Lluvia de albóndigas.

Publicado el 29 de mayo de 2012

Hace tiempo comenté en el post titulado Consolidar fallos que era un problema común intentar corregir mediante la extinción pequeños defectos de un ejercicio, como la inercia de cruzarse al andar a nuestro lado, con la consecuencia de que se empezara a resentir la calidad del adiestramiento, lo que nos hacía volver a reforzar el ejercicio con defecto, metiéndolo en un programa de refuerzo intermitente que daba consistencia a la incorrección que queríamos corregir inicialmente.

Y es que la extinción es algo trabajoso, un perro que ha establecido que su conducta instrumental aumenta la posibilidad de que aparezca un refuerzo se aferrará a ese aprendizaje, volviéndose insistente (ya sabemos cómo va la curva de extinción) ante la desaparición del premio. Además resulta emocionalmente agotador para el perro esforzarse y no cumplir su expectativa, siendo fácil que aparezcan reacciones emocionales negativas que lleven a que empeore su conducta de manera global, incluso afectando a su interés e implicación en el entrenamiento y en nosotros: al fin y al cabo a las personas nos pasa lo mismo, cuando tenemos un trabajo en el que nos esforzamos al máximo y nos ignoran terminamos aprendiendo a pasar de todo y extinguiendo nuestra conducta, pero después la relación con trabajo, jefes y compañeros no será ni mucho menos igual que antes. Eso es lo que notamos que sucede, de manera más o menos intuitiva, por eso se nos ponen de corbata, cedemos y reforzamos de nuevo el ejercicio inexacto.

Y hacemos bien, porque la extinción puramente conductista puede ser bastante destructiva para la relación con nuestro perro; la ansiedad, la sobreactivación y los estados emocionales negativos acechan. Ojo, estos efectos nocivos sólo se dan cuando se cumplen determinadas premisas: el perro no tiene claro lo que queremos extinguir, siente que su esfuerzo al trabajar es inútil y que sus demandas afectivas ante el fracaso son ignoradas. En situaciones en las que no existe ni ambigüedad, ni un contexto de trabajo en equipo, como dejar de darle comida en la mesa para que no pida, no hay problema para utilizar la extinción.

Afortunadamente existen estrategias alternativas más sencillas y eficaces, una de las más funcionales es infrecuente porque resulta contraintuitiva, sin embargo todos los resultados experimentales prueban su consistencia: La aparición aleatoria de premios.

La tensión generada por la extinción surge por la expectativa del perro de que con su conducta conseguirá el premio, cuando no hay premio responde inicialmente aumentando su esfuerzo en la conducta que había sido eficaz. Pero si la comida empieza a aparecer de manera frecuente y aleatoria surge un curioso efecto: el perro abandona la conducta aprendida rápidamente, mucho más que con la extinción, y sin tensión emocional, no tenemos que “convencerle” de que por más que insista no conseguirá nada, sino que el perro voluntaria, rápida y relajadamente deja de mostrar una conducta que no aporta ningún beneficio cuando los refuerzos vienen “caídos del cielo”.

Por supuesto la forma general de la conducta entrenada también se puede alterar al principio con esta estrategia, pues le estamos reforzando todo el rato, pero sin estados emocionales negativos que puedan afectar en el medio o largo plazo (recordemos que el estado emocional es el primer evaluador de la calidad de un trabajo).

Tras unas sesiones en las que dejamos que el perro se relaje recibiendo los refuerzos gratuitos será sencillo reiniciar el entrenamiento dirigido colocando los refuerzos de manera que se premie la conducta correcta. Puesto que el perro se encuentra bien, calmado, cómodo y seguro será fácil que siga nuestras nuevas indicaciones y no reactive la conducta incorrecta. Es importante no hacer demasiadas de estas sesiones, pues podemos provocar el efecto llamado pereza aprendida que después nos dificultaría el aprendizaje.

Of course, no digo que está que propongo sea la única o la mejor estrategia para reconducir conductas inexactas, hace tiempo que me parece muy difícil decir que algo es “lo mejor” e impensable decir que algo es “lo único” que funciona en adiestramiento. Pero es una estrategia muy eficaz, que por poco conocida y contraintuitiva, se conoce y aprovecha bastante menos de lo que los resultados que se pueden obtener harían recomendable. A nosotros nos ha funcionado muy bien en EDUCAN, sobre todo para reconducir a perros con adiestramientos previos consistentes. Una herramienta más de trabajo, pero una buena herramienta.

Después de unos cuantos post que se alejaban de la práctica directa del adiestramiento creo que se imponía volver al turrón ;).

Comentarios:


  1. RAFA BELTRÁN - mayo 29, 2012

    Francamente esperaba ansioso una nueva publicación,mi expectativa estaba en aumento; por causas que no voy hacer publicas, pero sabía que estaba al caer y me alegro de que así haya sido, es un buen síntoma.Ademas el tema en concreto me parece sumamente útil y me viene muy bien, tengo que pulir algunas cosas que me estaban enredando bastante, estaba a punto de reconstruir todo un ejercicio y esta me parece una excelente alternativa.Una vez más GRACIAS Carlos.

  2. RAFA BELTRÁN - junio 15, 2012

    Una cosa tengo muy clara ahora y es que he metido la pata ( me va más la expresión argentina, hice cagada). Pero bueno para avanzar un paso a veces es necesario retroceder.Ya lo comentaré contigo porque seguro que hice algo mal.

  3. instints canins - junio 23, 2012

    Me ha gustado mucho tu post muy bien explicado y como a dicho «RAFA BELTRÁN» muy útil! 😉

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