Un modelo de capitalismo sostenible.

Publicado el 14 de mayo de 2013

Escribo este post, algo alejado de la temática del blog, porque los múltiples artículos que he publicado sobre cómo hacer funcionar una empresa de entrenamiento de animales y la nueva línea de formación que iniciamos en EDUCAN sobre ese mismo tema me hacen sentirme obligado a exponer los principios sobre los que se basa nuestra visión empresarial.

Siempre he pensado que una sociedad competitiva donde los méritos conducen a ventajas es deseable por vigorosa y salutífera, porque, en su mejor cara, es generadora de valores como la implicación, la originalidad y el esfuerzo mantenido, ya sea en el trabajo, ya en el estudio, que consiguen su justo reconocimiento en forma de éxito.

Sin embargo la competitividad es un arma de doble filo, pues cuando no se ponen límites puede llevar, por arriba, a la búsqueda despiadada del beneficio económico a costa de cualquier cosa y, por debajo, a la pobreza, a la miseria y a la más absoluta falta de responsabilidad común.

Existen tres grandes males que pueden envenenar el sistema competitivo, haciéndolo insostenible y dañino: la explotación, la especulación y la picaresca.

El estado puede (y debe) poner frenos legales a estas prácticas, pero si quienes estamos en el sistema y lo componemos no asumimos personal e íntimamente una serie de reglas estrictas para la puesta en marcha y explotación de un negocio nada será de verdad.

Para construir un modelo de capitalismo sostenible y solidario una empresa debería asumir, al menos, los siguientes compromisos:

  1. Generar riqueza: El balance de una empresa no puede limitarse al de sus beneficios, si quemo un país entero, reduciendo a la pobreza a buena parte de su población, acabando con sus ecosistemas, para luego plantar aceite de palma, podré obtener unos extraordinarios beneficios, pero no creo riqueza, la destruyo. La pobreza es el cáncer del sistema social, una empresa no debe hacer nada que genere pobreza ni alimentarse de ella.

    Asegúrate de que tu empresa crea algo, que aumenta las cosas que había sin destruir las anteriores, que tu entorno obtiene mejoras con tu actividad. Esto es imperativo, pues automáticamente te vacuna contra las dos de las tres prácticas del capitalismo insostenible que nos ha llevado a donde estamos: la especulación, que revende subiendo el precio y sin crear nada y la explotación, que quita la riqueza a los trabajadores para conseguir beneficios, como un vampiro.

  2. Compartir los beneficios: Si la empresa gana todos los que contribuyen a su éxito deben ganar con ella (empleados, clientes…), no solo los económicos: las atribuciones de mérito, los momentos de avance…Los beneficios económicos son necesarios para que una empresa sea viable, pero eso no debe hacernos pensar que son los únicos que existen.

  3. Ser solidaria con sus proveedores: Negociar no es pelear, negociar bien no es ganar. Negociar es entender las necesidades y posibilidades del otro e intentar encontrar un punto de acuerdo que permita beneficiarse a ambas partes, no es conseguir que una pierda para que la otra gane. Si puedes elegir trabaja con proveedores que tengan una visión sostenible de la actividad empresarial. Te entenderás mejor con ellos y potenciarás la práctica de estos principios.

  4. Ser honesta y útil con los clientes: La tercera de las malas prácticas que llevan al capitalismo destructivo e insolidario es la picaresca.Una empresa debe hacer publicidad sin timidez, pero veraz, es lícito y adecuado que enarboles tus méritos, pero no que mientas o coloques medias verdades para que el potencial cliente se haga la idea de que va a obtener una cosa diferente, mayor o mejor que la que realmente recibirá.

    Tampoco debes vender servicios excesivos, innecesarios o que sabes que serán ineficaces. La mejor empresa no es la que vende el servicio más caro, sino la que vende el servicio que su cliente necesita y que le hará sentir que ha sido un buen negocio contratarnos.

  5. Acotar los sueldos: Es bueno y conveniente que quienes más trabajan, los que tienen las ideas más originales, los que siempre están ahí, tengan su reconocimiento a través de mejores sueldos. Eso estimula y refuerza el esfuerzo, la creatividad y el compromiso con el proyecto, pero sin perder el norte.

    Las diferencias de sueldos no pueden ser tales que causen una fractura insalvable entre las personas, colocándolas en universos diferentes. Se ha calculado que los más altos directivos actualmente cobran más de doscientas veces el sueldo de un directivo medio y más de dos mil veces el de los trabajadores menos cualificados de sus empresas. Esto es una locura.

    Una buena norma es que los sueldos máximos estén limitados a quince veces el sueldo medio. Obviamente quien recibe estos sueldos debe asumir que se comerá quince veces más marrones que los demás.

    Los sueldos mínimos deben ser dignos, que ningún sueldo sea menor al 50% del sueldo medio de tu empresa (si son más altos mejor), da lo mismo el trabajo que se haga. Si eres de los que te quejas de los políticos en el Facebook y luego pagas trescientos euros por diez horas diarias de trabajo eres un mierda y punto.

  6. Controlar el crédito: El abuso del crédito ha llevado a situaciones irreales e insostenibles, arriesgando no solo el futuro de las empresas sino la de los trabajadores y clientes que se comprometen con ella. Es mejor dejar de crecer o incluso reducir el volumen de la empresa que endeudarla excesivamente. La autofinanciación es otro freno a la especulación y nos mantiene con los pies en la tierra.

  7. Controlar el crecimiento: El objetivo básico de una empresa es dar servicios de calidad. El crecimiento, si llega, debería ser consecuencia de la eficacia al dar dichos servicios, lo que aumenta su demanda, nunca un objetivo por sí mismo.

Todo se resume en tres puntos muy sencillos: NO a la explotación, NO a la especulación y NO a la picaresca.

Y recuerda que ninguna empresa es demasiado grande o demasiado pequeña como para estar eximida de actuar correctamente.

Comentarios:


  1. Eliseo - mayo 14, 2013

    Vaya, por un momento he sentido que estaba leyendo El Economista (o similar, que no se enfade nadie).

    Curioso y acertado punto de vista el tuyo Carlos, máxime cuando viene de una de las empresas más grandes de España, y me barrunto que de Europa (y no me atrevo a más).

    Acertado en todos tus puntos, desde todos los prismas, te lo comento con conocimiento de causa ya que, aún autónomo (empresa al fin y al cabo, como casi el 90% en España), ayudé en el pasado en la empresa familiar en lo que mejor sabía hacer entonces, contabilidad y facturaciones, etc.

    Si bien es cierto que todo lo que comentas son factores que deberían pensar todos aquellos que tengan una empresa (algo que desgraciadamente no se estila demasiado en nuestro país; las razones son muchas y variadas y complicadas desde el prisma sociocultural) añadiría un factor importante y es el hecho de que no siempre esos poderes públicos o financieros trabajan o ayudan a que, simplemente, uno pueda vivir de «lo suyo». Trámites, pagos mensuales de cuotas de autónomos brutales, créditos ICO que en realidad no existen o son muy difíciles de acceder a ellos, hacen que la empresa se quede en familiar (1 trabajador) o tenga los días contados a pesar de que su cartera de clientes sea amplia o el servicio sea excelente…todos sabemos que no siempre las ideas van acompañadas del éxito profesional (y con éxito no quiero decir salir en la TV).

    Es por ello que creo que a esos compromisos del empresario sumaría, no ya necesario sino obligatorio, el que aquellos que tengan el mango de la sartén (metafóricamente hablando, porque ya no sé quien o quienes nos «mangonean»), no la sacudan tanto, no vaya a ser que lo que se está cocinando se nos vaya al suelo…que camino de ello vamos.

    Me parece un tema muy interesante este y de amplio debate…más en tiempos como los que corren, difíciles pero a su vez en ciertos momentos, esperanzadores de cambios.

    Saludos

  2. David - mayo 18, 2013

    Estoy bastante de acuerdo con lo que dices en el post, sobretodo si lo miramos desde un punto de vista bastante capitalista. Pero creo que cualquier empresa (grande, mediana, pequeña, personal) también debe tener en sus principios la Solidaridad. Sobretodo dependiendo de en QUE o con QUE trabaje la empresa. El dinero, la riqueza, no debe ser el único objetivo o la única moneda de cambio Empresa-Cliente. No debemos reducir el trabajo a esa cosa que nos hace ganar dinero. Trabajar puede enriquecernos de otras muchas formas. Si es verdad, la sociedad actual solo sirve el dinero… pero una vez se consigue el dinero para cubrir las necesidades básicas… ¿qué nos aporta la acumulación de dinero?
    No confundir la solidaridad con la caridad, no no es a eso a lo que me refiero. Ser solidario (sobretodo en el mundo canino, que estamos jugando con la vida y bienestar de personas y animales) es saber cuando hay que ayudar (tanto a un colega de profesión como a un cliente) sin poner en un primer termino la «tarifa».
    Ser solidario es compartir la información, los conocimientos. Lo que a mi no me ha funcionado quizás no es porque estuviera mal, sino porque me faltaba ese matiz que otra persona me puede decir.
    Hay que investigar, profundizar en las técnicas y en los conocimientos y si se pueden mejorar hay que hacerlo, por muchos gurús a los que se les chafe el negocio. Si solo se ve el negocio… mal vamos.

    Bueno perdón por la chapa 🙂
    Un saludo

  3. Sergio - mayo 20, 2013

    Opino lo mismo y por eso decidí estudiar con vosotros por que para mi el trato que me disteis ver vuestra cooperación con los perros del refugio fue lo que realmente ha marcado mi forma de trabajar, y me encantaría poder trabajar con vosotros desde Cáceres vamos desde la sierra de gata, un saludo y gracias por existir

  4. Manuel Zúñiga - mayo 20, 2013

    Carlos, creo que esta entrada no podría ser más acertada y además, teniendo en cuenta que prácticamente todas las actividades entran en el orbe económico, ya que la Economía (y la pongo con mayúsculas) es una situación de fondo del ser humano, entiendo que en algún momento todas las empresas de todos los tamaños y objetos sociales deberían hacer lo que tu has hecho en este post.

    No importa que se dedique al cemento, que sea un restaurante, un hotel o una tienda de ropa. Que sea multinacional o un pequeño comercio. Los principios bajo los que opera desde el punto de vista económico constituyen una forma de hacer las cosas que deben abrirse a sus clientes, proveedores y demás grupos que se relacionen con ella. Y esa transparencia generará una confianza que se podrá con el tiempo convertir en satisfacción para todos.

    El crecimiento desmedido y la ambición han sido el origen de los mayores males de la Economía. El tamaño de las empresas no se ha sabido controlar y de aquí han venido los principales problemas. Y el peor de ellos, la pérdida del gusto por lo bien hecho, de la satisfacción con lo que hacemos, por pensar sólo en los resultados a corto plazo.

    El medio y el largo plazo existen, el tiempo es el mismo y la calma para progresar y hacer las cosas, así como la perseverancia de las personas es nuestro mayor activo. Y lo hemos dejado a un lado desde hace años.

    Recuperemos el gusto por lo que hacemos. Si todo va bien, asistiré a vuestro próximo intensivo de julio en Sevilla. Será un placer entrar en contacto con una empresa que tiene esta filosofía.

    En mi blog, que es genérico, he escrito algunos artículos que pueden tener relación con todo esto y que constituyen lo que yo denomino «nueva Economía». Os dejo la dirección por si queréis comentarme algo.

    http://unmomentoparapensar.wordpress.com

    Gracias.

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