Algunas precauciones y premisas para usar refuerzo negativo minimizando sus riesgos.

Publicado el 12 de febrero de 2014

Después de entregar, con un par de meses de retraso, el primero de los tres libros que espero sacar este año vuelvo al mundo de los vivos, o al menos de los e-vivos.

Y lo hago para hablar de un tema que me lleva preocupando un tiempo, vivimos un momento de “boom” de las propuestas de trabajo para perros emocionalmente problemáticos que se basan en la gestión conductual de aversivos: tanto BAT como CAT son protocolos que funcionan a través del refuerzo negativo, al que se le puede añadir eventualmente un refuerzo positivo. De primeras aclaro que creo que este es el camino adecuado, hoy sabemos que el uso del refuerzo negativo en un programa de refuerzo diferencial es lo más eficaz para este tipo de problema, como ya expliqué en un largo post, que gracias a vuestros extraordinarios comentarios se convirtió en muy, muy interesante. Además, el protocolo desarrollado en EDUCAN se basa en los mismos principios, así que esto no es una crítica a estos procesos en absoluto.

Sin embargo, lo “edulcoradas” que llegan a ser las formas de presentar estas propuestas para conseguir que el uso de refuerzo negativo les parezca aceptable a quienes tienen muchas suspicacias hacia este tipo de refuerzo conlleva un peligro implícito: que no seamos conscientes de que estamos usando refuerzo negativo y no sepamos precavernos de los riesgos reales que corremos y que debemos considerar e intentar minimizar al trabajar de este modo.

El mayor riesgo con el que nos encontramos tiene que ver con una eventualidad que parecemos no considerar cuando trabajamos: el comportamiento es continuo, no una suma de eventos aislados. En la mayoría de los casos el perro, durante la sesión, podrá reducir la intensidad del estímulo aversivo hasta hacerlo desaparecer con su conducta. Típicamente al dejar de mostrar una respuesta de agresión o miedo hacia otro perro (que es el estímulo aversivo en estos casos) o realizar alguna otra conducta observable que consideremos correcta alejará al otro perro (CAT) o se alejará de él (BAT y nuestro protocolo). Esto es muy adecuado al paradigma de refuerzo negativo, pero parecemos olvidar que antes de retirar o alejar el aversivo tenemos que introducirlo en la vida del perro, o sea que tenemos que sumar un estímulo aversivo (el otro perro) al entorno para poder empezar la sesión. Y sumar un estímulo aversivo al entorno es la manera de iniciar los trabajos de castigo positivo, el tipo de condicionamiento con efectos emocionales y conductuales más lesivos. Al explicarse estos trabajos se incide en los beneficios de que el perro gestione la situación aversiva con su comportamiento (refuerzo negativo) y se obvia sistemáticamente el cómo se le sitúa ante el aversivo (activación emocional equivalente a la del castigo positivo).

El perro existe, genera conducta y realiza asociaciones también cuando le llevamos a la sesión y sumamos a su vida elementos que le desagradan para iniciarla: el principal problema práctico al usar refuerzo negativo es cómo introducir el aversivo, no cómo retirarlo. Cuando esto se hace de manera descuidada es fácil que el perro elicite respuestas emocionales respondientes insalubres al acercarnos al lugar de trabajo, lo que puede darnos, en el peor de los casos, un incremento de respuestas reactivas de miedo o agresión o, en el mejor, una mala disposición hacia el lugar, personas y otros antecedentes fiables del inicio de la sesión, pues este inicio siempre actuará emocionalmente de manera insidiosa.

Este es un problema que no desaparecerá, pero que podemos gestionar con inteligencia para que los beneficios obtenidos durante la sesión superen con creces las consecuencias lesivas que supone su inicio y podamos hacer un uso inteligente y respetuoso del refuerzo negativo, minimizando sus riesgos. Las medidas que propongo son las siguientes:

  1. Mantén un ritual igual para llevar al perro a la sesión que para otras salidas que le resulten apetecibles. Si haces cosas diferentes para acudir a las sesiones terapéuticas el perro lo captará en seguida y empezará a generar una expectativa negativa en cuanto sepa hacia dónde va, esto nos llevará a que durante el traslado, que puede ser largo, se encuentre en un estado emocional negativo, lo que multiplicará su malestar. Sin embargo si haces lo mismo que cuando va a ir al campo a pasear tendrás un estado emocional positivo durante el viaje, la mejor manera de empezar.
  2. No llegues al lugar de la sesión y empieces con el trabajo. Otra manera de evitar que el viaje sea visto como un antecedente fiable de la sesión, con los efectos nocivos implícitos, es que llegues a la cercanía de la zona de trabajo con antelación y dediques un rato a pasear tranquilamente con tu perro, jugar con él o darle masajes relajantes si le gustan y lo haces competentemente. Déjale que se relaje y se olvide del coche y del viaje antes de empezar el trabajo.
  3. Ten un ritual de inicio de la sesión, incluyendo material específico. Todos los estímulos presentes en un entorno de interés (bueno o malo) pueden potencialmente asociarse a este y generar una respuesta emocional posterior. Sin embargo sabemos que esto no es lo más frecuente, al perro no le interesa asociar demasiadas cosas porque supone un mayor esfuerzo mental y además daría valor a muchos estímulos que realmente no fueran específicos del problema. Cuando aparece una situación de interés, el perro realiza un rastreo de señales para aprender a diferenciar los estímulos específicos y propios de dicha situación y asignarles el valor asociativo, convirtiéndolos en señales. Algunos estímulos, como el lugar concreto donde se lleva a cabo la sesión, pueden estar fuera nuestras posibilidades de acción, pero otros como el collar y correa de manejo, pueden controlarse fácilmente. Si usamos un ritual de inicio de la sesión y un material específico para esta conseguiremos que gran parte del enfoque asociativo del perro se quede en ellos, con lo que al realizar el ritual y ponerle el collar y correa de trabajo se agobiará, pues señalan que llegará la situación aversiva, pero al quitárselos o no usarlos disminuirá la emoción problemática. Podríamos decir que encapsulamos el inicio del aversivo y sus efectos adversos con el ritual y material exclusivos de la sesión, minimizando las asociaciones con otros estímulos presentes. En algunos casos en los que existe una generalización del miedo muy exagerada nosotros usamos collares de vibración para aumentar este efecto de discriminación de los estímulos que se asocian con la emoción nociva, reduciendo el enfoque del perro y dirigiéndolo hacia el material, mejorando así su activación emocional hacia el resto del entorno. Esta es quizá la técnica que más «choca» en nuestra propuesta y que es generadora de polémica, sin embargo es efectiva en casos muy severos donde se necesita que la emoción quede asociada a un contexto muy limitado.
  4. Después de la sesión no te vayas inmediatamente. Aunque salga bien, estos trabajos implican un alto nivel de estrés en el perro y una alta activación de sus capacidades emocionales, estos son motores que tardan en enfriarse, dales tiempo para ello. Antes de volver al coche para irte pasea de nuevo, calma al perro con masaje, dale tiempo para estabilizarse emocionalmente. Después intenta realizar una actividad divertida con él, si es en la misma zona perfecto, pero también puntúa hacer una parada en una zona de campo que le encante antes de volver a casa.
  5. Trabaja en pirámide. Se ha comprobado que el trabajo sobre emociones avanza y se consolida más rápidamente cuando la sesión se plantea de manera piramidal: partimos de un criterio (por ejemplo acercar al perro a diez metros del perro ayudante), subimos de criterio (por ejemplo le acercamos a ocho metros, luego a seis y luego a cuatro) y por último volvemos a bajar de criterio (retrocedemos de nuevo a seis metros, luego a ocho y terminamos en los diez iniciales). Terminar la sesión con el criterio más alto, una práctica usual pero equivocada, genera más estrés residual en el perro e implica una recuperación física y emocional de la sesión mucho más lenta e ineficaz.
  6. Espacia las sesiones no haciendo más de tres semanales, incluso puedes hacer solo dos. Por bien que lo hagas y por bajos que sean los umbrales de activación de la emoción, este tipo de trabajo implica estrés, con las alteraciones físicas consecuentes que todos conocemos y que, además, ralentizan y alteran el proceso de reconstrucción del cerebro que constituyen la realidad fisiológica del aprendizaje. Si vamos demasiado deprisa no conseguiremos que los efectos de la sesión terminen de remodelar el cerebro del perro, por lo que estaremos construyendo los posteriores avances sobre una base inestable. A todos nos tienta trabajar todos los días o al menos manteniendo el ritmo laboral normal: cinco sesiones a la semana, sin embargo, esto es demasiado rápido para procesos emocionales.

Como ves todos los puntos son fáciles de llevar a cabo, solo requieren tiempo, planificación previa y, sobre todo, ser conscientes de que estamos trabajando con refuerzo negativo y por ello debemos ser particularmente cuidadosos.

Comentarios:


  1. Planificación….qué bonita y poco usada palabra.

    Emoción al poder volver a leerte…

  2. Pues está genial el post.
    Lo de planificar, es algo de que se habla tan tan poco…
    Pero bueno, si yo solo soy un novatillo de esto 🙂 a leer y a aprender

  3. Maravillosa entrada! Gracias por escribir este blog, como siempre, invita a la reflexión. Esta vez, voy a atreverme a preguntar algo diferente de la temática de la entrada, ya que lo mencionas al principio del post. ¿Qué libros vas a publicar y cuańdo están previstas las publicaciones?

    Muchas gracias!

  4. Juan carlos Serron - febrero 12, 2014

    Me parece exelente Maestro de mi Maestro hermano Juan Carlos Moreda/ y si me gustaria mucho me ayude con este tipo de material interesanticimo y que mucho me ayudan a mejorar mi relacion con mi Perro alguien para mi muy Noble y que merece mi mas grande respeto y que x desconocimientos y falta de imformacion no eramos equipo hoy gracias al Maestro Krusaiker somos un equipo y disfrutamos de cada entreno…/ Mis mas sinceros respetos Master de master/ Un fuerte abrazo dsd URUGUAY….un umilde apacionado del Adiestramiento…

  5. Vicente - febrero 13, 2014

    Gracias Carlos!! Como siempre un placer leerte… aprendemos mucho contigo los que estamos empezando, que es mi caso.
    Un saludo desde Zaragoza.

  6. Yago Ricoy - febrero 17, 2014

    Perdona pero no estoy seguro de haber entendido el punto 3. ¿Te refieres a que rediriges el origen el estado negativo (que en cualquier caso va a aparecer) hacia otro estímulo?
    Muchas gracias.
    Como siempre muy interesante.

    • Lo primero es agradeceros los comentarios e interés por el post, es un tema que a mí me da mucho que pensar.

      Yago: Efectivamente se trata de intentar que el estado negativo que provoca la introducción del aversivo quede principalmente asociado a estímulos que podemos manejar y que son coyunturales, por lo que serán más fáciles de acotar y de manejar posteriormente, neutralizándolos con relativa facilidad cuando el nivel de avance del perro lo permita. Cuando se conoce cómo se realiza el rastreo de señales ante situaciones aversivas es muy sencillo dirigir estas asociaciones, enfocando al perro hacia elementos que están bajo nuestro control.

      Vivente: Muchas gracias, la verdad es que en ZGZ hay muy buena gente y muy buenos profesionales de la conducta canina en diferentes áreas, si estés empezando no lo haces en mal sitio. Me alegra que te sea útil la propuesta, siempre es un gusto que se genere una rueda de compartir conocimientos de la que todos podamos salir beneficiados.
      Juan Carlos: Bueno, muchísimas gracias por las palabras, pero es algo exagerado: en esto todos estamos juntos y cada uno compartimos lo que vamos aprendiendo en el camino, además siendo alumno y amigo de Juan Carlos ya estarás acostumbrado a recibir información sobre adiestramiento, es un profesor generoso y un adiestrador excepcional. Dos cosas que no aparecen juntas con la frecuencia que sería deseable.

      Raquel: Muchas de nada señorita, gracias a ti/vosotros que lo lees/leéis porque sin eso poco sentido tendría 🙂 Me alegra que me hagas la pregunta sobre los libros, porque, al fin y al cabo ¡Yo he venido aquí a hablar de mi libro! 😉 El primero está entregado a la editorial, cuando me digan la fecha aproximada de salida escribiré un post explicando qué libros, cuándo y cómo «componen» una de las aventuras técnicas más difíciles y apasionantes que he emprendido en mi vida.

      David: Sí, a los entrenadores tendemos a ser muy de «acción» y nos cuesta el previo de reflexión, pero esto no es mas que una cuestión de un poco de autodisciplina y en cuanto se ve cómo mejora y se facilita todo de ese modo empieza a resultar un esfuerzo menor. Quien no siga leyendo y aprendiendo, independientemente de cuánto lleve en el tema, en poco verá como lo que tú defines como «novillo» le pasa por la izquierda.

      Eliseo: Seguiré moñarda; emoción la de tener amigos como tú en la vida, que las cosas que más gravitan el alma no siempre son largas de contar (a veces ni siquiera son posibles de traducir a palabras), creo sinceramente que eres un lujo como amigo, persona y, of course, profesional. Con respecto a escribir, espero retomar un cierto ritmo pausado de posts por aquí. Y tenso que estar de acuerdo contigo sólo a medias, yo escucho mucho hablar de planificación, pero veo que después no se termina de implementar a nivel práctico, eso es algo que me cuesta entender, pero que veo repetirse enormemente y es un problema de fondo importante en nuestro sector.

      Y, de nuevo, muchas gracias a todos por aguantarme estos largos silencios en el blog (¿o quizá es que con más periodicidad sería un coñazo leerme? Hummm….)

  7. Gustavo Onofrio - mayo 14, 2014

    Excelente artículo, muy didáctico y de claro entendimiento. La utilización de estímulos aversivos siempre es algo delicado, pero a pesar de esto no podemos libranos de ellos ya que forman parte ella vida cotidiana, es por ello que me gustaría leer más sobre estos temas que pocos se atreven a tocar, sobre todo de la aplicación del castigo positivo como inhibidor de la conducta, de su posible uso y sus consecuencias, ya que hay muy poco respecto d ese tema y pareciera que fuera tabú mencionarlo. No me malinterpreten, no es que defienda el uso indiscriminado de los aversivos, es que creo que existe una clara diferencia entre el maltrato y la utilización del C+ y el R- en el trabajo, y por eso considero necesario ampliar nuestro conocimiento respecto d estos elementos del condicionamiento operante. Saludos desde Argentina. Gustavo Onofrio

  8. Yolanda Ruiz - junio 3, 2016

    Hola, ¿a qué tipos de refuerzo negativo y aversivos te refieres? Gracias

    • Carlos Alfonso López García - junio 18, 2016

      A cualquiera que cumpla la características indicadas 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *