramiento multiespecies, empezaremos por leones marinos, loros y delfines en el Zoo de Madrid.

Como estoy muy ilusionado por la puesta en marcha de este proyecto y me puedo dejar llevar por el entusiasmo al escribir sobre ello, me voy a limitar a “copiar y pegar” del documento firmado con ZOOS IBÉRICOS la parte referida al objetivo de esta colaboración. Únicamente añado las negritas para resaltar las partes que me parecen más interesantes (y porque mi webmaster del universo me ha dicho que en los blogs hay que poner negritas).

OBJETO DEL CONVENIO

El objeto principal de la colaboración para ambas partes es diseñar, aplicar y evaluar los resultados de nuevos protocolos de adiestramiento para diversos animales tomando como parámetros principales el aprovechamiento de las capacidades cognitivas de cada especie, su estado emocional y sus pautas sociales específicas, pilares del adiestramiento cognitivo-emocional.

Este objetivo principal tiene dos sub-objetivos:

1. Bienestar animal:

Los nuevos protocolos buscarán dar mayor calidad de vida y trabajo a los animales a los que se apliquen, coincidiendo ambas partes en primar el bienestar animal sobre la vistosidad de las conductas entrenadas.

Se ha planteado desde la etología más actual que los animales generan conducta de forma diferente según estén en un entorno de lucha por la supervivencia (riesgo de predación, dificultad para obtener los recursos, necesidad de una defensa activa del territorio…) o en un entorno de bienestar (entorno seguro donde no son previsibles riesgos para el animal y abundan los recursos). Una gran mayoría de las técnicas actuales de adiestramiento (aún usando estímulos positivos) se basan en cómo generan conducta los animales en entornos de supervivencia, empeorando los resultados cuando la calidad de vida del animal es óptima.

Uno de los principales objetivos, técnico y ético, de esta colaboración es desarrollar protocolos de trabajo que tomen como referencia la forma en que los animales generan conducta en entornos de bienestar, siendo el motivo de los animales para trabajar no asegurarse la supervivencia sino mejorar su bienestar físico, emocional y social.

2. Investigación:

Incorporar los conocimientos más actuales de etología al entrenamiento de animales, evaluando los resultados.

Este proyecto es pionero en:

a. Aprovechar los procesos cognitivos conocidos en cada especie para su adiestramiento. Hasta ahora el condicionamiento operante ha sido el principal mecanismo de trabajo para el adiestramiento de animales, esto es ventajoso porque es un proceso que funciona en la práctica totalidad de los animales que son adiestrados. Sin embargo la etología cognitiva nos ha demostrado que las diferentes especies pueden tener procesos mentales como la capacidad de solución de problemas, el aprendizaje por imitación (como sucede en el caso de aprendizaje por modelo-rival estudiado por Pepperberg en psitácidas)… aprovechar estas capacidades específicas permite mejorar el trabajo pues muchos de estos procesos cognitivos son auto-satisfactorios, por lo que utilizándolos se reduce drásticamente la necesidad de refuerzo externo, consiguiendo una conducta más consistente, un mejor estado emocional del animal, que se divierte consiguiendo realizar la conducta, viendo el animal la conducta entrenada como una meta en sí misma y no sólo como una puerta que abre la despensa (reforzador primario externo).

Estos procesos cognitivos también permiten que el animal se autoevalúe y se potencia la capacidad de refuerzo interno.

Si utilizamos estos procesos el animal disfrutará del hecho de estar trabajando y sus sesiones de adiestramiento tendrán un efecto de enriquecimiento ambiental que redunde en una mejora del bienestar del animal. Además serán necesarias menos sesiones de mantenimiento, las mejoras serán más rápidas y la calidad del trabajo más estable.

b. Evaluar y optimizar el estado emocional de los animales durante su adiestramiento y durante las exhibiciones, disminuir el distrés y mejorar la gestión del estrés en los animales entrenados, evaluar y promover la aparición de estados emocionales positivos y tener un seguimiento fiable del bienestar emocional de los animales adiestrados.

c. Aprovechar de forma estructurada y protocolizada procesos sociales de las especies trabajadas, como la vinculación afectiva, buscando que la interacción con el entrenador durante las sesiones de adiestramiento y exhibiciones sea un objetivo deseable y satisfactorio en sí mismo para el animal. Hoy sabemos que el afecto es un potente motor de conducta en muchos mamíferos sociales, aunque esto se ha aprovechado de manera intuitiva por parte de los adiestradores desde hace mucho tiempo no se ha hecho de forma ordenada, estudiada y reproducible como sistema de trabajo. Uno de los objetivos de la colaboración es sistematizarlo para las especies que se trabajen.

…y, también extraído del convenio, una de las competencias de EDUCAN será:

– Diseñar protocolos, esquemas y técnicas de trabajo para las diferentes especies.

En fin un proyecto MUY ilusionante, que nos va a tomar mucho trabajo (creo que tendremos que restringir algunas actividades comerciales para poder dormir de vez en cuando) pero que es un paso de gigante para la necesaria actualización de paradigma en el adiestramiento de animales.

Tengo que agradecer a Miguel Bueno Brinkmann, biólogo conservador de aves y mamíferos marinos del Zoo de Madrid, y a Pablo Roy, responsable de adiestramiento de leones marinos del Zoo de Madrid por su interés y ayuda para el arranque de este proyecto.

En fin… ¡QUE ESTOY MÁS CONTENTOOO! 🙂 🙂

Siguiendo con las recomendaciones…

Hay un texto en castellano que hace tiempo que estoy recomendando a quienes me escriben interesándose por los avances y nuevos enfoques de la etología.

Siempre le digo a la gente que es el libro que hoy más ofrece en un sólo texto, si sólo pudieras leer un libro y quisieras una visión muy actual y amplia esta es la elección en castellano.

Os copio el texto que le envié a un colega que me preguntó por libros de etología:

Hola Pedro

Después de Miklosi (o antes) creo que es muy interesante, «Comportamiento Animal, un enfoque evolutivo y biológico» por incluir una visión muy actual de la etología, leerlo te dará una buena impresión de lo actualizado de tus conocimientos.

Además al final de cada capítulo incluye un breve apartado titulado «cambios de perspectiva» en el que hay tres recuadros: el primero «pasado» incluye las ideas antigüas y ya superadas, el segundo «presente» lo que hoy sabemos y el tercero «futuro» los actuales interrogantes, te dejo una muestra:

Del capítulo Cognición:

  • «Pasado» Los animales no pueden tener cogniciones
  • «Presente» Muchos animales no humanos tienen cogniciones simples. Algunos poseen cogniciones complejas o rudimentos de estas.

Del capítulo Genes y conducta:

  • ‘Pasado’ El comportamiento de los animales no humanos es mecánico o instintivo; el comportamiento humano es racional y basado en la experiencia.
  • «Presente» Todo desarrollo comportamental es epigenético.

Del capítulo Aprendizaje:

  • «Pasado»: La capacidad de aprendizaje de los humanos supera con creces a la de los animales no humanos (finales del siglo XIX)
  • «Presente»: La mayoría de las capacidades de aprendizaje son de dominio específico. Los humanos son superiores a los demás animales en algunas capacidades de aprendizaje e inferiores en otras.

Te dejo descubrir por ti mismo el «futuro» de estos capítulos y el resto del libro.

Ed. Mc Graw Hill
Autor: Richard Maier.

Un saludo.

Os dejo un enlace al libro en la tienda de Díaz de Santos:

http://www.diazdesantos.es/libros/maier-richard-comportamiento-animalun-enfoque-evolutivo-y-ecologico-L0001109105229.html

Además es un texto muy fácil y ameno, no como los ladrillos que os puse en los enlaces 😉

Aclaración sobre algunos términos técnicos.

Me han preguntado varios compañeros por algunos términos que estoy usando en los últimos textos que estoy publicando (epigenético, gestión del entorno…), como muchos de ellos pertenecen a la biología evolutiva del desarrollo, que es uno de los campos que actualmente más estoy estudiando y aplicando, os dejo unos enlaces en castellano sobre este área de estudio.

Os aviso que son «ladrilletes», pero creo que es bueno tener la referencia para que los más grillaos de esto se lo puedan estudiar.

Un saludo.

Adiestramiento en entornos de bienestar (I)

En otro artículo hablé de las señales de bienestar o confort que nos sirven como evaluadores para saber que nuestro perro se encuentra en situación de bienestar, hoy voy a referirme a uno de los ejes fundamentales de nuestro nuevo trabajo: la diferente manera que tienen de aprender y generar conducta los perros según se encuentren en situaciones de supervivencia o bienestar.

Este es un tema muy relevante para el diseño de técnicas de adiestramiento y por ello este es sólo un primer artículo de acercamiento, realmente las formas de enseñanza-aprendizaje cambian completamente de un entorno a otro y nos permite sistematizar y reproducir los mecanismos que hacen que un perro disfrute trabajando sin depender del talento especial del perro o del adiestrador.

Lo primero que debo aclarar es que no es mejor o peor para la calidad final del adiestramiento que el perro trabaje en uno u otro entorno, en ambos podemos utilizar estímulos positivos y negativos para el aprendizaje pero la forma de usarlos es muy diferente.

  • Se considera entorno de supervivencia aquel en que el animal no tiene garantizados los recursos (comida, agua…) ni su seguridad
  • El entorno de bienestar es aquel en el que el animal tiene abundancia de recursos y seguridad.

Algunas especies -entre ellas los perros y las personas- cambian su forma de aprender y generar conducta según se encuentren en uno u otro entorno.

Hay que tener claro que en situaciones de bienestar el objetivo del perro es pasarlo bien, mejorar su bienestar, mientras que en las de supervivencia es obtener recursos de supervivencia y seguridad. No se actúa igual. No se aprende igual.

Deberíamos entenderlo, pues viviendo en el primer mundo es muy probable que la mayoría de lectores se encuentren en situación de bienestar. Es fácil que alguno de nosotros se haya pasado días recorriendo tiendas para encontrar un disco especial (¡ese maldito Charlie Patton Yazoo L-1020!), algún libro u otra cosa. También es muy posible que al llegar a casa nos encontrásemos con que no había nada en la nevera y dijéramos “paso de ir a comprar ahora, estoy cansado, ya iré mañana”. Hemos sido capaces de generar una gran cantidad de conducta para conseguir algo que no es una necesidad vital y sin embargo no bajamos a la tienda de al lado para conseguir algo primario para la supervivencia: la comida. Qué raro.

En absoluto, al tener garantizado que no vamos a morirnos de hambre y que en cuanto queramos podremos comer, la comida baja de valor como motivador, sin embargo el auto-refuerzo y calidad de vida extra que supone encontrar ese disco especial sube su valor como motivador. Esta es una de las primeras diferencias de un entorno de supervivencia y uno de bienestar: los estímulos positivos más eficaces son los que potencian el auto-refuerzo, mientras que los estímulos primarios pasan a ser menos eficaces. En un entorno de supervivencia sucede al revés.

Pero también la forma de gestionar los estímulos negativos cambia. En un entorno de supervivencia un estímulo negativo tiene que ser claramente percibido y provocar un estado emocional negativo que advierta de un riesgo posible para que el perro genere conducta. En un entorno de bienestar es mucho más eficaz usar un estímulo negativo de baja intensidad que dificulte el disfrute de una actividad divertida sin eliminar el estado emocional positivo asociado a dicha actividad, el perro generará mucha conducta para eliminar esa interferencia y volver a disfrutar a tope de la situación, por esto son tan eficaces las pequeñas molestias como poner un post-it o una goma del pelo a un perro durante una sesión de moldeado. Además entrena la capacidad del perro de afrontar problemas y gestionar el estrés.

Es importante saber que no podemos variar de uno a otro entorno cuando queramos, debemos elegir para cada trabajo un entorno de bienestar o de supervivencia y entrenar coherentemente a este entorno. Si vamos a usar sólo comida como reforzador es mejor que planteemos un entorno de supervivencia, pues tendrá más valor y el aprendizaje será de más calidad y más consistente. Si tenemos un perro que se lo pasa bien resolviendo problemas y para el que el adiestramiento es un fin en sí mismo mejor es trabajar en un entorno de bienestar.

Entrenamiento de expresiones faciales.

Hablando con una compañera adiestradora que tiene una perra ya mayor, me comentaba lo difícil que le resulta encontrar nuevas conductas que enseñarle en las sesiones de moldeado libre, porque entre las muchísimas ya sabía la perra y las que no le podía enseñar por la displasia severa y su avanzada edad, se veía limitada, quitándole además a su perra una fuente de diversión y actividad mental.

Aunque yo prefiero fomentar la actividad mental a través de la resolución de problemas, sí que es una pena que una perra que disfruta de un tipo de trabajo encuentre estas limitaciones para seguir haciendo lo que le gusta.

Muchos le propondréis ser imaginativos, yo hice lo mismo, ¡¡pero todo lo que se me ocurría lo sabía hacer!! No es tan fácil.

Sin embargo hay una forma de trabajar que podía ayudarle, y que, en mi opinión, es lo más difícil para entrenar con clicker y lo que más afina la calidad del adiestrador que usa esta herramienta: el entrenamiento de expresiones faciales.

Si tomamos tres parámetros: Expresión de los ojos, posición de las orejas y posición de los labios (hay quien también mete la posición de la cabeza, pero esto resulta muy simple de entrenar en comparación con las anteriores) y empezamos a plantear combinaciones de estos tres elementos veremos que nos ocupará horas y horas de entreno y que después capturar conductas motoras que activen músculos grandes se ha vuelto mucho más sencillo.

Empieza por algo simple: Que achine los ojos, esto ya es entretenimiento para un rato, la inducción y captura de estas conductas es al moldeado libre lo que la cirugía neurovascular a las operaciones de amígdalas: precisión, delicadeza… El manejo de conductas movidas por músculos muy pequeño es otro deporte, para miniaturistas.

Cuando ya lo tengas fija que suba los labios, esto tampoco será rápido.

Y ahora ve a las orejas, consigue que las pliegue hacia atrás (no vale agobiar).

Bueno, bueno…

Pues ahora combina de forma que el perro haga una, dos o las tres cosas según le indiques.

Bien, estás en el principio. Ahora enseña una segunda acción para cada rasgo de la cara, puedes hacer que baje la mirada o la suba (¡la cabeza no vale!), que ponga los labios cerrados hacia delante (como justo antes de un ¡¡wuff!!) o que los apriete, que ponga las orejas hacia arriba…

Y empieza a combinar entre estos rasgos para tener diferentes expresiones de la cara, con esto tienes para entrenar muchos meses y además tu perro será el que más se divierta, si es un perro mayor, como la de la compañera de la que hablé al principio, no supone ningún problema entrenar estas acciones complejas, pero tranquilas ¿quién dijo que los adiestradores no podíamos jugar a «Mr. Potato”?

Si eres un crack del clicker también tenemos un nivel “no intente esto si no tiene experiencia”: Que un lado de la cara haga una cosa y el otro otra: un ojo entornado otro abierto, una oreja arriba la otra abajo, un labio cerrado el otro subido como si gruñese. Además cuando rueden una película de Batman tu perro tiene contrato asegurado como mejor amigo del supervillano “Dos Caras”.

Cuando todo esto te salga con facilidad llámame para darme envidia, aunque seguro que Pere Saavedra ha colgado quince video con trescientas expresiones diferentes para cuando eso suceda.

Aprendizaje y pensamiento a través de imágenes mentales (y II)

Crear una imagen mental es más trabajoso que almacenar información simbólica, las imágenes mentales son archivos más pesados y complejos que los que consisten en símbolos.

Pero precisamente por eso, cuando ya se ha recuperado una imagen mental, el pensamiento es más rápido y fijo que el realizado a través de símbolos, que resulta menos afinado y preciso. Esto es debido al poder de evocación inmediata de la imagen mental. Almacenar un archivo fotográfico requiere más memoria en el ordenador y abrirlo es más lento que hacer lo mismo con un archivo de texto. Sin embargo una vez abierto veo «de golpe» todo el archivo, mientras que el de texto requiere un tiempo para ser leído e interpretado.

Esto se ve con claridad con un ejemplo: si pensamos en los relojes digitales y en los que tienen manecillas*, el basado en una imagen (manecillas) es más rápido para reconocer la hora, con un vistazo sabemos qué hora es, cuando miramos los números de un reloj digital necesitamos un tiempo mayor de atención y un esfuerzo mental también mayor. Por el contrario la información que nos da la imagen mental es menos exacta, será frecuente que respondamos a quien nos pregunte la hora con frases del tipo “…y diez pasadas”, mientras que el digital nos dará una información milimétrica “.. y doce”. Esto nos muestra que la forma de recepción y procesado de la información es muy diferente en los perros y en nosotros, los perros, como consecuencia de su forma de pensar a través de imágenes mentales, son más rápidos en la  evocación de una respuesta.

Esta velocidad es un problema para nosotros, que necesitamos mucho más tiempo para poner en movimiento nuestra pesada maquinaria mental, y nos lleva a que en muchas ocasiones los perros vayan por delante nuestro durante los adiestramientos y estén respondiendo a situaciones que nosotros nos estamos empezando a plantear. Si no tomamos en cuenta esta diferencia de velocidades nos encontraremos con situaciones muy frustrantes y adiestramientos poco eficaces.

*Por supuesto las manecillas son simbólicas también, pues representan unos datos de otra naturaleza, pero el aprendizaje de su lectura es claramente visual y resulta en la construcción de una consistente imagen mental que prácticamente todas las personas compartimos (como la imagen del dedo ante la boca para solicitar silencio, nuestra respuesta  de callarnos es más rápida cuando nos hacen este gesto que si nos lo solicitan con palabras que tardamos unos segundos en procesar).

Educación vs adiestramiento

En algunos casos perros que compiten en complejas disciplinas de adiestramiento con un alto nivel de resultados son compañeros incómodos en extremo, siendo muy difícil la convivencia con ellos, lo que los relega a vivir en perreras u otros espacios ajenos al núcleo familiar ¿por qué sucede esto? ¿por qué un perro que saca altísimas puntuaciones en complejos ejercicios de obediencia no se integra en el grupo social de forma armónica? Es bien cierto que en muchos de estos individuos se ha seleccionado un fuerte carácter y un nivel de actividad muy alto que hacen que hacen más complejo su manejo.

Pero esto, que es un buen motivo para que dichos perros den problemas a dueños noveles, no debería justificar que adiestradores expertos que conocen, buscan y preparan a este tipo de perros no puedan conseguir una convivencia normalizada con ellos.

La principal causante de esta situación es la confusión entre aprendizaje y educación, el adiestramiento suele utilizar procesos de aprendizaje (normalmente condicionamiento operante o procesos cognitivos) que hacen que el perro motorice las conductas en base a motivaciones de interés puramente individual. La educación es un proceso diferente que debe afrontarse desde una óptica diferente.

La educación es un tipo especial de aprendizaje (o la combinación de múltiples tipos de aprendizaje) que tiene como objeto la correcta integración, maduración y eficacia del individuo en su grupo social. Por ello tiene que implicar al afecto, los objetivos comunes y otra serie de características necesarias en el adulto equilibrado.

La educación es especialmente importante en los animales altriciales, pues las infancias prolongadas implican dependencia de la madre y otros miembros de su grupo durante un espacio de tiempo relativamente prolongado. Por ello un modelo de adiestramiento que no tome en cuenta las relaciones del cachorro con su grupo social no solo es menos eficaz sino que muy probablemente dé lugar a adultos disfuncionales.

Para alcanzar estos objetivos la educación debe cumplir una serie de premisas particulares, cuyo conocimiento nos es particularmente interesante para saber como integrar al perro en nuestro entorno familiar de la forma más correcta posible. Adiestramiento y educación deben ir de la mano para lograr un animal social y manejable.

Si el perro se cría en compañía –además de personas- de otros perros bien educados y sociales, y se les permite una interacción libre y prolongada es muy probable que la educación sea construida correctamente. Sin embargo perros que tienen contacto solamente con personas durante su infancia pueden tener algunas carencias, bien por desconocimiento, bien por la aplicación de ideas de adiestramiento sin consistencia etológica suficiente.

Recepción de señales discretas y graduadas

¡¡Todos atentos!!

 

Aunque mis alumnos de Abril de 2008 en adelante tienen esta información en las actualizaciones al libro que se entregan en nuestros cursos, varias personas me han comentado que es un tema bastante desconocido y que merecía la pena hacer este «corta y pega», con mis disculpas a los que ya conocen el texto.

El perro es un animal capaz de recibir señales discretas y graduadas de su entorno y grupo social.

Las señales discretas son señales de todo/nada, no tienen diferentes intensidades o la diferencia de intensidad es irrelevante para el mensaje principal. Suelen estar relacionadas con la aparición de recursos o peligros, por ello la claridad es el parámetro más importante, no recibir o malinterpretar una señal de esta índole puede tener una repercusión económica o vital grave para el perro. Las señales discretas suelen relacionarse con sucesos de interés que están fuera del grupo social.

Las señales graduadas son aquellas sometidas a variaciones en forma y/o intensidad según el estado emocional del emisor. Son las más usadas dentro del grupo social y permiten situaciones interactivas entre dos sujetos. Por ello son las más relevantes para la convivencia.

Quizá uno de los efectos más nocivos en la educación de los perros que se derivan de la visión del adiestramiento como una suma de condicionamientos operantes es el “desentrenar” a los perros para la recepción y evaluación de las señales graduadas, el perro que se limita a evaluar la información que viene de sus compañeros sociales como blanco o negro será un miembro del grupo incompetente y tendrá dificultades para establecer relaciones sutiles con su guía, pues se le enseña a desatender señales no directamente relacionadas con bueno o malo. Lo que puede resultar muy beneficioso en los inicios del adiestramiento por su claridad para que el perro aprenda acciones nuevas no es lo más conveniente para el manejo del perro ya adiestrado, que se enriquecería con los matices en la información que percibe de su guía.

Para adiestrar nos puede resultar suficiente el uso de señales discretas, para educar necesitamos que el perro potencie su naturaleza de recibir señales graduadas, pues esto aumentará su capacidad de actuar correctamente en el entorno familiar. Los mamíferos sociales están particularmente preparados para la recepción y emisión de señales graduadas, pues esto permite que un animal sepa si su conducta es recibida con cierta alegría, con cierto enfado (o con mucho) y graduar sus acciones sociales a lo que cada individuo del grupo, en cada situación, es receptivo. Así el perro debe aprender a recibir y emitir mensajes al resto del grupo con diferentes niveles.

Conductas de bienestar o confort

Hoy se sabe que múltiples animales, una vez cubiertas sus necesidades de supervivencia buscan mejorar su bienestar o confort ( Korttland 1940 explicita la búsqueda del confort en animales). El descubrimiento de esta característica nos mostró que la forma de generar conducta -tanto social como individual- y el aprendizaje de los animales que tienen asegurados sus recursos (comida, agua, lugar de descanso…) en cantidad y calidad suficiente y que además viven en condiciones de seguridad continuada es diferente a la de aquellos otros que no tienen estas garantías. Así pues tenemos que la misma especie mostrará diferencias en su etología según se encuentre en un nicho ecológico de lucha por la supervivencia o de búsqueda del bienestar.

Existen una serie de conductas o movimientos que son indicadores de que un perro se encuentra en situación de bienestar (Baerends 1960 acuña la expresión “movimientos de confort”). La aparición de estas conductas de forma frecuente es un indicador de la calidad de vida y de la salud mental y emocional del perro más fiable que la ausencia de señales de apaciguamiento o la búsqueda activa de refuerzos externos. Entre las conductas de confort  o bienestar en el perro están el juego (social o individual), las invitaciones al juego, el “revolcarse” en la hierba, el descansar muy extendidos y patas arriba,  el descansar en lugares abiertos en lugar de preferir rincones o lugares cerrados, solicitar contacto tocando con las patas o la nariz, la actitud “expansiva”, el movimiento con saltos y giros bruscos…. Si estas actitudes son continuadas y habituales tendremos a nuestro perro en la situación óptima: sus objetivos conductuales estarán destinados principalmente a “disfrutar de la vida” y no a luchar por la supervivencia. Obviamente un perro en estado de bienestar podrá disfrutar más del adiestramiento y de la convivencia con nosotros.

Una de las características de los movimientos de confort es que en una gran cantidad de casos no tienen un fin comunicativo, un perro se puede revolcar en la hierba sin que nadie lo esté mirando y desde luego al dormir de una u otra manera no intenta informar a nadie de nada, por supuesto si otro perro o una persona con conocimientos lo ve sabrá que esta contento y relajado respectivamente, pero frente a las conductas de apaciguamiento o agresión que siempre se realizan para transmitir información a otro individuo los movimientos de confort no necesariamente tienen dicho objetivo informativo ¡salvo en aquellos casos en que quiera que compartamos su bienestar invitándonos a jugar!

Aprendizaje y pensamiento a través de imágenes mentales (I)

Cata y Gastón frente a la ventana

Los perros no poseen, al contrario que nosotros, un código lingüístico que les permita operar mentalmente con símbolos (las palabras) que representan cosas. Por ello debemos suponer que operan con imágenes mentales sensoriales (uni-sensoriales o multi-sensoriales) de aquellas cosas que conocen o aprenden. Esto es lo que más nos dificulta el trabajo, su forma de pensar es totalmente distinta a la nuestra, sólo algunas personas con trastornos del espectro autista leves (como Temple Grandin), que tienen la imposibilidad de pensar con palabras nos pueden contar cómo es la experiencia mental de operar con imágenes sensoriales. De sus experiencias podemos sacar mucha información sobre cómo piensan realmente los perros.

Gran parte de nuestra extraordinaria facilidad para pensar en cosas complejas procede de nuestra capacidad de codificar la información de forma simbólica y operar estos símbolos en nuestra cabeza en lugar de usar directamente imágenes mentales, para ilustrar esto propongo al lector un pequeño ejercicio: evoque mentalmente la imagen de una persona conocida, no piense en su nombre sino visualícelo, bien, ahora imagine que está montado en un caballo, cuando lo consiga imagine que ese caballo con su amigo montado está saltando un seto. Bien, si ha realizado el ejercicio habrá notado que, según incorporaba elementos a su visualización, le costaba más esfuerzo y que probablemente la imagen no fuera todo lo precisa que pudiera ser. Ahora piense en el nombre de su amigo y repítase mentalmente la frase: Fulanito montando en un caballo y saltando un seto. Esto sí que no ha supuesto esfuerzo, en cuanto ha convertido esas imágenes en símbolos operar con ellas es muy fácil, rápido y descansado. Los perros operan de la primera y más trabajosa manera.

Manejar símbolos es una forma de optimizar la capacidad de computación del cerebro, esto es lo que hace tan listos a los ordenadores: con una combinación binaria de símbolos muy simples (ceros y unos) pueden realizar una gran cantidad de procesos mentales muy complejos. ¿Por qué sucede esto?, cuando usted piensa en imágenes su cerebro tiene que dedicar mucho esfuerzo a construir dicha imagen: debe ponerle algún tipo de ropa a su amigo, pensar en un color para el caballo, la forma y disposición del seto, pese a que yo no le he pedido nada de esto usted necesita hacerlo para poder construir la imagen, sin embargo al simbolizarlo en palabras ese esfuerzo no es necesario, no tenemos que conocer la ropa, el color del caballo ni ningún otro dato excepto el mínimo que yo le he pedido: Fulanito montado a caballo y saltando un seto. Los perros no tiene esta capacidad de traducir a símbolos, y con ello reducir al mínimo la cantidad de información relevante para ese momento, por ello su forma de pensar es más lenta y requiere una cantidad importante de recuerdos sensoriales.

Afortunadamente hoy día sabemos cómo construir, facilitar y “dirigir” estos procesos.