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El gestionalismo como alternativa
Sucede que a veces la estrategia que adoptamos para afrontar una determinada situación –y da igual por qué la hayamos adoptado- encaja con nosotros de tal manera que nos aporta beneficios profundos más allá del éxito puntual: nos ofrece una forma de afrontarnos a nosotros mismos, al mundo en el que vivimos y/o a los otros de un modo valioso, tanto que se/nos transforma en una forma de ser, una forma de estar.
La aspiración del modelo gestionalista es que eso mismo, en la mayor medida posible, les suceda a los perros.
Desde el primero de estos libros propongo abandonar el enfoque sobre la intervención comportamental basado en un control férreo y constante de la conducta canina. Y no únicamente porque la búsqueda del control se base en nuestras necesidades y deseos, dejando en un segundo plano –en el mejor de los casos- aquello que sería lo óptimo para los perros. Es que tampoco creo que nos ayude a ser felices a las personas.
Porque el control, en lugar de la autonomía, nos exige atención continua sobre la conducta canina para prohibirla, potenciarla o manipularla de algún otro modo.
Para cualquiera (vale: para casi cualquiera) son evidentes las ventajas que supone en una relación de convivencia que ambas partes sean lo más autónomas posibles, y que el comportamiento necesario para entenderse y actuar de la manera adecuada sea una elección voluntaria.
“¿Tendré que hacer esto toda la vida del perro? ¿Tengo que llevar comida siempre? ¿No le estoy sobornando? ¿Cuándo podré dejarle a él solo?”. En todas estas cuestiones subyace el deseo de que el perro elija actuar correctamente por sí mismo, algo que con los modelos tradicionales simplemente no es posible. Esa es la fortaleza del enfoque gestionalista: que logra que el perro entienda el mundo de una determinada manera y sea él quien elige comportarse correctamente para gestionarlo.
Al elegir el gestionalismo como forma de intervención en el comportamiento de los perros nos aseguramos de obtener los mejores resultados educando a un compañero, a un sujeto con derechos, y no programando una máquina.
Y por eso la SALUD COMPORTAMENTAL y el análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento se completan con este tercer libro -el más extenso- sobre cómo empoderar a los perros de sí mismos (gestión emocional) de su entorno físico (gestión del entorno objetual) y de su entorno social (gestión del entorno social). Porque la LIBERTAD de los perros es una meta exigente, que requiere dotarles de capacidades complejas para ser alcanzada.
Imagina…
¿Imaginas que tu perro desarrolla capacidades que le permiten superar el miedo ante las cosas que antes se lo provocaban, o no tener ansiedad cuando se queda solo, hospitalizado o en un residencia canina? ¿Que deja de ponerse agresivo al ver a otros perros por la calle o a personas enfrente de la puerta de casa? ¿Y que haga todo eso él sin que tú se lo tengas que pedir, sin que tengas que estar cerca siquiera?
¿Imaginas que sea capaz de elegir qué hacer cuando se está solo en casa y que decide hacer cosas que le divierten, pero que están permitidas? ¿Que te puedes olvidar de esconder el cubo de basura, de impedirle el acceso a los nuevos macizos de flores que acabas de plantar porque elige no tocarlos?
¿Imaginas que adquiere capacidades para entenderse y hacerse amigo de esos otros perros con los que tanto le costaba relacionarse? ¿Que aprende cómo jugar con el hurón o con el gato de casa de manera que los dos se lo pasen igual de bien? ¿Que socializa con personas adultas y con niños como un auténtico gentledog,con cuidado y delicadeza, controlándose sin tu ayuda?
Estas situaciones son representativas de los tres ámbitos sobre los que se explica cómo trabajar en este libro: GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNOS SOCIAL de los perros.
El enfoque gestionalista busca que el perro, ante el surgimiento de estímulos o situaciones que provocaban respuestas inadecuadas o insalubres, decida de forma autónoma, voluntaria y proactiva un rumbo de acción adecuado y saludable que le permita solventar eficazmente dicha situación o estímulo. Desde no comerse la basura del cubo cuando no hay nadie en casa, hasta no asustarse de un claxon inesperado, pasando por ser competente en un encuentro frontal con otros perros o personas desconocidas.
El trabajo sobre las capacidades del perro de gestionarse a sí mismo –sus emociones- y a su entorno –físico y social- son una revolución en la forma de entender la educación canina que lleva los resultados a un nivel de eficacia, naturalidad, autonomía y solidez que hasta ahora era imposible alcanzar.
… ahora ya no tienes que imaginarlo.
En el primer libro de Los perros necesitan LIBERTAD I. Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros aprenderemos qué es y cómo evaluar y mejorar la salud comportamental, que es global, y requiere de una evaluación específica, alejada de la evaluación de los problemas de comportamiento concretos, porque la salud comportamental no es –ni de lejos- la ausencia total de problemas de comportamiento o de comportamientos disfuncionales: un perro podría no tener ningún problema de comportamiento y tener una salud comportamental insuficiente, y al revés, podría tener problemas de comportamiento y una buena salud comportamental, pudiendo suceder que la empeorásemos al enfocar nuestro trabajo en los problema de comportamiento, dejando un perro sin problema comportamental, pero más insalubre que cuando empezamos a trabajar, algo más frecuente de lo que supondríamos.
La mejora del problema de comportamiento era el ingrediente principal del plato que –hasta ahora- preparábamos para nuestros clientes, podíamos medirlo con precisión de cirujano. Pero las pautas que iban más allá, esas que añadíamos para mejorar, avant la lettre, la salud comportamental, no dejaban de ser el aliño, que añadíamos como quienes son inexpertos al cocinar: a ojo. Elegidas como la mezcla y cantidad de especias con las que sazonamos un nuevo plato que ensayamos en casa. A veces nos sale muy bien, otras no tanto y casi nunca queda perfecto.
Pero no podemos limitarnos a trabajar sobre la salud comportamental. El cuidado de la salud comportamental debe ser nuestra base, marcar una nueva forma de convivir con los perros, pero no es la herramienta principal para analizar y solventar sus problemas de comportamiento. Y eso es lo que nos da de comer en EDUCAN. Uno de los motivos para publicar estos tres libros a la vez es que nadie dijera “si, esto de la salud comportamental está muy bien, pero ¿cómo hago para resolver los problemas concretos de conducta de los perros de mis clientes, de los míos? ¿por qué suceden?”. Ese es el objetivo de los otros dos libros que componen Los perros necesitan LIBERTAD.
Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento. Este libro de tecnología es una historia de amor.
Querer bien es centrarse en el otro, convertirle en protagonista mientras nos hacemos a un lado. Usar el amor para conocerle, entendiéndole, aceptándole y potenciándole como individuo autónomo con motivaciones propias y entidad por sí mismo.
Ese es el objetivo de Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino: explicar objetivamente lo que podemos hacer para comprenderles, mejorar su vida y facilitarles el acceso a la felicidad, porque todo eso se consigue a través de la tecnología del comportamiento.
Querer bien a cada perro –y no “a los perros” en genérico- implica estudiar cómo se siente, analizar qué le sucede y aprender qué podemos cambiar para hacerle sentir mejor. Para lograrlo hemos desarrollado y probado protocolos reproducibles y eficaces, que se recogen en este libro, y que son la forma de convertir lo mejor que sentimos hacia ellos en una herramienta operativa para eliminar sus problemas de conducta, ayudarles a entenderse con nosotros y lograr su bienestar.
El análisis TETRADIMENSIONAL del comportamiento emplea los conocimientos actuales, desde la clásica topografía de la conducta, hasta los objetivos mentales y estados emocionales relacionados con ella, para comprender lo que hace un perro. Porque el comportamiento no solo es lo que se muestra, sino que está sostenido sobre factores menos evidentes, que deben incluirse en su evaluación para conocerlo en profundidad antes de plantearnos si es o no “adecuado”.
La intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento es el conjunto de protocolos y recursos para cambiar las cosas que un perro elige hacer. Son nuestra base operativa para afrontar exitosamente todos y cada uno de los frentes necesarios del trabajo comportamental con perros.
Desde cómo enseñar un código de comunicación entre perros y personas que nos permita entendernos, hasta la forma de aprovechar sus capacidades de olfateo para solucionar problemas de conducta, pasando por la manera de construir y evaluar objetivamente una relación de afecto y confianza con ellos o el diseño de actividades grupales de todo tipo.
Aprenderás a diseñar y programar las sesiones de trabajo necesarias para solucionar sus problemas de conducta, distribuyendo pautas para que sean eficaces, pero no supongan una carga excesiva para su familia, porque también hay protocolos para lograr la colaboración eficaz de quienes viven con los perros.
Podrás usar Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino como un manual de modificación de la conducta tradicional, aplicando sus contenidos para que los perros hagan o dejen de hacer conductas concretas, pero te permite, te propone y te anima a ir más allá: a intervenir en su comportamiento de manera que su salud comportamental mejore y se mantenga óptima, cambiando la forma que tienen los perros de interpretar lo que sucede en este mundo extraño en el que les hacemos vivir, logrando que lo comprendan mejor, sean capaces de gestionarlo de manera adecuada por sí mismos y puedan integrarse felizmente en él. Tú decides.
La belleza del plan radicaba en su sencillez: tres volúmenes, el primero exponiendo el conocimiento actual sobre cómo son y aprenden los perros, Tu perro piensa y te quiere, el segundo con nuestras propuestas para los problemas de comportamiento y el tercero con los protocolos de adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL. Saldrían cada dos años, requiriendo un total de siete, porque antes del primero invertí un año extra para dotar al conjunto de una estructura que mantuviera la coherencia interna.
Cuando viajamos a Argentina por última vez, en enero de 2017, estaba terminando el segundo volumen, con un retraso de un año que entendía como razonable por su extensión y minuciosidad. Todo salía según lo previsto, estaba feliz. ¡Me encanta que los planes salgan bien!
¿Por qué no se publicó el segundo volumen en 2017 y se ha retrasado otros dos años?
Estábamos en Buenos Aires, todo el equipo de EDUCAN analizando aspectos de detalle del libro, en concreto hablando sobre esas medidas que todos los profesionales recomendamos para ir más allá de la solución de un problema comportamental, mejorando el bienestar de los perros que tratamos: sacarles al campo, jugar con ellos, ofrecerles paseos relajados… y surgió un momento eureka, que -para nosotros al menos- lo ha cambiado todo respecto a las intervenciones comportamentales, y, en consecuencia, para el que sería el volumen dos, que ha sido necesario reescribir por completo, y se ha extendido hasta convertirse en ¡¡tres libros!! que –todos tranquilos- ya están en imprenta y saldrán a la venta simultáneamente. A lo largo de esta semana iré dando detalles sobre fechas de salida, presentación, temas de los otros dos…
Pero antes debo exponer aquello que lo ha cambiado todo y a lo que está dedicado el primero de los libros que constituyen Los perros necesitan LIBERTAD.
Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros. Un nuevo paradigma para vivir y trabajar con ellos.
Las intervenciones en el comportamiento canino han tendido históricamente a basarse, de un modo u otro, en la conducta problemática, en el problema de comportamiento.
Y cuanto más se avanzaba más aparecía una sensación de incompletitud.
Los profesionales sentíamos que faltaba algo, y queríamos alcanzarlo recomendando actividades de calidad: ejercicio, salidas al campo, adiestramientos que promovían interacciones positivas entre el perro y su familia, jornadas de juego para los cachorros… medidas basadas en generalidades, en ideas amplias y difusas sobre qué es bueno para nuestros compañeros caninos.
En realidad todas estas propuestas aspiraban a mejorar su salud comportamental, pero no teníamos nada que nos permitiera saber objetiva y concretamente dónde, cuándo y cómo hacerlo ¡Ni siquiera existía el término salud comportamental!
La salud comportamental del perro funciona e influye en sus conductas concretas como un todo, es la base que sostiene no solo aquellos comportamientos de nuestro interés, sino la calidad de vida de nuestros perros, sus posibilidades de integrarse felizmente en el mundo.
Las cuatro dimensiones de la salud comportamental: la física, la emocional, la cognitiva y la social, pueden ser definidas y evaluadas objetivamente, así como cuidadas y mejoradas cuando sea necesario a través de los protocolos expuestos en este libro.
La apuesta de este libro es ambiciosa: ofrecer un (1) modelo operativo y evaluable de salud comportamental, así como (2) medidas concretas para mejorarla, usándola como base de cualquier intervención profesional en el comportamiento canino.
Esto supone un cambio radical en la manera de entender el trabajo y la convivencia con los perros. Un nuevo paradigma.
Y no creo que exista vuelta atrás porque, además de las mejoras que se logran en el bienestar y acceso a la felicidad de los perros, el paradigma de intervención basado en la salud comportamental ofrece niveles de resultados estratosféricamente superiores respecto a los obtenidos por aquellos modelos de trabajo enfocados en los problemas de conducta.
Cambiar del paradigma de modificar conductas problemáticas al de analizar y construir la salud comportamentalrequiere esfuerzo, porque nuestra cabeza está amueblada en base a eliminar o promover conductas concretas, pero los resultados compensan sobradamente: perros felices e integrados que además mejoran su comportamiento de forma sólida y profunda.
Debemos cambiar nuestra manera de entender la relación de nuestro perro con su casa, con nosotros, con los otros perros… Debemos potenciar aquellas de sus capacidades que le permitan una mayor integración con personas y con sus congéneres, así como empoderarse de su vida.
Tengo la convicción absoluta de que definir, evaluar y aprender cómo cuidar la salud comportamental de los perros es el paso necesario que nos toca dar en nuestra relación con ellos. Y ese es el objeto de este libro.
Hacerlo será el primer paso hacia una nueva y mejor manera de vivir juntos, de educarles y de intervenir en su comportamiento.
Porque los perros necesitan LIBERTAD.
Un error común es suponer que los perros actúan y se comunican igual sea cual sea su tipo de relación y sea cual sea el momento en el que se da la situación comunicativa.
De los tipos de relaciones hablaré más extensamente en un próximo artículo, ahora me centraré en las diferentes fases de la comunicación, pues podemos facilitar a los perros el éxito comunicativo en cada una de ellas, y evaluar la calidad de la relación entre varios perros según cuál aparece. Por ello son centrales en el diseño y evaluación objetiva del trabajo para la mejora de la gestión relacional.
Empecemos por fijarnos en el mamífero social cuya conducta nos es más cercana: los seres humanos. Nosotros, al ser presentados a un desconocido solemos sonreír y actuar de forma ostensible para mostrar nuestra buena disposición (o la mala, sin nos han presentado a un oponente de algún tipo), enfocamos nuestros sentidos de manera que nuestro interlocutor reconozca que tiene toda nuestra atención. Sin embargo verás que, si la relación no es de un gran valor emocional para nosotros –alguien que queremos seducir, como un jefe o una potencial pareja, o alguien que consideramos peligroso en algún sentido, como un competidor- al rato todo eso se relaja y la comunicación continúa en un nivel más tranquilo.
Nuestro laconismo relacional llega al máximo con las personas más cercanas, las más queridas. Dentro de tu vida cotidiana estás abstraído leyendo y puede suceder que cuando llegue tu pareja apenas levantes la mano para saludar o que estés en un reunión, entre un buen amigo que ves con frecuencia y únicamente os hagáis un gesto con la cabeza el uno al otro.
Igualmente verás que cuando dos perros se acaban de conocer su atención mutua, sus rituales de saludo y sus acciones de comunicación son mucho más intensas y continuas que en el caso de que ya se conozcan bien. Pero cuando varios perros viven juntos será frecuente que, en casa, muchas veces toda la respuesta del perro a que otro integrante del grupo se mueva es seguirle con la mirada sin levantarse de su cómoda camita, sin ni siquiera levantar la cabeza.
Esto sucede porque la exuberancia relacional es poco económica, y solo se emplea cuando es necesaria. De hecho uno de los principales indicadores de la buena calidad de una relación es la cantidad de tiempo en común relajado y la sobriedad comunicativa.
La comunicación canina, por desgracia, se incorporó al discurso técnico del sector y , consecuentemente, a las intervenciones comportamentales para restaurar/mejorar las capacidades relacionales de los perros desde una interpretación poco científica y consistente, algo que la tecnología del comportamiento va a tardar muchos años en drenar por completo del sistema, para emplear única los conocimientos consistentes al respecto.
Uno de estos problemas sistémicos es hablar de la comunicación canina, intentar analizarla, explicarla y aplicarla única o principalmente en base a las comunicaciones ostensivas, porque al hacerlo estamos poniendo el foco en cómo resolver una situación problemática en lugar de en cómo lograr una situación normalizada, que se caracteriza por la economía comunicativa. Es esta mala interpretación y empleo de los procesos comunicativos la que lleva a no entender algunas cosas, como que el historial puede haber minimizado la comunicación sin que exista problema de fondo o, lo que es más importante, que la aparición de una comunicación ostensiva en una relación familiar o cotidiana muestra que pasa algo excepcional (bueno o malo), y no por que sea una comunicación eficaz y saludable debemos desatenderla o considerarla conveniente. Si cuando he saludado a mi pareja apenas con un gesto ella llega hasta mí, me cierra el libro y me dice “tenemos que hablar”, te puedo asegurar que me preocupo, por mucho que todas sus acciones demuestren una absoluta competencia relacional y un perfecta gestión emocional.
Afortunadamente cada vez más autores y ponentes -algunos españoles, es importante señalarlo- buscan ampliar, detallar y aprovechar cada vez mejor este área de conocimiento, que es una de las que enfocan el interés de los investigadores. Gracias a la ciencia de base sabemos más cada día y es una afirmación poco arriesgada el decir que en unos años todo lo que sabemos ahora nos parecerá rudimentario e incompleto ¡¡Pero es lo que tenemos en este momento!!
Las relaciones sociales implican moverse entre tres tipos de fases comunicativas: las ostensivas (objeto actual de mucho interés científico, de hecho la palabra ostensivo es una castellanización del término inglés ostensive, que hubiera debido traducirse más tradicionalmente como ostentoso), las normalizadas y las económicas. Y el significado de cada una de ellas en cada nivel relacional, y en cada momento nos aporta mucha información, permitiéndonos evaluar la mejora o empeoramiento de la relación, tanto en ese momento, como en su conjunto.
Fases ostensivas
Se caracterizan por el (1) uso de señales ostensivas, (2) atención intensa y continuada en la interacción relacional, existencia de (3) tensión social mantenida y (4) emocionalidad alta.
Las fases de comunicación ostensiva muestran la intencionalidad y capacidad del perro para entenderse con otros perros, y son determinantes para el éxito en las relaciones casuales y excepcionales.
Las fases ostensivas son necesarias (A) al interactuar con un sujeto ajeno al grupo social, pero al que se le reconoce como sujeto social, (B) en momentos de conflicto, sean dentro o fuera del grupo, (C) en momentos de reencuentro con sujetos pertenecientes al grupo social, ya sea en relaciones familiares, ya sea en relaciones cotidianas, y durante (D) la realización de actividades coordinadas con cualquier tipo de sujeto social, pertenezca o no al grupo social del perro.
Las fases de comunicación ostensiva tienen la función adaptativa de maximizar la emisión y recepción de información en aquellos momentos en los que resulta crítica, por ello su aparición en otros momentos o su desaparición en ellos determina su significado en la gestión relacional.
Cuando un perro no muestra fases de comunicación ostensiva en momentos en los que debiera mostrarla, como al conocer a otro sujeto, la gestión relacional es mejorable. Esto serviría, por ejemplo, para saber que un perro que al ver un gato se lanza a perseguirle no le está viendo como un sujeto social.
Algunos perros no podrán hacerse jamás amigos de otros de su sexo sin que exista problema relacional alguno, un perro socialmente sano quizá termine peleándose con otros de su mismo sexo, pero antes aparecerá una fase de comunicación ostensiva, si no es así debemos sospechar que su capacidad de gestión emocional y/o relacional es insuficiente.
Hemos hablado de la función de las fases ostensivas, hablemos ahora de los objetivos. Porque maximizar la comunicación tiene un objetivo: lograr coordinarse de algún modo.
Así las fases ostensivas tienen varias etapas:
Comunicación ostensiva descoordinada o de búsqueda de coordinación
Cuando dos perros que no se conocen bien, típicamente en relaciones excepcionales y casuales, se encuentran normalmente mantendrán mucha atención en el otro y empezarán a emitir señalética social ostensiva.
Cuando esto no pasa, no atienden al otro, y/o no emiten dicha señalética podemos intervenir: empleando el modelado con correa, el código de comunicación y/u otros recursos de ITC para enfocar su atención, lateralizándole, y/o ayudándolo a mostrar las conductas de acercamiento competente que hayamos entrenado previamente.
Pero, sea de manera asistida o autónoma, esta primera comunicación entre ambos sujetos es descoordinada, lo que se nota en que no hay un ritmo de intercambio de conductas, sencillamente cada perro suelta las suyas y observa las del otro.
La búsqueda ostensiva de comunicación también se utiliza en relaciones construidas para lograr la atención de otro sujeto que esta lejos o no está atento y con el que se pretende hacer algo.
Comunicación ostensiva de coordinación diacrónica
Si todo va bien en poco tiempo veremos que coordinan las conductas comunicativas de manera diacrónica: es decir uno de los perros realiza algunas señales y justo después el otro le responde con otras. Es como cuando se habla por un walkie-talkie, se comunican por turnos.
Esta es quizá la etapa que requiere más ayuda externa para ser exitosa, porque en los perros existe tal variedad de carácter, morfología, niveles de actividad… (como decíamos en este artículo) que no resulta fácil: un perro muy nervioso puede emitir demasiado rápido para que uno tranquilo siga su ritmo al hacer turnos, uno grande puede no reconocer que otro pequeño ha respondido a su señal, y algunos tienen una expresividad limitada por características morfológicas que pueden llevar a que el otro no reconozca la comunicación o la malinterprete, un bulldog al respirar puede hacer pensar a otros perros que gruñe, y, además, los perros braquicéfalos tienen la necesidad de acercarse frontalmente, porque al lateralizarse no pueden ver al otro sujeto por la disposición de sus ojos en un plano frontal.
Los perros tienen herramientas muy buenas para comunicarse, pero la selección de extremos –actividad/tranquilidad, gigante/toy, braquicefalia.. – lo complica mucho. La mayor asistencia que podemos prestar a los perros cuando encuentran a un congénere que no es conocido es ayudarles a conseguir comunicarse en turnos coordinados: modélale para que espere y atienda a la comunicación del otro, ayúdale a iniciar la suya en el momento adecuado para que aprenda el ritmo de los turnos…
Esto también aparece en relaciones ya construidas cuando surge un conflicto por algún motivo, es la forma de ritualizar el desacuerdo, empleando señalética ostensiva, señales de amenaza, apaciguamiento y frecuentemente ambiguas, que muestran el nivel de enfado o incomodidad, así como la persistencia de la postura del perro sobre el asunto, con un mínimo riesgo
Comunicación ostensiva de coordinación sincrónica
Cuando han establecido turnos los perros han alcanzado un punto muy importante y difícil, la comunicación coordinada, pero no su punto máximo.
Ahora verás que empiezan a sincronizarse, es decir que las comunicaciones son continuadas y ya no podemos diferenciar con claridad los turnos. Es como un baile, en el que quizá uno lleva, pero el otro responde de manera inmediata y se mueven como si estuvieran unidos, en armonía.
En esta etapa no puedes ayudar al perro directamente, pues cualquier elemento externo romperá el ritmo de la sincronía, pero sí puedes facilitarlo indirectamente: llevando cansado al perro o haciendo un espacio de calma antes de la interacción si sabes que es muy nervioso y eso le dificulta comunicarse, trabajando mucho el espacio de juego si sabes que le cuesta sincronizar… Pero antes o después, no durante la etapa de coordinación sincrónica.
Cuando llega allí tiene que pilotar él la nave, es el momento de que le dejes la dirección al perro.
Trabajar la gestión relacional en las fases ostensivas.
Es muy importante señalar que las fases ostensivas que se prolongan muestran que existe un problema, aunque los perros muestren coordinación sincrónica, la coordinación no es el fin, sino un medio. No se comunica para comunicar, se comunica para entenderse respecto a algo, para llegar a algún tipo de acuerdo sobre lo que genera el conflicto, sea la aceptación del otro perro en relaciones casuales y excepcionales, sea la propiedad de un recurso o el seguimiento de una norma en relaciones cotidianas o familiares.
Por eso durante estas fases es normal que aparezca señalética de amenaza, no sucede nada mientras se llegue a un acuerdo final, lo que veremos en que disminuyen las señales ostensivas. El baile ha superado el crescendo y se desliza con suavidad hacia su final.
Cuando tras lograr una comunicación coordinada y eficaz no se pasa a una fase moderada o económica es que los perros no están llegando a ningún acuerdo, y existe un alto riesgo de conflicto: es como cuando dos personas que se acaban de conocer empiezan a disentir radicalmente en política, eso sí con la máxima educación, si vemos que no deciden abandonar el tema o relajar la comunicación tarde o temprano romperán a pelear: porque están poniendo lo máximo de su parte, pero no pueden llegar a ningún acuerdo. Eso mismo sucede con los perros.
Si ves que una fase ostensiva no lleva al entendimiento y cada vez aumentan más las señales ostensivas de amenaza, puedes decidir retirar al perro de la situación. Lo que es sencillo si estás en un aula relacional, posible si ambos perros llevan bozal, pero muy complicado en otros casos, porque la ruptura de la comunicación podría precipitar una pelea. Para minimizar el riesgo debes tener construido un trabajo de modelado con la correa de calidad, para que el perro genere emociones positivas al modelarle y se reenfoque con facilidad. Pero claro, eso debe hacerse con ambos perros si no has tomado medidas de seguridad o trabajas fuera de un aula relacional.
La decisión de romper una comunicación coordinada porque no llega a ningún sitio y aumenta el riesgo de pelea es complicada, algunos perros emplean más tiempo que otros en esta etapa y tienen expresiones comunicativas más vistosas que otros. Recuerda que lo determinante no es que aparezca el conflicto, y con él la señalética de amenaza, sino que, una vez que aparece, las señales se vayan haciendo más o menos exuberantes y frecuentes.
Fases normalizadas
Porque si los perros llegan a algún acuerdo verás que todo parece empezar a aflojarse, siguen comunicándose, pero la tensión desaparece y es sustituida por fluidez y naturalidad.
Es una broma habitual decir que una relación no es seria hasta que puedes dejar de meter tripa y eso es lo que sucede en las fases normalizadas, que el perro empieza a ser él mismo con el otro perro. A ser como es en el día a día, a relajarse y a normalizar la relación.
Las fases de comunicación normalizadas muestran el éxito relacional, y son el evaluador directo más importante del estado óptimo de los perros respecto a la dimensión social cuando está junto a otros perros.
En este video Semi, pastor alemán adulto, y Ak, kelpie australiana cachorra, (ambos de José Ramón Tormos Oliver) muestran una fase normalizada de comunicación, la más frecuente en interacciones relacionales dentro del grupo familiar, coordinándose para jugar sin necesidad de ostensión, pese a la presencia de varios recursos valiosos (un hueso de morder y un juguete):
En las fases normalizadas estamos en un punto medio: aparecen tanto (1) señales ostensivas, como (2) señales económicas o sutiles, pueden tener (3) interacciones intensas y continuadas, pero (4) pueden desconectarse de ellas y atender a otras cosas que surjan, la (3) tensión social puede no aparecer o, si lo hace, es ocasional, la (4) emocionalidad es media o alta, pero principalmente de valencia positiva.
Las fases normalizadas son necesarias (A) para jugar y operativizar el afecto dentro del grupo social, (B) para desarrollar las capacidades y ajustes necesarios para las acciones cooperativas.
Las fases normalizadas tienen la función de mejorar las relaciones afectivas, hacerlas deseables, ajustarlas y potenciar la capacidad de acción coordinada de los integrantes de un grupo social.
Aquí se repiten las posibilidades de comunicación coordinada diacrónica y sincrónica (la búsqueda de coordinación siempre implica una fase ostensiva), pero ahora no son etapas progresiva, sino diferentes formas de relación normalizada que buscan diferentes fines.
Fases normalizadas de coordinación diacrónica
Muchas veces los perros buscan interacciones secuenciales, por turnos, como al jugar a perseguirse. De hecho, la coordinación diacrónica normalizada es la manera más frecuente de ajustar el comportamiento propio a cada interlocutor, como al jugar: tú haces esto, yo hago esto.
Porque todos somos un poco diferentes con cada una de las personas que queremos: más gansos, más cuidadosos… todo eso, ese ajuste fino, se logra con las fases normalizadas de coordinación diacrónica.
Fases normalizadas de coordinación sincrónica
La coordinación sincrónica normalizada es mucho menos usual en perro “de casa”, porque la capacidad de coordinación sincrónica fuera de los momentos de tensión suele estar relacionada con el éxito en actividades cooperativas, como la caza, donde los comportamientos deben ajustarse entre sí casi simultáneamente para lograr los objetivos.
Sin embargo, la coordinación sincrónica normalizada, es, como decíamos al principio del libro, la base de nuestros protocolo de adiestramiento deportivo, uno de los tres explicados en el próximo volumen de la colección, y hemos comprobado que cuando los perros trabajan sistemática y repetidamente a través de coordinación sincrónica, después tienden a hacer más juegos de coordinación entre sí.
Cuando las fases normalizadas se repiten hacia el otro sujeto termina siendo aceptado como relación cotidiana, y, por cierto, nos dejaría de servir como figurante para mejorar las capacidades de comunicación ostensiva del perro. Y recordemos que para mejorar lo que hace nuestro perro cuando se encuentra con uno desconocido eso es justo lo que debemos seguir trabajando, nuestro objetivo no es que el perro se haga amigo del figurante, sino que mejore sus capacidades al encontrarse con otro sujeto social que no es parte de su grupo. A veces los árboles no dejan ver el bosque, y se considera un éxito que el perro se haga amigo de un perro figurante, si eso no tiene trasferencia a la situación relacional en la que era incompetente no es gran cosa.
Fases económicas
Se caracterizan por la (1) escasez de señales, el uso principal de (2) señales económicas, (2) atención escasa y discontinua en la interacción relacional, (3) ausencia de tensión social y (4) estados emocionales de calma.
Las fases económicas muestran la capacidad del perro de compartir tiempo y espacio de manera normalizada con otros perros, y son los evaluadores directos más claros para determina el éxito en relaciones entre perros que deben compartir espacio de manera frecuente.
Las fases económicas son necesarias (A) después de acciones coordinadas exigentes con los miembros del grupo, (B) después de situaciones de gran tensión emocional y/o relacional, entre las que entrarían el aprendizaje, las sesiones de avance para mejorar la gestión emocional o relacional y las fases ostensivas, (C) en momentos de malestar o agotamiento físico.
Las fases económicas tienen el objetivo de lograr estabilidad relacional, eliminar la entropía, promover la restauración física y emocional del perro y permitir la introspección dentro del grupo social, componentes necesarios para la salud relacional y el éxito a largo plazo de los grupos.
Como mencionaba antes, el tiempo en común, relajados, es el más importante, quizá es el elemento más característico y diferencial de las relaciones más cercanas (y no solo en los perros). Pero esto puede llevar a una mala interpretación sobre qué es una fase de comunicación económica, porque todo ese tiempo en común relajados que pasamos con nuestros perros en casa son fases económicas, pero nos las únicas fases económicas que existen.
También pueden aparecer en relaciones fuera de la familia, y con las mismas características y objetivos. Cuando los perros no se hacen caso entre sí en el parque, o cuando un perro acepta a otro, pero no le cae muy bien y no desea interactuar con él, se dan fases económicas. Ese perro que ignora a otro mientras están en el parque esta en una fase comunicativa económica. Fíjate que sirve para lo mismo que dentro de casa, estabilidad relacional, recuperación después de una fase ostensiva, evitar la tensión dentro del grupo…
De hecho para mí los perros más competentes relacionalmente son aquellos capaces de tener una comunicación económica con aquellos sujetos con los que, por diferentes motivos, no pueden normalizar una relación íntima. Puesto que les permite convivir eficazmente y sin generar tensión social con individuos que no les resultan afines.
A veces sí podemos ayudar a los perros a entrar en fases económicas, cuando después de una comunicación ostensiva eficaz vemos que no hay feeling y que no van a conectar más allá de tolerarse, podemos facilitar el paso a una fase económica dando un paseo en lugar de quedarnos quietos o modelando suavemente, lo justo para ayudarles a terminar el proceso de desatender al otro perro.
Resumiendo…
Para hacer intervenciones comportamentales destinadas a mejorar las capacidades relacionales de los perros debemos conocer las diferentes fases comunicativas, ostensivas, normalizadas y económicas, así como la evolución de la coordinación comunicativa. No hay comunicaciones buenas o malas, sino eficaces o ineficaces, y eso debemos reconocerlo en que tipo de señales y qué nivel de coordinación muestran en cada momento y a lo largo de nuestra intervención que, en buena medida, se basará en facilitar por diferentes medios el éxito comunicativo.
La variedad y adecuación de los perros con los que trabajemos será un factor muy relevante, porque en muchas ocasiones se hace necesario ayudar al perro a gestionar el encuentro con diferentes tipos de perros: muy activos, muy pequeños… todos aquellos grupos que comparten características comunes que nuestro perro interpreta con más dificultad, o para lo que emite menos competentemente.
Cuando un perro aprende a relacionarse mejor, por ejemplo, con perros braquicéfalos, que bufan al respirar y se acercan tiesos y frontales, no necesariamente podrá transferir lo aprendido a perros nerviosos, que no son capaces de esperar a que él les responda para seguir enviando información. En el primer caso es muy posible que se requiera ayuda en la búsqueda ostensiva de coordinación, mientras que con los nerviosos debemos centrarnos primero en facilitar que establezcan turnos de relación y después que estén físicamente preparados para sincronizarse, por ejemplo cansando o calmando al más activo antes de ir al aula relacional.
Los mamíferos sociales tenemos que aprender cómo afinar, ajustar y complementar con aprendizaje nuestras tendencias innatas de sociabilidad para que lleguen a ser útiles. Esto se vuelve crítico si nuestras necesidades de competencia social deben servir para conectarnos eficazmente con múltiples sujetos que no forman parte de nuestro entorno familiar cotidiano y se suman necesidades de trato diferenciado por otros factores. A nosotros nos pasa no personas de otras culturas, entornos laborales y/o culturales, ideas políticas…
A los perros también: el dimorfismo extremo, con tamaños brutalmente desiguales, puede hacer difícil que un gigantesco dogo alemán y un minúsculo terrier de Yorkshire intercambien una señalética clara,o cómoda y segura para ambos. También los cambios de expresión y, consecuentemente, de comunicación debidos a características físicas lo complican: los perros braquicéfalos tienen que mirar de frente y su jadeo roncante puede parecer un gruñido, ambas cosas peliagudas para iniciar una relación. Y hay muchas más, como el enmascaramiento de acciones de comunicación que sufren los perros peludos y los de pellejo colgante… Todo ello vuelve falsa a nivel práctico la idea de que son suficientes los innatismos relacionales, aunque fuera correcta a nivel conceptual: los perros, como nosotros, deben hacer muchos esfuerzos para pulir sus competencias relacionales de modo que resulten eficaces para todo lo que esperamos de ellos. Y no pueden hacerlo por sí mismos, hay que ayudarles (recordemos que la autonomía es el fin, no el camino).
Una de las cosas que resultan importantes a la hora de aumentar/ajustar nuestras capacidades relacionales es el dónde.
Cuando trabajamos para ayudar a algún perro (o a varios de ellos) a relacionarse competentemente con otros el lugar, el espacio físico, en el que lo hacemos es importante.
Una de las mejores maneras de minimizar los riesgos y maximizar los resultados de estos trabajos es disponer de un espacio diseñado para facilitar el avance relacional, en EDUCAN hemos desarrollado uno específico, que nos ha permitido llegar a otro nivel de resultados y seguridad: las aulas de gestión relacional.
La idea surgió cuando vimos que en muchos centros caninos, residencias, protectoras… perros poco compatibles eran capaces de terminar comunicándose cuando estaban en jaulas contiguas. Sin embargo, esto no siempre sucedía, estudiamos las diferencias y encontramos cuáles eran los elementos que facilitaban y cuáles los que dificultaban que los perros que se encontraban a ambos lados de las vallas se comunicaran eficazmente y aprendieran a convivir.
- Facilitaba la aceptación social que la valla fuera rígida y no elástica, porque al no ceder cuando en un momento de tensión uno de los perros la empujara, aportaba seguridad: no podían producirse situaciones en las que uno de los perros sintiera físicamente que el otro se le echaba encima.
- Facilitaba la aceptación social que el largo de la valla en común permitiera a los perros pasear y moverse en paralelo a ella, pudiendo interactuar lateralmente mientras veían por completo al otro perro. Es evidente que las vallas cortas no facilitan los primeros contactos en los que los perros suelen usar todo su cuerpo, lateralizarse al máximo y moverse con cuidado.
- Facilitaba la aceptación social que, en caso de tensión o conflicto, pudieran separarse de la valla lo suficiente como para que el otro perro quedara fuera de su distancia crítica. Así, si un perro se ponía agresivo o abrumador, el otro podía alejarse lo suficiente como para mantener una emocionalidad saludable.
- Pero además descubrimos que ver a otros sujetos en espacios separados y sin una valla compartida, permitía a muchos perros estar tranquilos y dedicar tiempo a observar, manteniendo una emocionalidad positiva y autocontrolada, a otros perros que – por diferentes motivos, como la brusquedad, el tamaño o las respuestas de miedo/agresión- causaban reacciones emocionales fuertes al estar directamente al otro lado de la valla.
¿Qué es un aula de gestión relacional?
De acuerdo a todo lo anterior:
Las aulas de gestión relacional son un espacio con el perímetro delimitado y dividido -por una estructura interna de malla rígida y sólida- en distintas áreas cerradas de trabajo, desde cada una de las cuales se puede interactuar con alguna de las otras existiendo para ello la única limitación que implica la separación de malla rígida. Cada área debe permitir la visión de todo el espacio que constituye el aula de gestión relacional. Esto nos permitirá trabajar con diferentes niveles de contacto: solo visual o prácticamente completo, con la única limitación que implican las mallas rígidas interiores.
Las dimensiones mínimas de cada una de las áreas que forman el aula de gestión relacional está en correspondencia con (1) el tamaño del perro que la use y (2) con la ocupación de las áreas de trabajo adyacentes. La longitud de la malla que separa un área de trabajo de otra u otras en las que se encuentra/n otro/s perro/s, debe permitir al perro que la ocupa dar un mínimo de diez pasos a ritmo tranquilo para recorrerla en paralelo, y el ancho del área debe permitir que separemos al perro perpendicularmente de la malla lo suficiente como para que un perro pegado a ella desde el otro lado quede fuera de su distancia de conflicto.
El alto de la malla de separación es más complejo, idealmente dispondríamos de dos aulas con diferente altura: una que sea claramente más alta que la cabeza (no la cruz) del mayor de los perros con los que vayamos a emplearla. En este aspecto es una altura suficiente a nivel universal un metro y medio. Un aula relacional que solo disponga de esta altura es plenamente funcional.
Pero sería perfecto disponer de una segunda aula relacional, con una menor altura, que permitiese a los perros pasar la cabeza sobre la malla de separación. En este caso la malla de separación entre áreas de trabajo ha de ser doble, con un ancho suficiente para impedir que uno de los perros pueda morder al otro al pasar ambos las cabezas sobre las mallas. El objeto de este segundo tipo de aula relacional es permitir otro tipo de interacción visual, desvinculado del elemento de separación, que promueva el deseo de acercamiento tranquilo y controlado.
Para que te hagas una idea: imagínate un campo de adiestramiento vallado y dividido en cuatro por una cruz de malla rígida, es muy importante que sea rígida por lo que vimos antes. La división no tiene porqué ser en cuatro, pero como ejemplo es ideal, porque permite visualizar que en cada área de trabajo el perro podría tener contacto directo a través de la malla con otras dos áreas de trabajo y contacto únicamente visual con la otra, que hace esquina con ella y por lo tanto no comparten valla.
¿Para qué sirven las aulas de gestión relacional?
Las aulas de gestión relacional aportan un entorno física y emocionalmente seguro para que los perros inicien interacciones sociales. La separación de malla rígida, permite que los perros se huelan, contacten y se comuniquen sin la incomodidad y limitaciones expresivas que implicarían otras medidas de seguridad, como un bozal, lo que ofrece el mejor marco posible para recibir y emitir señalética voluntaria e intencional.
El efecto de contactar incluso táctilmente, pero con la interposición de la malla, es óptimo por varios motivos, conceptuales y prácticos:
- En primer lugar, a nivel conceptual evitamos conductas demasiado invasivas o abrumadoras, como ponerse encima del otro perro o golpearle con la pata de manera impertinente, esto modera a los perros bruscos y aporta seguridad a los medrosos o sensibles al comprobar las limitaciones que implica la malla, por el mismo motivo se potencia la búsqueda y aprendizaje de formas de comunicación que no implican contacto brusco, que son las que permiten las circunstancias.
- A nivel práctico las ventajas no son menores, desde el hecho evidente de que podamos dejar a los perros llegar al contacto con la seguridad de que si rompe un conflicto podremos retirarles para disminuir ese tipo de reacción, modelándoles de la correa sin que puedan morderse, lo que sería un motivo suficiente para usar las aulas relacionales, hasta la posibilidad de ayudarles a construir diferentes formas de acercamiento y de respuesta al acercamiento: podemos moverles en paralelo y en el mismo sentido a lo largo de la valla, podemos hacerlo en sentidos opuestos para que haya un acercamiento algo más complicado. Incluso podemos acercarles frontalmente, la manera más tensa de iniciar un contacto, para luego enseñarles a lateralizarse y tomar una cierta distancia cuando eso suceda.
- Por supuesto, la opción de trabajar también en áreas que solo implican contacto visual no tiene menos ventajas: desde ofrecerle a un perro la posibilidad de conocer sin riesgo de confrontación directa a otro, hasta el trabajar con dos perros en contacto tal como se exponía antes, mientras un tercero puede verlo (esto puede requerir más de cuatro áreas), aprender por observación y asociar una emocionalidad segura a todo lo que sucede.
Las aulas de gestión relacional son la manera óptima en todos los aspectos de ofrecer intercambios sociales seguros y educativos a los perros con problemas de este tipo, permitiendo un desarrollo máximo de su competencia social y su capacidad para iniciar y llevar a buen término cualquier encuentro con otro perro (u otro tipo de animal).
En la siguiente secuencia Leko, un vehemente pastor alemán, ayudado por Ancor Cárdenes, que ahora trabaja en EDUCAN, aprende durante nuestro Curso de Adtor. Profesional Avanzado y Técnico en Gestión de Comportamiento COGNITIVO-EMOCIONAL de julio de 2017 (pedazo de curso: tres de l@s alumn@s se han incorporado a nuestro equipo, empatados con el anterior avanzado de Sevilla, que también nos permitió incorporar a tres nuev@s compañer@s a la empresa), cómo dirigirse correctamente a Aka, kelpie acompañada por Jose Ramón Tormos. Les asistimos Estefanía Pérez y yo mismo (mismamente), ambos EDUCANitos de pro.
Leko era muy brusco y físico en los acercamientos, y aunque su señalética era afiliativa resultaba intimidante para muchos perros, en particular los pequeños. A eso sumábamos que si su partenaire se sentía abrumado y reclamaba espacio usando señalética de amenaza Leko fácilmente iniciaba un pelea («¿Me acerco de buen rollo y me gruñes? ¡Ahora te vas a enterar!»). Así que trabajamos en el aula relacional para que se hiciera amigo de varios perros, entre ellos la pequeña Aka, aprendiendo a lateralizarse en lugar de llegar tan frontal como tenía por costumbre en los primeros contactos, a no usar el contacto físico como primera estrategia afiliativa y a modular sus señales en general. Aprendió a graduar múltiples expresiones corporales y empezó -de manera autónoma- a mostrar señalética afiliativa más graduada, sutil y competente de la había usado nunca ¡¡Y le entusiasmó comprobar su éxito, porque Leko eligió seguir haciéndolo y ha logrado iniciar amistad con más perros que nunca en su vida!!
¿Cómo se usa un aula de gestión relacional?
La realización de sesiones de trabajo en la aulas de gestión relacional requieren conocer una serie de normas para optimizarse y evitar algunos problemas potenciales.
En primer lugar algunos perros, en particular los que viven en casas de campo, pueden tener asociados automatismos emocionales y/o respuestas reactivas de agresión o, como mínimo, de sobreactivación, al ver o percibir de algún modo a sujetos al otro lado de una valla. Esto debe contracondicionarse con trabajos de olfato antes de iniciarse las sesiones de avance. Nosotros empleamos unos días para desactivarlos, primero sencillamente sembramos el suelo de comida y después de dos o tres sesiones.. Cuando el perro al entrar al área de trabajo ya se plantea que va a buscar, introducimos (previamente por las normas de fondo y figura) a un perro tranquilo en una de las áreas con las que solo tiene contacto visual. En realidad, esto cumple con un prerrequisito básico del trabajo relacional: construir antes una gestión emocional suficiente y saludable. Los automatismos emocionales y respuestas reactivas relacionadas con los vallados son problemas de gestión emocional que impedirían al perro iniciar una relación competentemente.
Al comprobar que se han desactivado los problemas anteriormente citados podremos iniciar el trabajo específico.
Me gusta particularmente iniciar el trabajo haciendo búsquedas de comida en paralelo en dos áreas de trabajo, porque permite que los perros puedan desconectarse uno del otro y ocupar su cabeza con algo que les centra y estabiliza emocionalmente, permitiendo una buena progresión y ayudando a evitar sobreactivaciones típicas de los primeros contactos. No es secundario, hemos comprobado que cuando un perro afronta una relación excepcional o casual sin excitarse demasiado las posibilidades de que aparezca una pelea disminuyen drásticamente.
Si es posible, prefiero (de nuevo atendiendo a las normas de fondo y figura) trabajar con más de dos perros, nuestra aula relacional – en las fotos se ve- es como la del ejemplo: un cuadrado dividido en cuatro por una cruz, pero esto no limita necesariamente a cuatro el número de perros que pueden estar allí. En una de las áreas de trabajo puede haber dos, tres o más perros que se lleven bien, aumentando el número de figurantes para diluir el enfoque del/los perros con los que trabajamos.
Personalmente me gusta como configuración de inicio la de un grupo socializador tranquilo en una de las áreas, un perro socializador solo en otra de ellas y dos perros en tratamiento en cada una de las dos restantes. Aquí dependerá de los perros concretos en tratamiento el que compartan malla o solo puedan mantener contacto visual. Pero esto es solo una preferencia personal, entiendo que otros colegas prefieran que únicamente haya un perro en tratamiento, aunque solo sea porque no dispongan de personal cualificado para manejar más.
Cuando un perro requiere demasiado apoyo para relacionarse con un perro o tipo de perro concreto (grandes, pequeños, activos…) hacemos varias sesiones en las que ese perro o tipo de perro está en el área que solo permite el contacto visual, para evitar la fijación de automatismos y/o de un nivel de ayuda excesiva, que no permita al perro gestionar el encuentro con autonomía suficiente.
Una de las ventajas que he mencionado es que las aulas relacionales nos dan la posibilidad de no usar bozal, esto es una ayuda importante en los inicios del trabajo, pues el perro está desarrollando sus capacidades para ser competente socialmente y limitar su expresión o el reconocimiento de la expresión de otros lo dificulta, y eso suponiendo que el proceso de habituación/positivización del bozal sea óptimo y no cause otras distorsiones emocionales. Pero trabajar en estos espacios no implica no usar bozales, sino emplearlos en una fase posterior: cuando el perro ya es competente relacionándose con otros dentro del aula relacional, pasaríamos a sesiones que se hicieran en espacios abiertos, y ahí es donde podríamos usar los bozales como medida de seguridad. Haciéndolo de este modo los inconvenientes se minimizan, porque el bozal aparece cuando el perro ya maneja con solvencia la situación relacional, lo que le permite adaptarse a las limitaciones del bozal con facilidad, siendo capaz de interpretar y emitir señalética afiliativa pese al “artefacto”. Este sencillo cambio del momento en el que se emplea el bozal conlleva un mayor nivel de éxito y una disminución del número de sesiones necesarias para alcanzarlo.
Fijaos si nos parece una buena idea…
Por supuesto, las bondades de las aulas relacionales no implican que no pueda hacerse todo el trabajo propuesto fuera de ellas empleando todos los recursos técnicos de los que disponemos, pero si las incorporáis a vuestro trabajo comprobaréis que lo facilita de una manera que no puede imaginarse hasta que se comprueba en carne propia.
Tanto es así que hemos diseñado, y estamos en proceso de patentar, con patente libre of course, un modelo de aula relacional trasportable, que nos permite llevarla con nosotros para usarla en diferentes lugares y modularizarla en cada caso para cada diferente tipo de perro. Así podríamos hacer una de las zonas de trabajo más grande si el perro que la ocupará es enorme y otra más pequeña si sucede lo contrario. Además esto permite ajustarla para que sea montada en diferentes espacios de dimensiones y formas variables.
Recomiendo a todos los profesionales que las prueben, trabajen del modo que trabajen, la seguridad y velocidad en la progresión al usarlas, la ayuda de la que proveen a los perros cambia por completo la manera de entender el trabajo de gestión relacional.
En el mundo del perro solemos leer mal, dejando que nuestros sesgos -y todos los tenemos, pues no puede evitarse- dirijan nuestra opinión en mayor medida que la información que estamos recibiendo. Leemos prevenidos y preparados para entusiasmarnos con los afines y sospechar de lo que dicen quienes trabajan, piensan o, de alguna otra manera, se alinean en/con algo contrario (y en este contexto «contrario» suele ser sinónimo de «diferente») a lo nuestro. Esto, además de generar un ambiente de viscosa precaución y tristísimos frentismos, nos impide aprovechar lo mucho de bueno que hacen otros entrenadores, restringiendo nuestro movimiento a un estrecho cerco de ortodoxia (sea cual sea) que se retroalimenta de sus prejuicios para perpetuarse.
Pero el trabajo en las aulas de gestión relacional es demasiado importante, aporta demasiadas ventajas, mejora demasiado la seguridad y la práctica eficaz deontológicamente correcta como para que no lo pruebes, aunque lo adaptes a tu pensamiento, aunque alguna de las cosas que has leído aquí te parezcan pésimas o aunque el trabajo C-E te resulte absurdo y/o antipático. Si trabajas mejorando las capacidades de relacionarse entre perros, lo hagas como lo hagas, te diría:
… Si crees que deben estar siempre libres, quítales la correa y prueba tu trabajo dentro de un aula de gestión relacional.
… Si crees que hay que trabajar con bozal de manera inequívoca, pónselo y prueba tu trabajo dentro de un aula de gestión relacional.
… Si crees que requieren más ayuda y adiestramiento, ayúdales, entrénales y prueba tu trabajo dentro de un aula de gestión relacional.
… Si crees que esto es lo mismo que hacías al acercar al perro que trabajabas a la valla de los chalets, prueba a hacer lo mismo que hacías en esa situación dentro del aula de gestión relacional.
Y así hasta mil, porque trabajes como trabajes, siempre que sea de manera que logres el éxito, tus resultados y la seguridad del proceso mejorarán al hacerlo dentro de un aula de gestión relacional.
Sólo en EDUCAN…
Las aulas relacionales y los protocolos de gestión relacional, tanto para trabajar en ellas como en cualquier otro escenario en el que sea necesario para ayudar a los perros a llevarse bien solo es una parte de los desarrollos técnicos que encontrarás en nuestro Curso Avanzado.
Si quieres acompañarnos en esta increíble aventura que es ayudar a los perros a relacionarse competentemente de manera segura, ética y sin riesgos, puedes apuntarte al próximo, en abril, infórmate aquí. Y recuerda que en este curso solo hay veinticuatro plazas, si lo tienes claro ¡¡no tardes en apuntarte!!
Empezaré por la noticia: actualizamos por completo nuestro CURSO AVANZADO, el contenido y la didáctica. Y además lo hacemos por primera vez en España fuera de Madrid. El primer trimestre de 2017 en Sevilla.
Cuando terminé mi libro Tu perro piensa y te quiere anunciamos una actualización relevante de contenidos de nuestro Curso de Adiestrador Profesional y Técnico en Gestión del Comportamiento Canino COGNITIVO-EMOCIONAL.
Creo que los protocolos de adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL y de gestión EMOCIONAL que actualmente se exponen en dicho curso son una de las propuestas más serias, eficaces y ordenadas que existen para convertir en trabajo eficaz los nuevos conocimientos sobre cómo son los perros y cómo aprenden.
En realidad los protocolos de gestión EMOCIONAL que explicamos pertenecen a mi próximo libro, que me alegro de anunciar que termino este mes (por fin) y cuya labor de edición empezará en febrero, a mi vuelta de Argentina. En él concreto cómo podemos intervenir a nivel práctico en la conducta de los perros para que gestionen correcta y eficazmente tres cosas: sus EMOCIONES, sus RELACIONES CON OTROS SUJETOS y su ENTORNO OBJETUAL.
O sea, además de los protocolos de GESTIÓN EMOCIONAL, que ya explicamos en nuestro curso actual, el nuevo libro también incluye protocolos de GESTIÓN RELACIONAL y protocolos de GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL.
- La gestión RELACIONAL o gestión del ENTORNO SOCIAL está referida a cómo relacionarse con perros, personas u otros sujetos sociales. Hacerse amigo de otros perros mientras pasea suelto por el parque o pelear con ellos, aceptar al gato de casa o perseguirle por todo el salón cuando estamos en el trabajo, recibir adecuadamente a las personas que nos visita o conoce… Todo lo que implica relacionarse (bien 🙂 🙂 ) con otros. Con este protocolo, en una «clase extra» de menos de una hora, el año pasado logramos que una perra que llevaba años queriendo «comerse» a un hurón con el que vivía se acercase amigablemente y le olfatease.
- La gestión del ENTORNO OBJETUAL es todo lo que el perro hace en la casa o durante su paseo y no está causado por problemas emocionales, como pudiera ser abrir basuras, meterse en el barro a retozar, robar comida o adoptar lugares de descanso o evacuación que no sean adecuados. También escapar del jardín o destrozar las plantas, si no tienen su origen en un problema emocional, pertenecerían a este ámbito. Los perros no solo responder a estímulos, y los asocian a conductas. Tienen objetivos mentales y anclajes motivaciones que dirigen su conducta.
La clave de la diferencia de enfoque está en que en trabajo cognitivo-emocional no consideramos que la conducta, social u objetual, pueda ser única o principalmente una respuesta ante un estímulo, sino que la conducta puede y suele ser una acción prospectiva para alcanzar un objetivo que va más allá de los estímulos presentes en el entorno, estableciéndose entre conductas y estímulos relaciones prospectivas, que harán que los estímulos, contextos o situaciones permitan al perro hacer una previsión de qué objetivos de su interés podrá alcanzar y cómo hacerlo. Los perros tienen objetivos mentales que buscan lograr, las conductas que llevan a cabo son una forma de intentarlo, la clave está en ayudarles a crear los objetivos correctos y lograrlos de la manera adecuada, no en las conductas. Pero de esto ya hablaremos en muuuuchos posts de ahora en adelante.
Ahora lo importante es que aprovechamos la incorporación de estos nuevos protocolos para cambiar en profundidad nuestro CURSO AVANZADO.
Porque además de cambiar los contenidos cambiamos la manera de enseñarlos: incorporamos las mejores, las más eficaces novedades de la didáctica cognitiva… para personas 😉 😉
Un sistema inmersivo, interactivo y exigente, en el que los roles de profesores y alumnos se diluyen y mezclan para empoderar al alumno de los nuevos conocimientos, para que les resulte natural y sencillo lograr resultados en “la vida real” desde el primer minuto.
Y lo sacamos por primera vez de Madrid.
La presentación y primera impartición de este nuevo modelo de Curso Avanzado, del que tengo la suerte de ser uno de los profesores, se realizará en Sevilla, el primer trimestre de 2017. Después, en el segundo trimestre, se hará en Madrid.
No se parece a lo que has aprendido hasta ahora.
No se parece a cómo has aprendido hasta ahora.
Of course, tenemos en cuenta a aquellos de nuestros alumnos que ya han realizado el Curso Avanzado:
Quienes lo hayáis hecho con los manuales Actividades Grupales y Gestión del ENTORNO OBJETUAL, tendréis la posibilidad de recibir gratuitamente on-line el módulo temático Gestión RELACIONAL. También podréis acudir presencialmente al seminario específico sobre este tema, en el que grabaremos la actualización, con un precio simbólico. Los alumnos anteriores del Curso Avanzado han visto un temario demasiado diferente para que se pueda solucionar el «salto» con un seminario, por ello tendrán un descuento especial (y enorme) para que vuelvan a realizar el curso completo en el momento en el que deseen.
#nadasepareceaEDUCAN #descubrealosperros #diquequieresunarevolucion #EDUCANlaterceravía
«…Si tratas a tu perro solo como una máquina de estímulo-respuesta, no es justo para el perro, y no obtendrás resultados óptimos…» K.K.
Kurt Kotrschal, director del Wolf Science Center en Austria, estuvo en España, invitado por Aarón Sánchez y Luis Souto, e impartió en las instalaciones del Instituto Tecnológico EDUCAN uno de los seminarios mas “explosivos” y revolucionarios que un científico del comportamiento haya realizado jamás en España.
Sus ideas eran tan poderosas, tan independientes de los lugares comunes habituales en el mundo del perro, que tuvimos que hacerle una entrevista 😉 😉 . Es raro que un científico esté tan dispuesto a posicionarse con claridad y firmeza en prácticamente todos los temas candentes para los adiestradores, Kurt no solo está dispuesto, sino que considera que debe hacerlo.
Kurt dijo en el seminario, y luego nos amplió al entrevistarle, cosas tan sustanciosas como que la dominancia existe en las relaciones sociales de los perros, incluyendo las que tienen con nosotros (pero nada tiene que ver con el maltrato), que la castración sistemática no es ética, que los perros y los lobos tienen diferencias sustanciales a nivel de aprendizaje, pero también similitudes..
Colgamos varios artículos y cortes de la entrevista con algunas de estas bombas conceptuales, que fueron muy visitados y comentados. Generando debates acalorados, revisiones críticas de lo que creíamos saber, puestas en común de diferentes puntos de vista al respecto…
En el mundo del adiestramiento, donde nos movemos demasiado entre el seguidismo acrítico y el linchamiento feroz, pocas veces se ha visto un intercambio entre posturas tan amplio y constructivo como el consecuente con la publicación de las ideas de Kurt. También fue un debate muy internacional, llegaban opiniones y análisis desde todos los países castellanoparlantes.
Hoy colgamos, por fin, la entrevista completa. Y quienes la veáis comprobaréis que los cortes que anticipamos eran solo la punta del iceberg de las ideas y reflexiones de uno de los científicos que mejor saben en qué se parecen y en qué se diferencian los perros y los lobos.
Kurt es uno de los científicos más valientes a la hora de opinar y adoptar una postura pública sobre temas que otros pasan de puntillas para no molestar a nadie. Pero sabe que solo molestando a los que quieren silenciar los debates, a los que quieren dividirnos en buenos y malos, es como se promueve el pensamiento crítico, el pensamiento científico. Gracias por eso.
#descubrealosperros #entrenarperrosesotracosa #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL
Estamos probando un nuevo formato para los posts más técnicos, para esos conceptos necesarios para hacer trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL de calidad. Y es ofrecer, además de mi típico texto laaaaaargo como el horizonte, un pequeño extracto de lo fundamental en video.
Así que, lo primero, os dejo un video cortito donde expongo y explico este mismo tema:
Y a partir de aquí el post, que es un extracto de mi próximo libro 🙂 🙂 🙂
Una diferencia fundamental de nuestra propuesta es que consideramos que el perro al generar la mayoría de las conductas tiene unos objetivos mentales, por ello centraremos nuestro trabajo sobre dichos objetivos y no únicamente sobre la conducta que muestre para alcanzarlos.
El concepto de refuerzo referencial es fundamental en nuestra propuesta y debemos refrescarlo:
Aprendizaje REFERENCIAL
Un refuerzo referencial es aquel que no solo es consecutivo, simultáneo o previo a la conducta del perro sino que además es concordante con dicha conducta de manera directamente causal, guardando refuerzo y conducta una correspondencia lógica directa -sin necesidad de aprendizajes voluntarios previos- que es perceptible por el aprendiz en el momento de iniciar su actuación y que la dirige.
El reforzamiento referencial, consecuentemente, es el proceso en el cual una conducta prospectiva aumenta su probabilidad de aparición, intensidad o frecuencia por alcanzarse un objetivo prefigurado.
Quien observe cómo un perro busca la manera de abrir un cubo de basura tiene un buen ejemplo de refuerzo referencial, el perro tiene claro que la “comida” que obtiene está directamente causada por su conducta. Alguien podría objetar que el olor es lo que le da la pista ¡pues claro! Eso es lo que quiere obtener. Igual que al enseñarle comida en nuestra mano, pero en un caso puede proyectar cómo obtenerla, levantando la tapa, y en el otro le sería imposible proyectar que será la conducta de, por ejemplo, tumbarse, la que «abrirá» la mano. En el caso del cubo la comida es un refuerzo referencial, pero no lo es en el caso de la mano.
Cuando los perros pequeños o los cachorros se esfuerzan por acceder a nuestros cómodos sofás o camas nos muestran lo poderoso, adaptable e inteligente que resulta el comportamiento motivado por un refuerzo referencial: cambios de estrategia, adaptaciones, nuevos enfoques… la conducta está todo el rato sirviendo al objetivo mental de llegar arriba, por eso es tan persistente, plástica y eficaz. Porque lo importante no es la conducta, sino el objetivo mental.
También existe, por supuesto, castigo referencial que, de modo equivalente al refuerzo, además de la cercanía con la conducta a la que se asocia, tiene una relación directamente causal, teniendo también castigo y conducta una correspondencia lógica directa perceptible por el aprendiz.
Cualquiera que haya visto a un cachorro abordar la situación de bajar una escalera no tendrá duda de cómo proyecta en su cabeza el riesgo, el castigo, que implica hacerlo sin tener cuidado. La caída está prevista en la cabeza del perro como castigo referencial ante la falta de eficacia al intentar bajar el escalón, por eso el cuidado, la atención, la medida de sus movimientos…
Aprendizaje CIEGO o PSEUDOSUPERSTICIOSO
Habitualmente en adiestramiento no usamos demasiados refuerzos referenciales, puesto que la aparición de comida de nuestra mano después de sentarse o de realizar alguna otra habilidad no tienen ese valor referencial. El perro inicialmente no puede prever que sentarse le llevará a conseguir comida, como sí lo hace cuando abre el cubo de la basura, claro ejemplo de referencialidad. A este tipo de refuerzo que adquiere su valor y se vincula a la conducta por asociación, pero no tiene carácter prospectivo, lo llamamos refuerzo ciego o pseudosupersticioso.
Los refuerzos ciegos o refuerzos pseudosupersticiosos son aquellos que no tienen una relación causal previsible y directa con la conducta y por ello no pueden ser percibidos como referenciales, sino que inicialmente solo se correlacionan con la conducta, adquiriendo su valor reforzante respecto a dicha conducta posteriormente por asociación.
El que aparezca un click y una comida que no estaba presente en el entorno tras sentarse es un ejemplo típico de refuerzo ciego, la conducta de sentarse, frente a la de abrir el cubo de basura, no tiene una relación causal directa con obtener comida: es más similar a realizar una danza de la lluvia esperando influir a una deidad para que nos conceda la lluvia.
De manera simétrica los castigos ciegos o castigos pseudosupersticiosos son los que no tienen relación causal directa previsible con la conducta, sino que se correlacionan con ella adquiriendo su influencia sobre ella por la probabilidad estadística de su aparición conjunta.
Uno de los grandes problemas de los sistemas de castigo remotos, que generan un estímulo desagradable o aversivo al perro cuando se pulsa un botón, es la falta de referencialidad. Al no poder el perro proyectar qué causa el estímulo desagradable su nivel de estrés sube enormemente y existen riesgos de generar problemas emocionales por este motivo. Algo completamente diferente a la situación del cachorro cuando tropieza al bajar las escaleras, que sabe muy bien qué ha sucedido y que de inmediato será capaz de modificar su conducta para evitar que suceda de nuevo.
La denominación pseudosuperticioso se debe a que el refuerzo se vincula con la conducta inicialmente porque se correlaciona con ella, sin ser causal, que es la manera en la que se produce el aprendizaje supersticioso: asociamos algo con una consecuencia sin que realmente sea su causa, como al sucedernos algo malo podríamos vincularlo con que antes hemos pasado bajo una escalera o al sucedernos algo bueno pensar que es porque llevábamos determinado sombrero y empezar a considerarlo nuestro “sombrero de la suerte”, esto es lo que les sucede a muchos deportistas que usan diferentes amuletos/prendas de la suerte porque al llevarlas en alguna ocasión les salió muy bien la jornada.
Vemos que no existe relación causal directa e inevitable entre la conducta y el refuerzo, somos nosotros los que la generamos arreglando la aparición del refuerzo ciego de manera que se vincule a la conducta. Por eso la denominación de pseudosupersticioso, porque nosotros generamos que el refuerzo adquiera un valor causal para el perro arreglando que aparezca correlacionado sistemática y regularmente con la conducta, el perro aprende que tiene valor causal, pero no puede preverlo como sí sucede desde la primera vez con la conducta de abrir la basura.
Los refuerzos ciegos o pseudosupersticiosos no tienen valor para el diseño de tareas, para la gestión prospectiva del entorno, salvo que sea de manera secundaria, pero no pueden constituir el objetivo principal que busque el perro con su conducta. Aunque sí serán, en su medida, necesarios y útiles para el adiestramiento.
¿Qué hacemos con todo esto?
Cuando buscamos que el perro cambie la manera de alcanzar un objetivo prefigurado debemos plantearnos localizar los refuerzos referenciales que activan dicha conducta y cambiarlos, por ejemplo: si la referencia para estar cómodo es el sofá, no trabajaremos únicamente sobre la conducta de subirse, sino que introduciremos nuevos elementos de referencia como una cómoda colchoneta.
Los refuerzos y/o castigos deben diferenciarse nítidamente según la capacidad de prospección y control, de empoderamiento, del entorno que le aportan al perro, porque afectarán a su manera de ver el mundo, de sentir que lo comprende, más allá de su efecto sobre la conducta.
El aprendizaje referencial potencia la capacidad de prospección del perro y le aporta control del entorno.
El aprendizaje mediante refuerzos y castigos ciegos merma la capacidad de prospección del perro y le vuelve reactivo al entorno.
No parece que usar única o principalmente refuerzos ciegos al intervenir en el comportamiento sea una buena manera de ayudar al perro a sentir que conoce, comprende y controla el mundo que habita, más bien parece dejarle en una situación de dependencia respecto a nosotros, de habitar un lugar con normas imprevisibles dictadas por dioses bondadosos o severos, según sea el tipo de refuerzos y castigos ciegos que empleemos. Una forma de intimidar a su mente para que se retraiga, para se sienta insuficiente para gestionar un entorno ilógico e incomprensible, de necesitar el aprendizaje asociativo para dar el mínimo paso. Y después de romperles la prospección diremos que son «adorables cabezas de chorlito que aprenden solo por asociación».
Aprende a usar refuerzos referenciales y regálale el mundo a tu perro.
#descubrealosperros #tuperropiensaytequiere #entrenarperrosesotracosa #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL
EDUCAN acaba de poner en marcha el primer laboratorio de España dedicado exclusivamente a la medición de marcadores fisiológicos (cortisol, oxitocina, serotonina, dopamina…) de la influencia en la calidad de vida de los perros de las diferentes acciones que las personas realizamos con ellos, en particular al entrenarlos, educarlos o emplearlos en tareas de asistencia, utilidad o en prácticas deportivas.
EDUCAN se convierte así en la primera y única empresa de adiestramiento y educación canina del mundo que cuenta con instalaciones de investigación química (principalmente) propias para comprobar de manera 100% objetiva la incidencia del adiestramiento en el bienestar y en las posibilidades de los perros de ser felices.
Esto ha supuesto una inversión enorme de recursos, de hecho la práctica totalidad de nuestros beneficios de los últimos años ha ido destinada a montar tanto este laboratorio, como nuestro centro de investigación del comportamiento. Las dos estructuras que sostienen el inicio de nuestra labor de estudio y validación objetiva de la eficacia y seguridad de las diferentes intervenciones que hacemos sobre el comportamiento de los perros.
Antes de exponer lo que se puede lograr con este laboratorio, así como de explicar el porqué de abrirlo, quiero agradecer a los miembros del equipo de EDUCAN por preferir unánimemente que toda nuestra inversión fuese a dotarnos de estas estructuras de investigación y no al beneficio personal de los miembros del equipo. Se han, nos hemos, apretado el cinturón a cambio de obtener un conocimiento real, objetivo y consistente sobre cómo resultan de eficaces y de beneficiosas para los perros las técnicas que empleamos para educarles.
Y ahora sí, explicaré la relevancia y necesidad de estas instalaciones en detalle, por lo que no será un texto corto.
En la educación canina se han instalado dos falsos profetas que están intoxicándonos e impidiendo el avance colectivo y la comunicación honesta entre profesionales.
- Los resultadismos, que consideran admisible toda forma de práctica profesional que logra los objetivos conductuales deseados. Esta es una puerta abierta al maltrato, al abuso profesional, a la simplificación excesiva y a la objetualización del perro, en oposición al reconocimiento de su valor como individuo.
- Los buenismos, que hacen grandes declaraciones de intenciones, pero que no concretan de manera objetiva aquellas prácticas que consideran válidas y aquellas que no. Esto da lugar a juicios diferentes sobre prácticas iguales, al sectarismo y a la exclusión, inunda de lugares comunes la profesión y distorsiona los mensajes que reciben los potenciales clientes sobre la profesión, su objetivo y su praxis.
Estas posturas paródicas impiden por completo el desarrollo de una deontología profesional, que es la exposición clara de las prácticas que consideramos eficaces y aceptables en el ejercicio de nuestra profesión y cuáles no.
Dichas prácticas deberían responder a parámetros y criterios que puedan comprobarse y medirse de tal modo que puedan evaluarse objetivamente por parte de un tercero.
La ciencia es la única manera de conocer la realidad que subyace a las diferentes propuestas de tecnología del entrenamiento, por esto en EDUCAN tomamos la decisión de investigar sobre cómo de eficaz es una determinada manera de entrenar y cómo afecta al bienestar del perro, a su acceso a la felicidad.
Cuando empezamos a diseñar nuestro programa de investigación nos encontramos con algunos problemas.
Comprobar la eficacia real de las propuestas de entrenamiento requiere un alto número de perros, demasiadas veces, con voz demasiado alta, esgrimen los resultadistas los éxitos logrados es una única disciplina de adiestramiento, con una única raza de perro, como prueba de su eficacia universal. Esto es ridículo.
La muestra sobre la que debe reposar una afirmación de eficacia debe ser amplia y representativa de todo tipo de perro al que después se le vaya a aplicar. Sin eso no existe prueba real de las bondades de una propuesta de entrenamiento para lograr resultados.
Esta primera dificultad nos exigió crear un lugar dedicado plenamente a la investigación y destinar personal a esta labor, fue algo exigente en recursos, pero que dependía únicamente de nosotros. Fruto de ello nació el Centro EDUCAN de Investigación Desarrollo e Innovación Tu perro piensa y te quiere para el estudio y bienestar animal.
Pero la eficacia de una técnica de adiestramiento o educación para lograr una determinada conducta es insuficiente para validarla como apta para su aplicación, es necesario conocer también qué repercusión tiene dicha técnica para la salud emocional del perro. Y en esto las grandilocuentes afirmaciones buenistas no valen: es necesario demostrar objetivamente cómo afecta cada cosa a los perros para determinar la ética de su uso.
Inicialmente nos parecía que medir esto no sería demasiado complicado, qué pardillos.
Pensamos en medir el ritmo cardíaco como marcador del estrés que generaba cada técnica aplicada, esto sería ideal: medición no invasiva, sencilla y barata.
Descubrimos que existían dos problemas con esta idea.
El primero es que se ha comprobado que el ritmo cardíaco puede ser un dato de apoyo para aportar consistencia a otras mediciones fisiológicas, pero como único parámetro no aporta mediciones ni mínimamente fiables sobre el nivel de estrés.
El segundo problema era más grave, porque era un problema de enfoque. El estrés nos puede hablar de lo “mala” que es una técnica para el perro ¡¡pero no buscamos las técnicas menos malas sino las buenas!! La técnica ideal no es la que resulta eficaz sin dañar el nivel de bienestar del perro, sino aquella que es eficaz e INCREMENTA dicho nivel de bienestar. Necesitábamos marcadores de la mejora del bienestar además de marcadores de su merma.
Además el estrés no es necesariamente malo, muchas de las cosas que más disfrutamos pueden generar estrés, si (1) de manera simultánea aumentan otros marcadores de bienestar y se comprueba que (2) el estrés se disipa rápidamente (un marcador fiable de que estamos ante un estrés “bueno”) podremos considerarlas seguras y saludables.
Además debíamos encontrar formas de medición no invasivas para los perros: la toma de muestras de saliva para medir cortisol (estrés) y oxitocina (bienestar social) eran óptimas.
Peeeero resulta que los laboratorios no están muy por la labor de medir estas variables en nuestros compañeros de cuatro patas, no parece haber demanda suficiente como para que les compense configurar sus máquinas para la medición en perros, ni para destinar a su personal a hacerlo. Encontrar uno que aceptase era difícil y casi parecían hacernos un favor, en estas circunstancias podríamos haber sacado adelante nuestro primer experimento, que empieza esta semana, pero no podíamos garantizarnos la necesaria continuidad que se requiere para lograr objetivos globales de conocimiento y comprensión sobre cómo influyen nuestros actos en el bienestar y la felicidad de los perros.
Así que, reunido con el equipo de trabajo, decidimos que nuestra mejor posibilidad era adquirir nosotros el equipo y montar un laboratorio que nos permitiera hacerlo. Todos estuvieron de acuerdo: los perros nos han dado mucha felicidad, y ahora tocaba invertir en una buena manera para devolverles al menos una parte.
Ya puestos a montar un chiringuito de esta entidad, quienes me conocen lo pueden imaginar 😉 , preferimos no quedarnos limitados a la medición de estas dos sustancias.
Nos hemos dotado también de recursos para medir decenas de parámetros importantes para conocer el bienestar de los perros, como la serotonina, la dopamina, la adrenalina, la noradrenalina… algunas cosas en saliva, otras en orina. También tenemos la posibilidad de medir en plasma diferentes sustancias, aunque de momento no consideramos necesario ni justificado tomar muestras de sangre para ninguno de los estudios proyectados, pero mejor tener una estructura de laboratorio demasiado grande, que demasiado pequeña. También mediremos cuando convenga como dato de apoyo el ritmo cardíaco a través de pulsómetros, al fin y al cabo cuando nos dijeron que era una medición insuficiente ya los teníamos comprados :-/
Por supuesto, como decía el tío Ben, un gran poder implica una gran responsabilidad y por ello este laboratorio de medición fisiológica del bienestar no es algo solo para EDUCAN, queremos que todo el mundo de la educación canina, de la investigación sobre perros en nuestro país y también quienes emplean a los perros tanto en diferentes labores de utilidad (asistencia, terapia, localización…) como deportivas (Agility, IPO, Disc Dog…) pueda acceder a la evaluación de aquellos parámetros que garanticen que su trabajo, además de eficaz, está contribuyendo a mejorar la calidad de vida de sus perros.
Aunque aún tardaremos unos meses en poder ofrecer servicios de medición a otras entidades, la posibilidad de hacerlo, sin búsqueda de beneficio económico alguno por nuestra parte, es una de las ideas que nos animaron en este proyecto, que puedo asegurar que está al servicio de todos aquellos que elijan el camino de la comprobación objetiva de su trabajo.
Elige el conocimiento.
Hazle frente al frentismo.
Comprueba, mide y colabora.
Podemos convertir el mundo profesional del perro en una empresa colaborativa. Hagámoslo.
¡¡Di que quieres una revolución!!
#laboratorioEDUCAN #descubrealosperros #EDUCANtodosabordo #EDUCANesEDUCAN #nadasepareceaEDUCAN #elÉXITOseaprende #bienvenidosalmundodelmañana #EDUCANdiquequieresunarevolución
Mis amigos Aarón Sánchez y Luis Souto habían organizado un seminario interesantísimo en Zaragoza, donde ofrece sus servicios Factor Amigo, la empresa que dirige Aarón.
Traían a Kurt Kotrschal, un científico especializado en el estudio de la cognición de los lobos y los perros.
Pero pongámonos en situación Kurt Kotrschal, junto a Friedrike Range y Sofia Viranyi es fundador y director del Wolf Science Center. Para mí son el equipo más relevante del mundo en el conocimiento de la cognición comparada de lobos y perros, llevamos tiempo queriendo traer a alguno al Instituto Tecnológico EDUCAN pero no hemos encontrado fechas que nos coincidan a ambas partes.
Porque si existe algún área llena de lugares comunes en los profesionales del comportamiento canino es cuando se habla de lobos y perros, de su relación entre ellos, de sus parecidos, de sus equivalencias, de sus diferencias, de sus divergencias evolutivas y de cómo sus capacidades sociales influyen en su relación con las personas.
Las dos posturas de considerar a perros y lobos completamente iguales a nivel conductal o absolutamente diferentes son ambas profundamente equivocadas, acientíficas y únicamente basadas en prejuicios de uno u otro tipo. Esto es algo que ya mencioné en este post.
Ahora teníamos la posibilidad de que uno de las personas que más conocen en el mundo la realidad de lobos y perros, uno de los pocos científicos que los estudia de manera comparada nos limpiase de prejuicios, no sacase de los hooliganismos y los reduccionismos paletos. Comprueba en este enlace cuál es su enfoque de investigación y ¡¡flipa!!
Ahora nos iban a contar la verdad, con datos de hoy, no de hace un porrón de años, en qué se parecen y en qué se diferencian lobos y perros al relacionarse entre ellos ¡¡al relacionarse con nosotros!!
Una oportunidad que era como la posibilidad de contemplar una excepcional estatua de hielo: refrescante y transparente, pero sobre todo fugaz, pues es un equipo de investigación poco dado a salir de casa para impartir seminarios de este tipo.
Aarón y Luis lo habían logrado.
Ya comenté al impartir en Zaragoza mi seminario de diseño científico de técnicas de adiestramiento y educación canina que acudiría al seminario de Kurt Kotrschal, pese a que no tengo casi ningún fin de semana libre y pese a la envidia institucional que me daba Factor Amigo al adelantársenos en traer a uno de los más relevantes científicos en cognición comparada en cánidos. También les dije a todos los asistentes que hicieran todo lo posible por asistir, como bien recordarán.
¡¡Me encanta promocionar eventos de otras empresas en los que creo porque puedo ser mucho más entusiasta y radical que cuando es algún acto en el que EDUCAN obtendrá beneficios económicos!!
Aunque, eso sí, les he pedido que mantengan el descuento que tenemos en todas las actividades de EDUCAN para los miembros del Laboratorio de Ideas. 😉 😉
La semana pasada tuvieron una catástrofe organizativa en Zaragoza y se quedaron sin lugar para hacer el evento, así que Luis y Aarón empezaron una búsqueda de una nueva ubicación. Probablemente no lograsen después de lo sucedido ningún beneficio económico pero ¡cómo perder la ocasión!
Así que plantearon la posibilidad de hacerlo en Madrid para facilitar que acuda más gente y les ofrecí cederles nuestro centro de Brunete para realizar el evento y el apartamento que tenemos para alojar a nuestros ponentes para alojar a Kurt y a su esposa, era lo menos que podía hacer después de afirmar mi convicción de que debemos entender el mundo del perro como una empresa colaborativa y colectiva.
Además, reconozcámoslo, así lo puedo disfrutar sin viajar ni dejar de estar con mis perros 🙂 🙂
Por ello, organizado por Factor Amigo y Luis Souto, y en Madrid, Kurt Kotrschal estará en las instalaciones de EDUCAN los días 7 y 8 de Mayo, podremos compartir los conocimientos científicos más actuales, más avanzados y más ciertos sobre lobos, perros y personas. Con uno de los tres científicos de su área que considero más interesantes del mundo.
Podéis inscribiros a través del mail: formacion@factoramigo.com o del evento de Facebook.
Y si no puedes venir los organizadores han previsto la posibilidad de contratar el visionado posterior del video del seminario (¡ojo! no la asistencia en directo por streaming), si ni vienes ni contratas los video (y aunque vengas) te recomiendo leer las abundante publicaciones de este equipo increíble. Sin hacer alguna de estas cosas tus opiniones sobre las relaciones sociales de los lobos y de los perros, y sobre la trasferencia de estas a su comunicación social y afectiva con las personas serán muy parecidas a las mías sobre la selección de futbol. Y te aseguro que no querrías eso 🙁 🙁
Como EDUCAN no recibe ningún beneficio económico directo puedo ser asertivo al recomendarlo: Kurt Kotrschal (aparte de demasiadas consonantes seguidas en el apellido) tiene más de 200 publicaciones sobre este tema. Fue nombrado científico del año 2010 eme Autria y obtuvo el premio al mejor libro científico del año en 2012 ¿De verdad crees que vas a ver algún otro ponente que te aporte más en este tema? ¿De verdad crees que hay seminarios más relevantes? Yo no creo ninguna de las dos cosas y hago verdaderos esfuerzos para no alegrarme de que la mala suerte de los organizadores me permita tenerlo en casa, pedirle una entrevista y poder escucharle.
Es hora de dejar las ligerezas y las simplificaciones al hablar de perros y lobos, ya sean en uno u otro sentido, porque los adiestradores en esto a veces nos parecemos más a cuñados «enteraos» opinando en la sobremesa, con el palillo en la boca y la sonrisa de suficiencia, que profesionales cualificados.
Nada es lo que parece, nada es tan simple. Y si no me crees vente al seminario y luego me cuentas.
En esa obra maestra que es Futurama, el lema de la Universidad de Marte es El conocimiento produce miedo. Y, como suele decirse, es gracioso porque es verdad.
Pocos gremios muestran más temor ante las novedades, ante los cambios en el conocimiento, que el de los educadores caninos. Parece que cuando encuentran algo que funciona muchos entrenadores se aferran a ello y se niegan a pensar que existan o se descubran otras cosas que funcionen, ni mucho menos que funcionen mejor.
Pero la ciencia y la tecnología no van de ese palo: el conocimiento avanza, se redefine, lo que ayer parecía una verdad global hoy podríamos saber que es parte de algo más grande, los carromatos fueron un grandísimo avance, pero no eran absolutos ¡claro que funcionan! Pero hoy solo se usan en determinadas circunstancias en las que son la mejor o la única opción, para todas las demás tenemos coches, aviones, trenes…
Es imprescindible que los entrenadores y educadores tengamos claro que estamos en el neolítico de la tecnología del comportamiento canino. Lo que hemos logrado es monumental frente a lo que había hace unas décadas, pero es minúsculo frente a lo que se puede conseguir, a lo que se va a conseguir.
La tecnología del comportamiento canino está en su infancia, no en su madurez.
Cuando un entrenador dice que está todo inventado solo muestra su miedo ante la idea de que existan cosas más allá de las que conoce, comprende y maneja. Cuando un entrenador dice que está todo inventado lo que dice, en realidad, es que no está cualificado para enseñar.
Porque casi todo está por inventar, porque lo que sabemos no es la meta, sino la puerta que hemos abierto hacia lo que viene. Lo que ahora hacemos (y funciona) no debe ser un ancla para mantenernos quietos, sino un trampolín para saltar hacia lo que haremos mañana.
La ciencia nos está mostrando que los perros no son, no aprenden, como creíamos: tenemos que tomar estos nuevos conocimientos y usarlos para desarrollar nueva tecnología de entrenamiento y educación.
En mi nuevo libro plantearé varios protocolos innovadores, sistematizados y reproducibles para trabajar con los perros que se basan en estos conocimientos, protocolos de gestión emocional, relacionales…
Solo de entrenamiento aportaré tres protocolos diferentes:
- Uno para el adiestramiento para el manejo cotidiano y la convivencia, en el que el perro obtiene beneficios directos y se mejora su acceso a la felicidad por lograr integrarse en la vida cotidiana con los personas con quienes convive, basado en las capacidades cognitivas del perro, permitiendo que trabajar con quien se quiere sea suficiente refuerzo para mantener la eficacia del entrenamiento, y que es, con algunas actualizaciones, el que desde hace algo más de un año enseñamos en los cursos de adiestrador profesional de EDUCAN (junto al protocolo de gestión emocional). Pero la cosa no queda ahí.
- El segundo protocolo de trabajo, que nos ha costado muchos años de desarrollo, está referido al adiestramiento deportivo y de utilidad, donde el beneficio directo es para las personas, hemos diseñado un modelo de entrenamiento en el que damos el control del trabajo al perro. Basta de que el entrenamiento ético sea una graciosa concesión del entrenador, que puede retirarla cuando desee, con nuestra propuesta el perro puede decidir interrumpir el trabajo unilateralmente, sin que sea posible que el entrenador le obligue de ningún modo a continuar. Si les pedimos que hagan algo que nos beneficia a nosotros tenemos la obligación ética de asegurarnos que disfruta de lo que hace de manera saludable, sin maltrato, sí, pero también sin adicciones: a la pelota, al clicker o a ninguna otra forma de refuerzo. Hacer que el perro tenga no solo voz, sino voto de calidad sobre lo que hace, sobre lo que le pedimos que haga, es muy difícil para los entrenadores, acostumbrados, deseosos y habituados al control, pero es la única manera realmente justa de entrenar a un perro para algo que nos aporta beneficios a nosotros. La única manera de garantizar que disfruta de lo que hace y elige hacerlo es… que pueda elegir no hacerlo 😉 .
- Por último (referido al entrenamiento) el libro incluye los protocolos de entrenamiento que hemos diseñado para el entrenamiento de perros de asistencia, y cuyas líneas generales hemos presentado por primera vez en Buenos Aires este Enero de 2016, que tiene como pilares técnicos básicos (A) la capacidad del perro de empatizar con las personas y su deseo de ayudarlas, así como (B) la comprensión sobre sus acciones de ayuda y sobre (C) cómo puede modificar el entorno con su comportamiento. Esta óptica destierra por completo los peligrosos anacronismos de entrenamiento que, en mi opinión, son gran parte del motivo que lleva a que muchos perros de asistencia muestren niveles de estrés insalubres, así como pérdidas en su calidad de vida y posibilidad de acceder a la felicidad. Los asistentes a estos seminarios pudieron comprobar cómo los perros realizaban conductas con la única intención de ayudar a su guía, cómo abrían cajones por primera vez de manera completa y controlada cuando entendían y tenían por objetivo alcanzar lo que estaba dentro, cómo eran capaces de entender el concepto de avisar, haciéndolo con conductas diferentes e innovadoras según lo requiriese la situación y cómo adaptaban su manera de moverse y comportarse con su guía según actuase este, ofreciendo diferentes conductas adaptadas a sus circunstancias sin necesidad de ningún entrenamiento previo de dichas conductas. Crear compañeros que ayudan y no “herramientas” de ayuda. Eso en dos fines de semana.
Pero estas propuestas que haremos en mi próximo libro no son ni mucho menos un final, son nuestro aporte en este momento, hacen faltan más para que la tecnología del comportamiento canino avance y se desentumezca. Ese era el objetivo de Tu perro piensa y te quiere, ofrecer a los entrenadores los conocimientos actuales que les/nos permitirán desarrollar nuevas técnicas de trabajo. Incluso tuvimos un seminario para enseñar lo fácil que es hacerlo y hacerlo bien (que en breve imparto en solitario en Zaragoza, para Factor Amigo). Esa es la tarea colectiva: Inventemos, innovemos.
Y no hay que preocuparse de que se pongan nerviosos quienes se instalan en lo conocido y no quieren avanzar, porque es inevitable estar o bien entre quienes tienen miedo, o bien entre quienes lo provocan 😉 😉
Carlos Dangoor, mi editor y amigo, me ha enviado el libro que acaban de publicar en Dogalia: “Cómo nos aman los perros”.
De primeras me alegré mucho por este detalle de cariño e interés, era un regalo perfecto e inesperado: un (otro) libro para el “lado cognitivo” de la estantería canina, como casi todos ellos de un científico “en activo” y mostrando investigaciones actuales, no basándose en las que se hicieron en el neolítico del estudio científico del comportamiento.
Al abrirlo la sensación positiva se intensificó brevemente, porque en su interior había una pléyade de corazones de papel. Seré (soy) un poco moñas, porque pensé ¡qué lindo detalle! Como haríais vosotros, al ser lectores de buena fe.
Por supuesto, con tan cuidadosa presentación Carlos no podía haber olvidado una dedicatoria. Fui a buscarla y ahí estaban la letra y la firma de Carlos.
Mi editor.
Mi amigo.
Mi editor: todo era una trampa que se cerraba en la dedicatoria, reclamándome el segundo tomo de Tu perro piensa y te quiere a cambio del libro. Qué sutil e ingenioso recordatorio de mi retraso en la entrega, dudo que nadie pueda discurrir una manera más delicada y atenta para darle un tirón de orejas a un autor y que este se sienta incluso contento de recibirlo.
En todo caso merecía la pena por el libro.
Conocía el trabajo científico con perros de Berns, así como algo del resto, y no tenía mucha esperanza de que su libro de divulgación mereciese demasiado la pena para mí o para quienes estamos relativamente actualizados sobre investigación en perros, por eso no lo compré en inglés en su momento. Leo con dificultad en ese idioma y no pensé que el esfuerzo compensase.
Me equivocaba.
No me iré al lugar común de señalar que debe estar en las bibliotecas de todos los entrenadores o personas interesadas en el comportamiento de los perros, puesto que yo tengo en la mía muchos tomos que no he leído.
Esta es una obra que ha de leerse.
Porque además de dar explicaciones de mucha calidad y sencillez sobre conceptos relevantes, como las emociones o la cognición canina, plantea un viaje a la ética del trabajo y la relación con los animales no humanos, un viaje inevitable para todos aquellos que somos conscientes de que los perros piensan y nos quieren. Es un libro teñido absolutamente del concepto básico de que los perros sienten y por ello deben ser considerados sujetos con derechos, lo que ha de regir toda interacción con ellos.
Y es que la ciencia no es algo frío, aunque su producto se presente de manera objetiva el proceso es pasional: la necesidad de saber cómo es lo que nos importa, de abandonar el terreno de la creencia, donde todo es válido y por ello nada es real, para conocer cómo piensan y aman los perros. Porque Gregory Berns quiere a los perros, quiere a sus perros y quiere saber cómo son de una manera intensa y profunda, de una manera científica.
Y claro cuando te pasa esto, eres un científico y te han dejado un escáner…
Berns comparte conmigo una cierta sorpresa sobre cómo desde Darwin, que reconocía emociones en los animales sin problemas y que amaba a los perros, hemos llegado a Paulov, de quien afirma que no le gustaban y al que le reconoce su mérito, sin dejar de señalar la antipatía que puede producir su trabajo.
Sobre algunos de los temas más “populares” en entrenamiento pasa rápido, pero los toca casi todos: señala los peligros de lupocentrismo, un término que me parece particularmente afortunado, y al hablar de condicionamiento operante menciona sus limitaciones y desinterés para saber o estudiar los motivos de los perros para hacer las cosas, algo sobre lo que espera arrojar luz con sus investigaciones. Sobre aprendizaje operante señalar que en el capítulo específico menciona más a Thorndike que a Skinner: cuatro frente a dos, algo que le habrá encantado al traductor ;-), aunque la proporción cambia a los largo del libro. Por cierto, la traducción de mi amigo Luis Souto es muy buena, y sus cuatro anotaciones al texto impecables y claras (yo en la cuarta me habría perdido hablando de teoría de juegos).
Como sucede con demasiada frecuencia en autores con un conocimiento poco profundo del conductismo hace una exposición de su funcionamiento básico que no está todo lo afinada que se desearía, pudiendo sacarse de su lectura el error común de que la relevancia está en los emparejamientos entre estímulos apetitivos y/o aversivos y las conductas y no en las relaciones de contingencia que establezcan entre sí. Le debo a mi amigo Eduardo Polín al menos mencionarlo.
Además, aunque indica que cree que se producían procesos de aprendizaje social cognitivo más complejo al entrenar a McKenzie (¿existe un nombre mejor para una perra?, dejando además entrever alguna de sus filiaciones), explica cómo la entrenaron usando el clicker y mencionando las ventajas de esta herramienta. Una buena cosa en un cognitivo 🙂 .
El fallo principal, en mi opinión, de la edición es que las notas se encuentren al final del libro y no a pie de página, pues son pocas y están redactadas mayoritariamente para integrarse en la lectura del texto, con lo que no encuentro motivo para obligar al lector a apartarse del punto de lectura para ir a la búsqueda de cada una de ellas. También echo de menos un índice onomástico, pues la forma narrativa se complementaría muy bien con un buscador que permitiese que encontrásemos todas las referencias en el libro sobre un mismo tema, facilitando la lectura o relectura técnica.
Aparte de este problema menor el libro físico tiene un tamaño, formato y fuente de texto cómodos para leer, solapas, que sirven como útiles marcapáginas y que protegen al libro del deterioro. Una edición muy bien planteada.
Leedlo, conocer el trabajo de Berns y sus planteamientos éticos es necesario para la comprensión y adopción de un modelo de entrenamiento cognitivo y para llegar a una deontología acorde.
Y gracias a Carlos Dangoor, a Luis Souto y a Dogalia por la publicación y por la calidad de la publicación, que son dos cosas casi igual de importantes, de estos textos tan actuales y valiosos. No es fácil arriesgarse con algo que no lleve cincuenta años vendiéndose, bastante hemos sufrido esto en el mundo del perro, donde se veía como textos obsoletos se publicaban y reeditaban sin que nadie se atreviera con nada más moderno.
Normalmente cuando un post tiene por título una pregunta es porque el autor va a exponer su respuesta a continuación. Este no es el caso, la del título es una pregunta sincera que planteo para que la respondan los lectores que tengan los datos y la gentileza para hacerlo.
Explicaré el motivo de esta consulta.
En varias ocasiones he mencionado que no he encontrado una definición operativa y funcional que pueda aplicarse de manera imparcial para evaluar si una determinada técnica, protocolo o práctica profesional es o no es adiestramiento en positivo.
Esto implicaría que no hay manera de saber objetivamente si alguien lleva a cabo adiestramiento en positivo o no lo hace, por lo que el término no podría usarse para saber qué tipo de prácticas lleva a cabo un entrenador.
En un trabajo de colaboración entre EDUCAN y colegas de EE.UU. ha surgido de manera lateral este tema (estamos trabajando sobre el maltrato, cómo definirlo y evaluarlo de manera objetiva) y les he trasmitido mi impresión. Pero como este proyecto puede tener una gran repercusión, también les he comentado que es muy probable que, aunque yo no las conozca, sí exista/n una o varias definiciones claras sobre qué es adiestramiento en positivo, con normas detalladas para saber qué prácticas de trabajo entran dentro del concepto y cuáles no.
Por eso quería pediros a tod@s los lectores que, si sabéis de alguna definición funcional y operativa que permita evaluar de manera objetiva y no subjetiva qué es adiestramiento en positivo y qué no lo es, me la enviéis como respuesta a este post, para revisarla y comprobar si cumple los parámetros que menciono. Esto es importante porque tengo que determinar si el término adiestramiento en positivo tiene o no cabida en un texto técnico sobre evaluación objetiva del maltrato en el entrenamiento, lo que no depende de simpatías o antipatías, sino de la existencia de que se pueda comprobar objetivamente cuándo un adiestramiento pertenece a la categoría adiestramiento en positivo y cuándo no pertenece.
Como sé que tengo un sesgo negativo hacia las ideas radicalmente conductistas que podría influir en mi evaluación de alguno de los conceptos que me enviéis, he pedido la colaboración de mi amigo Eduardo Polín, entrenador, psicólogo e investigador especializado en Análisis Experimental del Comportamiento, para que revise conmigo tanto vuestras propuestas, como mis respuestas. Así aseguramos que todas las ópticas científicas de entrenamiento están representadas en el proceso y generamos un proceso de revisión más sólido.
En este caso, puesto que os estoy pidiendo ayuda, prometo contestar (aunque no de inmediato) a todas y cada una las propuestas que se envíen con un análisis detallado sobre su validez operativa para el objetivo que buscamos.
La definición que enviéis no tiene que ser vuestra: enlaces a páginas o textos serán bienvenidos también, sí os pongo una única condición, si los textos son en otro idioma diferente al castellano tendréis que enviar una traducción y haremos la revisión sobre dicha traducción, esto es porque no puedo asegurar que sepa captar todos los matices de un texto en otro idioma y el análisis posterior podría no hacerle justicia.
En fin, que os agradeceré enormemente tanto que enviéis definiciones, como que divulguéis este post para que podamos contar con la mayor cantidad posible de compañeros para ver si encontramos una definición técnica que sea válida para adiestramiento en positivo.
Muchísimas gracias 🙂 🙂 🙂
Me dice mi webmáster que las entradas apoyadas por vídeos y fotos ahora son lo más cool en blogs. Puesto que mi webmáster es como la Sarah Jessica Parker de la red y yo soy un e-fashion victim total, voy a probar el formato que me recomienda y ¡a ver qué os parece!
Para superar mi antipatía a salir en fotos y videos escribiré sobre un tema práctico 100%, que puede ilustrarse bien usándolos: cómo mejorar fácilmente la sujeción y la entrega del apport, un ejercicio muy relevante en múltiples disciplinas.
No me suele gustar como se trabajan los apports, porque se tiende a caer en uno de dos problemas:
- El primero: Trabajar la sujeción del apport premiando al perro cuando no mordisquea y corrigiéndole cuando lo hace (algunos castigan por mordisquear, pero aquí me refiero a trabajos razonables). Este trabajo tiene un sesgo del peor conductismo, el que aporta toda la información correcto/incorrecto desde fuera del perro.
- El segundo: Enseñarle al perro el concepto de traer y soltar, no dándole demasiada importancia a la forma al principio e intentando mejorarla luego a través de buscar un estado emocional adecuado en el perro para que se estabilice. Esta manera de entrenar cae en el sesgo contrario, el de la cognición baratuna que considera que cuando el perro conoce el concepto “gordo” del trabajo el resto llegará solo. Y sujetar de manera estable y firme no es una consecuencia de saber traer, ni mucho menos.
Ambas procedimientos dejan demasiado en manos del talento y disposición del perro que sujete y entregue el apport de la mejor manera posible, pero sujetar correctamente un apport no es algo natural ni fácil y debemos construirlo a través de ejercicios propedéuticos (preparatorios), transfiriendo después lo aprendido al apport de concurso.
Sujetar el apport en la boca debe ser enseñado construyendo previamente (1) la propiocepción del ejercicio, (2) el control cognitivo de la situación y (3) el autocontrol emocional del perro. Esto se puede conseguir trabajando con botellas de plástico con agua, que facilitarán muchísimo el proceso de enseñar a un perro cómo equilibrar y sujetar el apport de manera consciente, voluntaria y proactiva.
¿Por qué? Muy sencillo, las botellas de agua nos permiten jugar con varios parámetros:
- Centro de gravedad inestable: La principal ventaja, la que no podemos encontrar usando otro tipo de material (aunque yo a veces hago el trabajo con botellas llenas de arena o arroz), es que la botellas de agua pueden llenarse parcialmente, esto es extraordinario para entrenar la propiocepción porque hace que el perro deba equilibrar la masa inestable de agua que se mueve dentro para evitar que la botella cambie su centro de gravedad en cuanto el perro la incline ligeramente. No hay nada mejor para entrenar la propiocepción referida a equilibrar un peso en la boca. Los apports oficiales de muchas disciplinas, muy equilibrados en su forma y distribución de peso, no permiten enseñar un equilibrio fino, pues hacen falta niveles muy altos de incorrección para que el perro note que se desnivelan. Esto “castra” su autoevaluación fina y empeora la consciencia del perro del ejercicio.
- Forma y material: La forma más o menos cilíndrica de las botellas, unida a su material plástico, resulta óptima para que el perro tenga que sujetar con firmeza, pues si lo hace de manera suave resbalará y si lo hace excesivamente fuerte se deformará (es un error confundir sujetar con firmeza con morder muy fuerte). Además, podemos variar la forma de las botellas aplastándolas parcialmente para que el perro tenga que reacomodar su manera de sostenerla. Con este trabajo mejoramos el control cognitivo del perro sobre lo que está haciendo, pues debe aplicar la presión justa y buscar la manera de mantenerlas en la boca. También mejoramos su autocontrol emocional, pues al trabajar con botellas aplastadas veremos que quedan “crujientes” y el perro debe aguantar la tentación de jugar con ellas (si lo hace y están parcialmente llenas se le desequilibrarán).
- Tamaño y peso: Hay botellas de agua de muchos tamaños, y no será difícil combinar la variación de tamaño con el aumento de peso hasta que aprenda a tener control sobre el peso que finalmente tendrá el apport oficial. Acomodar, sostener y equilibrar diferentes pesos en la boca también es un entrenamiento propioceptivo en el que el perro puede autoevaluar su eficacia y ajustar su comportamiento, mejorándolo prácticamente sin necesidad de feedback externo.
Con respecto al peso, señalar que si trabajas con pesos inferiores al kilogramo en perros a partir de dieciocho/veinte kilos no es problema que, mientras sujetan la botella, se posicionen enfrente nuestro o a nuestro lado (en posición base), pero cuando pasas del kilo es mejor trabajar con el perro exclusiva o principalmente delante nuestro, pues no tenderá a girar el cuello para mirarnos con un peso elevado, lo que puede dificultar el ejercicio y resultar físicamente incómodo para él.
Otra ventaja de trabajar con botellas, es que, según le cueste al perro equilibrarlas, sostenerlas o no mordisquearlas, tendremos evaluadores muy claros de cuáles son los puntos débiles de nuestro alumno y será muy sencillo ajustar el trabajo para mejorarlos antes de transferir lo aprendido al apport oficial.
Después de trabajar con botellas el perro encontrará el apport mucho más sencillo de manejar y equilibrar, lo que le dará un plus de seguridad emocional y asertividad en la conducta. La transferencia es inmediata y en lugar de generar incertidumbre con el cambio veremos que el perro se siente más seguro y cómodo.
Las sueltas también se ven beneficiadas, pues el perro no puede anticiparse o restar firmeza a su mordida justo antes de soltar: un apport quedará en su boca aunque esto suceda, una botella de plástico no. Sujetarla exige control, firmeza y equilibrio hasta el mismo instante en que nos la entrega. Así pues, las botellas evitarán dudas, mordisqueos y bocas que se abren o aflojan justo antes de entregar, pero sin que sea un objeto que el perro no quiera soltar, sino uno que estará encantado de intercambiar por su juguete, por lo que la velocidad y claridad de la suelta también mejoran.
Pero ojo, las botellas de plástico con agua son óptimas para entrenar al perro a sujetar, equilibrar y entregar el apport, sin embargo no son adecuadas para trabajar la velocidad al ir a buscarlo, recogerlo y acudir al guía: al ser una carga inestable el perro será más cuidadoso para transportarla, lo que le ralentizará. Además no puede cogerla metiendo la boca por debajo, como una pala, un patrón motor que optimiza la recogida, pues la zona donde emboca no está en el aire, como en los apports, lo que dará una recogida desde arriba, que resulta torpe, lenta y que tiene mala transferencia al ejercicio final. Para que el perro aprenda a ir y volver con velocidad y a recoger el apport por debajo existen otros ejercicios propedéuticos, pero eso sería tema de otro post.
La eficacia de las botellas es impresionante y trabajar con ellas muy sencillo y natural (al menos si hacéis trabajo C-E 😉 ), como intento mostrar en los siguiente vídeos con mi perra Zedida de la Serralada, Cata para los amigos. Os aseguro que si las incorporáis a vuestros entrenamientos no volveréis a trabajar sin ellas. Un material más accesible, fácil y barato imposible.
Mencionar que aunque en las fotografías y vídeos aparece más la botella dos litros es porque la hemos usado ilustrar todos los casos posibles (pesada, aplastada, centro de gravedad extremadamente inestable…), pero la base del trabajo la he construido con botellas pequeñas, de entre 250 y 500 cl, que favorecen una abertura de boca más natural. Las botellas grandes son relevantes, pero usadas en un porcentaje menor (sí, en ESE porcentaje).
En bastantes ocasiones he comentado que una didáctica cognitiva no debe evitar sistemáticamente los errores, sino que debe convertirlos en parte activa y beneficiosa del proceso de aprendizaje.
Conceptualmente la idea de un aprendizaje sin errores como modelo ideal de enseñanza ha quedado lejos gracias a la abundante evidencia científica actual sobre los beneficios de los fallos..
Sin embargo, a nivel práctico, enseñar aprovechando los errores era peliagudo, puesto que -como suele suceder al inicio de la investigación sobre un área concreta- los datos sobre su uso eficaz eran fragmentarios, incompletos e incluso contradictorios en algunos casos.
Y es que la ciencia no suele iluminar por completo una nueva estancia, una nueva área de conocimiento. Más bien funciona como una linterna que va mostrándonos pequeños rincones. Son necesarios muchos resultados parciales para hacernos una idea del conjunto, cuando se tienen suelen hacerse revisiones sistemáticas y/o meta-análisis de todos los datos para llegar a conclusiones globales sobre el fenómeno estudiado.
Afortunadamente sobre la gestión de los errores en el entrenamiento y aprendizaje se ha realizado mucho trabajo experimental, incluyendo un meta-análisis en 2008 que nos mostró algunos mínimos sobre aprovechar los errores. Aunque este estudio se realizó sobre personas, las normas de eficacia para enseñar a través de los errores parecen ser aplicables al entrenamiento de cualquier especie con capacidades cognitivas de resolución de problemas y afrontamiento prospectivo de las situaciones, como nuestros compañeros caninos.
Así, hoy sabemos que se aprende más deprisa y con más consistencia a partir de la aparición y gestión correcta de errores en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pero esto debe suceder bajo algunas premisas:
- El error debe llegar tras una fase previa de entrenamiento exitoso, nunca al inicio del aprendizaje. Cuando los errores aparecían inicialmente el aprendizaje podía parecer más rápido, pero se volvía inconsistente.
- Es necesario informar efectivamente al aprendiz de que está cometiendo (o ha cometido) un error para que pueda mejorar su aprendizaje. Cuando no se informaba del fallo en muchas ocasiones pasaba desapercibido y tenía un efecto nocivo en el aprendizaje o era percibido de tal manera que provocaba inestabilidad emocional. Esta retroalimentación debe aparecer después de una fase de prueba en la que el aprendiz elige activamente una respuesta.
- Los errores son más eficaces para aprender conductas adaptativas que buscan solucionar de manera prospectiva una situación problemática, que para aprender conductas “mecánicas”, en las que el aprendiz se limita a repetir algo previamente aprendido en una situación nueva. No obstante ambas formas de resolver el error, la prospectiva (aprendizaje adaptativo) y la reproductiva (aprendizaje analógico) se benefician de los errores, si bien la primera lo hace en mayor medida.
- También parece relevante que el porcentaje de errores no sea excesivo, si bien aquí los datos científicos sobre cuánto es conveniente fallar se mueven en una horquilla demasiado amplia y poco definida. Puesto que existen múltiples razones para no abusar del error, desde la sensación subjetiva de fracaso que puede aparecer cuando se falla más que se acierta hasta la posibilidad de la creación de rutas neuronales que consoliden la respuesta fallida, siempre será mejor movernos en ratios error/acierto claramente favorables al segundo.
En EDUCAN tenemos protocolos concretos para conseguir que los errores aparezcan en el momento, forma y proporción óptimos para su aprovechamiento didáctico, pero no es necesario seguir nuestros protocolos: conociendo las premisas es relativamente fácil y seguro incorporar los errores como una herramienta de trabajo a nuestro entrenamiento, independientemente de cómo adiestremos.
Finalmente casi todos los entrenadores en un momento u otro llevamos al perro a una situación de potencial fallo, teniendo en consideración estas normas evitaremos que la elección del momento y las circunstancias sean completamente intuitivas, con los riesgos que ello supone.
No pretendo que eliminemos la intuición de nuestra manera de actuar como entrenadores, sino que la complementemos, que la dotemos de un “airbag” que disminuya los potenciales riesgos didácticos en caso de que falle.
Para no equivocarnos (o equivocarnos menos) al incorporar las equivocaciones al proceso educativo 🙂
Muchos seminarios y ponentes son interesantes, sin embargo todos sabemos que existen ocasiones especiales en el mundo del perro.
A veces el motivo es que el ponente resulta ser excepcionalmente didáctico, generoso o sabio. Su efecto es inmediato: se nos ensancha el corazón y despierta partes dormidas de nuestro cerebro. Nos hacemos mejores.
En otras ocasiones sucede porque nos ofrece una visión global que cambia nuestra manera de entender el entrenamiento, en lugar de técnicas específicas para aplicar en momentos determinados. Cuando se da esta condición se genera una lucha revolucionaria en nuestro interior, porque empezamos a ver todo con ojos nuevos y las nuevas explicaciones compiten con las que teníamos, hasta que salimos renovados. Renacemos como entrenadores.
Estas dos condiciones se dieron en el seminario de El perro social de Juliane Kaminski.
Pero hay una tercera condición que puede hacer muy especial una ponencia, para mí la más emocionante de las tres: cuando se ofrecen conocimientos que cambian lo que sabíamos de los perros como especie, porque inevitablemente cambiarán, determinándolo, el paradigma de inferencias que usaremos para entenderles y explicar sus acciones.
Aquí el cambio es más lento. Contrariamente a las otras dos condiciones, suele suceder que no somos conscientes de cómo nos moldean estos nuevos conocimientos. Al principio muchos dicen, “esto en realidad no influye en nada de lo que hago o pienso como entrenador”, pero cuando los escuchas hablar dos años después en su lenguaje y sus referencias todo ha cambiado, sin elegirlo, sin necesidad de que el cambio sea voluntario. Como una lluvia finísima pero continua, nos moja sin ser conscientes del momento exacto en el que ha calado nuestra ropa. Como una lluvia finísima pero continua, no podemos evitar que nos empape si estamos expuestos a ella el tiempo suficiente.
Y esto es para mí lo más importante de este seminario perfecto, los novísimos conocimientos globales del perro como especie, que nos llevará a pensar en ellos de una manera diferente.
Mi amigo Luis Souto y yo coincidimos en pensar que el seminario de Juliane Kaminski El perro social que acaba de impartirse en EDUCAN probablemente sea el que aporta más datos innovadores sobre los perros de cuantos hemos visto y ella la mejor ponente de cuantas hemos escuchado. Y juntos sumamos bastante experiencia sobre el tema, además de que considero el criterio de Luis muy, muy consistente, fino y ajustado.
Es imposible explicar todos los nuevos conceptos que expuso en un artículo, así que me limitaré a exponer brevemente algunos de los más “rompedores” o sorprendentes, entendiendo por “rompedores” aquellos que aportan una manera de entender a los perros radicalmente diferente a la usual entre los entrenadores caninos.
Sobre el inicio de la domesticación
Hasta ahora pensábamos que la domesticación empezó hace unos 15.000 años, pero han surgido nuevos datos que demuestran que sucedió hace unos 30.000 años.
Esto es relevante para saber cómo se inició el proceso de domesticación, hace 15.000 años existían asentamientos humanos que podían generar desperdicios alimenticios de manera regular, siendo posible que los lobos se agrupasen en sus alrededores para aprovecharlos, iniciando así el contacto entre las dos especies. Esta hipótesis es actualmente muy popular debido a la gran difusión del libro del matrimonio Coppinger que la apoya. Sin embargo hace 30.000 años estábamos en una cultura de cazadores/recolectores, que no se asentaban de manera fija ni generaban desperdicios suficientes para que los perros se hubieran alimentado de ellos de manera continuada. Además en ese momento se cazaban grandes presas, peligrosas y difíciles de abatir, pero que proveían de una sobreabundancia inmediata de recursos perecederos. Por eso Juliane propone que la hipótesis más adecuada para explicar los primeros contactos en este nuevo marco es la caza conjunta: lobos y personas se sumaban en los episodios de caza de estas grandes presas, lo que mejoraba su efectividad, consiguiendo comida suficiente para ambas especies.
Mola, porque estos primeros contactos hubieran sido colaborativos y no únicamente parasitarios por parte de los perros. Ya lo decía Coco (a veces Barrio Sésamo sí es la mejor universidad ;-)): sólo no puedes, con amigos sí.
Además nos explicó que el número de eventos concretos de domesticación fue muy pequeño, probablemente cinco o seis únicamente. Esto también debilita la hipótesis del parasitismo como inicio del contacto, porque nos muestra que esas pocas asociaciones con los perros debieron ser muy valiosas para el hombre, nos aportaban ventajas funcionales tan importantes como para que se mantuvieran y extendieran por todo el planeta.
Selección de las razas
Sobre las razas también nos dio noticias sorprendentes, a petición de los asistentes, nombró las más cercanas al lobo de acuerdo a las pruebas de ADN (excluyendo aquellas recientes que han incorporado directamente lobos al programa de cría, como los PLCs, pero si quieres saber más sobre estos perros visita esta página). Mucha gente se sorprendió de saber que los Shar-Peis o los Chow-Chows están muchísimo más cerca del lobo que los pastores alemanes, por ejemplo.
Pero esa no era, desde luego, la información novedosa sobre las razas.
Nos contó que se ha comprobado que el crecimiento óseo está controlado por un solo gen, por eso es tan fácil seleccionar razas extremas en su tamaño (terriers de Yorkshire, dogos alemanes…) o en su aspecto (carlinos, bulldogs). Pero los tejidos blandos son genéticamente mucho más complejos y no pueden adaptarse a los rápidos cambios óseos, siendo esta la causa de muchos problemas de salud de estas razas.
Los tejidos blandos no están preparados para esas morfologías extremas, los perros minúsculos son quizá quienes más lo sufren, pero también son frecuentes en razas gigantes, padeciendo, por ejemplo, problemas de corazón por no estar preparado para bombear sangre para un cuerpo tan grande.
En los casos de perros braquicéfalos tenemos abundantes muestras: como los ojos de los pugs, que no han podido empequeñecerse y cambiar de forma lo bastante rápido como para adaptarse a las cuencas oculares que los humanos hemos seleccionado, haciendo que estén desprotegidos y tiendan a salirse. Igualmente la falta de adaptación del cerebro de los Cavalier King Charles a su cavidad craneal provoca frecuentes dolores de cabeza a esta raza (alucinad: les sucede, a un nivel más complejo, lo que decían popularmente de los Dobermann).
Por tanto la selección de razas extremas en su tamaño y/o aspecto es inevitablemente insalubre, no solo por la disfuncionalidad que pueda causar su forma (como por ejemplo no poder respirar eficazmente los bulldogs), sino por el desarreglo entre las estructuras óseas y los tejidos blandos. Creo que es necesario desde el más mínimo criterio animalista no promocionar la cría de este tipo de razas.
Jerarquía
Pues hay que mentar la bicha, porque quizá este sea uno de los puntos más sorprendentes y que más chocó con las ideas generalizadas entre muchos entrenadores.
Casi todo lo que se ha escrito sobre las relaciones de dominancia entre perros se basa en inferencias sobre otras etoespecies cercanas o en observaciones casuales de las que se ha hecho norma general. Estas vías son valiosas cuando no disponemos de otras más fiables, pero Juliane expuso un trabajo (que se ha publicado como un capítulo entero de su libro The Social Dog. Behaviour and Cognition) que duró seis años, sobre grupos de perros asilvestrados en las afueras de Roma. Es el estudio más completo y actual sobre la manera que tienen los perros de estructurar grupos y relacionarse entre sí sin intervención humana directa. Por ello es muy valioso.
En primer lugar hay que explicar brevemente que existen tres formas generales de estructurar las relaciones de dominancia/sumisión en mamíferos:
- La lineal estricta, en la que A domina a B a C y a D, B domina a C y a D y C domina a D. Esta forma de relaciones de dominancia/sumisión es la más “dura”, es la que se observó en lobos en cautividad.
- Luego tenemos las relaciones triangulares, en las que existen uno o dos dominantes (A y B), uno de los cuales domina al otro (A domina a B), y el resto de los miembros del grupo comparten el estatus C por igual. Esta es la que se suele dar en los lobos en libertad y es bastante más relajada y colaborativa que la anterior, que se veía en lobos en cautividad por el aumento de la entropía que causa el confinamiento.
- Por último tenemos las relaciones de dominancia complejas en las que A domina a B, B domina a C, pero C podría dominar a A. Esta implica una estructura casi política del grupo, puesto que alianzas y contextos pueden variar las relaciones generales, esta forma podría resultar estresante, pero más por su complejidad (es como un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca) que por su dureza.
Se había planteado, y se había vuelto un lugar común -aunque nada lo demostrase con datos- afirmar que los perros en libertad se relacionarían y estructurarían su relación sin establecer relaciones de dominancia/sumisión. Esto era bastante irracional y anticientífico, más lógico con los datos disponibles era pensar que los perros organizarían sus grupos con formas de dominancia “suave”, debido a los factores ecológicos. Yo mismo lo pensaba y casi todos los colegas con los que he hablado del tema compartían esta idea de relaciones jerárquicas suaves.
Pues no, esta investigación ha encontrado que los grupos estudiados usan una dominancia lineal estricta, la forma más “dura” de dominancia, la de los lobos cautivos y no la más relajada de los lobos en libertad. Debo reconocer que cuando conocí este estudio en el libro de Juliane me sorprendió absolutamente. Además son menos colaborativos que los lobos en varios aspectos, como la cría cooperativa de los cachorros. Jamás hubiera anticipado este resultado. Pero el estudio es robusto y consistente.
Esto, por supuesto, se refiere a la organización de la convivencia entre perros en un entorno de libertad y no aporta ningún argumento para justificar el maltrato y el abuso al convivir con ellos en casa y entrenarlos. Lo que también se explica en el libro de Juliane y que confirmó personalmente en la entrevista que nos concedió.
De este trabajo me habéis pedido las referencias varios compañeros, Juliane ha citado varios estudios, pero os dejo el enlace hacia el artículo que constituye el capítulo tercero de su libro, que es el que tiene toda la bibliografía y las conclusiones que ella expuso.
Sobre la adopción de perros en albergues
También nos comentó uno de sus trabajos en curso, el estudio objetivo de las expresiones faciales caninas a través de FACS (Facial Action Coding System). Aunque están empezando esta línea (pero ya publicaron el año pasado sobre ella nada menos que en PLOS ONE) ya han encontrado una unidad de acción concreta muy sencilla, la AU101, que han demostrado ser característica más relevante para que un perro sea adoptado en un albergue, por delante de color, movimiento de la cola, tamaño o otros factores. Una investigación que puede tecnificar y mejorar la gestión de albergues y protectoras, además de dotarnos de herramientas neutrales para estudiar las expresiones de los perros.
Cognición física frente a cognición objetual
De lo que menos hablaré es de la parte más extensa del seminario: el estudio de las capacidades cognitivas caninas. En primer lugar porque es menos novedoso para quienes seguimos la investigación en el área, pero además requiere explicaciones más complejas y detalladas de las que puedo ofrecer en este formato, puesto que es la más “práctica”: hay que ver los diseños y los videos de los experimentos para que sea sencilla de entender y productiva.
Sí señalaré que expuso la gran capacidad social que tienen los perros para aprender y relacionarse eficazmente con las personas. En contraste está su menor capacidad cognitiva para entender y gestionar el ámbito objetual.
También insistió en la importancia de adoptar un enfoque eco-evo-devo para estudiar y entender el comportamiento de los perros, abandonando la visión «aprendizaje versus instinto», tan arraigada en algunos sectores del entrenamiento.
Al entrevistarla explicó que, sabiendo cómo es el funcionamiento cognitivo de los perros, ella se desespera mucho cuando ve como muchos entrenadores y ópticas de entrenamiento usan principalmente información y capacidades de aprendizaje relacionadas con el ámbito objetual, llegando incluso a evitar las indicaciones y comunicaciones de índole social durante los procesos de enseñanza/aprendizaje, que son las que mejor podría emplear el perro para aprender y mejorar su relación con nosotros mientras lo hace.
Juliane Kaminski acaba de pasar por el Instituto Tecnológico EDUCAN como un auténtico huracán. Y la entrevista que nos concedió va a hacer lo mismo por todo el mundo del perro.
Como le dijeron a Fry: ¡¡¡Bieeeeeenvenidos al futuro!!!
La revista on-line “Ciencia Cognitiva”, la más importante de la red en castellano de entre las dedicadas a la cognición, acaba de publicar nuestro artículo de reseña y análisis sobre el libro “Tu perro piensa y te quiere”.
Esto es un exitazo que avala y reconoce la calidad científica expuesta en el texto y un auténtico hito, porque según me dicen (pero no he sido capaz de comprobar) es el primer libro sobre entrenamiento canino escrito en castellano que lo consigue ¡en toda la historia!
Pero veamos qué significa esto exactamente.
En ciencia existen mecanismos consolidados para validar la calidad y consistencia de las propuestas, esta es una de sus grandes ventajas. Se modera así el entusiasmo de la gente al comunicar sus ideas o hallazgos, puesto que cuando los someten a estos mecanismos reguladores saben que sus palabras y afirmaciones serán medidas con severidad y no se permitirán excesos.
La medida más frecuente y usual para dar garantías de que lo que dice un autor es sólido y no una mera especulación es la publicación en revistas científicas con revisión por pares. Este mecanismo es muy sencillo: se envía el trabajo a la revista, pasa un primer filtro, el de los editores de la revista, que deciden si el artículo es publicable por tres criterios: (1) está referido al ámbito de la ciencia a la que se dedica la publicación, (2) tiene algún tipo de interés científico y (3) aparentemente está basado en pruebas científicas serias.
Después de pasar este primer corte llega el proceso de revisión por pares propiamente dicho: primero el trabajo es enviado a un revisor que es un científico especialista en el tema que toca el texto. Esta parte es la más dura, puesto que el revisor exige que todo lo que se afirma esté probado científicamente y lo desmenuza para comprobarlo: puede rechazar el manuscrito como poco sólido, especulativo, incoherente o insuficientemente valioso. Aún cuando no lo rechace, lo más frecuente es que pida al autor más pruebas científicas que las que aporta inicialmente, por parecerles insuficientes. También pueden rebajar las afirmaciones que hace el autor en el texto, exigiéndole que no dé por probado lo que es una suposición o una posibilidad entre varias. Esta es la fase en la que más trabajos son rechazados. No es nada fácil superarla.
El primer revisor de nuestro trabajo, que hilaba muy, muy fino, encontró un tema que no habíamos documentado suficientemente: las diferencias comportamentales y de activación entre las conductas cuando están en aprendizaje o cuando se han convertido en hábitos (páginas 76 a 78 del libro). Nos exigió que aportásemos bibliografía concluyente en este punto o se rechazaría el artículo. Afortunadamente disponíamos de las referencias necesarias, las presentamos y el texto se aceptó (¡uff!). Aunque parecía que en la extensísima bibliografía que incluimos en el libro no se nos había escapado nada, ese fleco sí estaba colgando. Obviamente los artículos que comento serán incluidos en las próximas ediciones de “Tu perro piensa y te quiere”.
Cuando el texto ¡por fin! ha sido aceptado por el revisor especialista, pasa la revisión de un científico no especializado en el tema del artículo. Esta revisión debe garantizar que el artículo pueda ser entendido por personas con formación científica, pero sin necesidad de que sean especialistas en el área concreta a la que se refiere el artículo. Por ejemplo, cualquier psicólogo a biólogo no especializados en comportamiento animal debería entender con facilidad un artículo dedicado específicamente al comportamiento social de los perros que haya sido escrito por especialistas en ese tema. En ciencia es casi tan importante comunicar eficazmente como hacer nuevos descubrimientos. Esta revisión la pasamos sin problema 🙂
Cuando se superan estos filtros y finalmente se publica el artículo se ha garantizado que es sólido y acorde con las pruebas científicas existentes. Se puede estar de acuerdo o no, porque en ciencia a veces existen diferentes visiones sobre los fenómenos, pero los lectores estarán seguros de que lo escrito no es la “fantasía” del autor: cuando algo se publica en una revista científica con revisión por pares se tiene la seguridad de que no le han dejado “vender la moto”.
Alguien podría pensar que en las reseñas de libros la revisión es más tolerante: todo lo contrario, cuando el artículo se refiere a un tema que directamente contribuirá a que su autor obtenga beneficios, como en la venta de un libro, es cuando se ponen, con razón, más exigentes y tiquismiquis. Ninguna revista científica quiere ser usada como trampolín para la venta de productos, estos textos, que tendrán efectos publicitarios directos, provocan suspicacia y son aceptados en muy pocas ocasiones, porque los criterios de exigencia son llevados a su máximo extremo.
Y además el título no ayudaba nada, “Tu perro piensa y te quiere”, es (voluntariamente) muy, muy comercial, porque buscábamos dos cosas: “oficializar” el eslogan que EDUCAN sacó en los noventa y hacer una auténtica declaración de principios sobre nuestras premisas de entrenamiento. Bueno esas dos y, of course, vender libros. Pero afortunadamente los revisores científicos leen todo el texto antes de opinar sobre su seriedad, no juzgan a un libro por su portada… o por su título ;-).
La reseña de “Tu perro piensa y te quiere” ha logrado superar con éxito todos estos filtros y suspicacias, estas exigentes revisiones y análisis.
Me gusta haber pasado por la tensión e inseguridad (que han sido muchas) de las revisiones, hace que uno aprenda a pensarse muy bien lo que dice y cómo lo dice. Ahora sé que mi primer libro no hubiera superado este proceso. Agradezco que los revisores hayan diseccionado todo hasta encontrar los pequeños fallos y los hayan revelado, eso me permite corregirlos.
Y me gustaría que todos los que exponemos nuestras ideas sobre entrenamiento pasáramos por estos procesos que no sólo validan, en caso de merecerlo, nuestras propuestas, sino que evitan las ligerezas, las exageraciones y la posibilidad de que estemos escribiendo con redes de humo, para adormecer el sentido crítico y envenenar con sectarismos a quienes confían su valioso tiempo de lectura a nuestras obras.
Porque la ciencia es demostrar y exponer, nunca amordazar o intimidar.
Cuando hace más de quince años propusimos trabajar en base a las capacidades emocionales y cognitivas de los perros cambiamos la manera que era la usual al abordar el entrenamiento, que se limitaba a aplicar las normas del aprendizaje asociativo.
Usamos el pensamiento lateral: abordar una problemática desde un punto de vista completamente diferente al que se aplica normalmente.
El mundo del entrenamiento tiene una gran necesidad de ver los problemas con otras “gafas de realidad”. Creo que los enfoques innovadores aportan frescura y nos enriquecen a todos. Los nuevos términos, la relevancia sobre otros aspectos y la introducción de otros procesos en la ecuación terminan por mejorar nuestro trabajo a nivel colectivo. Términos como gestión emocional o aprendizaje conceptual de conductas, que introdujimos en el glosario del entrenamiento canino, hoy se han normalizado y son usados eficaz e inteligentemente por parte de entrenadores de todo tipo y afiliación sin conocer siquiera su origen.
Javier Boracchia, El Perro urbano, es un entrenador y formador de entrenadores argentino que ha mirado el trabajo con los perros con una óptica diferente, desde su formación como psicólogo social. Desarrollando una manera de entender el entrenamiento renovadora y muy interesante: antes se pensaba en cómo “acoplar” al perro a las necesidades de las personas con las que convivía, hoy hemos avanzado y los entrenadores también buscamos que las personas demos posibilidad al perro de desarrollarse y ser feliz de acuerdo a sus pautas e inclinaciones naturales.
Boracchia ha ido un paso más allá entendiendo el conjunto familiar como un sistema. Esto hace que su abordaje sea global: cuando existen problemas es porque el sistema no está funcionando, y no debemos fijarnos únicamente en las partes (el perro, las personas) de manera aislada, porque lo importante es generar un funcionamiento armónico del sistema.
Como siempre que alguien aporta algo nuevo se dirá que es lo que siempre se ha hecho (si lo sabré yo 😉 ), porque todos quienes entrenamos buscamos que la familia funcione.
Pero lo hacemos a través de arreglar cada pieza, no empezamos tratando el conjunto. Por supuesto, solucionamos el problema y hacemos que el sistema funcione, sumamos intervenciones locales (en el perro y en las personas) hasta conseguir que el conjunto salga a flote. La propuesta de Boracchia es analizar el conjunto e intervenir a nivel global antes de plantear las acciones locales concretas.
Conozco bien el trabajo de Javier Boracchia, he tenido la suerte de leer en detalle su propuesta en su libro inédito, que tiene el mismo título que su proyecto profesional y vital: El Perro Urbano. Es un amigo muy querido desde hace años. Pero tengo la convicción de que esto no me nubla el juicio: su trabajo es fresco y muestra un pensamiento lateral innovador e inteligente.
Por supuesto, se le encontrarán debilidades a algunos aspectos de su propuesta, pero es que plantear un nuevo paradigma es algo arduo. Los que ahora manejamos han pasado en muchos casos décadas de pulimiento y afinado, por eso ahora son tan consistentes. Que Javier Boracchia nos regale un nuevo y glorioso traje que podemos vestir los entrenadores para entender la convivencia entre perros y personas y que alguien se fije sólo en que uno de los botones del puño está mal cosido no solo muestra miopía, sino mezquindad.
Simplemente con introducir el concepto del conjunto familiar como sistema sobre el que intervenir se cambia, enriqueciéndola, la forma de ver el trabajo y la nomenclatura de los entrenadores y especialistas en comportamiento canino.
Javier además es un excelente comunicador (qué esperabais, es porteño de pura cepa ;-)), que está divulgando una manera respetuosa de entrenamiento y de convivencia a través de radio, televisión y prensa.
El trabajo conceptual de Javier es una semilla de novedad que con buena tierra nos terminará dando sombra a todos. Pero no es su mejor aporte, porque Javier Boracchia está profundamente comprometido con la protección animal y en particular en ayudar a los galgos, que parecen ver malpagada su ternura por igual en muchos países. Y recuerdo a Ramón, a Campeona, a Hortensia… tantos veloces, delicados y queridos amigos recuperados por la buena labor de entidades como Galgos 112 o SOS Galgos, de personas como mis queridas Sonia Bueno o Christina Fernández y sé que eso es lo más importante que hace mi compañero, el Perro Urbano Porteño.
Aprender técnicas de otros entrenadores, afinar las que ya tenemos o desarrollar nuevas a través de nuestra intuición y capacidad de lectura de los perros es una labor de artesanía muy valiosa para mejorar en nuestro trabajo, pero no permite sustituir antiguas tecnologías del comportamiento con alternativas conceptuales innovadoras. Mejorando los carromatos, aportándoles nuevos diseños o materiales, es imposible descubrir el motor de explosión, si en la industria de la locomoción hubieran actuado así hoy no existirían los coches.
La ciencia de base que estudia el comportamiento está en plena ebullición, se han encontrado nuevas capacidades cognitivas y nuevas formas de aprendizaje en los animales, muchas de ellas en los perros, que por fin son protagonistas en la investigación.
Pero, como decía en un post anterior, la ciencia de base no es ágil para convertir esos conocimientos en tecnología de entrenamiento. Los entrenadores con conocimientos conceptuales somos quienes debemos ejercer como tecnólogos, diseñando nuevos protocolos y formas de trabajo que aprovechen cada descubrimiento. Esa es buena parte de mi actual labor en Dognition: ellos me proveen de nuevos conocimientos consistentes y yo debo encontrarles aplicaciones prácticas.
No es algo tan complejo como pudiera parecer, en nuestro país conozco muchos entrenadores con más talento, creatividad y capacidad que yo. Solo les faltan los nuevos conocimientos que les permitan pensar de una manera diferente.
El avance dependerá de combinar conocimientos novedosos con (1) la experiencia manejando competentemente los conocimientos y técnicas actualmente en uso, (2) la amplitud de miras suficiente como para saber que, por bien que funcione lo que hacemos ahora, puede y debe superarse y (3) la valentía de estar dispuesto a sustituir algo que está funcionando bien en este momento por algo nuevo, que debe ser probado y ajustado para funcionar aún mejor mañana. Hay que dejar a un lado la sensación de seguridad, la demagogia vacía y el autobombo. Asumir que no solo podremos equivocarnos, sino que con, seguridad, lo haremos más de una vez. No importa. También acertaremos y cada acierto de cada uno de nosotros se sumará en poco tiempo en un nuevo paradigma de entrenamiento.
Esta idea es la que nos llevó a crear el Instituto Tecnológico EDUCAN (ITE) y programar seminarios completamente inusuales en el mundo del entrenamiento canino. Siento ser inmodesto pero hoy día en ningún otro lugar del mundo se ofrece una formación de ciencia básica adaptada para los entrenadores tan actual, amplia, consistente y continuada. El objetivo del ITE no es que mejoremos nuestro entrenamiento mañana, sino que mejoremos el entrenamiento del mañana. Que se parece, pero no es lo mismo ;-).
El Adiestramiento Cognitivo-Emocional de EDUCAN, la individualización del entrenamiento acorde al perfil cognitivo de Dognition o el Do As I Do de Claudia Fugazza son resultados tangibles de esta idea de nuevas tecnologías de entrenamiento diseñadas por entrenadores con acceso a nuevos conocimientos. Queremos que los entrenadores que sigan el programa formativo del ITE no se limiten a aprender los desarrollos de otros, sino que, en poco tiempo, sean ellos quienes hagan propuestas igual de audaces, interesantes e innovadoras. Podemos, debemos, ser una generación de entrenadores que cambie por completo lo que había, no hay que limitarse a mejorarlo y afinarlo un poco. Podemos, debemos, cambiarlo por algo mejor.
Con ese objetivo hemos programado este trimestre en el ITE:
- Los días 11 y 12 de Octubre Juliane Brauer con “Más listos de lo que pensamos”, quizá este seminario sea la mejor opción que se ha ofrecido hasta ahora para actualizarse a nivel científico sobre cómo aprenden y se comportan los animales. Conoceremos los experimentos que han hecho posible el cambio de mentalidad sobre los animales más importante de la historia de la ciencia y que deben ser la base para que diseñemos nuevas técnicas de adiestramiento concordantes con sus resultados. Un seminario central para cambiar nuestra manera de interpretar las motivaciones, objetivos y conducta de los perros. Imprescindible para cambiar el “chip”.
- El 22 y 23 noviembre Juliane Kaminski impartirá el seminario “El perro social: conducta y cognición”, el mismo título que su reciente libro, el más actual y uno de los más relevantes que se han publicado nunca para conocer lo que la ciencia piensa hoy día sobre la manera de los perros de aprender y relacionarse con las personas. Juliane ha tenido la gentileza de haber diseñado el seminario que impartirá en el ITE específicamente para su aprovechamiento por parte de entrenadores caninos. Ofreciendo la posibilidad de responder a consultas sobre la actualidad o validez científica de las técnicas concretas de entrenamiento sobre las que quieran consultar los asistentes, una ocasión única para que nos ayuden a reinterpretar lo que hacemos.
- Los días 13 y 14 de Diciembre será el momento de “La cognición y la empatía en primates y perros”, un seminario benéfico para recaudar fondos destinados el Centro de Rescate de Primates Rainfer, que será el lugar donde se realice este seminario tan especial, para así conocer a sus huéspedes: los primates rescatados. Tendremos varias ponencias de Guillermo Bustelo, director de Rainfer e investigador de la cognición en primates, Ignacio Ezquerro, jefe de cuidadores de Rainfer y mías (¡glups! Espero mantener el tipo). La cognición es la base que permite emociones complejas en los animales, la empatía permite reaccionar y responder ante las emociones de otros.
Pero no solo en EDUCAN estamos trayendo a ponentes del máximo interés para una formación más profunda, os recuerdo que nuestros compañeros de Implican traen los días 20 y 21 de Diciembre a Monique Udell, con el seminario “Cognición canina y su aplicación a la modificación de conducta”. Una ocasión excepcional para conocer la forma de trabajar de alguien que aúna la condición de investigadora con la de entrenadora, lo que hace que pueda entender perfectamente las inquietudes de nuestro colectivo.
Por último mencionaré que en el 2015, los días 25 y 26 de Abril no vuelva a visitar Josep Call para un seminario que cambiará muchas cosas, porque todos los asistentes podrán formar parte de la iniciativa de investigación aplicada al entrenamiento más importante que se haya llevado a cabo nunca en nuestro país, con repercusiones y alianzas en todo el mundo. Con la opción de que os incorporéis a un proyecto de largo plazo para desarrollar técnicas de enseñanza probadas científicamente y acordes con las capacidades cognitivas de cada perro. Por cierto que cuantos más de estos seminarios que estamos programando hayáis cursado más cosas podréis hacer dentro de esta iniciativa, así que: sin presión :-). Pero esta es otra (y gran, gran) historia y debe ser contada en otra ocasión. A mi Carla ya la tengo apuntada 😉
Al escribir un libro es normal recibir consultas referidas a alguno de los puntos más novedosos o chocantes expuestos en él.
Lo normal es que los autores supongamos cuáles serán los aspectos que moverán la curiosidad de quienes nos leen, al menos cuando uno se dirige a un público muy determinado, como es mi caso. Pero si algo he aprendido es que los lectores siempre hilan más fino que lo previsto por el autor, viendo la importancia de cosas que no necesariamente son las más “vistosas” del libro.
Inesperadamente me están llegando bastantes consultas sobre los hábitos y sobre cómo trabajar con ellos.
En Tu perro piensa y te quiere explico muy brevemente que las “normas” de aprendizaje asociativo populares en el mundillo del entrenamiento y que pueden servir para aprender una nueva conducta no son las mismas que funcionan para modificar los hábitos, usarlas con ellos es una garantía de fracaso o abuso.
Aprender conductas nuevas es un proceso exigente a nivel de recursos físicos y mentales, requiere esfuerzo y atención. No es rentable usarlo para situaciones sencillas que ya sabemos afrontar.
Los hábitos son conductas no muy costosas de llevar a cabo, que en el pasado han funcionado repetidamente para una situación concreta y que se automatizan parcialmente como respuesta a dicha situación, disminuyendo drásticamente la atención consciente y el esfuerzo necesarios para llevarse a cabo. Pero esa pérdida de atención tiene su precio, a todos nos cuesta recordar si hemos cerrado una puerta con llave.
Sabemos lo difíciles de modificar que son los hábitos, más de un matrimonio pende de que alguien sea capaz de cerrar el champú después de ducharse o apagar las luces antes de salir de casa. No creo que nadie considere que la relación entre el esfuerzo de cerrar un bote de champú y el beneficio de mantener una convivencia feliz con tu pareja sea excesivo, pero nos cuesta muchísimo conseguir estos pequeños cambios conductuales.
Para los perros no es más fácil, y sin embargo los entrenadores en ocasiones dan a entender que resulta sencillo para un perro dejar de subirse a su dueño cuando llega a casa.
¿Por qué es tan difícil cambiar un hábito? ¿por qué una conducta no responde a las reglas del aprendizaje asociativo más tradicional?
Para saberlo tenemos que ver qué nos dice la ciencia del comportamiento sobre los hábitos.
El primer test fiable, diseñado por Dickinson, para determinar que una conducta se ha convertido en un hábito se basa precisamente en comprobar que el aprendizaje asociativo “normal” está distorsionado: se enseñaba a una rata a presionar una palanca a través de una recompensa, posteriormente se evaluaban dos condiciones para determinar que la conducta se había vuelto un hábito (1) el animal seguía haciéndolo a pesar de estar saciado, operación de abolición típica respecto a la comida, y (2) el animal seguía haciéndolo pese a recibir después un aversivo suave, que en animales no entrenados previamente se había comprobado que tenía efecto castigante respecto a la misma conducta. Si la rata continuaba presionando la palanca, si mantenía la conducta, a pesar de que lo obtenido no tuviera ningún valor, e incluso cuando obtuviera un aversivo suave se consideraba que la conducta ya era un hábito.
Esto es relevante: ni eliminar el reforzador final, ni usar aversivos en el nivel de molestia van a servir para que el perro deje el hábito de subirse. Ese discurso está equivocado, y ojo, que aquí no habla solo el cognitivo, alguien con formación conductista actualizada coincidiría en este punto (aunque no lo hiciera en la manera de explicar cómo y porqué sucede).
Para intervenir correctamente nos será de ayuda conocer el funcionando de los hábitos a nivel neuronal. Una vez más la neurociencia nos muestra el porqué profundo de lo que sucede a nivel conductual.
Cuando llevamos a cabo una conducta de manera consciente están activos durante todo el proceso los llamados circuitos neuronales de deliberación, que permiten reconocer las consecuencias de lo que hacemos y darle un valor positivo o negativo a la conducta. Según una conducta va convirtiéndose en un hábito va generando circuitos neuronales de hábitos, que (1) “empaquetan” como una unidad el conjunto de conductas que forman el hábito (un proceso que se conoce como chunking) y (2) hacen que deje de estar bajo control consciente continuo. Los circuitos neuronales de hábitos, una vez creados, no se pueden eliminar, pero podemos impedir que se activen.
Todo lo anterior se ha comprobado desactivando (mediante una técnica muy innovadora, la optogenética) las neuronas responsables de trasferir el control de la conducta de los circuitos de deliberación a los de hábitos. Efectivamente, al impedir ese cambio, la conducta se mantenía plástica y susceptible de ser modificada mediante la operación de abolición y la aparición de aversivos suaves antes descritas. O sea, que funcionaba como una conducta nueva, las que sabemos manejar los entrenadores.
Pero claro, mala solución sería tener que usar optogenética para que nuestro perro dejase de subírsenos al llegar. Y cara.
Tenemos que aprovechar los conocimientos actuales sobre los hábitos para desarrollar soluciones prácticas en el día a día. Así que, todo el rollo anterior ¿cómo nos lo comemos en cristiano?
Podríamos dividir un hábito, de la manera tradicional: la situación que lo activa, la realización de la conducta y lo que sucede después.
Durante la realización de la conducta no existe prácticamente control consciente, así que el trabajo en esa etapa será muy poco eficaz, si es que lo es en alguna medida. Aunque consigamos cortar la conducta en ese momento no estaremos disminuyendo la posibilidad de su aparición en el futuro. Mucha gente que lleva meses sin permitir que su perro se le suba al llegar a casa y ve cómo persevera puede dejar de sentir que lo hace mal: no funciona porque no puede funcionar ¡Ojo! esto no quiere decir que no sea útil en otros sentidos que el perro corte la conducta, sencillamente no es una técnica eficaz para disminuir su posterior aparición.
La neuroimagen nos ha mostrado que quedan bajo control consciente, y por tanto son zonas de trabajo posibles, tanto la situación que activa la conducta como sus consecuencias. Bueno, cambiar las consecuencias de una conducta es el trabajo de conductismo más básico e intuitivo ¿tanta literatura para llegar a lo mismo, al cambio de las consecuencias como “terreno” de trabajo?
Pues evidentemente no. Por el particular proceso cerebral que tienen los hábitos, y como muestran las pruebas experimentales, el final de la conducta, sus consecuencias aparentes, no es el mejor lugar para intervenir. La extinción no funciona, y tendríamos que generar en el perro reacciones emocionales negativas demasiado intensas para castigar un hábito (sea con castigo positivo o negativo), además sería un proceso que se prolongaría muchísimo. Dos características que hacen que el trabajo eficaz sobre las consecuencias resulte abusivo.
La mejor manera de cambiar un hábito es también la más sencilla y respetuosa: debemos trabajar sobre la situación que lo pone en marcha, haciendo que el cerebro mantenga la atención consciente, que los circuitos de deliberación no dejen de funcionar. Una buena opción serían los trabajos de olfato, que concentran al perro y le exigen atención, lo que no permite la puesta en marcha de los circuitos neuronales de hábito.
Así que al entrar a casa es mejor en todos los aspectos desperdigar un puñado de pienso, si es con algunos trocitos de salchicha como extras aún mejor, que ignorar los saludos del perro, intentar pedirle que se siente o, desde luego, que castigar la conducta de saludar, sea con castigo positivo o negativo. Aunque «tirar comida por el suelo» sea menos vistoso, menos rentable o nos dé una menor sensación de control, que son finalmente los motivos por los que se perpetúan técnicas ineficaces, obsoletas e incluso irrespetuosas.
Además el trabajo de olfato mejora el autocontrol, genera estados emocionales de calma, en muchos casos no requiere entrenamiento previo y resulta sencillo y cómodo de hacer para el propietario.
Y para lo del champú: lo mejor es dejarlo fuera de la ducha, en un sitio que nos requiera control consciente para buscarlo y cogerlo, lo que nos permitirá mantener en la cabeza el objetivo de cerrarlo después de su uso. Por ejemplo, poniéndolo dentro del armarito del baño o en una bolsa con cremallera. En poco tiempo no se nos olvidará nunca ponerle el tapón. Y lo mejor es que se le puede pedir a tu pareja que se haga responsable de guardarlo en el sitio “difícil” y así repartimos la responsabilidad de cambiar ese mal hábito 😉
Por supuesto, decir que esta propuesta es eficaz cuando el problema con el saludo se ha convertido en un hábito. Antes de que lo sea existen otras muchas maneras de evitarlo y enseñar alternativas. Este es un post sobre los hábitos, no sobre los saludos abrumadores.
Cuando hace tres años formamos al equipo de entrenadores del Zoo de Madrid para cambiar de un entrenamiento conductista a uno cognitivo-emocional escribí un post, Corazón de León, explicando el momento en el que uno de los leones marinos de California cambió el chip y empezó a trabajar para disfrutar con lo que hacía y de su relación afectiva con su entrenadora en lugar de buscando un arenque. Entonces escribí este párrafo.
“… no pudimos evitar emocionarnos, después de años de trabajo en los que lo único importante era obtener un premio de comida habíamos conseguido que Elvis prefiriese estar con su entrenadora y realizar las conductas “de gratis” que un seguro y suculento refuerzo de comida a cambio de una conducta.”
Este verano la responsable de EDUCAN en Argentina, como parte de su formación para incorporarse a nuestra empresa realizó todos nuestros cursos de entrenamiento comercial en España. Creía en el sistema, había decidido dar un giro a su trabajo y hacer adiestramiento cognitivo-emocional. Es una decisión valiente.
Como la mayoría de quienes hacen formación con nosotros su decisión se basaba en la consistencia de la propuesta de adiestramiento cognitivo-emocional y la idea de conseguir que su perro disfrutara de su trabajo y lo realizase basándose en su relación afectiva. Aun no había hecho «contacto».
Pasarse al adiestramiento cognitivo-emocional es un paso que da vértigo, hasta el momento del «contacto», en el que todo cambia, puedes sentirte inseguro. Pero puedes darlo tranquilo, la ciencia del comportamiento más actual, la más reconocida te sujetará. No en vano TODOS los investigadores actuales relevantes que estudian el comportamiento de los perros (Miklosi, Hare, Horowitz…) lo hacen desde una óptica cognitiva y relacional. Ninguno piensa ya que el conductismo permita explicar el conjunto de su comportamiento, ni mucho menos que sea la manera más ética ni eficaz de relacionarnos con ellos.
Un día, en el segundo curso, su perro tuvo su cambió de chip, fue tan rápido como todo en los border collies… Y empezó a trabajar en base al afecto. Ella empezó a llorar, primero lentamente y después como un manantial: su border, que meditaba cada cosa que le pedían, que parecía sopesar cada ventaja e inconveniente de realizar las conductas de una manera egoísta y manipuladora digna de Maquiavelo había cambiado. Estaba trabajando (que no es lo mismo que realizando conductas, le pese a quien le pese) en equipo, porque se querían, sin importarle otra cosa que disfrutar del trabajo y de su comunicación mutua.
El trabajo cognitivo-emocional es una revolución, pero para entrar del todo, con el corazón y no sólo con la cabeza, es necesario ver, sentir, a tu compañero de una manera completamente diferente: trabajando en equipo.
Cuando tienes la experiencia personal de dejar de funcionar como un expendedor de premios para ser un compañero, ese momento en el que dejas de ser el semáforo de las señales para realizar conductas y empieza la comunicación, cuando sobrepasas el aprendizaje asociativo para entrar en la didáctica ya no hay vuelta atrás.
Por eso entiendo a quienes necesitan afirmar que todo es aprendizaje asociativo, que los perros no sienten afecto por las personas y que solo se nos acercan y se mueven para obtener recursos individuales. Ellos nunca han sentido ese momento en el que todo cambia, en el que la conexión es personal y el perro y tú sólo queréis manteneros conectados, sincronizados a través del entrenamiento, en una intimidad en la que no tiene cabida ni sentido la expectativa de conseguir un trozo de salchicha.
Les entiendo y me apena su situación. Porque sin revelación no hay revolución.
Y por eso agradezco a los entrenadores del Zoo de Madrid y a todos nuestros alumnos que hayan salido de su zona de confort, renunciando a «programar» conductas, renunciando al control total que objetualiza al animal entrenado, para aceptar una didáctica negociada con él.
Es muy generoso y valiente dar un paso adelante y ofrecerles a los animales con los que convivimos y entrenamos la posibilidad de ser nuestros compañeros, de demostrarnos que piensan y que nos quieren.
Mi nuevo libro, Tu perro piensa y te quiere, ya está colgado en Dogalia (por cierto ¡me encantan las tapas! ¿a vosotros no?) y tenía este post reservado para publicar la introducción que Josep Call ha tenido la gentileza de escribir para él. Sin embargo, tengo que hacer antes un comentario: mi amiga María me hizo saber que el día elegido para presentarlo podría coincidir con un partido España-Brasil del próximo mundial de fútbol. Como no querríamos restarle público a ese evento, hemos decidido hacerla al día siguiente: domingo 29 de Junio. La próxima semana explicaré con detalle cómo y cuándo será este acto de presentación, así como el proceso para solicitar invitaciones y los beneficios, además de pasar un buen rato entre amigos, que obtendrán los asistentes.
Y ahora vamos al turrón.
Creo firmemente que mi nuevo libro aporta novedades conceptuales de gran calado al entrenamiento canino, pero cuando Josep Call, uno de los científicos más importantes del mundo en cognición animal, se interesó en leerlo confieso que me sentí simultáneamente entusiasmado y aterrorizado. Uno está muy seguro de su trabajo hasta que una de las autoridades mundiales del tema dice que lo va a revisar, entonces la cosa cambia. Reconozco que lo releí por completo y reajuste aquellos puntos que me parecía que podían pecar de ambiguos o que podían ser explicados con más exactitud.
Tras haberlo leído se ofreció a escribir una introducción a mi texto como forma de apoyo y reconocimiento de la calidad e innovación de la propuesta. Esto me llenó de alegría, pensaba que no podía estar más feliz. Hasta que leí lo que había escrito, entonces descubrí que sí podía :). Ahora comparto con vosotros sus palabras a modo de anticipo (las negritas son mías). Y de nuevo: Gracias Josep.
Presentación de Tu perro piensa y te quiere. Entrenar perro no es como te lo habían contando, por Josep Call:
“La ciencia se nutre del cambio. Las nuevas metodologías producen nuevos resultados que a su vez requieren la formulación de nuevas teorías. El estudio científico de la conducta y del aprendizaje ha experimentado una importante doble transformación en las últimas tres décadas. En primer lugar, se ha mostrado particularmente interesado en los procesos cognitivos que sustentan la conducta, y no únicamente en la conducta. En segundo lugar, se ha interesado en el estudio del carácter concreto de cada individuo, y no únicamente en el de grupos o especies.
Este libro ha adoptado plenamente estos dos cambios fundamentales y como consecuencia permite importar los últimos avances en la ciencia básica del comportamiento al campo del entrenamiento canino. La tesis defendida en este libro representa un cambio audaz y radical en relación a los actuales regímenes de entrenamiento, a menudo únicamente preocupados en la modificación de la conducta aplicada a cualquier especie. Tres aspectos en concreto hacen que la perspectiva defendida en este libro sea especialmente única y atractiva. En primer lugar, el autor ha situado las tareas y procedimientos dentro de un marco ecológico y evolutivo adecuado. De tal modo que escapa a la simplificación excesiva de algunos etólogos que consideran a los perros como una versión ‘light’ de los lobos y de algunos psicólogos que consideran a los perros como palomas sin alas o ratas que menean la cola. Obviamente, los perros comparten ciertos rasgos conductuales y cognitivos con los lobos, las ratas y las palomas, pero los perros son algo más, como el autor argumenta de forma convincente.
Su detallado análisis de las causas subyacentes de la conducta que incluyen la cognición, la emoción y la motivación (así como sus correlatos neuronales) representan la segunda característica que hacen que la lectura de este libro sea extremadamente atractiva y fascinante. La conducta del perro se analiza desde una perspectiva multifactorial que revela un organismo complejo, intrigante y emocionante de descubrir, mucho más de lo que cabría esperar de una simple máquina de aprendizaje. En tercer lugar, el autor se toma en serio las diferencias individuales, no considerándolas una molestia que deba ser barrida debajo de la alfombra simplemente por el hecho de que no se ajusta a las recetas preestablecidas que a menudo predominan en muchas formas de entrenamiento animal. Por el contrario propone que dichas diferencias individuales son algo que el entrenador puede aprovechar para optimizar su trabajo.
En última instancia, se podría decir que un tipo de entrenamiento será juzgado por su eficacia (es decir, por su facilidad para ponerlo en práctica y mantenerlo en el tiempo sin necesidad de reentrenamiento o de programas de refuerzo constantes), no por la teoría en la que se sustente. No olvidemos que este es un libro sobre entrenamiento canino con una orientación esencialmente aplicada y los lectores pueden tener la tentación de considerar que el marco propuesto no es nada nuevo, solo una mera refundición de las técnicas antiguas adornadas por una nueva terminología. Sin embargo, creo que hacer caso omiso de los fundamentos teóricos en que se basa esta propuesta o asimilarla a otras ya existentes sería un grave error tanto para los entrenadores de perros como para sus dueños.
Desde el punto de vista del entrenador, el aprovechamiento de las predisposiciones naturales del perro, en lugar de ignorarlas o suprimirlas, así como de sus mecanismos de regulación cognitiva, pueden permitir un entrenamiento más efectivo, tanto en términos de velocidad de adquisición como en durabilidad en ausencia de refuerzo externo. Dicha optimización puede lograrse, entre otras formas descritas en el libro, mediante el entrenamiento de la motivación intrínseca que permite que el perro realice ciertas tareas sin necesidad de obtener un refuerzo externo en forma de comida. Por cierto, téngase en cuenta que la motivación intrínseca ¡también funciona muy bien con los niños! Además, el enfoque propuesto permite aprovechar los recursos cognitivos que hacen del perro un organismo flexible, permitiendo generar nuevas opciones de entrenamiento.
Desde el punto de vista del propietario, a sabiendas de que el desarrollo cognitivo también es crucial para los perros, y que el entrenamiento puede afectar sustancialmente a éste ¿no deberíamos entonces seleccionar un método que aproveche toda la gama de mecanismos cognitivos del perro y que simultáneamente tenga en cuenta su propia personalidad? Si simplemente se quiere que el perro aprenda un conjunto de rutinas fijas o trucos de circo no creo que sea necesario. Pero si se quiere dar una oportunidad al perro para que desarrolle plenamente las estrategias cognitivas que le ayudarán a hacer frente a los desafíos del día a día, y en consecuencia a mejorar su bienestar, se debería considerar muy seriamente la propuesta de este libro.”
Josep Call
Catedrático sobre los Orígenes Evolutivos de la Mente
Universidad de St Andrews.
El epicentro de las novedades: Libro nuevo ¡por fin!
Muchos sabéis que llevo bastante tiempo trabajando en un libro, algunos (yo entre ellos) empezabais a pensar que nunca saldría. Pues bien, en Junio ya estará disponible 🙂 :).
El libro, publicado por Dogalia, se titula Tu perro piensa y te quiere. Entrenar perros no es como te lo habían contado, es “gordito” porque mi objetivo ha sido aprovechar la totalidad de conocimientos científicos que existen a día de hoy sobre el comportamiento, las capacidades cognitivas y las capacidades sociales de los perros que pueden ser convertidos en herramientas prácticas para comprenderlos, darles una vida plena y feliz y, por supuesto, para entrenarlos.
Creo sinceramente que este libro aporta una manera de entender al perro, su relación con nosotros y el adiestramiento desde una óptica ecológica, evolutiva y del desarrollo (eco-evo-deco) totalmente innovadora. De hecho, si alguien lo lee y no encuentra ningún conocimiento o forma de trabajo que sean completamente novedosos para él me comprometo personalmente a devolverle el dinero gastado en su compra.
Con las propuestas del texto podremos analizar e intervenir sobre el comportamiento del perro de manera holística, no sólo mejorando sus conductas observables, sino también su estado emocional y su relación social con perros y personas. Un trabajo más allá del corto plazo, porque en el fondo la conducta observable es un síntoma de procesos más profundos e importantes.
Os informo también, aunque de momento muy brevemente, que haremos un acto de presentación del libro el sábado 28 de Junio por la tarde, a una hora que permita a nuestros amigos de Hispanoamérica unirse a la fiesta por streaming sin trasnochar. Además será más que interesante venir a la presentación porque todos los asistentes, presenciales y on-line, van a recibir regalos y beneficios por acompañarnos. Si no estás después no te quejes. Pero esto ya lo explicaré la próxima semana.
Cambios en los cursos de EDUCAN
Obviamente este importante cambio conceptual se traduce en cambios en la formación que impartimos, sobre todo en el curso de Adiestrador Profesional y Técnico en Modificación del Comportamiento en sus dos niveles.
Pero antes de que nuestros antiguos alumnos se asusten demasiado voy a explicar qué cambia mucho y qué cambia menos.
La base teórica del curso y la modificación del comportamiento son lo que más se renueva, pues adoptamos un innovador enfoque para analizar el comportamiento y una propuesta completamente nueva para intervenir sobre él.
Cambia menos el protocolo de entrenamiento, puesto que el nuevo se desarrolló de manera simultánea a la escritura del libro y hace unos años ya cambiamos los cursos hacia el modelo actual, previendo (con razón) que la publicación del libro se demoraría. De cualquier manera, si eres un adiestrador cognitivo, es muy sencillo que sepas si los protocolos que has aprendido son los nuevos o los antiguos:
- Los protocolos antiguos son los que salen en mi anterior libro, el trabajo se divide en tres etapas: aprendizaje, obediencia y ajuste. El protagonismo está en la fase de escalón, si usas el término fase de escalón es muy probable que te formases antes de los cambios. En este caso la manera de entrenar que proponemos ahora es completamente novedosa para ti.
- En los protocolos nuevos hay también tres etapas, pero son: vinculación y comunicación, enseñanza/moldeado de conducta y trabajo con la conducta aprendida. Si te has formado en el modelo nuevo habrás estudiado en detalle las estructuras de adiestramiento, que no aparecían en el anterior protocolo. En este caso sólo encontraras cambios menores en la forma de entrenar.
De cualquier modo, todos aquellos de nuestros alumnos que quieran renovarse con los nuevos conocimientos tendrán un 50% de descuento en los cursos que ya hubieran realizado, aunque en cada convocatoria habrá un número limitado de plazas para antiguos alumnos, evitando que estas facilidades para actualizarse lleguen a hacer algún curso económicamente inviable para EDUCAN :(.
Los primeros cursos que incluyen todos los cambios son los intensivos de Julio de 2014, además como siempre hago con los cambios de temario, y este es de los cambios más gordos de nuestra historia, yo personalmente impartiré el grueso de las clases nuevas no solo en el nivel avanzado sino también en el primer nivel, un curso en el que no doy clase habitualmente. Así que si hacer nuestro curso conmigo como profesor principal tiene algún interés para alguien (que lo mismo sí) puede aprovechar y apuntarse al de Julio, que será el único que imparta personalmente… en España.
EDUCAN en Hispanoamérica
Porque también impartiré personalmente las primeras convocatorias de nuestros cursos de Adiestrador Profesional y Técnico en Modificación de Conducta en Argentina, en Buenos Aires, y en Chile, en Santiago de Chile.
Desde hace muchos años tenemos propuestas para llevar EDUCAN a varios países de Hispanoamérica, no queríamos hacerlo hasta tener completados estos nuevos protocolos y publicado el libro. Somos la empresa de entrenamiento y formación más grande de Europa y no queríamos entrar a medio gas en un nuevo continente, teníamos que aseguramos de ofrecer un conocimiento completamente actualizado, novedoso y homogéneo a nivel de contenidos y didáctica respecto al que impartimos en España. Esto no es fácil, cuesta mucho tiempo y esfuerzo. Pero ahora estamos listos.
Posteriormente os informaré de los detalles de nuestros cursos allá, la formación de mayor calidad, con la escuela de la que han salido los mejores adiestradores. De momento me limito a deciros que están previstos para Enero de 2015 en Buenos Aires y para Marzo del mismo año en Santiago de Chile. Y los alumnos van a tener la posibilidad de hacer más que aprender con EDUCAN ;).
En fin, que no me podréis decir que es un post sin novedades.
Después de entregar, con un par de meses de retraso, el primero de los tres libros que espero sacar este año vuelvo al mundo de los vivos, o al menos de los e-vivos.
Y lo hago para hablar de un tema que me lleva preocupando un tiempo, vivimos un momento de “boom” de las propuestas de trabajo para perros emocionalmente problemáticos que se basan en la gestión conductual de aversivos: tanto BAT como CAT son protocolos que funcionan a través del refuerzo negativo, al que se le puede añadir eventualmente un refuerzo positivo. De primeras aclaro que creo que este es el camino adecuado, hoy sabemos que el uso del refuerzo negativo en un programa de refuerzo diferencial es lo más eficaz para este tipo de problema, como ya expliqué en un largo post, que gracias a vuestros extraordinarios comentarios se convirtió en muy, muy interesante. Además, el protocolo desarrollado en EDUCAN se basa en los mismos principios, así que esto no es una crítica a estos procesos en absoluto.
Sin embargo, lo “edulcoradas” que llegan a ser las formas de presentar estas propuestas para conseguir que el uso de refuerzo negativo les parezca aceptable a quienes tienen muchas suspicacias hacia este tipo de refuerzo conlleva un peligro implícito: que no seamos conscientes de que estamos usando refuerzo negativo y no sepamos precavernos de los riesgos reales que corremos y que debemos considerar e intentar minimizar al trabajar de este modo.
El mayor riesgo con el que nos encontramos tiene que ver con una eventualidad que parecemos no considerar cuando trabajamos: el comportamiento es continuo, no una suma de eventos aislados. En la mayoría de los casos el perro, durante la sesión, podrá reducir la intensidad del estímulo aversivo hasta hacerlo desaparecer con su conducta. Típicamente al dejar de mostrar una respuesta de agresión o miedo hacia otro perro (que es el estímulo aversivo en estos casos) o realizar alguna otra conducta observable que consideremos correcta alejará al otro perro (CAT) o se alejará de él (BAT y nuestro protocolo). Esto es muy adecuado al paradigma de refuerzo negativo, pero parecemos olvidar que antes de retirar o alejar el aversivo tenemos que introducirlo en la vida del perro, o sea que tenemos que sumar un estímulo aversivo (el otro perro) al entorno para poder empezar la sesión. Y sumar un estímulo aversivo al entorno es la manera de iniciar los trabajos de castigo positivo, el tipo de condicionamiento con efectos emocionales y conductuales más lesivos. Al explicarse estos trabajos se incide en los beneficios de que el perro gestione la situación aversiva con su comportamiento (refuerzo negativo) y se obvia sistemáticamente el cómo se le sitúa ante el aversivo (activación emocional equivalente a la del castigo positivo).
El perro existe, genera conducta y realiza asociaciones también cuando le llevamos a la sesión y sumamos a su vida elementos que le desagradan para iniciarla: el principal problema práctico al usar refuerzo negativo es cómo introducir el aversivo, no cómo retirarlo. Cuando esto se hace de manera descuidada es fácil que el perro elicite respuestas emocionales respondientes insalubres al acercarnos al lugar de trabajo, lo que puede darnos, en el peor de los casos, un incremento de respuestas reactivas de miedo o agresión o, en el mejor, una mala disposición hacia el lugar, personas y otros antecedentes fiables del inicio de la sesión, pues este inicio siempre actuará emocionalmente de manera insidiosa.
Este es un problema que no desaparecerá, pero que podemos gestionar con inteligencia para que los beneficios obtenidos durante la sesión superen con creces las consecuencias lesivas que supone su inicio y podamos hacer un uso inteligente y respetuoso del refuerzo negativo, minimizando sus riesgos. Las medidas que propongo son las siguientes:
- Mantén un ritual igual para llevar al perro a la sesión que para otras salidas que le resulten apetecibles. Si haces cosas diferentes para acudir a las sesiones terapéuticas el perro lo captará en seguida y empezará a generar una expectativa negativa en cuanto sepa hacia dónde va, esto nos llevará a que durante el traslado, que puede ser largo, se encuentre en un estado emocional negativo, lo que multiplicará su malestar. Sin embargo si haces lo mismo que cuando va a ir al campo a pasear tendrás un estado emocional positivo durante el viaje, la mejor manera de empezar.
- No llegues al lugar de la sesión y empieces con el trabajo. Otra manera de evitar que el viaje sea visto como un antecedente fiable de la sesión, con los efectos nocivos implícitos, es que llegues a la cercanía de la zona de trabajo con antelación y dediques un rato a pasear tranquilamente con tu perro, jugar con él o darle masajes relajantes si le gustan y lo haces competentemente. Déjale que se relaje y se olvide del coche y del viaje antes de empezar el trabajo.
- Ten un ritual de inicio de la sesión, incluyendo material específico. Todos los estímulos presentes en un entorno de interés (bueno o malo) pueden potencialmente asociarse a este y generar una respuesta emocional posterior. Sin embargo sabemos que esto no es lo más frecuente, al perro no le interesa asociar demasiadas cosas porque supone un mayor esfuerzo mental y además daría valor a muchos estímulos que realmente no fueran específicos del problema. Cuando aparece una situación de interés, el perro realiza un rastreo de señales para aprender a diferenciar los estímulos específicos y propios de dicha situación y asignarles el valor asociativo, convirtiéndolos en señales. Algunos estímulos, como el lugar concreto donde se lleva a cabo la sesión, pueden estar fuera nuestras posibilidades de acción, pero otros como el collar y correa de manejo, pueden controlarse fácilmente. Si usamos un ritual de inicio de la sesión y un material específico para esta conseguiremos que gran parte del enfoque asociativo del perro se quede en ellos, con lo que al realizar el ritual y ponerle el collar y correa de trabajo se agobiará, pues señalan que llegará la situación aversiva, pero al quitárselos o no usarlos disminuirá la emoción problemática. Podríamos decir que encapsulamos el inicio del aversivo y sus efectos adversos con el ritual y material exclusivos de la sesión, minimizando las asociaciones con otros estímulos presentes. En algunos casos en los que existe una generalización del miedo muy exagerada nosotros usamos collares de vibración para aumentar este efecto de discriminación de los estímulos que se asocian con la emoción nociva, reduciendo el enfoque del perro y dirigiéndolo hacia el material, mejorando así su activación emocional hacia el resto del entorno. Esta es quizá la técnica que más «choca» en nuestra propuesta y que es generadora de polémica, sin embargo es efectiva en casos muy severos donde se necesita que la emoción quede asociada a un contexto muy limitado.
- Después de la sesión no te vayas inmediatamente. Aunque salga bien, estos trabajos implican un alto nivel de estrés en el perro y una alta activación de sus capacidades emocionales, estos son motores que tardan en enfriarse, dales tiempo para ello. Antes de volver al coche para irte pasea de nuevo, calma al perro con masaje, dale tiempo para estabilizarse emocionalmente. Después intenta realizar una actividad divertida con él, si es en la misma zona perfecto, pero también puntúa hacer una parada en una zona de campo que le encante antes de volver a casa.
- Trabaja en pirámide. Se ha comprobado que el trabajo sobre emociones avanza y se consolida más rápidamente cuando la sesión se plantea de manera piramidal: partimos de un criterio (por ejemplo acercar al perro a diez metros del perro ayudante), subimos de criterio (por ejemplo le acercamos a ocho metros, luego a seis y luego a cuatro) y por último volvemos a bajar de criterio (retrocedemos de nuevo a seis metros, luego a ocho y terminamos en los diez iniciales). Terminar la sesión con el criterio más alto, una práctica usual pero equivocada, genera más estrés residual en el perro e implica una recuperación física y emocional de la sesión mucho más lenta e ineficaz.
- Espacia las sesiones no haciendo más de tres semanales, incluso puedes hacer solo dos. Por bien que lo hagas y por bajos que sean los umbrales de activación de la emoción, este tipo de trabajo implica estrés, con las alteraciones físicas consecuentes que todos conocemos y que, además, ralentizan y alteran el proceso de reconstrucción del cerebro que constituyen la realidad fisiológica del aprendizaje. Si vamos demasiado deprisa no conseguiremos que los efectos de la sesión terminen de remodelar el cerebro del perro, por lo que estaremos construyendo los posteriores avances sobre una base inestable. A todos nos tienta trabajar todos los días o al menos manteniendo el ritmo laboral normal: cinco sesiones a la semana, sin embargo, esto es demasiado rápido para procesos emocionales.
Como ves todos los puntos son fáciles de llevar a cabo, solo requieren tiempo, planificación previa y, sobre todo, ser conscientes de que estamos trabajando con refuerzo negativo y por ello debemos ser particularmente cuidadosos.
Acabamos de terminar el seminario de ABA actual con Jesús Rosales-Ruiz, con el que he disfrutado enormemente (¡¡espero que los alumnos también!!) porque, aunque es una visión muy diferente a la del C-E, siempre es un placer ver un trabajo conceptual, estructurado, inteligente y con una base consistente.
Este trimestre sólo nos queda mi seminario, “Cómo hacer viable una empresa de educación y gestión de la conducta canina en tiempos de crisis”, los días 14 y 15 de Diciembre. Siempre me parece difícil publicitar un seminario que imparto yo, porque hablar bien de uno mismo como que no. Así que intentaré explicar por qué he planteado este seminario, dejando que los motivos hablen por sí mismos: Obviamente un motivo era aumentar la rentabilidad del trimestre con un ponente que nos sale baratito después de haber traído a Jesús Rosales-Ruíz allende los mares, pero existen otros de mayor interés para los potenciales alumnos ;).
Como expliqué al presentar la nueva línea de formación que estamos llevando a través del Instituto EDUCAN de Formación Continua, creo que es necesaria la preparación empresarial para quienes nos dedicamos al adiestramiento, porque sin una mínima rentabilidad no es posible ninguna profesión. Tengo la suerte de trabajar en lo que más me gusta, sé lo bueno que es poder dedicarse a un trabajo vocacional y me gustaría que todos quienes lo deseen pudieran hacerlo.
Saber enfocar nuestra empresa es una prioridad: nos permitirá disfrutar de lo que hacemos, ofreciendo servicios que nos lleven a desarrollarnos como profesionales y realizarnos como personas. En nuestra profesión mucha gente queda “atrapada” por su falta de planificación, y aunque factura lo suficiente para vivir, deja de disfrutar de su trabajo por cómo tiene que realizarlo, esto es particularmente penoso en una profesión elegida desde la ilusión. Tengo la convicción de que mi seminario es de gran ayuda para que vivir del entrenamiento de perros sea más sencillo, más fácil y más agradable.
Como decía, lo he pasado muy bien con los dos seminarios que hemos dedicado al ABA, pero reconozco que ahora necesito un poco de desintoxicación de tanto conductismo, porque me termina dificultando un poco respirar con naturalidad, por eso este trimestre en el Instituto EDUCAN vamos a centrarnos en la cognición ¡Y cómo!
Los días 18 y 19 de Enero nos visita Juan Carlos Moreda, que impartirá un seminario de obediencia deportiva utilizando su sistema CoachinDog, este sistema, que parte de las premisas y conceptos del adiestramiento C-E, permite alcanzar resultados de máxima calidad a través de la relación de equipo entre el perro y su guía, potenciando el vínculo afectivo saludable entre ellos y mejorando las capacidades de gestión emocional en el perro, algo difícil de ver en trabajos de obediencia competitiva donde lo más usual es ofrecer motivaciones puramente individuales al perro, así como usar de continuo sobreactivaciones emocionales.
También me cuesta hablar del trabajo de Juan Carlos, porque es alguien por quien siento mucho cariño, es de casa, pero tengo la convicción de que si un anglosajón mostrase un trabajo la mitad de conceptual y solo una décima parte de bueno que el suyo estaríamos haciendo cola para ir a verle, pero a un español… parece que nos cuesta más.
Juan Carlos ha sido el sexto clasificado en el año 2012 del Campeonato Mundial de los Pastores Alemanes, WUSV, una de las competiciones de adiestramiento más elitistas del mundo, obteniendo la tercera mejor obediencia mundial tanto ese año como en este 2013.
Si practicas OCI o IPO este seminario puede hacerte cambiar lo que creías saber sobre la preparación de un perro para el deporte de alto nivel, si haces obediencias de manejo con adiestramiento C-E verás llevar los mismos conceptos que utilizas a su máximo exponente.
Juan Carlos no sólo sabe de competición, ha sido uno de los mejores adiestradores comerciales que han pasado por EDUCAN y sigue dedicándose profesionalmente a ello con su empresa Krusaiker, no es de esos ponentes que sólo saben trabajar su reglamento y con la raza óptima. Por eso, aunque traerá a Teo Togaricha, su compañero en la competición, los asistentes pueden venir con sus perros (con previo aviso) para que les ayude en aquellos puntos de la obediencia que deseen mejorar.
Febrero nos lo guardamos para hacer un evento que será gratuito, tanto presencial como on-line, y muy especial, pero aún no es el momento de anunciarlo, así que pasaré a Marzo.
El 22 y 23 de Marzo tenemos una ponente muy especial, para mí la más especial: Irene Pepperberg, una de las científicas más importantes, probablemente la más importante, de la historia de la cognición animal.
De Irene Pepperberg no me cuesta nada hablar, Fernando Trueba tiene a Billy Wilder y yo tengo a Irene Pepperberg.
Irene nos hablará sobre el estudio de la cognición de los animales a través de su entrenamiento, junto a su loro gris Alex (Avian Learning EXperiment, Experimento de Aprendizaje Aviar), la doctora Pepperberg cambió la manera de entender cómo aprendían los animales y cómo podían relacionarse con las personas.
Irene Pepperberg desarrolló un modelo de entrenamiento modelo-rival (que nos explicará) que permitió a Alex pasar del simple aprendizaje asociativo al aprendizaje de conceptos abstractos como forma, color, número, material… pudiendo etiquetar un objeto que se le presentaba según estas características, también comprendía conceptos relativos como “más grande”, “más pequeño” o «mejor», podía enumerar la diferencia entre dos objetos que se le presentaban, pero también comprendía el concepto “cero” y cuando se le presentaban dos objetos idénticos y se le preguntaba por la diferencia respondía “ninguna”. Era capaz de intentar usar las más de ciento cincuenta palabras que conocía para desarrollar nuevos conceptos y trasmitírselos a las personas, así cuando por primera se le presentó una manzana la nombró como “banerry”, combinando “banana” y “cherry” (cereza) para explicar lo que le parecía. Cuando Alex acertaba en los experimentos no era premiado simplemente entregándole la comida, tenía que pedirla: si se le entregaba una comida diferente a la que solicitaba la ignoraba o se la tiraba al investigador. También sabía contar y calcular cantidades😮 . Como puede parecer increíble os dejo este link a un vídeo, en inglés, qué se le va a hacer (me encanta un momento en el que explica que cuando dijo que creía que los loros tenían capacidades cognitivas similares a las de los niños lo que le respondieron fue “¿Qué has fumado?”, parece que ante la idea de la cognición en los animales algunas personas tienen una respuesta universal).
Si no te has dado cuenta aún, me permitiré señalar que, haber enseñado todo lo anterior (y otras muchas cosas) a un loro, y a uno con un carácter más bien difícil, convierte a Irene Pepperberg en la mejor entrenadora de animales de la historia, sin comparación posible.
Por eso, aunque nunca he sentido simpatía por la idea de anunciar los cursos y seminarios que uno imparte u organiza como “necesarios”, “imprescindibles” u otros epítetos que producen un cierto rubor al dirigirlos hacia uno mismo, me permitiré afirmar que todo el que realice este seminario saldrá renovado y quienes no lo hagan perderán una ocasión irrepetible de crecer en su manera de entender a los animales y su entrenamiento. Si puedes venir y no lo haces eres tont@, siento decirlo así.
Creo que este seminario es una ocasión para bañarnos en una luz más blanca, en lo que se refiere a conocer las capacidades de aprendizaje de los animales a través del entrenamiento. Saldremos respirando con más amplitud y frescura, el condicionamiento es una habitación demasiado angosta y oscura para albergar toda la maravilla del comportamiento de los animales, todas las potencialidades de nuestra relación con ellos, sobre todo las afectivas. Porque al final el entrenamiento es construir puentes para entendernos y comunicarnos con ellos, para poder amarnos de manera bilateral, consciente y cualitativa.
Alex murió la noche del 6 al 7 de Septiembre del 2007, esa noche se despidió de Irene diciéndole “Eres buena, te quiero”, ella le respondió “Yo también te quiero”, Alex dijo “Mañana nos vemos”, Irene contestó “Sí, mañana nos vemos”.
Yo no creo en Dios para poder agradecerle el milagro de que personas y animales tengamos la posibilidad de entendernos y querernos a través la ciencia aplicada, así que: Gracias Alex, gracias Irene.
Hay varios puntos en el adiestramiento y la modificación del comportamiento actuales que me preocupan, creo que las fuerzas que han sido nuestros principales aliados y que han impulsado el avance de nuestra disciplina están empezando a ser lastres para el progreso más que sus socios eficaces.
El adiestramiento de perros es un trabajo multidisciplinar, en el que necesitamos beber de muchas fuentes para conseguir un resultado óptimo. Ha sido necesario importar conocimientos de aquellas disciplinas científicas que estudian diferentes áreas relacionadas, más o menos directamente, con el comportamiento y la conducta. Esta debe ser el ancla que nos impida derivar hacia las explicaciones míticas, tan atractivas y seductoras por su acariciadora sencillez y su perfecto acople con nuestros deseos sobre cómo debe ser un perro y nuestra relación con él.
Sin embargo ese saber no es suficiente, pues el adiestramiento no es, no puede ser únicamente, una reproducción, más o menos exacta, del trabajo experimental. Existen dos factores relevantes que implican la necesidad de incorporar otro tipo de conocimientos para llegar a un resultado eficaz y aplicable:
- La especial relación afectiva de los perros con las personas, que ha sido la causa de repetidos fracasos al intentar usarlos como sujetos de análisis experimental de la conducta. Sería extraño que pudiéramos obtener unos resultados completos aplicando unos conocimientos que en perros no pueden experimentarse y contrastarse con calidad debido a la gran cantidad de variables extrañas que incluye su relación con las personas.
- Los entornos diversos, muy cambiantes y poco susceptibles de ser controlados en los que debe funcionar un adiestramiento. Esta es una particularidad del trabajo con perros, que no se da en el entreno de otros animales, que suelen tener condiciones regulares y controladas en sus entornos y/o limitadas las situaciones en las que solicitaremos las conductas enseñadas. Por ello no podemos basar nuestro trabajo únicamente en la posibilidad de un control completo del entorno, de los estímulos que aparecerán y de cómo aparecerán, pues esto lo volverá un trabajo “de salón”, cuya eficacia se diluirá como azúcar cuando salgamos de las situaciones bien medidas que podemos crear en un laboratorio o durante un curso de formación. Los perros viven con nosotros y debemos manejarlos en una diversidad casi infinita de lugares y situaciones, lo que hace que sea irreal y falsa la idea de conocer, y no digamos controlar, todas las variables posibles.
Por ello, aunque el entrenamiento de perros debe necesariamente incluir estos procesos y conocimientos no puede limitarse a ellos.
En mi opinión hay tres cosas que debemos incorporar de manera sistemática y protagónica al trabajo con perros:
- La didáctica: A los que provienen de disciplinas científicas “duras” la didáctica puede no parecerles ciencia en absoluto, pero si nos ha servido para educar a todos los científicos que en el mundo han sido, a nuestros hijos y a nosotros mismos quizá deberíamos darle una oportunidad. Al fin y al cabo Brunner una vez me dijo “no toda la ciencia es estadística, no toda la estadística es ciencia”. Si el perro nos ve de una manera tan determinante como se ha demostrado, quizá, en lugar de intentar neutralizar nuestro protagonismo a través de herramientas y técnicas para relegarlo a un segundo plano, ha llegado el momento de ponerlo a trabajar para conseguir animar, implicar y dirigir el proceso de entrenamiento del perro, siendo enseñantes activos y protagónicos en la experiencia conjunta de enseñanza/aprendizaje.
- La negociación: Una vez aceptada la didáctica como herramienta necesaria y prioritaria debemos entender que existen múltiples opciones didácticas. En el mundo del entrenamiento de animales nos acechan tres grandes riesgos: el maltrato, la bambificación (Vicchio definió en 1986 esta forma concreta y nociva de antropomorfismo que consiste en la atribución de sentimientos y pensamientos humanos a los animales. La bambificación, además, intenta dar una visión de los animales extremadamente positiva y amigable, obviando cualquier cariz desagradable) y la despersonalización objetualizadora del aprendiz. El plantear el proceso de enseñanza/aprendizaje como una negociación entre dos partes, con protocolos y técnicas que nos exigen atender a las demandas del perro, además de enseñarle -como parte imprescindible del proceso- que tiene derecho y opción a exigirnos determinadas cosas como enseñantes, nos vacuna contra los tres riesgos antes mencionados: si maltratamos rompemos la negociación y por ello la posibilidad de mantener la didáctica, tenemos que recoger las demandas del perro y tomarlas en consideración para avanzar, lo que no permite atribuirle pensamientos o intenciones imaginarios, y su condición de sujeto dinámico e interactivo durante la enseñanza, nos impide objetualizarlo como un mero receptor de técnicas que genera conductas según le dosificamos estímulos.
- La valoración ponderada: La incorporación de consistentes conocimientos científicos ha llevado a que se busque la valoración objetiva de los casos y la elección de las técnicas en base al análisis de variables mensurables y definidas. Pero, puesto que los entornos y situaciones que tendremos con el perro son tan heterogéneos que las variables extrañas tienden a ser infinitas y además el didacta -me refiero al entrenador, no al malo de Halo 4, pedazo de juego- es otra fuente de variables extrañas, la valoración objetiva no es suficiente excepto en un reducido número de casos. Esto sucede en muchas disciplinas (si no en todas) que tienen un enfoque de aplicación practica y no es ningún drama: la medicina, la psicología (yo soy de los que considera la conductología otra disciplina diferente a esta), la enseñanza… que optan como mejor solución para ser eficientes por la existencia de un mediador cualificado que pondere cada caso para decidir qué es relevante y cuál es el rumbo a seguir para ese caso en concreto. Médicos, psicólogos, profesores y entrenadores caninos debemos tener una formación suficiente para analizar cuándo un caso nos permite una valoración objetiva, porque podamos recoger y analizar todas las variables relevantes, y cuándo eso es imposible o insuficiente y se hace necesario que realicemos una labor de mediación y valoración subjetiva ponderada para poder ofrecer resultados idóneos y un trabajo válido.
Tenemos que importar conocimientos de muchas disciplinas, pero si nos asimilamos a ellas perderemos el rumbo de nuestra actividad, que tiene características, necesidades y respuestas propias. Algunos enfoques empiezan a parecer visitas pesadas que al prolongar su estancia en nuestra casa generan una incómoda tensión y una evidente falta de naturalidad en nuestros movimientos. Han estado, han aportado mucho y nos ha hecho felices que vinieran, pero esta es nuestra profesión y tenemos que ser los entrenadores de perros quienes decidamos su dirección.
En EDUCAN hemos dedicado los últimos años a diseñar y probar nuevos protocolos basándonos en la incorporación de estas premisas: didáctica, negociación y análisis ponderado. Me alegra decir que a partir de Enero del 2014 presentaremos nuestras nuevas, y creo sinceramente que revolucionarias, propuestas para diferentes áreas del adiestramiento y la intervención en el comportamiento de los perros.
Y este es el primer anuncio de este tipo que he realizado en toda mi vida profesional.
Hace tiempo que tenía ganas de escribir un artículo sobre uno de los puntos más característicos y polémicos del trabajo cognitivo: la enseñanza y uso del “no” informativo, la indicación que le damos al perro para dejar de hacer alguna conducta. Como ha surgido el tema en nuestro Laboratorio de ideas creo que esta es una buena ocasión para sacarme la espinita.
Desde ya aviso que haré una encendida defensa de las ventajas de enseñar al perro una indicación para dejar de hacer, pero en modo alguno pretendo descalificar a quienes no lo hacen, pues conozco grandes adiestradores con excelentes resultados que ni entrenan ni usan esta indicación, aunque sí que me gustaría convencer a alguno de ellos para incorporarla a su trabajo con los argumentos que expondré 😉
Antes de empezar haré notar que he utilizado la palabra indicación y no señal o comando para hacer referencia al “no”, aunque coloquialmente se puedan utilizar estos términos (yo el primero), para ponerlo negro sobre blanco no me parecen adecuados, el primero es profundamente conductista y el segundo demasiado cognitivo (porque, al menos en adto. C-E, viene de los comandos de programación y no como parecen creer algunos de la jerga paramilitar). Son inadecuados porque dejan fuera el valor emocional y social que tiene per se cualquier indicación del guía para su perro, haciendo únicamente referencia a la asociación de una palabra o gesto con la realización de conductas concretas.
Por el contrario sabemos que las indicaciones sociales varían su valor y significado según la relación afectiva que tengamos con quien nos la da, según el tono emocional que emplee el emisor y según cómo sean las relaciones de coordinación y subordinación entre ambos. Usar términos que son equivalentes al cambio de color de un semáforo (señal) o al lenguaje de programación de un ordenador (comando) es hacer una renuncia expresa a considerar dichos valores sociales y emocionales como una parte de la ecuación, algo incorrecto puesto que son inevitables.
También se suele hablar del “no” informativo como una MAR, una marca de ausencia de refuerzo, esto es equivocado y particularmente incorrecto (es uno de los anacronismos que conservamos de la hoy superada visión/nomenclatura radicalmente conductista del aprendizaje), una incorrección que nos puede llevar a errores en su entrenamiento y/o uso. Una MAR es una señal que informa al perro que no recibirá refuerzo por la conducta que ha realizado, normalmente indicándole también que debe plantearse realizar otra distinta para conseguir ser reforzado. Una MAR es la bocina que suena cuando un concursante falla una pregunta en un concurso o cuando introduzco una moneda en una máquina de vending y se ilumina el cartel de “producto agotado”. No es equivalente al “no” informativo que proponemos en el trabajo C-E por dos motivos, el primero se deduce de lo anterior, al venir de una persona automáticamente el perro valora muchos más aspectos que el meramente informativo, en el ejemplo de la máquina de vending si alguien me indica que no quedan bebidas actuaré de manera muy distinta a la que tendría cuando se enciende el cartel: si me lo dice un desconocido es muy probable que pruebe, porque no tengo confianza en él y quizá se equivoque, si me lo dice mi madre (que es una santa) me lo creeré y no meteré la moneda, pero si me lo dice mi amigo Javier, que es bastante malévolo, probaré seguro, porque me lo puede estar diciendo para fastidiarme y que me quede sin bebida. Pero además de esta diferencia de base existe otra igual de importante.
El segundo motivo está en la respuesta que buscamos con el «no» informativo, si nos fijamos tanto en el ejemplo del concursante como en el de la máquina de bebidas la MAR aparece cuando ya se ha realizado la conducta, lo que hacen las MAR normalmente es impedir que se reitere o reafirme la conducta que ya se ha realizado, no que se corte durante su realización, esto con las MAR sólo se consigue combinando la MAR con la indicación al perro de que realice otra conducta que sí será reforzada. Es un trabajo que puede ser eficaz en un nivel superficial, pero nos impide que el perro obtenga los beneficios profundos de aprender a inhibirse, algo que podía suceder (y sucedía con relativa frecuencia, qué leche) con el primer protocolo de enseñanza del “no” informativo que proponíamos en trabajo C-E, el que aparece en el libro.
Esto pasaba porque ha sido posteriormente a su publicación cuando han empezado a conocerse bien los mecanismos y características de un proceso muy importante: la inhibición.
La inhibición es la capacidad cognitiva que permite interrumpir una acción o proceso mental ya iniciado, aunque en los perros nos limitaremos a hablar de la interrupción de las conductas.
La importancia y los mecanismos de funcionamiento de la inhibición no eran conocidos porque resultaban extremadamente difíciles de observar, no ha sido hasta el uso de la, tres veces sea bendita, neuroimagen que hemos sabido que la inhibición activa zonas y formas de funcionamiento del cerebro muy distintas a las que se utilizan para aprender conducta nueva o realizar conducta conocida (Wildenberg y col. 2006, Aron y col. 2007, Ray y col. 2009). Estos nuevos conocimientos han permitido, entre otras cosas, importantes avances en la comprensión y estudio de la enfermedad de Parkinson en personas (Obeso y col. 2011), al comprobarse que la capacidad de inhibirse se altera fuertemente al sufrir esta afección, lo que está directamente relacionado con la dificultad y lentitud de quienes la sufren para cambiar de tarea o aprender de manera implícita.
La inhibición es necesaria, entre otras cosas, para el autocontrol, la integración social, el desarrollo de la empatía y el establecimiento de lazos afectivos saludables ¡casi nada!
Como todas las capacidades cognitivas, la inhibición requiere entrenamiento para llegar a ser funcional y adaptativa, si entrenamos el “no” diciéndole al perro que no debe perseverar en la conducta que hace sino realizar otra que sí será reforzada o no entrenamos el “no” y nos limitamos a contracondicionar cualquier cosa que no nos interese que haga el perro, pidiendo y reforzando conductas incompatibles, lo que estamos haciendo es seguir entrenando la parte del cerebro que se dedica a hacer, pero sin poner en marcha ni entrenar las partes que deben emplearse para el no hacer. Nuestro trabajo tendrá resultados en la conducta del perro, pero no en el desarrollo saludable de su capacidad de inhibición.
Para aportarle al perro un buen entrenamiento de dicha capacidad de inhibirse debemos reforzarle por dejar de hacer algo, por interrumpirlo a medias. Una de las características que marcan el buen trabajo es que al construirlo el perro no llegue a terminar la conducta que deseamos inhibir, pero sin impedir que aparezca: activaremos la conducta a inhibir y debemos conseguir que la interrumpa una vez iniciada y antes de completarla. Esto era algo muy difícil con el protocolo de entrenamiento antiguo y por eso desarrollamos el actual, en el que el perro desea alcanzar algo apetecible en una situación controlada, le damos la indicación de inhibición y le reforzamos cuando interrumpe la conducta que ya estaba mostrando.
El entrenamiento de la inhibición dirigida, además de ayudar al desarrollo emocional y social saludable del perro, tiene un sentido práctico, pues el tener una manera positiva y clara de indicarle que deje de hacer determinadas conductas durante los paseos u otros momentos que estén fuera de los reducidos límites de una sesión de adiestramiento es una útil herramienta para la convivencia.
Al darle este valor positivo durante su entrenamiento inicial se hará más fácil su correcta trasferencia al ámbito social manteniendo un tono positivo.
Podría parecer que en dicho ámbito social inhibirse porque nos lo indica otro individuo es algo con valor emocional negativo, esto no es así: si un profesor le indica a un alumno durante un examen que su respuesta no es adecuada este le estará agradecido al profesor que le ha evitado un error (salvo que el profesor sea muy, pero que muy cabrón). Cuando la indicación de que nos inhibamos viene de alguien que merece nuestra confianza es considerada una ayuda y refuerza la calidad de la relación social entre los individuos, de hecho la adecuada capacidad de inhibirse es necesaria para el trabajo coordinado y es uno de los cimientos de la capacidad social.
Esto nos podría hacer pensar que nada es mejor para relacionarnos con nuestro perro que ir diciéndole que “no” a todo, obviamente esto no es cierto.
Es frecuente en las comedias estadounidenses la aparición de una pareja mayor en la que ella le dice a él que no haga/coma determinadas cosas, lo que a él le molesta profundamente y le impulsa a llevar a cabo precisamente lo que le acaban de decir que debería inhibir, normalmente con el resultado de que sale perjudicado porque su esposa, aunque fastidiosa, tenía razón.
¿Qué ha pasado en este caso para que el “no” informativo no ayude a mejorar la relación entre la pareja? Aparentemente se dan todas las condiciones necesarias para ello: la relación afectiva es suficiente, inhibirse trae efectos beneficiosos al marido… Lo que suele fallar es la proporción, la inhibición implica parar bruscamente un montón de procesos físicos y mentales que ya están en marcha, lo que supone un importante sobreesfuerzo para el organismo y el sistema cognitivo. Si durante el transcurso de nuestra relación la mayoría de las veces que damos indicaciones al otro, sea un perro o un marido sesentón, son para que deje de hacer en lugar de para que haga, estaremos causando un agotamiento mental y físico profundo que terminará traduciéndose en un estado emocional negativo. Como tantas cosas en la vida, la inhibición dirigida es algo bueno y saludable en la justa medida, mientras que su abuso resulta perjudicial.
Debemos limitar el número de ocasiones en las que pedimos a nuestro perro que se inhiba, siendo la mayoría de las indicaciones que le demos para que aprenda, para que realice conducta conocida o simples intercambios afectivos. Que las veces que le pedimos que se inhiba no superen el diez por ciento de las cosas que le solicitamos o enseñamos es una buena norma.
Por último decir que en lo que sí coincido plenamente con los críticos de la indicación “no” es en la dificultad de mucha gente para usar esta palabra en concreto con un tono adecuado, de ayuda. Parece que al decir “no” mucha gente saca al oficial prusiano que lleva dentro, haciendo que resulte amenazadora, lo que le dará un valor social y emocional negativo. Aunque el perro deje de realizar la conducta no será porque hayamos conseguido una inhibición saludable, sino debido a la aparición de miedo. Ya llevamos varios cursos diciéndole a nuestros alumnos que estamos pensando en cambiar la señal del “no” a “error”, “fallo” u otra que no tenga en quienes la utilizan el efecto de la pócima que inventó el doctor Jekyll. Creo que de este Abril no pasa.
Qué largo me ha salido, de esta me tengo que buscar una webmamaster nueva 🙁
Debido a los trabajos que muestran la capacidad del perro para aprender imitando a personas y por el salto a la palestra de algunas publicaciones científicas y propuestas de adiestramiento, se ha empezado a hablar y escribir de las neuronas espejo en los perros.
Las neuronas espejo son un tipo especial de neuronas que descubrió casualmente Giacomo Rizzolatti (junto a Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese). Otro como Paulov, que mientras experimentaba sobre otra cosa se encontró con un Bingo científico: él originalmente estudiaba las neuronas que controlaban determinados movimientos en macacos, pero se dio cuenta de que parte de esas neuronas se activaban sin necesidad de que el mono se moviera si estaba viendo a otro mono hacer el movimiento estudiado.
Esto se debía a la existencia de un tipo de neurona desconocida hasta entonces, las neuronas espejo que se activan tanto al realizar una acción como al observar esta acción realizada por otros. Estas neuronas tienen una importante función para el aprendizaje social, facilitan entender las acciones e intenciones de los otros, también permiten el aprendizaje por imitación, por lo que su descubrimiento ha traído un vigoroso estímulo al estudio del aprendizaje social y de la metacognición. El libro «Las neuronas espejo » de Rizzolatti y Sinigaglia está traducido al castellano y publicado por Paidós.
En el mundo del perro, donde intercalamos la suspicacia y el entusiasmo hacia las novedades, se han publicado varios artículos dando por hecho la existencia de neuronas espejo en los perros.
Vayamos por partes.
Para demostrar la existencia de neuronas espejo en una especie hacen falta: la observación de la actividad cerebral a través de técnicas de observación de la actividad cerebral, principalmente la resonancia magnética funcional (también se ha usado la tomografía computerizada y el electroencefalograma) y la comprobación de la existencia de determinados comportamientos y formas de aprendizaje social, principalmente el aprendizaje por imitación.
En los perros se ha demostrado experimentalmente la capacidad de aprender imitando (Reproducing human actions and action sequences: “Do as I Do!” Topál, Byrne, Miklósi y Csanyi 2006 y después más trabajos de Miklosi y los de Tomasello y Kaminsky), desde luego los resultados permiten inferir la existencia de neuronas espejo en los perros, pero todavía nos falta cubrir el otro requisito: la observación de la actividad cerebral del perro.
Mi documentalista no había encontrado ningún trabajo que mostrase este segundo parámetro, así que escribí a varios autores que mencionaban en sus escritos la existencia de neuronas especulares en perros, además de pedir la colaboración de mis lectores en una respuesta de este blog. Debo agradecer la amabilidad de los escritores a quienes he consultado y de mis lectores al aportarme muchos datos que no conocía y que me han ayudado a entender exactamente qué sabemos sobre las neuronas espejo en perros.
Sin embargo, la mayoría de las citas consistentes eran de un mismo experimento, ya fuera directamente o a través de referencias en otros trabajos: Neural Circuits Involved in the Recognition of Actions Performed by Nonconspecifics: An fMRI Study, Buccino et Al.2004. Es cierto que en este estudio aparecen perros, monos y personas, pero si lo leemos con atención veremos que sólo se estudia la actividad cerebral de las personas, lo que se hace es ver si las neuronas espejo de las personas se activan al ver a otras especies actuar. No estudian en absoluto las respuestas de los perros ni de los monos.
No he encontrado, y estoy casi seguro de que no existe, ningún trabajo experimental que haya buscado, encontrado y registrado la actividad de neuronas espejo en perros.
Afortunadamente Juan Francisco Calle, director de la excelente web de divulgación Doogweb, ha aportado un dato muy relevante: En un su artículo del día cinco de este mes (anteayer) ¿Cómo piensan los perros? Hace referencia a que la Universidad de Emory ha sido la primera en poder iniciar estudios de neuroimagen con perros, y la Universidad de Emory lo publicó tan solo un día antes (felicidades Juan Francisco por la rapidez en trasmitirnos la “ultima hora científica”). A partir de aquí podemos hacer una ecuación sencilla, si hasta ahora no se había aplicado la resonancia magnética funcional al estudio de la actividad cerebral de los perros no podía haber registros realizados con esta prueba.
Yo tengo la convicción profunda de que los perros poseen neuronas espejo porque la evidencia comportamental demuestra la capacidad de los perros de empatizar y de aprender imitando (incluso a personas, que no son coespecíficos) y creo que es una justa aplicación de la navaja de Occam, considerar la explicación más parsimoniosa que ante el mismo tipo de aprendizaje y respuesta a una situación, en diferentes mamíferos sociales se activen mecanismos homólogos, pues el cerebro hasta ahora ha mostrado estructuras de funcionamiento similares en diferentes especies, además de tener un funcionamiento holístico que dificultaría el surgimiento y acople de estructuras análogas, no es como el pulgar del panda o las alas del murciélago.
Pero, para pisar consistentemente en nuestras afirmaciones, debemos decir que los conocimientos actuales únicamente sugieren la existencia de neuronas espejo en nuestros compañeros caninos. Esto ya es bastante milagroso como para celebrarlo, no hace falta que adelantemos acontecimientos, seguro que en unos meses los señores de la Universidad de Emory nos lo confirman ;).
Otra discusión será sobre si los perros tienen neuronas de Von Economo (estas sí se han encontrado en elefantes, ballenas y posteriormente en otros cetáceos menores como los delfines)o, a las que se les atribuye mucha importancia en la autoconciencia y el ajuste rápido a situaciones sociales con alta carga emocional. Aquí la idea generalizada es que los perros no las poseen, pero personalmente no lo veo tan claro, creo que se puede argumentar con solvencia a favor de la existencia de este tipo de neuronas en los perros. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión :).
Ya hace muchos años que mis amigos saben que cuando vemos o hablamos de las grandes obediencias (sea en la disciplina que sea, pero principalmente en VPG/RCI u OCI) mis preferencias van hacia aquellos trabajos que resultan fluidos y continuos, sin “picos” emocionales, frente a los más explosivos. Prefiero un trabajo más relajado del perro, no más lento ni más impreciso, sacrificando quizá algo de rotundidad en los cierres de los ejercicios en pro de una sensación de naturalidad durante su desarrollo. Este tema llenó muchas tertulias con colegas, algunos de los cuales coincidían conmigo mientras que otros -que eran más- discrepaban, prefiriendo los trabajos con más punch.
Creo que inicié la búsqueda de la concentración relajada en el adiestramiento antes de darme cuenta de que lo hacía, pero ahora sé lo que es, los beneficios que aporta y algo sobre cómo conseguirla. De hecho es uno de los elementos característicos de los nuevos desarrollos de entrenamiento cognitivo-emocional, quizá el más difícil de explicar.
La concentración relajada es la disposición de trabajo atenta, fluida y natural que permite al perro disfrutar durante la realización de las conductas solicitadas por el guía y no sólo o principalmente al finalizarlas debido a la consecución de un refuerzo.
Y después de esta definición es cuando empiezan los problemas para trasmitir correctamente el concepto, porque los términos concentración y relajada pueden parecer chocantes al aparecer juntos. En absoluto existe contradicción; podemos concentrarnos (tanto los perros como nosotros) de dos maneras que constituirían extremos opuestos de cómo hacerlo:
- La concentración tensa que tenemos cuando el objetivo de dicha concentración es realizar algo, como estudiar un examen o terminar un informe, para alcanzar un objetivo final relevante para nosotros. Cuando nos concentramos de esta manera actuamos de manera rápida porque buscamos ser resolutivos, lo que hacemos -el estudio del examen o la realización del informe- son un paso necesario, pero fastidioso, para alcanzar nuestro objetivo: aprobar o entregar nuestro trabajo en plazo.
- La concentración relajada aparece cuando una parte importante de nuestro objetivo (o todo) está en el camino y no en la meta, como al estudiar temas de nuestro interés sin más objetivo que aprender o al practicar un deporte que nos gusta, pesemos lo agradable que resulta: concentrarse es fácil y natural, existe atención, pero no tensión. Nuestros movimientos son más naturales, porque estamos disfrutando de lo que hacemos, sin la urgencia de hacerlo sólo para llegar a un objetivo final, nuestra cabeza no está en el siguiente paso sino en lo que estamos haciendo.
Las maneras más tradicionales de entrenar, sobre todo las que se centran en el aprovechamiento del condicionamiento operante, potencian que el perro se concentre de manera tensa, pues actúa para conseguir un objetivo final, ya sea una recompensa como la comida, la pelota o el cese o evitación de la presión. Las conductas son un instrumentos para alcanzar dicho objetivo (de ahí lo de condicionamiento instrumental), no son disfrutadas en sí mismas ni aunque usemos sólo estímulos positivos. Esta manera de trabajar, utilizada correctamente, permite conseguir mucha precisión y velocidad de ejecución, entonces ¿qué problema hay con este tipo de concentración en el adiestramiento? Bien la desventaja está en que el perro tiene el mismo tipo de urgencia y tensión que antes describíamos, desea terminar lo que le hemos pedido para acceder a su refuerzo, lo que implica que cada vez que trabaja llega a niveles de estrés muy altos y si trabaja a diario pues… imaginemos una vida de primeras citas: puede ser muy emocionante, tanto que no creo que haya cuerpo que lo aguante :(.
Cuando conseguimos que el perro se concentre de manera relajada estamos consiguiendo también que disfrute del camino, de manera que va mejorando su capacidad de concentración, su destreza y la calidad de su aprendizaje sin alcanzar niveles nocivos de estrés en cada entrenamiento o prueba, casi sin darse cuenta, puede trabajar a diario sin merma para su calidad de vida porque cada entrenamiento no le hace sentirse como en un examen.
La manera de conseguir la concentración relajada es a través de la activación de motores sociales durante el trabajo, que el perro entienda el entrenamiento como una actividad realizada en equipo con una persona querida. También la comunicación honesta, el mantenimiento de las expectativas de refuerzo en un nivel medio y nunca alto, el porcentaje adecuado de aciertos y fallos, un nivel de exigencia adecuado y una correcta planificación de los avances son necesarios para trabajar de este modo, pero explicar estos puntos es otra historia (o varias) y debe ser contada en otra ocasión ;).
Comentaros que EDUCAN ha firmado un convenio con la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid para que sus alumnos completen con nosotros sus conocimientos en aquellos campos de actividad en los que somos especialistas: aprovechamiento de procesos cognitivos y gestión de la emoción para el entrenamiento de animales y el enriquecimiento ambiental. Que dicho así impresiona un poco, pero que viene a ser que podrán hacer parte del Practicum de la licenciatura con nosotros.
Además nos ofrecen la posibilidad de desarrollar proyectos de investigación en conjunto con diferentes facultades (psicología, biología…) y aprovechando su infraestructura. Y eso mola un taco.
Este convenio nos aporta el título de «Entidad Colaboradora» de la UAM. Lo que también hace bonito 😉
Tras unos cuantos meses de estudiar los protocolos de entrenamiento de delfines, leones marinos, psitácidas y rapaces en el zoo de Madrid, ayer empezamos la segunda parte del proyecto conjunto de Zoos Ibéricos y EDUCAN, la formación de sus entrenadores en el modelo cognitivo-emocional.
Yo tenía algo de prevención ante esta segunda etapa, en la primera nuestro único riesgo era resultar pesados, con tanta toma de datos y cuestionarios como le pasamos a los entrenadores (casi doscientos cuestionarios con cuarenta preguntas cada uno), pero el impartir formación para expertos que, en algunos casos, tienen más de veinte años de experiencia en el entrenamiento de animales era peliagudo.
Todos sabemos lo susceptibles y «especialitos» que somos los adiestradores 😉, lo defensivos que podemos resultar ante ideas nuevas o que no encajen con nuestra visión del entrenamiento, en este caso, además, esas ideas las aporta una empresa cuya experiencia está referida a otros animales diferentes.
En muchas ocasiones en las que he impartido formación para otros profesionales me he encontrado preguntas capciosas, buscando desmontar los argumentos de la exposición, reticencias a los argumentos científicos que no cuadrasen con los conocimientos previos o con la filosofía de entrenamiento o un mutismo altivo de “estoy juzgándote desde la altísima posición que me concedo a mí mismo” (en esto de auto-valorarnos los adiestradores no solemos pecar de modestia). Con el equipo de entrenadores del Zoo habíamos tenido muy buen rollo hasta ahora, pero darles clase era otra cosa.
Ahora procede que os cuente cómo fue: Salió perfecto :), en primer lugar el biólogo responsable de todas las especies que son entrenadas para exhibición (el jefe, vaya) era el primero en estar allí tomando apuntes, preguntando, ahondando en cada tema (lo que pasa es que nos liamos a hablar de neurología de la conducta y si nos dejan aún seguimos). Todos los entrenadores presentes preguntaban con intención de aclarar los conceptos nuevos y no buscando desmontarlos, de hecho enseguida empezaron las preguntas sobre cómo aplicarlos en casos concretos (¡tranquilos, sólo es el primer día!), lo que siempre es un indicador de que se le da credibilidad a la información presentada.
Al final tuve que interrumpir la clase para no excedernos demasiado del tiempo previsto, lo que tiene mucho valor si tomamos en cuenta que este curso se imparte fuera de la jornada laboral de los entrenadores y tienen que quedarse dos horas de su tiempo libre en el trabajo después de su horario habitual.
Particularmente me alegró que uno de los entrenadores, Pablo Roy, que fue de los que iniciaron este proyecto, se hubiera recuperado después de unos meses de severos problemas con su espalda. Hubiera sido muy injusto que él precisamente no pudiera acudir a las clases.
Estaremos impartiéndoles formación tres días en semana desde ahora hasta finales de Febrero, aunque la última fase del proyecto -utilizar protocolos de entrenamiento cognitivo-emocional con las especies indicadas- empezará algo antes, solapándose con el final del curso ¡Deseadme suerte!
Hola a tod@s,
En otro post comentaba que estábamos pendientes de un proyecto muy importante para EDUCAN, pues bien ¡ya está en marcha!
Hemos firmado un convenio con ZOOS IBÉRICOS, entidad perteneciente a Parques Reunidos la empresa que posee más instalaciones de Zoos y Aquariums en todo el mundo, para aplicar trabajo cognitivo-emocional al adiestramiento multiespecies, empezaremos por leones marinos, loros y delfines en el Zoo de Madrid.
Como estoy muy ilusionado por la puesta en marcha de este proyecto y me puedo dejar llevar por el entusiasmo al escribir sobre ello, me voy a limitar a “copiar y pegar” del documento firmado con ZOOS IBÉRICOS la parte referida al objetivo de esta colaboración. Únicamente añado las negritas para resaltar las partes que me parecen más interesantes (y porque mi webmaster del universo me ha dicho que en los blogs hay que poner negritas).
OBJETO DEL CONVENIO
El objeto principal de la colaboración para ambas partes es diseñar, aplicar y evaluar los resultados de nuevos protocolos de adiestramiento para diversos animales tomando como parámetros principales el aprovechamiento de las capacidades cognitivas de cada especie, su estado emocional y sus pautas sociales específicas, pilares del adiestramiento cognitivo-emocional.
Este objetivo principal tiene dos sub-objetivos:
1. Bienestar animal:
Los nuevos protocolos buscarán dar mayor calidad de vida y trabajo a los animales a los que se apliquen, coincidiendo ambas partes en primar el bienestar animal sobre la vistosidad de las conductas entrenadas.
Se ha planteado desde la etología más actual que los animales generan conducta de forma diferente según estén en un entorno de lucha por la supervivencia (riesgo de predación, dificultad para obtener los recursos, necesidad de una defensa activa del territorio…) o en un entorno de bienestar (entorno seguro donde no son previsibles riesgos para el animal y abundan los recursos). Una gran mayoría de las técnicas actuales de adiestramiento (aún usando estímulos positivos) se basan en cómo generan conducta los animales en entornos de supervivencia, empeorando los resultados cuando la calidad de vida del animal es óptima.
Uno de los principales objetivos, técnico y ético, de esta colaboración es desarrollar protocolos de trabajo que tomen como referencia la forma en que los animales generan conducta en entornos de bienestar, siendo el motivo de los animales para trabajar no asegurarse la supervivencia sino mejorar su bienestar físico, emocional y social.
2. Investigación:
Incorporar los conocimientos más actuales de etología al entrenamiento de animales, evaluando los resultados.
Este proyecto es pionero en:
a. Aprovechar los procesos cognitivos conocidos en cada especie para su adiestramiento. Hasta ahora el condicionamiento operante ha sido el principal mecanismo de trabajo para el adiestramiento de animales, esto es ventajoso porque es un proceso que funciona en la práctica totalidad de los animales que son adiestrados. Sin embargo la etología cognitiva nos ha demostrado que las diferentes especies pueden tener procesos mentales como la capacidad de solución de problemas, el aprendizaje por imitación (como sucede en el caso de aprendizaje por modelo-rival estudiado por Pepperberg en psitácidas)… aprovechar estas capacidades específicas permite mejorar el trabajo pues muchos de estos procesos cognitivos son auto-satisfactorios, por lo que utilizándolos se reduce drásticamente la necesidad de refuerzo externo, consiguiendo una conducta más consistente, un mejor estado emocional del animal, que se divierte consiguiendo realizar la conducta, viendo el animal la conducta entrenada como una meta en sí misma y no sólo como una puerta que abre la despensa (reforzador primario externo).
Estos procesos cognitivos también permiten que el animal se autoevalúe y se potencia la capacidad de refuerzo interno.
Si utilizamos estos procesos el animal disfrutará del hecho de estar trabajando y sus sesiones de adiestramiento tendrán un efecto de enriquecimiento ambiental que redunde en una mejora del bienestar del animal. Además serán necesarias menos sesiones de mantenimiento, las mejoras serán más rápidas y la calidad del trabajo más estable.
b. Evaluar y optimizar el estado emocional de los animales durante su adiestramiento y durante las exhibiciones, disminuir el distrés y mejorar la gestión del estrés en los animales entrenados, evaluar y promover la aparición de estados emocionales positivos y tener un seguimiento fiable del bienestar emocional de los animales adiestrados.
c. Aprovechar de forma estructurada y protocolizada procesos sociales de las especies trabajadas, como la vinculación afectiva, buscando que la interacción con el entrenador durante las sesiones de adiestramiento y exhibiciones sea un objetivo deseable y satisfactorio en sí mismo para el animal. Hoy sabemos que el afecto es un potente motor de conducta en muchos mamíferos sociales, aunque esto se ha aprovechado de manera intuitiva por parte de los adiestradores desde hace mucho tiempo no se ha hecho de forma ordenada, estudiada y reproducible como sistema de trabajo. Uno de los objetivos de la colaboración es sistematizarlo para las especies que se trabajen.
…y, también extraído del convenio, una de las competencias de EDUCAN será:
– Diseñar protocolos, esquemas y técnicas de trabajo para las diferentes especies.
En fin un proyecto MUY ilusionante, que nos va a tomar mucho trabajo (creo que tendremos que restringir algunas actividades comerciales para poder dormir de vez en cuando) pero que es un paso de gigante para la necesaria actualización de paradigma en el adiestramiento de animales.
Tengo que agradecer a Miguel Bueno Brinkmann, biólogo conservador de aves y mamíferos marinos del Zoo de Madrid, y a Pablo Roy, responsable de adiestramiento de leones marinos del Zoo de Madrid por su interés y ayuda para el arranque de este proyecto.
En fin… ¡QUE ESTOY MÁS CONTENTOOO! 🙂 🙂