Timbres y ruidos en el descansillo: ladridos, emociones y sistemática de trabajo.

Los ladridos ante movimientos cercanos a la puerta de casa y al sonar el timbre son un problema frecuente y, además de ofrecer una solución sencilla y eficaz para quienes lo sufren y se desesperan, quiero exponer una visión general sobre cómo planificamos nuestros trabajos de análisis e intervención en el comportamiento en EDUCAN, así este post podrá ser de utilidad tanto a tutores, como a comportamentalistas. En todo caso, tanto la exposición de las diferentes fases de una intervención comportamental, como las técnicas y recursos que vamos a ver aquí están explicadas con más detalle en mis libros LPNL II. Análisis e Intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino y LPNL III.GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNO SOCIAL de los perros, disponibles en Dogalia en formato electrónico o en papel.

Para logra el doble objetivo de ofrecer cómo resolver los problemas de ladridos por ruidos en el descansillo y por el timbre a la par que mostrar nuestra forma de diseño de una intervención comportamental, voy a exponer el trabajo siguiendo la secuencia de trabajo que utilizamos que para este tipo de casos que es, a grandes rasgos, la siguiente (siempre entendiendo que se realiza de manera individualizada para cada perro concreto, mientras que aquí la planteamos de manera genérica):

(1)ANÁLISIS PREVIO

(2) FIJACIÓN DE OBJETIVOS DE MEJORA

(3) FASE PREPARATORIA

(4) FASE DE ABORDAJE

(5) FASE DE MEJORA

(6) FASE DE MANTENIMIENTO

(1) ANÁLISIS PREVIO  ¿Por qué pasa lo que pasa?

La activación de este tipo de ladridos está directamente relacionado con la tendencia innata a defender la core area, la zona privada de convivencia del grupo social.

Esta tendencia se potencia cuando la core area (1) es relativamente pequeña,  (2) sus límites son muy definidos y marcados con barreras físicas (como una puerta, una pared o una valla) y (3) la aparición de los sujetos a los que se ladra es breve, lo que impide acostumbrarse a su presencia, pues el pasar rápido, que es lo que suele suceder ante una puerta, es muy potenciado de la alerta interna del perro. En el caso del timbre, sumamos, además, su sonido, que es (4) un estímulo muy excitante (nos activa hasta a nosotros, piensa en cómo respondemos al escucharlo).

Si queremos enfocarlo y estudiarlo desde un plano emocional, tenemos que la emoción que activa la conducta de ladrar gatilla -se dispara- controlada por el ruido de personas y o timbres, es decir que no son las consecuencias de su conducta lo que potencia el ladrido, olvídate de pensar que si le das comida para que se calle o le intentas tranquilizar con tu cariño estarás reforzando el ladrido ¡¡¡eso no sucede en este caso!!

Y, por cierto, parte del análisis previo es saber y reconocer que -salvo casos muy intensos, en los que la activación del ladrido le provoca al perro malestar emocional y/o acumulación de estrés residual- este, en realidad, es un problema para los tutores, pero no para la mayoría de los perros que muestran esta conducta, algo de lo que debemos informar a los tutores y tomar en consideración al trabajar, siempre es bueno recordar aquello de: “el gato maúlla, el perro ladra…”.

(2) FIJACIÓN DE OBJETIVOS DE MEJORA ¿Qué podemos lograr?

Una tendencia innata, potenciada por la reiteración de su aparición, sostenida y aumentada por el estado emocional y conducta consecuente del perro ante aquello que la activa, no por sus consecuencias, y que, en algunos casos, se intensifica por un estímulo excitante adicional, el timbre, implicará un trabajo largo, consistente, continuado y con el mantenimiento de pautas específicas permanentes para mantener su eficacia. Además, por bueno que sea el resultado, puede haber momentos puntuales (paso de archienemigos, perro particularmente excitado en algún momento…) en los que reaparezcan los ladridos ante algo que suceda en el descansillo y/o ante un timbrazo de la puerta, pese a que se logre una mejoría general.

Debemos explicarle esto a nuestros clientes y pactar con ellos la forma de trabajar y los resultados que esperamos obtener ANTES de que nos contraten e iniciemos la intervención en el comportamiento. Esto, que es relevante siempre, resulta vital en casos como este: un problema sencillo de trabajar, pero que (1) requiere volumen de trabajo, (2) pautas de mantenimiento de largo plazo y que (3) probablemente reaparezca en algún momento puntual.

A veces damos por hecho que todo el mundo asumirá estas cosas, y no es así. Muchos desacuerdos y malos entendidos vienen por no aclararlo antes de la intervención. Al principio la gente es razonable y entiende las cosas que se le explican, pero si contrata pensando que será algo mágico y se olvidará para siempre de los ladridos sin hacer nada, y solo se le explicamos lo trabajoso que es y la necesidad de mantenimiento cuando ya nos han contratado, es normal y natural que se molesten y parezcan poco razonables. Pero es un fallo nuestro que no les hemos facilitado una elección informada suficiente antes de contratar el servicio.

(3) FASE PREPARATORIA ¿Qué vamos a hacer?

Aquí tenemos que decidir cómo solucionar los ladridos, qué haremos, qué protocolos, recursos y técnicas usaremos, cuándo y cómo los aplicaremos. También construiremos y evaluaremos en el perro aquellas cosas que necesitamos para la intervención y puedan tocarse fuera de la situación problemática, por ejemplo elegir y probar el tipo de comida, entrenar trabajos de olfato para que el perro aprenda a disfrutarlos…

Existen diferentes protocolos y recursos de gestión de comportamiento eficaces para resolver los ladridos en el descansillo y al escuchar el timbre, porque no hay UNA intervención comportamental única posible, una que sea “la buena”, sino que existen múltiples opciones eficaces. Diseñar una propuesta de intervención comportamental no es encontrar LA SOLUCIÓN, sino UNA de las soluciones, que sea, de entre las eficaces, la que mejor se adapte a las circunstancias.

En este caso las circunstancias son: (1) sucederá muchas veces al día, (2) sucederá durante la convivencia, (3) sucederá a veces cuando  no estemos en casa, y (4) una parte central de los estímulos activadores, los ruidos en el descansillo, no se pueden reproducir con calidad durante sesiones preparadas (si lo intentas verás que el perro como mucho ladrará la primera vez que hagas pasar a alguien por el descansillo, después dejará de responder como lo hace normalmente). Esto lleva a que el trabajo deba ser: 1 sencillo, para poder realizarse en cualquier momento casi sin preparación ¡¡incluyendo cuando no haya nadie en casa!!, 2 cómodo, para que se mantenga la adherencia a las pautas por parte de los tutores y 3 rápido, para poder llevarlo a cabo en cuanto surge la situación.

Para adaptarme a lo anterior voy a elegir dos recursos conceptuales, junto a una o dos técnicas (dos para los casos más severos) -que pueden adaptarse y evolucionar en cada caso de manera individualizada- y dos o tres cambios de rutina (tres para los casos más severos) para aplicarlos en la vida cotidiana de la familia, no más. En mi elección priorizo ante todo lo que he expuesto: facilidad, comodidad y rapidez. No me importa si otros recursos son conceptualmente más avanzados u otras técnicas más rápidas o eficaces inicialmente, quiero aquello que pueda hacerse sin colonizar las vidas y el pensamiento de los tutores, porque tendrán que convivir con estas pautas, y que esa convivencia sea posible en el largo plazo es un imperativo para lograr el éxito.

Por cierto, para definir las cosas bien:

Recurso de trabajo comportamental: Cualquier (1) acción, (2) herramienta o (3) combinación de las anteriores que permite modificar uno o varios aspectos relevantes del comportamiento en una dirección previamente conocida y deseable.

Los recursos cristalizan en técnicas, que son aplicaciones concretas de un recurso para un caso o tipo de problema concreto.

Cambios de rutina: son modificaciones de la vida cotidiana del perro que ayudan a los objetivos de la intervención comportamenteal, ya sea en casa, en sus paseos, en su alimentación, en el material de manejo y cuidado y/o en las relaciones con su grupo social. 

Recursos elegidos:

Recurso 1

Contracondicionamiento emocional: El contracondicionamiento emocional consiste en (1) activar en el perro una emoción que tenga alguna o todas sus coordenadas (valencia, activación y orientación) diferentes, y normalmente opuestas, a las de la emoción que activa la conducta indeseada y (2) asociarla de manera respondiente con el estímulo o situación que provocaba dicha conducta indeseada.

Puede hacerse antes, durante o después de la situación: antes favorece una emocionalidad adecuada para responder de otra manera a la situación, durante saca al perro de la emoción que queremos cambiar y después evita la fijación de huellas emocionales, que consoliden la respuesta emocional que deseamos cambiar.

En este caso la emoción original tiene las siguientes coordenadas: -1  excitante y expansiva, -2 valencia emocional negativa y -3 tendencias de acción son gruñidos y ladridos hacia la puerta.

En consecuencia, las emociones para contracondicionar la emoción original deberían ser: 1 calmantes y facilitar la concentración, 2 con valencia emocional positiva y 3 tendencias de acción alejándose de la puerta.

Recurso 2

Conducta y activación emocional de los tutores: Es posible potenciar o disminuir una activación emocional negativa en el perro –y el comportamiento consecuente- a través de la activación emocional que muestren las personas queridas por el perro. Y, al igual que el contracondicionamiento, influye cuando lo haces antes, durante o después de la situación.

La capacidad que tienen los perros –como todos los mamíferos sociales- de sincronizar su estado emocional de manera involuntaria con otros miembros de su grupo social es un recurso que debemos conocer y aprovechar.

Muy fácilmente la sincronía emocional puede jugar en nuestra contra en los problemas de ladridos, pues los tutores se pueden alterar cuando sucede un episodio y (1) sincronizar su estado emocional con el del perro, o (2) generar un estado emocional incorrecto, excitándose e incluso mostrándose enfadados, y empeorar el problema del perro. Es importante hacerles conscientes de cómo pueden afectarle con su comportamiento: su excitación o enfado pueden potenciar sustancialmente el problema.

Exponer e incorporar este segundo recurso de trabajo, tan sencillo y claro, nos permite que  los tutores actúen de manera relajada durante los episodios, que suelen resultar enervantes para ellos, sin que lo consideren como una prueba de paciencia, que les pedimos más en nombre del respeto al perro y la conducta ética, sino como parte del trabajo. Entender desde el principio que es incompatible que ellos actúen mal con lograr los objetivos deseados es una poderosa arma para facilitar el éxito y el buen hacer de los tutores, logrando una gran adherencia a estas pautas, que suelen ser la que más se saltan, alterándose y enfadándose con el perro durante los momentos en que ladra.

Técnicas elegidas:

Técnica 1

Trabajo de olfato: Cuando el perro ladre, le extenderemos por el suelo o por una alfombra de olfateo un puñado de comida apetitosa, que le desconecte de su emocionalidad y le haga buscar de manera: 1 tranquila y concentrada, 2 emocionalmente positiva y 3 alejándose progresivamente de la puerta a través de la distribución de la comida, cada vez más hacia el interior de la casa, e incluso, según el progreso, planteando el trabajo de olfato en un sitio alejado de la puerta, de manera que al escuchar algo se vaya allí a que le pongan su trabajo de olfato ¡¡lo que tendrán que hacer los tutores!! En esta fase previa probaremos diferentes comidas y le enseñaremos a buscarla por la casa.

Técnica 2

Uso de la Face Wrap: Cintas de hocico, elásticas planas, anchas y suaves, que se colocan alrededor del cuello, como un collar, y luego con un giro se pasan por el hocico del perro, rodeándolo y ejerciendo una suave presión que no impide al perro ladrar o abrir la boca en absoluto. La usaremos en los casos de perros que llegan a un nivel de excitación que les impide enfocarse en el trabajo de olfato cuando han escuchado algo en el descansillo o el timbre. Esto ya es insalubre para el perro, por la emocionalidad negativa y la acumulación de estrés residual, y usaremos la Face Wrap como inductor de calma, por lo que servirá para contracondicionar la emoción subyacente al ladrido, permitiendo que el perro realice el trabajo de olfato (con la Face Wrap colocada), que completa así este contracondicionamiento usando la combinación de dos técnicas-

Es importante indicarles a los tutores que la Face Wrap no parará los ladridos de inmediato, sino que irá haciendo que sean menos intensos progresivamente y facilitando que el perro sea capaz de realizar el trabajo de olfato aunque escuche los ruidos que le hacen ladrar ¡¡esa es la garantía de que el perro está avanzando!! En esta fase inicial, y solo en perros concretos que la necesiten, la colocaremos varias veces fuera de la situación problemática y la positivizaremos poniéndole al perro un trabajo de olfato con la Face Wrap puesta (sin que haya ruidos inicialmente).

Book posando con la Face Wrap™, un elemento muy valioso para trabajar con balances riesgo-beneficio de manera segura y amable. Para una praxis profesional cada vez más ética y eficaz del comportamentalismo canino se hace necesario conocer las nuevas herramientas y equipos de los que nos provee el mercado, así cómo entender los mecanismos subyacentes a su eficacia. Fotografía Enrique Luque.

Cambios de rutina elegidos:

Cambio de rutina 1

Fuera del alcance del perro, se colocaran recipientes con la comida que se vaya a usar para el olfateo en las diferentes zonas en las que vayamos trabajando, típicamente empezando por la zona de la puerta. Esto facilitará tener a mano la comida para plantear el trabajo de olfato de inmediato al surgir la situación.

Cambio de rutina 2

Atenuación sensorial, cuando no estemos en casa plantearemos medidas que dificulten al perro escuchar los pasos en el descansillo y/o el timbre, como cerrarle el acceso a la zona más cercana a la puerta, poner música o, un recurso que funciona muy bien, ponerle grabaciones con ruidos similares, que no servirían para eliminar el ladrido trabajando solo con ellas, pero sí resultan útiles para atenuar la percepción del perro de los estímulos que le hacen ladrar y reducir su respuesta emocional ante ellos, que quedan “disimulados” y reducidos por la superposición con la grabación. Por supuesto, podemos combinar varias medidas de atenuación sensorial de acuerdo al perfil de cada casa, que nos ofrecerá diferentes posibilidades, y cada caso.

Cambio de rutina 3

Únicamente para perros que requieran la Face Wrap, el tutor que esté en casa llevará la Face Wrap alrededor de su muñeca para que sea ágil y rápido colocársela al perro e iniciar el trabajo de olfato.

(4) FASE DE ABORDAJE ¡¡Manos a la obra!!

Aquí le plantearemos a los tutores poner en marcha el trabajo en tres frentes:

(1) Siempre que el perro ladre y ellos estén en casa, tanto por escuchar gente en el descansillo, como por el timbre (si es necesario recibir a alguien podemos ponerle el trabajo de olfato en otra habitación) le ponemos un trabajo de olfato.

(2) Realizarán sesiones diarias de timbrar con la puerta abierta y con el perro ya realizando un trabajo de olfato. De estas planteo un mínimo de una al día y un máximo de dos al día, de unos veinte minutos de duración, durante un máximo de seis días a la semana.

(3) Implementarán los cambios de rutina de atenuación sensorial que hayamos elegido para su caso cuando no estén en casa.

Durante la fase de abordaje es frecuente realizar reajustes en las pautas para individualizarlo mejor en cada caso, quizá cambiemos el tipo de comida que usábamos, o nos demos cuenta que la Face Wrap no era necesaria, o que podemos encontrar mejores formas de atenuar la percepción de los estímulos que las que ideamos inicialmente.

(5) FASE DE MEJORA Avanzando hasta los objetivos

Continuaremos el trabajo anterior, haciendo las progresiones que requiera cada caso en cada momento: poner el trabajo de olfato en otra habitación, dejar de usar la Face Wrap cuando un caso grave está mejorando… Así hasta alcanzar los objetivos pactados de mejora (si los superamos tanto mejor).

(6) FASE DE MANTENIMIENTO Lo que hay que seguir haciendo

Aquí tendremos que definir las pautas de trabajo que tendrán que mantener para el resto de la vida del perro, esto es muy variable según el caso: a veces tendremos que mantener prácticamente las mismas pautas de trabajo que usábamos al final de la fase de mejora, en otras ocasiones podremos aligerarlas, por ejemplo reduciendo las medidas de atenuación sensorial cuando el perro esté solo, pero lo cierto es que en las intervenciones comportamentales para reducir/eliminar los ladridos ante ruidos en el descansillo y por el timbre, en la mayoría de los casos se requerirá un alto volumen de trabajo de mantenimiento.

Para terminar…

Este post es una ampliación del episodio 29 de mi programa Tu perro piensa y te quiere en Instagram, que realizo semanalmente en dicha red social desde la cuenta de IG de adiestramiento_educan, pues exponer este tema con amplitud y detalle era demasiado para el formato del programa, y he creído conveniente ampliar, detallar y matizar lo que expuse allí, en todo caso aquí os dejo el programa en nuestro canal de Youtube, pero tambien puedes verlo desde el IG de EDUCAN y escucharlo como podcast desde la principales aplicaciones para ello:

El Efecto MARIPOSA, adiós a la reactividad.

El Efecto MARIPOSA, transferencias y microgestión para decirle adiós a la reactividad.

(Desde) Hace mucho, mucho tiempo, en un comportamentalismo (no) muy lejano… 

Tradicionalmente se han afrontado los problemas de reactividad relacionada con miedo o agresión a través de variadas terapias de exposición progresiva a las situaciones/estímulos que activan dicha reactividad, siendo la principal diferencia entre las propuestas el nivel de intensidad emocional con el que se trabaja o el nivel de intervención y guía por parte del profesional o los tutores. Y casi todos son trabajos eficaces ¿por qué entonces proponemos un programa diferente para afrontarlo?

Existen varios motivos de índole conceptual y práctica para que hayamos desarrollado una alternativa, para que hayamos desarrollado El Efecto MARIPOSA.

En el plano conceptual tenemos tres motivos principales: 

(1) Lo acotado de los resultados de la mayoría de propuestas, que –pese a hablar de reactividad- se centran en los estímulos que la generan sobre una única emoción, aquella con la que el perro tiene problemas: miedo o agresividad típicamente, como consecuencia de lo anterior surge el segundo problema.

 (2) Lo arriesgado que son las terapias de exposición a nivel emocional, pues trabajamos con emociones que pueden generar problemas serios para el perro en caso de error, desbordamiento o trabajo excesivo (aunque sea en niveles bajos y para realizar sesiones controladas). Trabajar con el miedo y/o la agresión es como manejar explosivos, no debería pasar nada si se hacen bien las cosas pero…

 (3) Relacionado con hacer -o no- bien las cosas, emerge un tercer motivo: lo difícil que resulta elegir y programar los diferentes criterios de trabajo, así como las necesarias subidas de criterio. Cuando operamos sobre miedo o agresión los avances son complejos de programar, y se pueden convertir en una auténtica bomba de relojería. Además, aunque los criterios de cercanía sean afinados, el tiempo de trabajo, la tensión emocional debida a factores ajenos a la sesión u otros elementos pueden hacer que un criterio teóricamente accesible deje de serlo para el perro. Muchas variables. Demasiadas.

Pero es que, yéndonos a lo práctico, los trabajos tradicionales además son:

(4) Caros, porque requieren abundantes sesiones preparadas con elementos complejos de conseguir, como perros o personas voluntarias, amplios espacios controlados…

(5) Difíciles de llevar a cabo comercialmente ¿quién no se ha pasado sesiones enteras  deambulando por el barrio o pueblo de un cliente a la búsqueda de algún perro o persona para seguir avanzando?

(6) Complejos de consolidar para el cliente una vez logrados los objetivos y terminada la intervención profesional, pues requieren sesiones especiales en condiciones especiales para progresar. Lo que resulta en dependencia del profesional y/o de acudir permanente a actividades de mantenimiento/mejora o  arriesgarse al estancamiento en el mejor de los casos, o al empeoramiento progresivo en el peor.

Seamos sinceros, los trabajos de exposición progresiva quedan muy bien sobre el papel o en los cursos, pero no son NADA fáciles de realizar en el día a día del trabajo con clientes. Y quien piensa otra cosa… pocos habrá hecho.

¡Ojo! nada de lo anterior quita relevancia, ni resta eficacia a los diferentes programas de exposición progresiva al estímulo o situación que activa una emoción problemática -nosotros mismos, en EDUCAN, tenemos uno específico- pero hace aconsejable recomendarlos únicamente en aquellos casos que no puedan solventarse de una manera más sencilla, barata y… divertida.

Porque lograr resultados requiere primero hacer algo que, bueno, que pueda hacerse, no que quede chulo cuando nos lo cuentan o sea la repera en personas, pero luego no se pueda implementar para nuestras necesidades profesionales. Y si hablamos de éxito comercial, ofrecer a nuestros clientes algo más barato, sencillo, seguro, divertido y consistente… en fin. Pero esto no solo garantiza nuestra ventaja frente a la competencia, sino que facilita que más perros solucionen mejor sus problemas. Que más perros (y las personas que les quieren) sean más felices.

Vamos a ver de qué hablamos

Reactividad e impulsividad

Las respuestas reactivas son acciones involuntarias e inmediatas que surgen ante un determinado estímulo o situación, por ejemplo apartar la mano cuando vemos que se posa en ella una avispa. Son un valioso recurso evolutivo para reaccionar ante una situación inesperada cuando resultaría demasiado lento o peligroso dedicar tiempo a su análisis antes de responder conductualmente, por tanto no suponen problema por sí mismas, y cuando aparecen de esta manera no implican un problema de reactividad .

La reactividad es un problema de (mal) aprovechamiento emocional, relacionado con la aparición de respuestas reactivas más allá de su rango de utilidad,  impidiendo la conversión de emoción en motivación y la activación del sistema cognitivo, que permitiría elegir alternativas más adecuadas. En el mundo profesional del comportamiento canino solemos encontrar problemas de reactividad relacionados principalmente con respuestas de miedo y de agresión. Pero, por supuesto, no son los únicos posibles.

Impulsividad hace referencia a la aparición de respuestas conductuales rápidas, exageradas y poco meditadas. Aunque este término no sea de uso tan común en conductología canina, resulta adecuado no solo para entenderse con clientes, sino -especialmente- para categorizar respuestas reactivas exageradas ante emociones o estados emocionales diferentes al miedo o la agresión, como sucede con perros que no pueden controlar su alegría al ver a otros perros o ante el contexto de paseo. Es muy intuitivo y sencillo encontrar impulsividad (o su ausencia) en estos comportamientos, pero no lo es tanto ver reactividad, término que en nuestra profesión parece asociado unívocamente al miedo y la agresión en el mejor de los casos, o que es usado como eufemismo de agresión en el peor. 

Incorporar el término impulsividad nos permite reconocer y tratar muchos problemas aparentemente “menores”, que sin embargo son muy importantes en la vida cotidiana con un perro: un perro que tira desmesuradamente de la correa ante la perspectiva de ir al parque ¿no está actuando de forma impulsiva? ¿El que se lanza tras los gatos? ¿Y el que al encontrarse con otro perro amigo o persona amigable es incapaz de saludarles sin desbordarse y abrumar al otro sujeto? Pero además nos puede servir para encontrar un marco seguro donde trabajar la reactividad de un perro, fuera de sus manifestaciones más graves. Y ahí empieza El Efecto MARIPOSA.

El Efecto MARIPOSA, una manera increíble de tratar agresiones y otras conductas reactivas.

El Efecto MARIPOSA: TRANSFERENCIAS y MICROGESTIÓN para desarrollar las capacidades que solucionan reactividad e impulsividad.

El Efecto MARIPOSA (y su variante grupal, El Efecto MARIPOSA(S) es un programa diseñado por EDUCAN de entre diez y catorce sesiones tuteladas para que (1) los perros activen, desarrollen y sinergizen las capacidades que les permitirán controlar su impulsividad en cualquier ámbito y desde cualquier emoción,  así como (2) capacitando a sus tutores para realizar, evaluar y progresar a lo largo de todo el proceso y posteriormente, (3) logrando mejoras en TODOS los problemas de reactividad/impulsividad -presentes y futuros- que pueda tener un perro, desde aquellos que cursan con respuestas agresivas hacia personas o perros ajenos a su grupo social, hasta los que no pueden evitar “saltar” cuando ven un gato o un conejo.

El Efecto MARIPOSA, en su nombre, hace referencia a la posibilidad de generar grandes cambios a través de acciones pequeñas y muy alejadas de lo que se quiere mejorar, lo que permite no enfrentar al perro a situaciones/estímulos que pudieran activar la agresión o el miedo de forma reactiva durante la práctica totalidad del programa, evitando todos los riesgos, limitaciones e incomodidades que ello implica.

Esto es posible gracias a los dos elementos que constituyen la esencia de El Efecto MARIPOSA, y sobre los que se estructura: las transferencias -usando acciones alejadas de lo que queremos modificar- y la microgestión emocional -usando acciones muy pequeñas.

El principio de transferencia es la influencia que tiene una actividad práctica anterior sobre el aprendizaje, desarrollo o mejora de una nueva capacidad o habilidad. Por ejemplo, en El Perro Valiente veíamos que el aprendizaje de la permanencia (formal e informal) desarrolla las habilidades de afrontamiento pasivo del perro ante una situación indeseada, permitiéndole gestionar la ansiedad mucho más fácilmente.

La microgestión es la realización eficaz y repetida de actividades menores, muy sencillas y pequeñas, que pueden llevarse a cabo sin gran nivel de esfuerzo ni concentración, pero que implican la aplicación adecuada del mismo tipo de capacidades o habilidades necesarias para afrontar con éxito otras situaciones difíciles que el sujeto no está afrontando bien. Con la microgestión haremos al perro afrontar exitosamente todos los días situaciones de mínima impulsividad, construyendo así una forma gestionar correctamente la impulsividad muy sólida. 

¿Te imaginas solucionar el grueso de los problemas de agresividad hacia perros o personas ajenas al grupo social simplemente jugando y paseando? Es posible y muy sencillo, aunque requiere afinar bien lo que hacemos. Y te aseguro que lo que haremos y usaremos pondrá del revés algunas de las cosas que pensabas 😉.

Porque algo tan pequeño y lejano como el aleteo de una mariposa puede cambiar el mundo, el mundo de un perro con problemas. Y por eso El Efecto MARIPOSA es el programa más innovador que ofreceremos desde EDUCAN para este próximo año 2020.

Para informarte, como siempre: formacion@educan.es

 

El Efecto MARIPOSA(S), la versión grupal para llevar a cabo en centros caninos y protectoras.

El Perro Valiente, primera edición, Argentina 2019. Mejor imposible.

Alumn@s, perr@s y profesores de El Perro Valiente, primera edición, en la maravillosa laguna que forma parte del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam.

Acabo de volver de impartir El Perro Valiente por primera vez, y quería compartir la experiencia, además de expresar públicamente mi agradecimiento a todas las personas y perr@s que han participado. Cincuenta personas -entre personal y alumnado- que llegamos desde España, Argentina, Chile, México, EE.UU., Uruguay, Colombia, Perú, Bolivia y Brasil, que tengo que poner cara de que estoy acostumbrado y eso, pero en realidad flipo bastante con esta internacionalidad abrumadora.

Aunque un entorno maravilloso siempre ayuda (la laguna de la foto que encabeza esta noticia es parte del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam y se tomó durante un paseo colectivo que dimos el sábado tras terminar la jornada lectiva), una nueva formación siempre supone cierto riesgo: el contenido teórico puede estar mal calculado y las prácticas no reflejar el efecto real del programa, pues finalmente en cuatro días resumimos lo que se hace en ocho semanas.

Vista del camping por la mañana

Desayunando tranquilos

Se suma que El Perro Valiente es un curso muy diferente a los que solemos hacer, es más parecido a nuestros protocolos internos de trabajo: indicándose qué se hace en cada momento y cada sesión, así como exponiendo las bases conceptuales sobre las que se ha diseñado, para que el comportamentalista que lo aplica pueda hacer una valoración ponderada de su evolución y adaptarse existosamente a cada perr@. Como dice el manual (y en negrita): “los protocolos no son plantillas, sino guías”.

¡Empezando las prácticas!

Tres países en un equipo, Argentina, Chile y Brasil. Y Niro muy atento a cómo le enseñan.

 

Valeria, de Bolivia, guiando a Rocket, de Colombia.

Bona, cane corsa, tranquila esperando a Pat su tutora, en el equipo Argentino-Británico 🙂

Tuvimos la suerte de que todos l@s delegad@s de EDUCAN en Argentina, se volcaron al cien por cien en que todo saliera perfecto: desde la dirección impecable de Luis Raggio y Noel Lagó (EDUCAN en Concordia), como anfitriones y gestores del Centro Formativo y del camping de EDUCAN, hasta la disposición llena de encanto de Carla Spinelli (EDUCAN en CABA norte), la ayuda siempre divertida y cómplice -eso es… tacto 😉 – de Federico Giacomino (EDUCAN en Pilar) y el inestimable trabajo como nutricionista de Franco Filippetti (EDUCAN en Tandil), y a Carla «voluntaria» que estuvo siempre ahí, robándole ratos a su tiempo de estudio. Para tod@s ell@s no puedo desear nada mejor que seguir siendo el vaso colmado de milagros, cariño y capacidad de trabajo que ya son. Y pedirles que siempre que sea posible estén a mi lado, porque todo se vuelve fácil y divertido cuando lo hacemos juntos.

En el aula, empezando con el curso.

Empezamos con la amenaza de sufrir un temporal durante todo el desarrollo del curso, y allí los temporales son realmente duros. Afortunadamente únicamente llovió durante la cena de recepción, lo que no supuso problema, por las noches y en una única práctica: la última, de la que perdimos cuarenta minutos. Una pena porque es en la que los alumnos aplican todo el trabajo a mejorar alguna situación de ansiedad/miedo ligero que sufran sus perr@s.

Aún así el fabuloso Timón, un pug de siete años, en ese rato superó su problema de toda la vida para subirse y quedarse en lugares altos (como la mesa de examen veterinario), tras poco más de una hora Timón, ya un Perro Valiente, descubrió que estar en las alturas era algo desafiante, y que ahora el desafío le encantaba. Se pasó el último día encaramándose a diferentes lugares y mirándonos con orgullo, como cualquier alpinista coronando un ocho mil. Incluso desde el autobús de vuelta Josefina, su tutora, nos envió fotos en las seguía subiéndose a todo lo que fuera posible.

Timón tan tranquilo en lo alto de una mesa, mientras su tutora Josefina Peña, espera a que se cumpla el criterio marcado.

También Rocket, un yorkie de un año absolutamente genial, dejó atrás la ansiedad que tenía al quedarse atado a un lugar y separarse -ni siquiera un segundo- de Manuela, su tutora. Nos está enviando un montón de fotos en las que está feliz y tranquilo separado de ella en distintos sitios, exhibiendo su nuevo valor.

Manuela y Rocket construyendo valor… 🙂

¡¡Con total éxito!! Rocket atado y tan tranquilo en un parque donde nunca había estado.

Pero no fueron los únicos, la práctica totalidad de los perros que asistieron mejoraron visiblemente sus capacidades de afrontamiento de las situaciones de ansiedad, y mostraron a las claras que el valor les hacía más seguros, más felices y mucho menos ansiosos.

Y además un gran número de quienes asistieron, me atrevo a decir que la mayoría, nos dijeron que era la mejor formación a la que habían asistido en sus vidas. Incluyendo otras de EDUCAN (¿esto también es bueno? no sé -como el hermano Warren- yo).

Lo cierto es que el grupo de alumn@s lo hicieron todo fácil, fueron activ@s y colaborativ@s, generaron un ambiente perfecto durante las clases y fuera de ellas. Por ello me siento en deuda con ell@s, con su buena onda y solidaridad.

No todo era hacer perr@s valientes, también intentamos construir alumn@s relajad@s 🙂

… Y perr@s relajad@s. Teo de Santiago Gentili, tomando un baño de tierra durante el paseo a la laguna. Puedo jurar que es un bichón impecablemente blanco.

Como escribir este texto me parece insuficiente para devolverles una experiencia perfecta, he decidido operativizar mi agradecimiento: como el tercer libro de Los perros necesitan LIBERTAD, en el que se incluye El perro Valiente aún no estaba impreso he decidido incluirles en las fotos que acompañan al protocolo, sustituyendo y complementando a las que habíamos elegido originalmente, con mucha menos carga significativa. Timón, Rocket y, en general, el primer grupo oficial de Personas y Perr@s Valientes, la primera Manada Valiente, estarán presentes por siempre en Los perros necesitan LIBERTAD (y le debo un regalo de los buenos a mi maravillosa, paciente e imprescindible maquetadora, Ana Loureiro, que me soporta estas cosas con cariño y buena cara).

El Perro Valiente Argentina 2019, para siempre en el recuerdo y en «Los perros necesitan libertad». Gracias.

Y ahora a por las próximas ediciones de El Perro Valiente, que ya no queda nada 😀

… Y nos despedimos del Centro Formativo y Camping EDUCAN Latam hasta el año que viene. Ya tenemos un par de ideas para entonces 😉

Los perros necesitan LIBERTAD en números (incluyendo cuándo y cuánto)

Los perros necesitan LIBERTAD en números, más largo que un día sin pan.

Ya puedes empezar a leer Los perros necesitan LIBERTAD y comprarlo en Dogalia 🙂 🙂

El perro Valiente, segunda convocatoria Febrero 2019 completa y un pequeño análisis sobre cómo hacer publicidad de cursos

Segunda convocatoria El Perro Valiente, febrero de 2019: completo.

Nuestro curso El Perro Valiente(no tiene ansiedad) de enero de 2019 ha tenido una respuesta desbordante, las cuarenta y dos plazas se llenaron en menos de veinticuatro horas, pero han mostrado interés en recibirlo muchas (muchas, muchas) más personas de las que podemos recibir en nuestras instalaciones.

Por la abrumadora respuesta decidimos buscar fecha a una segunda –y última- convocatoria para obtener el certificado como Preparador/a de Perr@s Valientes, que puedan superar cualquier forma de ansiedad, que se realizará los días 21, 22, 23 y 24 de febrero en nuestras instalaciones de Madrid.

El Perro Valiente es una potente herramienta para diferenciarse y destacar en un mercado tan competitivo y “poblado” como el de la gestión del comportamiento canino, puesto que la temática y el nivel de éxito e innovación que aportan El Perro Valiente y La Manada Valiente en una de las áreas más demandadas garantizan un retorno de inversión rápido y continuo. Porque nadie más ofrece un servicio así, y tengo la convicción de que quienes lo hagan tendrán una ventaja estratégica importante hasta que la competencia empiece a plantearse alternativas similares.

Normalmente informamos de nuestros nuevos cursos primero a nuestros alumnos, para darles unos días de ventaja a la hora de conseguir plaza antes de hacerlos públicos. Esto no se hizo con la primera convocatoria de El Perro Valiente, éramos conscientes de su potencial y atractivo, y buscamos maximizar su efecto promocional para facilitar que se acercasen al trabajo C-E quienes todavía no lo conocieran. Fue un gran éxito, porque en menos de un día se llenaron las cuarenta y dos plazas de Madrid y más de la mitad del curso en Argentina, pero muchos de nuestros alumnos, por este cambio de estrategia, se quedaron fuera.

Decidimos dar a conocer esta segunda – y última- convocatoria primero en los espacios de alumnos de EDUCAN, indicándoles que esta semana se haría pública. Hacerlo de esta forma fue decisión mía, y lo hice por dos razones, una noble y otra egoísta: la noble es que me pareció justo ofrecerles esa ventana de oportunidad de unos días a la que están acostumbrados, y que no tuvieron en la anterior. Pero no penséis demasiado bien de mí, porque también pensé que así se llenarían bastantes plazas, quizá la mitad o incluso más, y podríamos cubrir el resto en pocos días, reeditando el impacto promocional de mostrar cómo las plazas volaban.

Peeeero nuestros alumnos desbordaron mis previsiones y las cuarenta y dos plazas se han llenado en ¡¡menos de diez horas!!, no quedando ya ninguna disponible. Este es un nivel de éxito inesperado, pero me dejó a contrapié, porque ahora no parecía muy lógico publicitar un curso que ya estaba lleno. Muchas gracias por hacer siempre más y mejor de lo mejor que pueda pensar, sois flipantes.

Y como no quería renunciar al golpe de efecto de un llenazo exprés (¿menos de diez horas para cuarenta y dos plazas, really?) he decidido publicarlo de este modo: explicando cómo gestionamos estos eventos para, además de llenarlos, lograr que resulten impactantes y atraigan el interés de potenciales alumnos. No es algo secundario, porque, por ejemplo, este trimestre tenemos 97 alumnos inscritos en nuestros cursos largos, muuuchos más que cualquier empresa de la competencia, y ese nivel de éxito es debido a cómo se gestionan un montón de aspectos, entre ellos la manera de publicar e informar sobre las diferentes actividades de la empresa. Of course, decir esto aquí y ahora es también una elección estratégica 😉 😉

#ElPerroValiente #elÉXITOseaprende #nadasepareceaEDUCAN

El Perro Valiente, no tiene ansiedad

El Perro Valiente, no tiene ansiedad.

La ansiedad -como el miedo o el estrés- no supone un problema en sí misma, tiene una utilidad, un fin adaptativo: prepara al perro para recibir información pertinente con alguna expectativa negativa de cara a solucionarla, evitarla y/o amortiguar el impacto negativo que pueda producirle.

Pero la ansiedad no siempre funciona como debe, si deja de ser adaptativa se convertirá en una fuente de sufrimiento inútil para nuestro perro, impidiéndole alcanzar el mínimo bienestar. Cuando esto sucede se hace necesario intervenir.

La mejor manera de prevenir y gestionar correctamente la ansiedad es a través del desarrollo de capacidades de afrontamiento activo y pasivo, que el perro pueda emplear en cualquier situación que pudiera inquietarle.

La mejor manera de construir las capacidades de afrontamiento de situaciones generadoras de ansiedad es a través del trabajo en equipo, donde el perro está sostenido y apoyado por una persona de referencia, que le aporta a través del andamiaje social un núcleo de seguridad y confianza. Aunque el perro después deba quedarse solo.

La mejor manera de lograr adhesión a unas pautas por parte de los tutores de los perros es (1) que vean su aplicación directa al problema y (2) que sean parte activa en la evolución, (2A) teniendo la capacidad de evaluar cuál es el nivel de avance de su perro en cada momento, y, consecuentemente, (2B) pudiendo –asesorados- elegir por sí mismos los criterios de avance sucesivos para llegar hasta el final del trabajo. Para seguir avanzado cada día, en cada nueva situación.

El Perro Valiente es un programa desarrollado por EDUCAN de entre ocho y doce sesiones tuteladas para construir las capacidades de afrontamiento activo y pasivo de las situaciones generadoras de ansiedad usando trabajos conjuntos del perro con su persona de referencia, que aprende a su vez a evaluar qué nivel de avance tiene su perro, qué necesita para progresar y cómo puede ayudarle a hacerlo.

Esto se traduce en (1) éxito más rápido que con otras opciones, logrando perros y personas asertivos y proactivos ante las situaciones que pudieran generar ansiedad, (2) exportable a cualquier escenario, desde la separación, hasta quedarse en una residencia, pasando por visitar al veterinario, aunque surgiera de manera novedosa, incluso años después de completar el programa, y (3) con un nivel de implicación, comprensión y adhesión de los tutores a las pautas incomparable con ninguna de las maneras tradicionales de afrontar la ansiedad.

El Perro Valiente acaba con los puntos ciegos históricos que ha generado el abordaje tradicional de la ansiedad en perros, basado en dos pilares: (1) técnicas especializadas para tratarla asociada a la separación y (2) afrontarla como una secuela, un síntoma, de estrés más que como un proceso propio.

(1) La naturaleza de la ansiedad por separación -que implica la ausencia de personas de referencia- nos ha enfocado en trabajar las capacidades del perro que no necesiten de andamiaje social para desarrollarse, lo que es más lento que trabajar en equipo, y nos centra casi exclusivamente en las capacidades de afrontamiento pasivas, que requieren más volumen de trabajo para ser funcionales que las activas. Además muchas técnicas para la ansiedad por separación son tan específicas que no son exportables a otras situaciones generadoras de ansiedad.

(2) Minimizar o evitar el estrés, es una buena cosa porque ayuda, de manera colateral, a reducir el número de situaciones en las que el perro se pone ansioso. Pero deja de ser útil cuando lo hace, porque incide en la ansiedad únicamente de manera indirecta, buscando evitar que surja, pero no provee -ni al perro, ni a sus tutores- de ningún recurso para gestionarla cuando ya está ahí. Además el tutor tampoco sabe qué situaciones puede afrontar su perro en cada momento y cuáles le superan, con lo que no se siente seguro de estar haciendo algo realmente útil, ni parte activa del proceso, lo que minimiza su adherencia a las pautas.

El Perro Valiente y La Manada Valiente, su variante para trabajar en centros caninos con varios binomios a la vez, no solo completan lo que faltaba en el afrontamiento de la ansiedad canina y logran el compromiso de los tutores de los perros, sino que son una potente herramienta para diferenciarse y destacar en un mercado tan competitivo y “poblado” como el de la gestión del comportamiento canino. Porque preparar perros valientes trae los mejores resultados, pero también es la mejor publicidad.

El Perro Valiente, nuestro nuevo programa para trabajar la ansiedad, y La Manada Valiente, para hacerlo con varios binomios simultáneamente. En 2019 todo cambia.

Por eso son nuestra propuesta estrella para iniciar el 2019, impartiéndose cursos de cuatro días en Madrid y Argentina, en Concordia, en nuestro nuevo centro formativo para toda Hispanoamérica. Ya tenemos alumnos de España, Argentina, Uruguay, Chile, Colombia, Bolivia, Méjico,  EE.UU., Bulgaria y Suiza (y eso de momento).

Porque tenemos la convicción de que la temática y el nivel de éxito e innovación que aportan El perro valiente y La Manada Valiente en una de las áreas más demandadas garantizan que el retorno de inversión para los profesionales sea rápido y continuo en el tiempo. Nadie más ofrece algo así.

Y es que si en 2019 solo sabes tratar la ansiedad cuando está referida a la separación, o la consideras únicamente como un síntoma del estrés…

Imagen de Carlinx (Carlos Valarezo, artista ecuatoriano), obtenida en Devianart.com

#ElPerroValiente #nadasepareceaEDUCAN #diquequieresunaREVOLUCIÓN

Los días malos

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Cualquiera de las tres partes -adiestrador, perro y propietario/tutor (porque si digo sencillamente tutor, que es lo correcto, no se me entiende)- de las que integran activamente un proceso de educación o adiestramiento puede tener días en los que su estado emocional no sea el mejor posible.

Esto es conocido por los entrenadores, al menos en lo que respecta a sí mismos y a los perros (porque cuando le sucede a los tutores/propietarios fácilmente les colgamos la etiqueta de negligente o incompetente). Tanto que se ha vuelto un lugar común decir que cuando se tiene un día malo –el perro o nosotros, del propietario/tutor nadie habla- no debemos trabajar.

La idea es buena, pero la afirmación es equivocada tomada en su literalidad, fruto de la manera de ver las cosas de nuestro gremio, al que le encaaaanta llevar todo a los extremos y ofrecer fórmulas o normas absolutas, a veces rozando el absurdo, para la supuesta praxis correcta.

Es evidente que si la mañana del día que debemos trabajar con un perro este sufre un atropello o un encontronazo con otro perro o persona, que no le daña físicamente pero que le deja aterrorizado, o nos diagnostican, a nosotros o a los propietarios/tutores, una enfermedad terrible, nos informan de que perderemos nuestra casa o, yendo al extremo, nuestro hijo nos dice que quiere ser tronista, lo adecuado será anular la sesión y programarla para cuando hayamos podido gestionar nuestro estado emocional, el del propietarios o el del perro según corresponda.

Sin embargo un día malo suele ser algo mucho menos dramático, por ejemplo: podemos pasar, nosotros o los propietarios, largas temporadas de desánimo durante un momento económico o personal tenso. Igualmente los perros pueden tener temporadas en las que alguna circunstancia les afecte de forma equivalente: viaje y ausencia de alguna de sus personas queridas, alteración de algún hábito de salida u otros similares. En estos casos no parece una buena solución interrumpir las clases hasta que todo se normalice, pues llegaría a impedir el avance del proceso y, desde luego, sería incompatible con regularizar el funcionamiento de nuestra empresa de educación canina.

Pero si bien es cierto que no podemos dejar de trabajar en todos los días malos, no lo es menos que trabajar sin tenerlo en consideración podría llevarnos al fracaso o a la imposibilidad de avance.

Y es que las personas y los perros gestionamos de manera diferente el aprendizaje cuando tenemos un estado emocional de este tipo que cuando estamos plenamente felices y enfocados en avanzar. Y uno de los principales fallos de muchos profesionales es que parecen creer que los perros (y las personas) solo tienen (tenemos) dos estados emocionales de trabajo: ultrahappyforever o aterrorizadoantelaideademorir. Pero va a ser que no.

Existen pautas sobre cómo adecuar el trabajo para estos días malos, de baja intensidad, pero que potencialmente podrían prolongarse algún tiempo. Para ofrecer un ejercicio profesional eficaz, ético y constante necesitamos conocerlas y aplicarlas cuando corresponde. Además al hacerlo tendremos mejores resultados que los de nuestros competidores que opten por parar a cada quítame allá esas tristezas o por continuar como si no pasase nada.

Respecto al entrenador

María y teckel

1 Planificación previa:

Todos sabemos que la planificación es importante, y todos no saltamos este conocimiento a la torera de manera cotidiana. Ir a una sesión sin tener claros los objetivos -y hablo de negro sobre blanco, no de que en la cabeza nos hayamos hecho una idea sobre qué hacer- puede no sea un problema cuando estamos afinados y con todas nuestras capacidades al máximo, pero sí lo es cuando estamos bajos de ánimo.

Es fácil, al tener días bajos, que demos más importancia de la debida a los fallos, y/o que busquemos compensarlos con avances excesivos. Al final esta falta de planificación la pagará el perro (y la calidad del resultado) en uno u otro sentido.

Es imperativo que cuando estamos desanimados diseñemos la estructura y objetivos de la sesión en casa, tranquilos. Por supuesto luego debemos adecuarla a lo que suceda, pero con esta sencilla medida lograremos mantener un trabajo de calidad cuando estemos algo plofas.

2 Sesiones de consolidación:

Todos los entrenadores pecamos de centrarnos demasiado en el avance y no dedicar todo el tiempo necesario a las sesiones de consolidación, en las que damos volumen a los resultados ya obtenidos sin intentar mejorarlos.

Las sesiones de consolidación son el cemento entre las filas de ladrillos que suponen las de avance, no parecen elevar el trabajo, pero son las que lo hacen sólido y permiten su consistencia a largo plazo.

Cuando nos encontramos algo bajos puede ser una buena idea, que redundará en mayor calidad del entrenamiento, hacer sesiones de consolidación, que resultan más fáciles de dirigir y evaluar. Sin intentar avances.

3 Subidas de criterio más progresivas y objetivizadas:

Las sesiones de consolidación no ralentizarán el entrenamiento, ni son sesiones vacías: prácticamente todos los adiestramientos comerciales (aquellos destinados a la tutela y manejo responsable del perro) están sobrados de sesiones de avance y huérfanos de sesiones de consolidación.

Pero es cierto que no podríamos construir un entrenamiento únicamente con sesiones de consolidación, si nuestros días malos se alargan debemos avanzar el entrenamiento.

Este es el punto más complicado, puesto que solemos hacer las subidas de criterio de manera intuitiva, combinando lo que el perro nos trasmite en el momento con nuestra experiencia. Cuando estamos en nuestro días bajos este mecanismo no funciona bien, nuestro estado de ánimo nos desafina.

Para compensarlo hay dos sencillas medidas, planificar previamente (como se decía en el primer punto) los avances que haremos y que estos sean conservadores, que estén por debajo de lo que haríamos normalmente. Si normalmente le pediría al perro diez pasos más en junto, o treinta segundos más de permanencia, mejor dividir ese avance en dos y reforzarle cuando subimos en cinco pasos o en quince segundos el criterio.

Partir en dos las subidas de criterio es una manera de asegurar la progresión y no enfrentarnos a situaciones de fracaso, que en momentos malos y en un trabajo vocacional tienen efectos muy dañinos en nosotros. Y no es más lento, porque el perro avanza como sobre raíles y podremos hacer más avances en el mismo tiempo de trabajo.

Respecto al perro

Orión, un perro destinado a las peleas y rescatado por Adriana y Manu. Gracias :-)

Orión, un perro destinado a las peleas y rescatado por Adriana y Manu. Gracias 🙂

1 Sesiones de consolidación y subidas de criterio más progresivas:

Sabemos que el fallo ocasional es un constructor de aprendizaje más eficaz que el éxito continuo, pero también que el estado emocional es el primer evaluador de la calidad de un trabajo. Cuando el perro tiene días bajos nuestra prioridad no puede ser el avance de la conducta, sino la mejora del estado emocional y la asociación respondiente de un estado emocional seguro y asertivo con las conductas enseñadas. Eso les dará más calidad y consistencia que ningún avance directo sobre la conducta.

Por ello, las normas anteriores de hacer más sesiones de consolidación y de dividir las subidas criterio en dos no solo deben aplicarse cuando el entrenador tiene días bajos, sino especialmente cuando los tiene el perro. La experiencia de éxito y la asertividad haciendo algo conocido o sencillo para él son la mejor manera de convertir las sesiones de entrenamiento en su mejor momento emocional del día.

La sensación de seguridad y control en el trabajo hará que el perro lo adore y tendrá un profundo efecto terapéutico ¿O tú no mejoras tu desanimo cuando te enfrentan a una tarea que sientes que controlas por completo y en la que sabes que lograrás el éxito?

2 Trabaja en pirámide:

Cuando es el perro el desanimado añade una medida extra para hacer subidas de criterio, y es que después vuelvas a bajarlo. Esto se llama trabajo en pirámide, todos los entrenadores especializados en gestión emocional saben lo relevante que resulta para perros con problemas emocionales: además de consolidar el aprendizaje promueve la correcta gestión emocional y el autocontrol emocional. Al fin y al cabo, afrontar el trabajo en un día malo es gestión emocional.

3 Usa el espacio de calma:

El afrontamiento calmado de la sesión de trabajo y la vuelta a la calma tras la activación que supone el aprendizaje son más que convenientes para un perro que no está en su mejor momento. Si eres entrenador C-E te recomiendo enseñarle el espacio de calma y activarlo antes y después de la sesión de trabajo. Solo con hacer esto te sorprenderás de las mejoras que obtienes.

4 Busca nuevos sitios para trabajar:

Sabemos que los cambios de lugar generan un aumento de activación en el perro, podemos aprovechar esto como motor de trabajo en el perro que tiene días bajos.

Si vamos a nuevos lugares, que no supongan una gran dificultad, y le pedimos al perro que realice conductas que ya realiza competentemente veremos cómo sube varios puntos su estado emocional. Lo único importante es respetar lo expuesto en el punto anterior, que el nuevo lugar no suponga subidas de criterio fuertes. Pedirle lo mismo en otro sitio es una subida de criterio, así que podemos empezar pidiéndole menos de lo que sabe hacer en los sitios habituales de entrenamiento e ir avanzando progresivamente desde ahí.

5 Enséñale algo divertido:

Todos los perros tienen características individuales que les hacen disfrutar más de realizar determinados comportamientos, aprovéchalos: enseñarle a traer (y si eres un entrenador cognitivo el espacio de juego), a buscar su juguete en el campo, a dejarse rascar la tripa o incluso a jugar al escondite con su dueño. Y si no se te ocurre nada, siempre te queda el comodín del olfato. A todos les gusta y, bien hecho, es de lo más terapéutico que podrás proponerle para mejorar su estado emocional.

Respecto al tutor o propietario

La persona que nos contrata para intervenir en el comportamiento de su perro a veces termina siendo la parte más desprotegida y menos cuidada, desde el mezquino bullying emocional de aquellos entrenadores que les hacen sentir en déficit continuo y sólo les indican lo que NO tienen que hacer, dando indicaciones difusas o imposibles de seguir sobre lo que SÍ pueden hacer para mejorar, cargando así no la responsabilidad, sino la culpa, de todo en quienes más quieren al perro, hasta los que sencillamente ignoran que las personas que nos llaman también tienen emociones.

Quien no cuida el estado emocional del tutor/propietario del perro es negligente, quien le machaca es un miserable.

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1 Uso innovador, práctico o vistoso, de las destrezas del perro:

Descubrir que la permanencia que han estado entrenando escondiéndose tras un árbol puede ser usada para entrar a comprar el pan, entrenar la llamada como un juego de escondidas en el que el perro debe localizarnos, convertir el junto en un juego de escaparse…

Cuando sacamos las destrezas del perro del contexto un tanto aséptico de las sesiones y lo integramos con las necesidades reales de manejo y tránsito del binomio, cuando las convertimos en un juego o las mostramos como un valor añadido para la convivencia y el entendimiento, estamos consiguiendo animar e implicar a quien nos ha contratado, esto no solo mejora su adherencia a las pautas que le indiquemos, sino que le ayuda a ser feliz y entender que el entrenamiento es la mejor manera de entender y entenderse con su perro.

2 Enseña una nueva habilidad sencilla divertida o práctica para el día a día:

No te puedes imaginar lo eficaz emocionalmente para quien vive con un perro que puede ser enseñarle algo sencillísimo, pero directamente relacionado con la vida cotidiana. Cosas que para ti no tienen valor por su sencillez técnica pueden ser lo que alguien necesita para recuperar el aliento a la hora de seguir entrenando a su perro: salir de la cocina a una señal, quedarse quieto mientras le ponen el collar, dejarse dar las pastillas ¡¡a veces incluso simplemente enseñarle a subirse al coche!!

3 Revisa la progresión del perro con videos:

A veces lo que nos queda hasta nuestro objetivo o la idealización de resultados (esto último es labor tuya que no suceda) hace que las personas no se den cuenta de todo lo que se ha progresado. Si has tomado grabaciones en video del proceso será una buena idea dedicar una sesión a comprobar lo que se ha logrado, verlo de seguido hace mucho más consciente al tutor o propietario de los avances y le subirá el ánimo. Y no te limites a señalar las mejoras del perro, incide también en las suyas al enseñarle y guiarle.

Y tranquilo, te aseguro que, cuando lo haces bien, en este trabajo son muuuuuchos más los días buenos. Pero para esos días seguro que no necesitas consejos 😉 😉

Garo y Polo son amigos.

La amistad de Garo y Polo, lograda gracias al trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL. Imagen tomada de la portada del Facebook de su tutora, Flia Roda Blasco.

La amistad de Garo y Polo, lograda gracias al  compromiso de Cecilia y Federico y… al trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL 😉 . Imagen tomada de la portada del Facebook de su tutora, Cecilia, Flia, Roda Blasco.

Acabo de volver de Uruguay y estaba escribiendo un post sobre nuestra visita allí, que ha sido muy especial. Pero va a tener que esperar un poco.

Porque ha surgido algo importante que contar, una historia sobre personas buenas. De las que lo son activamente y a costa de su esfuerzo, de las que son mejores cuanto más falta hace.

A veces los entrenadores nos quejamos del compromiso de nuestros clientes, de su impaciencia…

Cecilia y Federico en 2014 perdieron su trabajo y su casa. Pero se consideraban afortunados, porque les acompañaba Garo. Y nos cuentan que en tiempos duros «solo sienten agradecimiento hacia Garo, por ser incondicional cuando no quedaba nada». Porque es «un perro como esos de las películas». Pero sin cámaras.

Y si recibes mucho y lo sabes ¿qué haces si eres justo?

Agradecerlo.

Pero los buenos no agradecen con palabras, sino con hechos.

Así que adoptaron a Polo, que había sido rescatado por Refugio de Vida Animal para compartir y ayudar, como habían sido ayudados por Garo. Y empezó el problema. Garo y Polo empezaron a agredirse de manera extremadamente violenta. Y Federico y Cecilia sabían que les tocaba ayudarles ¿qué otra cosa si no?

Contactaron con Marcos Rostkier y Cathy López,  les presentaron uno de los casos más complicados que puede encontrarse un profesional del comportamiento canino: dos poderosos perros machos adultos, que vivían juntos, y que se agredían ferozmente. Aunque intentaron darles pautas de mejora, el caso exigía una atención que en ese momento no podían dedicarle y se lo derivaron a Analía Soler, de JUST DOG it.

Marcos, Cathy y Analía son las personas que nos han llevado a Uruguay, los pioneros del trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL allí. También son tres amigos muy, muy queridos y comprometidos por completo con esta forma de trabajar a los perros, que va mucho más allá de las tradicionales.

Cathy, Analía y Marcos durante los seminarios que hemos impartido en Uruguay ¡¡Muchas gracias por todo!! :-) :-)

Cathy, Analía y Marcos durante los seminarios que hemos impartido en Uruguay ¡¡Muchas gracias por todo!! Nos habéis ensanchado el corazón 🙂 🙂

Y es que este caso ilustra algo más que los conceptos y técnicas del trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, porque es un ejemplo de cómo podemos los entrenadores ayudar a las personas buenas y de cómo la intervención en la conducta canina, puede ser una empresa colaborativa y cooperativa. De cómo el éxito depende de que los entrenadores nos consideremos una comunidad y abandonemos los protagonismos excesivos, que tanto nos lastran y limitan.

Porque Marcos y Cathy supieron que debían remitir el caso a una colega con la misma formación y experiencia que ellos (no a una superstar del adiestramiento consagrada), porque exigía más tiempo del que ellos podían dedicarle en ese momento y lo justo era que lo atendiese quien pudiera dedicarle todo el necesario.

Pero es que Analía, viendo la dificultad que entrañaba, lo puso en común con un grupo de amigos entrenadores que habían realizado nuestro curso avanzado con ella en España: Andrés Dunivicher, de Chile, Abelardo Rivero, de Venezuela, pero ejerciendo en España, en Telde, dirigiendo UnimascotaArantxa Hernández, de Valencia y Ana Rodriguez de Bicos de Can en BCN.

Ana Rodriguez, Arantxa Hernández, Andrés Dunichiver, Abelardo Rivero y Analía Soler estudiando durante el curso avanzado de EDUCAN. Las cervezas son imprescindibles en un modelo C-E de estudio.

Ana Rodriguez, Arantxa Hernández, Andrés Dunichiver, Abelardo Rivero y Analía Soler estudiando durante el curso avanzado de EDUCAN. Las cervezas son imprescindibles en un modelo C-E de estudio.

Han trabajado juntos durante más de un año. Y en el video que sigue a este párrafo está el proceso y los resultados, recomiendo verlo entero, son quince minutos muy bonitos, muy emocionantes y absolutamente ejemplarizantes. Además ilustra perfectamente estos rollos que intento explicar en este artículo sobre el enfoque gestionalista frente al conductista. Todo este post es para que veas el video, porque no puedo escribir nada mejor que su contenido. Ni tú. Ni nadie.

Si no conoces el trabajo C-E, en el video verás cosas que te sorprenderán, que contradicen mucho de lo que habrás escuchado desde las ópticas que intentan explicar las relaciones sociales de los perros a través exclusivamente de mecanismos asociativos.

Y al final, con el éxito, verás también resultados a los que no suelen llegar estos modelos conductistas, que normalmente recomiendan evitar ¡para siempre! determinadas interacciones libres entre los perros, particularmente cuando aparecen recursos: verás cómo Garo y Polo comen juntos, cómo Garo y Polo juegan con una pelota o cómo Garo y Polo comparten lugar para dormir.

 

La foto de Garo y Polo juntos ¡por fin! que sirvió de base para el cartel que encabeza este artículo.

La foto de Garo y Polo juntos ¡por fin! que sirvió de base para el cartel que encabeza este artículo.

 

La sistematización de restricciones en estos aspectos muestran que, en realidad, los enfoques más conductistas no entienden que las relaciones sociales tienen leyes propias: cuando logras la amistad entre dos perros el historial previo deja de tener peso, porque desearán activamente evitar los conflictos entre sí. Porque nadie quiere hacerle daño a un amigo. Así que lo más importante no es el historial de asociaciones (aunque es importante, sobre todo al inicio, y parte del trabajo, pero no la principal). Lo más importante no es evitar la aparición posterior de recursos que pudieran reactivar asociaciones previas, sino lograr la amistad entre los perros para que ellos eviten activamente las peleas.

Porque en un enfoque gestionalista no es nuestra prioridad que no aparezca el enfado para evitar que se fije por condicionamiento respondiente ¡¡el enfado es una emoción reguladora necesaria en las relaciones sociales y sirve precisamente para evitar peleas!! Lo importante es que el enfado aparezca, que sea reconocido y se convierta en un operador para evitar la agresión en lugar de ser su precursor.

El enfado es la trasmisión emocional de que algo que realiza un miembro del grupo social causa malestar en otro miembro del grupo, como entre los perros no existía vinculación social -el segundo es adoptado cuando ambos son adultos- inicialmente el enfado regulador -que jamás va acompañado de castigos- lo muestran los propietarios, que son queridos por ambos perros (siempre me preocupan las personas que piensan que enfado es sinónimo de maltrato ¿cómo son los enfados de estas personas con sus hijos, con sus parejas para hacer una suposición tan errada?). Esto aprovecha el efecto de andamiaje social y cognitivo que las personas queridas generamos en los perros y del que habla Josep Call en esta entrevista que le hice, como en el minuto 26´30´.

Posteriormente, cuando los perros ya buscan entenderse y no solo agredirse, se permite que muestren el enfado entre sí de manera controlada, actuando de manera que se evite la conducta emocional inadecuada, la agresión, pero no la aparición de la emoción, el enfado, que debe de aprender a ser gestionada. Si la emoción no aparece nunca aprenderán a gestionarla.

Porque lo importante no es la conducta, sino la gestión de la emoción.

¡Ojo! Esto no siempre quiere decir que usando trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL los resultados sean tan buenos como los obtenidos con Garo y Polo, pero uno de los criterios más importantes para valorar un protocolo de trabajo es hasta dónde puede llegar en caso de tener éxito: una de las ventajas de trabajo C-E es que cuando sale perfecto no existen limitaciones continuas que deban seguirse el resto de la vida de los animales, la relación se normaliza por completo. Y eso constituye una característica diferencial relevante.

Pero si todo esto te parece fatal te voy a rogar, contra las normas usuales de este blog, que no escribas una crítica como respuesta a este post. Hazlo en otro, en el que he enlazado o en cualquiera de los que haya escrito sobre el tema. Allí estaré encantado de debatir y analizar. Porque todos los entrenadores les debemos a Cecilia y Federico todo nuestro apoyo y todo nuestro cariño: por estar ahí, aunque fuera largo y difícil, por ser lo bastante estrictos para cumplir su parte día a día y por ser lo bastante generosos como para compartir su felicidad y su éxito con todos nosotros. Aquí estamos para celebrar juntos, entendamos el adiestramiento como lo entendamos.

Gracias Analía, Andrés, Ana, Arantxa y Abelardo, gracias Marcos y Cathy, por hacer un trabajo tan extraordinario, por lograr lo que parecía imposible. Pero sobre todo, gracias por hacerlo juntos, por mostrar que la intervención en el comportamiento es algo que funciona mejor de manera colectiva. Que los entrenadores podemos ser el mejor apoyo de los entrenadores y que no es cierto que dos entrenadores solo puedan estar de acuerdo en que un tercer entrenador lo hace mal.

Y por quedarse hasta el final 🙂 🙂 .

Federico y Cecilia tienen dos hijos: Mikah y Juanita que serán, que ya son, mejores porque se han criado con Garo y con Polo, porque han visto que a la familia, independientemente del número de patas, se la cuida y que los problemas se afrontan en cualquier circunstancia. Juntos, y trabajando cada día. Sin esperar milagros y sobreponiéndose al dolor, llorando mucho en los momentos bajos pero sin aflojar. Sin dejar que la pena sea un excusa, sin ser indulgentes con ellos mismos porque la situación sea dura y todos entendieran que abandonasen. De mayor quiero ser como vosotros.

Quiero dar las gracias a Cecilia y a Federico más que a nadie: por hacerlo bien, por comprometerse, por ayudar hasta el final de sus fuerzas a Garo y a Polo, pero sobre todo por regalarnos para el futuro a Juanita y Mikah, que han aprendido la bondad firme con el ejemplo, y la solidaridad y el compromiso con la práctica. Por vosotros todos somos mejores, y eso es lo más hermoso y lo más importante.

#súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #entrenarperrosesotracosa #descubrealosperros

 

Pasado y presente: El enfoque de GESTIÓN EMOCIONAL frente al CONDUTISTA/HABITUACIONISTA.

Mejor enséñame a gestionar mis emociones, que no puedo evitar tenerlas ;-) ;-)

Mejor enséñame a gestionar mis emociones, que no puedo evitar tenerlas 😉 😉

Muchas veces quienes tienen experiencia previa en modelos de entrenamiento conductistas tienen dificultad para ver los beneficios del adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL, por dos motivos:

  1. El tiempo de entrenamiento para lograr la misma conducta suele ser igual, o incluso superior en algunos casos, respecto a la manera de entrenar que ya conocen.
  2. La conducta no será necesariamente mejor ejecutada en lo que se refiere a su forma que enseñándola de manera conductista.

Esto hace que puedan pensar que no tiene mucho sentido cambiar su manera de trabajar para lograr lo que en apariencia son resultados iguales.

Las ventajas que ofrece al adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL en la enseñanza de destrezas no están en la velocidad de adquisición o en la precisión de la conducta, sino en el mantenimiento de su eficacia en el largo plazo, en las motivaciones para trabajar y en el encaje del adiestramiento como una actividad social conjunta y satisfactoria por sí misma entre la persona y el perro. En temas de fondo y de largo plazo, y es lógico que esto dificulte a quienes tienen experiencia previa exitosa con otras formas de trabajo el plantearse cambiar.

Sin embargo existe un área en la que las propuestas del trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL ofrece resultados más rápidos, más consistentes y más prácticos que sus alternativas.

Y es en el trabajo de problemas emocionales.

Ahora sigue un mega tocho de post técnico, pero no tienes porqué pasar por ello, también puedes ver un resumen en este video:

EL ENFOQUE CONDUCTISTA/HABITUACIONISTA

El modelo tradicional conductista considera las emociones como etiquetas o como respuestas fisiológicas involuntarias bajo las que agrupamos una serie de conductas que se realizan sin necesidad de aprendizaje ante la presencia de determinados estímulos y se pueden asociar a otros estímulos por condicionamiento respondiente (clásico). Es decir que el eventual aprendizaje de estas conductas asociadas a otros estímulos que los que las activaban originalmente, así como la consolidación de dicho aprendizaje, depende de que aparezcan después del estímulo mucho más que de obtener algo con ellas. Su mera aparición es el refuerzo que las fortalece.

Esto tiene varias consecuencias conceptuales para trabajar con ellas desde una óptica conductista que define la mayoría de los trabajos que ¡¡aún hoy!! son los más usados para tratarlas, pese a sus limitadísimos resultados.

Al no ser conductas voluntarias, que dependen de sus consecuencias para aparecer, asociarse a estímulos y consolidarse o disminuir, los caminos y recursos para influir en ellas dependerán de capacidades involuntarias en el perro.

La base del trabajo sobre el estímulo original que activa la conducta sin necesidad de aprendizaje será habituar al perro al estímulo, es decir hacer desaparecer las conductas emocionales problemáticas haciendo que el estímulo que las activa deje de tener consecuencias para el perro. Si hubiera aprendizaje respondiente deberíamos interrumpir y debilitar la asociación por condicionamiento clásico entre la conducta emocional y el estímulo al que la hubiera asociado.

Ambas cosas se logran principalmente exponiendo al perro a dicho estímulo  a niveles muy bajos en sesiones controladas de manera que no aparezca la conducta, y subiéndolos progresivamente de tal manera que no aparezca la conducta durante el proceso y se acostumbre a ellos.

Este es el enfoque conductista/habituacionista.

El habituacionismo parte de la interpretación conductista que trata la emoción como proceso involuntario, como conducta involuntaria ante determinados estímulos, que además se puede aprender por condicionamiento respondiente, una contingencia de dos términos, estímulo-conducta, en la que el aprendizaje depende de la aparición de la conducta tras el estímulo y no de la consecuencia derivada de la conducta.

Como digo, la intervención comportamental habituacionista se centra en bajar el nivel del estímulo para evitar la aparición consecuente de la conducta, haciendo que la emoción siempre aparezca en niveles muy bajos para habituar al perro a él, y/o debilitar y/o cambiar las asociaciones respondientes entre estímulos y conductas, lo que se hace principalmente usando procesos involuntarios, como la habituación y la positivización, siendo sus recursos principales de intervención la desensibilización sistemática y el  contracondicionamiento emocional para positivizar, asociando al estímulo que se quiere “desactivar” una conducta involuntaria, respondiente, contraria a la de la emoción cuya aparición es problemática: juguetes, comida…

Aunque algunas propuestas conductistas/habituacionistas pueden añadir medidas secundarias que implican conductas voluntarias, podemos distinguirlos porque el peso del avance estará siempre en los procesos involuntarios y en la desaparición de respuestas conductuales ante los estímulos.

Consecuentemente desde esta óptica se propone trabajar siempre en niveles muy bajos de emoción, evitando que el perro  sea expuesto a ninguna situación en la que pueda activarse la conducta emocional inadecuada durante el tratamiento. Lo que impediría la habituación y/o reforzaría el aprendizaje respondiente.

Esta propuesta es infinitamente larga de llevar a cabo, a veces es imposible de compatibilizar con las necesidades y vida cotidiana del perro y/o de su “familia humana”, porque evitar que durante seis meses se encuentre con ningún perro o no vea coches si les tiene miedo es irreal e imposible.

En parte por esto, y en parte porque conceptualmente es un modelo que niega e ignora lo que hoy sabemos del funcionamiento de las emociones por lo que no aprovecha los avances en este campo, las propuestas conductistas/habituacionistas prácticamente nunca llegan a normalizar al perro: tras procesos muy largos y muy exigentes en todos los aspectos solo nos aportan, en el mejor de los casos, mejoras parciales. Lo cierto es que casi imposible resolver un problema emocional serio usando desensibilización y positivización como recursos principales.

De hecho, actualmente las limitaciones del modelo conductista/habituacionista está cambiando el mercado más importante a nivel de facturación (que no de calidad) del mundo de la educación canina, EE.UU. Dándose la paradoja de que los ponentes más populares ofrecen el modelo conductista/habituacionista como el más eficaz y operativa, como el único real. Pero los resultados son tan limitados y frustrares para el público que ha surgido un movimiento del mercado hacia los resultadistas más cañeros: la franquicia de adiestramiento que más ha crecido en los últimos años allí, y que ya tiene más de noventa delegaciones disputándose el primer puesto, es Sit Means Sit, que significa «Sienta significa sienta», pero que podría traducirse apelando a su mensaje como «La letra con sangre entra». Una empresa de adiestramiento cuya imagen de portada es un collar eléctrico que se fabrica ya con los logos e imagen de la empresa.

Y esto es en buena medida consecuencia de la inoperancia práctica -fuera de los seminarios- de los modelos conductistas/habituacionistas para ayudar a los perros que conviven con nosotros y tienen problemas emocionales, pero esa es buena parte del tema de mi próximo post, así que no lo expondré en más detalle.

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… Y solo lleva la mitad :-/ :-/ , menos mal que está el video.

EL ENFOQUE DE GESTIÓN EMOCIONAL

Cuando el enfoque conductista era todo lo que teníamos había que resignarse a trabajar con él y así lo hacíamos. Pero afortunadamente para nosotros, y sobre todo para los perros, la ciencia del comportamiento avanzó y nos aportó nuevos conocimientos sobre el funcionamiento de las emociones, ofreciéndonos nuevos recursos de intervención sobre las conductas emocionales. Que no son la misma cosa.

La emoción es un estado interno determinado que: (1) surge como respuesta inmediata e involuntaria de los animales ante un estímulo o situación y que les (2) permite orientar adecuadamente su conducta y (3) evaluar su eficacia.

Con esto vemos que la emoción tiene tres planos funcionales. Su activación ante algo, su aprovechamiento al producir conducta adecuada para responder a la emoción y la evaluación posterior de la situación para poder volver a la calma si se ha solucionado el problema que la activaba, o seguir emocionalmente activo y generar nuevas conductas cuando no se ha logrado.

La gestión emocional es el conjunto de procesos relacionados con la activación, aprovechamiento y evaluación de eficacia de las emociones.

Aquí expondremos las bases del trabajo de gestión emocional, el enfoque que usamos en EDUCAN, pero, tengo que meter una cuña publicitaria: si quieres saber cómo aplicarlas de manera práctica… te toca esperar a mi próximo libro o apuntarte a nuestros cursos, donde es la manera de afrontar los problemas emocionales que enseñamos.

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Una gestión emocional saludable activará las emociones convenientes en el momento y nivel adecuado, las aprovechará de manera adaptativa y devolverá al perro a la calma tras la situación emocional, permitiendo que las emociones funcionen como ayudantes eficaces para la supervivencia y búsqueda de bienestar del perro en su entorno y grupo social.

Aparecen problemas emocionales cuando la emoción se activa de manera inadecuada, cuando no se aprovecha correctamente o cuando no se evalúa eficazmente la respuesta emocional.

Nuestro objetivo será restablecer la salud emocional y mejorar la capacidad de gestión emocional del perro, no cambiar conductas concretas. Las conductas son la manifestación del problema, nunca el problema en sí.

El enfoque gestional parte de una interpretación emocionalista que trata la emoción como un conjunto de procesos complejos, involuntarios y voluntarios, gran parte de ellos inobservables, de los que la conducta emocional es la expresión visible, dependiendo el aprendizaje de la modificación de dichos procesos.

La intervención comportamental gestionalista tiene tres estrategias complementarias: en ocasiones (1) bajar el nivel del estímulo, para trabajar procesos involuntarios y mejorar la activación emocional, en ocasiones (2) promover y ayudar a la aparición de conductas emocionales correctas para darle al perro control de la situación emocional y mejorar el aprovechamiento emocional, y, en ocasiones, (3) bajar el nivel de la respuesta conductual o impedir la respuesta conductual inadecuada cuando aparece, para promover el autocontrol emocional y mejorar la evaluación emocional de la situación para comprobar si está solucionada.

Esto se hace trabajando en todas las intensidades de la emoción, desde las más bajas a las más altas, pero centrándose en los niveles medios de activación emocional, donde procesos voluntarios e involuntarios interactúan y se puede lograr una máxima mejora de las capacidades de gestión emocional, más que intentando evitar las conductas inadecuadas consecuentes a una mala gestión emocional.

Debe entenderse que el enfoque gestionalista niega las premisas conceptuales de el enfoque conductista/habituacionista (la emoción es una etiqueta para determinadas conductas, la conducta es lo relevante…), pero no la utilidad parcial de sus recursos de trabajo, por eso los incorpora no como única o principal herramienta, sino como una parte de un conjunto mayor.

Esta forma de trabajo además es compatible con la vida normal del perro, y no habrá tremendos retrocesos antes situaciones puntuales de activación indeseada de la conducta emocional. Además tendremos recursos para que el manejo y control del perro ante una situación emocional inesperada sea fácil y beneficie al proceso terapéutico en lugar de desbaratarlo.

Así que una ventaja importante de la propuesta de gestión emocional es que no exige imposibles a los propietarios durante el tiempo que dure la intervención para mejorar el problema. Esto no es secundario, quizá sí, si solo impartes formación sobre el tema, pero si tienes que trabajar con perros y dueños reales la cosa cambia. Mucho.

Podríamos esquematizar la forma de trabajo del enfoque gestionalista:

1. Trabajar principalmente en niveles bajos de emoción con procesos involuntarios y de manera secundaria en niveles medios con procesos voluntarios parar tratar y mejorar los problemas de activación emocional.

2. Trabajar principalmente en niveles medios de emoción con procesos voluntarios y de manera secundaria en niveles bajos con procesos involuntarios para mejorar los problemas de aprovechamiento emocional.

3. Trabajar conjuntamente niveles bajos y medios de la emoción, con procesos involuntario y voluntarios respectivamente, para mejorar los problemas de evaluación emocional.

4. Aplicar de manera combinada e individualizada los tres puntos anteriores a la gran mayoría de problemas emocionales en los que se combinan problemas de activación, aprovechamiento y desconexión emocional.

Este es el trabajo que se haría sobre la emoción problemática, el miedo, la ansiedad, pero no será jamás todo el trabajo a realizar desde una óptica gestionalista.

La buena praxis profesional respecto a las emociones siempre evaluará y mejorará, en caso de ser necesario, la salud emocional del perro, porque las emociones funcionan de manera global y no podemos limitarnos a trabajar sobre los comportamientos problemáticos que provocan, ni siquiera podemos limitarnos a trabajar sobre las emociones que causan una conducta problemática durante la situación en la que aparece dicha conducta.

Aislar y trabajar la conductas emocionales problemáticas es insuficiente.

El sistema emocional del perro funciona e influye en su comportamiento como un todo, por ello debemos trabajar la salud emocional de manera holística. Pero la evaluación y pautas de mejora de la salud emocional serán objeto de otro post.

El enfoque gestionalista entiende que la emoción no se puede reducir a una visión simplificada que se limita a las conductas que la expresan y que propone operar única o principalmente a través de que desaparezca la activación emocional, en lugar de redirigirla hacia un camino adaptativo y exitoso, que cause el cambio conductual a través de que el perro mejore sus recursos para gestionarla.

Los conocimientos actuales sobre el complejo funcionamiento de la emoción hacen que entendamos como reduccionista, limitado y obsoleto el enfoque conductista/habituacionista, siendo la opción más eficaz, operativa y consistente la gestionalista.

Ayuda a gestionar emociones, no elimines conductas. 

#descubrealosperros #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #entrenarperrosesotracosa

La importancia del olfato: me entrevistan en SOBRE PERROS.

De narices

Mi amiga Ana Sánchez Rabanal me ha entrevistado para el programa Sobre perros, que dirige junto a Salvi Melguizo. El tema fue uno de mis «más muy favoritos»: la importancia del olfato y la manera de incorporarlo como elemento de mejora de la calidad de vida y de acceso a la felicidad de los perros que conviven con nosotros.

Fue todo un placer, porque con Ana todo es cómodo y fácil.

¡¡Y por ahí hablo de nuestros amigos de Kireba!! Que han implementado trabajos de olfato como parte de sus protocolos de alojamiento para mejorar la experiencia de sus huéspedes caninos durante su llegada y estadía.

Mola ver que se sistematiza el uso de trabajos de este tipo

Me hizo mucha ilusión poder estar en su programa y les agradezco enormemente a Ana y Salvi esta invitación para hablar de lo único: los perros.
Aquí os dejo el enlace a la entrevista, por si os apetece escucharla 🙂 🙂 🙂

 

Riesgos emocionales de los trabajos de olfato mal planteados.

Kata en el sofá después de "terminar" un yogur, le encanta quedarse dormida olfateando algo que hubiera tenido comida antes, es su equivalente a leer algo en la cama para facilitar dormirse. ¿Perros histéricos por hacer olfato? ¡Not my cup of tea!

Cata en el sofá después de «terminar» un yogur, le encanta quedarse dormida olfateando algo que hubiera contenido comida, es su equivalente a leer algo en la cama para facilitar dormirse.
¿Perros histéricos por hacer olfato? Not my cup of tea! 🙂 🙂  

Mi amigo troceó varias lonchas de bacon crujiente sobre la lechuga cortada, picó encima queso cheddar, puso una generosa cantidad de croutones de pan frito y terminó su labor añadiendo tres grandes cucharadas de una espesa salsa César: “Es que quiero empezar a cuidarme y ya sabes que la ensalada es lo más saludable, lo mejor para adelgazar.”

Parece obvio que la ensalada será más o menos saludable o más o menos eficaz para adelgazar según cómo la preparemos, sin embargo a muchas personas les parece que cualquier cosa que puedan hacer entrar en la definición de ensalada será, mágicamente, saludable y ligera.

El trabajo de olfato es la ensalada de los entrenadores caninos: desde que se han descubierto sus potenciales beneficios parece que cualquier trabajo de olfato que hagamos será saludable para el perro y le ayudará a mejorar su gestión emocional.

Pero todo depende de cómo preparemos la ensalada.

En ocasiones se promueven y recomiendan, con la mejor intención del mundo, algunos modelos de entrenamiento de olfato que son eficaces -muy eficaces- para alcanzar resultados, pero que en realidad son insalubres para los perros.

Debemos saber cuáles son la premisas para que un trabajo de olfato sea emocionalmente seguro y saludable, y es muy sencillo.

Los beneficios del olfato se originan en gran medida en que el perro disfruta de lo que está haciendo, con lo que puede aplazarse la obtención de los resultados, encontrar, sin que el perro genere problemas emocionales.

Esto es importante porque (hoy) sabemos hacer muy pocas cosas con los perros que nos permitan diferir en el tiempo la obtención de una meta sin hacer que se obsesionen con ella.

Lo que permite que disfrute de todo el proceso es que el perro durante el trabajo de olfato de manera natural obtiene, llamémosles así en pro de la claridad,  tres «refuerzos»: buscar, encontrar y lo que obtiene al encontrar.

Estos tres «refuerzos» deben mantener un balance entre sí para que el perro continúe disfrutando del conjunto de la búsqueda, siendo particularmente importante mantener el placer de buscar, de explorar el olor. Y eso es lo que solemos romper.

Los perros no necesitan encontrar nada para pasarlo bien olfateando, se quedan largo rato oliendo cosas interesantes sin llegar nunca a localizar su origen: si por tu casa pasan unos gatos, verás cómo después tu perro olisquea con intensidad. Aunque nunca encuentre a los gatos no dudes que cada vez que pasen por allí tu perro volverá a pasar un largo rato oliendo. Un rato divertido.

Los principales problemas, a nivel de salud emocional, con los trabajos de olfato surgen por dos motivos, que se potencian el uno al otro:

  • Elegir mal el refuerzo que le ofrecemos cuando localiza, lo que puede generar adicciones.
  • Entrenar de manera que todo el interés del perro se concentre en encontrar, lo que desvaloriza la búsqueda.

Muchas veces lo que el perro busca es directamente lo que hace valiosa la búsqueda, como al buscar comida o los rastros de otros animales, en estos casos se da una natural proporcionalidad entre intensidad e interés en la búsqueda y satisfacción al encontrar lo buscado. Sin embargo, en otras ocasiones queremos que encuentre algo que no tiene interés directo para él, como drogas, café u otras sustancias que ni le van ni le vienen. Para lograrlo asociamos la sustancia con algo que sí le guste al perro, pero si lo que obtiene es excesivamente excitante y valioso con respecto a la búsqueda podremos generar adicciones, que es el tipo de maltrato, soterrado y discreto, que más frecuente se ha vuelto en el entrenamiento canino y del que no solemos darnos ni cuenta. Sobre ello realicé hace tiempo este artículo.

Además, es usual traernos nuestro enfoque en adiestramiento de obediencia al trabajo de olfato. Si nos fijamos, veremos que en la mayoría de los entrenamientos de obediencia (no en el C-E) lo que se hace es atrasar progresivamente la entrega de un refuerzo individual de interés para el perro, esto hace que se muestre activo e interesado, pero tiene un coste: el perro trabaja con concentración tensa, centrado solo en lo que obtendrá, lo que es vistoso y eficaz, pero emocionalmente insalubre, en lugar de mostrar concentración relajada, centrado en lo que está haciendo, que es el tipo de concentración que trae mejoras en la gestión emocional. Esto lo expuse en detalle cuando escribí sobre la concentración relajada. Este enfoque es completamente errado en el olfato, y, sea como sea nuestra manera de entrenar, innecesario: lo adoptamos por inercia, por la pereza, que nos tienta a hacer lo mismo que nos funciona en otra área del entrenamiento, pero si entrenas olfato con la misma cabeza que te pones para entrenar obediencia estás entrenando olfato mal.

En el trabajo de olfato es fundamental  mantener un balance entre (A) el tiempo y (B) dificultad de búsqueda, (C) el valor de lo que se obtiene al encontrar y (D) el estado emocional que genera el refuerzo elegido.

Nada más nocivo para el perro y para su formación en olfato que combinar estas dos cosas: (1) asociar al principio del entrenamiento un refuerzo demasiado valioso y excitante, típicamente un mordedor o pelota, a encontrar y (2) hacer que las primeras búsquedas sean muy cortas y sencillas en pro de una pretendida “intensidad” y facilidad.

La combinación de búsquedas muy cortas y sencillas con la obtención de refuerzos muy valiosos y excitantes lleva al perro a desvalorizar la búsqueda y obsesionarse con encontrar. Esta obsesión “parece” intensidad, pero es debido a la concentración tensa: el perro quiere llegar al punto final y hasta que lo consigue en lugar de disfrutar del proceso está mostrando ansiedad por no alcanzar su refuerzo. Quien se da un atracón de estudio porque necesita aprobar un examen, mostrará una actividad muy intensa, con ello podría parecer que tiene más interés y que logrará más resultados que quien disfruta de estudiar un tema que le gusta, y que, debido a la concentración relajada, se muestra más tranquilo cuando lo hace, sin conductas exuberantes. Pero lo cierto es que el que aprende mejor en el largo plazo y, sobre todo, el que disfruta del proceso es el segundo. Sin embargo caemos con frecuencia en la cortedad de miras que supone ver a un perro obsesivo y ansioso mientras busca y considerar deseable, incluso necesario, ese estado emocional insalubre.

La obsesión nos puede traer excelentes resultados, sobre todo a corto plazo, pero no es necesaria para lograrlos y además destruye la salud emocional del perro. El mundo del entrenamiento habrá dado un paso de gigante cuando decir que un perro “es un yonki de la pelota” sea un diagnóstico y no una alabanza.

Para hacerlo bien, en el sentido de saludablemente, es importante empezar con búsquedas que no sean demasiado cortas y con refuerzos que no exciten tanto al perro, típicamente la comida. Debemos mimar al máximo el disfrute durante la búsqueda, pues es el mecanismo que hace del trabajo de olfato algo bueno para el perro. Si lo destruimos podemos olvidarnos de la mejora de la gestión emocional. Esto no quiere decir que no usemos mordedores o pelotas, pero no al inicio, es mejor introducirlos más adelante, cuando las búsquedas son más largas y complejas y, pese a ser divertidas y satisfactorias, generan algo de eustrés en los perros, que podrán descargarlo a través del juego coordinado con su guía usando el mordedor.

Un recurso extraordinariamente útil para evolucionar las capacidades olfativas de nuestros perros de manera sana, sobre todo cuando nuestro objetivo es algún tipo de búsqueda deportiva o funcional, es entrenar los recursos de olfato con ejercicios y búsquedas alejados de los que deseamos finalmente. En el Club de Olfato EDUCAN, en nuestros cursos de trabajo de nariz  y en los seminarios que impartimos sobre este tema, como el que daré yo la semana que viene en Kireba, es frecuente que algunos entrenadores se sorprendan de ver cómo sencillos juegos de nariz pueden ser las herramientas perfectas para conseguir mejoras impresionantes en casi todo lo que es valioso para las competiciones o búsquedas funcionales: marcaje de objetos, tiempo de búsqueda, discriminación de olores, superación de dificultades…  Y sin necesidad de obsesionar al perro, ni rayarle para que se ponga como loco.

No caigamos ni en el error de mi amigo al preparar la ensalada y no supongamos que todo trabajo de olfato será necesariamente saludables, ni en el simplismo resultadista de suponer que un trabajo eficaz y que no implica pegar al perro será siempre seguro y bueno para el perro.

Porque en el trabajo de olfato es sencillo hacerlo bien, pero es igual de fácil hacerlo mal 😉

EDUCAN Internacional: Lima, Perú, 2015.

Foto de grupo EDUCAN Internacional, Lima 2015

Foto de grupo EDUCAN Internacional, Lima 2015

Quienes trabajamos en lo que nos gusta con frecuencia, y por diferentes motivos, olvidamos lo afortunados que somos y debemos hacer el esfuerzo de recordarlo, de recordárnoslo.

Sin embargo, en otros casos todo encaja de tal manera que la consciencia de esta condición privilegiada llega involuntaria y torrencialmente.

Así ha sucedido durante mi visita a Lima para impartir los seminarios EDUCAN de Introducción al Adiestramiento Cognitivo-Emocional y de Gestión Emocional para la mejora de problemas del comportamiento, invitados por All Q Perú.

Y eso que llegábamos preocupados, porque Ángel y Gisella, cuerpo y alma de All Q Perú se veían obligados a permanecer en España durante los seminarios por el trabajo de Ángel, que es bombero y con los incendios de este verano ígneo sólo pudo conseguir permiso para estar con nosotros el día de la inauguración, teniendo que volver en menos de veinticuatro horas a España. Pero Martha, la hermana de Gisella, llevo adelante la organización fantásticamente, multiplicándose, sonriendo, estando siempre atenta y siempre ahí. Un lujo conocerte y trabajar contigo Martha 🙂 🙂

Y gracias, Ángel y Gisella, por vuestra confianza y vuestro trabajo. Gracias especiales Ángel por el esfuerzo del viaje relámpago para abrir los seminarios, darse esa paliza para estar un solo día es algo que no debe olvidarse.

En esta ocasión se han combinado un país absolutamente acogedor, una gastronomía impresionante y alumnos implicados, divertidos y muy entusiastas, llevando a que todo encajara de manera que disfrutar de Perú fuera un continuo, sin altibajos emocionales entre el tiempo de trabajo y el de ocio. Es mejor que algo perfecto: es algo lleno de maravilla, ¿irrepetible? Hummm, espero que no 😉

Los casi cuarenta asistentes tenían perfiles muy diferentes: agilitistas, profesionales de la educación (canina y humana), psicólogos, unidades cinófilas de diferentes cuerpos del estado… y venían de muchos sitios: Colombia, Chile y Brasil, además de diferentes puntos del Perú. Desde gente muy joven, hasta el fundador de la sección canina del Serenazgo en 1961 (eso sí es pedigree). Gente con buen conocimiento del trabajo C-E y otros que tenían su primer contacto.

¡En clase!

¡En clase!

Explicando los protocolos de Gestión Emocional paso a paso. ¡Con vídeos es más fácil!

Explicando los protocolos de Gestión Emocional paso a paso. ¡Con vídeos es más fácil!

En ocasiones, esta diversidad puede llevar a que las preguntas e intereses de cada alumno sean demasiado particularizados y no ayuden al avance del grupo. Pero no ha sido así, todo el mundo ha mantenido la visión global y los ejemplos y consultas más especializados han resultado ilustrativos de los conceptos generales en todo momento. Esto es mérito de los asistentes, no me cansaré de hablar bien del grupo de alumnos, que han sabido enfocarse en lo importante en lugar de buscar “trucos” o técnicas para mejorar algún aspecto del entrenamiento de un perro en concreto. Por supuesto hubo consultas de este tipo, es bueno que las haya, pero en los momentos en los que no se estaba haciendo la clase.

En Lima anochece pronto ¡Pero eso no nos impidió seguir!

En Lima anochece pronto ¡Pero eso no nos impidió seguir!

Muy serio ¿Qué estaría contando?

Muy serio ¿Qué estaría contando?

Modelando a Ajax para tranquilizarle y estabilizarle emocionalmente. Gracias Luis por traer un perro tan interesante y por hacerlo tan bien durante el seminario.

Modelando a Ajax para tranquilizarle y estabilizarle emocionalmente. Gracias Luis por traer un perro tan interesante y por hacerlo tan bien durante el seminario.

Haciendo de perro de mirada aviesa (only for freaks ;-) )

Haciendo de perro de mirada aviesa (only for freaks 😉 )

Esta era la segunda ocasión, tras nuestra visita a Buenos Aires en Enero de este año, en la que entregábamos los CIEs (Carnets Internacionales EDUCAN), con los que acreditamos la formación en Adiestramiento Cognitivo-Emocional de nuestros alumnos, evitando picarescas que ya han empezado a surgir con el éxito a nivel mundial del enfoque Cognitivo-Emocional y la consecuente demanda de profesionales que lo apliquen. La entrega de los diplomas y carnets se convirtió en una fiesta, que después prolongamos en una cena espectacular en la que pude disfrutar de la compañía de los asistentes de manera relajada y donde nos divertimos mucho (supongo que los “chilcanos” debieron ayudar ;-).

Aprovecho para recordar que la próxima ocasión para certificarse o ampliar la certificación como entrenadores Cognitivo-Emocionales con EDUCAN Internacional será en Enero de 2016 en Buenos Aires, donde esperamos repetir la magia del año anterior. Por cierto, que están casi agotadas las plazas para nuestro curso avanzado, que exige haber hecho antes el Curso de Adiestrador Profesional y Técnico en Modificación del Comportamiento COGNITIVO EMOCIONAL, o sea que quienes se están apuntando antes son quienes ya han hecho formación previa con nosotros. Por algo será 😉

Aunque he disfrutado conociendo a todos los asistentes a esta perfecta visita a Lima, quiero agradecer particularmente:

A Meche y Sergio (argentino “adoptado” por el Perú, que me ha guiado en la senda de los postres peruanos extracalóricos) por todas las facilidades y ayudas para la organización, promoción y realización de este curso, además de por las fotografías y por las risas. Buena onda 🙂

A mi amigo Richard Jiménez, de Huancayo, el primer peruano que, hace muchos años ya, se cualificó con nosotros como entrenador Cognitivo-Emocional y ha sido pionero del sistema en su país. Gracias por la confianza, gracias por la persistencia.

A Gabriel y Mariela de Bogotá, Colombia, cuya empresa El Parche Canino (“parche” es un coloquialismo de “grupo de amigos”, la traducción en España sería “La panda canina”) está reinventando el cuidado y la atención a los perros. Un trabajo impresionante y en la línea de los mejores del mundo en el sector ¡Felicidades!

Desde Chile, desde mi querido y añorado Santiago de Chile, al que espero y deseo volver pronto, a los divertidísimos Paola y Bruno. Este un país muy especial para mí, fue el primero de Hispanoamérica en interesarse por nuestra propuesta de trabajo y tengo amigos muy queridos allá, a los que ahora se suman Paola y Bruno.

También cruzaron fronteras Fátima y Cris de Sao Paulo, que me encantaron por combinar un acercamiento muy técnico y actual al entrenamiento con una naturalidad y fluidez en la comunicación y en el trato que hicieron muy fácil comunicar los conceptos, analizarlos y debatir sobre ellos, con muchas consistencia, pero con muchas risas también. Creo que son, que sois, una muestra perfecta del perfil de los entrenadores de éxito del futuro. Hacen falta más como vosotras.

Desde Brasil también, desde Rio de Janeiro en su caso, a mi amigo Pedro Mack, formado en trabajo Cognitivo-Emocional en España y al que por error le dimos el carnet de EDUCAN Trainer, cuando le correspondía el de EDUCAN Coach ¡el nivel más alto de Formación que hay actualmente en Hispanoamérica! Y que hasta ahora solo tenía una persona: Eliana González, de Pet´s Pro, en Medellín, Colombia. Pedro Mack está realizando una impresionante labor de promoción del Adiestramiento Cognitivo-Emocional en su país, algo que le agradezco desde aquí.

Debería mencionar a todos: a Jorge, que me ayudó con el Pisco (y a aumentar mi estatura), a Luis, que consiguió traer vivo a su “puma” particular, mereciendo su “atado”, a Hernán, que lleva tiempo siguiendo nuestros seminarios on-line, a Jimmy, a Ruth… Pero es imposible en el espacio de un solo post. Perdonad que os agrupe para daros las gracias por las risas y las facilidades de trabajo, por el clima de confianza… por esta experiencia compartida.

Deseo volver al Perú, reencontrarles a tod@s, y no repetir, sino mejorar esta primera experiencia maravillosa.

Dios está en los detalles (II): Conseguir una llamada eficaz y consistente.

Sin duda el ejercicio más relevante del adiestramiento para el manejo y tenencia responsable de un perro es la llamada. Cuando resulta consistente, forma el cimiento para que nuestros compañeros caninos jueguen y corran libremente, pues nos permite recuperarlos y evitar que invadan zonas que pudieran ser peligrosas para ellos.

Pero no es fácil obtener una llamada de calidad. En este post voy a intentar ofrecer algunas claves para conseguirlo.

Buena parte de los problemas se deben a una doble condición, obvia y contradictoria: La llamada es muy sencilla de entrenar en un ambiente controlado, pero después es muy difícil de realizar en la vida cotidiana del perro. Gran parte del quid del éxito en este ejercicio consiste en entender esto de manera profunda y entrenar de manera concordante.

La llamada es fácil de entrenar porque, como acción, no tiene complejidad: acercarse hacia una persona querida que además le entrega un premio (incluso con los sistemas menos respetuosos es sencillo para el perro entender que el “refugio” ante un aversivo está en una persona querida). Cuando les enseñamos a acudir en una sesión de entrenamiento, el guía o el entrenador somos referencias claras y la obtención del refuerzo también es bastante simple de asociar con la conducta.

Pero después solicitaremos la llamada mientras esta jugando, corriendo con otros perros o abstraído en la exploración de una apetecible basura. Esto hace que las dos condiciones que se daban durante su entrenamiento, la referencia social clara y la evidencia de dónde se encuentra el refuerzo de su interés, simplemente desaparezcan. El plano social enfocado en otros perros amigos y los refuerzos que se obtienen al jugar con ellos, buscar en la basura… hacen que se volatilice todo lo que hacía fácil la llamada. Si nuestro entrenamiento se ha basado en una técnica que daba el máximo protagonismo a estos dos parámetros, el ofrecerle un refuerzo individual al acudir y la facilidad de encontrarnos como referencia de llegada, el ejercicio se nos escurrirá entre los dedos.

La llamada puede y debe iniciarse de esa sencilla manera, pero es un primer paso que sin una evolución posterior del entrenamiento a través de trabajos conceptuales, que van mucho más allá de la generalización (tan sobrevalorada como herramienta para dar consistencia a un adiestramiento), no permitirá desarrollar el ejercicio para que sea eficaz en la vida cotidiana del perro.

¿Qué debemos hacer para que el perro que en una sesión de entrenamiento oye “¡Aquí!” y acude con nosotros termine haciéndolo también durante sus paseos? Existen varios puntos que tenemos que conocer y trabajar:

  1. Refuerza la llamada principalmente a través de actividades favoritas: Igual que un niño cuando está jugando con sus amigos ignorará olímpicamente tu oferta de un helado, el perro no acudirá si el refuerzo principal que has usado para construir la llamada es un pequeño trozo de comida ¿qué es eso frente a la libertad de correr, revolcarse y servirse basura? Aquí aprovechar el principio de Premack es fundamental. Una vez asociada la señal, empieza a llamarle antes de dejarle libre en el parque, de salir a la calle, de hacerle localizar un juguete o de que aparezca su mejor amigo. Esto le da a la llamada un valor contextual y situacional, que es el que puede funcionar después, en las situaciones reales en las que la usarás. Estás integrando la llamada en las circunstancias finales de trabajo.
  2. Entrena en situaciones de activación emocional alta: Es absurdo pensar que el perro va a realizar la llamada cuando esté excitado si sólo entrenas con el perro concentrado y tranquilo. El contexto emocional es determinante, los mecanismos neurales que el perro utilizará para escucharte, controlarse y acudir mientras corre y juega son específicos y deben ser entrenados para que se vuelvan funcionales. Para conseguirlo búscate “simuladores emocionales” que permitan trabajar con una alta activación emocional: pedirle la llamada dentro de casa cuando es la hora del paseo y está en la puerta deseando salir es una buena manera de hacerlo, cuando acuda correcta y establemente un par de veces le pones la correa y ¡a la calle! También lo puedes hacer antes de entrar al coche para ir al campo. Incluso, si fuera posible, podrías entrenar en el veterinario, siempre que a tu perro no le guste ir, antes de salir le pides la llamada y sólo os vais cuando la haga bien. Entrenando así conviertes la llamada en algo más, en un ejercicio de gestión emocional que mejorará las capacidades emocionales de tu perro. Mejor imposible.
  3. Convierte el buscarte y llegar hasta ti en un reto: Puesto que la otra gran diferencia que separa las situaciones de entreno de las reales es la facilidad de mantener al guía como referencia, debemos entrenar al perro a localizarnos, esforzarse en llegar hasta nosotros y, además, haciéndoselo divertido. Para ello recomiendo dificultar el acceso a la posición de llegada poniéndole problemas como cambiar nuestra posición, colocarnos de espaldas, escondidos entre arbustos… Llegar hasta ti debe ser un juego divertido, proactivo y que requiera de esfuerzo mental. Esta técnica, que es bien conocida por los practicantes del adiestramiento C-E, resulta ventajosa para mejorar la llamada independientemente de cuál sea nuestro sistema de entrenamiento.
  4. Estabilidad, estabilidad, estabilidad: Una de las causas más frecuentes del deterioro de la llamada es la inestabilidad. Su aparición es lógica, le pedimos al perro que haga algo en un entorno altamente emocional y está deseando terminar para volver a lo suyo ¿Cuántas veces has visto a un perro hacer la llamada casi con urgencia para inmediatamente salir de nuevo corriendo hacia sus amigos? Esto funciona como una trampa para cazar adiestradores novatos, como vemos que el perro acude con presteza pensamos que es buena cosa permitir esta inestabilidad, dejándole volver de inmediato a jugar, lo que inicialmente activará al perro para venir rápido. Pero si trabajamos así, la inestabilidad se fijará por condicionamiento clásico (me sigue gustando más este término, qué se le va a hacer) y la llamada se irá deteriorando desde dentro, desde el mismo corazón del ejercicio, hasta que el perro se limite a dar un par de pasos hacia nosotros antes de reanudar con entusiasmo lo que realmente quería hacer. Para evitarlo tenemos que conseguir que el perro se estabilice y serene emocionalmente antes de liberarle. Esto se consigue dándole una referencia clara sobre el final del ejercicio cuya realización le requiera y facilite el autocontrol. Lo normal es pedirle que se siente delante nuestro, lo que le desconecta visualmente de la situación. Esto es óptimo para que los perros con una impulsividad baja o media se estabilicen. Sin embargo en perros extremadamente dinámicos, que no pueden dejar de atender a lo que les interesa, esta llegada resulta potencialmente estresante. Para ellos es mejor acudir a sentarse al lado de su guía, de manera similar a lo que sería la posición base de IPO, OCI o Ring, lo que les permite comprobar mediante el tacto que están correctamente situados con nosotros, mientras con la vista pueden controlar lo que pasa, algo importante para que perros muy dinámicos se controlen y estabilicen en un contexto con varios puntos de interés. En ambos casos la calidad y estabilidad del sentado funcionan como evaluadores del autocontrol emocional. Cuando el perro se encuentre estable y autocontrolado es el momento de liberarle y permitirle volver de nuevo a su actividad.
  5. Renuncia a la perfección: Los perros, como nosotros, tienen días mejores y peores, lo importante es la regularidad. Cuando alguien empieza a plantearse que el perro debe venir siempre, de inmediato, a la primera y suceda lo que suceda, está plantando en su pensamiento la semilla del abuso. El perro debe ser fiable en la llamada, no soy condescendiente con esto porque su seguridad y su calidad de vida están comprometidas, pero si un día está jugando con sus amigos ¿no te parece razonable tener que llamarle un par de veces?

Algunas precauciones y premisas para usar refuerzo negativo minimizando sus riesgos.

Después de entregar, con un par de meses de retraso, el primero de los tres libros que espero sacar este año vuelvo al mundo de los vivos, o al menos de los e-vivos.

Y lo hago para hablar de un tema que me lleva preocupando un tiempo, vivimos un momento de “boom” de las propuestas de trabajo para perros emocionalmente problemáticos que se basan en la gestión conductual de aversivos: tanto BAT como CAT son protocolos que funcionan a través del refuerzo negativo, al que se le puede añadir eventualmente un refuerzo positivo. De primeras aclaro que creo que este es el camino adecuado, hoy sabemos que el uso del refuerzo negativo en un programa de refuerzo diferencial es lo más eficaz para este tipo de problema, como ya expliqué en un largo post, que gracias a vuestros extraordinarios comentarios se convirtió en muy, muy interesante. Además, el protocolo desarrollado en EDUCAN se basa en los mismos principios, así que esto no es una crítica a estos procesos en absoluto.

Sin embargo, lo “edulcoradas” que llegan a ser las formas de presentar estas propuestas para conseguir que el uso de refuerzo negativo les parezca aceptable a quienes tienen muchas suspicacias hacia este tipo de refuerzo conlleva un peligro implícito: que no seamos conscientes de que estamos usando refuerzo negativo y no sepamos precavernos de los riesgos reales que corremos y que debemos considerar e intentar minimizar al trabajar de este modo.

El mayor riesgo con el que nos encontramos tiene que ver con una eventualidad que parecemos no considerar cuando trabajamos: el comportamiento es continuo, no una suma de eventos aislados. En la mayoría de los casos el perro, durante la sesión, podrá reducir la intensidad del estímulo aversivo hasta hacerlo desaparecer con su conducta. Típicamente al dejar de mostrar una respuesta de agresión o miedo hacia otro perro (que es el estímulo aversivo en estos casos) o realizar alguna otra conducta observable que consideremos correcta alejará al otro perro (CAT) o se alejará de él (BAT y nuestro protocolo). Esto es muy adecuado al paradigma de refuerzo negativo, pero parecemos olvidar que antes de retirar o alejar el aversivo tenemos que introducirlo en la vida del perro, o sea que tenemos que sumar un estímulo aversivo (el otro perro) al entorno para poder empezar la sesión. Y sumar un estímulo aversivo al entorno es la manera de iniciar los trabajos de castigo positivo, el tipo de condicionamiento con efectos emocionales y conductuales más lesivos. Al explicarse estos trabajos se incide en los beneficios de que el perro gestione la situación aversiva con su comportamiento (refuerzo negativo) y se obvia sistemáticamente el cómo se le sitúa ante el aversivo (activación emocional equivalente a la del castigo positivo).

El perro existe, genera conducta y realiza asociaciones también cuando le llevamos a la sesión y sumamos a su vida elementos que le desagradan para iniciarla: el principal problema práctico al usar refuerzo negativo es cómo introducir el aversivo, no cómo retirarlo. Cuando esto se hace de manera descuidada es fácil que el perro elicite respuestas emocionales respondientes insalubres al acercarnos al lugar de trabajo, lo que puede darnos, en el peor de los casos, un incremento de respuestas reactivas de miedo o agresión o, en el mejor, una mala disposición hacia el lugar, personas y otros antecedentes fiables del inicio de la sesión, pues este inicio siempre actuará emocionalmente de manera insidiosa.

Este es un problema que no desaparecerá, pero que podemos gestionar con inteligencia para que los beneficios obtenidos durante la sesión superen con creces las consecuencias lesivas que supone su inicio y podamos hacer un uso inteligente y respetuoso del refuerzo negativo, minimizando sus riesgos. Las medidas que propongo son las siguientes:

  1. Mantén un ritual igual para llevar al perro a la sesión que para otras salidas que le resulten apetecibles. Si haces cosas diferentes para acudir a las sesiones terapéuticas el perro lo captará en seguida y empezará a generar una expectativa negativa en cuanto sepa hacia dónde va, esto nos llevará a que durante el traslado, que puede ser largo, se encuentre en un estado emocional negativo, lo que multiplicará su malestar. Sin embargo si haces lo mismo que cuando va a ir al campo a pasear tendrás un estado emocional positivo durante el viaje, la mejor manera de empezar.
  2. No llegues al lugar de la sesión y empieces con el trabajo. Otra manera de evitar que el viaje sea visto como un antecedente fiable de la sesión, con los efectos nocivos implícitos, es que llegues a la cercanía de la zona de trabajo con antelación y dediques un rato a pasear tranquilamente con tu perro, jugar con él o darle masajes relajantes si le gustan y lo haces competentemente. Déjale que se relaje y se olvide del coche y del viaje antes de empezar el trabajo.
  3. Ten un ritual de inicio de la sesión, incluyendo material específico. Todos los estímulos presentes en un entorno de interés (bueno o malo) pueden potencialmente asociarse a este y generar una respuesta emocional posterior. Sin embargo sabemos que esto no es lo más frecuente, al perro no le interesa asociar demasiadas cosas porque supone un mayor esfuerzo mental y además daría valor a muchos estímulos que realmente no fueran específicos del problema. Cuando aparece una situación de interés, el perro realiza un rastreo de señales para aprender a diferenciar los estímulos específicos y propios de dicha situación y asignarles el valor asociativo, convirtiéndolos en señales. Algunos estímulos, como el lugar concreto donde se lleva a cabo la sesión, pueden estar fuera nuestras posibilidades de acción, pero otros como el collar y correa de manejo, pueden controlarse fácilmente. Si usamos un ritual de inicio de la sesión y un material específico para esta conseguiremos que gran parte del enfoque asociativo del perro se quede en ellos, con lo que al realizar el ritual y ponerle el collar y correa de trabajo se agobiará, pues señalan que llegará la situación aversiva, pero al quitárselos o no usarlos disminuirá la emoción problemática. Podríamos decir que encapsulamos el inicio del aversivo y sus efectos adversos con el ritual y material exclusivos de la sesión, minimizando las asociaciones con otros estímulos presentes. En algunos casos en los que existe una generalización del miedo muy exagerada nosotros usamos collares de vibración para aumentar este efecto de discriminación de los estímulos que se asocian con la emoción nociva, reduciendo el enfoque del perro y dirigiéndolo hacia el material, mejorando así su activación emocional hacia el resto del entorno. Esta es quizá la técnica que más «choca» en nuestra propuesta y que es generadora de polémica, sin embargo es efectiva en casos muy severos donde se necesita que la emoción quede asociada a un contexto muy limitado.
  4. Después de la sesión no te vayas inmediatamente. Aunque salga bien, estos trabajos implican un alto nivel de estrés en el perro y una alta activación de sus capacidades emocionales, estos son motores que tardan en enfriarse, dales tiempo para ello. Antes de volver al coche para irte pasea de nuevo, calma al perro con masaje, dale tiempo para estabilizarse emocionalmente. Después intenta realizar una actividad divertida con él, si es en la misma zona perfecto, pero también puntúa hacer una parada en una zona de campo que le encante antes de volver a casa.
  5. Trabaja en pirámide. Se ha comprobado que el trabajo sobre emociones avanza y se consolida más rápidamente cuando la sesión se plantea de manera piramidal: partimos de un criterio (por ejemplo acercar al perro a diez metros del perro ayudante), subimos de criterio (por ejemplo le acercamos a ocho metros, luego a seis y luego a cuatro) y por último volvemos a bajar de criterio (retrocedemos de nuevo a seis metros, luego a ocho y terminamos en los diez iniciales). Terminar la sesión con el criterio más alto, una práctica usual pero equivocada, genera más estrés residual en el perro e implica una recuperación física y emocional de la sesión mucho más lenta e ineficaz.
  6. Espacia las sesiones no haciendo más de tres semanales, incluso puedes hacer solo dos. Por bien que lo hagas y por bajos que sean los umbrales de activación de la emoción, este tipo de trabajo implica estrés, con las alteraciones físicas consecuentes que todos conocemos y que, además, ralentizan y alteran el proceso de reconstrucción del cerebro que constituyen la realidad fisiológica del aprendizaje. Si vamos demasiado deprisa no conseguiremos que los efectos de la sesión terminen de remodelar el cerebro del perro, por lo que estaremos construyendo los posteriores avances sobre una base inestable. A todos nos tienta trabajar todos los días o al menos manteniendo el ritmo laboral normal: cinco sesiones a la semana, sin embargo, esto es demasiado rápido para procesos emocionales.

Como ves todos los puntos son fáciles de llevar a cabo, solo requieren tiempo, planificación previa y, sobre todo, ser conscientes de que estamos trabajando con refuerzo negativo y por ello debemos ser particularmente cuidadosos.

Dios está en los detalles (I): Formas sencillas de facilitar y mejorar el entrenamiento de la permanencia en adiestramientos de manejo.

Llevo tiempo queriendo hacer una serie de artículos sobre algunas pequeñas cosas que se pueden llevar a cabo en los adiestramientos para el manejo y tenencia (lo que se suele llamar “obediencias comerciales”) y que, en mi opinión, mejoran sustancialmente los resultados.

Y es que en muchas ocasiones mantenemos formas de hacer “tradicionales” casi por inercia, sin pensar en lo sencillamente que podrían mejorarse si incorporásemos de manera práctica a nuestro trabajo algunos de los conocimientos sobre perros que tenemos.

Uno de los ejercicios que más claramente muestran esto es la permanencia en quieto, al no ser particularmente complicado de enseñar no suele pensarse demasiado sobre ello. Sin embargo, todo lo sencillo que pudiera tener su entrenamiento se compensa por lo complejo que resulta su uso en la vida cotidiana: dejar a un perro quieto mientras entramos a comprar el pan puede ser muy arriesgado. Un buen motivo para revisitar y actualizar la manera de enseñarlo, además, siendo el nuestro un trabajo vocacional, siempre gusta ver nuevas formas de hacer las cosas.

El primer error que aún veo con frecuencia en el entrenamiento de la permanencia es terminarla llamando al perro a distancia, esta costumbre es herencia de los reglamentos deportivos y no aporta ninguna ventaja conceptual al trabajo y sí bastantes problemas. En un adiestramiento de manejo es vital que las permanencias sean tranquilas y seguras, para ello lo mejor es que el perro vea que su guía siempre vuelve a él para terminar el ejercicio, así podrá relajarse mientras estamos lejos de él, sabiendo que hasta nuestra vuelta no tiene que estar atento a nada más. Si le llamamos a distancia mantendremos al perro expectante a recibir nuestra señal todo el tiempo que esté quieto, impidiendo su tranquilidad y facilitando que pueda confundirse si hacemos o decimos algo fuera de lo normal durante la permanencia. No sería la primera vez que veo a un perro levantarse creyendo que su guía, por fin, le ha llamado por que saludaba a alguien que estaba al otro lado de la calle. Debería ser un norma de oro ir a buscar siempre al perro al entrenar las permanencias.

Otra herencia envenenada de los adiestramientos deportivos es la de enseñar al perro a permanecer tumbado en esfinge. Esta forma de tumbarse es muy difícil e incómoda de adoptar para algunos perros, exigiendo en todos los casos un nivel de tensión y atención sobre sí mismos que impide a los perros relajarse, algo interesante y valioso si estás compitiendo, pero que en el manejo cotidiano va contra la necesaria tranquilidad durante la espera. Yo siempre ladeo los cuartos traseros del perro para que repose más cómodamente, aunque muchos de mis perros han practicado adiestramiento deportivo y tienden a ponerse en esfinge, yo insisto en el entrenamiento lateral hasta que entienden que para permanecer quietos fuera de la pista tienen que ponerse cómodos ¡es como convencer a un dandy de que se tumbe en la hierba con su ropa nueva! Pero gracias a eso mi perra Ela, IPO III, pudo acompañarme en la cabina de pasajeros en uno de mis viajes a Chile: dieciséis horas tumbada y quieta a mis pies no eran viables en esfinge.

Los otros cambios que planteo son menos formales y más conceptuales, pero no por ello más complejos de implementar. Todos tienen por objeto asociar un estado emocional tranquilo y seguro al ejercicio, quizá el fallo más frecuente y fácil de cometer al entrenar las permanencias es asociar un estado emocional de inseguridad e incomodidad en el perro. Para el perro, que nos alejemos de él e incluso desaparezcamos de su vista, como la amada que parte en el tren en las películas, es algo potencialmente muy agobiante: tener que vernos impertérrito y quieto, sin acudir a nosotros llamado por su cariño, es duro, de hecho los protagonistas de las películas siempre terminan corriendo tras el tren, aunque sepan que solo disminuirá la separación durante un breve lapso. Es algo emocional, una característica de los mamíferos sociales: tienden a evitar la separación, es una buena opción para mantener la cohesión del grupo durante los largos lapsos de convivencia en los que no existe un objetivo colaborativo definido. Sentirse emocionalmente mal ante la separación y buscar la reunión es adaptativo.

La mayoría de fallos y correcciones a los perros durante la enseñanza de la permanencia son por levantarse para ir hacia un guía que se aleja de manera inexplicable para el perro, no parece muy justo trabajar así. Para evitarlo existen tres frentes sobre los que actuar:

  • La distancia: Debemos entrenar el ejercicio completo no alejándonos inicialmente más de tres o cuatro metros, así el perro puede aprender sintiéndose seguro y sin activar ningún mecanismo emocional de alerta. Todas las progresiones que comento en los otros puntos deben realizarse primero en esta distancia corta, cuando estén sólidamente construidas y el perro sepa lo que va a pasar y lo que se espera de él, podrá usar lo aprendido para tranquilizarse ante el aumento progresivo de distancia.
  • La atención: La conexión sensorial con el perro es un criterio muy importante en el entreno de la permanencia y debe tomarse en consideración, dejar de mostrarse conectado con el perro es difícil y estresante para él. La manera adecuada de hacerlo es construir primero el aprendizaje de alejarnos y volver manteniendo la mirada y la atención sobre el perro de manera continua, cuando esto está construido empezaremos a retirar la mirada manteniendo contacto sensorial con él hablándole, en adiestramiento C-E usamos el código de comunicación, el “muy bien”, que hace saber al perro que, aunque no le miro, seguimos conectados y juntos en y ante la situación. Progresivamente haremos desaparecer esta comunicación oral, pero habremos evitado el momento de riesgo emocional más importante: el de darnos la vuelta y desconectar nuestras miradas.
  • La manera de desaparecer de la vista del perro y aumentar el tiempo hasta nuestra reaparición: Evidentemente una permanencia de manejo para ser eficaz tiene que permitir que desaparezcamos de la vista del perro durante un tiempo, esto, nuevamente, es un momento de estrés y malestar social para el perro ¿Desaparecer? Una cosa es quedarse quieto ante un guía que no te presta atención, pero cuya presencia tranquilizadora es evidente para el perro y otra muy diferente es que salga de su campo sensorial «¿volverá mi guía? ¿tengo que quedarme aquí? ¿qué esta sucediendo?» Lo más natural es venir a buscarnos, no es un problema de aprendizaje, es una respuesta emocional involuntaria y muy potente ante la situación. Para aportar calma debemos aprovechar una de las capacidades cognitivas de los perros: la permanencia de objeto, los perros son capaces de hacer representaciones mentales sobre dónde están o estarán las cosas (y las personas) aunque no los vean. Por ello la mejor manera de no intranquilizar a nuestro perro es iniciar nuestra desaparición pasando por detrás de un obstáculo vertical de poca anchura, como un árbol: cuando lo rodeamos el perro nos pierde de vista por un momento, pero es capaz de proyectar que apareceremos en el otro lado, por lo que no se inquieta. Nuestra progresión será aumentando el tiempo que tardemos en “cruzar” el árbol, puesto que la expectativa de nuestra salida y la proyección mental de que estamos detrás del árbol, por tanto localizables y cercanos, permiten la tranquilidad del perro durante la espera. Nunca debemos iniciar nuestras desapariciones rodeando la esquina de un edificio u otro obstáculo que no le permita al perro proyectar dónde estamos o por dónde apareceremos, pues eso es un potente activador del malestar emocional y “tirará” del perro haciéndole levantarse para buscarnos. Solo cuando el perro tenga sepa que podemos estar fuera de su vista y tardar un tiempo en volver, pero que siempre lo hacemos, introduciremos este tipo de obstáculos, una vez más el aprendizaje previo será la herramienta para que el perro se calme y no active sus defensas emocionales ante nuestra desaparición. Y es que la cognición tiene aplicaciones prácticas inmediatas ;).

Como veis propongo una manera de entrenar la permanencia que no implica dificultades técnicas, ni cambios sustanciales, permitiéndonos mejorar nuestro entrenamiento tanto en resultados prácticos como en calidad emocional a través de pequeños cambios. Porque a veces, como decía Mies, “Dios está en los detalles”.

Lluvia de albóndigas.

Hace tiempo comenté en el post titulado Consolidar fallos que era un problema común intentar corregir mediante la extinción pequeños defectos de un ejercicio, como la inercia de cruzarse al andar a nuestro lado, con la consecuencia de que se empezara a resentir la calidad del adiestramiento, lo que nos hacía volver a reforzar el ejercicio con defecto, metiéndolo en un programa de refuerzo intermitente que daba consistencia a la incorrección que queríamos corregir inicialmente.

Y es que la extinción es algo trabajoso, un perro que ha establecido que su conducta instrumental aumenta la posibilidad de que aparezca un refuerzo se aferrará a ese aprendizaje, volviéndose insistente (ya sabemos cómo va la curva de extinción) ante la desaparición del premio. Además resulta emocionalmente agotador para el perro esforzarse y no cumplir su expectativa, siendo fácil que aparezcan reacciones emocionales negativas que lleven a que empeore su conducta de manera global, incluso afectando a su interés e implicación en el entrenamiento y en nosotros: al fin y al cabo a las personas nos pasa lo mismo, cuando tenemos un trabajo en el que nos esforzamos al máximo y nos ignoran terminamos aprendiendo a pasar de todo y extinguiendo nuestra conducta, pero después la relación con trabajo, jefes y compañeros no será ni mucho menos igual que antes. Eso es lo que notamos que sucede, de manera más o menos intuitiva, por eso se nos ponen de corbata, cedemos y reforzamos de nuevo el ejercicio inexacto.

Y hacemos bien, porque la extinción puramente conductista puede ser bastante destructiva para la relación con nuestro perro; la ansiedad, la sobreactivación y los estados emocionales negativos acechan. Ojo, estos efectos nocivos sólo se dan cuando se cumplen determinadas premisas: el perro no tiene claro lo que queremos extinguir, siente que su esfuerzo al trabajar es inútil y que sus demandas afectivas ante el fracaso son ignoradas. En situaciones en las que no existe ni ambigüedad, ni un contexto de trabajo en equipo, como dejar de darle comida en la mesa para que no pida, no hay problema para utilizar la extinción.

Afortunadamente existen estrategias alternativas más sencillas y eficaces, una de las más funcionales es infrecuente porque resulta contraintuitiva, sin embargo todos los resultados experimentales prueban su consistencia: La aparición aleatoria de premios.

La tensión generada por la extinción surge por la expectativa del perro de que con su conducta conseguirá el premio, cuando no hay premio responde inicialmente aumentando su esfuerzo en la conducta que había sido eficaz. Pero si la comida empieza a aparecer de manera frecuente y aleatoria surge un curioso efecto: el perro abandona la conducta aprendida rápidamente, mucho más que con la extinción, y sin tensión emocional, no tenemos que “convencerle” de que por más que insista no conseguirá nada, sino que el perro voluntaria, rápida y relajadamente deja de mostrar una conducta que no aporta ningún beneficio cuando los refuerzos vienen “caídos del cielo”.

Por supuesto la forma general de la conducta entrenada también se puede alterar al principio con esta estrategia, pues le estamos reforzando todo el rato, pero sin estados emocionales negativos que puedan afectar en el medio o largo plazo (recordemos que el estado emocional es el primer evaluador de la calidad de un trabajo).

Tras unas sesiones en las que dejamos que el perro se relaje recibiendo los refuerzos gratuitos será sencillo reiniciar el entrenamiento dirigido colocando los refuerzos de manera que se premie la conducta correcta. Puesto que el perro se encuentra bien, calmado, cómodo y seguro será fácil que siga nuestras nuevas indicaciones y no reactive la conducta incorrecta. Es importante no hacer demasiadas de estas sesiones, pues podemos provocar el efecto llamado pereza aprendida que después nos dificultaría el aprendizaje.

Of course, no digo que está que propongo sea la única o la mejor estrategia para reconducir conductas inexactas, hace tiempo que me parece muy difícil decir que algo es “lo mejor” e impensable decir que algo es “lo único” que funciona en adiestramiento. Pero es una estrategia muy eficaz, que por poco conocida y contraintuitiva, se conoce y aprovecha bastante menos de lo que los resultados que se pueden obtener harían recomendable. A nosotros nos ha funcionado muy bien en EDUCAN, sobre todo para reconducir a perros con adiestramientos previos consistentes. Una herramienta más de trabajo, pero una buena herramienta.

Después de unos cuantos post que se alejaban de la práctica directa del adiestramiento creo que se imponía volver al turrón ;).

Importancia de los oteaderos para la calidad de vida del gato doméstico.

Me ha decidido a escribir este post la consulta de una alumna sobre su gata Amparo (decidme que no es un nombre genial para una gata), con un feo problema de agresión, porque me pareció curioso que, aunque ha consultado a buenos profesionales y le habían prescrito un tratamiento adecuado, nadie había tomado en cuenta la existencia, cantidad y distribución de oteaderos en su vivienda.

Los oteaderos son lugares elevados y cómodos que permiten controlar visualmente el entorno, son muy relevantes para la mayoría de los félidos, entre ellos el gato doméstico, pues permiten evaluar las situaciones novedosas que se produzcan desde una situación segura y así elegir una estrategia de afrontamiento controlada, con niveles de estrés que puede gestionar fácilmente. También ofrecen al gato la posibilidad de retirarse a un lugar privado y tranquilo para estar sólo, si los perros adoran las “cuevas” que se forman en las esquinas y bajo los muebles de casa los gatos se pirran por los “miradores” (algo que he intentado -sin éxito- explicarle a Gastón, el malinois macho de casa, que se tumba largas horas en lo alto del respaldo del sofá para otear desde el ventanal qué pasa por el campo cuando él no está persiguiendo conejos).

La primera opción de un gato ante una situación tensa será observarla a distancia segura desde su oteadero, si no dispone de uno se encontrará inmerso en el problema sin poder hacer su evaluación “a vista de pájaro”, lo que le genera altos niveles de estrés y fácilmente termina en problemas de miedos y/o agresión. Y es que la segunda opción (no disponiendo de la primera) del gato ante un problema, será esconderse debajo de algún mueble, pero al hacerlo no procesa la información como haría desde el oteadero, mientras está escondido se mantiene e incluso aumenta el nivel de ansiedad, por lo que esconderse no es una ayuda para superar positivamente la situación, sólo es un recurso de urgencia para salir del paso. Si esto se repite mucho o el escondite es inseguro para el gato aumentará aún más su ansiedad y es fácil que empiece a mostrar conductas agresivas. Muchos problemas severos empiezan por la falta de estas atalayas que son parte de la cimentación de la salud emocional del gato.

Pero sin ponernos tremendos e irnos a casos de agresión podemos afirmar que los oteaderos funcionan como reguladores del estrés, elementos de seguridad, comodidad y calidad de vida para los gatos domésticos, por lo que debemos procurárselos en aquellos lugares de nuestra vivienda en los que hay movimiento y pasan más cosas, principalmente el salón (salvo en casa de Álvaro Muñoz Escassi ;)).

Espero que este tema gatuno no desanime a los perreros acérrimos que siguen el blog, pero no sólo con perros convive el hombre. Además es que me encantan, flipo con los gatos, es un animal inteligente, atractivo y con una etología apasionante, su conducta está muy influída por su ecología, lo que hace que diseñar un entorno vital adecuado permita su felicidad y evite el surgimiento de problemas. Desde aquí animo a todos los interesados en conducta canina que se animen a estudiar a los gatos, enganchan muchísimo.

Feliz salida y entrada de año para tod@s. El 2012 va a ser el año de la educación canina y el buen rollo entre profesionales de la conducta canina, ya lo veréis.

Artículos para «Pelo, pico, pata»: La educación en los perros jóvenes

Hace unos meses comentaba que “Pelo, pico, pata” me había contratado para escribir una serie de artículos, esto me alegró mucho por varios motivos: el primero era poder colaborar con el director de esta publicación, persona que siempre he considerado de las más interesantes del entorno profesional del perro.

También me gustó que ni siquiera se plantearon que escribiese los artículos gratis, lo que en este mundillo es extraño, pues publicaciones que tienen un claro y lícito ánimo de lucro suelen considerar normal solicitar artículos a especialistas sin pensar siquiera en pagarles, considerando que la promoción que les supondrá aparecer en sus páginas es recompensa más que suficiente. Considero que esta práctica es muy nociva (y un poco surrealista) para todos los profesionales. Para entidades sin ánimo de lucro toda la ayuda que haga falta, pero si quieren generar beneficios comerciales con tu trabajo deben pagarlo.

La tercera razón es que me ofrecieron la posibilidad de que los artículos que escribiese para ellos fueran publicados en este blog dos meses después de salir publicados en la revista, lo que me pareció una buena idea.

A partir de ahora iré publicando estos artículos citando que son los redactados para “Pelo, pico, pata”.

La educación de los perros jóvenes

Los perros también pasan una adolescencia que puede poner a prueba los nervios de sus familias, conociendo cómo actuar será mucho más fácil que superemos esta etapa sin desesperarnos, incluso podemos hacerlo divertido.

La madurez sexual de un perro (que suele darse entre los nueve y los dieciocho meses, según la raza y el individuo concreto) es un momento difícil para él y, en muchas ocasiones, para su familia humana. La efervescencia de las hormonas puede hacer que se desordene la conducta, incluso en perros en los que era impecable, además el perro joven se siente físicamente más seguro de sí mismo, con lo que su vitalidad e impulsividad aumentan, lo que puede causar desajustes en la convivencia familiar y alterar su estado emocional.

El trabajo con un perro joven debe cubrir varias áreas para poder resultar eficaz a largo plazo, no debemos limitarnos a intentar cortar sus conductas, pues son la expresión de una serie de cambios físicos y mentales inevitables que debemos canalizar de manera adecuada. La represión y el castigo como única solución pueden dar resultados a corto plazo, pero a la larga afectarán negativamente al perro y pueden terminar en la aparición de problemas de conducta. No estamos ante un perro desobediente, sino ante un adolescente desorientado, deberíamos ser comprensivos ¡Todos hemos pasado por ello! La prioridad es la educación.

La educación es el proceso de aprendizaje que busca integrar al perro en su grupo social y hacerlo competente en las relaciones que establezca en él. Por ello es muy relevante enseñarle juegos y acciones que realizar de manera coordinada y subordinada con los miembros humanos de su familia: Enseñarle a traer y entregar la pelota o juegos de tirar del juguete hasta que se le indica que lo suelte facilitan que aprenda a formar equipo con nosotros, pero aceptando nuestra dirección al tener que empezar y terminar los juegos cuando indicamos.

Los perros jóvenes suelen ser fácilmente excitables, la gestión de las emociones es una parte fundamental de una educación correcta: tenemos que enseñar a nuestro perro a ser capaz de auto-controlarse, pues si no tendremos que ante cualquier situación que le altere se subirá por las paredes (en algunos casos literalmente). Para ello es ideal entrenar su olfato con ejercicios sencillos y divertidos, escóndele unos trozos de comida por la casa e indícale con un comando que los busque, también puedes hacerlo en el parque o en el campo poniendo varios premios distribuidos por una zona concreta. Cuando inicies el juego verás cómo se entusiasma, pero lo bueno de esto es que para poder olfatear con eficacia y conseguir sus chuches necesita concentrarse y actuar con autocontrol, con lo que en pocas sesiones verás que tu perro ha aprendido a mantener sujeta esa excitación. Es una lección que aprovechará toda su vida. Además habrás incorporado una nueva y divertida actividad a la lista de juegos que puedes hacer con tu perro.

También es un momento en el que el perro desarrolla al máximo sus capacidades de propiocepción (sentido que informa al perro de la posición y estado de su cuerpo) y equilibrio, por eso los adolescentes son tan desgarbados: han crecido, sus cuerpos son casi adultos, pero aún tienen que aprender a conocerlos y controlarlos. Los perros son iguales, basta ver un dogo alemán o un San Bernardo de un año para darnos cuenta de que aún no tienen muy claro qué hacer con todas esas patas. Podemos enseñarles ejercicios simples que aceleren y mejoren este proceso: andar hacia atrás, rodar, tocarse la nariz con la pata (no se crean que exagero) son ejemplos divertidos y eficaces de esto.

Con respecto a la relación con otros perros este es un momento particularmente importante, pues aunque nuestro joven amigo estuviese bien socializado y fuera amigable es posible que en esta etapa se vuelva un poco “gallito”, lo que lleva a mucha gente a dejar de juntar a su perro con otros para evitar conflictos. Esto es peligroso, pues podemos estar aumentando el problema y encontrarnos con un día en el que ya no podemos estar con casi ningún perro. Lo ideal es acudir a grupos o clases de socialización de perros jóvenes, donde a través de la inducción de calma, las sueltas controladas y las correcciones adecuadas a los perros que se ponen brutotes (normalmente “arrestándoles” diez minutos) se consigue mantener la capacidad y buenas maneras sociales del adolescente canino. Estas clases de jóvenes también incluyen sesiones de adiestramiento, con particular énfasis en el comando de acudir a la llamada (porque es frecuente que en esta etapa se vuelvan algo “sordos” cuando se les pide que vengan), y paseos en grupo, que nos ayudarán a que nuestro amigo canino sea obediente con nosotros y sociable con sus congéneres. Esta es una de las mejores inversiones que podemos hacer, además encontraremos gente con problemas e inquietudes similares a las nuestras, lo que nos animará y normalmente terminará con la incorporación de un par de buenos amigos con perro a nuestra agenda ¡Ya tenemos con quienes organizar actividades caninas!

La importancia de las emociones dentro del grupo social (I): La empatía

AVISO A NAVEGANTES: Originalmente este artículo iba a llamarse “Empatía, sincronía, simpatía y entropía”, pero como se me ha ido de madre (again) lo dividiré en cuatro partes, una por cada fenómeno enumerado, así ni mi Webmaster se tira de los pelos (porque tirarme a mí es más bien difícil), ni quienes leáis esto tendréis que sufrir un maratón tipo “¡Veamos la trilogía del Señor de los Anillos, versiones extendidas, seguidas y sin descansar!” (pese a que mi amiga Sonia opine que no hay otra manera correcta de verla ;)). Además, reconozcámoslo: uno no es Tolkien, así que he optado por este formato. A los que sé que esperabais un artículo de entropía os tocará esperar un poco. Aclarado esto vamos al turrón:

Hoy es reconocida la importancia de las emociones en el aprendizaje y la conducta del individuo (perro o persona), sabemos que ayudan a reaccionar con rapidez y eficacia en momentos comprometidos, que facilitan la toma de decisiones correctas y que se sinergizan con los procesos cognitivos.

Pero además de esta utilidad individual las emociones son muy relevantes para la organización y eficacia de los mamíferos sociales como el perro (¡o nosotros!), haciendo posible la coordinación y colaboración del individuo con su grupo. Esto es debido a una capacidad emocional muy relevante y demostrada en los perros: la empatía.

Coloquialmente se habla mucho de la empatía, para explicar su importancia en etología debemos saber cómo se define exactamente para esta ciencia: la empatía es la capacidad de percibir y reconocer los estados emocionales de otros individuos y modificar la propia conducta en consecuencia. Pero hay que tener ojo, la empatía es una capacidad neutra, esto es, no implica, como coloquialmente se supone, que se quiera ayudar al otro: la empatía es lo que usamos cuando tenemos que negociar un aumento y esperamos al día en que percibimos que el jefe “esté de buenas”, evitando aquellos días que su estado emocional es negativo por la mala disposición que tendrá ante nuestra propuesta. O cuando guardábamos las malas notas hasta que nuestros padres estaban contentos con nosotros (a mí eso me podía suponer meses). Incluso es lo que usan los matones en el colegio para elegir a víctimas que se dejarán intimidar. Y desde luego es lo que hemos usado todos para ligar al notar cuándo “le gustabas” a alguien y cuándo eran los momentos adecuados para ir “avanzando”, de hecho en la adolescencia le pedimos, le rogamos, a la empatía que nos ayude a hacer bien cosas que no hemos hecho nunca antes. Por su parte la empatía quiere revisar el convenio.

En los perros no sólo se ha demostrado la empatía hacia otros perros, sino también hacia personas (e incluso hacia otras especies de animales): por eso los perros se activan cuando nos ven contentos y nos rehúyen en momentos de enfado, aunque nunca les hayamos castigado. Cuando Iniesta marcó EL GOL todos mis perros notaron el ambiente festivo y se pusieron a dar saltos e invitarnos a jugar ¡qué mejor momento, viéndonos con un estado emocional tan alegre! Por eso también es importante cuál es nuestro estado emocional al convivir, entrenar y competir. Muchos perros “fallan” en competición porque nuestro estado emocional es extraño y están más pendientes de qué nos pasa y por qué estamos tan alterados que del adiestramiento. Esto no debe extrañarnos, en realidad nos sucede los mismo cuando llegamos a nuestro puesto de trabajo y un compañero tiene un estado emocional extraño: hasta que no sabemos qué le sucede nuestro rendimiento está bajo mínimos, no pudiendo desviar la atención de él (“sabéis si a Paco le pasa algo, es que está rarísimo”).

Por ello debemos incluir en nuestro entrenamiento la evaluación y gestión de nuestras emociones y no sólo las del perro, pues por bueno que sea un adiestramiento, si el perro ha formado equipo con nosotros, no podemos pedirle que desconecte su capacidad de empatizar cuando competimos porque somos incapaces de controlar nuestros nervios. En primer lugar porque es injusto y en segundo porque es imposible.

Beneficios del estrés (I)

El año pasado el modesto equipo del Alcorcón dio un “baño” futbolístico al Real Madrid, un cuatro a cero que paso a denominarse “el Alcorconazo”. Todos los analistas coincidían en una de las causas principales: el Real Madrid estaba demasiado relajado frente un Alcorcón que se esforzó al máximo. En realidad se estaba recriminando al Real Madrid no haberse estresado lo suficiente por el partido y se felicitaba al Alcorcón porque este sí que lo había hecho.

Casi siempre que hablamos del estrés relacionado con el adiestramiento o, en general, con los perros solemos referirnos a sus consecuencias negativas, pero se obvian los mucho beneficios que se pueden obtener de este mecanismo de adaptación. El estrés se está convirtiendo en uno de esos “demonios” que parece necesario evitar a toda costa y cuyas consecuencias son, por definición, nocivas.

Pero la investigación ha demostrado múltiples beneficios del estrés cuando es correctamente gestionado. De hecho si el estrés no fuera beneficioso nunca se hubiera desarrollado como mecanismo de adaptación, existe porque funciona y ayuda a tener éxito en el afrontamiento y evaluación de situaciones.

Hoy se sabe que el estrés es un componente necesario y conveniente del éxito deportivo, de la creación artística, un potenciador de la diversión, un eliminador de la dependencia de refuerzos externos y un elemento imprescindible del crecimiento personal de cada uno de nosotros.

Debemos tener en cuenta que el estrés es un proceso interno individual cuya causalidad es susceptible de ser modificada, no es algo con una relación causa/efecto inalterable, lo que estresa a algunos perros a otros no les afecta lo más mínimo. Para decirlo de manera fácil: el estrés no es algo que le sucede AL perro sino algo que sucede EN el perro. Se debe entrenar desde esta perspectiva y tomando en cuenta que no debemos asumir como fijos sino como dinámicos aquellos factores que generan estrés, por ello evitar sistemáticamente las situaciones de estrés es una de las peores maneras de afrontarlo que hay, el perro se irá haciendo progresivamente más sensible y activará el estrés ante nuevos estímulos de menor magnitud.

Entonces ¿qué hacemos con el estrés? El trabajo más eficaz y aprovechable, puesto que es un proceso que sucede dentro del perro y que puede ser variado, es enseñar al perro a gestionar su estrés, con ello lograremos que el perro no active una respuesta estresante ante estímulos que no causen una situación de riesgo real, con la consiguiente mejora en fobias y en perros sensibles.

Cuando un perro sabe gestionar el estrés además de evitar sus efectos nocivos podremos empezar a aprovechar sus beneficios.

Los beneficios del estrés bien gestionado para el adiestramiento son:

  • Fuerte implicación y compromiso en el trabajo, con lo que el perro disfruta al máximo de lo que está haciendo.
  • Auto-refuerzo, al activarse el estrés correctamente el perro automáticamente pasa a que el mero hecho de estar trabajando sea un premio, sin necesidad de refuerzos externos.
  • Aumento/potenciación de la diversión, la diversión y el estrés están directamente relacionados. Si nos fijamos la mayoría de las cosas que nos divierten nos generan un estrés positivo (eustrés), esta relación se da también al revés: lo que nos genera estrés positivo nos termina resultando divertido.
  • Inmediatez de respuesta (velocidad), las respuestas que se dan cuando el estrés está activo son mucho más rápidas y asertivas.
  • Entreno de la atención, el estrés ayuda a fijarse en lo importante con lo que se consiguen mejoras automáticas en:
    • Concentración.
    • Capacidad para aislarse de estímulos triviales o irrelevantes para el trabajo.
  • Entreno de la resiliencia o resilencia, la capacidad de resistir situaciones estresantes sin efectos negativos y superarlas positivamente por lo que parece que hay que entrenar con estrés para evitar sus efectos negativos.
  • Sensación del perro de controlar la situación, con lo que los elementos negativos que puedan aparecer se gestionan de forma proactiva y se perciben como superables, aumentando la confianza del perro en sí mismo.

Sin embargo para aprovechar todas estas ventajas debemos cumplir a rajatabla una serie de condiciones que nos evitarán caer en el lado negativo del estrés:

  • Respuesta rápida y clara a la situación estresante, la solución a la situación debe ser inmediata a ella y fácil de alcanzar para el perro, ya sea porque la conozca perfectamente o porque podamos inducirla con facilidad.
  • Corta activación del estrés. Si prolongamos la activación del estrés durante demasiado rato o bien los efectos beneficiosos desaparecerán o bien el perro se hará “adicto” a trabajar bajo estrés y necesitará de este para mantener la calidad de su adiestramiento, lo que sí generará toda la batería de problemas que conocemos.
  • Dar al perro tiempo y actividades posteriores suficientes y adecuadas para recuperarse. El estrés está diseñado para darnos sus beneficios cuando se activa brevemente y de forma ocasional, por lo que debemos dejar al perro normalizarse tras haberlo activado, lo que puede ser facilitado dejándole realizar sus actividades favoritas, como correr por el campo.
  • Buena forma física del perro para que la activación no genere tensión o malestar muscular que impida el disfrute de dicha activación extra. El estrés es físicamente agotador, por lo que si el perro no tiene una buena condición física o se encuentra enfermo no conseguiremos ningún beneficio.
  • No ser activado en cada entrenamiento, sino ocasionalmente. Es habitual que cuando alguien ve por primera vez los importantes beneficios en adiestramiento y en calidad de vida del perro que se consiguen con estrés decida usarlo cada vez que entrena. Si es hábil podrá conseguir un alto rendimiento deportivo a costa de hacer al perro adicto al estrés, pero las mejoras de calidad de vida desaparecerán por completo y el estrés empezará a mostrar su peor cara.
  • Autonomía, si el perro se somete a estrés bajo una disciplina muy férrea que hace que pequeños fallos sean inmediatamente corregidos, el estrés resultará muy nocivo. Para que el perro sienta que tiene control de la situación y aproveche el estrés las respuestas posibles deben verse como un rango y no como algo inalterable y exacto.

Los beneficios del estrés están empezando a popularizarse tanto que ya se han planteado unos interesantes modelos de “simulación de estrés”, sin estrés real, para sacar el máximo partido de este proceso sin riesgo. Había incluido la explicación de estos modelos (y su aplicación en perros) en este artículo, pero mi webmaster me ha dicho que más de dos páginas es fatal de la muerte para el formato blog y llevo tres, así que lo publicaré en un par de semanas como segunda parte.

Prometo que en el siguiente artículo hablaré del trabajo que estamos haciendo en el Zoo, pero le debía este a Eliseo 😉

Perros y ahora también leones marinos, loros y delfines

Hola a tod@s,

En otro post comentaba que estábamos pendientes de un proyecto muy importante para EDUCAN, pues bien ¡ya está en marcha!

Hemos firmado un convenio con ZOOS IBÉRICOS, entidad perteneciente a Parques Reunidos la empresa que posee más instalaciones de Zoos y Aquariums en todo el mundo, para aplicar trabajo cognitivo-emocional al adiestramiento multiespecies, empezaremos por leones marinos, loros y delfines en el Zoo de Madrid.

Como estoy muy ilusionado por la puesta en marcha de este proyecto y me puedo dejar llevar por el entusiasmo al escribir sobre ello, me voy a limitar a “copiar y pegar” del documento firmado con ZOOS IBÉRICOS la parte referida al objetivo de esta colaboración. Únicamente añado las negritas para resaltar las partes que me parecen más interesantes (y porque mi webmaster del universo me ha dicho que en los blogs hay que poner negritas).

OBJETO DEL CONVENIO

El objeto principal de la colaboración para ambas partes es diseñar, aplicar y evaluar los resultados de nuevos protocolos de adiestramiento para diversos animales tomando como parámetros principales el aprovechamiento de las capacidades cognitivas de cada especie, su estado emocional y sus pautas sociales específicas, pilares del adiestramiento cognitivo-emocional.

Este objetivo principal tiene dos sub-objetivos:

1. Bienestar animal:

Los nuevos protocolos buscarán dar mayor calidad de vida y trabajo a los animales a los que se apliquen, coincidiendo ambas partes en primar el bienestar animal sobre la vistosidad de las conductas entrenadas.

Se ha planteado desde la etología más actual que los animales generan conducta de forma diferente según estén en un entorno de lucha por la supervivencia (riesgo de predación, dificultad para obtener los recursos, necesidad de una defensa activa del territorio…) o en un entorno de bienestar (entorno seguro donde no son previsibles riesgos para el animal y abundan los recursos). Una gran mayoría de las técnicas actuales de adiestramiento (aún usando estímulos positivos) se basan en cómo generan conducta los animales en entornos de supervivencia, empeorando los resultados cuando la calidad de vida del animal es óptima.

Uno de los principales objetivos, técnico y ético, de esta colaboración es desarrollar protocolos de trabajo que tomen como referencia la forma en que los animales generan conducta en entornos de bienestar, siendo el motivo de los animales para trabajar no asegurarse la supervivencia sino mejorar su bienestar físico, emocional y social.

2. Investigación:

Incorporar los conocimientos más actuales de etología al entrenamiento de animales, evaluando los resultados.

Este proyecto es pionero en:

a. Aprovechar los procesos cognitivos conocidos en cada especie para su adiestramiento. Hasta ahora el condicionamiento operante ha sido el principal mecanismo de trabajo para el adiestramiento de animales, esto es ventajoso porque es un proceso que funciona en la práctica totalidad de los animales que son adiestrados. Sin embargo la etología cognitiva nos ha demostrado que las diferentes especies pueden tener procesos mentales como la capacidad de solución de problemas, el aprendizaje por imitación (como sucede en el caso de aprendizaje por modelo-rival estudiado por Pepperberg en psitácidas)… aprovechar estas capacidades específicas permite mejorar el trabajo pues muchos de estos procesos cognitivos son auto-satisfactorios, por lo que utilizándolos se reduce drásticamente la necesidad de refuerzo externo, consiguiendo una conducta más consistente, un mejor estado emocional del animal, que se divierte consiguiendo realizar la conducta, viendo el animal la conducta entrenada como una meta en sí misma y no sólo como una puerta que abre la despensa (reforzador primario externo).

Estos procesos cognitivos también permiten que el animal se autoevalúe y se potencia la capacidad de refuerzo interno.

Si utilizamos estos procesos el animal disfrutará del hecho de estar trabajando y sus sesiones de adiestramiento tendrán un efecto de enriquecimiento ambiental que redunde en una mejora del bienestar del animal. Además serán necesarias menos sesiones de mantenimiento, las mejoras serán más rápidas y la calidad del trabajo más estable.

b. Evaluar y optimizar el estado emocional de los animales durante su adiestramiento y durante las exhibiciones, disminuir el distrés y mejorar la gestión del estrés en los animales entrenados, evaluar y promover la aparición de estados emocionales positivos y tener un seguimiento fiable del bienestar emocional de los animales adiestrados.

c. Aprovechar de forma estructurada y protocolizada procesos sociales de las especies trabajadas, como la vinculación afectiva, buscando que la interacción con el entrenador durante las sesiones de adiestramiento y exhibiciones sea un objetivo deseable y satisfactorio en sí mismo para el animal. Hoy sabemos que el afecto es un potente motor de conducta en muchos mamíferos sociales, aunque esto se ha aprovechado de manera intuitiva por parte de los adiestradores desde hace mucho tiempo no se ha hecho de forma ordenada, estudiada y reproducible como sistema de trabajo. Uno de los objetivos de la colaboración es sistematizarlo para las especies que se trabajen.

…y, también extraído del convenio, una de las competencias de EDUCAN será:

– Diseñar protocolos, esquemas y técnicas de trabajo para las diferentes especies.

En fin un proyecto MUY ilusionante, que nos va a tomar mucho trabajo (creo que tendremos que restringir algunas actividades comerciales para poder dormir de vez en cuando) pero que es un paso de gigante para la necesaria actualización de paradigma en el adiestramiento de animales.

Tengo que agradecer a Miguel Bueno Brinkmann, biólogo conservador de aves y mamíferos marinos del Zoo de Madrid, y a Pablo Roy, responsable de adiestramiento de leones marinos del Zoo de Madrid por su interés y ayuda para el arranque de este proyecto.

En fin… ¡QUE ESTOY MÁS CONTENTOOO! 🙂 🙂

¿Fallar o acertar?

Antes que según la escuela de adiestramiento que sigan, que el tipo de estímulos que usen o que la modalidad de adiestramiento que practiquen yo divido a los adiestradores en dos grupos: los que entrenan los perros para no fallar y los que entrenan los perros para acertar.

Desde ya quiero aclarar al lector que soy un firme defensor de trabajar a los perros para realizar la conducta correcta y no para evitar fallos, además como durante años trabajé de la manera contraria tengo la firmeza de los conversos en este tema.

Hay bastantes más adiestradores entrenando para que sus perros no fallen, el error nos parece peligroso y se oyen frases como “no dejes que tenga opción de fallar, así no aprenderá incorrectamente”. Esto además tiene mucho que ver con lo nerviosos que nos pone ver al perro haciendo mal una de las acciones que estamos entrenando.

Evitar que el perro se equivoque es la prioridad para muchos adiestradores. Así pues nuestra energía y atención se ponen en localizar errores y encontrar técnicas que los bloqueen, impidan o corrijan. El acierto termina sucediendo más por las cosas que el perro no hace que por las que intenta de forma activa. Las sesiones están dedicadas a crear “situaciones seguras” de entreno, a cerrar puertas, a limitar opciones…

Pero esta forma de adiestrar conlleva varios problemas:

El primero es que, al cabo de un tiempo entrenando así (y vuelvo a recalcar que no estoy hablando de trabajos únicamente en negativo, muchos adiestradores positivos, cognitivos y de toda índole tienen esta visión), el perro, que no es tonto, se da cuenta y su atención voluntaria se enfoca en localizar lo que no debe hacer, volviéndose más eficaz en dejar de hacer cosas que en hacerlas. Es el esquema general de trabajo que le hemos creado, no nos debería parecer mal.

Emocionalmente es más agotador, recordemos esas películas con un joven y prometedor deportista al que su bienintencionado pero exigente padre/entrenador/agente le recalca cada error que comete hasta que deja de disfrutar de su deporte y decide marcharse con su chica a poner una granja en Idaho, mandando al carajo deporte y exigidor (a pesar de las buenas intenciones y sincero amor de este).

Como nuestros perros es poco probable que puedan marcharse a poner una granja en Idaho en el caso de que estén hartitos de entrenar con nosotros, debemos tener cuidado y asumir como nuestra responsabilidad que el perro no se sature emocionalmente, lo que no debe confundirse con no exigir implicación y esfuerzo al perro. Pero incidir en los errores genera inseguridades y agotamiento emocional en el perro ¿cómo nos sentiríamos nosotros yendo a un trabajo en el que sabemos que nuestro jefe nos va a decir TODOS LOS DÍAS que lo hemos hecho mal o que tengamos mucho ojo de no hacerlo mal? Así no se construye seguridad, implicación ni equipo.

Además aunque inicialmente es más fácil entrenar al perro para no fallar (es más rápido aprender a no hacer que a hacer), al cabo de un tiempo nos daremos cuenta de que existen tantos fallos posibles que toda nuestra vida no será suficiente para entrenarlos todos, sin embargo conducta acertada sólo hay una en cada caso: a la larga es muuucho más cómodo y sencillo para el perro y para el adiestrador centrarse en ella.

En mi opinión es muy importante construir la cabeza del perro para acertar, para ello debemos tolerar fallos inicialmente e informar al perro de ellos sin preocuparnos. El error es parte necesaria de un aprendizaje activo. Nuestra atención debe estar en los aciertos porque así la del perro también lo estará.

Cuando esto sea sólido, cuando el perro trabaje para hacerlo bien y su esquema mental esté construido podremos darle mayor importancia a corregir los fallos que puedan surgir sin que suponga ningún problema.

Quitar y no poner.

Situación: Un adiestrador está enseñando el sentado a un perro, son las primeras sesiones para el perro, quizá incluso la primera.

El adiestrador ha decidido usar una técnica concreta que conoce y maneja con soltura para enseñar el sentado, puede ser con clicker, guiándolo con un premio de comida, manipulándolo hasta que queda sentado… da igual. El caso es que el perro se sienta, ¡bien!, la cosa parece que avanza.

Pero al cabo de unas repeticiones el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta casi al segundo de haberse sentado, ¡qué fastidio!, probaremos unas cuantas veces más a ver cómo va. Nada, se sigue levantando. Vaya, vaya, pues habrá que solucionar esto, a ver si con esta ayudita… parece que se mantiene. Vale, vamos al tumbado.

Otra vez lo mismo, el perro se tumba, responde a la técnica pero no permanece tumbado, el adiestrador recuerda una técnica que vio en un seminario, el seminario no le gustó demasiado, no cuadraba mucho con su visión del adiestramiento, pero esta técnica concreta le parece que aquí puede ir bien ¡bingo! Se queda tumbado.

El adiestrador de nuestra historia está cometiendo uno de los errores que creo que son más comunes en la etapas iniciales del adiestramiento: está sumando y no restando. Se ha hecho la pregunta incorrecta, ha pensado ¿qué hago para que se quede sentado? En lugar de pensar ¿por qué no se queda sentado?, ¿qué hace que se levante?

Si el perro ha recibido el trabajo inicial y se sienta es que estamos en el buen camino, pero ¿por qué se levanta tan rápido?

Para que un perro actúe tiene que suceder algo en el plano físico (suelo incómodo, dolor…), mental (el perro cree que debe moverse para conseguir algo…) o emocional (el perro está sobreexcitado, se siente inseguro…).

Cuando se inicia un adiestramiento se están poniendo las bases de cómo entenderá el aprendizaje y el trabajo en equipo el perro, le estamos indicando qué esperar de nosotros y qué esperamos de él.

Si empezamos a sumar técnicas que no tienen ningún denominador común estamos poniendo “parches”
. El adiestrador hace un trabajo de apaga fuegos: aquí tengo un problema y aplico cualquier cosa que me lo solucione. El perro puede aprender la conducta pero no un esquema general de aprendizaje. Nada de lo que aprende así ayuda a sostener lo anterior ni lo posterior.

Cuando el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta del sentado no debería pensar en la técnica para conseguir que se quede sentado sino en por qué se levanta el perro. Si el perro está sentado ¿qué le impulsa a levantarse rápidamente? Eso es lo que debemos localizar y quitar para ir construyendo unos cimientos de aprendizaje sólidos y consistentes que nos puedan llevar a una progresión continua.

En una primera etapa es más importante que el perro aprenda los códigos de comunicación, el “idioma” del adiestramiento, que las conductas o habilidades que se entrenan. De hecho en una primera etapa las conductas que entrenamos son más bien los vehículos para transmitirle dichos códigos de comunicación. Por supuesto estos códigos variarán de un tipo de adiestramiento a otro e incluso entre dos adiestradores de la misma escuela.

Si estos códigos no se transmiten con claridad el trabajo siempre se resentirá en el largo plazo, además de que nos puede dificultar enseñar algunas acciones complejas o muy afinadas.

Y sin embargo en esta primera etapa es cuando más fácilmente los adiestradores caen en “trampas” que dificultan el aprendizaje de cómo aprender. La principal de estas trampas es la excesiva preocupación por conseguir la conducta correcta. Cuando esto sucede muchos adiestradores empiezan a pensar en qué hacer para que el perro realice la conducta, y en muchas ocasiones aplican técnicas que no son compatibles con los esquemas de aprendizaje y trabajo en equipo que desean usar habitualmente con el perro.

La socialización de las razas sensibles

Siguiendo con problemas comunes a razas de trabajo sensibles (característicamente los border collie, shetland, malinois y pastores australianos) hay un tema que empezó a intrigarme hace ya algunos años, se veían muchos perros de estas características en manos de competidores o profesionales que mostraban miedos e inseguridades que siempre eran achacadas a una mala socialización.

Cuando el propietario afirmaba haber socializado correctamente al perro y este seguía mostrando estos “fantasmas” se atribuía a:

  1. El dueño miente y no lo ha sacado a tantos sitios como dice.
  2. El propietario es un tío bruto y como estos perros son así le ha roto el carácter.
  3. Con estos perros ya se sabe, siempre sale alguno con fantasmas por bien que lo hagas.

Estos tres argumentos son reales y en muchos casos el mal carácter final se debía al menos a uno de ellos.

Pero en un momento determinado, cuando me impliqué más seriamente con los malinois, decidí fijarme más.

Lo cierto es que había mucha gente que hacía lo que entendemos por un trabajo modélico de socialización: desde que el cachorro llegaba a casa con una edad correcta y criado por un criador responsable y amante de la raza se le empezaba a llevar a mil sitios y situaciones nuevas. Se reservaban tardes para ir al aeropuerto, a las fiestas del barrio, al centro comercial…

Todos los días se trabajaba para evitar que nuestro cachorro llegara a ser uno de los ejemplares que se afectaban exageradamente, además en muchos casos estos propietarios preocupados eran profesionales o competidores del adiestramiento, con un nivel de conocimiento, experiencia e implicación superior a la media.

Al hacer un pequeño censo (sin rigor de estudio) entre conocidos encontré un dato preocupante: el porcentaje de perros con miedos era igual entre aquellos cuya socialización era modélica y entre los que estaban a la buena de Dios, criándose en perreras u otros tipos de aislamiento. Recordemos que siempre me estoy refiriendo a individuos de las razas antes citadas.

Esto nos podría llevar a pensar que este problema era totalmente innato y resultaba indiferente lo que hiciésemos durante el tan temido periodo crítico.

Pero había dos datos que nos decían que esto no era así:

  1. El primero, el más general, eran los estudios en un abanico más amplio de razas que mostraban que los individuos aislados tenían más problemas que los que entendemos por bien socializados.
  2. El otro era más especifico, si tomábamos un tercer grupo de individuos de estas razas, los que se habían criado con un nivel intermedio de socialización, encontrábamos que eran estos los que mostraban un número sustancialmente menor de problemas.

Este grupo corresponde a particulares que llevaban el perro a los mismos sitios de paseo una y otra vez y a profesionales menos entusiastas que cuando podían llevaban al perro a algún sitio nuevo, pero sin hacer de ello una obligación diaria. Ellos eran los que tenían más calidad de carácter en sus perros.

Obviamente se deduce que hay un rango óptimo de salidas a sitios nuevos, pero a mi me interesaba saber el por qué más que encontrar dicho rango a través de un análisis estadístico.

Encontré la solución en los estudios sobre estrés, el estrés genera una activación extra del organismo. Aunque se supere y gestione ese estrés correctamente será necesario un tiempo mínimo para que el perro se recupere y no acumule estrés residual, esto sucede también con los procesos de eustrés (estrés positivo, como el que teníamos a los quince antes de una cita).

Al hacer tantas salidas a ambientes nuevos los perros más sensibles se sometían a una activación continua del estrés y cuando llegaba la siguiente salida aún no se habían podido recuperar, hasta llegar al punto donde la acumulación de estrés residual hacía el mismo efecto nocivo que la falta de socialización, y quien piense que no hay que recuperarse del estrés positivo que después de una vacaciones activas y estimulantes no vuelva a decir que necesita un par de días de recuperación antes de volver al trabajo.

Por lo anterior debemos tomar preocupación especial en que el cachorro se recupere y elimine el estrés residual correctamente: jugando con perros o personas conocidas en un ambiente seguro, recordemos que personas y lugares habituales (¡y seguros!) son un inductor de calma en mamíferos sociales. Además en la socialización es más importante la interacción continuada con individuos conocidos (miembros del grupo social) que la introducción en ambientes nuevos, y nosotros trabajamos como si el elemento principal socializador fuera conocer cosas nuevas. Error.

También el tiempo de descanso es importante. Los masajes ayudan si el perro los acepta (en Dinamarca y Noruega empiezan a ser habituales los masajistas de perros a domicilio, y los agilitistas son uno de sus principales clientes).

Con respecto a la frecuencia óptima, aunque los datos que tomamos fueron recogidos de manera guarripey y no deben ser tomados de otra manera, encontramos que dos, máximo tres salidas semanales a lo nuevo son suficientes y que a partir de ahí empieza el riesgo de exceso.

¡Pero de jugar con los amiguetes no hay más límite que el del cansancio! Así que: Más parque y menos fiestas del barrio (aunque no haya churros).

También es muy importante el tiempo y distribución de actividades en esas salidas, pero eso lo voy a desarrollar en otro artículo para no soltar un ladrillako ultramortal.

Gestión de estados emocionales negativos en perros sensibles

Hace unos días una nueva amiga me consultó por los problemas de su sheltie de siete meses: ante determinadas situaciones mostraba miedo y se bloqueaba. Esto era un problema para su calidad de vida y para su potencial futuro en el Agilty.

Concretamente el coche y el trasportín provocaban babeo, bloqueo emocional e incluso respuestas de huida, cuando vino a casa tardó más de diez minutos en recuperarse y empezar a jugar con mi cachorro.

Últimamente aparecen muchos perros de razas sensibles e inteligentes, particularmente border collie, shetland, pastores australianos y malinois, con problemas de bloqueo o mala gestión de las emociones negativas.

Es normal que razas sensibles y con respuestas nerviosas puedan afectarse puntualmente por algo, si no se les enseña a gestionar correctamente las emociones negativas pueden generar inseguridad, respuestas miedosas e incluso problemas más severos.

Según parece la sheltie tuvo un mal traslado de cachorra cuando fue enviada por mensajería (no suele ser buena idea enviar un cachorro por mensajería, aunque a veces es la única opción). Esto generó una mala asociación emocional tanto con el coche como con el trasportín.

Las emociones se asocian por condicionamiento clásico y son más consistentes que una asociación realizada de forma operante, además es frecuente que aparezcan procesos de autoalimentación del estado emocional: el tener miedo (el conjunto de estado interno, reacción fisiológica y  tendencia a la acción) genera más miedo por sí mismo, sin que haya más estímulos externos. Cuando esto sucede la asociación no puede ser extinguida, además será frecuente que empiece a asociar otras cosas a ese miedo, por ejemplo nuestra sheltie podría llegar en coche a la pista de trabajo y, al bajarse con el miedo provocado por el coche, asociarlo a la pista generando miedo a esta, estas transferencias pueden aumentar de forma indefinida.

Es fundamental para la calidad de vida de un perro estar preparado para gestionar correctamente los estados emocionales negativos o tendremos poca tolerancia y mala gestión del estrés, tendencia a la inconsistencia de las conductas, inseguridad e infelicidad del perro.

En este caso le recomendé lo siguiente:

Juegos de entrar en el trasportín y en el coche: Poniéndole alguna comida apetitosa dentro dejamos que sea la perra quien decide entrar,  progresivamente vamos poniéndole dificultades para acceder tanto al trasportín como al coche (trasportín lateral, puerta entreabierta, puerta pegada a una pared para que necesite mover el trasportín para entrar, periódicos arrugados llenando el trasportín…). Aquí es muy importante hacerlo bien, no deben aparecer comandos de “muy bien”, ni se deben clickar los aciertos. No estamos enseñando una acción por condicionamiento operante, no queremos que los refuerzos y confirmaciones sean externos, lo que estamos haciendo es poner al perro en una situación que percibe como emocionalmente negativa (¡cielos, el trasportín!), al aparecer algo de su interés creamos un pequeño conflicto: quiero la comida, pero me da miedo entrar. Es importante que el perro decida si le compensa afrontar lo negativo o no, si decide hacerlo va a estar aprendiendo algo mucho más importante que hacer positivo el trasportín: aprenderá que aunque tenga una emoción negativa puede trabajar y que con ese afrontamiento voluntario del miedo consigue resultados y llega a un estado emocional positivo. Le estamos enseñando a gestionar correctamente el miedo, no eliminándolo de un punto concreto. El refuerzo debe ser el menor posible y la dificultad cada vez mayor, así sustituimos el refuerzo externo (comida) por el refuerzo interno (solución de problemas). Al final conseguiremos que entrar al trasportín y al coche sea divertido y un fin por sí mismo, con lo que habremos “vuelto la tortilla” de la asociación emocional.

Pero si sólo hacemos esto, aunque mejoremos al perro de su problema concreto, no estamos terminando de prepararlo para gestionar correctamente emociones negativas.

A partir de que superemos este problema seguiremos trabajando: dentro de sus sesiones de adiestramiento normales usaremos ocasionalmente estímulos negativos de baja intensidad (una goma del pelo en una pata, un post-it en una oreja…) para que vea que trabajando accede a un estado emocional positivo aunque aparezcan ligeras incomodidades..

En mi opinión un adiestramiento debe conseguir que el perro pueda acceder a un estado emocional positivo más que evitar a toda costa los estímulos negativos, creo que hay mucha confusión entre estímulo negativo y estado emocional negativo y eso lleva a adiestramientos sobreprotectores  muy nocivos en los cachorros, que deben construir sus herramientas de gestión de las situaciones negativas, debemos saber cómo introducir elementos suavemente negativos para enseñar al perro que se pueden superar, sin esto no le estaremos preparando para tener una calidad de vida óptima.