Afirmo en este programa que la cría familiar de perros de raza es una de las soluciones al abandono, al maltrato y a la sobrepoblación canina.

Afirmo que los criadores familiares son los mejores aliados de las protectoras de animales, y quienes mejor las complementan con su labor el trabajo de las protectoras.

Afirmo que los criadores familiares son piezas fundamentales para construir un futuro donde los abandonos sean un problema residual, que pueda atenderse de forma óptima y no con el terriblemente duro proteccionismo de guerrilla en el que ahora están inmersos quienes se ocupan de los perros abandonados.

Pero para entender qué son y la importancia que tienen los criadores familiares antes debemos tener algo de contexto para desmontar los sesgos y falsos lugares comunes que se han generado -en algunos casos maliciosamente- alrededor de la cría familiar para impedir que se conozca y reconozca su importancia central para el bienestar de los perros.

Y todo eso intento explicar y exponer en este programa.

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Hace años, un cliente me explicó que, por trabajo, viajaba mucho y si entrenábamos a su perro para estar tranquilo con él, podría acompañarle, lo hicimos y me alegró: era un buen hombre que buscaba adaptar el comportamiento de su perro a la forma de vida que habrían de compartir para integrarle como parte de su familia. Es una historia que apetece contar, porque da sentido a ser entrenador.

Hoy, quizá, hubiera caído presa de los vendedores de culpa, que machacan a las personas por querer que sus perros hagan cosas “poco naturales”, aquellos cuya única solución es una máquina del tiempo y tras cuyo discurso de respeto y bondad se reconoce una sola ambición real: arrogarse en inquisidores.

Pero, también hace tiempo, me llamaron para: entrenar a perros a usar areneros de gato para no sacarles a la calle, mantener permanencias en tumbado de cuatro horas e, increíblemente, en una ocasión entrenar a un perro para que no soltara pelo y en otra para que no hiciera pis ni caca (“-¿En casa? -No, que no haga”). Estas historias pueden sonar divertidas, pero no son bonitas. De hecho, resultan divertidas por un mascotismo tan crudo y ferozmente inconsciente, que nos impacta. Y muestran que, por difusos y complejos de definir que sean, los adiestradores debemos marcarnos límites.

El debate sobre qué es lícito enseñarle a los perros es complejo e implica revisar la naturaleza misma de nuestra relación. Implica cuestionarse si es aceptable que vivan con nosotros, pero si no ¿dónde podría vivir una especie que hemos seleccionado para acompañarnos y cuyo nicho ecológico son nuestras casas?

No tengo respuestas inapelables (de hecho, creo que no existen y quienes afirman tenerlas me parecen los peores de nosotros, y me espantan sus escritos, siempre dogmáticos y autocomplacientes), pero sí algunas ideas que uso como guía para, perro a perro, familia a familia, ir decidiendo. Y son las que comparto en este último programa del año.

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Hace unos meses, César Arroyo, un adiestrador cuyo trabajo admiro, me planteó colaborar para mejorar el ejercicio de “junto” con sus perras de cara al mundial de OCI.
Este ejercicio en OCI dura muuuucho, y era con dos border collies, a quienes suele “pesarles”, porque no están tan cómodos pegados a su guía como pastores alemanes, malinois o retrievers, sino que tienden a preferir un poco de distancia cuando trabajan.
Intercambiamos visitas, charlas, trabajos, mensajes… os copio uno que le envié:

“Una cosa fundamental es poner el tiempo de “junto” en función del tiempo total de trabajo, uno de los peores descuidos conceptuales que nos ha traído el sobreenfoque en las conductas y en el desglose de los ejercicios, es no considerar los ejercicios como un conjunto que se realiza completo y en cuyo transcurso las duraciones de cada parte determinan el conjunto. Entrenar siempre con crono debería ser una base de trabajo.”

Estamos acostumbrados a entrenar patrones motores, desgloses de ejercicios, repeticiones de conductas, generación de expectativas, estrategias de gratificación… para lograr la mejor ejecución puntual, no a entrenar el tiempo como variable prioritaria, ¡pero en disciplinas deportivas finalmente trabajaremos de forma continuada unos minutos determinados! Y las técnicas que ayudan a mejorar rapidez, precisión y consistencia pueden fastidiar la capacidad del perro de trabajar bien durante un largo tiempo.

Es sencillo: si entrenando (a excepción, quizá, de las permanencias) gratificas siempre cada par de minutos, o incluso con más frecuencia, y nunca usas el cronómetro para saber el momento de terminar, cambiar o gratificar un ejercicio, no estás poniendo el tiempo como variable principal en ningún momento, y puedes mejorar sustancialmente tus resultados si aprendes cómo y cuándo hacerlo.

Y de eso hablamos hoy, de eso y de cómo fue y salió el trabajo de “junto” de César en el Campeonato del mundo de OCI.

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En Tu perro piensa y te quiere, el libro, no este programa, decía que las caricias son una de las herramientas más poderosas de las que disponemos en ese extraño viaje relacional interespecies que hemos emprendido hace tanto tiempo con los perros.

Pero eso no hace falta decírselo a nadie que tenga perro, todos sabemos lo gratificante que es para ellos y para nosotros una buena sesión de caricias, sin embargo se conoce menos que existe evidencia científica de que las caricias sirven para gratificar a los perros, de manera que se refuercen no solo las conductas que deseamos que realicen, sino simultáneamente la relación social y la potenciación del entrenamiento como actividad social conjunta y afectiva.

Sabemos también que los perros prefieren las caricias de las personas a las conductas equivalentes de otros perros, nuestra ventaja viene de que somos una especie dotadísima para acariciar, a nivel físico y a nivel cognitivo: nuestras manos y dedos independientes nos permiten dosificar y distribuir la presión y amplitud de nuestras caricias de manera delicadísima. Mucho mejor de lo que lo consiguen los perros usando su hocico o apoyando su cuerpo en nosotros y sin comparación posible con sus contactos con las patas, muy faltos de sutileza, como todos hemos sufrido en alguna ocasión. Además nosotros podemos pensar en cuándo, cuánto y cómo debemos acariciar, ajustando las caricias a lo más conveniente para cada momento.

Sin embargo, hay perros poco aficionados a ser tocados, esto puede suplirse “estirando” un poco el concepto de caricia y asumiendo que no solo podemos acariciar de forma táctil, sino que es posible hacerlo con otra de nuestras capacidades más poderosas y, a la vez, que admite un ajuste más sútil: la voz.

Y este programa va de caricias, porque son tanto como sentimos, pero pueden ser todavía más si aprendemos cómo funcionan.

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El trabajo deportivo con perros implica que perros y personas realicen juntos una actividad en la que se despliegan algunas de las capacidades y potencialidades de los perros, permitiéndoles expresar física y emocionalmente su parte más instintiva, enérgica y expansiva de manera muy divertida, mejorando su gestión emocional, su capacidad de coordinarse con nosotros y de mantenerse estables y receptivos durante situaciones de gran intensidad emocional.
El deporte con perro es un canal ideal para que los perros, en especial los más activos, cubran sus necesidades y obtengan mejoras generalizadas en su bienestar, así como para que se lo pasen genial y sean más felices. Creo que, como sucede en otros países de Europa, hacer algún deporte con tu perro debería estar muy extendido, siendo lo normal que lo practicase un alto porcentaje de quienes conviven con perro.

Sin embargo, en nuestro país y en otros que conozco esto no es así, por un lado se conocen poco estos beneficios, por otro existen reticencias y desconfianzas hacia el trabajo deportivo por parte de muchas personas que aman a los perros y quieren lo mejor para ellos, y, en tercer lugar, a veces quienes conocemos el deporte con perros respondemos de manera equivocada ante las dudas o el desconocimiento de otras personas.

Hoy expongo por qué creo que el deporte con perros es tan beneficioso para ellos, e intento dar respuesta a las dudas al respecto que he ido encontrando en algunas personas o entidades a lo largo del tiempo.

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La cinofilia organizada hoy es un sistema de cuidado, salud y bienestar para los perros que nacen en ella, con herramientas de detección y prevención de enfermedades que se aplican generaciones antes de que nazca una camada, herramientas de detección y prevención de problemas de carácter que hacen fiable la elección de un cachorro de raza para integrarse felizmente en las diferentes formas de vida que podemos tener las personas, con un nacimiento en entornos familiares, seguros y cualificados, que garantizan cuidados sanitarios y una socialización e infancia de calidad, cuidando su desarrollo emocional, cognitivo, social y físico. Entrega a familias seleccionadas y filtradas, a las que se asesora y ayuda durante el resto de la vida del perro, asegurándoles así a los perros nacidos dentro de la cinofilia organizada un entorno seguro para que terminen su desarrollo y vivan felices toda su vida. La cinofilia organizada es el primer mundo de los perros, y si todos nacieran dentro de ella sus problemas serían anecdóticos y los abandonos inexistentes. Pero, aunque hemos creado un auténtico sistema de seguridad social de primer mundo, que garantiza que los perros que nacen en nuestro entorno tengan una vida feliz, saludable y segura, no hemos sabido cambiar el discurso para exponerlo a la sociedad y a las instituciones, y la inercia nos ha llevado a mantener un argumentario de defensa de la cinofilia que, en realidad, hace años que no nos representa, que no refleja lo que hacemos por y con los perros. Y quienes se empeñan en mantener discursos caducos no pueden explicar a instituciones y amantes de los perros la realidad de lo que hacemos por ellos, solo pueden separarnos y enfrentarnos de aquellos que con quienes debemos entendernos para que reconozcan y garanticen nuestro papel e importancia en el bienestar de los perros.

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Ya puedes obtener tu Certificado de profesionalidad de Adiestramiento. ¡Se ha ABIERTO la acreditación de competencias de manera PERMANENTE!

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Cuando hablamos de novedades respecto al adiestramiento o al comportamentalismo canino siempre aludimos a nuevas investigaciones, conceptos, técnicas… que tienen que ver con los perros. Hay muchas cosas fantásticas que se están desarrollando cada día por parte de científicos, tecnólogos del comportamiento y adiestradores. Y es genial conocerlas e incorporar aquellas que cuadran con nuestro enfoque y nos permiten mejorar lo que hacemos o cómo lo hacemos. Pero los entrenadores y comportamentalistas caninos profesionales tratamos con dos especies, y debemos conocer la forma más eficaz de lograr resultados con ambas. Porque también trabajamos con personas, que son quienes tienen que consolidar, mantener y progresar las mejoras. Sin embargo, a veces parece que las únicas opciones de los entrenadores son amenazar a sus clientes con la catástrofe y la infelicidad de sus perros, abroncarles o quejarse amargamente sobre que sus clientes (esos mismos que han buscado un profesional, gastando su dinero y tiempo) no se implican y no quieren lo suficiente a sus compañeros caninos. Existen estrategias que implican y divierten a las personas, logrando no solo que realicen las pautas que proponemos, sino que las mejoren, individualizándolas al máximo para sus perros. Al fin y al cabo, el comportamentalista sabrá más de comportamiento canino que sus clientes, pero nadie conoce mejor a un perro que su tutor. Hay que explicarles cómo sacar partido a lo que saben. Con ello lograremos un avance, consolidación y progresión continua impensables con otras formas de trabajar ¡¡con los tutores!! Hoy hablamos de cómo lograr resultados con las personas que quieren mejorar las conductas de sus perros, hablaremos de gamificación, de motivación de logro, de retos, de diversión y de éxito, de mucho éxito, con nuestro clientes bípedos.

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La comida y los juguetes son elementos relevantes para construir un adiestramiento de cualquier tipo, permiten al perro generar una expectativa sobre lo que obtendrá si realiza lo que le estamos enseñando y en muchos casos nos permite guiarle hacia la conducta que deseamos que aprenda. Además, favorece un estado emocional positivo y una actitud proactiva en el perro durante la sesión.

Todo esto es muy valioso mientras está aprendiendo, pero si no sabemos cómo retirarlo, de manera que el perro realice las conductas aprendidas no solo sin premios, sino sin expectativa de que aparezcan, no tendremos un adiestramiento que podamos normalizar y nos sirva -a nosotros y a nuestro perro- para movernos por el mundo en el día a día.

Aunque a muchos entrenadores les cuesta lograrlo, en realidad no es complicado eliminar estas gratificaciones externas de la ecuación, pero requiere un trabajo sistemático, completamente diferente del que hacemos para enseñar las conductas, y el abordaje de varios frentes de forma simultánea. Sabiendo hacerlo, el perro verá en el adiestramiento y en nuestra guía una forma de gestionar y disfrutar mejor el mundo que le rodea, de sentirse emocionalmente más seguro y cómodo. Estas sensaciones llevan el adiestramiento a otro nivel en todos los aspectos: más consistente, más estable y más natural.

En este programas te explicamos un decálogo básico para superar la etapa en la que es necesario y conveniente premiar con comida o juguetes, retirando estas gratificaciones y logrando que el perro realice las conductas de manera fiable, positiva, normalizada y segura en su día a día.

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¡¡Nuestro último programa hasta septiembre!! Tu Perro Piensa y te Quiere en Instagram termina su primera temporada y se va de vacaciones el resto de agosto. Sin vosotros nos quedaremos solos 🙁 , y por eso creemos que es el momento perfecto para hablar sobre cómo gestionar el comportamiento de los perros cuando están solos o, estando acompañados, actúan libremente, sin nuestras indicaciones en ningún sentido. Y lo importante no es lo qué hacen sino por qué eligen hacerlo, qué objetivos tienen en su cabeza, y cómo hacer que dichos objetivos sean adecuados y -ojo- saludables. ¿Se siente libre y empoderado de su casa cuando está solo en ella o actúa como un invitado que no se atreve a mover nada de sitio? Que se quede ocho horas tumbado sin hacer nada es adecuado para nosotros. Pero… ¿es saludable para él, día tras día? La gestión del entorno objetual se refiere a la manera que tiene el perro de relacionarse e interactuar con todo lo que le rodea y tiene para él la categoría de objeto–no de sujeto- en los momentos y situaciones en los que puede elegir libremente qué hacer. Y podemos ayudarle a elegir bien. Cuando sus objetivos son lícitos, como el querer jugar, divertirse o descansar, podemos enseñarle a lograrlo haciendo actividades saludables, sin son insalubres o peligrosos, como si desea escapar del jardín, podemos hacer que cambie esos objetivos mentales. Podemos cambiar su sistema de gratificaciones referenciales y con ello su manera de interpretar, disfrutar e interactuar con el mundo que le rodea, empezando por su casa.

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El lugar común que opone e incluso enfrenta a perros y gatos, sin estar completamente equivocado, solo cuenta cómo pueden ser las cosas cuando salen mal del todo.
Perros y gatos, cuando se llevan bien, juegan en casa con más frecuencia de lo que hacen dos perros o dos gatos, resultando su convivencia muy estimulante para ambos, que desarrollan y adaptan sus capacidades cognitivas, emocionales, sociales y comunicativas para entender, hacerse entender y lograr el éxito compartiendo su vida con alguien de otra especie, con tendencias conductuales propias, a veces casi opuestas a las suyas, ofreciéndoles una “inmersión cultural” inclusiva llena de felicidad.
Pero esto no siempre sale así, los gatos tienen tendencias hacia la huida cuando se sienten incómodos o abrumados, y los perros tienden a cazar animales que huyen, la señalética de ambos es muy distinta: la expresividad hipertrofiada de algunos perros puede resultar abrumadora y amenazante para algunos gatos que no entiendan perrés, y muchos perros no captan los primeros, y aristocráticamente sutiles, indicadores de que un gato está incómodo, el gatés escribe sus mejores obras en voz baja.
La gestión de los espacios de convivencia y descanso también es diferente, los perros están más apegados a cosas y lugares, mientras que los gatos muestran mayor interés en posiciones, alturas y distancias.
Pero si les ayudamos a conocerse y comunicarse para que sientan cada uno de ellos que la casa es su casa, su lugar seguro, entonces llevarse como el perro y el gato expresará la felicidad, la diversión y el cariño profundo entre dos sujetos, de dos especies, que descubren como las diferencias se vuelven riquezas en las que encontrarse y no fronteras que les separen o enfrenten.

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En muchos reglamentos se les pide a los perros que realicen enérgicas carreras -alejándose o acercándose- y que al terminar adopten muy rápida y asertivamente, pero también con mucha precisión, una posición estática concreta, como sentarse ante su guía o tumbarse a su indicación.
Esta es una situación complicada, porque de manera natural el perro, si sabe que tendrá que sentarse o tumbarse, empezará a frenar con tiempo suficiente para asegurarse de adoptar la posición correctamente. Sin embargo, lo que se busca, lo complicado, es que corra con energía máxima durante todo el trayecto, parando en el último momento posible. Como consecuencia de esta situación tan complicada a nivel conductual y emocional, es habitual encontrar perros que tardan en pararse ¡algunos incluso chocan con su guía! y otros que ralentizan demasiado la parte final de su carrera.
Ninguna técnica puede garantizar el éxito, pero estructurar el trabajo optimiza los resultados y mejora el nivel de transferencia de los entrenos a la prueba. Y quizá uno de los aspectos que más podemos mejorar con una planificación ordenada y consciente es la velocidad, en general, y, en particular, en estas carreras que terminan en conductas de cierre estáticas, porque algo que todos empleamos intuitivamente, ofrecer varias opciones de final a la carrera, puede optimizarse para convertirse en un protocolo ordenado: más claro para el perro, más sencillo de aplicar para el entrenador y más eficaz para la prueba.

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La semana pasada vimos cómo poner a los perros en la mejor disposición posible para ser rápidos al realizar una conducta. Cuando ya sabemos colocarles en los starting-blocks mentales, es el momento de entrenar para que realice las conductas que nos interesan de forma rápida y asertiva ¡en el momento adecuado, no solo en los entrenos! Esto no es sencillo, quizá la práctica más generalizada para lograrlo es ofrecer una gratificación inmediata y estimulante casi sin latencia, o sea: prácticamente instantánea, en cuanto el perro ha realizado la conducta. Pero la velocidad obtenida con esta técnica es engañosa, porque tiene un nivel extremadamente variable de transferencia exitosa al día en el que necesitamos esa rapidez: entrenos veloces, pruebas lentas. Una pesadilla, porque la disonancia entreno-prueba es una mina oculta que no podemos desactivar, puesto que la vemos. Solo al pisarla, el día de la competición, descubrimos que estaba ahí. Existen maneras de trabajar la velocidad más seguras y evaluables, que nos dan mayor fiabilidad e información durante el proceso de entrenamientos, y que, además, maximizan la transferencia a la situación competitiva de cualquier cosa que te esté ofreciendo mejoras de velocidad durante los entrenos.

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En el episodio anterior hablamos de Slow Training, entrenar de manera despaciosa y tranquila, mejorando la normalización y eficacia del entrenamiento, porque el perro desarrolla sus capacidades de escucharnos cuando está a otra cosa y de cambiar su disposición respecto a lo que tiene en mente hacer, algo tan importante para el éxito del adiestramiento de manejo cotidiano como que haya aprendido las conductas que le solicitamos. A veces cuesta ver estas ventajas e implementar el Slow Training porque estamos habituados -sobre todo los entrenadores- a buscar, valorar y trabajar la velocidad. Y de velocidad y asertividad van nuestros dos próximos programas, de cómo ordenar nuestro entrenamiento para lograrlas, y si practicas entrenamiento deportivo es posible que no te cuente nada que no hayas hecho o visto alguna vez, pero para planificar tu entrenamiento puede serte de mucha utilidad hacer explícito qué mecanismos toca cada técnica, saber a qué perro en qué momento le irá mejor una u otra, cómo se combinan de la manera más eficaz y cuál es la manera de consolidar ,mantener e incluso mejorar esa velocidad en el largo plazo para diferentes tipos de perros y de conductas. Que en el momento adecuado, el perro esté en la disposición perfecta para hacer lo que sabe de la manera más veloz, segura y precisa es una de las grandes dificultades del entrenamiento deportivo. Y si sabemos qué trabajar en cada perro concreto, cuándo y cómo aplicar las diferentes técnicas de acuerdo a variables objetivas, tendremos la base para lograrlo.

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En los videos, los perros suelen mostrar conductas asertivas, entusiastas y veloces: una llamada abandonando juguetes, amigos o cualquier cosa que estuviera haciendo, una posición que toma de manera rauda y firme… Es algo que los entrenadores buscamos, ya sea al abandonar al figurante, cerrar un ejercicio o traernos un objeto (ains, qué ansiedad los cierres y los apports lentos, pero de eso ya lloraré otro día), nos satisface esa rapidez, esa seguridad, esa actitud afirmativa de boy scout dispuesto a darlo todo en cuando se lo pidamos y sentirse feliz por ello. Sin embargo ¿Esa es la mejor manera de entrenarlo todo? La velocidad y la asertividad son muy atractivas, pero dependen de variables disposicionales, que, en cristiano, quiere decir que dependen de que el perro espere que le vayamos a pedir algo. Y en muchos casos -si no la mayoría- se añade que sepa, espera y desee concreta y exactamente qué es lo que le vamos a pedir. Esa diligencia requiere que el perro esté, como mínimo, en “modo trabajo”: expectante y preparado. Y, más frecuentemente, que sepa qué le vamos a pedir: “dime ya que me siente, dímelo ya ¡¡estoy listo para hacerlo perfecto!!”. Tanto es así que uno de los problemas más comunes al entrenar con velocidad máxima son las anticipaciones, que el perro haga las cosas ¡¡¡antes de que se las pidamos!!! Pero en el día a día el perro está a sus cosas, mientras pasea por el parque, trastea por el jardín o juega con sus amigos no está en “modo trabajo”, esperando nuestras señales para responder a ellas (y si lo está, qué triste vida), su cabeza se enfoca en jugar, oler o disfrutar ese charco de barro. Y tenemos un doble objetivo: variar su disposición y -después- que haga aquello que le pedimos. Para lograrlo necesitamos cambiar el chip, necesitamos el Slow Training.

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A los perros hay que decirles palabras cortas y secas, de manera seca y firme -mejor en un idioma extranjero, el alemán es ideal- porque no entienden las frases.
¿Has escuchado algo así alguna vez?
Uno de los descubrimientos más desaprovechados por los entrenadores de animales es el de que muchas especies tienen la capacidad de entender, o entender y emitir, señales con estructuras gramaticales o protogramaticales.
La gramática son las reglas y formas de organizarse del lenguaje, algo que parecía característicamente humano, pero que ahora sabemos que son capaces de emplear muchos animales. Esto ha planteado nuevos interrogantes y buena parte de la investigación sobre cognición animal está enfocada en responderlos.
En el caso de los perros, sabemos que tienen capacidad de entender normas protogramaticales, una forma simplificada de gramática, y que aplican estas normas para entender y responder eficazmente a lo que les decimos. Obviamente esto tiene aplicaciones en el entrenamiento, si potenciamos estas capacidades los perros serán capaces de hacer mejores cosas, de una manera más fácil y en una situación normal, no cuando saben que están en una sesión de adiestramiento.
Una de las formas de aprovechar estas capacidades es incorporar el uso de partículas: palabras siempre iguales, que por sí mismas no tienen significado completo, pero que unidas a otras aportan a la “frase” resultante un significado fijo y concreto, diferente al que tendría esa palabra sin estar acompañada de la partícula.
Usando partículas podemos desarrollar fácilmente capacidades y habilidades sociales en nuestros perros que sin ellas serían muy complejas de entrenar.

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En el anterior episodio de TPPyTQ mencioné unos juegos que enseñaban a los perros a aceptar repartos desiguales, y comenté como ejemplo que podía entrenar protección con uno de mis perros, mientras el otro, apasionado también de los deportes de mordida, estaba suelto.
Nunca he recibido tantas consultas, mensajes y dudas, y mira que he dicho -y escrito- cosas que han generado consultas, mensajes y dudas.
Los perros suelen tener problemas para aceptar repartos, cuando empezamos a distribuir comida o juguetes entre ellos la cosa se tensa con facilidad. Si esos repartos son asimétricos: uno recibe mucho más que el otro, o incluso uno recibe todo y el otro nada, las cosas se pueden poner feas.
Y si había un territorio incompartible por Bicho y Gastón era el entrenamiento de protección. Gastón es entusiasta y desbordante en la protección. La idea de que Bicho entrenase y él estuviera suelto ni nos la planteábamos: cuando entrenábamos, solo de escucharnos se ponía de los nervios. Poníamos la tele a todo volumen y evitábamos que se diese cuenta de a qué salíamos al jardín.
Sin embargo, hace un par de años cambiamos a un enfoque centrado en construir y fortalecer las capacidades y habilidades que permiten a los perros hacer cosas, en lugar de trabajar directamente sobre las cosas que queremos que hagan (de ahí salen EPV, EEM, MARIPOSINMIEDO, LGO, y… todo lo que viene).
Y descubrimos que los perros pueden desarrollar capacidades y habilidades para aceptar y gestionar situaciones de reparto asimétrico, aprendiendo reglas de distribución a través de una serie de juegos sencillos y muy divertidos a los que, en conjunto, hemos llamado Sincompetitividad, el juego de los repartos

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Desde las manos cuando jugáis, hasta las sillas si te descuidas, pasando por la ropa, los zapatos, el mando de la tele y cualquier cosa que le quepa en la boca ¿Es normal que mi cachorro lo muerda todo?
Y aún más importante ¿Qué puedo hacer? ¿Morderá siempre?
Eliminar la mordida en un cachorro, puede ser emocionalmente insalubre para él, generándole malestar y reduciendo su posibilidad de ser feliz ¡¡porque los perros usan la boca como nosotros podemos usar las manos!! En el anterior programa vimos cuándo debemos dejarle morder y cómo enseñarle a que lo haga de manera saludable y ¡¡segura!!
Pero en otras ocasiones dejarle morder no es bueno para él, porque morder no es la solución para todo y un cachorro, para crecer emocional y socialmente equilibrado también debería aprender -con nuestra ayuda- cuando es mejor hacer otras cosas en lugar de usar su boca.

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Desde las manos cuando jugáis, hasta las sillas si te descuidas, pasando por la ropa, los zapatos, el mando de la tele y cualquier cosa que le quepa en la boca ¿Es normal que mi cachorro lo muerda todo?
Y aún más importante ¿Qué puedo hacer? ¿Morderá siempre?
A veces los profesionales somos un poco desatentos con quienes tienen un cachorro muy mordedor, o bien dando indicaciones para cortar de manera poco amable una conducta que es natural en el perro, o bien contándoles que es una etapa y que aguanten el tipo mientras dure.
Eliminar la mordida en un cachorro, puede ser emocionalmente insalubre para él, generándole malestar y reduciendo su posibilidad de ser feliz ¡¡porque los perros usan la boca como nosotros podemos usar las manos!! Si nos lo impidieran por completo no pintaríamos nada en las paredes siendo niños, pero nuestro desarrollo y bienestar se vería mermado. No queremos eso para nuestros pequeños critters.
Sin embargo, aguantar el tipo hasta que la mordida se regule por sí misma resulta complicado y muchas veces no funciona: si cada sesión de juego termina con las manos de los tutores ensangrentadas y su ropa rota, y según le quitas algo que está rompiendo sale endemoniado a buscar otra cosa, no estamos logrando una relación saludable con nuestro cachorro en la etapa en la que más lo necesita, y es fácil que genere problemas en el largo plazo. Dejarles ser pirañas no siempre ayuda a que aprendan a ser perros.

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Los libros de perro nos permiten conocer, conectar y escuchar a otras personas que comparten con nosotros un interés prioritario por nuestros amigos caninos. Ver a los perros desde los conocimientos y sensibilidades de distintos autores (aunque también desde sus sesgos, limitaciones y prejuicios) nos enriquece, nos permite pensarlos de nuevo y conocerlos mejor, pues una perspectiva diferente puede iluminar con una nueva luz lo que ya sabíamos o revelar algo que nuestras ideas no mostraban, porque quedaban en un ángulo muerto conceptual.

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Quizá una de las carencias que más nos limita a la hora de diseñar entrenamientos e intervenciones comportamentales es la de conceptos referidos sus capacidades de aprendizaje social. Lo que no podemos poner en palabras, simplemente lo apartamos y no lo usamos, como tenemos mucha nomenclatura respecto al aprendizaje y comportamiento individual, nuestra forma de entrenar se sesga en esa dirección. Sin embargo, la ciencia nos ha mostrado que el perro puede aprender, y de hecho lo hace, de y con otros individuos. Tanto caninos como humanos.

El aprendizaje social implica la adquisición de información y la realización de conductas, nuevas o ya conocidas, pero realizadas de alguna forma novedosa, a través de la observación, interacción y relación del perro con otros individuos, normalmente de su grupo social, siendo más relevante y frecuente cuanto más tiempo pase el aprendiz en contacto con los otros individuos.

El perro está en una disposición óptima para aprender de y con nosotros, de y con otros perros ya formados, de y con su familia. Y, simplemente, no estamos aprovechando esas capacidades para educarle, entrenarle y mejorar su comportamiento.

¿Quieres saber cómo un perro le perdió el miedo al salto solo mirando saltar a sus amigos? ¿O cómo logramos enviar a un perro corriendo a un sitio concreto en el que no había nada para premiarle? ¿Quieres saber cómo aprendió Bicho a abrir botellas? ¿Quieres aprender cómo y que entrenar con tu perro solo haciéndole fijarse en ti o en otros sujetos humanos o caninos?

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Muchas veces los profesionales del comportamiento no disponemos de herramientas para ayudar a perros que no pueden ver o que tienen limitaciones visuales severas, esta falta de atención y preparación suponen un problema para esos perros y sus tutores. Esta es un profesión vocacional, una profesión en la que debe importarnos ser de ayuda y, por ello, quienes más puedan beneficiarse de dicha ayuda deberían sernos especialmente importantes.
Pero hay argumentos más allá del imperativo moral para aprender, aunque podría parecer que nuestra ignorancia no nos supone un problema comercial, porque estos casos son (aparentemente) infrecuentes, en realidad, la escasa formación que existe en nuestra profesión en este área convierte a quienes sepan cómo ayudar a estos perros en especialistas, que pueden cubrir un nicho de mercado en situación de ventaja competitiva. No es algo secundario en un momento de crisis y en un momento en el que los tutores de perros con discapacidades pasarán más tiempo con ellos y reconocerán y sentirán mejor sus necesidades.

Además, los problemas de reducción o falta de capacidades sensoriales -principalmente la falta de audición y capacidad visual- no son tan infrecuentes como parece, si tenemos la suerte de ver envejecer a nuestros perros, será normal enfrentar mermas en uno o ambos sentidos, y esto no tiene que volver a nuestros perros introspectivos, poco activos o depresivos. Todos lo perros son potenciales beneficiarios -potenciales clientes- de estos conocimientos, que permiten ofrecerles una interacción plena, aunque diferente, con su entorno.

El entrenamiento háptico es una de las más poderosas y divertidas formas de interactuar con el mundo de manera proactiva que podemos ofrecer a perros que no ven o cuya visión está muy limitada.

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links:
Casona del Carmen:
http://www.lacasonadelcarmen.com/alojamiento-rural/

Change.org:
https://www.change.org/p/universidad-europea-de-madrid-por-una-educaci%C3%B3n-de-calidad-no-al-ere-en-la-universidad-europea?recruiter=false&utm_source=share_petition&utm_medium=twitter&utm_campaign=psf_combo_share_initial&recruited_by_id=e4c63e70-5711-11eb-a5b2-6732f6dcaaa8&use_react=false

¿Qué es el cognitivo-emocional?
https://www.adiestramientoeducan.com/informacion/que-es-el-adiestramiento-cognitivo-emocional

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¿Cómo podemos adaptarnos los entrenadores y comportamentalistas caninos a un momento tan complicado como el actual? ¿Qué se puede hacer para ser competitivos y mantener -o incluso mejorar- nuestro nivel de ingresos?

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La nueva formación que presentamos en EDUCAN para enero de 2021 se centra en cuatro problemas a los que no se les suele dedicar el tiempo y la atención necesarios desde el comportamentalismo canino: la DEPRESIÓN, los CELOS, la FRUSTRACIÓN y las PELEAS ENTRE PERROS QUE CONVIVEN. Sin embargo son frecuentes, preocupan mucho a quienes viven con perros que los sufren y pueden aumentar como consecuencia de los confinamientos y desconfinamientos que son el día a día actual de muchos de nosotros. Estos GRANDES OLVIDADOS serán los protagonistas de nuestros próximos cuatro programas. Empezando por la DEPRESIÓN, porque nuestros perros pueden deprimirse y necesitarán de nuestra ayuda para recuperar la posibilidad de ser felices.

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La redundancia como variable operativa en el entrenamiento 🏋🏽‍♀️, la educación 📖 y la convivencia 🏡 con perros 🐕 .
¿Es lo mismo insistir que repetir?
¿Decir las mismas cosas de dos manera nos ayuda?
¿Una única señal y excomulgados como adiestrador@s si la repetimos?
¿Da igual cuántas veces digas una señal si al final el perro realiza la conducta?
La redundancia informativa, repetir una señal o usar varias señales con el mismo significado, es un tema polémico, en el que tendemos a dar crédito a aquellas propuestas que más “cuadran” con nuestras creencias y deseos sobre cómo debe ser nuestra relación con los perros. Tiendo a ver más defensores del “una única señal” entre quienes tienen un determinado tipo de ideas y más defensores de la reiteración entre quienes tienen otras.
Para operativizarla y saber cuándo y cómo usarla, y cuándo y cómo es mejor no hacerlo, no hay que entrar en debates difusos sobre ideas generales: la redundancia es una variable de entrenamiento completamente objetiva, cuyos beneficios y riesgos se conocen objetivamente. Y de eso hablaremos esta tarde en el décimo episodio de Tu Perro Piensa y Te Quiere, el Instagrama multicast. Y de eso… ¿hace falta repetirlo? Hummm…

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Organizar el entrenamiento 🏋🏽‍♀️ de forma que podamos evaluar de manera objetiva el cumplimiento (¡o no!) de los criterios progresivos hasta alcanzar el objetivo previsto es importante.

No solo porque tomar datos respecto al avance nos aporta terreno sólido sobre el que construir el adiestramiento de nuestro 🐕 , sino que además nos mantiene, a nosotros como entrenadores, la cabeza fría, evitando calentones de avance excesivo tras una repetición excepcionalmente buena o bajonazos emocionales tras una catastrófica.

En muchas conductas parece relativamente sencillo hacer un análisis estadístico de nuestro progreso, sin embargo ¿cuántas repeticiones de un mismo criterio son suficientes para hacerlo sin que el perro se aburra? ¿Y si el ejercicio es física o emocionalmente agotador serán las mismas y distribuidas de la misma manera?

Cuando sabemos organizar nuestro entrenamiento podemos renunciar a hacerlo, pero si no sabemos dependeremos por completo de nuestra intuición, y eso no es suficiente.

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Entrenar conductas en criterios por encima de nuestras necesidades posteriores al usarlas es una práctica habitual: si necesito cinco minutos de permanencia, entrenaré diez, si necesito que el perro salte un metro, le entrenaré para que salte un metro y veinte centímetros, si necesito que acuda a la llamada con distracciones le entrenaré para que lo haga aunque le ofrezcan su juguete favorito…

Aún sin ser conscientes de que estamos trabajando overtraining, todos los entrenadores de manera intuitiva lo hacemos: a veces para asegurar la jugada, a veces (la mayoría) para calmarnos a nosotros mismos y “ver” durante el entrenamiento cosas que nos tranquilicen y nos hagan sentir seguros. Pero… ¿siempre es bueno o implica riesgos? ¿Puede darnos más problemas que beneficios? ¿Cómo elegir el criterio concreto sobre el que trabajaremos de más en cada ejercicio en cada momento? Son temas menos obvios de lo que parece, y no tenerlos en consideración puede hacer que no estemos sacando a nuestras sesiones el máximo partido.

Todos los ejemplos del primer párrafo podrían -logrando el éxito en el criterio aumentado- afectar negativamente a lo que queremos que el perro haga en la situación final, el tiro nos habría salido por la culata. Y al principio es fácil no verlo. Por eso, quizá lo que comentaré en este programa te pueda ser de ayuda cuando te plantees entrenar de más algún ejercicio.

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La permanencia formal, pedirle al perro que permanezca en una posición, típicamente el tumbado (pero… ¿quizá sea más interesante enseñarlo desde el sentado?), mientras nos alejamos es un conocido ejercicio, cuya dificultad es más emocional que técnica ¡¡es duro quedarse quieto mientras la persona a quien quieres se aleja e incluso desaparece de tu vista!! Por eso, la permanencia debe planificarse desde el estado emocional antes que desde la conducta adoptada y, por eso, bien entrenada, aporta mejoras a las capacidades de gestión emocional del perro que la practica.

Menos conocida es la permanencia informal, pedirle al perro que se quede en un lugar, típicamente una habitación con la puerta abierta, dentro del cual puede actuar a voluntad, pero sin abandonarlo, teniendo SIEMPRE la opción de salir sin que suceda nada malo si lo hace. Este ejercicio es aún más complicado emocionalmente, porque en la permanencia formal el perro puede sostenerse en mantener la conducta que conoce, pero… gestionar su libertad conductual dentro de la habitación sin salir de ella ¡¡eso es autogestión 2.0!! Y fortalece e interconecta múltiples capacidades de gestión emocional que, en el fondo, es la capacidad del perro de gestionarse a sí mismo.

Porque cuando el perro permanece quieto, sus capacidades emocionales se mueven, y si sabemos hacia dónde podremos entrenarla mejor y le sacaremos réditos para ayudarle a afrontar con éxito muchísimas otras situaciones.

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TPPyTQ5 Perros en Wall Street y el valor de un cinturón negro. La inversión como variable relevante en el entrenamiento

Gratificar la conducta es lo urgente, lo que permite obtenerla. Pero, una vez lograda, mantener la atención en lo que pasa tras ella para mejorarla o hacerla más consistente a través de repeticiones aisladas puede limitarnos. Y, desde luego, no es la mejor manera de que nuestro entrenamiento funcione como un conjunto, como un todo, en lugar de como una sucesión de conductas.

Lo que sucede antes de llegar a la conducta que gratificaremos, lo que el perro vive y cómo lo vive hasta realizarla, es una variable muy importante🚨: si invierte tiempo ⏰ y esfuerzo 💪🏼 para lograr algo, si le enseñamos a invertir tiempo y esfuerzo, ese “algo” se volverá más valioso cada vez, porque las cosas que gratifican más intensamente son aquellas que obtenemos tras esforzarnos conscientemente, tras perseguirlas, tras invertir en ellas.

Enseñar al perro a invertir (1️⃣) subirá el valor como reforzador de aquello con lo que le gratifiquemos, (2️⃣) construirá un adiestramiento interconectado, donde cada conducta sostiene y aporta consistencia al conjunto, y, más importante, (3️⃣) hará que nuestro perro valore y desee su gratificación sin volverse un obseso de obtenerla, (4️⃣) disfrutando de su propio esfuerzo y (5️⃣) del trabajo conjunto y coordinado con nosotros.

Porque cuando aprendes (si aprendes) que dedicar tiempo y esfuerzo para hacer bien las cosas merece la pena, toda tu forma de ver lo que haces, de disfrutarlo en su transcurso, cambia para siempre. Y puedes regalarle eso a tu perro.💚

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TPPyTQ 4 Ronda rápida de preguntas y respuestas 2, intentando hacer buenas las segundas partes 🙂
El miércoles pasado hicimos una ronda rápida de respuestas que nos supo a poco ¡¡aún nos quedaban muchas de vuestra preguntas por contestar!! Así que repetimos formato mañana: Carlos responderá lo más rápidamente que pueda a las cuestiones que nos habéis estado enviando y a las que pongáis a partir de ahora como respuesta a este post.
Aprovecha y envíanos tu consulta si quieres una respuesta rápida, porque la semana que viene volveremos a invertir 😉 más tiempo en los temas que tratemos.

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A veces hace falta escribir✍️ un libro 📖 para contestar una pregunta❓, pero en otras ocasiones puedes responder justo lo necesario en un minuto⏲.
Como solo tenemos un ratito a la semana (y nos gusta analizar🕵🏻 los temas) ¡¡se nos acumulan las preguntas y eso no puede ser!!
En el tercer Instagram de TPPYTQ 💚 vamos a intentar responder rápida y eficazmente💪🏼 al mayor número de consultas posible.

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En el primer instagrama de TPPYTQ Carlos A. López expuso cómo plantear y evaluar varias tareas de demora de la gratificación, para enseñar a esperar a un perro y trabajar sobre su autocontrol. Y han surgido consultas y comentarios referidos a que los videos ilustrativos mostraban aprendizajes condicionados, uso del principio de Premack y otras interpretaciones, pues… ¡Claro! Y si no lo tienes claro o, peor, crees que esa interpretación de alguna manera se opone o anula los conceptos de ciencia cognitiva de autocontrol, espera o demora de la gratificación, en el segundo episodio intentará aclararlo, ahondando sobre el autocontrol de los perros y mostrando lo extremadamente sencillo que es…
¡¡VOLVER INVISIBLE A UN PERRO!! (Y quedarnos con la plusvalía)

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