Diez cosas que NO debe hacer un adiestrador (EMO)

Publicado el 20 de octubre de 2010

Como prometí dejar por un tiempo los posts técnicos y para darle una alegría a mi amigo Jesús B, que sé que le molan las listas de consejos, voy a aprovechar para poner un decálogo de cosas que NO debe hacer un adiestrador. Por supuesto lo escrito es mi opinión y es perfectamente razonable que haya quien no la comparta.

  1. No cortes las explicaciones del cliente en cuanto localices el problema (“no me cuentes más, esto es ansiedad por separación”), no estamos en un concurso ni en un examen, la gente quiere y agradece sentirse escuchada. Es probable que en su entorno le quiten importancia o no le presten interés suficiente cuando habla de su perro. Su profesional debe darle tiempo para trasmitir los datos y para liberar la tensión que le supone su problema ¡La gestión emocional no sólo es cosa de perros!
  2. No “remates a gol”, si el cliente te habla de otro profesional al que ha consultado y con el que no está contento o cuyo argumentario no le ha gustado no aproveches esto para hacer notar sus carencias o errores. Esto pasa con demasiada frecuencia y al final enturbia el ambiente entre compañeros, nos aísla como profesionales, da una mala imagen a largo plazo ¡y que no está bien hacerlo, leche!
  3. No pierdas la actitud profesional. Las características de nuestro trabajo potencian la implicación a nivel emocional. Esto es un aliciente: quienes empiezan como clientes suelen terminar como amigos, pero esto no debe alterar el trato durante el proceso que tenemos en marcha. La confianza fácilmente puede llevar a que nos relajemos durante el adiestramiento, con lo que los resultados empeorarán.
  4. No regañes a tu cliente, es demasiado frecuente ver adiestradores que, cuando el cliente ha cometido un fallo en el manejo de su perro o no ha seguido las pautas indicadas por ellos, se enfadan y le echan en cara todo lo que están haciendo por él, que no es capaz de implicarse siguiendo unas sencillas instrucciones. Nadie contrata a un adiestrador para esto (todos tenemos un familiar que disfruta haciéndolo gratis), además conseguirás que tu cliente te oculte sus errores para evitarse broncas. En muchos problemas de conducta será imposible seguir la evolución del trabajo sin estos datos. Para conseguir la colaboración del cliente el enfado es una mala estrategia.
  5. No hagas exhibiciones de erudición, a veces sucede que cuando el adiestrador explica el problema de un perro lo hace con una profundidad técnica innecesaria. La mayoría de los clientes no desean conocer la bioquímica del estrés, aportar estos datos hará que se empachen de información y enfoquen peor la referida a cómo deben tratar el problema y por qué. No hablo de no informar, me refiero a hacerlo en el nivel adecuado. Si voy al mecánico no quiero saber cómo funciona el motor de mi coche, quiero que me indique qué está roto, cómo lo va a arreglar y qué debo hacer con el coche para evitar que el problema reaparezca (vale, vale, también quiero saber cuánto me va a costar). La mayoría de propietarios tienen el mismo enfoque sobre la solución de los problemas de su perro.
  6. No trates al cliente como si fuera tonto, a veces se cae en el error contrario al anterior, dándole una información insuficiente o diciéndole que determinados temas son demasiado complejos para explicárselos en detalle. Salvo que nos dirijamos a alguien de menos de doce años esto es ofensivo y muy descortés.
  7. Diagnosticar no es el final del trabajo, aún veo profesionales de la modificación del comportamiento que hacen un gran esfuerzo para conseguir una buena diagnosis, pero cuando la tienen se limitan a pasar al cliente un papel con una terapia estándar del problema que han localizado. Las pautas generales son la base del trabajo (no el final), tienes que personalizarlo para las características del perro, del propietario y tomando en cuenta sus circunstancias concretas. Si tratas exactamente igual todos los casos no tratas óptimamente ninguno.
  8. No bases la valoración que hacen tus clientes sobre ti sólo en lo que te dicen, piensa que es muy violento comentarte a la cara los puntos flojos de tu trabajo, máxime si les ayudaste a solucionar un problema. Esto puede hacer que tengamos pequeñas cosas que podemos mejorar y que nadie nos hace notar: quizá nuestro lenguaje sea demasiado técnico o brusco, nuestras clases se perciban como demasiado cortas o largas… mil detalles. Debemos acudir a otras fuentes de información para captarlos: hablar con el veterinario de nuestro cliente, su tienda de animales o incluso enviar una encuesta de satisfacción. Es importante pulir esos pequeños defectos para mejorar el servicio, además si no los percibimos tienden a consolidarse.
  9. No tienes que saberlo todo para ser un buen profesional. Puedes consultar a otros profesionales en los casos complejos e incluso derivar clientes a otros compañeros, nadie es especialista en todo ¡No la tienes más pequeña por eso! (La capacidad de adiestrar, ¿o qué pensabais?).
  10. No descuides tu imagen, ya ha pasado a la historia ese adiestrador impuntual, con ropa de color y antigüedad indescifrables y cuyo olor a perro llega veinte minutos antes que él. Ser auténtico no tiene nada que ver con la informalidad ni con el jabón.

Y como consejo extra…

No demuestres más asombro que tu cliente cuando el trabajo salga bien, recuerda que detrás de todo adiestramiento perfecto siempre hay un adiestrador sorprendido ;).
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Comentarios:


  1. Sí señor, son los aspectos fundamentales a la hora de tratar con cualquier cliente en cualquier trabajo.
    Aunque la mayoría de los puntos los tenía claros (ésto no quiere decir que no se nos vaya la olla en algún momento), hay que hacer notar la necesidad de empollar psicología humana, yoga, etc, etc, para saber llevar cosas como… los clientes informales que te dan plantones sonados; a los que te mienten por sistema (ahí habré hecho algo mal [punto 4]?; al que te oculta cosas; al cliente impaciente que, a pesar de que le explicas cien veces que el trabajo es progresivo y lleva su tiempo, creen que al mes el perro tiene que estar obedeciendo al 100% a todos los miembros de la casa y en toda circunstancia; cómo motivar a un cliente que, a pesar de que te ha llamado porque tiene interés en su perro, a la hora de trabajar muestra una cierta actitud o aptitud pasota hacia lo que está haciendo… En fin, qué te voy a contar que no sepas.
    Creo que, durante un entrenamiento, hay que ser una especie de elemento observador pero «dinámico», como un monitor de aerobic, para llegar a conseguir ese mismo ritmo de trabajo (el ritmo que, por otra parte, marque el perro) en el cliente.

    Es evidente, como dejas ver, que no sólo la actitud del cliente hacia el trabajo, sino nuestra propia aptitud para motivar a ese cliente, es fundamental para conseguir buenos resultados. Y esa aptitud no viene de serie. También hay que currarla.

  2. Peludetes.com - octubre 20, 2010

    El contenido del artículo es excelente pero sobre todo darte la enhorabuena por la forma tan simpática de exponer la información 🙂

    Saludos!

  3. Hola,
    Cómo siempre, un artículo excelente. Es una lástima ver buenos educadores que pierden a sus clientes (y el trabajo) por no saber darle importancia a todas estas cosas. Gracias.

  4. Sigo pensando que tu forma de enseñar, es a la vez educativa y divertida. La seguridad de tus palabras hace de un novato e inseguro adiestrador (en este caso yo) ver que con trabajo, esfuerzo, constancia, paciencia y seguridad en el modelo hace de pequeñas personas, grandes profesionales.
    Espero tener en un ojala una gran satisfacción personal gracias a tu profesionalidad y las de tus colaboradores.

  5. Yolanda Blanco - diciembre 19, 2010

    jjajajajajaj lo del olor a perro me ha encantado jajaj

    genial Carlos como siempre

  6. Adalid - mayo 20, 2016

    Me temo que estoy yendo a un curso donde hacen prácticamente todo lo que esta lista indica que no deberían hacer (salvo el último punto, ahora que lo pienso). 🙁 

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