Perros, preposiciones e intervenciones asistidas.

Publicado el 24 de febrero de 2015

A raíz de mi post sobre la manera tradicionalmente tendenciosa de explicar el antropomorfismo, sin explicar el sesgo opuesto: la objetualización, me ha escrito Nela Larrinaga, de Lagunkan, organización dedicada a las Intervenciones Asistidas… ¿por? ¿con? Perros.

Porque ese era el motivo de su mensaje, me decía que tras leer mi post le parecía que usar con implica un sesgo de objetualización que lo hacía menos adecuado que usar, por, que reconocía mejor la condición de sujeto del perro. Yo pienso lo mismo, así que entre los dos hemos decidido que podía hacer un post explicando mi opinión.

Aunque este no es un problema grave, pues conozco gente que realiza intervenciones con y por perros que mantienen con ellos una relación intersubjetiva impecable y que les tratan como a compañeros de trabajo cuya labor tienen bien definida y acotada.

No es grave, pero tampoco es indiferente, porque las palabras tienen poder. Cuando hablamos de un sujeto como un objeto le estamos robando, precisamente, el derecho a su condición como sujeto. Además cuando nos referimos a alguien como a un algo nuestra manera de pensar sobre él (¿ello?) cambia sutilmente. Y cambia a peor.

En EDUCAN llevamos muchos años usando el por, sin embargo en muchos lugares parece más aceptado el uso de con. Este uso del con se defiende principalmente con los siguientes argumentos:

  1. Deja claro que el perro no es el protagonista de la intervención.
  2. Pasa a un primer plano al terapeuta/especialista humano responsable de la intervención y deja al perro en segundo plano.
  3. Mantiene la visión funcionalista sobre la labor del perro.

Estos tres argumentos son relevantes y deben tomarse en consideración para realizar una Intervención Asistida por Perros de calidad.

El primero impide que el perro tome un papel de “vedette” y, como consecuencia, evita que el mero hecho de contactar perros y personas con algún problema sea tomado como un trabajo técnico de terapia o intervención. Que demasiadas veces hemos visto como la gente llega incluso a poner en peligro a los sujetos de una terapia al ponerlos a interactuar de manera desordenada (aquí sí) con perros.

El segundo incide en que el responsable, director y realizador de la terapia es una persona cualificada y preparada (un psicólogo, un neuropediatra, un fisioterapeuta…) y no el perro. Es necesario que la terapia sea dirigida por quien puede determinar las necesidades individuales de cada sujeto en cada momento, así como de evaluar su respuesta a la intervención. Esto es evidente.

El tercero es importante también, el perro tiene una labor instrumental dentro de la intervención, es un medio para alcanzar un fin. En algunas ocasiones se han realizado intervenciones con perros con carácter inadecuado por motivos peregrinos “a él también le viene bien estar aquí, porque es un poco gruñón y así se acostumbra a la gente”. El perro debe estar seleccionado para que su carácter y comportamiento sean los que les convienen a las personas receptoras de la intervención ¡nunca al contrario!

Pero de estas tres verdades se da un salto inferencial excesivo e incorrecto, pues ninguna de ellas justifica que se le dé tratamiento de objeto y no de sujeto al perro. De hecho no está relacionado en absoluto.

Lo explico.

En primer lugar vayámonos al desarrollo completo de la frase “Intervenciones Asistidas con/por Perro”, pues existe una parte que está omitida y que cuando se hace explícita ayuda mucho a entender cuál es la preposición adecuada para referirse al perro.

En realidad lo que hacemos son:

“Intervenciones Realizadas/Dirigidas por Psicólogos/Neuropediatras/ Fisioterapeutas… y Asistidas por Perros/ Bedeles/Enfermeros/Familiares”.

Vemos que el papel secundario del perro queda claro en su labor de asistente (ayudante) en la intervención, ni la dirige ni la realiza. Es al omitir en la frase quién dirige y realiza la intervención y mencionar solo al asistente cuando puede dar esa impresión, pero en realidad su labor secundaria se deja clara al definir la labor del perro como la de un asistente.

Al omitir la primera parte de la frase somos nosotros los que decidimos darle protagonismo al perro, como elemento diferencial, característico o atractivo de nuestra oferta terapéutica o de intervenciones. El que después nos la queramos coger con papel de fumar y «pecar y ser absueltos a la vez» a través de elegir una preposición es sólo un intento de nadar y guardar la ropa.

Hay que asumir que el protagonismo «mediático», emocional y publicitario es del perro, nuestro deber, nuestra responsabilidad será que eso no fagocite la  correcta puesta en marcha y desarrollo de la terapia o intervención. El perro es nuestro «pie en la puerta» para que nos contraten, a partir de ahí que tengamos una buena praxis o que nos dediquemos a pasear al perro con las personas que reciben la terapia o intervención y hacernos fotos para molar mil es cosa nuestra, no de Lázaro Carreter.

Con respecto a la labor instrumental del perro debemos decir que no es diferente a la que tendría un asistente humano, como un bedel o un monitor de tiempo libre. En última instancia incluso el psicólogo/neuropediatra/fisioterapeuta… responsable de la intervención, durante el desarrollo de su trabajo, también es un instrumento para la mejora de sus pacientes. Sin embargo eso no justifica nombrar a ninguno de ellos como objetos:

“Intervenciones Dirigidas/Realizadas con Psicólogos/Neuropediatras/Fisioterapeutas… y Asistidas con Perros/Bedeles/Enfermeros/Familiares”.

Por tanto creo que, la redacción más justa con la labor del perro es la que usa la preposición por, sin que eso implique caer en ninguno de los tres errores de valoración que se suelen argumentar para defender el uso del con.

Pero además de perrero soy aficionado a la gramática. Y siempre es bueno saber qué es lo correcto desde el punto de vista gramatical, pues suele ayudar mucho a dirimir problemas de este tipo.

En el nivel gramatical la cuestión está en determinar si perro es un complemento agente, el que realiza la acción de asistir, y debería usarse la preposición por , o es un complemento circunstancial de modo, el que informa sobre las circunstancias en las que transcurre la acción y debería usarse la preposición con.

En la redacción “intervenciones asistidas por perro” el perro es un agente, puesto que es el que realiza la acción del verbo, que es asistir, no intervenir. El perro es el que asiste y consecuentemente debe usarse por.

El uso de con sería correcto en redacciones que ponen la labor de asistencia como complemento circunstancial de modo, como por ejemplo:

“El psicólogo realiza la terapia con la asistencia de un perro.”

“El psicólogo realiza la terapia con la asistencia de un bedel”.

“El psicólogo realiza la terapia con la ayuda de un test.”

Que sería equivalente a:

“Mi amigo está curándose con la ayuda del fisioterapeuta.”

“Mi amigo está curándose con la ayuda de un perro”.

“Mi amigo está curándose con la ayuda de unas pastillas”.

 

Como vemos el uso de la preposición nada que ver con que sea un perro, una persona o un objeto en este nivel gramatical.

Por lo anterior, tanto desde el punto de vista del reconocimiento de la condición del perro como sujeto y no como objeto, como desde el punto de vista de la corrección gramatical, creo que debería usarse “Terapias/Intervenciones Asistidas por Perros”.

Pero sin que la cosa sea tan relevante como para que dejemos de hablarnos los partidarios de una u otra preposición 🙂 . Que hay gente muy maja y con muy buenos trabajos usando ambas nomenclaturas.

Yo estoy POR los perros y CON todos los que hacen intervenciones y terapias de calidad con esta misma visión, para ir HACIA un enfoque más colaborativo 😉

Comentarios:


  1. A cambiar folletos, tarjetas personales y web. Gracias Carlos!!! Siempre un enfoque claro, maravilloso y «elevador» para nuestros amados 4 patas. Abrazo! 

  2. Vanessa - julio 25, 2015

    En la Gramática estaba la respuesta, ya que ahí queda claramente explicado cuándo se debe utilizar una u otra, independientemente de afectos o subjetividades.
    Un beso desde Gran Canaria. 

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