En un mañana como esta, cuando el tiempo se vuelve cálido sobre los campos en silencio, en una mañana como esta, creo yo, terminó su viaje Ulises, y solo Argos le reconoció al llegar a su casa, donde dormía Penélope.
En una mañana como esta, Hércules descendió dejando su fuerza a un lado, acarició a Cerbero, se hicieron amigos y abandonaron, juntos, el infierno.
En una mañana como esta Orión pidió como último deseo estar por la eternidad al lado de su perro Sirio, y desde entonces, celestes, se miran en las noches sabiendo que ninguno de ellos conocerá la soledad.
Los poetas y el tiempo tienen perspectiva: las destrezas que los perros aprenden se desdibujan en lo grande, pero su relación con nosotros perdura, dándonos la medida de lo que sucede entre nuestras dos especies.
No es el baile de técnicas y conductas lo que queda, porque no es lo que importa: es lo que sucede en sus intersticios, es lo que sucede cuando ambas partes pueden elegir qué hacer y cómo actuar respecto al otro -cuando podrían hacer otra cosa o ignorarse y eligen, de alguna manera, quererse- lo que define nuestra relación.
He escrito Tu perro piensa y te quiere y Los perros necesitan LIBERTAD desde las ciencias del comportamiento (aunque, por supuesto, dentro de estas ciencias hay diferentes enfoques válidos), usándolas para analizar, conocer e intervenir en el comportamiento de los perros de una manera objetiva, evaluable y reproducible. Lo que constituye la base de una tecnología del comportamiento canino.
Sin embargo, he dejado fuera de estos libros el adiestramiento, entendido de la forma en la que lo he definido en ellos: conductas sociales de coordinación entre algún (o algunos) perro y alguna persona, en las que el perro (o perros) debe recibir y seguir indicaciones de acción concretas de esa persona, que adopta un rol de guía.
No es porque lo que sucede durante el adiestramiento y lo que se produce en él no pueda ser cuidadosa y completamente descrito desde las ciencias del comportamiento, es porque no me parece el mejor enfoque para hacerlo. Al menos no me parece suficiente.
Porque es cierto, necesario y central que en el adiestramiento se obtenga (¡en el mejor de los casos!) una producción cuantificable en forma de conductas, y, si las topografiamos bien, las ciencias del comportamiento nos aportan todo lo necesario para obtenerlas sin que el perro sea maltratado, o abusado.
Pero creo que la producción de conductas de calidad es condición necesaria para un buen adiestramiento, pero no suficiente. Enfocarse en la producción conductual deja fuera y enmudece, al no reconocerlo con palabras, lo más importante: que el adiestramiento es antes que nada un hecho social, aunque viéndolo de cerca, mientras hablamos de conductas, eso sea algo que solo puede reconocerse mirando entre sus rendijas.
Si dejamos el hecho social fuera del lenguaje con el que analizamos el adiestramiento lo dejaremos igualmente fuera de nuestra forma de entenderlo y acercarnos a él, porque lo que no tiene palabras para ser explicado no tiene fuerza para afirmar su importancia.
Aunque tenemos vivencias: sentimos cosas, hacemos cosas y observamos cosas, estas no nos bastan, se hace necesario convertir las vivencias en palabras no solo para comunicárselas a otros, sino para exponérnoslas, ordenarlas, explorarlas y conocerlas nosotros mismos.
Todos hemos tenido la experiencia de que algunas palabras ajenas -que nos pueden llegar desde la ciencia, la narrativa, la poesía, las canciones o cualquier otro lugar- nos expliquen cosas que sentimos, hacemos o conocemos de una manera mejor, más clara, más ordenada, más profunda o más consciente de lo que lo hacen las nuestras. A veces incluso dan nombre y describen cosas que sentíamos, no solo sin saber explicarlas, sino sin pensar siquiera que tuvieran nombre o explicación. Las palabras importan mucho. Debemos estar muy atentos a ellas, porque cuando se produce la serendipia de que una explicación verbal nos describe, nos define y/o nos permite comprender algo, adquiere un gran poder sobre nosotros: lo que podemos explicar(nos) mejor es lo que pasamos a ver como el núcleo de algo, lo que inevitablemente centra y monopoliza nuestra atención.
Cómo nos relacionamos y construimos nuestra relación con un perro durante las sesiones de adiestramiento, cómo evoluciona esta a lo largo de los años y qué nos aporta cuando estamos juntos, tanto en una sesión, como fuera por completo del adiestramiento es determinante. Lo que perro y persona sentimos el uno por el otro en el transcurso del adiestramiento no es urgente en ese instante de búsqueda de conductas, pero es lo más importante si ponemos el adiestramiento en función de la convivencia durante toda una vida.
Lo que sucede, pensamos y hacemos durante el adiestramiento nos hace ver y entender al otro y a nosotros mismos respecto al otro de alguna manera concreta. El significado para ambos participantes que adquiere el adiestramiento como parte integral e integrada de/en la amplitud de sus vidas y de su relación es central para perro y persona.
Cualquier enfoque que vea la producción conductual como factor principal o único del adiestramiento sesgará nuestra manera de pensar sobre él, reduciendo su valor como hecho social, y así se lo trasmitiremos al perro con nuestra forma de trabajar. ¿No has estado en trabajos donde la producción era el único dios y el único lenguaje, así como en otros en los que estar, interactuar y hacer era en sí mismo un fin? ¿No has elegido precisamente el adiestramiento como profesión porque prefieres sin dudarlo los segundos? Entonces ¿por qué elegir una forma de explicarte lo que pasa durante el adiestramiento que prioriza la producción y deja en segundo plano lo que sucede entre los participantes durante su transcurso? Existen ciencias que estudian a los sujetos durante su interacción, durante los procesos de enseñanza y aprendizaje, ciencias que tienen palabras para darle peso y centralidad al hecho social que es el cimiento (y, como todo cimiento, invisible a quien no sabe de su existencia) de todo lo demás.
Mi próximo libro sobre adiestramiento, que aún tardará unos años en salir, usa las ciencias del comportamiento para la parte -necesaria, ineludible, urgente- de la producción conductual, pero para analizar, mejorar, disfrutar y darle carta de existencia a la relevancia del hecho social que constituye el adiestramiento, importo términos de la didáctica, de la pedagogía, de la etología, de la sociología más actual: de aquello que estudia individuos y su relación. De aquellas ciencias que ponen las conductas en función de los individuos y sus relaciones, y no a los individuos y sus relaciones en función de las conductas. Porque necesitamos esas definiciones, objetivas y comprobables, para explicarnos, replicar, modificar y mejorar lo que sucede dentro del adiestramiento como hecho social.
Para el adiestramiento, donde interactuamos de continuo perros y personas, donde hacemos cosas juntos, donde construimos gran parte de lo que será nuestra relación y nuestra forma de entender las relaciones con la otra especie, se hace necesario complementar la nomenclatura de las ciencias del comportamiento con todo aquello que tiene términos y palabras sólidos para todo lo que sucede en/desde un individuo hacia/con otro en una relación de enseñanza-aprendizaje y/o ejecución conjunta de tareas. Así podremos comprenderlo, podremos conocer lo que sentimos, dándole concreción y solidez para sujetarlo, trabajar con ello, evaluarlo y llevarlo a su máxima expresión, como podemos hacer con las conductas: porque nuestro léxico conceptual nos lo permite.
Esta mañana, como casi todas desde el inicio del confinamiento, he trabajado con Bicho, nos hemos divertido mucho, le he hecho trampas, ha descubierto algunas, le he colado otras y hemos terminado tumbados y jugando. Y no intuyo o siento qué es lo más importante de lo que ha sucedido entre nosotros, lo sé, y lo sé porque tengo palabras para explicarlo. De eso irá mi próximo libro, porque el adiestramiento es sobre todo y antes que ninguna otra cosa un hecho social, y como tal debe ser abordado y estudiado.
Post Scriptum: El inicio de este artículo, sus tres primeros párrafos, es mucho más -o mucho menos, según atendamos a forma o fondo, que es de lo que va esto- pretencioso de lo que parece, porque no es un texto realmente mío, como iba a hablar de la importancia de las palabras, he empezado parafraseando a un gran autor, pero la cita parafraseada está sacada de otro escritor, que la usaba para hablar de la importancia de saber qué significan las palabras con las que nos encontramos. Hago estos «homenajes» privados -citas, parafraseos… – con frecuencia, porque me animan y facilitan escribir (para mí escribir implica navegar lo ya escrito), pero siempre me ilusiono con que alguien los reconozca y me mande un ¡Gotcha! Así que si pillas la cita del principio del texto, la cita en la que se cita dicha cita 😀 , o cualquiera de las muchas referencias de este tipo que hay en mis libros, artículos e incluso manuales (que nadie me haya dicho que reconoce el “Donde caiga la flecha…” que subtitula nuestro manual de targets es un dolor que me acompaña desde hace años), y me escribes contándomelo me harás muy, muy feliz.
Llevo un tiempo buscando el momento para hacer público que, desde hace unos meses, soy socio de Dogalia, que ha publicado mis últimos libros, aceptando la responsabilidad de la Dirección Editorial (exceptuando los temas de salud, nutrición, veterinaria y relacionados, que dirige otro socio, veterinario y especialista en dichas áreas, Antonio Arciniega LLorens, íntimo amigo y extraordinaria persona y profesional).
Mi padre estuvo vinculado al mundo editorial, y la de editor es una labor que conozco, me gusta y para la que he recibido formación. Un editor no es intermediario entre el autor y el impresor, un editor no es un organizador de oficios (escritor, impresor, distribuidor…). Un editor es una parte activa y relevante, pero discreta, para construir un libro. Alguien que ayuda a que sea lo mejor que puede ser, que ayuda a que el/la autor/a encuentre la mejor manera de lograr sus objetivos ofreciéndole perspectiva. Y me llena de ilusión potenciar y colaborar en el trabajo de quienes saben de perros, me ilusiona sacar libros buenos, bonitos y de calidad (porque la poca calidad de la pieza física del libro es algo que se está volviendo común para abaratar costes y no lo comparto en absoluto. Un libro tiene que tener una presencia y empaque suficiente para encariñarse con él).
En nuestro país, en nuestra lengua, tenemos grandes entrenadores/as y especialistas en comportamiento canino, much@s de ell@s son buenos comunicadores, sin embargo no tenemos demasiados libros sólidos escritos por ell@s. He visto aparecer -con la facilidad actual para la autopublicación- muchos que tenían ideas de calidad suficiente pero que no llegaban a levantar el vuelo, que, como textos, se quedaban a medias. Tengo la convicción de que hubieran sido grandes libros si un editor hubiera ayudado a sus autores a construirlos. Me gustaría que eso no pasase más, me gustaría ayudar desde Dogalia a que se desplieguen en forma de libros las buenas ideas de l@s buen@s entrenadores/as y comportamentalistas que tenemos.
Creo sinceramente que no es posible hacer el mejor libro posible sin ayuda de un editor, pues quien es autor pierde la perspectiva respecto a su propio trabajo (la autoedición siempre tiene algo de esa escena en la que Bart Simpson mira uno de sus dibujos y dice: “Soy mi peor crítico, pero es una obra maestra”), de hecho yo constituí un equipo de edición para mis libros, que ha sido vital para determinar su estructura, contenido, redacción y forma final, y que los ha cambiado sustancialmente. A mejor.
Eso sí, una necesidad absoluta, una obligación y un compromiso moral en mi labor como editor, es no ejercer censura o sesgo técnico alguno, ni búsqueda de adecuación de los contenidos a mi visión del mundo del perro. Si promoviera una óptica cognitiva frente a una conductista, si publicara lo que apoya mis posiciones y no lo que las cuestiona, estaría usando repugnantemente mi posición. Jamás lo haré. Si un libro afirma y expone con solidez y calidad que tu perro, ni piensa ni te quiere, y que necesita control más que otra cosa, estaré feliz de ayudar a su autor a darle la mejor forma posible y volverlo más incisivo, eficaz y sólido. Y me encantará hacerlo, es en el debate de calidad donde deben moverse los técnicos, no entre adhesiones a supuestas ortodoxias. La polifonía conceptual, el debate y la visión crítica son una necesidad y potenciarlos es parte de la labor – del deber- de las editoriales técnicas.
Únicamente puse una condición técnica a l@s demás soci@s para aceptar el cargo: la no promoción de la pseudociencia, pues considero que demasiadas empresas y entidades -desde editoriales a universidades – se benefician de ella, intentando no mancharse demasiado las manos. Esto, que es vergonzoso y repugnante, lleva a validarla indirectamente una y otra vez, divulgarla y promoverla, algo en lo que no deseo participar. Aunque, por lealtad y compromiso profesional previo, conviviremos con las menciones que ya existen en alguno de los libros publicados (y que obviamente no he editado yo), haremos todo lo posible para no promoverla en los que salgan a partir de ahora.
Me encantaría que tod@s l@s buen@s entrenadores/as que estén dispuestos de verdad a contar lo que hacen escriban, al menos, un libro (y esto selecciona bastante muchas cosas: porque si haces cosas que no puedes contar, que no estás dispuesto a contar, no deberías escribir un libro sobre lo que haces).
Me encantaría editar un libro de mi amigo Luis Souto sobre la ansiedad por separación. Porque es alguien con una visión inteligente y eficaz, que tiene ideas muy buenas para mantener el foco en la separación, cuando yo en mi último libro y en el curso El Perro Valiente propongo dejar de hacerlo. Si alguien como Luis opina que debemos mantenernos enfocados en la ansiedad vinculada a la separación seguro que es por buenos motivos y con argumentos sólidos.
Me encantaría editar un libro de mi amigo Eduardo Polín sobre conductismo aplicado a la ingeniería del comportamiento canino. Porque es necesario que las dos ópticas científicas sobre el comportamiento, la cognitiva y la conductista, estén representadas con calidad en los textos a los que tengamos acceso, y que el debate sea entre ideas y no entre espantapájaros de ideas, hombres de paja creados para descalificarlo a priori. Y de eso hay demasiado, sobre conductistas y sobre cognitivos.
Me encantaría editar un libro de mi amigo Juan Carlos Moreda sobre su forma de entender y entrenar IGP, lo que ha llamado CoachinDOg. Porque su nivel de excelencia y de consistencia (seleccionado para ocho mundiales con cuatro perros diferentes) muestran que algo hay que funciona una y otra vez. Y porque puede y creo que estaría dispuesto a contar todo lo que hace.
Me encantaría editar un libro de Mariona Monrós sobre su forma de entender y construir el trabajo de mordida en traje, porque lo hace de una manera diferente en muchas cosas a las tradicionales, desde un enfoque conductista, que no comparto, y porque, como sucede con Juan Carlos, creo que puede y estaría dispuesta a contar todo lo que hace. Eso es tan valioso.
Me encantaría editar un libro de Juan Valero (Orelav) sobre el malinois seleccionado para IGP y su cría. Que pueda exponer en un libro la emoción que me trasmitía conversando sobre cómo eran Jenos´ Enzo, Da´Eder o Howard des Mauvais, o cuando me explicaba sus motivos para cubrir con Arkan cuando yo no lo entendía o para no hacer una camada que a mí me parecía ideal. E igual diría de Pedro Pujol (Togaricha), Lola Ferrando (Pozalmuro), Fidel Real (Cuatro Estaciones) y de muchos otros. Contádnoslo y volvednos a enamorar de las perros que amamos. Descubrídselos a otros. Es tan bonito.
Me encantaría editar un libro sobre el cuidado del perro rescatado de Cristina Fernández, porque su experiencia y compromiso inteligentes y llenos de cariño con los caso más difíciles, física y emocionalmente, podría ayudarnos a ayudar mejor.
Me encantaría editar un libro de cuentos animalistas con mi amiga Helen Bravo, para que la mirada de quienes les suponen -les suponemos- derechos inalienables a los demás animales se convierta en palabras y se muestre en toda su belleza.
Me encantaría editar un libro sobre el trabajo práctico en IAA de David Ordóñez, pues creo que su experiencia es relevante y que haría algo sólido, a la vez que divertido.
¿Y los cuentos para niñ@s? En eso ya tenemos dos proyectos entre manos. Me encantaría contar más, pero no debo.
Eso sí, como editor apuesto por libros, y ayudaré en lo posible a que sean excelentes, no por ideas. Que nadie me escriba diciéndome ¿si escribo un libro sobre tal lo publicaría Dogalia? Esto no funciona así. Primero se hace un libro, después se envía y entonces podemos empezar a hablar. Porque quizá alguien sea estupendo en lo que hace, pero no escribiendo, o creamos que algo no será de interés suficiente, o que reitere las ideas de otro trabajo que ya tenemos publicado y convenga llevarlo a otra editorial… No sé, mil cosas.
El primer libro que he editado para Dogalia es El juego es poderoso de Karen London y Patricia McConnell, editar una traducción da poco margen al editor, pero aún así las dos autoras están felices de la edición en castellano, detalles como la foto de portada les han encantado. Pero de este libro hablo en unos días. Lo prometo.
Aquí solo he mencionado a algunas personas que creo que podrían escribir libros de interés, y que creo que merece la pena que lo hagan (aunque sea con otra editorial), pero hay muchos más. A algunos no les conozco, no conozco su trabajo, y no puedo citarles, pero eso puede cambiar en cuanto les lea.
El gestionalismo como alternativa
Sucede que a veces la estrategia que adoptamos para afrontar una determinada situación –y da igual por qué la hayamos adoptado- encaja con nosotros de tal manera que nos aporta beneficios profundos más allá del éxito puntual: nos ofrece una forma de afrontarnos a nosotros mismos, al mundo en el que vivimos y/o a los otros de un modo valioso, tanto que se/nos transforma en una forma de ser, una forma de estar.
La aspiración del modelo gestionalista es que eso mismo, en la mayor medida posible, les suceda a los perros.
Desde el primero de estos libros propongo abandonar el enfoque sobre la intervención comportamental basado en un control férreo y constante de la conducta canina. Y no únicamente porque la búsqueda del control se base en nuestras necesidades y deseos, dejando en un segundo plano –en el mejor de los casos- aquello que sería lo óptimo para los perros. Es que tampoco creo que nos ayude a ser felices a las personas.
Porque el control, en lugar de la autonomía, nos exige atención continua sobre la conducta canina para prohibirla, potenciarla o manipularla de algún otro modo.
Para cualquiera (vale: para casi cualquiera) son evidentes las ventajas que supone en una relación de convivencia que ambas partes sean lo más autónomas posibles, y que el comportamiento necesario para entenderse y actuar de la manera adecuada sea una elección voluntaria.
“¿Tendré que hacer esto toda la vida del perro? ¿Tengo que llevar comida siempre? ¿No le estoy sobornando? ¿Cuándo podré dejarle a él solo?”. En todas estas cuestiones subyace el deseo de que el perro elija actuar correctamente por sí mismo, algo que con los modelos tradicionales simplemente no es posible. Esa es la fortaleza del enfoque gestionalista: que logra que el perro entienda el mundo de una determinada manera y sea él quien elige comportarse correctamente para gestionarlo.
Al elegir el gestionalismo como forma de intervención en el comportamiento de los perros nos aseguramos de obtener los mejores resultados educando a un compañero, a un sujeto con derechos, y no programando una máquina.
Y por eso la SALUD COMPORTAMENTAL y el análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento se completan con este tercer libro -el más extenso- sobre cómo empoderar a los perros de sí mismos (gestión emocional) de su entorno físico (gestión del entorno objetual) y de su entorno social (gestión del entorno social). Porque la LIBERTAD de los perros es una meta exigente, que requiere dotarles de capacidades complejas para ser alcanzada.
Imagina…
¿Imaginas que tu perro desarrolla capacidades que le permiten superar el miedo ante las cosas que antes se lo provocaban, o no tener ansiedad cuando se queda solo, hospitalizado o en un residencia canina? ¿Que deja de ponerse agresivo al ver a otros perros por la calle o a personas enfrente de la puerta de casa? ¿Y que haga todo eso él sin que tú se lo tengas que pedir, sin que tengas que estar cerca siquiera?
¿Imaginas que sea capaz de elegir qué hacer cuando se está solo en casa y que decide hacer cosas que le divierten, pero que están permitidas? ¿Que te puedes olvidar de esconder el cubo de basura, de impedirle el acceso a los nuevos macizos de flores que acabas de plantar porque elige no tocarlos?
¿Imaginas que adquiere capacidades para entenderse y hacerse amigo de esos otros perros con los que tanto le costaba relacionarse? ¿Que aprende cómo jugar con el hurón o con el gato de casa de manera que los dos se lo pasen igual de bien? ¿Que socializa con personas adultas y con niños como un auténtico gentledog,con cuidado y delicadeza, controlándose sin tu ayuda?
Estas situaciones son representativas de los tres ámbitos sobre los que se explica cómo trabajar en este libro: GESTIÓN EMOCIONAL, GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL y GESTIÓN DEL ENTORNOS SOCIAL de los perros.
El enfoque gestionalista busca que el perro, ante el surgimiento de estímulos o situaciones que provocaban respuestas inadecuadas o insalubres, decida de forma autónoma, voluntaria y proactiva un rumbo de acción adecuado y saludable que le permita solventar eficazmente dicha situación o estímulo. Desde no comerse la basura del cubo cuando no hay nadie en casa, hasta no asustarse de un claxon inesperado, pasando por ser competente en un encuentro frontal con otros perros o personas desconocidas.
El trabajo sobre las capacidades del perro de gestionarse a sí mismo –sus emociones- y a su entorno –físico y social- son una revolución en la forma de entender la educación canina que lleva los resultados a un nivel de eficacia, naturalidad, autonomía y solidez que hasta ahora era imposible alcanzar.
… ahora ya no tienes que imaginarlo.
En el primer libro de Los perros necesitan LIBERTAD I. Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros aprenderemos qué es y cómo evaluar y mejorar la salud comportamental, que es global, y requiere de una evaluación específica, alejada de la evaluación de los problemas de comportamiento concretos, porque la salud comportamental no es –ni de lejos- la ausencia total de problemas de comportamiento o de comportamientos disfuncionales: un perro podría no tener ningún problema de comportamiento y tener una salud comportamental insuficiente, y al revés, podría tener problemas de comportamiento y una buena salud comportamental, pudiendo suceder que la empeorásemos al enfocar nuestro trabajo en los problema de comportamiento, dejando un perro sin problema comportamental, pero más insalubre que cuando empezamos a trabajar, algo más frecuente de lo que supondríamos.
La mejora del problema de comportamiento era el ingrediente principal del plato que –hasta ahora- preparábamos para nuestros clientes, podíamos medirlo con precisión de cirujano. Pero las pautas que iban más allá, esas que añadíamos para mejorar, avant la lettre, la salud comportamental, no dejaban de ser el aliño, que añadíamos como quienes son inexpertos al cocinar: a ojo. Elegidas como la mezcla y cantidad de especias con las que sazonamos un nuevo plato que ensayamos en casa. A veces nos sale muy bien, otras no tanto y casi nunca queda perfecto.
Pero no podemos limitarnos a trabajar sobre la salud comportamental. El cuidado de la salud comportamental debe ser nuestra base, marcar una nueva forma de convivir con los perros, pero no es la herramienta principal para analizar y solventar sus problemas de comportamiento. Y eso es lo que nos da de comer en EDUCAN. Uno de los motivos para publicar estos tres libros a la vez es que nadie dijera “si, esto de la salud comportamental está muy bien, pero ¿cómo hago para resolver los problemas concretos de conducta de los perros de mis clientes, de los míos? ¿por qué suceden?”. Ese es el objetivo de los otros dos libros que componen Los perros necesitan LIBERTAD.
Libro II Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento. Este libro de tecnología es una historia de amor.
Querer bien es centrarse en el otro, convertirle en protagonista mientras nos hacemos a un lado. Usar el amor para conocerle, entendiéndole, aceptándole y potenciándole como individuo autónomo con motivaciones propias y entidad por sí mismo.
Ese es el objetivo de Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino: explicar objetivamente lo que podemos hacer para comprenderles, mejorar su vida y facilitarles el acceso a la felicidad, porque todo eso se consigue a través de la tecnología del comportamiento.
Querer bien a cada perro –y no “a los perros” en genérico- implica estudiar cómo se siente, analizar qué le sucede y aprender qué podemos cambiar para hacerle sentir mejor. Para lograrlo hemos desarrollado y probado protocolos reproducibles y eficaces, que se recogen en este libro, y que son la forma de convertir lo mejor que sentimos hacia ellos en una herramienta operativa para eliminar sus problemas de conducta, ayudarles a entenderse con nosotros y lograr su bienestar.
El análisis TETRADIMENSIONAL del comportamiento emplea los conocimientos actuales, desde la clásica topografía de la conducta, hasta los objetivos mentales y estados emocionales relacionados con ella, para comprender lo que hace un perro. Porque el comportamiento no solo es lo que se muestra, sino que está sostenido sobre factores menos evidentes, que deben incluirse en su evaluación para conocerlo en profundidad antes de plantearnos si es o no “adecuado”.
La intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento es el conjunto de protocolos y recursos para cambiar las cosas que un perro elige hacer. Son nuestra base operativa para afrontar exitosamente todos y cada uno de los frentes necesarios del trabajo comportamental con perros.
Desde cómo enseñar un código de comunicación entre perros y personas que nos permita entendernos, hasta la forma de aprovechar sus capacidades de olfateo para solucionar problemas de conducta, pasando por la manera de construir y evaluar objetivamente una relación de afecto y confianza con ellos o el diseño de actividades grupales de todo tipo.
Aprenderás a diseñar y programar las sesiones de trabajo necesarias para solucionar sus problemas de conducta, distribuyendo pautas para que sean eficaces, pero no supongan una carga excesiva para su familia, porque también hay protocolos para lograr la colaboración eficaz de quienes viven con los perros.
Podrás usar Análisis e intervención TETRADIMENSIONAL en el comportamiento canino como un manual de modificación de la conducta tradicional, aplicando sus contenidos para que los perros hagan o dejen de hacer conductas concretas, pero te permite, te propone y te anima a ir más allá: a intervenir en su comportamiento de manera que su salud comportamental mejore y se mantenga óptima, cambiando la forma que tienen los perros de interpretar lo que sucede en este mundo extraño en el que les hacemos vivir, logrando que lo comprendan mejor, sean capaces de gestionarlo de manera adecuada por sí mismos y puedan integrarse felizmente en él. Tú decides.
La belleza del plan radicaba en su sencillez: tres volúmenes, el primero exponiendo el conocimiento actual sobre cómo son y aprenden los perros, Tu perro piensa y te quiere, el segundo con nuestras propuestas para los problemas de comportamiento y el tercero con los protocolos de adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL. Saldrían cada dos años, requiriendo un total de siete, porque antes del primero invertí un año extra para dotar al conjunto de una estructura que mantuviera la coherencia interna.
Cuando viajamos a Argentina por última vez, en enero de 2017, estaba terminando el segundo volumen, con un retraso de un año que entendía como razonable por su extensión y minuciosidad. Todo salía según lo previsto, estaba feliz. ¡Me encanta que los planes salgan bien!
¿Por qué no se publicó el segundo volumen en 2017 y se ha retrasado otros dos años?
Estábamos en Buenos Aires, todo el equipo de EDUCAN analizando aspectos de detalle del libro, en concreto hablando sobre esas medidas que todos los profesionales recomendamos para ir más allá de la solución de un problema comportamental, mejorando el bienestar de los perros que tratamos: sacarles al campo, jugar con ellos, ofrecerles paseos relajados… y surgió un momento eureka, que -para nosotros al menos- lo ha cambiado todo respecto a las intervenciones comportamentales, y, en consecuencia, para el que sería el volumen dos, que ha sido necesario reescribir por completo, y se ha extendido hasta convertirse en ¡¡tres libros!! que –todos tranquilos- ya están en imprenta y saldrán a la venta simultáneamente. A lo largo de esta semana iré dando detalles sobre fechas de salida, presentación, temas de los otros dos…
Pero antes debo exponer aquello que lo ha cambiado todo y a lo que está dedicado el primero de los libros que constituyen Los perros necesitan LIBERTAD.
Conocer y cuidar la SALUD COMPORTAMENTAL de los perros. Un nuevo paradigma para vivir y trabajar con ellos.
Las intervenciones en el comportamiento canino han tendido históricamente a basarse, de un modo u otro, en la conducta problemática, en el problema de comportamiento.
Y cuanto más se avanzaba más aparecía una sensación de incompletitud.
Los profesionales sentíamos que faltaba algo, y queríamos alcanzarlo recomendando actividades de calidad: ejercicio, salidas al campo, adiestramientos que promovían interacciones positivas entre el perro y su familia, jornadas de juego para los cachorros… medidas basadas en generalidades, en ideas amplias y difusas sobre qué es bueno para nuestros compañeros caninos.
En realidad todas estas propuestas aspiraban a mejorar su salud comportamental, pero no teníamos nada que nos permitiera saber objetiva y concretamente dónde, cuándo y cómo hacerlo ¡Ni siquiera existía el término salud comportamental!
La salud comportamental del perro funciona e influye en sus conductas concretas como un todo, es la base que sostiene no solo aquellos comportamientos de nuestro interés, sino la calidad de vida de nuestros perros, sus posibilidades de integrarse felizmente en el mundo.
Las cuatro dimensiones de la salud comportamental: la física, la emocional, la cognitiva y la social, pueden ser definidas y evaluadas objetivamente, así como cuidadas y mejoradas cuando sea necesario a través de los protocolos expuestos en este libro.
La apuesta de este libro es ambiciosa: ofrecer un (1) modelo operativo y evaluable de salud comportamental, así como (2) medidas concretas para mejorarla, usándola como base de cualquier intervención profesional en el comportamiento canino.
Esto supone un cambio radical en la manera de entender el trabajo y la convivencia con los perros. Un nuevo paradigma.
Y no creo que exista vuelta atrás porque, además de las mejoras que se logran en el bienestar y acceso a la felicidad de los perros, el paradigma de intervención basado en la salud comportamental ofrece niveles de resultados estratosféricamente superiores respecto a los obtenidos por aquellos modelos de trabajo enfocados en los problemas de conducta.
Cambiar del paradigma de modificar conductas problemáticas al de analizar y construir la salud comportamentalrequiere esfuerzo, porque nuestra cabeza está amueblada en base a eliminar o promover conductas concretas, pero los resultados compensan sobradamente: perros felices e integrados que además mejoran su comportamiento de forma sólida y profunda.
Debemos cambiar nuestra manera de entender la relación de nuestro perro con su casa, con nosotros, con los otros perros… Debemos potenciar aquellas de sus capacidades que le permitan una mayor integración con personas y con sus congéneres, así como empoderarse de su vida.
Tengo la convicción absoluta de que definir, evaluar y aprender cómo cuidar la salud comportamental de los perros es el paso necesario que nos toca dar en nuestra relación con ellos. Y ese es el objeto de este libro.
Hacerlo será el primer paso hacia una nueva y mejor manera de vivir juntos, de educarles y de intervenir en su comportamiento.
Porque los perros necesitan LIBERTAD.
Un error común es suponer que los perros actúan y se comunican igual sea cual sea su tipo de relación y sea cual sea el momento en el que se da la situación comunicativa.
De los tipos de relaciones hablaré más extensamente en un próximo artículo, ahora me centraré en las diferentes fases de la comunicación, pues podemos facilitar a los perros el éxito comunicativo en cada una de ellas, y evaluar la calidad de la relación entre varios perros según cuál aparece. Por ello son centrales en el diseño y evaluación objetiva del trabajo para la mejora de la gestión relacional.
Empecemos por fijarnos en el mamífero social cuya conducta nos es más cercana: los seres humanos. Nosotros, al ser presentados a un desconocido solemos sonreír y actuar de forma ostensible para mostrar nuestra buena disposición (o la mala, sin nos han presentado a un oponente de algún tipo), enfocamos nuestros sentidos de manera que nuestro interlocutor reconozca que tiene toda nuestra atención. Sin embargo verás que, si la relación no es de un gran valor emocional para nosotros –alguien que queremos seducir, como un jefe o una potencial pareja, o alguien que consideramos peligroso en algún sentido, como un competidor- al rato todo eso se relaja y la comunicación continúa en un nivel más tranquilo.
Nuestro laconismo relacional llega al máximo con las personas más cercanas, las más queridas. Dentro de tu vida cotidiana estás abstraído leyendo y puede suceder que cuando llegue tu pareja apenas levantes la mano para saludar o que estés en un reunión, entre un buen amigo que ves con frecuencia y únicamente os hagáis un gesto con la cabeza el uno al otro.
Igualmente verás que cuando dos perros se acaban de conocer su atención mutua, sus rituales de saludo y sus acciones de comunicación son mucho más intensas y continuas que en el caso de que ya se conozcan bien. Pero cuando varios perros viven juntos será frecuente que, en casa, muchas veces toda la respuesta del perro a que otro integrante del grupo se mueva es seguirle con la mirada sin levantarse de su cómoda camita, sin ni siquiera levantar la cabeza.
Esto sucede porque la exuberancia relacional es poco económica, y solo se emplea cuando es necesaria. De hecho uno de los principales indicadores de la buena calidad de una relación es la cantidad de tiempo en común relajado y la sobriedad comunicativa.
La comunicación canina, por desgracia, se incorporó al discurso técnico del sector y , consecuentemente, a las intervenciones comportamentales para restaurar/mejorar las capacidades relacionales de los perros desde una interpretación poco científica y consistente, algo que la tecnología del comportamiento va a tardar muchos años en drenar por completo del sistema, para emplear única los conocimientos consistentes al respecto.
Uno de estos problemas sistémicos es hablar de la comunicación canina, intentar analizarla, explicarla y aplicarla única o principalmente en base a las comunicaciones ostensivas, porque al hacerlo estamos poniendo el foco en cómo resolver una situación problemática en lugar de en cómo lograr una situación normalizada, que se caracteriza por la economía comunicativa. Es esta mala interpretación y empleo de los procesos comunicativos la que lleva a no entender algunas cosas, como que el historial puede haber minimizado la comunicación sin que exista problema de fondo o, lo que es más importante, que la aparición de una comunicación ostensiva en una relación familiar o cotidiana muestra que pasa algo excepcional (bueno o malo), y no por que sea una comunicación eficaz y saludable debemos desatenderla o considerarla conveniente. Si cuando he saludado a mi pareja apenas con un gesto ella llega hasta mí, me cierra el libro y me dice “tenemos que hablar”, te puedo asegurar que me preocupo, por mucho que todas sus acciones demuestren una absoluta competencia relacional y un perfecta gestión emocional.
Afortunadamente cada vez más autores y ponentes -algunos españoles, es importante señalarlo- buscan ampliar, detallar y aprovechar cada vez mejor este área de conocimiento, que es una de las que enfocan el interés de los investigadores. Gracias a la ciencia de base sabemos más cada día y es una afirmación poco arriesgada el decir que en unos años todo lo que sabemos ahora nos parecerá rudimentario e incompleto ¡¡Pero es lo que tenemos en este momento!!
Las relaciones sociales implican moverse entre tres tipos de fases comunicativas: las ostensivas (objeto actual de mucho interés científico, de hecho la palabra ostensivo es una castellanización del término inglés ostensive, que hubiera debido traducirse más tradicionalmente como ostentoso), las normalizadas y las económicas. Y el significado de cada una de ellas en cada nivel relacional, y en cada momento nos aporta mucha información, permitiéndonos evaluar la mejora o empeoramiento de la relación, tanto en ese momento, como en su conjunto.
Fases ostensivas
Se caracterizan por el (1) uso de señales ostensivas, (2) atención intensa y continuada en la interacción relacional, existencia de (3) tensión social mantenida y (4) emocionalidad alta.
Las fases de comunicación ostensiva muestran la intencionalidad y capacidad del perro para entenderse con otros perros, y son determinantes para el éxito en las relaciones casuales y excepcionales.
Las fases ostensivas son necesarias (A) al interactuar con un sujeto ajeno al grupo social, pero al que se le reconoce como sujeto social, (B) en momentos de conflicto, sean dentro o fuera del grupo, (C) en momentos de reencuentro con sujetos pertenecientes al grupo social, ya sea en relaciones familiares, ya sea en relaciones cotidianas, y durante (D) la realización de actividades coordinadas con cualquier tipo de sujeto social, pertenezca o no al grupo social del perro.
Las fases de comunicación ostensiva tienen la función adaptativa de maximizar la emisión y recepción de información en aquellos momentos en los que resulta crítica, por ello su aparición en otros momentos o su desaparición en ellos determina su significado en la gestión relacional.
Cuando un perro no muestra fases de comunicación ostensiva en momentos en los que debiera mostrarla, como al conocer a otro sujeto, la gestión relacional es mejorable. Esto serviría, por ejemplo, para saber que un perro que al ver un gato se lanza a perseguirle no le está viendo como un sujeto social.
Algunos perros no podrán hacerse jamás amigos de otros de su sexo sin que exista problema relacional alguno, un perro socialmente sano quizá termine peleándose con otros de su mismo sexo, pero antes aparecerá una fase de comunicación ostensiva, si no es así debemos sospechar que su capacidad de gestión emocional y/o relacional es insuficiente.
Hemos hablado de la función de las fases ostensivas, hablemos ahora de los objetivos. Porque maximizar la comunicación tiene un objetivo: lograr coordinarse de algún modo.
Así las fases ostensivas tienen varias etapas:
Comunicación ostensiva descoordinada o de búsqueda de coordinación
Cuando dos perros que no se conocen bien, típicamente en relaciones excepcionales y casuales, se encuentran normalmente mantendrán mucha atención en el otro y empezarán a emitir señalética social ostensiva.
Cuando esto no pasa, no atienden al otro, y/o no emiten dicha señalética podemos intervenir: empleando el modelado con correa, el código de comunicación y/u otros recursos de ITC para enfocar su atención, lateralizándole, y/o ayudándolo a mostrar las conductas de acercamiento competente que hayamos entrenado previamente.
Pero, sea de manera asistida o autónoma, esta primera comunicación entre ambos sujetos es descoordinada, lo que se nota en que no hay un ritmo de intercambio de conductas, sencillamente cada perro suelta las suyas y observa las del otro.
La búsqueda ostensiva de comunicación también se utiliza en relaciones construidas para lograr la atención de otro sujeto que esta lejos o no está atento y con el que se pretende hacer algo.
Comunicación ostensiva de coordinación diacrónica
Si todo va bien en poco tiempo veremos que coordinan las conductas comunicativas de manera diacrónica: es decir uno de los perros realiza algunas señales y justo después el otro le responde con otras. Es como cuando se habla por un walkie-talkie, se comunican por turnos.
Esta es quizá la etapa que requiere más ayuda externa para ser exitosa, porque en los perros existe tal variedad de carácter, morfología, niveles de actividad… (como decíamos en este artículo) que no resulta fácil: un perro muy nervioso puede emitir demasiado rápido para que uno tranquilo siga su ritmo al hacer turnos, uno grande puede no reconocer que otro pequeño ha respondido a su señal, y algunos tienen una expresividad limitada por características morfológicas que pueden llevar a que el otro no reconozca la comunicación o la malinterprete, un bulldog al respirar puede hacer pensar a otros perros que gruñe, y, además, los perros braquicéfalos tienen la necesidad de acercarse frontalmente, porque al lateralizarse no pueden ver al otro sujeto por la disposición de sus ojos en un plano frontal.
Los perros tienen herramientas muy buenas para comunicarse, pero la selección de extremos –actividad/tranquilidad, gigante/toy, braquicefalia.. – lo complica mucho. La mayor asistencia que podemos prestar a los perros cuando encuentran a un congénere que no es conocido es ayudarles a conseguir comunicarse en turnos coordinados: modélale para que espere y atienda a la comunicación del otro, ayúdale a iniciar la suya en el momento adecuado para que aprenda el ritmo de los turnos…
Esto también aparece en relaciones ya construidas cuando surge un conflicto por algún motivo, es la forma de ritualizar el desacuerdo, empleando señalética ostensiva, señales de amenaza, apaciguamiento y frecuentemente ambiguas, que muestran el nivel de enfado o incomodidad, así como la persistencia de la postura del perro sobre el asunto, con un mínimo riesgo
Comunicación ostensiva de coordinación sincrónica
Cuando han establecido turnos los perros han alcanzado un punto muy importante y difícil, la comunicación coordinada, pero no su punto máximo.
Ahora verás que empiezan a sincronizarse, es decir que las comunicaciones son continuadas y ya no podemos diferenciar con claridad los turnos. Es como un baile, en el que quizá uno lleva, pero el otro responde de manera inmediata y se mueven como si estuvieran unidos, en armonía.
En esta etapa no puedes ayudar al perro directamente, pues cualquier elemento externo romperá el ritmo de la sincronía, pero sí puedes facilitarlo indirectamente: llevando cansado al perro o haciendo un espacio de calma antes de la interacción si sabes que es muy nervioso y eso le dificulta comunicarse, trabajando mucho el espacio de juego si sabes que le cuesta sincronizar… Pero antes o después, no durante la etapa de coordinación sincrónica.
Cuando llega allí tiene que pilotar él la nave, es el momento de que le dejes la dirección al perro.
Trabajar la gestión relacional en las fases ostensivas.
Es muy importante señalar que las fases ostensivas que se prolongan muestran que existe un problema, aunque los perros muestren coordinación sincrónica, la coordinación no es el fin, sino un medio. No se comunica para comunicar, se comunica para entenderse respecto a algo, para llegar a algún tipo de acuerdo sobre lo que genera el conflicto, sea la aceptación del otro perro en relaciones casuales y excepcionales, sea la propiedad de un recurso o el seguimiento de una norma en relaciones cotidianas o familiares.
Por eso durante estas fases es normal que aparezca señalética de amenaza, no sucede nada mientras se llegue a un acuerdo final, lo que veremos en que disminuyen las señales ostensivas. El baile ha superado el crescendo y se desliza con suavidad hacia su final.
Cuando tras lograr una comunicación coordinada y eficaz no se pasa a una fase moderada o económica es que los perros no están llegando a ningún acuerdo, y existe un alto riesgo de conflicto: es como cuando dos personas que se acaban de conocer empiezan a disentir radicalmente en política, eso sí con la máxima educación, si vemos que no deciden abandonar el tema o relajar la comunicación tarde o temprano romperán a pelear: porque están poniendo lo máximo de su parte, pero no pueden llegar a ningún acuerdo. Eso mismo sucede con los perros.
Si ves que una fase ostensiva no lleva al entendimiento y cada vez aumentan más las señales ostensivas de amenaza, puedes decidir retirar al perro de la situación. Lo que es sencillo si estás en un aula relacional, posible si ambos perros llevan bozal, pero muy complicado en otros casos, porque la ruptura de la comunicación podría precipitar una pelea. Para minimizar el riesgo debes tener construido un trabajo de modelado con la correa de calidad, para que el perro genere emociones positivas al modelarle y se reenfoque con facilidad. Pero claro, eso debe hacerse con ambos perros si no has tomado medidas de seguridad o trabajas fuera de un aula relacional.
La decisión de romper una comunicación coordinada porque no llega a ningún sitio y aumenta el riesgo de pelea es complicada, algunos perros emplean más tiempo que otros en esta etapa y tienen expresiones comunicativas más vistosas que otros. Recuerda que lo determinante no es que aparezca el conflicto, y con él la señalética de amenaza, sino que, una vez que aparece, las señales se vayan haciendo más o menos exuberantes y frecuentes.
Fases normalizadas
Porque si los perros llegan a algún acuerdo verás que todo parece empezar a aflojarse, siguen comunicándose, pero la tensión desaparece y es sustituida por fluidez y naturalidad.
Es una broma habitual decir que una relación no es seria hasta que puedes dejar de meter tripa y eso es lo que sucede en las fases normalizadas, que el perro empieza a ser él mismo con el otro perro. A ser como es en el día a día, a relajarse y a normalizar la relación.
Las fases de comunicación normalizadas muestran el éxito relacional, y son el evaluador directo más importante del estado óptimo de los perros respecto a la dimensión social cuando está junto a otros perros.
En este video Semi, pastor alemán adulto, y Ak, kelpie australiana cachorra, (ambos de José Ramón Tormos Oliver) muestran una fase normalizada de comunicación, la más frecuente en interacciones relacionales dentro del grupo familiar, coordinándose para jugar sin necesidad de ostensión, pese a la presencia de varios recursos valiosos (un hueso de morder y un juguete):
En las fases normalizadas estamos en un punto medio: aparecen tanto (1) señales ostensivas, como (2) señales económicas o sutiles, pueden tener (3) interacciones intensas y continuadas, pero (4) pueden desconectarse de ellas y atender a otras cosas que surjan, la (3) tensión social puede no aparecer o, si lo hace, es ocasional, la (4) emocionalidad es media o alta, pero principalmente de valencia positiva.
Las fases normalizadas son necesarias (A) para jugar y operativizar el afecto dentro del grupo social, (B) para desarrollar las capacidades y ajustes necesarios para las acciones cooperativas.
Las fases normalizadas tienen la función de mejorar las relaciones afectivas, hacerlas deseables, ajustarlas y potenciar la capacidad de acción coordinada de los integrantes de un grupo social.
Aquí se repiten las posibilidades de comunicación coordinada diacrónica y sincrónica (la búsqueda de coordinación siempre implica una fase ostensiva), pero ahora no son etapas progresiva, sino diferentes formas de relación normalizada que buscan diferentes fines.
Fases normalizadas de coordinación diacrónica
Muchas veces los perros buscan interacciones secuenciales, por turnos, como al jugar a perseguirse. De hecho, la coordinación diacrónica normalizada es la manera más frecuente de ajustar el comportamiento propio a cada interlocutor, como al jugar: tú haces esto, yo hago esto.
Porque todos somos un poco diferentes con cada una de las personas que queremos: más gansos, más cuidadosos… todo eso, ese ajuste fino, se logra con las fases normalizadas de coordinación diacrónica.
Fases normalizadas de coordinación sincrónica
La coordinación sincrónica normalizada es mucho menos usual en perro “de casa”, porque la capacidad de coordinación sincrónica fuera de los momentos de tensión suele estar relacionada con el éxito en actividades cooperativas, como la caza, donde los comportamientos deben ajustarse entre sí casi simultáneamente para lograr los objetivos.
Sin embargo, la coordinación sincrónica normalizada, es, como decíamos al principio del libro, la base de nuestros protocolo de adiestramiento deportivo, uno de los tres explicados en el próximo volumen de la colección, y hemos comprobado que cuando los perros trabajan sistemática y repetidamente a través de coordinación sincrónica, después tienden a hacer más juegos de coordinación entre sí.
Cuando las fases normalizadas se repiten hacia el otro sujeto termina siendo aceptado como relación cotidiana, y, por cierto, nos dejaría de servir como figurante para mejorar las capacidades de comunicación ostensiva del perro. Y recordemos que para mejorar lo que hace nuestro perro cuando se encuentra con uno desconocido eso es justo lo que debemos seguir trabajando, nuestro objetivo no es que el perro se haga amigo del figurante, sino que mejore sus capacidades al encontrarse con otro sujeto social que no es parte de su grupo. A veces los árboles no dejan ver el bosque, y se considera un éxito que el perro se haga amigo de un perro figurante, si eso no tiene trasferencia a la situación relacional en la que era incompetente no es gran cosa.
Fases económicas
Se caracterizan por la (1) escasez de señales, el uso principal de (2) señales económicas, (2) atención escasa y discontinua en la interacción relacional, (3) ausencia de tensión social y (4) estados emocionales de calma.
Las fases económicas muestran la capacidad del perro de compartir tiempo y espacio de manera normalizada con otros perros, y son los evaluadores directos más claros para determina el éxito en relaciones entre perros que deben compartir espacio de manera frecuente.
Las fases económicas son necesarias (A) después de acciones coordinadas exigentes con los miembros del grupo, (B) después de situaciones de gran tensión emocional y/o relacional, entre las que entrarían el aprendizaje, las sesiones de avance para mejorar la gestión emocional o relacional y las fases ostensivas, (C) en momentos de malestar o agotamiento físico.
Las fases económicas tienen el objetivo de lograr estabilidad relacional, eliminar la entropía, promover la restauración física y emocional del perro y permitir la introspección dentro del grupo social, componentes necesarios para la salud relacional y el éxito a largo plazo de los grupos.
Como mencionaba antes, el tiempo en común, relajados, es el más importante, quizá es el elemento más característico y diferencial de las relaciones más cercanas (y no solo en los perros). Pero esto puede llevar a una mala interpretación sobre qué es una fase de comunicación económica, porque todo ese tiempo en común relajados que pasamos con nuestros perros en casa son fases económicas, pero nos las únicas fases económicas que existen.
También pueden aparecer en relaciones fuera de la familia, y con las mismas características y objetivos. Cuando los perros no se hacen caso entre sí en el parque, o cuando un perro acepta a otro, pero no le cae muy bien y no desea interactuar con él, se dan fases económicas. Ese perro que ignora a otro mientras están en el parque esta en una fase comunicativa económica. Fíjate que sirve para lo mismo que dentro de casa, estabilidad relacional, recuperación después de una fase ostensiva, evitar la tensión dentro del grupo…
De hecho para mí los perros más competentes relacionalmente son aquellos capaces de tener una comunicación económica con aquellos sujetos con los que, por diferentes motivos, no pueden normalizar una relación íntima. Puesto que les permite convivir eficazmente y sin generar tensión social con individuos que no les resultan afines.
A veces sí podemos ayudar a los perros a entrar en fases económicas, cuando después de una comunicación ostensiva eficaz vemos que no hay feeling y que no van a conectar más allá de tolerarse, podemos facilitar el paso a una fase económica dando un paseo en lugar de quedarnos quietos o modelando suavemente, lo justo para ayudarles a terminar el proceso de desatender al otro perro.
Resumiendo…
Para hacer intervenciones comportamentales destinadas a mejorar las capacidades relacionales de los perros debemos conocer las diferentes fases comunicativas, ostensivas, normalizadas y económicas, así como la evolución de la coordinación comunicativa. No hay comunicaciones buenas o malas, sino eficaces o ineficaces, y eso debemos reconocerlo en que tipo de señales y qué nivel de coordinación muestran en cada momento y a lo largo de nuestra intervención que, en buena medida, se basará en facilitar por diferentes medios el éxito comunicativo.
La variedad y adecuación de los perros con los que trabajemos será un factor muy relevante, porque en muchas ocasiones se hace necesario ayudar al perro a gestionar el encuentro con diferentes tipos de perros: muy activos, muy pequeños… todos aquellos grupos que comparten características comunes que nuestro perro interpreta con más dificultad, o para lo que emite menos competentemente.
Cuando un perro aprende a relacionarse mejor, por ejemplo, con perros braquicéfalos, que bufan al respirar y se acercan tiesos y frontales, no necesariamente podrá transferir lo aprendido a perros nerviosos, que no son capaces de esperar a que él les responda para seguir enviando información. En el primer caso es muy posible que se requiera ayuda en la búsqueda ostensiva de coordinación, mientras que con los nerviosos debemos centrarnos primero en facilitar que establezcan turnos de relación y después que estén físicamente preparados para sincronizarse, por ejemplo cansando o calmando al más activo antes de ir al aula relacional.
Como saben todos los que viven con perros, y especialmente quienes además trabajan con ellos, al decir “es MI perro”, no se hace referencia a posesión, sino a un nivel especial de conexión, entendimiento y complicidad, el mismo que al decir: “mi amigo” o “mi amor”.
Ela (von Rosembach) y Cata (Zedida de la Serralada), MIS perras, murieron en mayo y agosto respectivamente, y me ha requerido un tiempo asumirlo. En especial porque Cata no tenía aún once años y le habría debido quedar tiempo para ser cuidada y querida, para ser feliz y para ayudarme a serlo.
Ahora el único perro con el que vivo es Gastón (Astubox Edipo), que no es “mi perro”, sino el de Eva, pues aunque nos queremos mucho, ese tipo de relación de identidad mutua antes expuesto se la reservan para ellos.
Nunca desde mis diez años había estado sin un perro que fuera mío en el sentido en el que Eva y Gastón son el uno del otro. Nunca desde entonces había afrontado la vida sin MI perro (o perros) al lado, como un escudo de cariño y un lugar donde habitar en un mundo que (me) resulta demasiado amplio sin ellos.
En poco más de un mes llegará mi nueva perra, que ha abierto sus ojos por primera vez hace una semana: Bicho de Fontemordant, de la camada B de Fontemordant.
Y tras contarles mis motivos para elegir esta camada a dos compañeros de EDUCAN, Marcos, nuestro CBO, y Enrique, responsable del club de olfato y jefe de laboratorio, me han dicho que podría merecer la pena exponerlos en un texto, porque a ellos les han parecido lo suficientemente interesantes como para incorporar a sus vidas sendas hermanas de camada: Bomba del Tiempo y Brea de Fontemordant. Vamos a intentarlo.
En primer lugar diré que elegir una camada es un acto que tiene aspectos de practicismo y de egoísmo. Egoísmo porque todos sabemos que hay muchos perros en adopción, aunque es necesario señalar que aquellos que nacen de una cría responsable, amante y cuidadosa no tienen menos derecho a ser queridos y cuidados. Aquellos cuyos criadores han provisto de cariño, socialización, estímulos y, en general, un entorno perfecto para su desarrollo saludable a nivel físico, cognitivo, emocional y social, no deben ser olvidados, ni relegados. Hacer las cosas de la mejor manera posible, de la única de la que debieran hacerse, no puede penalizarse.
Práctico pues podemos elegir a un perro que no solo se adapte a nuestro tipo de vida, sino que sea feliz compartiéndolo: desde los aspectos físicos, como ser atlético y dinámico si ha de vivir con un aficionado al deporte que corre, sale a la montaña… hasta los aspectos del carácter, pues un perro más nervioso y exigente de actividad física y mental disfrutará más (¡necesitará!) al ser adiestrado para deportes complejos y progresivamente más difíciles.
Práctico porque, como decía, sabremos que su primera infancia habrá sido tutelada de manera que afronte el mundo como un lugar amigable, que le es propio, que no le asusta ni le agrede. La labor de los buenos criadores no es construir a sus perros para el mundo, sino –durante unos meses- construir el mundo para sus perros. Y eso nunca se les agradece lo bastante.
En todo caso, cuando un adiestrador elige una camada ese debiera ser un acto fértil para todos quienes tenemos perro, pues expresará lo que siente y cómo vive su relación a través de su trabajo, afinará sus capacidades y se entretejerá de manera más profunda con la conducta de SU perro, sacando de esa profundidad mejoras respecto a la manera de trabajar con todos los perros.
Porque el amor se aprende mejor ahondándose en quien se ama, como en una mina, que habitándolo brevemente, pasando de una mirada a otra, eludiendo el esfuerzo de seguir en el mismo lugar cuando el terreno se endurece y parece que no sepamos cómo avanzar. Todos los entrenadores que merecen la pena conocen esto, y por arrogante que sea su conducta en ocasiones, vibran en la misma sintonía, pues saben que hoy, ante su perro, de nada les sirven éxitos pasados, reconocimientos, seguidores o fama. Hoy, ante su perro, deben encontrar la manera de hacerse entender para avanzar un paso más.
Y cuando lo logran tendrán entre sus manos un nuevo diamante que compartir (y lo saben, y por ello en ese momento se sienten ricos como nadie que no entrene a su perro se sentirá nunca). Y no es malo que decidan (decidamos) cobrar por ello, pues es fruto de un esfuerzo que no por deseado es menor.
Al elegir una camada los adiestradores buscan (buscamos) la mina en la que más puedan adentrarse, porque en ella habrá más conocimientos que encontrar y sacar a la luz para intervenir mejor en la conducta de todos los perros.
Y hablo de elegir una camada y no un cachorro, porque es lo que se debe elegir: los cachorros tienen muchas cosas por desarrollar, muchos momentos diferentes que pueden hacerlos más pizpiretos o apagados puntualmente sin que eso responda demasiado a lo que terminarán siendo. Hay que confiar en la sangre decía un buen amigo.
Yo he buscado una malinois que sea saludable, físicamente muy fuerte y activa, de tamaño mediano para que pueda acompañarme en la camper sin apreturas, que disfrute del entrenamiento de protección, indistintamente del reglamento, y que aporte un extra de intensidad al practicarlo, que vaya más allá de la disputa de un juguete. Una perra muy cariñosa, pero con carácter, con firmeza ante el combate deportivo, con un deseo real e intenso de vencer a su oponente.
Existen dos líneas de malinois que me encantan dentro de la cría alemana, que es la que conozco lo suficiente como para tener un criterio (malo o bueno), la primera es la representada por Alf vom Nordhang der Eifel (padre de Gastón) o Kasper Airport Hannover, perros más medianos que grandes, fuertes al modo de un practicante de MMA. En la protección son percutantes, como un latigazo, con un punch inigualable, pero muy deportivos, además de extremadamente amigables con las personas.
La otra, representada por descendientes de Lupano´s Duke como Yackson de Villalazán, son perros algo más grandes, su físico se parece más al de un Crossfitter. En protección son similares a un boxeador, cuyos golpes son penetrantes, pareciendo que quieren traspasar a su adversario, empleando con inteligencia la inercia de sus poderosos cuerpos. Más serios en el trato con personas, diferencian a la gente de casa, con la que son más tiernos que el día de la madre en El Corte Inglés, de los desconocidos. Y no les suele gustar que estos últimos se tomen excesivas confianzas con ellos.
Por desgracia son dos líneas cuyas características fácilmente se difuminan en la cría demasiado abierta, siendo problemático intentar rebajar su impetuosidad a través de incorporar perros técnicos ajenos a ellas en el programa de cría.
Soy una persona muy afortunada, porque cuando supieron que no tenía perro algunos criadores y amigos extraordinarios me ofrecieron cachorros de sus próximas camadas, de estas líneas: Juan Valero, de Orelav, que tiene ahora una camada de Amaroq Clan der Wolfe (sobre este extraordinario perro y sus hermanos hablaré más adelante) con su perra Bora, pero era demasiado pronto para mí, pese a ser una camada tan atractiva y bastante similar sobre el papel a la B de Fontemordant.
También mi amigo Mikel Pino, de Kireba, me ofreció una cachorra de la camada que hará con la hermana de Gastón, Asturbox Enchilada, una extraordinaria hija de Alf que ha mostrado los problemas de exuberancia de carácter y dificultad para ser controlados característicos de su padre: Alf solo tuvo el grado uno de IPO porque era imposible que soltara la manga en protección, a veces me preguntan si pese a ello es un reproductor –trazador diría Fidel Real- tan importante, y siempre respondo: gracias a ello, no pese a ello.
Otros criadores y amigos, que expresamente me han pedido que no les mencione, también me ofrecieron cachorros de camadas maravillosas: gracias a todos, me hicisteis sentirme querido y apoyado cuando todo se veía muy negro tras morir Cata.
Coco Chanel Clan der Wolfe, la madre de esta camada, es la única perra de mi amigo Ángel Font, es resultado de la tripitición de uno de los cruces más exitosos en la cría alemana para IPO, MecBerger Duunari (un perro en el que se muestran las características de Alf, pero suficientemente atemperadas como para lograr los mayores éxitos deportivos) X Kiss Me von der Steinteichmühle, una perra de la misma línea, que tiene a Alf y a una repetición de camada de la madre de Alf como abuelos. De este cruce salieron cuatro camadas: la A (a la que pertenece Amaroq, el padre de la camada de Orelav), la B (incluyendo a Bowie, el increíble perro de Peter Scherk, y el desmesurado Bagdad), la C, la de Coco y la E, logrando que este afijo, con los perros procedentes de este cruce reiterado, entrase en el olimpo de los criadores alemanes de malinois.
Conocí a Coco cuando aún no tenía un año, y me enamoró desde el principio, amigable, buena y divertida, pero fuerte. No sabía sus orígenes entonces, pero le dije a Ángel que era una perra maravillosa, y que era muy afortunado de vivir con ella.
El padre de la camada, Ferro du Mont Sant Aubert, es un hijo de Yackson de Villalazán, un perro de la otra línea que me gusta, que la representa con claridad: además de competir en IPO es un perro de intervención real, que trabaja con su guía, policía, en el control de incidentes violentos en un estadio de futbol alemán. Si alguien no ve la dificultad de hacer un trabajo de intervención real en un estadio, y luego competir a alto nivel en IPO, también en estadios, es que aún no tiene la suficiente experiencia en este campo. El nivel de dureza mental, la capacidad de confiar en su guía y la entrega por el trabajo que se requiere es inmenso. Y además tiene un tamaño perfecto, muy fuerte, muy potente, pero no enorme ni pesado.
Cuando Ángel hizo esta camada por primera vez me pareció muy arriesgada, pues es un outcross y una de las dos cosas que mejor pueden garantizar el éxito de una camada es la consanguinidad sobre perros relevantes. Sin embargo dos de los entrenadores más interesantes de IPO de nuestro país, Juanjo Barragán y Juan Carlos Moreda, se quedaron cachorros de la camada A, que ahora repite, y ¡¡éxito total!! Tanto Joker (Avenger de Fontemordant) de Moreda, como Arnold de Fontemordant de Barragán son dos perros extraordinarios, que pueden verse en múltiples videos de la red: aquí algunos de Arnold y aquí de Joker (Avenger de Fontemordant). Y cuando el río suena….De esta camada también he conocido a Abyss de Iván López (al que agradezco desplazarse para que pudiera conocer a A byss) y he visto vídeos de Argent, que practica Mondioring en Suecia.
Son perros más fieles al tipo mental de su padre, pero con la expresividad de la línea materna y un físico que reúne lo mejor de cada casa. Saludables, atléticos, fuertes, perros con los que salir a correr, llevarles a nadar, o ir a la montaña… Perros que disfrutan con los saltos de cualquier reglamento y pueden superarlos sin problemas, perros rápidos y coordinados de modo que la obediencia resulte vistosa, explosiva. Perros intensos y entregados en el rastro, donde parecen hundir la nariz en la tierra para tomar más el olor.
En protección son perros extremadamente poderosos, con una capacidad para el enfrentamiento de IPO superlativa y no tan fácil e encontrar en malinois, con bocas muy fuertes y poderosas, aunque pueda requerir algo de trabajo que sean tranquilas. Con capacidad para ser tanto percutantes como penetrantes en su forma de combatir, en sus entradas. Perros que disfrutan y hacen disfrutar, porque permiten mostrar la esencia de la protección deportiva, en cualquier reglamento: no son de esos perros que gustan mucho únicamente en uno de ellos, sino de los que gustan a todos quienes aman la protección deportiva. Y todos son muy cariñosos con sus guías, de hecho Ángel me decía que incluso lo eran más que Cocó.
Aquí quiero reseñar el extraordinario trabajo como figurante de Íñigo Sierra con Arnold, Íñigo es el figurante en manga de su generación que más me gusta (mi preferido en el traje es mi compañero de EDUCAN Iván Guillén), su capacidad para ofrecer un combate deportivo exigente y ordenado al perro, sabiendo exactamente cuándo y cómo perder con él, es sobresaliente. Las desavenencias que he tenido con su padre, Nacho Sierra, no deben hacerme dejar de señalar públicamente su maravilloso trabajo, porque hacen falta figurantes así, para explicar el porqué escribiré otro artículo.
Decía que la consanguinidad es una de las cosas que nos permiten elegir una camada con más probabilidad de saber cómo serán los cachorros. Obviamente la otra cosa que lo permite, aún más, es la repetición de una camada exitosa. Como sucede con esta.
La tercera baza ganadora de esta camada es la manera de criarlos: Ángel es uno de los criadores más responsables que he conocido, Cocó es su única perra, que con sus más de cuatro años ahora hace su segunda camada: la paridera está en el salón, al lado del sofá que ahora usa para dormir. Después dispone de unos patios de recreo enriquecidos para estimular la seguridad y capacidades de los cachorros, su manera de modificar el mundo para que sus cachorros lo pisen con firmeza y seguridad, empoderándose de él, es óptima. O al menos a mí me lo parece.
Todo lo anterior es lo que me hace dar el paso de que MI próxima perra sea de la camada B de Fontemordant, esa seguridad (siempre relativa) de que saldrá similar en carácter y físico a la anterior, esas líneas de sangre sólidas y excepcionales, esas capacidades físicas, mentales, emocionales y afectivas.
Al exponer estos motivos mis compañeros de EDUCAN se han decidido también por esta camada, y escribo este artículo por si es de utilidad para cualquiera que esté buscando un perro con estas características (creo que aún quedan hembras, además de las tres que se vienen a EDUCAN). También el guía de Ferro, el padre, se quedará un cachorro, esta buscando un perro que pueda hacerlo todo tan seriamente y bien como Ferro, y tras ver la primera camada, sabe que esta es una de la formas más seguras de lograrlo.
Y quiero aclarar -para que conste como declaración de intereses- que, pese a que muchos de estos amigos y criadores me han ofrecido los cachorros gratuitamente yo pagaré la cachorra al precio de venta normal del criador, pues puedo permitírmelo, y creo que así ayudo a que se puedan seguir criando perros que nos emocionen y nos ayuden a crecer, además no me sentiría cómodo hablando así de bien de la camada si creyera que es una manera de “pagar” el cachorro, de devolver el favor. Siempre que me ha parecido he hablado bien de camadas o de criadores (o de adiestradores o de empresas o de seminarios…), y actuar de este modo me permite sentirme libre para seguir haciéndolo.
Aunque debo decir que siempre he esperado que si algún día por mi situación no pudiera pagar un cachorro de malinois alguien me lo ofrezca porque piense que soy una buena opción para hacerle feliz, ahora sé que sería así.
Tengo la convicción de que la camada B de Fontemordant es una camada extraordinaria y una ocasión fabulosa de que nuestra vida se malinoisice de la mejor de las formas posibles. Gracias Ángel, gracias Coco.
Siempre que uso el blog para promocionar de algún modo a EDUCAN, como hice ayer al informar de nuestras dos nuevas delegaciones en Buenos Aires, me siento algo culpable y en deuda con los lectores a los que desatiendo dejando de escribir durante meses, y a los que someto a un «qué guais somos» en mi vuelta a la escritura. Así que para compensar he cortado un trocito del libro en el que estoy trabajando para posicionarme en un tema peliagudo: la tendencia (o no) de algunas razas hacia algunos comportamientos.
¿Qué hacer cuando el peligro te rodea?
En primer lugar es necesario ser conscientes de que es peligroso –en muchos sentidos- hacer afirmaciones generalizadas que relacionen algún tipo de comportamiento con algunas razas de perros.
Es peligroso porque es fácil igualar a la raza con algunas tendencias comportamentales y etiquetarla de manera negativa, esto ha sucedido incluso a nivel legislativo con leyes infames que condenan a sujetos que no han hecho nada, de hecho juzgan y encuentran culpables incluso a sujetos que aún no han nacido. Algo que deja el de Minority Report como un modelo de justicia excesivamente perezoso y garantista. Y está sucediendo ya, la distopía ha llegado a nuestras vidas sin que la acompañen los coches voladores o las tres conchas para el cuarto de baño.
Es peligroso porque desatiende que algo más frecuente en una raza que en otra no implica que todos, ni siquiera la mayoría, de los individuos que la integran muestren tal comportamiento. Simplemente quiere decir que es un comportamiento que aparece con más frecuencia de la media en perros de dicha raza. Es decir, que si en el conjunto de los perros hubiera un cinco por ciento de sujetos sensibles y entre los border collies un diez por ciento la raza mostraría ¡el doble de sensibilidad que la media! Pero lo cierto es que nueve de cada diez borders no serían sensibles, aunque quedaran etiquetados como raza sensible.
Es peligroso porque mucha gente iguala una tendencia comportamental con un comportamiento, como si ya no pudiera hacerse nada para evitar que aparezca. Como si fuera una profecía inexorable. Y esto es completamente falso, porque es posible trabajar para que no lo haga, además sabemos bastante bien cómo en un gran número de tendencias comportamentales.
Es muy sencillo: haz lo correcto
Pero creo que es más peligroso, lo es a un nivel más profundo, ignorar o negar que existen tendencias comportamentales que son más frecuentes en algunas razas.
Es más peligroso porque negar lo que sabemos que es cierto, ir contra lo que está probado, negar la evidencia científica, es siempre salirse del juego limpio y del trabajo técnico consistente.
La idea de que los perros, de forma innata, son todos iguales comportamentalmente, y que será la educación la que determine por completo cómo actuarán es una idea probadamente falsa, los perros no son tabulas rasas.
La afirmación de que no existen perros peores que otros es cierta a nivel de derechos y de valor intrínseco, pero no respecto a tendencias concretas de comportamiento, que –por supuesto- no implican una mayor o menor valía como sujetos. Y además todos los entrenadores, incluso los que lo niegan en su discurso, lo sabemos.
Recuerdo a un entrenador que solía escribir o hablar (en público) como un verdadero telepredicador al respecto de este tema, usando un discurso que negaba casi con furia la influencia de la raza en ningún problema de comportamiento. Debo reconocer que me desagrada quien actúa desde una profesión técnica como desde un púlpito, y un día, en una conversación informal me permití ser un poco incisivo con él.
Estaba afirmando, después de unos seminarios de pastoreo, que los border collies eran los mejores para ese trabajo, así que le comenté, como quien no se da cuenta de lo que está diciendo, que con esas prestaciones quizá fuera buena cosa emplearlos como perros de asistencia en mucha mayor medida de lo que se hacía. Entonces, porque era un tema que él creía controlar (como todos, por otra parte), me explicó con benevolencia que los labradores eran una mejor opción porque importaba más el hecho de que pudieran desenvolverse en ambientes estresantes de manera consistente que el hecho de ser capaces de atender y responder a un montón de acciones complejas.
Había caído en la trampa y no pude evitar hacérselo notar: “O sea que afirmas que, como raza, los border collies son PEORES para el trabajo de asistencia, mientras que los labradores, como raza, son PEORES para el de pastoreo.” Se quedó blanco. Creo que no había pensado hasta ese momento que el concepto MEJOR es comparativo, y que si alguien es mejor en algo es que otros son peores en eso mismo. Y eso no cambia el valor de cada uno de ellos como sujeto único y merecedor de derechos. Si crees que hay razas que son mejores de manera innata para determinadas cosas también crees que hay otras que son peores, como efectivamente así es. Aunque, por supuesto, esto no quiere decir que no existan muchísimos individuos en todas las razas que sean excelentes haciéndolo y que sea estupendo entrenarles para ello, porque se lo pasarán muy bien y lograrán grandes resultados. No son dos conceptos opuestos, son dos verdades que conviven.
Esto nos lleva al último punto – el más importante- de los que hacen más peligroso negar que existen predisposiciones comportamentales relacionadas con la raza que aceptarlo. Y es que al negarlo les negamos a los perros que más lo necesitan la posibilidad de una educación preventiva, que tome en consideración que en determinada raza sería más probable que apareciera un problema concreto y dedicarle más tiempo a evitarlo.
Si negamos las tendencias comportamentales cerramos la posibilidad de la mejor educación posible, negamos la política preventiva. Educar a todos los perros del mismo modo es una idea incorrecta: algunos requerirán más atención aprendiendo a gestionar entornos estresantes, mientras que en otros el tiempo estará mejor invertido en jornadas de socialización y trabajo de mejora de sus competencias relacionales. Y para eso es para lo que nos debe servir conocer las tendencias comportamentales que la ciencia ha demostrado reiterada y consistentemente en determinadas razas o grupos de razas caninas.
… Una última vuelta de tuerca
Hace años escribí uno de los artículos que más comentarios favorables han recibido de todos los publicados aquí: La socialización de las razas sensibles, que justamente exponía cómo ayudar con trabajos precoces a evitar que estos perros desarrollasen miedos u otros problemas emocionales ¿creéis que hubiera recibido la misma acogida cualquier propuesta de política preventiva que partiera de la tendencia de algunas razas a mostrar «otros» comportamientos problemáticos? Pues a nivel conceptual y estructural sería exactamente lo mismo, mismito, mismo. Revisemos nuestros prejuicios, pongámoslos frente a nosotros y abandonémoslos. Ya.
En la última edición de nuestro curso avanzado cambié por completo el modelo didáctico y buena parte del contenido, incorporando los nuevos protocolos de gestión del entorno objetual y relacional, para que los perros no se limiten a emitir/inhibir conductas, sino que desarrollen capacidades para su gestión autónoma, promoviendo a la vez su empoderamiento a través de actuar de manera voluntaria y adecuada ante las situaciones que antes causaran la conducta problemática.
La primera edición en Sevilla ha sido una experiencia maravillosa, pero agotadora, tanto que pospuse la siguiente convocatoria –estando casi llena- para reajustar algunas cosas y asegurar así que resulte óptima a nivel formativo. Este curso es «mi curso» y quiero que funcione milimétricamente bien (quienes me conocen saben a qué extremos puedo llegar en estas cosas, parafraseando el póster de Pemulis «Sí, soy un neurótico, pero ¿soy lo bastante neurótico?»). Es el único en el que imparto personalmente la gran mayoría del contenido y en el que le «arrebato» la jefatura de estudios al mejor profesor que he conocido en el mundo del perro y jefe de estudios de EDUCAN, Javier Moral, para asumirla yo .
Lo primero que he visto es que por la manera de trabajar de los grupos de alumnos hace falta un entorno formativo más similar a un centro de investigación que a un centro canino tradicional, afortunadamente tenemos el nuestro al ladito del centro formativo 😏 . A partir de ahora nuestros cursos avanzados se realizarán allí, dejando nuestro centro formativo para todos los demás, que se benefician de sus instalaciones más cómodas y amplias, pero menos interactivas.
Y me explico, para la gestión de entorno objetual, hemos creado una “casa de los perros”, una casa real en la que los alumnos podrán dejar al perro solo recreando a conveniencia las situaciones reales que se hace necesario trabajar en los domicilios: comida en la mesa, cubos con basura, subirse o entrar a lugares prohibidos… Incluso hemos incluido un pequeño jardín para trabajar con perros que escarben, arranquen los riegos, las plantas o similares. Todo controlado con cámaras que permitirán a los alumnos evaluar en tiempo real cómo responde el perro a sus medidas de trabajo, bien desde una cabina de control cuando trabajen por su cuenta, bien desde el aula cuando estemos poniendo el trabajo en común o ¡glups! evaluándolo.
También hemos creado pistas especiales para la gestión relacional –un diseño de EDUCAN que seguro que veremos generalizarse en breve- porque permiten a varios perros interactuar sin riesgos, asegurando su bienestar, evitando acciones abusivas o abrumadoras de unos sobre otros, asegurándonos así de la construcción segura y progresiva de sus capacidades relacionales. Porque la relación completamente autónoma es la meta pero no es el camino. Como sabe bien mi amiga Yolanda😉😉 (que por cierto ha leído un pequeño fragmento del nuevo libro y le ha gustado, graaacias por el feedback).
Uno de los ajustes que he tenido claro que eran necesarios es limitar el número de alumnos de este curso a veinticuatro, pues tener que analizar, tomar decisiones y diseñar técnicas novedosas en grupo, requiere apoyo a través del debate, la exposición colectiva, el análisis crítico y otros recursos didácticos que serían inviables en grupos mayores.
Y por eso escribo esta nota, debido a este menor cupo de alumnos ya solo quedan ocho plazas en la convocatoria intensiva, que se lleva a cabo en la segunda mitad de Julio, y doce, la mitad, para la convocatoria extensiva, que haremos de octubre a diciembre (gracias, gracias, recontragracias por tanta confianza💚💚). Como casi siempre que presentamos una nueva formación se dispara la demanda prefiero avisar sobre las plazas disponibles, para que quienes lo tenéis claro podáis apuntaros. Si estás convencido, solo te puedo dar el consejo de Gandalf: «¡Corred insensatos!»
Os aseguro que es una experiencia formativa totalmente diferente.
#nadasepareceaEDUCAN #EDUCANtodosabordo #entrenarperrosesotracosa
El post que puse ayer ¿Leer a los perros? Not my cup of tea, en el que hablaba de que no me gusta el término leer a los perros y considero que tiene efectos nocivos, ha tenido algunas respuestas interesantes, tanto en el blog como en mis redes sociales, que requieren una respuesta detallada.
Comenta Chema sobre mi antipatía al término leer a los perros lo siguiente:
“Bueno, pues dentro de mi ignorancia infinita, m encuentro con que la quinta acepción del verbo “leer” según la RAE es: «Descubrir por indicios los sentimientos o pensamientos de alguien, o algo oculto que ha hecho o le ha sucedido». Luego, lingüísticamente hablando, ¿estaría correcto?. Un saludo”
Creo que es una observación muy interesante, porque contiene lo necesario para desgranar los argumentos que me llevan a opinar que: sí, pero no.
O sea, que sí es correcto, pero no creo que deba usarse.
Eso sí Marcos, cuando las explicaciones detalladas entran por la puerta, la brevedad sale por la ventana. Lamento dejar el laconismo del primer post que tanto te había gustado. No se puede tener todo.
Empezando por la conclusión: no creo que sea exactamente (y después me explico) incorrecta la expresión leer al perro, creo que es inadecuada. Que no me gusta, vaya. Porque, en mi opinión, es correcta del mismo modo que lo es amo, puesto que poseemos legalmente a los perros, que no tienen el estatus legal de sujetos, sino de objetos. Nadie puede negar la corrección literal de la expresión amo, pero lo cierto es que cuando se considera a los perros como sujetos y no como a objetos es difícil que guste, y será probable que se prefieran otras expresiones que, siendo también correctas, acoplen mejor con la forma en la que vivimos nuestra relación con los perros.
Por eso digo en el post que no me gusta, no que sea incorrecta.
Para ver porqué no me gusta debemos desplegar el motivo de que antes haya dicho que no es “exactamente” incorrecta.
Y es que, como bien citas en el significado de la RAE, la “lectura” del otro no hace referencia a la recepción de información intencional, directa y expresa, sino a “descubrir por indicios” y después a “algo oculto”. Ahí es donde está el problema.
Los indicios son, según los dos significados de la RAE (los paréntesis y negritas son míos):
- Fenómeno que permite conocer o inferir la existencia de otro (fenómeno) no percibido.
- Cantidad pequeñísima de algo, que no acaba de manifestarse como mensurable o significativa
O sea, que hace referencia a (1) leer esas señales sutiles que implican algo subterráneo que no se muestra y/o que nos (2) permiten descubrir que sucede algo con el perro que no vemos de manera expresa.
Ahí esta el problema. Por eso tampoco creo que sea exactamente correcta.
Si consideramos que son los indicios los que deben llevar el peso de la comunicación mal vamos (este es un tema que trate extensamente en Tu perro piensa y te quiere).
Claro que es conveniente leerlos, pero como fuente secundaria: lo primero debería ser atender a la información que se nos trasmite de forma intencional y expresa. Y potenciar que el perro use y busque usar cada vez más esa comunicación voluntaria para decirnos cómo le hace sentir lo que sucede y hacemos, con lo que cada vez sería menos necesaria la lectura de indicios como fuente principal de información sobre cómo va la relación.
Los indicios, como dice la RAE, se leen, las comunicaciones directas se escuchan. Y creo que debemos leer menos y escuchar más a los perros.
Porque si alguien me dice claramente “me molesta/gusta eso que haces” no necesito leer indicios sutiles de que está a gusto/disgusto. Y esto los perros lo hacen, lo pueden hacer, con su señalética social voluntaria.
Por eso para mí el trabajo ideal ofrece al perro una situación en la que puede, y sabe que puede, expresarse con claridad, en la que no necesitemos los indicios como fuente principal de información. En la que lo importante sea escucharle, atender a la información expresa e intencional que nos envía, y no leerle, fijarse en los indicios sutiles e involuntarios que da.
Veamos unos ejemplos:
¿Si el perro me trae el juguete y me lo pone a los pies debo leerle o más bien escucharle?
¿Cuándo se tumba conmigo en el sofá y da con la cabeza en la mano para que le acaricie debo leerle o más bien escucharle?
Esto no quiere decir que no convenga, además atender y reconocer los indicios:
Debo leerle cuando gira 22 grados una oreja y eso me muestra que está a otra cosa.
Debo leerle cuando su forma y lugares de descanso varían y eso implica una modificación de su estado de bienestar.
Porque reconocer los indicios y actuar de acuerdo con ellos es una muestra de calidad de un buen entrenador.
Pero estas lecturas deberían ser la salsa en el plato, y no su componente principal.
Si la forma de hablar de alguien expresa que la salsa es la base de su cocina, y nunca alude a la importancia de la calidad del ingrediente principal no seré yo quien vaya a comer a su restaurante.
Así pues, resumiendo, creo la expresión es correcta, pero no del todo, porque pone el foco en los indicios, que son involuntarios, y no en la comunicación voluntaria, expresa e intencional. Que es donde creo que debería estar.
Por lo anterior no me gusta, aunque sea (prácticamente) correcta la expresión leer al perro como elemento principal de la calidad de un entrenador y prefiero escuchar al perro.
¿Entonces todo esto es una cosa de esa mierda del lenguaje políticamente correcto?
Ahora se me podría hacer una objeción razonable ¿no es esto cogérsela con el papel de fumar de lo políticamente correcto?
Esta crítica es aparentemente lícita, porque en varias ocasiones yo mismo he denunciado que está apareciendo un lenguaje cursi y absurdo dentro del mundo del perro, que me parece que dificulta la comunicación técnica (entre profesionales, no con los perros) sin aportar beneficio alguno, incluso resultando perjudicial.
La base está en que yo creo que las cosas deben hacerse –decirse/escribirse en este caso- por algo, con un objetivo, cuando una expresión solo resulta más “bonita” y no evita un rumbo de pensamiento nocivo no debería adoptarse, por eso no comparto cosas como usar las palabras peludos, cuatro patas, perrihijos en lugar de perro, que no tiene ninguna connotación negativa, ni implica un rumbo de pensamiento objetualizador, especista ni peligroso o nocivo en ningún sentido para ellos.
E incluso voy más allá, tampoco me gustan los eufemismos que facilitan acciones graves, odio cosas como dormí al perro. Ni siquiera me gustan los términos eutanasia ni sacrificio, pues tienen un tono positivo que suena demasiado bien y parece facilitarnos en demasía tomar la decisión unilateral de acabar con una vida, de matar a un individuo que es, que habrá sido, irrepetible y que no volverá a sentir ni a interactuar con el mundo. Una personalidad que se borra, una manera única de actuar que desaparece. La muerte es terrible, y es terrible nuestro poder de decisión sobre la vida de los perros, y ya sucede que a veces nos pesa demasiado nuestro sufrimiento o incomodidad -no creo en absoluto en esa idea generalizada de que normalmente somos muy generosos matándoles para evitarles sufrir, antes bien creo que esta decisión suele tomarse demasiado rápido- si le sumamos palabras bonitas me parece que subimos demasiado el riesgo de tomar una decisión precipitada. Yo siempre hablo de matar, lo que creo que elimina sesgo positivo, pero entiendo que en textos técnicos sean correctos, al fin y al cabo eutanasiar es provocar la muerte para evitar el sufrimiento, pero aún así mi postura personal es preferir la palabras más duras en estos casos.
Entonces ¿cuáles son las consecuencias nocivas que veo en la expresión leer al perro?
En mi opinión son tres:
1 Desvío del foco de atención de lo prioritario. La más grave a nivel técnico.
Si nos centramos en los indicios, si les damos el primer lugar como elemento valioso para la interacción con el perro, secundarizamos el atender, promover y escuchar la comunicación voluntaria e intencional del perro, que debería ser la prioridad comunicativa. Esto es lo que he expuesto al principio en detalle.
2 Objetualización de la relación. La más grave a nivel relacional.
El enfoque en la lectura de indicios, en descubrir y aprovechar las intenciones y deseos del otro a través de su comunicación no intencional, le objetualiza. Porque buscamos cómo manejarle y actuar sobre él de acuerdo a lo que no ha expresado voluntariamente.
Aquí reconozco que influye bastante mi feminismo (sí, además de animalista soy feminista, así pongo más fáciles las descalificaciones ad hominem), y es que esta visión de lectura de indicios, de “expertos lectores de indicios” es lo que ha propulsado la existencia y fama de elementos tan repugnantes como Alvarito Reyes, que se dedica a explicar cosas como que si una chica al decirte “no quiero ver tu puta cara en el resto de mi vida, baboso de mierda” –comunicación clara, expresa e intencional- se inclina de manera que puedas entrever su escote –indicio involuntario- es que lo que quiere, aunque probablemente no sea completamente consciente de ello, es que te la folles.
Y me parece que ya tenemos rulando bastante lenguaje que lleva a justificar y promover la unilateralidad en el trato hacia los perros, si podemos ir cambiándolo por expresiones que les aporten más voz, que los conviertan en una parte más activa del proceso, deberíamos hacerlo.
Sin eliminar la unilateralidad no podemos realizar una tutela responsable y eficaz, si el perro no tiene capacidad de expresar voluntaria y directamente, no a través de indicios, lo que siente y opina sobre lo que sucede para influir en ello solo podremos aspirar a una especie despotismo ilustrado: todo para el perro, pero sin el perro.
Y aquí quiero responder a Alex, que en el post escribe:
“¿No crees que puede haber una lectura bidireccional si tenemos.en cuenta que el perro nos “lee” a nosotros también constantemente muestro lenguaje corporar, manera de actuar y demas? No estoy de acuerdo en que por leer al perro se le robe la condición de interlocutor…
Por ejemplo el término se utiliza mucho en el deporte como “leer al rival” y no se objetualiza ni se le quita a ese rival su capacidad innata de comunicarse, simplemente en leer sería la manera de otro de interpretar ciertos gestos, conductas, expresiones corporales etc..
Vaya por delante que creo entender a lo que quieres hacer alusión pero discrepo en que por leer al perro el pierda su capacidad de interlocutor y no pueda hacer él lo mismo con nosotros..”
Piensa, en primer lugar, que el ejemplo que has puesto es muy claro: leer al rival, a quien no desea comunicarnos sus intenciones, a quien deseamos ganar. Normalmente siempre que se habla de leer a alguien hacemos referencia a quien no desea o no puede comunicarse con nosotros franca y directamente. El rival no quiere que sepamos sus intenciones, por eso la lectura de indicios es tan valiosa. En aprendizaje social -como conté en TPPYTQ- es muy, muy importante la diferencia entre indicios y comunicación expresa. Los indicios nos sirven principalmente para eso, para saber lo que otros sujetos sociales no quieren que sepamos.
Además, y de eso hablé bastante en mi último libro, es falso que los entrenadores busquen una lectura bidireccional de indicios. Precisamente suele buscarse lo contrario, que el perro se siente antes de nuestra palabra sienta, porque le hemos dado indicios corporales de que se lo vamos a pedir, es algo que aprendemos a eliminar ¡¡no queremos que el perro nos lea, queremos que nos escuche!! No queremos que pueda anticiparse a nuestras indicaciones expresas, queremos que espere a nuestra comunicación intencional y clara, y bien que trabajamos para que sea así. Y cuando le damos una indicación “camuflada” antes de un ejercicio, por sutil que sea, no cuenta: porque seguimos teniendo intención comunicativa clara y expresa.
Más bien, mientras buscamos leer al perro, trabajamos para que él no nos lea, sino que nos escuche. Muy simétrico no suena. Porque no creo que nadie diga que cuando el perro se sienta al decirle sienta nos esté leyendo, al menos no en el sentido que le da la RAE y que citaba Chema.
Otra cosa es lo que plantea Olga: la importancia del reconocimiento de indicios cuando la comunicación intencional y expresa, por algún motivo, es insuficiente. Por supuesto que entonces es de máxima relevancia leer lo que desea, lo que necesita el otro a través del mínimo indicio que nos dé y debemos centrarnos en hacerlo, pero cuando la comunicación intencional y expresa es suficiente ahí es donde debe estar la prioridad. Y no hablo de dejar de atender a los indicios, sino de colocarlos en segundo lugar cuando la comunicación voluntaria pueda estar en el primero.
3 Aumento del ya excesivo misticismo que existe en nuestra profesión.
Es la menos importante, sin duda, pero todo lo que vaya quitando del mundo del perro ese rollo de gurús, “capacidades especiales” y basura de autoayuda en general me parece bueno y saludable.
Esto no es una enmienda a la totalidad, no todos quienes usan o han (hemos, que yo también la empleaba hace años) usado la expresión de leer al perro, están en el grupo de quienes promueven estas cosas. Pero para quienes promueven estas visiones lo de leer a los perros sí que suele ser uno de los pilares de su ideario, por aquello de que se necesitan años, agudeza, dones especiales y bla, bla, bla.
Afortunadamente es muy sencillo diferenciar el grano de la paja: si cambias «leer al perro” por “reconocer los indicios no intencionales del perro” y el discurso sigue siendo coherente y consistente sencillamente es una manera de expresarse (que no me gusta) dentro de una propuesta seria. Pero si al hacer el cambio la cosa se queda sin cimientos, resulta confusa, poco clara y se tambalea es que nos estaban dando mística de saldo por adiestramiento técnico. Y este es un experimento fácil que cualquiera puede hacer en casa 😉
Espero que esta exposición de los motivos por los que no me gusta la expresión leer al perro, prefiriendo escuchar al perro sea suficientemente clara y detallada, porque tengo que volver a sumergirme en el trabajo y desaparecer de las redes sociales.
¡¡Reabrimos una de nuestras delegaciones históricas, Valencia!!
Y lo hacemos de la mano de dos personas a las que quiero y admiro más allá del plano profesional: Susana González y Jorge Andreu. De hecho, este post no es tanto para anunciar la reapertura de la delegación, como para explicar cuál ha sido el proceso de cómo hemos decidido trabajar juntos. Porque ha sido bonito y emocionante.
Susana González: «Esta tía es la pera»
Hace un tiempo se puso en contacto conmigo, no recuerdo si por teléfono o por mail, Susana González, de ActivaDogs en Valencia.
Ya conocía a Susana -coincidimos hace años en un seminario- pero no tenía una opinión formada acerca de ella. Sabía, de manera difusa, que era entrenadora profesional, que colaboraba con protectoras y que practicaba OCI. No es mucho, pero es que Susana tiene una característica que la define: es tremendamente discreta. Y en este mundillo del perro donde todos estamos sobreactuados y tendemos a las declaraciones grandilocuentes, donde parece que buscamos por unos u otros medios ser los protagonistas de la película, quienes no emplean un discurso maximalista tienden a situarse por debajo del radar.
Así que me sorprendió cuando, clara y ordenadamente, pero con toda la gentileza posible, me contó que tenía interés en conocer el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, porque le generaba dudas sobre si podría resultar demasiado invasivo con los perros o tenía limitaciones de algún otro tipo.
Me aclaró que le gustaría viajar desde Valencia, porque deseaba hablar personal y detalladamente sobre ello, dando ocasión a que pudiéramos exponer y analizar cada cosa en detalle.
Susana vino a Madrid y dedicamos una mañana a hablar sobre perros, sobre entrenamiento y sobre deontología profesional, era muy consciente de que hacer las cosas bien es un proceso complejo y continuo, más hacia dentro que hacia fuera y sin final. Porque nuevos conocimientos redefinen lo que hacíamos hasta ayer, o nos permiten hacer nuevas cosas.
Siempre valoro y agradezco que alguien se plantee conocer realmente el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, salir de las simplificaciones, de los hombres de paja y de cualquier acercamiento sectario (sea a favor o en contra).
Y cuando se fue lo dije por primera vez: “Esta tía es la pera”.
Susana se apuntó a nuestro curso de Adiestrador Canino y Técnico en Gestión del Comportamiento COGNITIVO-EMOCIONAL, aquí no traté con ella demasiado, porque no daba clase en su curso. Pero cuando le pregunté a Javier Moral, nuestro jefe de estudios, por ella me resumió su impresión: “Es la pera.”
Después se apuntó al Curso Avanzado, y ahí sí tuve ocasión de trabajar y tratar con ella largamente. En ese curso «conectamos» en el ámbito profesional: no le gustaban los símiles o metáforas para simplificar la explicación de las cosas, sino que quería conocerlas en toda su complejidad. De principio a fin, desde la ciencia de base que las sustenta hasta la manera segura y eficaz de aplicarlas. Sin buscar atajos, sin buscar explicaciones “for dummies” para procesos complejos.
Sobre las sensaciones durante ese curso en concreto escribí este post.
Y empecé a descubrir a Susana.
A descubrir que lleva años siendo una entrenadora comprometida y no hablo de grandes declaraciones en las redes sociales. Que eso es fácil, y al final solo sirve para sentirse estupendo uno mismo.
Hablo de trabajar cada día, uno detrás de otro, para ayudar a los perros que están en refugios.
Hablo de preguntarse cada día, uno detrás de otro, cómo hacer que los entrenamientos sean éticos y eficaces.
Hablo de comprometerse con sus perros, con los de la protectora y con los de sus clientes cada día, uno detrás de otro, para que la convivencia entre perros y personas sea una la puerta de acceso a la felicidad para ambas partes. Pero un poco más para el perro, que es mú perrista.
A descubrir a una entrenadora extraordinariamente inteligente, pero que no hace ningún alarde de nada. Tienes que ser tú quien se fije en lo que hace, en cómo lo hace y en lo que consigue para darte cuenta. Ella ni cuenta ni exhibe que es estupenda, más bien tiene un educadísimo pudor, tan inusual como refrescante, que la lleva a ser muy, muy discreta sobre lo que sabe y hace bien. Hay que estar atento, hay que dedicar un tiempo largo a fijarse para saber lo inteligentemente que trabaja. Y eso me gusta.
Me gusta la gente que es más cuanto más te fijas.
Me gusta la gente en la que tienes que ahondarte para conocerles.
Durante el curso, aunque no en horas lectivas, analizamos juntos algunos problemas que tenía Moon, su border collie rescatada, al trabajar OCI. Al hacerlo descubrí y, sobre todo, disfruté de su agudeza para analizar las cosas, de lo afinadísima que es como entrenadora y de una cosa que quizá es la que más valoro: de manera natural trabajaba en equipo.
Esta capacidad no es frecuente de encontrar entre los entrenadores, que somos unas prima donnas del siete. Normalmente o bien intentamos hacer las cosas como nosotros creemos que deben hacerse o bien dejamos el trabajo en manos de otro entrenador, que consideramos que nos puede solventar el problema. Y luego ya veremos cómo aplico yo en casa lo que haga.
Con Susana, al realizar un trabajo conjunto, las áreas de análisis y decisión se reparten con naturalidad de acuerdo a las capacidades y conocimientos de cada uno de los entrenadores participantes, de manera fluida cada uno sabe dónde enfocarse y asumir responsabilidades directivas, y dónde dejar que sea nuestro compañero quien nos dirija mientras ponemos nuestro trabajo a su servicio, con un feedback mutuo fluido y natural, donde que el otro sepa más en algo no minimiza al compañero, ni le genera inseguridad, sino que le fortalece, le afirma en sus conocimientos y le hace crecer. Un trabajo donde ninguno pude atribuirse el mérito del avance, porque es claramente un producto cooperativo. Esto no es sencillo pero es que… ¿he mencionado ya que Susana es la pera?
Al final de nuestro curso avanzado, además del resto de conocimientos, Susana había desarrollado una técnica individualizada para Moon, que le permitía tanto gestionar el estrés que pudiera generarle el entrenamiento, como eliminar el que tuviera acumulado, llevando a la perra a lograr la concentración relajada: disfrutando de lo que hacía y mejorando su bienestar.
Después de trabajar juntos y descubrir lo bien que lo hacíamos, lo natural, enriquecedor y eficaz que nos resultaba a ambas partes, quisimos seguir haciéndolo de manera permanente. Y tras estudiarlo nos pareció que Susana sería perfecta para incorporarse a EDUCAN, como delegada en Valencia, con ella allí podríamos llevar nuestra sinergia hasta sus máximas posibilidades.
Jorge Andreu: el hombre bueno del mundo del perro.
Así que Susana acudió de nuevo a Madrid, en esta ocasión para recibir la formación interna que realizamos para nuestros delegados. Y fue entonces cuando nos dijo que había pensado en contar con Jorge Andreu para la delegación de EDUCAN en Valencia ¿Cómo lo veíamos?
Pues hombre, considerando que Jorge es mi amigo y alguien por quien siento admiración tanto personal, como profesional (ya sea como entrenador o como artesano y director de GoodCan), pues me parecía maravilloso. Un fichaje perfecto.
Además Jorge es de las pocas personas que conozco en el mundo del perro sobre las que todo el mundo tiene una opinión unánime: es un hombre bueno, que es lo mejor que se puede decir de nadie, porque es lo mejor que se puede ser. Jorge es un Botswan humano, lo que no es ser poco: la bondad sin debilidad, la honestidad sin simpleza, la ética sin vanidad…
Así que Susana llamó a Jorge para contárselo, para proponérselo y ver si le interesaba. También le comentó que tendría que hacer los cursos de EDUCAN para conocer en profundidad los protocolos de trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL (por nuestra amistad y por diferentes seminarios Jorge ya conocía bastante del C-E), por desgracia tendría que esperar hasta Abril de 2017, porque ese mismo día empezaban nuestros cursos y él estaba justo en un seminario de OCI al otro lado de España.
¿Que si le interesaba? Jorge agarró su furgoneta y al día siguiente estaba en Madrid empezando el curso con su compañero Elvis (mi viejo, dulce y tierno amigo Elvis, de quien he podido disfrutar estos días en vivo, porque en video me lo conozco mejor que a mis perros).
Jorge no tuvo dudas porque el sí conocía bien a Susana y, como nosotros, tenía la convicción de que trabajar con ella no sólo era una garantía de éxito profesional, sino de disfrutar del camino y de hacer las cosas de manera honesta, ética y comprometida.
Y así ha empezado esta aventura en la que todos estamos muy ilusionados y felices, no por los resultados, que serán fantásticos, sino por tener la ocasión de trabajar juntos.
Me hace muy feliz que EDUCAN crezca con los buenos, porque los buenos hacen cosas buenas. Y eso es lo que importa.
#nadasepareceaEDUCAN #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #tuperropiensaytequiere
Trabajando en el libro me encuentro con los seis puntos mínimos que consideramos necesario cubrir para emplear a un perro o a otro animal (o a un grupo de perros u otros animales) como socializadores, como «figurantes» en ITC destinadas a mejorar la gestión relacional del perro que es objeto de la intervención. Estos puntos son:
- Medidas de seguridad
- Elección del perfil adecuado
- Derecho de renuncia
- Evaluación emocional durante el trabajo
- Duración y frecuencia de las sesiones
- Medidas de recuperación y bienestar emocional
Y me comentan que podía ser de interés contar aquí qué es el derecho de renuncia y cómo velar por él. Pues vamos anticipando cosillas del libro:
Consideramos que el derecho de renuncia es un derecho fundamental de todo perro que participa en cualquier actividad cuyo objetivo es la mejora o beneficio de otro sujeto y no el suyo propio, como serían perros socializadores, perros de IAP, perros de trabajo deportivo y perro de utilidad principalmente.
El derecho de renuncia consiste en ofrecerle al perro a la posibilidad de abandonar las interacciones con los otros sujetos y/o las situaciones de trabajo en (1) cualquier momento que lo desee, (2) cuando le causa perjuicio y/o (3) cuando no le causa beneficios.
El derecho de renuncia es una garantía necesaria para (1) la calidad del trabajo, para (2) la garantía del bienestar y seguridad emocional de los perros que participan en esta actividades y para (3) la práctica deontológica de la intervención profesional en el comportamiento.
Asumir y tutelar el derecho de renuncia de los perros no solo es relevante para los perros figurantes en ITC de gestión relacional, sino que debería ser una garantía obligatoria para todos los perros que realizan trabajos que no son para su propio beneficio, sino para el nuestro o el de terceros: sean perros de intervenciones asistidas, sean perros de trabajo deportivo, como los de IPO, OCI, Agility u otros reglamentos, o sean perros de utilidad, como los de rescate, búsqueda de sustancias o detección médica.
Definimos tres niveles de renuncia:
Renuncia momentánea
Llamamos renuncia momentánea a romper y abandonar la interacción o el contacto, sea visual o físico, con el perro con el que trabajamos o la situación de trabajo, separándose y aumentando la distancia con ellos.
Es muy importante dar siempre esta opción, porque el salir y entrar de la distancia de otros, alejarse en momentos tensos de, permite la gestión correcta de la situación para afrontarla después de la mejor manera posible. Los protocolos que no permiten el abandono momentáneo del perro no solo son poco respetuosos con ellos, sino que pueden provocar una tensión emocional acumulada que dificulte, ralentice o impida el progreso.
Renuncia a la sesión
La renuncia a la sesión es la retirada por parte de su guía del perro de la sesión en curso por causarle perjuicio de algún tipo.
Obviamente la decisión de dejar la sesión no está en manos, en patas, del perro, sino del guía. Para decidir la renuncia a la sesión debemos considerar que se dé al menos uno de los siguientes criterios:
- Las renuncias momentáneas se dan en un número superior a las acciones proactivas de acercamiento/trabajo hacia el sujeto que se beneficia y/o es objeto de dicho trabajo.
- Tras las renuncias momentáneas el estado emocional del perro es negativo y se mantiene negativo.
- El perro evita activamente y de manera persistente el contacto con el sujeto que se beneficia y/o es objeto del trabajo.
- El estado emocional del perro es negativo y se mantiene negativo durante el desarrollo de la sesión, aun cuando sea debido a motivos externos a esta.
Renuncia al trabajo
El perro debe poder renuncia a cualquier trabajo cuyo objetivo sea beneficiar a terceros cuando le cause perjuicios sistemáticos y/o no le produzca algún tipo de beneficio.
Aunque en los perros figurantes en la mejora de la gestión relacional no suele ser un problema la renuncia a su papel, en otras disciplinas sí lo es. Decidir que el perro no debe hacer algún trabajo deportivo, participar en intervenciones asistidas o realizar trabajos de utilidad es algo muy duro para su guía, que puede haberlo seleccionado cuidadosamente y preparado durante años. En estos casos la sensación de tiempo perdido, la negación del fracaso y el vértigo ante la perdida de la inversión de ilusión, tiempo y energía puede hacernos querer persistir en usar, y sería esa la palabra, pues objetualizaríamos por completo al perro, al perro para un trabajo que merma su bienestar y le resta posibilidades de acceso a la felicidad.
No soy en absoluto enemigo de estos trabajos, muy al contrario soy un defensor acérrimo de los perros de utilidad y del deporte con perros, creo que es algo que puede ser genial para ellos. Pero es nuestra obligación emplear para ello a (1) perros que obtengan beneficios de este tipo de prácticas y (2) técnicas que promuevan dichos beneficios. Cuando este tipo de trabajo les perjudica estamos usándolos únicamente para nuestro interés (o el de terceros), sea este del tipo que sea, por noble que parezca ante el público.
Existen varios criterios para que el guía sepa cuando debería dejar que su perro abandonase un trabajo:
- Es usual que el perro deba renunciar a las sesiones, de acuerdo a lo expuesto antes. Si el perro desea abandonar más del treinta por ciento de las sesiones el trabajo está siendo nocivo para él.
- El estado emocional de perro al iniciar el trabajo o realizar acciones directamente relacionadas con él, empeora sistemática y regularmente. Cuando las sesiones producen un estado emocional previo peor al basal del perro es trabajo es nocivo para él.
- Tras el trabajo o de alguna otra manera relacionada directamente con él, el estado emocional del perro no mejora significativa y regularmente. Cuando el trabajo no produce un estado emocional mejor al basal el perro no está obteniendo beneficios, lo que no hace deontológicamente aceptable su participación en un trabajo diseñado principalmente para el beneficio de otro sujeto diferente al perro.
Por supuesto, antes de decidir que un perro abandone un trabajo, cuando empezamos a ver aparecer de manera preocupante alguna de estas pautas, podemos -y debemos- replantear la manera de trabajar y comprobar si con el cambio el perro empieza a disfrutar del trabajo, en cuyo caso podría continuar haciéndolo, pues con los cambios hemos logrado que disfrute y se beneficie de trabajar.
Pero si persiste el problema debemos respetar el derecho de renuncia del perro, porque como tutores es no solo nuestra capacidad, sino nuestra obligación. Cualquiera que considere que el perro, pese a lo que diga la legislación, es un sujeto con derechos debe asumir la obligación consecuente de velar por esos derechos, sin eso solo quedan las palabras bonitas y las frases de galleta de la fortuna compartidas en redes sociales.
#súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #diquequieresunarevolución #EDUCANlaterceravía
Empezaré por la noticia: actualizamos por completo nuestro CURSO AVANZADO, el contenido y la didáctica. Y además lo hacemos por primera vez en España fuera de Madrid. El primer trimestre de 2017 en Sevilla.
Cuando terminé mi libro Tu perro piensa y te quiere anunciamos una actualización relevante de contenidos de nuestro Curso de Adiestrador Profesional y Técnico en Gestión del Comportamiento Canino COGNITIVO-EMOCIONAL.
Creo que los protocolos de adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL y de gestión EMOCIONAL que actualmente se exponen en dicho curso son una de las propuestas más serias, eficaces y ordenadas que existen para convertir en trabajo eficaz los nuevos conocimientos sobre cómo son los perros y cómo aprenden.
En realidad los protocolos de gestión EMOCIONAL que explicamos pertenecen a mi próximo libro, que me alegro de anunciar que termino este mes (por fin) y cuya labor de edición empezará en febrero, a mi vuelta de Argentina. En él concreto cómo podemos intervenir a nivel práctico en la conducta de los perros para que gestionen correcta y eficazmente tres cosas: sus EMOCIONES, sus RELACIONES CON OTROS SUJETOS y su ENTORNO OBJETUAL.
O sea, además de los protocolos de GESTIÓN EMOCIONAL, que ya explicamos en nuestro curso actual, el nuevo libro también incluye protocolos de GESTIÓN RELACIONAL y protocolos de GESTIÓN DEL ENTORNO OBJETUAL.
- La gestión RELACIONAL o gestión del ENTORNO SOCIAL está referida a cómo relacionarse con perros, personas u otros sujetos sociales. Hacerse amigo de otros perros mientras pasea suelto por el parque o pelear con ellos, aceptar al gato de casa o perseguirle por todo el salón cuando estamos en el trabajo, recibir adecuadamente a las personas que nos visita o conoce… Todo lo que implica relacionarse (bien 🙂 🙂 ) con otros. Con este protocolo, en una «clase extra» de menos de una hora, el año pasado logramos que una perra que llevaba años queriendo «comerse» a un hurón con el que vivía se acercase amigablemente y le olfatease.
- La gestión del ENTORNO OBJETUAL es todo lo que el perro hace en la casa o durante su paseo y no está causado por problemas emocionales, como pudiera ser abrir basuras, meterse en el barro a retozar, robar comida o adoptar lugares de descanso o evacuación que no sean adecuados. También escapar del jardín o destrozar las plantas, si no tienen su origen en un problema emocional, pertenecerían a este ámbito. Los perros no solo responder a estímulos, y los asocian a conductas. Tienen objetivos mentales y anclajes motivaciones que dirigen su conducta.
La clave de la diferencia de enfoque está en que en trabajo cognitivo-emocional no consideramos que la conducta, social u objetual, pueda ser única o principalmente una respuesta ante un estímulo, sino que la conducta puede y suele ser una acción prospectiva para alcanzar un objetivo que va más allá de los estímulos presentes en el entorno, estableciéndose entre conductas y estímulos relaciones prospectivas, que harán que los estímulos, contextos o situaciones permitan al perro hacer una previsión de qué objetivos de su interés podrá alcanzar y cómo hacerlo. Los perros tienen objetivos mentales que buscan lograr, las conductas que llevan a cabo son una forma de intentarlo, la clave está en ayudarles a crear los objetivos correctos y lograrlos de la manera adecuada, no en las conductas. Pero de esto ya hablaremos en muuuuchos posts de ahora en adelante.
Ahora lo importante es que aprovechamos la incorporación de estos nuevos protocolos para cambiar en profundidad nuestro CURSO AVANZADO.
Porque además de cambiar los contenidos cambiamos la manera de enseñarlos: incorporamos las mejores, las más eficaces novedades de la didáctica cognitiva… para personas 😉 😉
Un sistema inmersivo, interactivo y exigente, en el que los roles de profesores y alumnos se diluyen y mezclan para empoderar al alumno de los nuevos conocimientos, para que les resulte natural y sencillo lograr resultados en “la vida real” desde el primer minuto.
Y lo sacamos por primera vez de Madrid.
La presentación y primera impartición de este nuevo modelo de Curso Avanzado, del que tengo la suerte de ser uno de los profesores, se realizará en Sevilla, el primer trimestre de 2017. Después, en el segundo trimestre, se hará en Madrid.
No se parece a lo que has aprendido hasta ahora.
No se parece a cómo has aprendido hasta ahora.
Of course, tenemos en cuenta a aquellos de nuestros alumnos que ya han realizado el Curso Avanzado:
Quienes lo hayáis hecho con los manuales Actividades Grupales y Gestión del ENTORNO OBJETUAL, tendréis la posibilidad de recibir gratuitamente on-line el módulo temático Gestión RELACIONAL. También podréis acudir presencialmente al seminario específico sobre este tema, en el que grabaremos la actualización, con un precio simbólico. Los alumnos anteriores del Curso Avanzado han visto un temario demasiado diferente para que se pueda solucionar el «salto» con un seminario, por ello tendrán un descuento especial (y enorme) para que vuelvan a realizar el curso completo en el momento en el que deseen.
#nadasepareceaEDUCAN #descubrealosperros #diquequieresunarevolucion #EDUCANlaterceravía
«…Si tratas a tu perro solo como una máquina de estímulo-respuesta, no es justo para el perro, y no obtendrás resultados óptimos…» K.K.
Kurt Kotrschal, director del Wolf Science Center en Austria, estuvo en España, invitado por Aarón Sánchez y Luis Souto, e impartió en las instalaciones del Instituto Tecnológico EDUCAN uno de los seminarios mas “explosivos” y revolucionarios que un científico del comportamiento haya realizado jamás en España.
Sus ideas eran tan poderosas, tan independientes de los lugares comunes habituales en el mundo del perro, que tuvimos que hacerle una entrevista 😉 😉 . Es raro que un científico esté tan dispuesto a posicionarse con claridad y firmeza en prácticamente todos los temas candentes para los adiestradores, Kurt no solo está dispuesto, sino que considera que debe hacerlo.
Kurt dijo en el seminario, y luego nos amplió al entrevistarle, cosas tan sustanciosas como que la dominancia existe en las relaciones sociales de los perros, incluyendo las que tienen con nosotros (pero nada tiene que ver con el maltrato), que la castración sistemática no es ética, que los perros y los lobos tienen diferencias sustanciales a nivel de aprendizaje, pero también similitudes..
Colgamos varios artículos y cortes de la entrevista con algunas de estas bombas conceptuales, que fueron muy visitados y comentados. Generando debates acalorados, revisiones críticas de lo que creíamos saber, puestas en común de diferentes puntos de vista al respecto…
En el mundo del adiestramiento, donde nos movemos demasiado entre el seguidismo acrítico y el linchamiento feroz, pocas veces se ha visto un intercambio entre posturas tan amplio y constructivo como el consecuente con la publicación de las ideas de Kurt. También fue un debate muy internacional, llegaban opiniones y análisis desde todos los países castellanoparlantes.
Hoy colgamos, por fin, la entrevista completa. Y quienes la veáis comprobaréis que los cortes que anticipamos eran solo la punta del iceberg de las ideas y reflexiones de uno de los científicos que mejor saben en qué se parecen y en qué se diferencian los perros y los lobos.
Kurt es uno de los científicos más valientes a la hora de opinar y adoptar una postura pública sobre temas que otros pasan de puntillas para no molestar a nadie. Pero sabe que solo molestando a los que quieren silenciar los debates, a los que quieren dividirnos en buenos y malos, es como se promueve el pensamiento crítico, el pensamiento científico. Gracias por eso.
#descubrealosperros #entrenarperrosesotracosa #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL
He decidido abandonar el Máster en Intervenciones Asistidas y Etología Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid (en adelante UAM), en el que impartí clase durante sus dos primeras ediciones.
Esta no ha sido una decisión fácil por muchos motivos: desde la amistad que me une a varias de las personas que participan en él, hasta –absurdo sería negarlo- los beneficios promocionales, comerciales y de imagen que implicaba tanto para mí como para EDUCAN participar en él, pasando por los (mínimos) perjuicios que mi abandono público pudiera causar al mismo Máster en cualquier sentido.
Sin embargo, tengo la convicción de que debo dejarlo y exponer las causas que me llevan a hacerlo. Así se lo comuniqué a la dirección del Máster, con la que he hablado ampliamente sobre esto y que, como es razonable, ha sido informada con antelación, tanto de mi marcha, como de mis motivos y mi decisión de hacerlos públicos. De hecho, el texto que sigue es en buena medida una adaptación de varios de entre los que les envié, y creo que muestra con claridad mis razones.
Como sabéis, soy animalista, y algunas de las ideas que se exponen y de las prácticas que se están -siempre en mi opinión- potenciando desde el Máster entran en conflicto directo con mi ética personal y mi deontología profesional.
Creo que entrenar a los animales salvajes para lograr una docilidad extrema y conseguir interacciones directas con personas, así como para realizar conductas que no son propias de su etología genera un modelo de idealización, objetualización y uso de los animales que es el causante primero del deseo de poseerlos, de la idea de que “les gusta estar haciendo cosas para nosotros” y consecuentemente tanto de su explotación comercial, como del mascotismo, raíces principales del tráfico, tenencia y maltrato de muchos animales salvajes.
Desde su inicio conocía de la participación de empresas y personas cuya visión es contraria a la mía, dedicándose al entrenamiento de animales salvajes para su uso comercial en cine, publicidad y similares. Aunque no compartiese su enfoque, tras hablarlo con otros compañeros y con la dirección del Máster, entendía que se buscaba dar a los alumnos una visión amplia y que, además, las clases con este tipo de animales se referirían exclusivamente a su manejo y cuidado, algo que no implica ni su entrenamiento para la interacción directa con personas, ni la enseñanza de habilidades o trucos que sean de interés para su explotación publicitaria.
Sin embargo se han ido volviendo frecuentes las fotografías de alumnos en interacción directa con animales salvajes y la inclusión en las clases de pautas de entrenamiento para lograr dichas interacciones. Esto no solo se expone como algo aceptable, sino apetecible y valioso, teniendo un efecto de máxima relevancia en la captación de alumnos y determinando el enfoque del Máster, sea de manera buscada o no.
El contacto directo con animales salvajes dóciles siempre es muy atractivo, pero tengo la convicción de que resulta negativo para su conocimiento y respeto, y que aprovecharlo promocionalmente y divulgarlo desde una institución con el peso específico de la UAM es, más o menos indirectamente, justificarlo y perpetuarlo.
Entiendo que es beneficioso y necesario para los alumnos conocer diferentes acercamientos y opiniones sobre cómo se entiende el comportamiento de los animales, la intervención comportamental y las diferentes prácticas profesionales relacionadas. Toda formación debería trasmitir el hecho cierto de que en este área cohabitan diferentes ópticas e interpretaciones, así como potenciar el pensamiento crítico.
Pero también sucede que a veces el deseo de ofrecer una visión amplia puede caer en la falacia del punto medio, igualando todas las opciones pese a que alguna de ellas tenga mayor respaldo y aceptación científica. Lo cierto es que la interacción directa con animales salvajes, así como su entrenamiento y uso para espectáculos, publicidad u otras filmaciones, tiene muy poco respaldo y escasa aceptación como práctica eficaz y ética para la mejora de su bienestar y conocimiento, y opino que, en justicia, así se les debería exponer a los alumnos. Darle una posición de igualdad, sumado al inevitable atractivo que implica, creo que promociona estas prácticas, ensombreciendo otros acercamientos que tienen mayor respaldo y apoyo académico, aunque sean menos atrayentes.
Entiendo que este es un punto en el que existen otras maneras de ver las cosas, que quienes lo encuentran adecuado aluden a la necesidad de financiar de algún modo los lugares donde se aloja y cuida a los animales salvajes rescatados del tráfico ilegal o del maltrato, y que sostienen que la cercanía, la docilidad y el contacto directo son embajadores eficaces para suscitar simpatía hacia estos animales. No dudo en absoluto de la buena fe de quienes piensan que estas son soluciones adecuadas para el problema.
Sin embargo, yo tengo la convicción de que mostrar a los animales salvajes como amigables y “felices” de hacer aquello que les pidamos perpetua un modelo de entrenamiento centrado en la posibilidad de su uso y disfrute por nuestra parte.
Es por ello que debo abandonar un proyecto que no solo lo encuentra aceptable, sino que lo potencia al ofrecerlo como parte importante de la formación para los futuros profesionales del sector, que en mi opinión deberían aprender más bien de sus efectos nocivos y riesgos que de sus beneficios.
Creo necesario hacer públicos los motivos de mi marcha, puesto que no querría generar confusión o valoraciones equivocadas en las personas, por pocas que sean, que entiendan mi presencia como una garantía o indicación de que el Máster cumplirá con las premisas de ética animalista que públicamente he expuesto una y otra vez como bases de todo mi trabajo. Finalmente, si se apuntan alumnos con una sensibilidad igual a la mía sólo se generarán tensiones e incomodidad durante la realización de algunas clases, lo que sería contraproducente y desagradable para todas las partes. Mejor hacer todo lo posible por evitarlo y así facilitar su desarrollo óptimo.
Por supuesto, mi incompatibilidad ideológica no implica en modo alguno desvalorización del Máster. No deseo que nadie la interprete como ningún tipo de descalificación de la calidad formativa ofrecida, puesto que me consta que incluso los profesionales más alejados de mis criterios de entre los que componen su claustro tienen una trayectoria profesional reconocida y consistente, estando cualificados para enseñar a los alumnos eficazmente sobre sus respectivas propuestas de trabajo. Sencillamente algunas cosas que se enseñan son incompatibles con mi ética personal y mi deontología profesional.
Por los motivos expuestos, no continuaré impartiendo clases en el Máster ni figurando -ni EDUCAN ni yo- entre los profesores y entidades colaboradoras.
Espero que mi marcha sea entendida en su justa dimensión y lamento cualquier problema que pueda causar a terceros.
También recomiendo la visita a la página de ADanimalsfree, donde los lectores pueden ampliar el argumentario que he expuesto.
Al hacer nuestros nuevos compañeros de viaje en EE.UU. un estudio de mercado muy amplio y consistente se encontraron con unos datos que hacían este país optimo para llevar allí EDUCAN y el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL. Esto les resultó tan evidente con los resultados del estudio en la mano que decidieron iniciar un camino que les exige grandes inversiones durante varios años (tienen que invertir al menos cien mil dólares en los primeros dos años para que les permitan instalar la empresa, que allí pocos juegos). Un camino que les hará cambiar su vida: su lugar de residencia, su trabajo… todo.
¿Qué es lo que encontraron y cómo se relaciona con EDUCAN y el C-E para que tuvieran tan claro que será un éxito?
Encontraron que en EE.UU., como en otros lugares, hace unos años se instaló en el entrenamiento de animales un buenismo demagógico que, después de unos años de auge, ha causado una fuerte reacción en contra del público, de quienes eran sus clientes. La falta de claridad deontológica y el uso continuado de la acusación como herramienta de trabajo para culpabilizar de tooooodo lo que no funciona a otros profesionales y a quienes conviven con los perros no han podido seguir justificando su falta de resultados.
El problema está en que el extremo contrario, la vía opuesta, al buenismo demagógico es el resultadismo absoluto, que admite cualquier práctica si es eficaz para modificar la conducta del perro, siendo su único criterio de calidad la consecución de resultados concretos para aumentar o disminuir la conducta sobre la que se interviene.
El mercado estadounidense, que es muy exigente y muy reactivo, a resultas de lo anterior, cambió hacia la que parecía la única alternativa, la que les habían “vendido” como la otra vía: el resultadismo.
Como consecuencia directa la franquicia de adiestramiento que más ha subido es Sit Means Sit, cuya traducción literal es “Sienta significa sienta”, lo que es a la vez un nombre, un eslogan y una declaración de intenciones que no llama a engaño sobre su opción por la vía resultadista. Una empresa que, en su página de inicio, muestra como “bandera” un collar eléctrico con el nombre, logotipo y colores de la franquicia.
Sit Means Sit, basándose en un mensaje radicalmente resultadista, ha sido la mayor beneficiada del descontento causado por el auge y caída del buenismo antes imperante. Más de ciento veinte delegaciones desde 2010. Desde ayer como quien dice.
Una empresa que debe su rápido éxito a aprovechar un cambio de tendencia.
Que debe su éxito al siempre peligroso, al siempre equivocado, péndulo buenismo/resultadismo: después de unos años de comprar buenismo masivamente el mercado estadounidense, decepcionado, se ha movido ahora hacia el resultadismo. Pero tengo la convicción de que esto es una reacción de compensación, no una demanda de fondo.
Es consecuencia de un mercado que se ha creído que solo existen dos vías para elegir, algo que es falso, pero que, no nos engañemos, les interesa a quienes están y promueven tanto el resultadismo como el buenismo. Porque, ya sabes, si estás descontento la próxima vez vota a Kodos.
Esta es una polémica falsa, que divide el mundo del entrenamiento entre dos bandos igualmente destructivos, poco profesionales y nocivos para el avance y dignificación de nuestra profesión.
Por eso llevamos ahora a EE.UU el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, la tercera vía del trabajo con perros. Porque no es cierto que estemos entre la espada y la pared. Esa es la mentira más insidiosa y tóxica con la que nos han intoxicado.
Elegir entre dos vías contrarias: una mentira rentable.
El entrenamiento canino siempre ha tendido a moverse y explicarse a través de la confrontación entre dos opciones que se muestran como simétricamente opuestas e incompatibles.
Parece que los entrenadores, y consecuentemente los propietarios de perros, tienen (tenemos) permanentemente que elegir bando en un sistema bipartidista, lo que genera problemas técnicos para progresar y posicionamientos más ideológicos que conceptuales en muchos casos.
Este frentismo no es una casualidad, es fruto tanto de las limitaciones formativas e inseguridades de algunos profesionales, que se muestran defensivos y cerrados cuando se cuestionan sus prácticas o se plantean prácticas novedosas, como de los intereses espurios de algunos entrenadores y escuelas que basan su marketing en la comparación favorable con “los malos”.
Así, parece que quienes contratan un entrenador o aquellos que buscan formarse como entrenadores deben elegir siempre entre dos vías, una les debe parecer buena y la otra mala.
Parece que desde el principio el interés principal está en encarrilarnos, en captarnos y en cambiar el pensamiento crítico por prejuicios y partidismos radicales.
Aunque hoy día perviven estas confrontaciones, el surgimiento de la propuesta de trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL que hicimos desde EDUCAN a finales de los noventa creó una tercera vía para el entrenamiento, la educación, y la intervención sobre el comportamiento canino.
Una tercera vía que se está mostrando como la solución a los problemas tanto ideológicos como técnicos del sector de los profesionales del entrenamiento, siendo la que más aceptación, crecimiento y éxito está teniendo en todos los lugares donde se incorpora, cambiando el sector profesional de cada país en el que es introducida.
Una tercera vía que promueve la visión crítica y el diálogo, pues son casi, casi la misma cosa. Que potencia la objetividad y la cooperación entre profesionales, la relación horizontal y la colaboración desde el disenso, nada de optar entre el seguidismo o la confrontación.
Una tercera vía para los que prefieren estar a favor de cosas que estar en contra de cosas, para los que consideran que quien afirma que todo está inventado solo está confesando su incapacidad y que quien dice tener la exclusiva de lo que funciona está equivocado y frecuentemente desea tener la razón más para usarla como una cachiporra contra los que no le reconocen su posición de gurú preclaro que para ayudar a las personas y a los perros.
Y esto lo logramos incorporando cinco elementos novedosos a la manera de analizar e intervenir profesionalmente en el comportamiento de los perros.
Los cuatro primeros son la gestión emocional, el aprovechamiento de capacidades cognitivas de los perros más allá del aprendizaje asociativo, el afecto como herramienta de trabajo sistematizada (que no es lo mismo que quererles mucho) y una deontología explícita, objetiva y pública, que puede encontrarse tanto en nuestra página como, más extensamente, en nuestro último libro Tu perro piensa y te quiere.
Incluso el nuevo Laboratorio EDUCAN de Medición Fisiológica del Bienestar Canino está pensado para ser una herramienta de medición objetiva sobre cómo influye lo que hacemos en el bienestar de los perros y así afinar cuáles son las prácticas objetivamente preferibles de entre las que obtienen resultados.
El quinto elemento no es Mila Jovovich, que ya quisiéramos, sino el carácter dinámico, abierto e inclusivo del trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, respetando sus bases conceptuales cualquiera puede (¡y debe!) sumar nuevas propuestas, nuevas técnicas. Así, en los países en los que el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL ha sido exitoso, han surgido protocolos para actualizar de manera más eficaz y saludable herramientas de trabajo tan problemáticas emocionalmente como el clicker, protocolos para lograr el éxito deportivo en diferentes disciplinas de manera que guía y perro sean colaboradores necesarios, nuevas propuestas de análisis e intervención sobre los problemas de comportamiento… Incluso quienes no sienten simpatía por esta forma de trabajar han incorporado a su práctica y léxico términos como “estado emocional”, “gestión emocional”, “cognición canina” o “gestión del entorno”.
Y justamente por este motivo, por la relevancia global de esta tercera vía, nos han insistido en la necesidad (¡y oportunidad!) de implantarnos en los EE.UU, porque allí está muy vivo el modelo de confrontación que “rompe” en bandos a nuestro sector a través de dos enfrentamientos para los que EDUCAN y el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL suponen una tercera vía alternativa y mejor.
Existe un primer enfrentamiento respecto al lugar de donde nacen las técnicas y protocolos que empleamos para intervenir en la conducta de los perros y otro, que en realidad es consecuencia del primero, que enfrenta la ética a los resultados.
Primer enfrentamiento: La ciencia antipática frente a la pseudociencia y pensamiento mágico.
La primera confrontación es entre la ciencia y las ideas creenciales, mágicas y pseudocientíficas como fuente de la que nutrirnos para diseñar y llevar a cabo cualquier proceso de intervención comportamental.
Hasta la revolución cognitiva en el entrenamiento canino científico han sido dominantes dos modelos de trabajo basados en ideas científicas antiguas que “maquinizan” al perro:
- Uno conductista, en el que el perro es una máquina de aprendizaje asociativo, que se limita a vincular sucesos del entorno con las conductas que estuviera realizando en ese momento.
- El otro instintivista, que plantea que el perro es una máquina de emitir respuestas instintivas, de manera principalmente reactiva, ante determinados estímulos del entorno.
Muchos profesionales del entrenamiento actual se adhieren todavía a una de estas dos visiones, o a una mezcla de ambas.
Pero las dos ven al perro como una máquina que responde a lo que pasa, sin capacidad prospectiva. Sin posibilidad de gestionar de manera activa su entorno.
Esta ciencia emplea mensajes e ideas que no nos gusta escuchar: el perro no nos quiere, sino que lo parece porque nos asocia a comida y otras cosas buenas, el perro no comprende las situaciones sino que se limita a responder a ellas, el perro no tiene intencionalidad, sino instintos… sencillamente el perro es algún tipo de máquina de conducta más o menos programable si conoces el lenguaje de programación.
Esto promovió la atracción de muchos por los “cantos de sirena” de la pseudociencia, que secuestró para su uso privado palabras que la ciencia maquinista del comportamiento desechaba o miraba con desprecio: “emoción”, “vínculo”, “afecto”, “empatía”, “comprensión”. Términos e ideas atractivos que se emplearon desde la visión supersticiosa sin ningún rigor, para promover los entrenamientos basados en “energías”, basados en el pensamiento positivo, en comunicaciones telepáticas, en liderazgos casi chamánicos y otras ideas similares. Basados en nada.
La tercera vía: el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL, ciencia sólida y con mensajes que el público desea escuchar frente a la ciencia antipática y la pseudociencia.
Esta confrontación entre una ciencia sólida pero antipática y la pseudociencia está superada por la ciencia cognitiva, que ofrece una ciencia comprensible, con mensajes que son positivamente recibidos por el público y que coinciden con la sensibilidad y la óptica de quienes tienen perros y les quieren, de quienes tenemos perros y los queremos.
Los perros tienen capacidades de pensamiento que les llevan a intentar comprender su entorno y modificarlo con su conducta, en lugar de limitarse a reaccionar a él, son prospectivos y no solo reactivos. Buscan empoderarse del ambiente, no responder a él.
Los perros sí nos quieren, el afecto es un motor de conducta importante, no hace falta comida para que realicen las cosas que les pedimos.
Además tienen formas de aprendizaje especiales, especie-específicas, para relacionarse con los individuos a los que quieren y para aprender a integrarse en un grupo social de manera armónica. Si usamos principal o únicamente refuerzos individuales como la comida para educar a nuestros perros, en lugar de estas capacidades afectivas y sociales, les haremos menos competentes a nivel social, comunicativo y afectivo. La comida está bien para enseñar conductas nuevas, pero no debe usarse sistemáticamente como herramienta relacional, porque puede tener efectos muy destructivos.
EDUCAN y el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL son la tercera vía más allá del pensamiento mágico y la ciencia de ayer, con protocolos de trabajo que incorporan la ciencia del comportamiento más actual y aceptada. Una ciencia que congenia perfectamente con la manera de entender al perro de quienes viven con ellos y les quieren.
Con el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL ya no hay motivo para elegir entre hacer un entrenamiento científico que no cuadra con nuestro conocimiento empírico de los perros como amigos y compañeros o dejarnos seducir por la pseudociencia. No hay motivo para hacer un entrenamiento con el que no nos sentimos cómodos, ni necesidad de refugiarse en las mentiras amables de la pseudociencia, que nos ofrece lo que deseamos sin apoyarse en ningún dato. Sin nada más allá de intentar a toda costa decir lo que quieran escuchar, lo que quieran “comprar” los propietarios de perros.
Segundo enfrentamiento: buenismos frente a resultadismos.
Pero la polémica más extrema, la más frecuente, la que más divide a la profesión, la que más parece presionarnos para elegir entre bandos y la que más ha pesado para iniciar la aventura de EDUCAN en EE.UU. es la que iniciaba este texto, la que enfrenta la vía resultadista con la vía buenista.
- Los resultadismos, consideran admisible toda aquella forma de práctica profesional que logra los objetivos conductuales deseados. Esta es una puerta abierta al maltrato, al abuso profesional, a la simplificación excesiva y a la objetualización del perro, en oposición al reconocimiento de su valor como individuo.
- Los buenismos, hacen grandes declaraciones de intenciones, pero no concretan de manera objetiva aquellas prácticas que consideran válidas y aquellas que no. Esto da lugar a juicios diferentes sobre prácticas iguales, al sectarismo, acaba con el debate profesional, inunda de lugares comunes la profesión y distorsiona los mensajes que reciben los potenciales clientes sobre la profesión, su objetivo y su praxis.
Esta polémica nace porque en un momento dado, y como respuesta ante las maneras abusivas de entrenar que se habían vuelto frecuentes, surgió un movimiento ético que planteaba que no todo es válido para conseguir que el perro realice o deje de realizar una conducta que nos interesa.
Este era un cambio necesario, imprescindible, que hubiera debido llevarnos al desarrollo de una o varias deontologías profesionales que permitirían a los propietarios saber cómo trabajaba cada profesional antes de contratarles, lo que funcionaría como regulador, pues el mercado preferiría progresivamente a quienes lograsen los mismos resultados de las maneras menos invasivas, más amigables y más éticas. Evitar el maltrato y promover el conocimiento de la especie con la que trabajamos, respetar su imagen y necesidades, así como promover el bienestar y el acceso a la felicidad de los perros durante su adiestramiento siempre ha sido un tema central en nuestro acercamiento.
El problema empezó cuando algunos descubrieron que la ética podía ser el principal e incluso el único argumento de venta de su producto y simultáneamente era una forma muy eficaz de desacreditar a su competencia para posicionarse en el mercado.
Esto llevó a una radicalización del discurso en su forma, pero una dilución en su fondo: cada vez se proclamaba más alto y más vehementemente la calidad ética propia y la falta de calidad ética de “los otros”, pero cada vez se definía menos objetivamente cuáles eran las prácticas concretas de un entrenamiento ético, una actuación propia de sectas pseudocientíficas y no de quienes basan su praxis en cualquier tipo de ciencia.
La estrategia era perder a quienes indagaban, llevándoles por un laberinto de lugares comunes, de frases buenistas indefinidas y llenas de posibles interpretaciones para que así creyesen haber oído lo que deseaban y lograr su adhesión.
Y es que el buenismo NUNCA es lo ético, el buenismo es lo contrario de la ética: la representación teatral e impúdica de una apariencia de bondad para venderse. El buenismo siempre son la rapacidad y el ego disfrazados, y en muchos casos también la ignorancia defendiéndose del conocimiento y pretendiendo destruirlo.
Porque esta es una polémica falsa, que divide el mundo del entrenamiento entre dos bandos igualmente destructivos, poco profesionales y nocivos para el avance y dignificación de nuestra profesión.
Una polémica que nace únicamente de una carencia que ninguno de los dos bandos quiere subsanar, porque no les interesa: la falta de una deontología profesional objetiva y comprobable.
Lo que realmente quiere el público es un entrenamiento con una ética real, de la que se deriven normas de buena y mala praxis objetivas y comprobables, pero que también sea eficaz y les convierta en compañeros y tutores cualificados de sus perros, no en permanentes sospechosos de maltrato, siempre en déficit, siempre fallando.
La tercera vía: EDUCAN, la deontología profesional definida, explicita y pública.
La deontología profesional es lo contrario al buenismo, es la exposición honesta clara y objetiva de las prácticas que consideramos aceptables en el ejercicio de nuestra profesión y de las que no.
Estas prácticas deben responder a parámetros y criterios que puedan comprobarse y medirse de tal modo que puedan evaluarse objetivamente por parte de un tercero.
La correcta práctica profesional al intervenir en el comportamiento canino, en nuestra opinión, está determinada por tres aspectos, que deben poder ser evaluados de manera objetiva:
- En primer lugar su eficacia, si una intervención no es eficaz sencillamente no tiene sentido.
- En segundo lugar su incidencia en el bienestar del perro. Podríamos obtener resultados conductuales, que el perro haga o deje de hacer algo, a través de mecanismos que causaran deterioro en la calidad de vida del perro a medio o largo plazo ¡o con otros que la mejorasen! estos últimos serían los adecuados.
- En tercer lugar su deontología, debemos ser explícitos sobre qué prácticas consideramos adecuadas y cuáles no. Existen diferentes sensibilidades hacia la interacción con los perros y, aunque nuestra intervención sea eficaz y aumente el bienestar del perro de manera objetiva, debemos informar a nuestros clientes previamente a contratarnos sobre cómo trabajamos y sobre los motivos que nos llevan a ello, para que elijan libremente y de manera informada al profesional con quienes se sientan más cómodos e identificados. Esta es la única manera de permitir que los clientes realmente hagan una elección informada sobre las prácticas del profesional que contratan.
Por supuesto, por clara que sea nuestra deontología profesional, siempre pueden surgir situaciones ambiguas, en el límite entre lo que es aceptable y lo que no. En estos casos tendremos que realizar una valoración ponderada sobre qué es correcto en dicho caso concreto, para ello es recomendable consultar con colegas que comparten nuestra deontología y que nos aportarán perspectiva.
Pero si hemos definido bien nuestra deontología profesional los casos dudosos serán residuales y absolutamente excepcionales. Si aparecen con frecuencia nuestra deontología no es clara y/o suficiente.
Quienes no tienen su deontología profesional accesible al público, quienes dicen frases estupendas y preciosas, llenas de «amor», pero que no son objetivamente evaluables por un tercero, no están actuando éticamente bien a nivel profesional, pues no asumen un compromiso real de buenas prácticas que les pueda ser exigido y no informan suficientemente a sus posibles clientes sobre su manera de trabajar, hurtándoles la posibilidad de una auténtica elección informada sobre el profesional al que contratan.
EDUCAN y el trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL son la tercera vía porque proponemos un auténtico entrenamiento ético, porque definimos con claridad qué prácticas nos parecen correctas y cuáles no de manera que un tercero pueda observarnos trabajar objetivamente y evaluar si las cumplimos.
La tercera vía: un camino público y sin propietarios
Pero ¡ojo! también están en la tercera vía todos los profesionales del comportamiento que avanzan con el conocimiento, que lo aceptan aunque les contradiga y les obligue a cambiar lo que hacen. Los que no dejan congelado en el tiempo el momento de la ciencia que les gusta, o con el que se sienten cómodos (lo que es un dogmatismo contrario al pensamiento científico).
Están en la tercera vía todos los profesionales que se niegan a posicionarse en frentes ridículos, todos los que se preocupan primero y principalmente de exponer lo que ellos hacen de modo claro y sincero, en lugar de centrarse en decir qué hacen mal sus competidores y soltar frases bonitas como brindis al sol para gritar su estupendez.
Todos ellos están con nosotros en esta tercera vía del trabajo con perros, se hayan incorporado hace tiempo o lo hagan ahora, estén más o menos de acuerdo con algunas de nuestras maneras de hacer algunas cosas, nos resulten simpáticos o antipáticos. Eso es lo bueno de la tercera vía, que nadie tiene que concederte su permiso para entrar, que no existe una selección sectaria, ni nadie que emita (cobrando) los carnets de acceso: basta con hacer bien y honestamente las cosas a nivel técnico y profesional.
Y creemos -tenemos la convicción- que la gran mayoría de entre quienes contratan servicios para intervenir en la conducta de sus perros están deseando incorporarse a esta tercera vía del comportamiento canino.
#súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #entrenarperrosesotracosa #EDUCANtodosabordo
Hoy, tras terminar nuestro curso avanzado extensivo, al encender el ordenador me encuentro con estas palabras de Susana González, directora de ActivaDog:
Uno de los momentos más cansados del año para mí suele ser justo después de nuestros cursos avanzados, porque es un curso difícil con el que los alumnos adquieren un fuerte compromiso, lo que lleva a que los días de exámenes teórico y, sobre todo práctico, sean técnicamente complejos y emocionalmente agotadores para todos los que participamos.
Los exámenes tienen algo eminentemente desagradable e injusto para todas las partes: los alumnos han de mostrar su trabajo con los perros “aquí y ahora”, los profesores debemos evaluar a alumnos que también son colegas profesionales, lo que siempre es incómodo -salvo que uno tenga un cierto complejo de Napoleón- porque rompe la siempre deseable horizontalidad en la relación.
Pero tengo la convicción de que estas exigentes pruebas finales son la manera de lograr un cambio de mentalidad necesario no solo para aprovechar nuestro curso avanzado, lo que es coyuntural, sino para conseguir que los entrenadores que formamos dejen para siempre de ser únicamente replicadores de las técnicas que aprenden y pasen a ser capaces de diseñar maneras de trabajar con los perros completamente nuevas, propias y adaptadas a sus talentos y capacidades.
Y al final, con el bajón del cansancio siempre tengo la duda de si merece la pena que todos pasemos tanta tensión, si no sería mejor hacer algo más sencillo, menos duro, para evaluarles. Si no termina siendo algo que distorsiona y tensa el cariño y respeto que siento, que sentimos, por su individualidad como entrenadores.
Hoy al encender el ordenador me encuentro con estas palabras de Susana González, que durante el curso ha desarrollado de manera autónoma una técnica completamente nueva para solventar un problema de entrenamiento que arrastraba con su compañera Moon, y me ha emocionado muchísimo. Porque llega justo en el momento de las dudas y el agotamiento, porque refleja exactamente el espíritu de nuestro curso avanzado.
Llegan estas palabras con un timing ( o como se diga Noemí 😉 ) perfecto y vencen al cansancio y a las dudas, consiguiendo restaurar el primer evaluador de un buen trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL: mi estado emocional vuelve a ser perfecto.
Gracias Susana González, pero también…
Gracias Virginia por la sangre verdísima como la esperanza. Por la lección de constancia y esfuerzo, y gracias a tu familia y amigas por el esfuerzo y el apoyo. Y: 2-3-4, tampoco tiene mucho mérito recordarlo 😛
Gracias Juan Manuel y Noemí por la discreción en la inteligencia y por las prorrogas para la calidad.
Gracias Iván y Vanes(s)a 😉 por la naturalidad, por la normalización, del entrenamiento.
Gracias Óscar y Rocío por el compromiso con vuestros perros, por el compromiso con vuestros amigos. A un amigo no se le deja sólo cuando tiene problemas.
Gracias Carlos por disfrutar en todo momento, aun cuando las cosas no parecían fáciles.
Gracias Álvaro y Santi Aldea por la constancia, por vencer la desconfianza y romper pronósticos.
Gracias Esther por dejarme trabajar con una persona tan grande como Zeus, y gracias Luis por ayudarle a ayudarte: e-xi-ta-zo.
Gracias Eduardo por la buena onda, el compañerismo, la discreción, los textos, las fotos de copas y por reavivar la Dobermannfilia.
Gracias Tomás por no dejar que todo lo que está alrededor te arrastre el pensamiento y con él la forma de adiestrar.
Gracias Mario por romper tópicos sin dejar de bromear sobre ellos.
Gracias Asier por la persistencia, la implicación y… por quedarte 🙂 🙂
Gracias Diego por tomarlo tan en serio, aunque a veces eso duela.
Gracias Gema por venirte, incluso sin carnet.
Gracias María José por el humor y por poner los puntos sobre… la perra.
Gracias Santi Bernal por cómo entiendes los protocolos y por la manera de analizar cada problema que surgía.
Gracias María Moreno por querer ir más allá de la conducta y dejarme que te ayudara a mejorar cosas más importantes.
Gracias Ío (a ver qué pongo para que llores…) por decirme cómo te había hecho pensar y, sobre todo, sentir el curso. Fue importante y revitalizador para mí.
Gracias Andrea por dejarme llevarte por las ramas cuando tú preferías ir al turrón.
Gracias Isidro por mostrar un excelente trabajo, por reconvertirte y por empezar de nuevo con nueva ilusión.
Gracias Susana Lozano por la naturalidad en cooperar con los perros, por enseñarles y tratarles con tantísima consideración y gentileza.
Gracias Tania por el buen humor, los esfuerzos tecnológicos y la buena onda.
Y por supuesto gracias a las compañeras de EDUCAN que hacían este curso, María Martín y Pili Pérez, que solo con estar ya me alegraban el día, y a mis compañeros Javier Moral, el mejor profesor que conozco en el mundo del perro, a Eliana González, que es una de las personas más impresionantes que he tenido el lujo que conocer, Eva y a María José, que nunca fallan.
Gracias a tod@s por la confianza, por el esfuerzo, por creer que el ÉXITO se aprende y, sobre todo, por el privilegio de trabajar con vosotr@s.
#elÉXITOseaprende #nadasepareceaEDUCAN #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #EDUCANesEDUCAN
Muchas veces quienes tienen experiencia previa en modelos de entrenamiento conductistas tienen dificultad para ver los beneficios del adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL, por dos motivos:
- El tiempo de entrenamiento para lograr la misma conducta suele ser igual, o incluso superior en algunos casos, respecto a la manera de entrenar que ya conocen.
- La conducta no será necesariamente mejor ejecutada en lo que se refiere a su forma que enseñándola de manera conductista.
Esto hace que puedan pensar que no tiene mucho sentido cambiar su manera de trabajar para lograr lo que en apariencia son resultados iguales.
Las ventajas que ofrece al adiestramiento COGNITIVO-EMOCIONAL en la enseñanza de destrezas no están en la velocidad de adquisición o en la precisión de la conducta, sino en el mantenimiento de su eficacia en el largo plazo, en las motivaciones para trabajar y en el encaje del adiestramiento como una actividad social conjunta y satisfactoria por sí misma entre la persona y el perro. En temas de fondo y de largo plazo, y es lógico que esto dificulte a quienes tienen experiencia previa exitosa con otras formas de trabajo el plantearse cambiar.
Sin embargo existe un área en la que las propuestas del trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL ofrece resultados más rápidos, más consistentes y más prácticos que sus alternativas.
Y es en el trabajo de problemas emocionales.
Ahora sigue un mega tocho de post técnico, pero no tienes porqué pasar por ello, también puedes ver un resumen en este video:
EL ENFOQUE CONDUCTISTA/HABITUACIONISTA
El modelo tradicional conductista considera las emociones como etiquetas o como respuestas fisiológicas involuntarias bajo las que agrupamos una serie de conductas que se realizan sin necesidad de aprendizaje ante la presencia de determinados estímulos y se pueden asociar a otros estímulos por condicionamiento respondiente (clásico). Es decir que el eventual aprendizaje de estas conductas asociadas a otros estímulos que los que las activaban originalmente, así como la consolidación de dicho aprendizaje, depende de que aparezcan después del estímulo mucho más que de obtener algo con ellas. Su mera aparición es el refuerzo que las fortalece.
Esto tiene varias consecuencias conceptuales para trabajar con ellas desde una óptica conductista que define la mayoría de los trabajos que ¡¡aún hoy!! son los más usados para tratarlas, pese a sus limitadísimos resultados.
Al no ser conductas voluntarias, que dependen de sus consecuencias para aparecer, asociarse a estímulos y consolidarse o disminuir, los caminos y recursos para influir en ellas dependerán de capacidades involuntarias en el perro.
La base del trabajo sobre el estímulo original que activa la conducta sin necesidad de aprendizaje será habituar al perro al estímulo, es decir hacer desaparecer las conductas emocionales problemáticas haciendo que el estímulo que las activa deje de tener consecuencias para el perro. Si hubiera aprendizaje respondiente deberíamos interrumpir y debilitar la asociación por condicionamiento clásico entre la conducta emocional y el estímulo al que la hubiera asociado.
Ambas cosas se logran principalmente exponiendo al perro a dicho estímulo a niveles muy bajos en sesiones controladas de manera que no aparezca la conducta, y subiéndolos progresivamente de tal manera que no aparezca la conducta durante el proceso y se acostumbre a ellos.
Este es el enfoque conductista/habituacionista.
El habituacionismo parte de la interpretación conductista que trata la emoción como proceso involuntario, como conducta involuntaria ante determinados estímulos, que además se puede aprender por condicionamiento respondiente, una contingencia de dos términos, estímulo-conducta, en la que el aprendizaje depende de la aparición de la conducta tras el estímulo y no de la consecuencia derivada de la conducta.
Como digo, la intervención comportamental habituacionista se centra en bajar el nivel del estímulo para evitar la aparición consecuente de la conducta, haciendo que la emoción siempre aparezca en niveles muy bajos para habituar al perro a él, y/o debilitar y/o cambiar las asociaciones respondientes entre estímulos y conductas, lo que se hace principalmente usando procesos involuntarios, como la habituación y la positivización, siendo sus recursos principales de intervención la desensibilización sistemática y el contracondicionamiento emocional para positivizar, asociando al estímulo que se quiere “desactivar” una conducta involuntaria, respondiente, contraria a la de la emoción cuya aparición es problemática: juguetes, comida…
Aunque algunas propuestas conductistas/habituacionistas pueden añadir medidas secundarias que implican conductas voluntarias, podemos distinguirlos porque el peso del avance estará siempre en los procesos involuntarios y en la desaparición de respuestas conductuales ante los estímulos.
Consecuentemente desde esta óptica se propone trabajar siempre en niveles muy bajos de emoción, evitando que el perro sea expuesto a ninguna situación en la que pueda activarse la conducta emocional inadecuada durante el tratamiento. Lo que impediría la habituación y/o reforzaría el aprendizaje respondiente.
Esta propuesta es infinitamente larga de llevar a cabo, a veces es imposible de compatibilizar con las necesidades y vida cotidiana del perro y/o de su “familia humana”, porque evitar que durante seis meses se encuentre con ningún perro o no vea coches si les tiene miedo es irreal e imposible.
En parte por esto, y en parte porque conceptualmente es un modelo que niega e ignora lo que hoy sabemos del funcionamiento de las emociones por lo que no aprovecha los avances en este campo, las propuestas conductistas/habituacionistas prácticamente nunca llegan a normalizar al perro: tras procesos muy largos y muy exigentes en todos los aspectos solo nos aportan, en el mejor de los casos, mejoras parciales. Lo cierto es que casi imposible resolver un problema emocional serio usando desensibilización y positivización como recursos principales.
De hecho, actualmente las limitaciones del modelo conductista/habituacionista está cambiando el mercado más importante a nivel de facturación (que no de calidad) del mundo de la educación canina, EE.UU. Dándose la paradoja de que los ponentes más populares ofrecen el modelo conductista/habituacionista como el más eficaz y operativa, como el único real. Pero los resultados son tan limitados y frustrares para el público que ha surgido un movimiento del mercado hacia los resultadistas más cañeros: la franquicia de adiestramiento que más ha crecido en los últimos años allí, y que ya tiene más de noventa delegaciones disputándose el primer puesto, es Sit Means Sit, que significa «Sienta significa sienta», pero que podría traducirse apelando a su mensaje como «La letra con sangre entra». Una empresa de adiestramiento cuya imagen de portada es un collar eléctrico que se fabrica ya con los logos e imagen de la empresa.
Y esto es en buena medida consecuencia de la inoperancia práctica -fuera de los seminarios- de los modelos conductistas/habituacionistas para ayudar a los perros que conviven con nosotros y tienen problemas emocionales, pero esa es buena parte del tema de mi próximo post, así que no lo expondré en más detalle.
EL ENFOQUE DE GESTIÓN EMOCIONAL
Cuando el enfoque conductista era todo lo que teníamos había que resignarse a trabajar con él y así lo hacíamos. Pero afortunadamente para nosotros, y sobre todo para los perros, la ciencia del comportamiento avanzó y nos aportó nuevos conocimientos sobre el funcionamiento de las emociones, ofreciéndonos nuevos recursos de intervención sobre las conductas emocionales. Que no son la misma cosa.
La emoción es un estado interno determinado que: (1) surge como respuesta inmediata e involuntaria de los animales ante un estímulo o situación y que les (2) permite orientar adecuadamente su conducta y (3) evaluar su eficacia.
Con esto vemos que la emoción tiene tres planos funcionales. Su activación ante algo, su aprovechamiento al producir conducta adecuada para responder a la emoción y la evaluación posterior de la situación para poder volver a la calma si se ha solucionado el problema que la activaba, o seguir emocionalmente activo y generar nuevas conductas cuando no se ha logrado.
La gestión emocional es el conjunto de procesos relacionados con la activación, aprovechamiento y evaluación de eficacia de las emociones.
Aquí expondremos las bases del trabajo de gestión emocional, el enfoque que usamos en EDUCAN, pero, tengo que meter una cuña publicitaria: si quieres saber cómo aplicarlas de manera práctica… te toca esperar a mi próximo libro o apuntarte a nuestros cursos, donde es la manera de afrontar los problemas emocionales que enseñamos.
Una gestión emocional saludable activará las emociones convenientes en el momento y nivel adecuado, las aprovechará de manera adaptativa y devolverá al perro a la calma tras la situación emocional, permitiendo que las emociones funcionen como ayudantes eficaces para la supervivencia y búsqueda de bienestar del perro en su entorno y grupo social.
Aparecen problemas emocionales cuando la emoción se activa de manera inadecuada, cuando no se aprovecha correctamente o cuando no se evalúa eficazmente la respuesta emocional.
Nuestro objetivo será restablecer la salud emocional y mejorar la capacidad de gestión emocional del perro, no cambiar conductas concretas. Las conductas son la manifestación del problema, nunca el problema en sí.
El enfoque gestional parte de una interpretación emocionalista que trata la emoción como un conjunto de procesos complejos, involuntarios y voluntarios, gran parte de ellos inobservables, de los que la conducta emocional es la expresión visible, dependiendo el aprendizaje de la modificación de dichos procesos.
La intervención comportamental gestionalista tiene tres estrategias complementarias: en ocasiones (1) bajar el nivel del estímulo, para trabajar procesos involuntarios y mejorar la activación emocional, en ocasiones (2) promover y ayudar a la aparición de conductas emocionales correctas para darle al perro control de la situación emocional y mejorar el aprovechamiento emocional, y, en ocasiones, (3) bajar el nivel de la respuesta conductual o impedir la respuesta conductual inadecuada cuando aparece, para promover el autocontrol emocional y mejorar la evaluación emocional de la situación para comprobar si está solucionada.
Esto se hace trabajando en todas las intensidades de la emoción, desde las más bajas a las más altas, pero centrándose en los niveles medios de activación emocional, donde procesos voluntarios e involuntarios interactúan y se puede lograr una máxima mejora de las capacidades de gestión emocional, más que intentando evitar las conductas inadecuadas consecuentes a una mala gestión emocional.
Debe entenderse que el enfoque gestionalista niega las premisas conceptuales de el enfoque conductista/habituacionista (la emoción es una etiqueta para determinadas conductas, la conducta es lo relevante…), pero no la utilidad parcial de sus recursos de trabajo, por eso los incorpora no como única o principal herramienta, sino como una parte de un conjunto mayor.
Esta forma de trabajo además es compatible con la vida normal del perro, y no habrá tremendos retrocesos antes situaciones puntuales de activación indeseada de la conducta emocional. Además tendremos recursos para que el manejo y control del perro ante una situación emocional inesperada sea fácil y beneficie al proceso terapéutico en lugar de desbaratarlo.
Así que una ventaja importante de la propuesta de gestión emocional es que no exige imposibles a los propietarios durante el tiempo que dure la intervención para mejorar el problema. Esto no es secundario, quizá sí, si solo impartes formación sobre el tema, pero si tienes que trabajar con perros y dueños reales la cosa cambia. Mucho.
Podríamos esquematizar la forma de trabajo del enfoque gestionalista:
1. Trabajar principalmente en niveles bajos de emoción con procesos involuntarios y de manera secundaria en niveles medios con procesos voluntarios parar tratar y mejorar los problemas de activación emocional.
2. Trabajar principalmente en niveles medios de emoción con procesos voluntarios y de manera secundaria en niveles bajos con procesos involuntarios para mejorar los problemas de aprovechamiento emocional.
3. Trabajar conjuntamente niveles bajos y medios de la emoción, con procesos involuntario y voluntarios respectivamente, para mejorar los problemas de evaluación emocional.
4. Aplicar de manera combinada e individualizada los tres puntos anteriores a la gran mayoría de problemas emocionales en los que se combinan problemas de activación, aprovechamiento y desconexión emocional.
Este es el trabajo que se haría sobre la emoción problemática, el miedo, la ansiedad, pero no será jamás todo el trabajo a realizar desde una óptica gestionalista.
La buena praxis profesional respecto a las emociones siempre evaluará y mejorará, en caso de ser necesario, la salud emocional del perro, porque las emociones funcionan de manera global y no podemos limitarnos a trabajar sobre los comportamientos problemáticos que provocan, ni siquiera podemos limitarnos a trabajar sobre las emociones que causan una conducta problemática durante la situación en la que aparece dicha conducta.
Aislar y trabajar la conductas emocionales problemáticas es insuficiente.
El sistema emocional del perro funciona e influye en su comportamiento como un todo, por ello debemos trabajar la salud emocional de manera holística. Pero la evaluación y pautas de mejora de la salud emocional serán objeto de otro post.
El enfoque gestionalista entiende que la emoción no se puede reducir a una visión simplificada que se limita a las conductas que la expresan y que propone operar única o principalmente a través de que desaparezca la activación emocional, en lugar de redirigirla hacia un camino adaptativo y exitoso, que cause el cambio conductual a través de que el perro mejore sus recursos para gestionarla.
Los conocimientos actuales sobre el complejo funcionamiento de la emoción hacen que entendamos como reduccionista, limitado y obsoleto el enfoque conductista/habituacionista, siendo la opción más eficaz, operativa y consistente la gestionalista.
Ayuda a gestionar emociones, no elimines conductas.
#descubrealosperros #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL #entrenarperrosesotracosa
Estamos probando un nuevo formato para los posts más técnicos, para esos conceptos necesarios para hacer trabajo COGNITIVO-EMOCIONAL de calidad. Y es ofrecer, además de mi típico texto laaaaaargo como el horizonte, un pequeño extracto de lo fundamental en video.
Así que, lo primero, os dejo un video cortito donde expongo y explico este mismo tema:
Y a partir de aquí el post, que es un extracto de mi próximo libro 🙂 🙂 🙂
Una diferencia fundamental de nuestra propuesta es que consideramos que el perro al generar la mayoría de las conductas tiene unos objetivos mentales, por ello centraremos nuestro trabajo sobre dichos objetivos y no únicamente sobre la conducta que muestre para alcanzarlos.
El concepto de refuerzo referencial es fundamental en nuestra propuesta y debemos refrescarlo:
Aprendizaje REFERENCIAL
Un refuerzo referencial es aquel que no solo es consecutivo, simultáneo o previo a la conducta del perro sino que además es concordante con dicha conducta de manera directamente causal, guardando refuerzo y conducta una correspondencia lógica directa -sin necesidad de aprendizajes voluntarios previos- que es perceptible por el aprendiz en el momento de iniciar su actuación y que la dirige.
El reforzamiento referencial, consecuentemente, es el proceso en el cual una conducta prospectiva aumenta su probabilidad de aparición, intensidad o frecuencia por alcanzarse un objetivo prefigurado.
Quien observe cómo un perro busca la manera de abrir un cubo de basura tiene un buen ejemplo de refuerzo referencial, el perro tiene claro que la “comida” que obtiene está directamente causada por su conducta. Alguien podría objetar que el olor es lo que le da la pista ¡pues claro! Eso es lo que quiere obtener. Igual que al enseñarle comida en nuestra mano, pero en un caso puede proyectar cómo obtenerla, levantando la tapa, y en el otro le sería imposible proyectar que será la conducta de, por ejemplo, tumbarse, la que «abrirá» la mano. En el caso del cubo la comida es un refuerzo referencial, pero no lo es en el caso de la mano.
Cuando los perros pequeños o los cachorros se esfuerzan por acceder a nuestros cómodos sofás o camas nos muestran lo poderoso, adaptable e inteligente que resulta el comportamiento motivado por un refuerzo referencial: cambios de estrategia, adaptaciones, nuevos enfoques… la conducta está todo el rato sirviendo al objetivo mental de llegar arriba, por eso es tan persistente, plástica y eficaz. Porque lo importante no es la conducta, sino el objetivo mental.
También existe, por supuesto, castigo referencial que, de modo equivalente al refuerzo, además de la cercanía con la conducta a la que se asocia, tiene una relación directamente causal, teniendo también castigo y conducta una correspondencia lógica directa perceptible por el aprendiz.
Cualquiera que haya visto a un cachorro abordar la situación de bajar una escalera no tendrá duda de cómo proyecta en su cabeza el riesgo, el castigo, que implica hacerlo sin tener cuidado. La caída está prevista en la cabeza del perro como castigo referencial ante la falta de eficacia al intentar bajar el escalón, por eso el cuidado, la atención, la medida de sus movimientos…
Aprendizaje CIEGO o PSEUDOSUPERSTICIOSO
Habitualmente en adiestramiento no usamos demasiados refuerzos referenciales, puesto que la aparición de comida de nuestra mano después de sentarse o de realizar alguna otra habilidad no tienen ese valor referencial. El perro inicialmente no puede prever que sentarse le llevará a conseguir comida, como sí lo hace cuando abre el cubo de la basura, claro ejemplo de referencialidad. A este tipo de refuerzo que adquiere su valor y se vincula a la conducta por asociación, pero no tiene carácter prospectivo, lo llamamos refuerzo ciego o pseudosupersticioso.
Los refuerzos ciegos o refuerzos pseudosupersticiosos son aquellos que no tienen una relación causal previsible y directa con la conducta y por ello no pueden ser percibidos como referenciales, sino que inicialmente solo se correlacionan con la conducta, adquiriendo su valor reforzante respecto a dicha conducta posteriormente por asociación.
El que aparezca un click y una comida que no estaba presente en el entorno tras sentarse es un ejemplo típico de refuerzo ciego, la conducta de sentarse, frente a la de abrir el cubo de basura, no tiene una relación causal directa con obtener comida: es más similar a realizar una danza de la lluvia esperando influir a una deidad para que nos conceda la lluvia.
De manera simétrica los castigos ciegos o castigos pseudosupersticiosos son los que no tienen relación causal directa previsible con la conducta, sino que se correlacionan con ella adquiriendo su influencia sobre ella por la probabilidad estadística de su aparición conjunta.
Uno de los grandes problemas de los sistemas de castigo remotos, que generan un estímulo desagradable o aversivo al perro cuando se pulsa un botón, es la falta de referencialidad. Al no poder el perro proyectar qué causa el estímulo desagradable su nivel de estrés sube enormemente y existen riesgos de generar problemas emocionales por este motivo. Algo completamente diferente a la situación del cachorro cuando tropieza al bajar las escaleras, que sabe muy bien qué ha sucedido y que de inmediato será capaz de modificar su conducta para evitar que suceda de nuevo.
La denominación pseudosuperticioso se debe a que el refuerzo se vincula con la conducta inicialmente porque se correlaciona con ella, sin ser causal, que es la manera en la que se produce el aprendizaje supersticioso: asociamos algo con una consecuencia sin que realmente sea su causa, como al sucedernos algo malo podríamos vincularlo con que antes hemos pasado bajo una escalera o al sucedernos algo bueno pensar que es porque llevábamos determinado sombrero y empezar a considerarlo nuestro “sombrero de la suerte”, esto es lo que les sucede a muchos deportistas que usan diferentes amuletos/prendas de la suerte porque al llevarlas en alguna ocasión les salió muy bien la jornada.
Vemos que no existe relación causal directa e inevitable entre la conducta y el refuerzo, somos nosotros los que la generamos arreglando la aparición del refuerzo ciego de manera que se vincule a la conducta. Por eso la denominación de pseudosupersticioso, porque nosotros generamos que el refuerzo adquiera un valor causal para el perro arreglando que aparezca correlacionado sistemática y regularmente con la conducta, el perro aprende que tiene valor causal, pero no puede preverlo como sí sucede desde la primera vez con la conducta de abrir la basura.
Los refuerzos ciegos o pseudosupersticiosos no tienen valor para el diseño de tareas, para la gestión prospectiva del entorno, salvo que sea de manera secundaria, pero no pueden constituir el objetivo principal que busque el perro con su conducta. Aunque sí serán, en su medida, necesarios y útiles para el adiestramiento.
¿Qué hacemos con todo esto?
Cuando buscamos que el perro cambie la manera de alcanzar un objetivo prefigurado debemos plantearnos localizar los refuerzos referenciales que activan dicha conducta y cambiarlos, por ejemplo: si la referencia para estar cómodo es el sofá, no trabajaremos únicamente sobre la conducta de subirse, sino que introduciremos nuevos elementos de referencia como una cómoda colchoneta.
Los refuerzos y/o castigos deben diferenciarse nítidamente según la capacidad de prospección y control, de empoderamiento, del entorno que le aportan al perro, porque afectarán a su manera de ver el mundo, de sentir que lo comprende, más allá de su efecto sobre la conducta.
El aprendizaje referencial potencia la capacidad de prospección del perro y le aporta control del entorno.
El aprendizaje mediante refuerzos y castigos ciegos merma la capacidad de prospección del perro y le vuelve reactivo al entorno.
No parece que usar única o principalmente refuerzos ciegos al intervenir en el comportamiento sea una buena manera de ayudar al perro a sentir que conoce, comprende y controla el mundo que habita, más bien parece dejarle en una situación de dependencia respecto a nosotros, de habitar un lugar con normas imprevisibles dictadas por dioses bondadosos o severos, según sea el tipo de refuerzos y castigos ciegos que empleemos. Una forma de intimidar a su mente para que se retraiga, para se sienta insuficiente para gestionar un entorno ilógico e incomprensible, de necesitar el aprendizaje asociativo para dar el mínimo paso. Y después de romperles la prospección diremos que son «adorables cabezas de chorlito que aprenden solo por asociación».
Aprende a usar refuerzos referenciales y regálale el mundo a tu perro.
#descubrealosperros #tuperropiensaytequiere #entrenarperrosesotracosa #súmatealCOGNITIVOEMOCIONAL
EDUCAN acaba de poner en marcha el primer laboratorio de España dedicado exclusivamente a la medición de marcadores fisiológicos (cortisol, oxitocina, serotonina, dopamina…) de la influencia en la calidad de vida de los perros de las diferentes acciones que las personas realizamos con ellos, en particular al entrenarlos, educarlos o emplearlos en tareas de asistencia, utilidad o en prácticas deportivas.
EDUCAN se convierte así en la primera y única empresa de adiestramiento y educación canina del mundo que cuenta con instalaciones de investigación química (principalmente) propias para comprobar de manera 100% objetiva la incidencia del adiestramiento en el bienestar y en las posibilidades de los perros de ser felices.
Esto ha supuesto una inversión enorme de recursos, de hecho la práctica totalidad de nuestros beneficios de los últimos años ha ido destinada a montar tanto este laboratorio, como nuestro centro de investigación del comportamiento. Las dos estructuras que sostienen el inicio de nuestra labor de estudio y validación objetiva de la eficacia y seguridad de las diferentes intervenciones que hacemos sobre el comportamiento de los perros.
Antes de exponer lo que se puede lograr con este laboratorio, así como de explicar el porqué de abrirlo, quiero agradecer a los miembros del equipo de EDUCAN por preferir unánimemente que toda nuestra inversión fuese a dotarnos de estas estructuras de investigación y no al beneficio personal de los miembros del equipo. Se han, nos hemos, apretado el cinturón a cambio de obtener un conocimiento real, objetivo y consistente sobre cómo resultan de eficaces y de beneficiosas para los perros las técnicas que empleamos para educarles.
Y ahora sí, explicaré la relevancia y necesidad de estas instalaciones en detalle, por lo que no será un texto corto.
En la educación canina se han instalado dos falsos profetas que están intoxicándonos e impidiendo el avance colectivo y la comunicación honesta entre profesionales.
- Los resultadismos, que consideran admisible toda forma de práctica profesional que logra los objetivos conductuales deseados. Esta es una puerta abierta al maltrato, al abuso profesional, a la simplificación excesiva y a la objetualización del perro, en oposición al reconocimiento de su valor como individuo.
- Los buenismos, que hacen grandes declaraciones de intenciones, pero que no concretan de manera objetiva aquellas prácticas que consideran válidas y aquellas que no. Esto da lugar a juicios diferentes sobre prácticas iguales, al sectarismo y a la exclusión, inunda de lugares comunes la profesión y distorsiona los mensajes que reciben los potenciales clientes sobre la profesión, su objetivo y su praxis.
Estas posturas paródicas impiden por completo el desarrollo de una deontología profesional, que es la exposición clara de las prácticas que consideramos eficaces y aceptables en el ejercicio de nuestra profesión y cuáles no.
Dichas prácticas deberían responder a parámetros y criterios que puedan comprobarse y medirse de tal modo que puedan evaluarse objetivamente por parte de un tercero.
La ciencia es la única manera de conocer la realidad que subyace a las diferentes propuestas de tecnología del entrenamiento, por esto en EDUCAN tomamos la decisión de investigar sobre cómo de eficaz es una determinada manera de entrenar y cómo afecta al bienestar del perro, a su acceso a la felicidad.
Cuando empezamos a diseñar nuestro programa de investigación nos encontramos con algunos problemas.
Comprobar la eficacia real de las propuestas de entrenamiento requiere un alto número de perros, demasiadas veces, con voz demasiado alta, esgrimen los resultadistas los éxitos logrados es una única disciplina de adiestramiento, con una única raza de perro, como prueba de su eficacia universal. Esto es ridículo.
La muestra sobre la que debe reposar una afirmación de eficacia debe ser amplia y representativa de todo tipo de perro al que después se le vaya a aplicar. Sin eso no existe prueba real de las bondades de una propuesta de entrenamiento para lograr resultados.
Esta primera dificultad nos exigió crear un lugar dedicado plenamente a la investigación y destinar personal a esta labor, fue algo exigente en recursos, pero que dependía únicamente de nosotros. Fruto de ello nació el Centro EDUCAN de Investigación Desarrollo e Innovación Tu perro piensa y te quiere para el estudio y bienestar animal.
Pero la eficacia de una técnica de adiestramiento o educación para lograr una determinada conducta es insuficiente para validarla como apta para su aplicación, es necesario conocer también qué repercusión tiene dicha técnica para la salud emocional del perro. Y en esto las grandilocuentes afirmaciones buenistas no valen: es necesario demostrar objetivamente cómo afecta cada cosa a los perros para determinar la ética de su uso.
Inicialmente nos parecía que medir esto no sería demasiado complicado, qué pardillos.
Pensamos en medir el ritmo cardíaco como marcador del estrés que generaba cada técnica aplicada, esto sería ideal: medición no invasiva, sencilla y barata.
Descubrimos que existían dos problemas con esta idea.
El primero es que se ha comprobado que el ritmo cardíaco puede ser un dato de apoyo para aportar consistencia a otras mediciones fisiológicas, pero como único parámetro no aporta mediciones ni mínimamente fiables sobre el nivel de estrés.
El segundo problema era más grave, porque era un problema de enfoque. El estrés nos puede hablar de lo “mala” que es una técnica para el perro ¡¡pero no buscamos las técnicas menos malas sino las buenas!! La técnica ideal no es la que resulta eficaz sin dañar el nivel de bienestar del perro, sino aquella que es eficaz e INCREMENTA dicho nivel de bienestar. Necesitábamos marcadores de la mejora del bienestar además de marcadores de su merma.
Además el estrés no es necesariamente malo, muchas de las cosas que más disfrutamos pueden generar estrés, si (1) de manera simultánea aumentan otros marcadores de bienestar y se comprueba que (2) el estrés se disipa rápidamente (un marcador fiable de que estamos ante un estrés “bueno”) podremos considerarlas seguras y saludables.
Además debíamos encontrar formas de medición no invasivas para los perros: la toma de muestras de saliva para medir cortisol (estrés) y oxitocina (bienestar social) eran óptimas.
Peeeero resulta que los laboratorios no están muy por la labor de medir estas variables en nuestros compañeros de cuatro patas, no parece haber demanda suficiente como para que les compense configurar sus máquinas para la medición en perros, ni para destinar a su personal a hacerlo. Encontrar uno que aceptase era difícil y casi parecían hacernos un favor, en estas circunstancias podríamos haber sacado adelante nuestro primer experimento, que empieza esta semana, pero no podíamos garantizarnos la necesaria continuidad que se requiere para lograr objetivos globales de conocimiento y comprensión sobre cómo influyen nuestros actos en el bienestar y la felicidad de los perros.
Así que, reunido con el equipo de trabajo, decidimos que nuestra mejor posibilidad era adquirir nosotros el equipo y montar un laboratorio que nos permitiera hacerlo. Todos estuvieron de acuerdo: los perros nos han dado mucha felicidad, y ahora tocaba invertir en una buena manera para devolverles al menos una parte.
Ya puestos a montar un chiringuito de esta entidad, quienes me conocen lo pueden imaginar 😉 , preferimos no quedarnos limitados a la medición de estas dos sustancias.
Nos hemos dotado también de recursos para medir decenas de parámetros importantes para conocer el bienestar de los perros, como la serotonina, la dopamina, la adrenalina, la noradrenalina… algunas cosas en saliva, otras en orina. También tenemos la posibilidad de medir en plasma diferentes sustancias, aunque de momento no consideramos necesario ni justificado tomar muestras de sangre para ninguno de los estudios proyectados, pero mejor tener una estructura de laboratorio demasiado grande, que demasiado pequeña. También mediremos cuando convenga como dato de apoyo el ritmo cardíaco a través de pulsómetros, al fin y al cabo cuando nos dijeron que era una medición insuficiente ya los teníamos comprados :-/
Por supuesto, como decía el tío Ben, un gran poder implica una gran responsabilidad y por ello este laboratorio de medición fisiológica del bienestar no es algo solo para EDUCAN, queremos que todo el mundo de la educación canina, de la investigación sobre perros en nuestro país y también quienes emplean a los perros tanto en diferentes labores de utilidad (asistencia, terapia, localización…) como deportivas (Agility, IPO, Disc Dog…) pueda acceder a la evaluación de aquellos parámetros que garanticen que su trabajo, además de eficaz, está contribuyendo a mejorar la calidad de vida de sus perros.
Aunque aún tardaremos unos meses en poder ofrecer servicios de medición a otras entidades, la posibilidad de hacerlo, sin búsqueda de beneficio económico alguno por nuestra parte, es una de las ideas que nos animaron en este proyecto, que puedo asegurar que está al servicio de todos aquellos que elijan el camino de la comprobación objetiva de su trabajo.
Elige el conocimiento.
Hazle frente al frentismo.
Comprueba, mide y colabora.
Podemos convertir el mundo profesional del perro en una empresa colaborativa. Hagámoslo.
¡¡Di que quieres una revolución!!
#laboratorioEDUCAN #descubrealosperros #EDUCANtodosabordo #EDUCANesEDUCAN #nadasepareceaEDUCAN #elÉXITOseaprende #bienvenidosalmundodelmañana #EDUCANdiquequieresunarevolución
Mi amiga Ana Sánchez Rabanal me ha entrevistado para el programa Sobre perros, que dirige junto a Salvi Melguizo. El tema fue uno de mis «más muy favoritos»: la importancia del olfato y la manera de incorporarlo como elemento de mejora de la calidad de vida y de acceso a la felicidad de los perros que conviven con nosotros.
Fue todo un placer, porque con Ana todo es cómodo y fácil.
¡¡Y por ahí hablo de nuestros amigos de Kireba!! Que han implementado trabajos de olfato como parte de sus protocolos de alojamiento para mejorar la experiencia de sus huéspedes caninos durante su llegada y estadía.
Mola ver que se sistematiza el uso de trabajos de este tipo
Me hizo mucha ilusión poder estar en su programa y les agradezco enormemente a Ana y Salvi esta invitación para hablar de lo único: los perros.
Aquí os dejo el enlace a la entrevista, por si os apetece escucharla 🙂 🙂 🙂
Mis amigos Aarón Sánchez y Luis Souto habían organizado un seminario interesantísimo en Zaragoza, donde ofrece sus servicios Factor Amigo, la empresa que dirige Aarón.
Traían a Kurt Kotrschal, un científico especializado en el estudio de la cognición de los lobos y los perros.
Pero pongámonos en situación Kurt Kotrschal, junto a Friedrike Range y Sofia Viranyi es fundador y director del Wolf Science Center. Para mí son el equipo más relevante del mundo en el conocimiento de la cognición comparada de lobos y perros, llevamos tiempo queriendo traer a alguno al Instituto Tecnológico EDUCAN pero no hemos encontrado fechas que nos coincidan a ambas partes.
Porque si existe algún área llena de lugares comunes en los profesionales del comportamiento canino es cuando se habla de lobos y perros, de su relación entre ellos, de sus parecidos, de sus equivalencias, de sus diferencias, de sus divergencias evolutivas y de cómo sus capacidades sociales influyen en su relación con las personas.
Las dos posturas de considerar a perros y lobos completamente iguales a nivel conductal o absolutamente diferentes son ambas profundamente equivocadas, acientíficas y únicamente basadas en prejuicios de uno u otro tipo. Esto es algo que ya mencioné en este post.
Ahora teníamos la posibilidad de que uno de las personas que más conocen en el mundo la realidad de lobos y perros, uno de los pocos científicos que los estudia de manera comparada nos limpiase de prejuicios, no sacase de los hooliganismos y los reduccionismos paletos. Comprueba en este enlace cuál es su enfoque de investigación y ¡¡flipa!!
Ahora nos iban a contar la verdad, con datos de hoy, no de hace un porrón de años, en qué se parecen y en qué se diferencian lobos y perros al relacionarse entre ellos ¡¡al relacionarse con nosotros!!
Una oportunidad que era como la posibilidad de contemplar una excepcional estatua de hielo: refrescante y transparente, pero sobre todo fugaz, pues es un equipo de investigación poco dado a salir de casa para impartir seminarios de este tipo.
Aarón y Luis lo habían logrado.
Ya comenté al impartir en Zaragoza mi seminario de diseño científico de técnicas de adiestramiento y educación canina que acudiría al seminario de Kurt Kotrschal, pese a que no tengo casi ningún fin de semana libre y pese a la envidia institucional que me daba Factor Amigo al adelantársenos en traer a uno de los más relevantes científicos en cognición comparada en cánidos. También les dije a todos los asistentes que hicieran todo lo posible por asistir, como bien recordarán.
¡¡Me encanta promocionar eventos de otras empresas en los que creo porque puedo ser mucho más entusiasta y radical que cuando es algún acto en el que EDUCAN obtendrá beneficios económicos!!
Aunque, eso sí, les he pedido que mantengan el descuento que tenemos en todas las actividades de EDUCAN para los miembros del Laboratorio de Ideas. 😉 😉
La semana pasada tuvieron una catástrofe organizativa en Zaragoza y se quedaron sin lugar para hacer el evento, así que Luis y Aarón empezaron una búsqueda de una nueva ubicación. Probablemente no lograsen después de lo sucedido ningún beneficio económico pero ¡cómo perder la ocasión!
Así que plantearon la posibilidad de hacerlo en Madrid para facilitar que acuda más gente y les ofrecí cederles nuestro centro de Brunete para realizar el evento y el apartamento que tenemos para alojar a nuestros ponentes para alojar a Kurt y a su esposa, era lo menos que podía hacer después de afirmar mi convicción de que debemos entender el mundo del perro como una empresa colaborativa y colectiva.
Además, reconozcámoslo, así lo puedo disfrutar sin viajar ni dejar de estar con mis perros 🙂 🙂
Por ello, organizado por Factor Amigo y Luis Souto, y en Madrid, Kurt Kotrschal estará en las instalaciones de EDUCAN los días 7 y 8 de Mayo, podremos compartir los conocimientos científicos más actuales, más avanzados y más ciertos sobre lobos, perros y personas. Con uno de los tres científicos de su área que considero más interesantes del mundo.
Podéis inscribiros a través del mail: formacion@factoramigo.com o del evento de Facebook.
Y si no puedes venir los organizadores han previsto la posibilidad de contratar el visionado posterior del video del seminario (¡ojo! no la asistencia en directo por streaming), si ni vienes ni contratas los video (y aunque vengas) te recomiendo leer las abundante publicaciones de este equipo increíble. Sin hacer alguna de estas cosas tus opiniones sobre las relaciones sociales de los lobos y de los perros, y sobre la trasferencia de estas a su comunicación social y afectiva con las personas serán muy parecidas a las mías sobre la selección de futbol. Y te aseguro que no querrías eso 🙁 🙁
Como EDUCAN no recibe ningún beneficio económico directo puedo ser asertivo al recomendarlo: Kurt Kotrschal (aparte de demasiadas consonantes seguidas en el apellido) tiene más de 200 publicaciones sobre este tema. Fue nombrado científico del año 2010 eme Autria y obtuvo el premio al mejor libro científico del año en 2012 ¿De verdad crees que vas a ver algún otro ponente que te aporte más en este tema? ¿De verdad crees que hay seminarios más relevantes? Yo no creo ninguna de las dos cosas y hago verdaderos esfuerzos para no alegrarme de que la mala suerte de los organizadores me permita tenerlo en casa, pedirle una entrevista y poder escucharle.
Es hora de dejar las ligerezas y las simplificaciones al hablar de perros y lobos, ya sean en uno u otro sentido, porque los adiestradores en esto a veces nos parecemos más a cuñados «enteraos» opinando en la sobremesa, con el palillo en la boca y la sonrisa de suficiencia, que profesionales cualificados.
Nada es lo que parece, nada es tan simple. Y si no me crees vente al seminario y luego me cuentas.
En esa obra maestra que es Futurama, el lema de la Universidad de Marte es El conocimiento produce miedo. Y, como suele decirse, es gracioso porque es verdad.
Pocos gremios muestran más temor ante las novedades, ante los cambios en el conocimiento, que el de los educadores caninos. Parece que cuando encuentran algo que funciona muchos entrenadores se aferran a ello y se niegan a pensar que existan o se descubran otras cosas que funcionen, ni mucho menos que funcionen mejor.
Pero la ciencia y la tecnología no van de ese palo: el conocimiento avanza, se redefine, lo que ayer parecía una verdad global hoy podríamos saber que es parte de algo más grande, los carromatos fueron un grandísimo avance, pero no eran absolutos ¡claro que funcionan! Pero hoy solo se usan en determinadas circunstancias en las que son la mejor o la única opción, para todas las demás tenemos coches, aviones, trenes…
Es imprescindible que los entrenadores y educadores tengamos claro que estamos en el neolítico de la tecnología del comportamiento canino. Lo que hemos logrado es monumental frente a lo que había hace unas décadas, pero es minúsculo frente a lo que se puede conseguir, a lo que se va a conseguir.
La tecnología del comportamiento canino está en su infancia, no en su madurez.
Cuando un entrenador dice que está todo inventado solo muestra su miedo ante la idea de que existan cosas más allá de las que conoce, comprende y maneja. Cuando un entrenador dice que está todo inventado lo que dice, en realidad, es que no está cualificado para enseñar.
Porque casi todo está por inventar, porque lo que sabemos no es la meta, sino la puerta que hemos abierto hacia lo que viene. Lo que ahora hacemos (y funciona) no debe ser un ancla para mantenernos quietos, sino un trampolín para saltar hacia lo que haremos mañana.
La ciencia nos está mostrando que los perros no son, no aprenden, como creíamos: tenemos que tomar estos nuevos conocimientos y usarlos para desarrollar nueva tecnología de entrenamiento y educación.
En mi nuevo libro plantearé varios protocolos innovadores, sistematizados y reproducibles para trabajar con los perros que se basan en estos conocimientos, protocolos de gestión emocional, relacionales…
Solo de entrenamiento aportaré tres protocolos diferentes:
- Uno para el adiestramiento para el manejo cotidiano y la convivencia, en el que el perro obtiene beneficios directos y se mejora su acceso a la felicidad por lograr integrarse en la vida cotidiana con los personas con quienes convive, basado en las capacidades cognitivas del perro, permitiendo que trabajar con quien se quiere sea suficiente refuerzo para mantener la eficacia del entrenamiento, y que es, con algunas actualizaciones, el que desde hace algo más de un año enseñamos en los cursos de adiestrador profesional de EDUCAN (junto al protocolo de gestión emocional). Pero la cosa no queda ahí.
- El segundo protocolo de trabajo, que nos ha costado muchos años de desarrollo, está referido al adiestramiento deportivo y de utilidad, donde el beneficio directo es para las personas, hemos diseñado un modelo de entrenamiento en el que damos el control del trabajo al perro. Basta de que el entrenamiento ético sea una graciosa concesión del entrenador, que puede retirarla cuando desee, con nuestra propuesta el perro puede decidir interrumpir el trabajo unilateralmente, sin que sea posible que el entrenador le obligue de ningún modo a continuar. Si les pedimos que hagan algo que nos beneficia a nosotros tenemos la obligación ética de asegurarnos que disfruta de lo que hace de manera saludable, sin maltrato, sí, pero también sin adicciones: a la pelota, al clicker o a ninguna otra forma de refuerzo. Hacer que el perro tenga no solo voz, sino voto de calidad sobre lo que hace, sobre lo que le pedimos que haga, es muy difícil para los entrenadores, acostumbrados, deseosos y habituados al control, pero es la única manera realmente justa de entrenar a un perro para algo que nos aporta beneficios a nosotros. La única manera de garantizar que disfruta de lo que hace y elige hacerlo es… que pueda elegir no hacerlo 😉 .
- Por último (referido al entrenamiento) el libro incluye los protocolos de entrenamiento que hemos diseñado para el entrenamiento de perros de asistencia, y cuyas líneas generales hemos presentado por primera vez en Buenos Aires este Enero de 2016, que tiene como pilares técnicos básicos (A) la capacidad del perro de empatizar con las personas y su deseo de ayudarlas, así como (B) la comprensión sobre sus acciones de ayuda y sobre (C) cómo puede modificar el entorno con su comportamiento. Esta óptica destierra por completo los peligrosos anacronismos de entrenamiento que, en mi opinión, son gran parte del motivo que lleva a que muchos perros de asistencia muestren niveles de estrés insalubres, así como pérdidas en su calidad de vida y posibilidad de acceder a la felicidad. Los asistentes a estos seminarios pudieron comprobar cómo los perros realizaban conductas con la única intención de ayudar a su guía, cómo abrían cajones por primera vez de manera completa y controlada cuando entendían y tenían por objetivo alcanzar lo que estaba dentro, cómo eran capaces de entender el concepto de avisar, haciéndolo con conductas diferentes e innovadoras según lo requiriese la situación y cómo adaptaban su manera de moverse y comportarse con su guía según actuase este, ofreciendo diferentes conductas adaptadas a sus circunstancias sin necesidad de ningún entrenamiento previo de dichas conductas. Crear compañeros que ayudan y no “herramientas” de ayuda. Eso en dos fines de semana.
Pero estas propuestas que haremos en mi próximo libro no son ni mucho menos un final, son nuestro aporte en este momento, hacen faltan más para que la tecnología del comportamiento canino avance y se desentumezca. Ese era el objetivo de Tu perro piensa y te quiere, ofrecer a los entrenadores los conocimientos actuales que les/nos permitirán desarrollar nuevas técnicas de trabajo. Incluso tuvimos un seminario para enseñar lo fácil que es hacerlo y hacerlo bien (que en breve imparto en solitario en Zaragoza, para Factor Amigo). Esa es la tarea colectiva: Inventemos, innovemos.
Y no hay que preocuparse de que se pongan nerviosos quienes se instalan en lo conocido y no quieren avanzar, porque es inevitable estar o bien entre quienes tienen miedo, o bien entre quienes lo provocan 😉 😉
Es frecuente que los entrenadores o quienes formamos a entrenadores cometamos un error discretamente triste y terrible, que es reducir la ilusión que les producen los perros a quienes contratan nuestros servicios profesionales.
Acudir a un entrenador para quien convive con un perro, tomar la decisión de aprender a entrenar perros para quien los ama, son experiencias que en la mayoría de los casos se inician con unas expectativas casi mágicas. Son actos cuyos primeros pasos están repletos de emocionalidad. Y eso es bueno.
Quienes llegan a nosotros nos entregan esa ilusión, que es muy frágil e inicialmente suele estar contaminada de lugares comunes y creencias equivocadas ¡si apartamos esas capas sin cuidado la romperemos! No es más profesional quien muestra asepsia e indiferencia al analizar lo que le sucede a un perro y al intervenir en su comportamiento, ni mucho menos quien parece disfrutar usando el conocimiento como una escoba para barrer esos pajaritos de la cabeza de sus clientes. Qué mezquino y qué lúgubre eran ese compañero y ese momento que nos hablaban sobre los reyes magos para mostrarnos a la vez su conocimiento y nuestra inmadurez.
A veces parece que tener conocimientos consistentes implica disfrutar viendo cómo se puede deshacer con palabras la magia que sentían quienes nos contratan. Disfrutar desarmando los argumentos que sostienen esa emoción especial que evocan los perros.
Y son esas actitudes las que mantienen vivos profesionalmente a los gurús que venden pseudociencia, energías inespecíficas y buenrollismo de saldo, porque no tienen nada de realidad pero atienden a la importancia emocional de la relación con los perros para la persona que les consulta, no la mejoran, porque ese no es su negocio, pero no la rompen, saben alimentarla pervirtiéndola y devorando el sentido crítico de quien confía en ellos para así engancharle a sus fórmulas falsas, pero fáciles, suaves y deseables.
La tecnología del comportamiento más meticulosa nada tiene que ver con la seriedad o la frialdad, con soltar un “eso es ansiedad por separación y esto es lo que tiene que hacer”, mientras alargamos una hoja impresa de pautas.
La ciencia es una herramienta para comprender e interactuar con la maravilla que es nuestra relación con los perros y así debemos trasmitir los conocimientos que de ella derivan, usándolos de manera amable para limpiar de errores y hacer más brillante la ilusión de quienes llegan a nosotros, nunca para romperla.
Es nuestra responsabilidad profesional aprender a ser cuidadosos y delicados, a que nuestros consejos, nuestras enseñanzas, nunca degraden algo tan excepcional como resulta el querer y ser querido por ¡¡un individuo de otra especie!!
Hay tres motivos para esto:
Primero estaremos dejando sin su única arma a los embaucadores, a esos vampiros que con discursos de sirena atraen a los confiados amantes de los perros hasta que naufragan en su superchería miserable
Segundo, nuestros clientes se fidelizarán y contratarán más servicios para descubrir y avanzar más en su relación con los perros. Esto es un valor cuantificable, hacer bien las cosas es rentable.
Pero, sobre todo, con la de pocas cosas que últimamente tenemos para ilusionarnos me parece un delito de lesa humanidad robarle ninguna de ellas a nadie. No tenemos derecho, en realidad nadie lo tiene.
Llevo desde los doce años en el mundo del perro y nunca había visto terminar un seminario con dos minutos seguidos de aplausos, con gente poniéndose de pie para aplaudir y necesitando que la organización «cortase» a los asistentes en su ovación para que el ponente llegue a tiempo a su avión.
Hasta ayer al terminar Ciencia de la Comunicación Canina con Juliane Kaminski.
Los seminarios de ciencia de base son exigentes para los alumnos, a los que se les pide recibir gran cantidad de información compleja en poco tiempo. Generar un espíritu crítico abandonando los posicionamientos simples para hacer el esfuerzo de avanzar en la comprensión profunda sobre cómo son, cómo aprenden y cómo se relacionan con nosotros los perros.
Siempre he confiado en que somos un sector profesional capaz de hacer este esfuerzo y de abandonar el simplismo cazurro que abanderan los peores de entre nosotros, el éxito de estos seminarios de ciencia de base, tanto de los que organizamos en el Instituto Tecnológico EDUCAN como de los organizados por colegas de la competencia, parece confirmar esta confianza.
Y es que este ha sido nuestro seminario más populoso, con más de ciento veinte alumnos de todo el mundo apuntados, número que sigue aumentando pues hasta el día veintiséis de este mes se puede contratar la opción, más económica, de ver los vídeos en diferido y hoy ya nos han llegado ocho solicitudes de amigos de asistentes. Cuando son los alumnos quienes hacen la labor comercial es porque la cosa les ha gustado.
Y no es para menos, os dejo algunas muestras de lo que fue el seminario, así además quienes están interesándose en verlo en diferido se pueden hacer una idea sobre lo que se encontrarán (si quieres informarte escribe a formacion@educan.es):
Los perros de manera innata ¡¡prefieren relacionarse con personas que con otros perros!! Nos ven como colaboradores más fiables y seguros que sus congéneres. Con otros perros tienden a establecer relaciones competitivas, con las personas tienden a establecerlas cooperativas.
Así que es nuestra responsabilidad no traicionar su confianza y basarnos en estas capacidades sociales al trabajar con ellos, para Juliane es empobrecedor y potencialmente lesivo para la salud social y afectiva del perro reducir el entrenamiento a un entrenador inmutable que se comunica con el perro única o principalmente a través de un clicker (la visión desde la óptica cognitiva del trabajo con clicker la reflejé detalladamente en este post).
Los perros podrían entender una sintaxis simple verbo-sujeto, si bien los experimentos actuales son demasiado acotados para afirmarlo 😮 😮
Muy importante es señalar que las investigaciones muestran claramente que, aunque todos los perros tienen una excelente capacidad para comunicarse y colaborar con nosotros, las razas de trabajo, como malinois o border collies, colaboran más y más eficazmente que otras.
También su morfología influye en cómo reciben la información, por ejemplo las razas braquicéfalas, o sea los perros «chatos», tienen mejor capacidad de aprender por observación visual, presumiblemente como consecuencia de que sus ojos se encuentra más frontales, menos laterales, que en el resto de los perros.
Estos conocimientos no implican discriminación entre razas, sino que nos permiten adecuar la formación a cada aprendiz para alcanzar el éxito. Un modelo educativo que no tenga en consideración las diferencias y trabaje de la misma manera con todos los perros (o personas) promoverá que algunos queden atrás en su aprendizaje y progreso. Conocer las diferentes capacidades, asumirlas, y diseñar la enseñanza de manera acorde permite igualdad de oportunidades de éxito.
Los perros sacan conclusiones sobre cómo es un desconocido según cómo le vean tratar a sus personas favoritas. Si alguien se porta mal contigo tu perro desconfiará de él.
Los perros ante las dificultades nos consultan y solicitan nuestra ayuda, una capacidad innata que no se encuentra en los lobos criados con personas.
Los perros tienen relaciones de dominancia sumisión más rígidas que las de los lobos (por favor, por favor, no debemos divulgar más la idea -fuera de todo conocimiento científico- de que en los perros no existe la dominancia, cada vez que alguien lo dice en el cielo de la ciencia un angelito pierde las alas). Pero eso no justifica ni valida en absoluto las ideas obsoletas sobre adiestramiento que justifican el maltrato, el abuso o las relaciones «militarizadas» entre personas y perros.
Se han demostrado niveles sencillos de empatía y teoría de la mente (la capacidad de pensar sobre lo que piensa otro) en perros, pero aún no se han podido comprobar los niveles más complejos, gran parte de las limitaciones de investigación en estas áreas vienen de la dificultad de diseñar experimentos para evaluarlas. Y para «vivir» la ciencia replicamos uno de los experimentos más sencillos que se han usado para medir la empatía.
Pero lo más importante es que este ha sido, es, un seminario transformador. Tengo la convicción de que ninguno de los asistentes salimos pensando las mismas cosas sobre los perros que cuando entramos. Y eso es revelador de su profundidad e importancia.
Esta vez no pude aguantarme, como en su anterior visita, e hice público contra su voluntad que Juliane no acepta cobrar por realizar estos seminarios, sino que pide que se entregue todo el dinero que recibiría a la investigación sobre cognición canina.
Por ello, y sabiendo que Juliane es una discretísima pero comprometida militante animalista (óptica que compartimos, el animalismo es muy relevante en el entrenamiento de animales), decidimos regalarle como agradecimiento por su generosidad el emocionante libro Sin palabras de Roger Olmos editado por la Fundación FAADA. Cuando se lo entregamos pasó una vergüenza horrible, pero después nos confirmó que le parecía maravilloso y que le había conmovido profundamente. Podéis saber más sobre Sin palabras en este enlace, os recomiendo ver el video. Pero vais a llorar, avisados estáis.
La Fundación FAADA, para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales es una entidad sin ánimo de lucro para la protección de los animales. Desde EDUCAN os recomendamos visitar su web, conocer su trabajo – en nuestra opinión necesario, divulgativo, comprometido e inteligente- y colaborar con ellos en la medida de lo posible.
«En esto consiste estar completo. Es horrible»
El pasado fin de semana EDUCAN patrocinó y prestó su estructura técnica para que todo el mundo pudiera acudir on-line y en directo a la presentación del libro “El amor no tiene edad” en castellano (Dogalia 2015) de Patricia MacConell y a la posterior charla para/con entrenadores.
Patricia tiene una de las visiones más amplias y profundas que se pueden encontrar en el mundo del perro, tanto por su doble condición de científica y entrenadora, como por su inteligencia, sentido del humor y experiencia.
Este fin de semana, además de todo lo prometido nos ofreció un regalo inesperado y muy necesario.
Rompió, e insistió en la necesidad de que rompamos, varias de las paredes de cristal que suponen el principal impedimento para que nuestra disciplina avance de manera colectiva.
Los entrenadores tendemos a unirnos por nuestro enfoque sobre cómo trabajar con perros y poco a poco vamos creando paredes de cristal que nos permiten ver lo que hacen otros compañeros, también en su jaula invisible, pero imposibilitan el contacto. Nos definimos y luchamos más fácilmente por lo que nos separa que por lo que tenemos en común. Mala cosa, muy mala cosa.
Así, encerrados sin demasiada consciencia de ello en nuestras campanas de cristal, empezamos a respirar una y otra vez el mismo aire, las mismas premisas, los mismos axiomas que a fuerza de repetición nos intoxican y se convierten en dogmas que, por científicos o éticos que fueran en su origen, nos envenenan y nos castran.
Porque ni en ciencia ni en ética exista nada más nocivo que dar la verdad por cerrada con lo ya conocido/creído y dejar de debatir de buena fe con quienes piensan de manera diferente. En entrenamiento, además, esta manera de actuar impide el avance de los resultados prácticos y se termina culpando de nuestras limitaciones a los propietarios, a los otros entrenadores o a… la televisión. Pero es el encierro mental endogámico y tristísimo el que causa la mayoría de nuestros fracasos y el que nos limita. Siempre y en todos los casos.
La semana pasada el sapientísimo Roger Abrantes dio un seminario en Madrid, cuando modeló con la correa a un cachorro inseguro para ayudarle a vencer su miedo, “forzándole” suavísimamente a moverse muchos de los asistentes se sintieron incómodos y violentados ¿Por qué?
Patricia contó que en una charla habló de corregir a un perro (de una manera amable, solo interponiendo su cuerpo) y varios de los entrenadores presentes, considerando que esto era inaceptable, se marcharon.
Y nos dijo: “que tengan buen viaje.”
Afirmó que uno de los problemas más graves que tenemos es que algunos entrenadores muestran actitudes sectarias, puso varios ejemplos, el primero de ellos, ilustrado por los dos ejemplos de Abrantes y de su charla, son los de quienes solo quieren usar reforzamiento positivo, y deshechan todas las demás herramientas, por respetuosas o eficaces que resulten, como la interposición de Patricia o el modelado de Abrantes, el BAT, el CAT, el trabajo de no tirar de la correa con arneses… que usan reforzamiento negativo, pero mejorando el estado emocional del perro.
También existen en los EE.UU. quienes piensan que sólo es válido un entrenamiento usando el clicker y el moldeado libre -pese al potencial estrés y sufrimiento que esta forma de trabajo puede suponer- la consideran la única ética/correcta. Siendo sospechoso ante ellos de mala praxis incluso el que emplea luring, algo sobre lo que hablé en este artículo.
Pero no atacaba el clicker, sino la actitud cerrada, porque tampoco está de acuerdo con algunos cognitivos de peso de los EE.UU. que consideran al clicker una herramienta del pasado que debe ser desterrada de un adiestramiento ético y moderno. Afirmó que lo usaba con sus perros, pero únicamente para enseñarle habilidades (el eufemismo con el que hemos traducido al castellano la palabra “tricks”, “trucos”, como si tuviera algo de malo), porque al no poder conseguirse de una vez el moldeado, pudiendo marcar el momento exacto de avance, es la mejor opción, pero que jamás se le ocurriría usarlo para un sentado o alguna otra acción que pueda conseguirse con más sencillez (justamente, por cierto, la misma postura que expuse y defendí en mi artículo “Click or think?” 😉 ).
Afirmó contundentemente también la necesidad de salir del discurso conductista radical, que es frecuente en el entrenamiento, incorporando los conocimientos de otras ciencias del comportamiento, como la etología (de la que procede ella misma), la neurología, la ciencia cognitiva… Pero sin descartar ni condenar a la hoguera a los buenos recursos técnicos que el conductismo nos aporta y que son necesarios, pero no suficientes, para la praxis ética y eficaz.
Incluso expuso la posibilidad de remitir a un cliente completamente “cerrado” a nuestra visión del entrenamiento a otros profesionales que tengan otra óptica diferente para que perro y persona puedan ser ayudados. Esto me pareció fantástico, generoso e inteligente: si alguien es incapaz de entender y asumir nuestra manera de entender la intervención en el comportamiento no tendrá adherencia a los tratamientos y no tiene sentido querer “convertirle”. Lo mejor será remitirle a un entrenador competente con el que pueda compartir su enfoque para que, finalmente, aunque no sea como nosotros consideremos mejor, perro y persona puedan ser ayudados y mejoren su convivencia. No se trata de nuestro karma, se trata de la vida de un perro.
Así de repente, solo con sus palabras, en la sala se iban derribando sin sonido ni violencia la barreras invisibles que demasiadas veces separan a positivos de tradicionales, a cognitivos de conductistas, a moldeadores de modeladores y luringeros…
Y solo fue quedando la idea de entrenadores, de educadores, que pese a sus diferentes orígenes y bagajes tenemos en común lo más importante: queremos ayudar a perros y personas a entenderse, a convivir.
Y se respiraba mejor.
«No seas mezquino: estoy preparada para la enormidad.
Sentémonos a su vera, uno a cada lado, admirando el fulgor»
NOTA: Ambas citas son de Ariel, de Sylvia Plath, en la edición bilingüe de Hiperión, maravillosamente traducida por Ramón Buenaventura. Ojalá Sylvia hubiera encontrado su Patricia MacConnell 🙁 🙁
Cuando mi editor y amigo Carlos Dangoor me dijo que iba a publicar en castellano el libro de Patricia McConnell El amor no tiene edad me dio una doble alegría.
En primer lugar por reparar la injusticia que supone que una de las entrenadoras y expertas en conducta canina más inteligente y divertida del panorama internacional tenga tan poco de su obra traducida y editada en castellano (es sencillamente genial cuando en Al otro extremo de la correa se ríe de la censura de lo políticamente correcto que impedía hablar de dominancia en determinados foros de adiestramiento en EEUU y que le lleva a acuñar el término “el concepto antes conocido como dominancia” para hablar de ello).
Pero sobre todo me alegró por el tema concreto de este libro: la adopción de perros adultos, algo que se hace crítico en los perros geriátricos, que no tienen nada fácil vivir relajadamente sus últimos años disfrutando de un hogar y haciendo disfrutar a una familia con su compañía.
Patricia McConnell plantea, con razón y buen criterio, que parte del problema en la adopción de perros adultos es la falta de información. La gran mayoría de la literatura canina habla de cómo traer un cachorro a casa, cómo educarle y hacerle un compañero sociable y divertido. Pero no hay prácticamente nada escrito sobre hacerlo lo mismo cuando adoptamos un adulto.
Quienes se interesan (nos interesamos) por la conducta y bienestar de los perros muchas veces olvidan (olvidamos) enfocar sus publicaciones en las necesidades de los perros adultos al incorporarse a un nuevo hogar sin las ventajas de que sus pises y cacas sean minúsculos o del encanto de unos grandes ojos de cachorro, diseñados evolutivamente para atrapar nuestro corazón.
Los perros adultos y ancianos están apartados del discurso técnico sobre cómo empezar bien nuestra relación con un perro. Han quedado a un lado y debemos reincorporarlos, enfocarnos en ellos.
El libro que publica Dogalia trata exactamente de esto, de cómo hacer lo mismo que nos han explicado una y mil veces cuando el cachorro llega al hogar, pero cuando adoptamos un perro adulto.
Y es algo necesario, no solo para promover y facilitar las adopciones de estos perros, sino para que los profesionales nos dotemos de conocimientos específicos para trabajar con ellos en caso de surgir problemas, para saber cómo colaborar con lo que es justo: que los perros mayores puedan tener un hogar y acceso a la felicidad.
Una de mis convicciones más profundas es que todos los que convivimos con perros, pero especialmente los profesionales (veterinarios, educadores…), tenemos una deuda de responsabilidad mal pagada con los perros ancianos. Este libro nos aporta recursos para empezar a equilibrar las cosas, por eso es tan valioso: porque es un instrumento técnico para hacer justicia.
En Dogalia y EDUCAN pensamos que esta es una ocasión lo bastante especial como para que todos los amantes de los perros del mundo hispano la convirtamos en una fiesta y la celebremos juntos.
Por eso Patricia viene a Madrid los días 19 y 20 de Septiembre. Y podrás verla estés donde estés: viniendo al hotel Barceló Castellana Norte de Madrid o desde tu casa, en cualquier lugar del mundo, a través de streaming.
El día 19 de septiembre a las 18´00 presentará este libro en castellano (pincha en el texto anterior para apuntarte), acudir a esta presentación es completamente gratuito, porque la mejor para hablarnos de su contenido y de sus objetivos es su autora.
El día 20 de septiembre de 10´30 a 12´30 ofrecerá una charla informal para entrenadores y aficionados a los perros (pincha en el texto anterior para apuntarte) traducida, asistida y acompañada por Luis Souto, que ha sido el traductor del libro, lo que es garantía de trabajo minucioso, preciso y de calidad. Esta sí es de pago, y tendremos, en vivo o a través de Internet, la oportunidad de consultar a una de las especialistas en comportamiento canino de formación más consistente y trayectoria más dilatada.
Para la asistencia presencial a este coloquio con Patricia McConnell (menos económico que el streaming) los miembros del Laboratorio de ideas EDUCAN tendrán su habitual descuento del 10% y, por supuesto, los Delegados de EDUCAN y los Entrenadores Asociados a EDUCAN en todo el mundo tienen la asistencia gratuita por streaming a esta charla y un súper descuento si prefieren la asistencia presencial.
Acompáñanos, merecerá la pena.
Quienes trabajamos en lo que nos gusta con frecuencia, y por diferentes motivos, olvidamos lo afortunados que somos y debemos hacer el esfuerzo de recordarlo, de recordárnoslo.
Sin embargo, en otros casos todo encaja de tal manera que la consciencia de esta condición privilegiada llega involuntaria y torrencialmente.
Así ha sucedido durante mi visita a Lima para impartir los seminarios EDUCAN de Introducción al Adiestramiento Cognitivo-Emocional y de Gestión Emocional para la mejora de problemas del comportamiento, invitados por All Q Perú.
Y eso que llegábamos preocupados, porque Ángel y Gisella, cuerpo y alma de All Q Perú se veían obligados a permanecer en España durante los seminarios por el trabajo de Ángel, que es bombero y con los incendios de este verano ígneo sólo pudo conseguir permiso para estar con nosotros el día de la inauguración, teniendo que volver en menos de veinticuatro horas a España. Pero Martha, la hermana de Gisella, llevo adelante la organización fantásticamente, multiplicándose, sonriendo, estando siempre atenta y siempre ahí. Un lujo conocerte y trabajar contigo Martha 🙂 🙂
Y gracias, Ángel y Gisella, por vuestra confianza y vuestro trabajo. Gracias especiales Ángel por el esfuerzo del viaje relámpago para abrir los seminarios, darse esa paliza para estar un solo día es algo que no debe olvidarse.
En esta ocasión se han combinado un país absolutamente acogedor, una gastronomía impresionante y alumnos implicados, divertidos y muy entusiastas, llevando a que todo encajara de manera que disfrutar de Perú fuera un continuo, sin altibajos emocionales entre el tiempo de trabajo y el de ocio. Es mejor que algo perfecto: es algo lleno de maravilla, ¿irrepetible? Hummm, espero que no 😉
Los casi cuarenta asistentes tenían perfiles muy diferentes: agilitistas, profesionales de la educación (canina y humana), psicólogos, unidades cinófilas de diferentes cuerpos del estado… y venían de muchos sitios: Colombia, Chile y Brasil, además de diferentes puntos del Perú. Desde gente muy joven, hasta el fundador de la sección canina del Serenazgo en 1961 (eso sí es pedigree). Gente con buen conocimiento del trabajo C-E y otros que tenían su primer contacto.
En ocasiones, esta diversidad puede llevar a que las preguntas e intereses de cada alumno sean demasiado particularizados y no ayuden al avance del grupo. Pero no ha sido así, todo el mundo ha mantenido la visión global y los ejemplos y consultas más especializados han resultado ilustrativos de los conceptos generales en todo momento. Esto es mérito de los asistentes, no me cansaré de hablar bien del grupo de alumnos, que han sabido enfocarse en lo importante en lugar de buscar “trucos” o técnicas para mejorar algún aspecto del entrenamiento de un perro en concreto. Por supuesto hubo consultas de este tipo, es bueno que las haya, pero en los momentos en los que no se estaba haciendo la clase.
Esta era la segunda ocasión, tras nuestra visita a Buenos Aires en Enero de este año, en la que entregábamos los CIEs (Carnets Internacionales EDUCAN), con los que acreditamos la formación en Adiestramiento Cognitivo-Emocional de nuestros alumnos, evitando picarescas que ya han empezado a surgir con el éxito a nivel mundial del enfoque Cognitivo-Emocional y la consecuente demanda de profesionales que lo apliquen. La entrega de los diplomas y carnets se convirtió en una fiesta, que después prolongamos en una cena espectacular en la que pude disfrutar de la compañía de los asistentes de manera relajada y donde nos divertimos mucho (supongo que los “chilcanos” debieron ayudar ;-).
Aprovecho para recordar que la próxima ocasión para certificarse o ampliar la certificación como entrenadores Cognitivo-Emocionales con EDUCAN Internacional será en Enero de 2016 en Buenos Aires, donde esperamos repetir la magia del año anterior. Por cierto, que están casi agotadas las plazas para nuestro curso avanzado, que exige haber hecho antes el Curso de Adiestrador Profesional y Técnico en Modificación del Comportamiento COGNITIVO EMOCIONAL, o sea que quienes se están apuntando antes son quienes ya han hecho formación previa con nosotros. Por algo será 😉
Aunque he disfrutado conociendo a todos los asistentes a esta perfecta visita a Lima, quiero agradecer particularmente:
A Meche y Sergio (argentino “adoptado” por el Perú, que me ha guiado en la senda de los postres peruanos extracalóricos) por todas las facilidades y ayudas para la organización, promoción y realización de este curso, además de por las fotografías y por las risas. Buena onda 🙂
A mi amigo Richard Jiménez, de Huancayo, el primer peruano que, hace muchos años ya, se cualificó con nosotros como entrenador Cognitivo-Emocional y ha sido pionero del sistema en su país. Gracias por la confianza, gracias por la persistencia.
A Gabriel y Mariela de Bogotá, Colombia, cuya empresa El Parche Canino (“parche” es un coloquialismo de “grupo de amigos”, la traducción en España sería “La panda canina”) está reinventando el cuidado y la atención a los perros. Un trabajo impresionante y en la línea de los mejores del mundo en el sector ¡Felicidades!
Desde Chile, desde mi querido y añorado Santiago de Chile, al que espero y deseo volver pronto, a los divertidísimos Paola y Bruno. Este un país muy especial para mí, fue el primero de Hispanoamérica en interesarse por nuestra propuesta de trabajo y tengo amigos muy queridos allá, a los que ahora se suman Paola y Bruno.
También cruzaron fronteras Fátima y Cris de Sao Paulo, que me encantaron por combinar un acercamiento muy técnico y actual al entrenamiento con una naturalidad y fluidez en la comunicación y en el trato que hicieron muy fácil comunicar los conceptos, analizarlos y debatir sobre ellos, con muchas consistencia, pero con muchas risas también. Creo que son, que sois, una muestra perfecta del perfil de los entrenadores de éxito del futuro. Hacen falta más como vosotras.
Desde Brasil también, desde Rio de Janeiro en su caso, a mi amigo Pedro Mack, formado en trabajo Cognitivo-Emocional en España y al que por error le dimos el carnet de EDUCAN Trainer, cuando le correspondía el de EDUCAN Coach ¡el nivel más alto de Formación que hay actualmente en Hispanoamérica! Y que hasta ahora solo tenía una persona: Eliana González, de Pet´s Pro, en Medellín, Colombia. Pedro Mack está realizando una impresionante labor de promoción del Adiestramiento Cognitivo-Emocional en su país, algo que le agradezco desde aquí.
Debería mencionar a todos: a Jorge, que me ayudó con el Pisco (y a aumentar mi estatura), a Luis, que consiguió traer vivo a su “puma” particular, mereciendo su “atado”, a Hernán, que lleva tiempo siguiendo nuestros seminarios on-line, a Jimmy, a Ruth… Pero es imposible en el espacio de un solo post. Perdonad que os agrupe para daros las gracias por las risas y las facilidades de trabajo, por el clima de confianza… por esta experiencia compartida.
Deseo volver al Perú, reencontrarles a tod@s, y no repetir, sino mejorar esta primera experiencia maravillosa.
Normalmente cuando un post tiene por título una pregunta es porque el autor va a exponer su respuesta a continuación. Este no es el caso, la del título es una pregunta sincera que planteo para que la respondan los lectores que tengan los datos y la gentileza para hacerlo.
Explicaré el motivo de esta consulta.
En varias ocasiones he mencionado que no he encontrado una definición operativa y funcional que pueda aplicarse de manera imparcial para evaluar si una determinada técnica, protocolo o práctica profesional es o no es adiestramiento en positivo.
Esto implicaría que no hay manera de saber objetivamente si alguien lleva a cabo adiestramiento en positivo o no lo hace, por lo que el término no podría usarse para saber qué tipo de prácticas lleva a cabo un entrenador.
En un trabajo de colaboración entre EDUCAN y colegas de EE.UU. ha surgido de manera lateral este tema (estamos trabajando sobre el maltrato, cómo definirlo y evaluarlo de manera objetiva) y les he trasmitido mi impresión. Pero como este proyecto puede tener una gran repercusión, también les he comentado que es muy probable que, aunque yo no las conozca, sí exista/n una o varias definiciones claras sobre qué es adiestramiento en positivo, con normas detalladas para saber qué prácticas de trabajo entran dentro del concepto y cuáles no.
Por eso quería pediros a tod@s los lectores que, si sabéis de alguna definición funcional y operativa que permita evaluar de manera objetiva y no subjetiva qué es adiestramiento en positivo y qué no lo es, me la enviéis como respuesta a este post, para revisarla y comprobar si cumple los parámetros que menciono. Esto es importante porque tengo que determinar si el término adiestramiento en positivo tiene o no cabida en un texto técnico sobre evaluación objetiva del maltrato en el entrenamiento, lo que no depende de simpatías o antipatías, sino de la existencia de que se pueda comprobar objetivamente cuándo un adiestramiento pertenece a la categoría adiestramiento en positivo y cuándo no pertenece.
Como sé que tengo un sesgo negativo hacia las ideas radicalmente conductistas que podría influir en mi evaluación de alguno de los conceptos que me enviéis, he pedido la colaboración de mi amigo Eduardo Polín, entrenador, psicólogo e investigador especializado en Análisis Experimental del Comportamiento, para que revise conmigo tanto vuestras propuestas, como mis respuestas. Así aseguramos que todas las ópticas científicas de entrenamiento están representadas en el proceso y generamos un proceso de revisión más sólido.
En este caso, puesto que os estoy pidiendo ayuda, prometo contestar (aunque no de inmediato) a todas y cada una las propuestas que se envíen con un análisis detallado sobre su validez operativa para el objetivo que buscamos.
La definición que enviéis no tiene que ser vuestra: enlaces a páginas o textos serán bienvenidos también, sí os pongo una única condición, si los textos son en otro idioma diferente al castellano tendréis que enviar una traducción y haremos la revisión sobre dicha traducción, esto es porque no puedo asegurar que sepa captar todos los matices de un texto en otro idioma y el análisis posterior podría no hacerle justicia.
En fin, que os agradeceré enormemente tanto que enviéis definiciones, como que divulguéis este post para que podamos contar con la mayor cantidad posible de compañeros para ver si encontramos una definición técnica que sea válida para adiestramiento en positivo.
Muchísimas gracias 🙂 🙂 🙂
Me dice mi webmáster que las entradas apoyadas por vídeos y fotos ahora son lo más cool en blogs. Puesto que mi webmáster es como la Sarah Jessica Parker de la red y yo soy un e-fashion victim total, voy a probar el formato que me recomienda y ¡a ver qué os parece!
Para superar mi antipatía a salir en fotos y videos escribiré sobre un tema práctico 100%, que puede ilustrarse bien usándolos: cómo mejorar fácilmente la sujeción y la entrega del apport, un ejercicio muy relevante en múltiples disciplinas.
No me suele gustar como se trabajan los apports, porque se tiende a caer en uno de dos problemas:
- El primero: Trabajar la sujeción del apport premiando al perro cuando no mordisquea y corrigiéndole cuando lo hace (algunos castigan por mordisquear, pero aquí me refiero a trabajos razonables). Este trabajo tiene un sesgo del peor conductismo, el que aporta toda la información correcto/incorrecto desde fuera del perro.
- El segundo: Enseñarle al perro el concepto de traer y soltar, no dándole demasiada importancia a la forma al principio e intentando mejorarla luego a través de buscar un estado emocional adecuado en el perro para que se estabilice. Esta manera de entrenar cae en el sesgo contrario, el de la cognición baratuna que considera que cuando el perro conoce el concepto “gordo” del trabajo el resto llegará solo. Y sujetar de manera estable y firme no es una consecuencia de saber traer, ni mucho menos.
Ambas procedimientos dejan demasiado en manos del talento y disposición del perro que sujete y entregue el apport de la mejor manera posible, pero sujetar correctamente un apport no es algo natural ni fácil y debemos construirlo a través de ejercicios propedéuticos (preparatorios), transfiriendo después lo aprendido al apport de concurso.
Sujetar el apport en la boca debe ser enseñado construyendo previamente (1) la propiocepción del ejercicio, (2) el control cognitivo de la situación y (3) el autocontrol emocional del perro. Esto se puede conseguir trabajando con botellas de plástico con agua, que facilitarán muchísimo el proceso de enseñar a un perro cómo equilibrar y sujetar el apport de manera consciente, voluntaria y proactiva.
¿Por qué? Muy sencillo, las botellas de agua nos permiten jugar con varios parámetros:
- Centro de gravedad inestable: La principal ventaja, la que no podemos encontrar usando otro tipo de material (aunque yo a veces hago el trabajo con botellas llenas de arena o arroz), es que la botellas de agua pueden llenarse parcialmente, esto es extraordinario para entrenar la propiocepción porque hace que el perro deba equilibrar la masa inestable de agua que se mueve dentro para evitar que la botella cambie su centro de gravedad en cuanto el perro la incline ligeramente. No hay nada mejor para entrenar la propiocepción referida a equilibrar un peso en la boca. Los apports oficiales de muchas disciplinas, muy equilibrados en su forma y distribución de peso, no permiten enseñar un equilibrio fino, pues hacen falta niveles muy altos de incorrección para que el perro note que se desnivelan. Esto “castra” su autoevaluación fina y empeora la consciencia del perro del ejercicio.
- Forma y material: La forma más o menos cilíndrica de las botellas, unida a su material plástico, resulta óptima para que el perro tenga que sujetar con firmeza, pues si lo hace de manera suave resbalará y si lo hace excesivamente fuerte se deformará (es un error confundir sujetar con firmeza con morder muy fuerte). Además, podemos variar la forma de las botellas aplastándolas parcialmente para que el perro tenga que reacomodar su manera de sostenerla. Con este trabajo mejoramos el control cognitivo del perro sobre lo que está haciendo, pues debe aplicar la presión justa y buscar la manera de mantenerlas en la boca. También mejoramos su autocontrol emocional, pues al trabajar con botellas aplastadas veremos que quedan “crujientes” y el perro debe aguantar la tentación de jugar con ellas (si lo hace y están parcialmente llenas se le desequilibrarán).
- Tamaño y peso: Hay botellas de agua de muchos tamaños, y no será difícil combinar la variación de tamaño con el aumento de peso hasta que aprenda a tener control sobre el peso que finalmente tendrá el apport oficial. Acomodar, sostener y equilibrar diferentes pesos en la boca también es un entrenamiento propioceptivo en el que el perro puede autoevaluar su eficacia y ajustar su comportamiento, mejorándolo prácticamente sin necesidad de feedback externo.
Con respecto al peso, señalar que si trabajas con pesos inferiores al kilogramo en perros a partir de dieciocho/veinte kilos no es problema que, mientras sujetan la botella, se posicionen enfrente nuestro o a nuestro lado (en posición base), pero cuando pasas del kilo es mejor trabajar con el perro exclusiva o principalmente delante nuestro, pues no tenderá a girar el cuello para mirarnos con un peso elevado, lo que puede dificultar el ejercicio y resultar físicamente incómodo para él.
Otra ventaja de trabajar con botellas, es que, según le cueste al perro equilibrarlas, sostenerlas o no mordisquearlas, tendremos evaluadores muy claros de cuáles son los puntos débiles de nuestro alumno y será muy sencillo ajustar el trabajo para mejorarlos antes de transferir lo aprendido al apport oficial.
Después de trabajar con botellas el perro encontrará el apport mucho más sencillo de manejar y equilibrar, lo que le dará un plus de seguridad emocional y asertividad en la conducta. La transferencia es inmediata y en lugar de generar incertidumbre con el cambio veremos que el perro se siente más seguro y cómodo.
Las sueltas también se ven beneficiadas, pues el perro no puede anticiparse o restar firmeza a su mordida justo antes de soltar: un apport quedará en su boca aunque esto suceda, una botella de plástico no. Sujetarla exige control, firmeza y equilibrio hasta el mismo instante en que nos la entrega. Así pues, las botellas evitarán dudas, mordisqueos y bocas que se abren o aflojan justo antes de entregar, pero sin que sea un objeto que el perro no quiera soltar, sino uno que estará encantado de intercambiar por su juguete, por lo que la velocidad y claridad de la suelta también mejoran.
Pero ojo, las botellas de plástico con agua son óptimas para entrenar al perro a sujetar, equilibrar y entregar el apport, sin embargo no son adecuadas para trabajar la velocidad al ir a buscarlo, recogerlo y acudir al guía: al ser una carga inestable el perro será más cuidadoso para transportarla, lo que le ralentizará. Además no puede cogerla metiendo la boca por debajo, como una pala, un patrón motor que optimiza la recogida, pues la zona donde emboca no está en el aire, como en los apports, lo que dará una recogida desde arriba, que resulta torpe, lenta y que tiene mala transferencia al ejercicio final. Para que el perro aprenda a ir y volver con velocidad y a recoger el apport por debajo existen otros ejercicios propedéuticos, pero eso sería tema de otro post.
La eficacia de las botellas es impresionante y trabajar con ellas muy sencillo y natural (al menos si hacéis trabajo C-E 😉 ), como intento mostrar en los siguiente vídeos con mi perra Zedida de la Serralada, Cata para los amigos. Os aseguro que si las incorporáis a vuestros entrenamientos no volveréis a trabajar sin ellas. Un material más accesible, fácil y barato imposible.
Mencionar que aunque en las fotografías y vídeos aparece más la botella dos litros es porque la hemos usado ilustrar todos los casos posibles (pesada, aplastada, centro de gravedad extremadamente inestable…), pero la base del trabajo la he construido con botellas pequeñas, de entre 250 y 500 cl, que favorecen una abertura de boca más natural. Las botellas grandes son relevantes, pero usadas en un porcentaje menor (sí, en ESE porcentaje).
En el mundo de la educación y gestión del comportamiento canino existe una cierta resistencia hacia la teoría. Puesto que la nuestra es –y debe seguir siendo- una disciplina práctica, parece que un poco de teoría está bien, pero que mucha no tiene demasiada utilidad. Parece mejor tener en la cabeza un buen resumen o una buena frase que transmita la idea general sobre la teoría que estudiarla y conocerla en profundidad.
Estoy en desacuerdo con esta idea, creo que hay motivos de peso para que quienes trabajamos con el comportamiento de los animales mantengamos un estudio constante, actualizado y consistente sobre sus bases teóricas.
En primer lugar cuando se intentan simplificar excesivamente conocimientos científicos amplios se termina por desvirtuar y distorsionar su sentido, dándoles un carácter mucho más absoluto y radical del que realmente tienen. Por eso hay tanto hooligan canino que agarra algún dato científico aislado para que le sirva como cachiporra frente a los que no piensan como él.
Puede ser necesario resumir, sinoptizar o poner ejemplos metafóricos para entender o explicar determinadas ideas, pero si empezamos a convertir estas metáforas, comparaciones y simplificaciones en nuestra única manera de estudiar o comunicar hemos entrado de lleno en el terreno de la pseudociencia, donde, como todo se parece a algo (que diría Ferrant), y todo puede explicarse como mejor convenga, al final todo vale. Que es lo mismo que decir que nada vale. La ciencia es delicada, por buena que sea si se maneja de manera imprudente o errónea deja de ser ciencia.
Además la teoría es necesaria para que se hagan cambios revolucionarios, algo que es imposible desde un enfoque exclusivamente práctico.
En todas las disciplinas -y el entrenamiento y educación canina no es una excepción- la teoría aporta las revoluciones, los cambios radicales, el avance rupturista, mientras que la práctica nos trae las reformas, la mejora progresiva de lo que ya se conoce, el afinado y ajuste sobre lo que se está haciendo en un proceso de avance continuo.
Una práctica eficaz es incompatible con los enfoques completamente novedosos, porque nadie que sea experto en un trabajo y obtenga buenos resultados estará dispuesto a arriesgarlo todo, a perderlo todo inicialmente, para probar algo que nunca se ha hecho antes y, por novedoso, algo en lo que le resultará imposible mantener su nivel de destreza. Desde la práctica eficaz no se pueden hacer revoluciones radicales en la manera de trabajar, esto es un hecho, no una opinión.
Si quieres ajustar un pequeño problema, si quieres avanzar un paso más en lo que haces, ser más preciso, acude a las enseñanzas de la práctica. Pero si quieres cambiarlo todo por completo, si quieres reinventar tu campo de trabajo, necesitas la teoría.
Sin teoría no existe revolución alguna en ningún campo, tampoco en el nuestro.
¿De verdad queremos quedarnos puliendo las herramientas que ya tenemos para siempre? Yo espero, deseo, que dentro de veinte años la tecnología actual del comportamiento esté tan desfasada como la tecnología de un coche de igual antigüedad. Ojo, que esto no implica que dicho coche sea malo o ineficaz, puede ser excelente, pero sin duda estará tecnológicamente obsoleto.
Citaré una última razón por la que el estudio de la teoría me parece importante, una razón que tiene que ver con tomar perspectiva sobre nuestra profesión y con la ética.
Los especialistas de la educación y la gestión del comportamiento canino tendemos a preferir que nos expliquen técnicas que obtengan resultados más que los conceptos sobre los que esas técnicas se diseñan.
Esto crea un problema, cuando las técnicas fallan no sabemos qué hacer, sabemos pilotar el comportamiento, pero no conocemos su mecánica interna. Mala cosa, puesto que los “mecánicos” del comportamiento canino somos nosotros. En los coches (sí, es una metáfora, no se trata de desterrarlas, sino de dosificarlas) después del piloto, está el mecánico, que conoce cómo funciona el motor, pero no hay nadie detrás nuestro que pueda arreglar las cosas si nosotros fallamos: los científicos que nos proveen de conocimientos no están preparados para convertir sus descubrimientos en aplicaciones prácticas. Antes que pilotos del comportamiento debemos vernos como mecánicos del comportamiento, porque si no entendemos el funcionamiento del motor dejamos una brecha entre la ciencia de base y el entrenamiento de animales y la gestión de su comportamiento. Es como si en fórmula 1 solo hubiera pilotos e ingenieros, sin mecánicos que enlacen ambas cosas para una práctica de calidad.
Si los entrenadores no asumimos esta necesidad de formarnos para comprender la mecánica del comportamiento estamos faltando a nuestros deberes profesionales y dejando sin asistencia de calidad a los perros cuando muestren cualquier problema que vaya más allá de aplicar una fórmula de solución porque… ¿qué tiene más sentido, que conozcamos unas técnicas para solucionar la ansiedad por separación o que sepamos cómo funciona la ansiedad y cómo podemos mejorar su gestión y prevenir su aparición en cualquier circunstancia? Porque si atendemos a muchos textos formativos la ansiedad en los perros solo parece ser un problema, solo se diagnostica y se trata, cuando esta relacionada con la separación ¿Y que hacemos cuándo un perro sufre problemas de ansiedad por otras causas? ¿Cómo evaluarlo fiablemente? ¿Cómo tratarlo y comprobar su mejoría?
La teoría de calidad es la que nos dará la herramientas de análisis e intervención sobre el comportamiento que nos permita entender y ayudar a todos los perros con problemas. Sin conocimientos teóricos nos tendremos que limitar a aplicar fórmulas de diagnosis y pautas de tratamiento cuyo funcionamiento real no comprendemos, que tienen un ámbito limitado y que son un verdadero “aserejé” para muchos de los profesionales que llevan años usándolas, una forma de ejercer la profesión que no solo es éticamente dudosa, sino que deja sin atención de calidad a todos los perros que no cuadran claramente con nuestras plantillas de trabajo.
Por supuesto, la teoría no es más importante que la práctica ni la sustituye, pero la complementa de manera necesaria para un ejercicio profesional correcto. No creo que nadie se plantee que en su coche solo dos de las ruedas son necesarias para circular, aunque esta metáfora quizá distorsione el sentido real de este post ¿o no? 😉
Referido a animales no humanos, el antropomorfismo implica interpretar alguna conducta de un animal no humano de manera equivalente a cómo la interpretaríamos en una persona, en lugar de hacerlo de manera que se corresponda con su etología.
El antropomorfismo es un sesgo, es decir, una desviación en el análisis de lo que percibimos que nos aleja de la conclusión o actuación correcta. Los sesgos son chungos cuando estudiamos o entrenamos a un perro porque nos sacan de la buena ciencia.
Pero cuando el antropomorfismo se explica de manera parcial, interesada y tramposa también supone un peligro. Y, por desgracia, es algo muy frecuente en el mundo del perro.
Siempre que doy clase a entrenadores, ya sean expertos o estén iniciando su formación, les hago la misma pregunta:
«¿Habéis oído hablar del antropomorfismo y de sus peligros?»
Y siempre me responden afirmativamente, se les ha insistido en que el antropomorfismo es un abismo que se encuentra a uno de los lados de la carretera de la ciencia y que deben evitarlo a toda costa para no despeñarse.
Todos los entrenadores que he conocido han recibido una y otra vez este mensaje. Consecuentemente se preocupan mucho de conducirse de manera lo más alejada posible de ese temible peligro.
Pero les han hecho trampa.
Porque lo siguiente que les pregunto es si conocen el sesgo contrario, el que te hace caer por el otro lado de la carretera.
Y nunca les han hablado de él. Ninguno de los entrenadores a los que les he preguntado conocían cuál era el sesgo opuesto al antropomorfismo. Eso es mala praxis formativa.
El sesgo contrario al antropomorfismo es el sesgo de objetualización, que implica interpretar las conductas de un perro (u otro ANH) de manera equivalente a como interpretaríamos las acciones de un objeto. La objetualización causa una desviación de la calidad del análisis de la conducta de los perros mucho mayor que la derivada del antropomorfismo.
Porque es bastante evidente que los perros -mamíferos sociales, emocionales y comunicativos- son bastante más parecidos a las personas que a los microondas. Y que la interpretación correcta de sus motivaciones y de sus acciones están más alejadas del conocimiento de las funciones de cada tecla del microondas y de la manera correcta de programarlo, que de las equivalencias con las motivaciones y acciones de otro mamífero social, emocional y comunicativo.
Cuando alguien informa enfáticamente sobre el peligro en un lado de la carretera y omite decir que al otro lado acecha un abismo aún más peligroso está actuando negligentemente, bien por ignorancia, bien por mala fe, y quien confíe en esta información parcial terminará despeñándose por el lado que pensaba seguro.
Porque las medias verdades son las peores mentiras.
Para estudiar y entrenar a los perros sin soltar la mano de la ciencia es muy importante conocer ambos sesgos, antromorfizar y objetualizar. Cuando nos informan solo de uno nos empujan hacia el otro, provocando que caigamos en el sesgo contrario al que conocemos. En muchas ocasiones esto se hace con plena intencionalidad.
Demasiada gente está aprovechando el fantasma de la antropomorfización, sacudiendo su esqueleto como una amenaza, para conseguir que cada vez más entrenadores objetualicen a los perros, los cosifiquen y vean su entrenamiento y la convivencia con ellos como la programación de un complejo electrodoméstico, que funcionará eficazmente conociendo y pulsando la secuencia de botones adecuada.
Los perros no funcionan así. Porque los perros son sujetos y no objetos.
Por eso, aunque hay que evitar ambos sesgos, tengo claro en cuál de ellos preferiría incurrir ¿Y tú? ¿En qué lado de la carretera te sientes más cómodo y seguro cuando llegan las curvas?
Muchos seminarios y ponentes son interesantes, sin embargo todos sabemos que existen ocasiones especiales en el mundo del perro.
A veces el motivo es que el ponente resulta ser excepcionalmente didáctico, generoso o sabio. Su efecto es inmediato: se nos ensancha el corazón y despierta partes dormidas de nuestro cerebro. Nos hacemos mejores.
En otras ocasiones sucede porque nos ofrece una visión global que cambia nuestra manera de entender el entrenamiento, en lugar de técnicas específicas para aplicar en momentos determinados. Cuando se da esta condición se genera una lucha revolucionaria en nuestro interior, porque empezamos a ver todo con ojos nuevos y las nuevas explicaciones compiten con las que teníamos, hasta que salimos renovados. Renacemos como entrenadores.
Estas dos condiciones se dieron en el seminario de El perro social de Juliane Kaminski.
Pero hay una tercera condición que puede hacer muy especial una ponencia, para mí la más emocionante de las tres: cuando se ofrecen conocimientos que cambian lo que sabíamos de los perros como especie, porque inevitablemente cambiarán, determinándolo, el paradigma de inferencias que usaremos para entenderles y explicar sus acciones.
Aquí el cambio es más lento. Contrariamente a las otras dos condiciones, suele suceder que no somos conscientes de cómo nos moldean estos nuevos conocimientos. Al principio muchos dicen, “esto en realidad no influye en nada de lo que hago o pienso como entrenador”, pero cuando los escuchas hablar dos años después en su lenguaje y sus referencias todo ha cambiado, sin elegirlo, sin necesidad de que el cambio sea voluntario. Como una lluvia finísima pero continua, nos moja sin ser conscientes del momento exacto en el que ha calado nuestra ropa. Como una lluvia finísima pero continua, no podemos evitar que nos empape si estamos expuestos a ella el tiempo suficiente.
Y esto es para mí lo más importante de este seminario perfecto, los novísimos conocimientos globales del perro como especie, que nos llevará a pensar en ellos de una manera diferente.
Mi amigo Luis Souto y yo coincidimos en pensar que el seminario de Juliane Kaminski El perro social que acaba de impartirse en EDUCAN probablemente sea el que aporta más datos innovadores sobre los perros de cuantos hemos visto y ella la mejor ponente de cuantas hemos escuchado. Y juntos sumamos bastante experiencia sobre el tema, además de que considero el criterio de Luis muy, muy consistente, fino y ajustado.
Es imposible explicar todos los nuevos conceptos que expuso en un artículo, así que me limitaré a exponer brevemente algunos de los más “rompedores” o sorprendentes, entendiendo por “rompedores” aquellos que aportan una manera de entender a los perros radicalmente diferente a la usual entre los entrenadores caninos.
Sobre el inicio de la domesticación
Hasta ahora pensábamos que la domesticación empezó hace unos 15.000 años, pero han surgido nuevos datos que demuestran que sucedió hace unos 30.000 años.
Esto es relevante para saber cómo se inició el proceso de domesticación, hace 15.000 años existían asentamientos humanos que podían generar desperdicios alimenticios de manera regular, siendo posible que los lobos se agrupasen en sus alrededores para aprovecharlos, iniciando así el contacto entre las dos especies. Esta hipótesis es actualmente muy popular debido a la gran difusión del libro del matrimonio Coppinger que la apoya. Sin embargo hace 30.000 años estábamos en una cultura de cazadores/recolectores, que no se asentaban de manera fija ni generaban desperdicios suficientes para que los perros se hubieran alimentado de ellos de manera continuada. Además en ese momento se cazaban grandes presas, peligrosas y difíciles de abatir, pero que proveían de una sobreabundancia inmediata de recursos perecederos. Por eso Juliane propone que la hipótesis más adecuada para explicar los primeros contactos en este nuevo marco es la caza conjunta: lobos y personas se sumaban en los episodios de caza de estas grandes presas, lo que mejoraba su efectividad, consiguiendo comida suficiente para ambas especies.
Mola, porque estos primeros contactos hubieran sido colaborativos y no únicamente parasitarios por parte de los perros. Ya lo decía Coco (a veces Barrio Sésamo sí es la mejor universidad ;-)): sólo no puedes, con amigos sí.
Además nos explicó que el número de eventos concretos de domesticación fue muy pequeño, probablemente cinco o seis únicamente. Esto también debilita la hipótesis del parasitismo como inicio del contacto, porque nos muestra que esas pocas asociaciones con los perros debieron ser muy valiosas para el hombre, nos aportaban ventajas funcionales tan importantes como para que se mantuvieran y extendieran por todo el planeta.
Selección de las razas
Sobre las razas también nos dio noticias sorprendentes, a petición de los asistentes, nombró las más cercanas al lobo de acuerdo a las pruebas de ADN (excluyendo aquellas recientes que han incorporado directamente lobos al programa de cría, como los PLCs, pero si quieres saber más sobre estos perros visita esta página). Mucha gente se sorprendió de saber que los Shar-Peis o los Chow-Chows están muchísimo más cerca del lobo que los pastores alemanes, por ejemplo.
Pero esa no era, desde luego, la información novedosa sobre las razas.
Nos contó que se ha comprobado que el crecimiento óseo está controlado por un solo gen, por eso es tan fácil seleccionar razas extremas en su tamaño (terriers de Yorkshire, dogos alemanes…) o en su aspecto (carlinos, bulldogs). Pero los tejidos blandos son genéticamente mucho más complejos y no pueden adaptarse a los rápidos cambios óseos, siendo esta la causa de muchos problemas de salud de estas razas.
Los tejidos blandos no están preparados para esas morfologías extremas, los perros minúsculos son quizá quienes más lo sufren, pero también son frecuentes en razas gigantes, padeciendo, por ejemplo, problemas de corazón por no estar preparado para bombear sangre para un cuerpo tan grande.
En los casos de perros braquicéfalos tenemos abundantes muestras: como los ojos de los pugs, que no han podido empequeñecerse y cambiar de forma lo bastante rápido como para adaptarse a las cuencas oculares que los humanos hemos seleccionado, haciendo que estén desprotegidos y tiendan a salirse. Igualmente la falta de adaptación del cerebro de los Cavalier King Charles a su cavidad craneal provoca frecuentes dolores de cabeza a esta raza (alucinad: les sucede, a un nivel más complejo, lo que decían popularmente de los Dobermann).
Por tanto la selección de razas extremas en su tamaño y/o aspecto es inevitablemente insalubre, no solo por la disfuncionalidad que pueda causar su forma (como por ejemplo no poder respirar eficazmente los bulldogs), sino por el desarreglo entre las estructuras óseas y los tejidos blandos. Creo que es necesario desde el más mínimo criterio animalista no promocionar la cría de este tipo de razas.
Jerarquía
Pues hay que mentar la bicha, porque quizá este sea uno de los puntos más sorprendentes y que más chocó con las ideas generalizadas entre muchos entrenadores.
Casi todo lo que se ha escrito sobre las relaciones de dominancia entre perros se basa en inferencias sobre otras etoespecies cercanas o en observaciones casuales de las que se ha hecho norma general. Estas vías son valiosas cuando no disponemos de otras más fiables, pero Juliane expuso un trabajo (que se ha publicado como un capítulo entero de su libro The Social Dog. Behaviour and Cognition) que duró seis años, sobre grupos de perros asilvestrados en las afueras de Roma. Es el estudio más completo y actual sobre la manera que tienen los perros de estructurar grupos y relacionarse entre sí sin intervención humana directa. Por ello es muy valioso.
En primer lugar hay que explicar brevemente que existen tres formas generales de estructurar las relaciones de dominancia/sumisión en mamíferos:
- La lineal estricta, en la que A domina a B a C y a D, B domina a C y a D y C domina a D. Esta forma de relaciones de dominancia/sumisión es la más “dura”, es la que se observó en lobos en cautividad.
- Luego tenemos las relaciones triangulares, en las que existen uno o dos dominantes (A y B), uno de los cuales domina al otro (A domina a B), y el resto de los miembros del grupo comparten el estatus C por igual. Esta es la que se suele dar en los lobos en libertad y es bastante más relajada y colaborativa que la anterior, que se veía en lobos en cautividad por el aumento de la entropía que causa el confinamiento.
- Por último tenemos las relaciones de dominancia complejas en las que A domina a B, B domina a C, pero C podría dominar a A. Esta implica una estructura casi política del grupo, puesto que alianzas y contextos pueden variar las relaciones generales, esta forma podría resultar estresante, pero más por su complejidad (es como un episodio de El ala oeste de la Casa Blanca) que por su dureza.
Se había planteado, y se había vuelto un lugar común -aunque nada lo demostrase con datos- afirmar que los perros en libertad se relacionarían y estructurarían su relación sin establecer relaciones de dominancia/sumisión. Esto era bastante irracional y anticientífico, más lógico con los datos disponibles era pensar que los perros organizarían sus grupos con formas de dominancia “suave”, debido a los factores ecológicos. Yo mismo lo pensaba y casi todos los colegas con los que he hablado del tema compartían esta idea de relaciones jerárquicas suaves.
Pues no, esta investigación ha encontrado que los grupos estudiados usan una dominancia lineal estricta, la forma más “dura” de dominancia, la de los lobos cautivos y no la más relajada de los lobos en libertad. Debo reconocer que cuando conocí este estudio en el libro de Juliane me sorprendió absolutamente. Además son menos colaborativos que los lobos en varios aspectos, como la cría cooperativa de los cachorros. Jamás hubiera anticipado este resultado. Pero el estudio es robusto y consistente.
Esto, por supuesto, se refiere a la organización de la convivencia entre perros en un entorno de libertad y no aporta ningún argumento para justificar el maltrato y el abuso al convivir con ellos en casa y entrenarlos. Lo que también se explica en el libro de Juliane y que confirmó personalmente en la entrevista que nos concedió.
De este trabajo me habéis pedido las referencias varios compañeros, Juliane ha citado varios estudios, pero os dejo el enlace hacia el artículo que constituye el capítulo tercero de su libro, que es el que tiene toda la bibliografía y las conclusiones que ella expuso.
Sobre la adopción de perros en albergues
También nos comentó uno de sus trabajos en curso, el estudio objetivo de las expresiones faciales caninas a través de FACS (Facial Action Coding System). Aunque están empezando esta línea (pero ya publicaron el año pasado sobre ella nada menos que en PLOS ONE) ya han encontrado una unidad de acción concreta muy sencilla, la AU101, que han demostrado ser característica más relevante para que un perro sea adoptado en un albergue, por delante de color, movimiento de la cola, tamaño o otros factores. Una investigación que puede tecnificar y mejorar la gestión de albergues y protectoras, además de dotarnos de herramientas neutrales para estudiar las expresiones de los perros.
Cognición física frente a cognición objetual
De lo que menos hablaré es de la parte más extensa del seminario: el estudio de las capacidades cognitivas caninas. En primer lugar porque es menos novedoso para quienes seguimos la investigación en el área, pero además requiere explicaciones más complejas y detalladas de las que puedo ofrecer en este formato, puesto que es la más “práctica”: hay que ver los diseños y los videos de los experimentos para que sea sencilla de entender y productiva.
Sí señalaré que expuso la gran capacidad social que tienen los perros para aprender y relacionarse eficazmente con las personas. En contraste está su menor capacidad cognitiva para entender y gestionar el ámbito objetual.
También insistió en la importancia de adoptar un enfoque eco-evo-devo para estudiar y entender el comportamiento de los perros, abandonando la visión «aprendizaje versus instinto», tan arraigada en algunos sectores del entrenamiento.
Al entrevistarla explicó que, sabiendo cómo es el funcionamiento cognitivo de los perros, ella se desespera mucho cuando ve como muchos entrenadores y ópticas de entrenamiento usan principalmente información y capacidades de aprendizaje relacionadas con el ámbito objetual, llegando incluso a evitar las indicaciones y comunicaciones de índole social durante los procesos de enseñanza/aprendizaje, que son las que mejor podría emplear el perro para aprender y mejorar su relación con nosotros mientras lo hace.
Juliane Kaminski acaba de pasar por el Instituto Tecnológico EDUCAN como un auténtico huracán. Y la entrevista que nos concedió va a hacer lo mismo por todo el mundo del perro.
Como le dijeron a Fry: ¡¡¡Bieeeeeenvenidos al futuro!!!
La revista on-line “Ciencia Cognitiva”, la más importante de la red en castellano de entre las dedicadas a la cognición, acaba de publicar nuestro artículo de reseña y análisis sobre el libro “Tu perro piensa y te quiere”.
Esto es un exitazo que avala y reconoce la calidad científica expuesta en el texto y un auténtico hito, porque según me dicen (pero no he sido capaz de comprobar) es el primer libro sobre entrenamiento canino escrito en castellano que lo consigue ¡en toda la historia!
Pero veamos qué significa esto exactamente.
En ciencia existen mecanismos consolidados para validar la calidad y consistencia de las propuestas, esta es una de sus grandes ventajas. Se modera así el entusiasmo de la gente al comunicar sus ideas o hallazgos, puesto que cuando los someten a estos mecanismos reguladores saben que sus palabras y afirmaciones serán medidas con severidad y no se permitirán excesos.
La medida más frecuente y usual para dar garantías de que lo que dice un autor es sólido y no una mera especulación es la publicación en revistas científicas con revisión por pares. Este mecanismo es muy sencillo: se envía el trabajo a la revista, pasa un primer filtro, el de los editores de la revista, que deciden si el artículo es publicable por tres criterios: (1) está referido al ámbito de la ciencia a la que se dedica la publicación, (2) tiene algún tipo de interés científico y (3) aparentemente está basado en pruebas científicas serias.
Después de pasar este primer corte llega el proceso de revisión por pares propiamente dicho: primero el trabajo es enviado a un revisor que es un científico especialista en el tema que toca el texto. Esta parte es la más dura, puesto que el revisor exige que todo lo que se afirma esté probado científicamente y lo desmenuza para comprobarlo: puede rechazar el manuscrito como poco sólido, especulativo, incoherente o insuficientemente valioso. Aún cuando no lo rechace, lo más frecuente es que pida al autor más pruebas científicas que las que aporta inicialmente, por parecerles insuficientes. También pueden rebajar las afirmaciones que hace el autor en el texto, exigiéndole que no dé por probado lo que es una suposición o una posibilidad entre varias. Esta es la fase en la que más trabajos son rechazados. No es nada fácil superarla.
El primer revisor de nuestro trabajo, que hilaba muy, muy fino, encontró un tema que no habíamos documentado suficientemente: las diferencias comportamentales y de activación entre las conductas cuando están en aprendizaje o cuando se han convertido en hábitos (páginas 76 a 78 del libro). Nos exigió que aportásemos bibliografía concluyente en este punto o se rechazaría el artículo. Afortunadamente disponíamos de las referencias necesarias, las presentamos y el texto se aceptó (¡uff!). Aunque parecía que en la extensísima bibliografía que incluimos en el libro no se nos había escapado nada, ese fleco sí estaba colgando. Obviamente los artículos que comento serán incluidos en las próximas ediciones de “Tu perro piensa y te quiere”.
Cuando el texto ¡por fin! ha sido aceptado por el revisor especialista, pasa la revisión de un científico no especializado en el tema del artículo. Esta revisión debe garantizar que el artículo pueda ser entendido por personas con formación científica, pero sin necesidad de que sean especialistas en el área concreta a la que se refiere el artículo. Por ejemplo, cualquier psicólogo a biólogo no especializados en comportamiento animal debería entender con facilidad un artículo dedicado específicamente al comportamiento social de los perros que haya sido escrito por especialistas en ese tema. En ciencia es casi tan importante comunicar eficazmente como hacer nuevos descubrimientos. Esta revisión la pasamos sin problema 🙂
Cuando se superan estos filtros y finalmente se publica el artículo se ha garantizado que es sólido y acorde con las pruebas científicas existentes. Se puede estar de acuerdo o no, porque en ciencia a veces existen diferentes visiones sobre los fenómenos, pero los lectores estarán seguros de que lo escrito no es la “fantasía” del autor: cuando algo se publica en una revista científica con revisión por pares se tiene la seguridad de que no le han dejado “vender la moto”.
Alguien podría pensar que en las reseñas de libros la revisión es más tolerante: todo lo contrario, cuando el artículo se refiere a un tema que directamente contribuirá a que su autor obtenga beneficios, como en la venta de un libro, es cuando se ponen, con razón, más exigentes y tiquismiquis. Ninguna revista científica quiere ser usada como trampolín para la venta de productos, estos textos, que tendrán efectos publicitarios directos, provocan suspicacia y son aceptados en muy pocas ocasiones, porque los criterios de exigencia son llevados a su máximo extremo.
Y además el título no ayudaba nada, “Tu perro piensa y te quiere”, es (voluntariamente) muy, muy comercial, porque buscábamos dos cosas: “oficializar” el eslogan que EDUCAN sacó en los noventa y hacer una auténtica declaración de principios sobre nuestras premisas de entrenamiento. Bueno esas dos y, of course, vender libros. Pero afortunadamente los revisores científicos leen todo el texto antes de opinar sobre su seriedad, no juzgan a un libro por su portada… o por su título ;-).
La reseña de “Tu perro piensa y te quiere” ha logrado superar con éxito todos estos filtros y suspicacias, estas exigentes revisiones y análisis.
Me gusta haber pasado por la tensión e inseguridad (que han sido muchas) de las revisiones, hace que uno aprenda a pensarse muy bien lo que dice y cómo lo dice. Ahora sé que mi primer libro no hubiera superado este proceso. Agradezco que los revisores hayan diseccionado todo hasta encontrar los pequeños fallos y los hayan revelado, eso me permite corregirlos.
Y me gustaría que todos los que exponemos nuestras ideas sobre entrenamiento pasáramos por estos procesos que no sólo validan, en caso de merecerlo, nuestras propuestas, sino que evitan las ligerezas, las exageraciones y la posibilidad de que estemos escribiendo con redes de humo, para adormecer el sentido crítico y envenenar con sectarismos a quienes confían su valioso tiempo de lectura a nuestras obras.
Porque la ciencia es demostrar y exponer, nunca amordazar o intimidar.
Cuando hace más de quince años propusimos trabajar en base a las capacidades emocionales y cognitivas de los perros cambiamos la manera que era la usual al abordar el entrenamiento, que se limitaba a aplicar las normas del aprendizaje asociativo.
Usamos el pensamiento lateral: abordar una problemática desde un punto de vista completamente diferente al que se aplica normalmente.
El mundo del entrenamiento tiene una gran necesidad de ver los problemas con otras “gafas de realidad”. Creo que los enfoques innovadores aportan frescura y nos enriquecen a todos. Los nuevos términos, la relevancia sobre otros aspectos y la introducción de otros procesos en la ecuación terminan por mejorar nuestro trabajo a nivel colectivo. Términos como gestión emocional o aprendizaje conceptual de conductas, que introdujimos en el glosario del entrenamiento canino, hoy se han normalizado y son usados eficaz e inteligentemente por parte de entrenadores de todo tipo y afiliación sin conocer siquiera su origen.
Javier Boracchia, El Perro urbano, es un entrenador y formador de entrenadores argentino que ha mirado el trabajo con los perros con una óptica diferente, desde su formación como psicólogo social. Desarrollando una manera de entender el entrenamiento renovadora y muy interesante: antes se pensaba en cómo “acoplar” al perro a las necesidades de las personas con las que convivía, hoy hemos avanzado y los entrenadores también buscamos que las personas demos posibilidad al perro de desarrollarse y ser feliz de acuerdo a sus pautas e inclinaciones naturales.
Boracchia ha ido un paso más allá entendiendo el conjunto familiar como un sistema. Esto hace que su abordaje sea global: cuando existen problemas es porque el sistema no está funcionando, y no debemos fijarnos únicamente en las partes (el perro, las personas) de manera aislada, porque lo importante es generar un funcionamiento armónico del sistema.
Como siempre que alguien aporta algo nuevo se dirá que es lo que siempre se ha hecho (si lo sabré yo 😉 ), porque todos quienes entrenamos buscamos que la familia funcione.
Pero lo hacemos a través de arreglar cada pieza, no empezamos tratando el conjunto. Por supuesto, solucionamos el problema y hacemos que el sistema funcione, sumamos intervenciones locales (en el perro y en las personas) hasta conseguir que el conjunto salga a flote. La propuesta de Boracchia es analizar el conjunto e intervenir a nivel global antes de plantear las acciones locales concretas.
Conozco bien el trabajo de Javier Boracchia, he tenido la suerte de leer en detalle su propuesta en su libro inédito, que tiene el mismo título que su proyecto profesional y vital: El Perro Urbano. Es un amigo muy querido desde hace años. Pero tengo la convicción de que esto no me nubla el juicio: su trabajo es fresco y muestra un pensamiento lateral innovador e inteligente.
Por supuesto, se le encontrarán debilidades a algunos aspectos de su propuesta, pero es que plantear un nuevo paradigma es algo arduo. Los que ahora manejamos han pasado en muchos casos décadas de pulimiento y afinado, por eso ahora son tan consistentes. Que Javier Boracchia nos regale un nuevo y glorioso traje que podemos vestir los entrenadores para entender la convivencia entre perros y personas y que alguien se fije sólo en que uno de los botones del puño está mal cosido no solo muestra miopía, sino mezquindad.
Simplemente con introducir el concepto del conjunto familiar como sistema sobre el que intervenir se cambia, enriqueciéndola, la forma de ver el trabajo y la nomenclatura de los entrenadores y especialistas en comportamiento canino.
Javier además es un excelente comunicador (qué esperabais, es porteño de pura cepa ;-)), que está divulgando una manera respetuosa de entrenamiento y de convivencia a través de radio, televisión y prensa.
El trabajo conceptual de Javier es una semilla de novedad que con buena tierra nos terminará dando sombra a todos. Pero no es su mejor aporte, porque Javier Boracchia está profundamente comprometido con la protección animal y en particular en ayudar a los galgos, que parecen ver malpagada su ternura por igual en muchos países. Y recuerdo a Ramón, a Campeona, a Hortensia… tantos veloces, delicados y queridos amigos recuperados por la buena labor de entidades como Galgos 112 o SOS Galgos, de personas como mis queridas Sonia Bueno o Christina Fernández y sé que eso es lo más importante que hace mi compañero, el Perro Urbano Porteño.
Aprender técnicas de otros entrenadores, afinar las que ya tenemos o desarrollar nuevas a través de nuestra intuición y capacidad de lectura de los perros es una labor de artesanía muy valiosa para mejorar en nuestro trabajo, pero no permite sustituir antiguas tecnologías del comportamiento con alternativas conceptuales innovadoras. Mejorando los carromatos, aportándoles nuevos diseños o materiales, es imposible descubrir el motor de explosión, si en la industria de la locomoción hubieran actuado así hoy no existirían los coches.
La ciencia de base que estudia el comportamiento está en plena ebullición, se han encontrado nuevas capacidades cognitivas y nuevas formas de aprendizaje en los animales, muchas de ellas en los perros, que por fin son protagonistas en la investigación.
Pero, como decía en un post anterior, la ciencia de base no es ágil para convertir esos conocimientos en tecnología de entrenamiento. Los entrenadores con conocimientos conceptuales somos quienes debemos ejercer como tecnólogos, diseñando nuevos protocolos y formas de trabajo que aprovechen cada descubrimiento. Esa es buena parte de mi actual labor en Dognition: ellos me proveen de nuevos conocimientos consistentes y yo debo encontrarles aplicaciones prácticas.
No es algo tan complejo como pudiera parecer, en nuestro país conozco muchos entrenadores con más talento, creatividad y capacidad que yo. Solo les faltan los nuevos conocimientos que les permitan pensar de una manera diferente.
El avance dependerá de combinar conocimientos novedosos con (1) la experiencia manejando competentemente los conocimientos y técnicas actualmente en uso, (2) la amplitud de miras suficiente como para saber que, por bien que funcione lo que hacemos ahora, puede y debe superarse y (3) la valentía de estar dispuesto a sustituir algo que está funcionando bien en este momento por algo nuevo, que debe ser probado y ajustado para funcionar aún mejor mañana. Hay que dejar a un lado la sensación de seguridad, la demagogia vacía y el autobombo. Asumir que no solo podremos equivocarnos, sino que con, seguridad, lo haremos más de una vez. No importa. También acertaremos y cada acierto de cada uno de nosotros se sumará en poco tiempo en un nuevo paradigma de entrenamiento.
Esta idea es la que nos llevó a crear el Instituto Tecnológico EDUCAN (ITE) y programar seminarios completamente inusuales en el mundo del entrenamiento canino. Siento ser inmodesto pero hoy día en ningún otro lugar del mundo se ofrece una formación de ciencia básica adaptada para los entrenadores tan actual, amplia, consistente y continuada. El objetivo del ITE no es que mejoremos nuestro entrenamiento mañana, sino que mejoremos el entrenamiento del mañana. Que se parece, pero no es lo mismo ;-).
El Adiestramiento Cognitivo-Emocional de EDUCAN, la individualización del entrenamiento acorde al perfil cognitivo de Dognition o el Do As I Do de Claudia Fugazza son resultados tangibles de esta idea de nuevas tecnologías de entrenamiento diseñadas por entrenadores con acceso a nuevos conocimientos. Queremos que los entrenadores que sigan el programa formativo del ITE no se limiten a aprender los desarrollos de otros, sino que, en poco tiempo, sean ellos quienes hagan propuestas igual de audaces, interesantes e innovadoras. Podemos, debemos, ser una generación de entrenadores que cambie por completo lo que había, no hay que limitarse a mejorarlo y afinarlo un poco. Podemos, debemos, cambiarlo por algo mejor.
Con ese objetivo hemos programado este trimestre en el ITE:
- Los días 11 y 12 de Octubre Juliane Brauer con “Más listos de lo que pensamos”, quizá este seminario sea la mejor opción que se ha ofrecido hasta ahora para actualizarse a nivel científico sobre cómo aprenden y se comportan los animales. Conoceremos los experimentos que han hecho posible el cambio de mentalidad sobre los animales más importante de la historia de la ciencia y que deben ser la base para que diseñemos nuevas técnicas de adiestramiento concordantes con sus resultados. Un seminario central para cambiar nuestra manera de interpretar las motivaciones, objetivos y conducta de los perros. Imprescindible para cambiar el “chip”.
- El 22 y 23 noviembre Juliane Kaminski impartirá el seminario “El perro social: conducta y cognición”, el mismo título que su reciente libro, el más actual y uno de los más relevantes que se han publicado nunca para conocer lo que la ciencia piensa hoy día sobre la manera de los perros de aprender y relacionarse con las personas. Juliane ha tenido la gentileza de haber diseñado el seminario que impartirá en el ITE específicamente para su aprovechamiento por parte de entrenadores caninos. Ofreciendo la posibilidad de responder a consultas sobre la actualidad o validez científica de las técnicas concretas de entrenamiento sobre las que quieran consultar los asistentes, una ocasión única para que nos ayuden a reinterpretar lo que hacemos.
- Los días 13 y 14 de Diciembre será el momento de “La cognición y la empatía en primates y perros”, un seminario benéfico para recaudar fondos destinados el Centro de Rescate de Primates Rainfer, que será el lugar donde se realice este seminario tan especial, para así conocer a sus huéspedes: los primates rescatados. Tendremos varias ponencias de Guillermo Bustelo, director de Rainfer e investigador de la cognición en primates, Ignacio Ezquerro, jefe de cuidadores de Rainfer y mías (¡glups! Espero mantener el tipo). La cognición es la base que permite emociones complejas en los animales, la empatía permite reaccionar y responder ante las emociones de otros.
Pero no solo en EDUCAN estamos trayendo a ponentes del máximo interés para una formación más profunda, os recuerdo que nuestros compañeros de Implican traen los días 20 y 21 de Diciembre a Monique Udell, con el seminario “Cognición canina y su aplicación a la modificación de conducta”. Una ocasión excepcional para conocer la forma de trabajar de alguien que aúna la condición de investigadora con la de entrenadora, lo que hace que pueda entender perfectamente las inquietudes de nuestro colectivo.
Por último mencionaré que en el 2015, los días 25 y 26 de Abril no vuelva a visitar Josep Call para un seminario que cambiará muchas cosas, porque todos los asistentes podrán formar parte de la iniciativa de investigación aplicada al entrenamiento más importante que se haya llevado a cabo nunca en nuestro país, con repercusiones y alianzas en todo el mundo. Con la opción de que os incorporéis a un proyecto de largo plazo para desarrollar técnicas de enseñanza probadas científicamente y acordes con las capacidades cognitivas de cada perro. Por cierto que cuantos más de estos seminarios que estamos programando hayáis cursado más cosas podréis hacer dentro de esta iniciativa, así que: sin presión :-). Pero esta es otra (y gran, gran) historia y debe ser contada en otra ocasión. A mi Carla ya la tengo apuntada 😉
Al escribir un libro es normal recibir consultas referidas a alguno de los puntos más novedosos o chocantes expuestos en él.
Lo normal es que los autores supongamos cuáles serán los aspectos que moverán la curiosidad de quienes nos leen, al menos cuando uno se dirige a un público muy determinado, como es mi caso. Pero si algo he aprendido es que los lectores siempre hilan más fino que lo previsto por el autor, viendo la importancia de cosas que no necesariamente son las más “vistosas” del libro.
Inesperadamente me están llegando bastantes consultas sobre los hábitos y sobre cómo trabajar con ellos.
En Tu perro piensa y te quiere explico muy brevemente que las “normas” de aprendizaje asociativo populares en el mundillo del entrenamiento y que pueden servir para aprender una nueva conducta no son las mismas que funcionan para modificar los hábitos, usarlas con ellos es una garantía de fracaso o abuso.
Aprender conductas nuevas es un proceso exigente a nivel de recursos físicos y mentales, requiere esfuerzo y atención. No es rentable usarlo para situaciones sencillas que ya sabemos afrontar.
Los hábitos son conductas no muy costosas de llevar a cabo, que en el pasado han funcionado repetidamente para una situación concreta y que se automatizan parcialmente como respuesta a dicha situación, disminuyendo drásticamente la atención consciente y el esfuerzo necesarios para llevarse a cabo. Pero esa pérdida de atención tiene su precio, a todos nos cuesta recordar si hemos cerrado una puerta con llave.
Sabemos lo difíciles de modificar que son los hábitos, más de un matrimonio pende de que alguien sea capaz de cerrar el champú después de ducharse o apagar las luces antes de salir de casa. No creo que nadie considere que la relación entre el esfuerzo de cerrar un bote de champú y el beneficio de mantener una convivencia feliz con tu pareja sea excesivo, pero nos cuesta muchísimo conseguir estos pequeños cambios conductuales.
Para los perros no es más fácil, y sin embargo los entrenadores en ocasiones dan a entender que resulta sencillo para un perro dejar de subirse a su dueño cuando llega a casa.
¿Por qué es tan difícil cambiar un hábito? ¿por qué una conducta no responde a las reglas del aprendizaje asociativo más tradicional?
Para saberlo tenemos que ver qué nos dice la ciencia del comportamiento sobre los hábitos.
El primer test fiable, diseñado por Dickinson, para determinar que una conducta se ha convertido en un hábito se basa precisamente en comprobar que el aprendizaje asociativo “normal” está distorsionado: se enseñaba a una rata a presionar una palanca a través de una recompensa, posteriormente se evaluaban dos condiciones para determinar que la conducta se había vuelto un hábito (1) el animal seguía haciéndolo a pesar de estar saciado, operación de abolición típica respecto a la comida, y (2) el animal seguía haciéndolo pese a recibir después un aversivo suave, que en animales no entrenados previamente se había comprobado que tenía efecto castigante respecto a la misma conducta. Si la rata continuaba presionando la palanca, si mantenía la conducta, a pesar de que lo obtenido no tuviera ningún valor, e incluso cuando obtuviera un aversivo suave se consideraba que la conducta ya era un hábito.
Esto es relevante: ni eliminar el reforzador final, ni usar aversivos en el nivel de molestia van a servir para que el perro deje el hábito de subirse. Ese discurso está equivocado, y ojo, que aquí no habla solo el cognitivo, alguien con formación conductista actualizada coincidiría en este punto (aunque no lo hiciera en la manera de explicar cómo y porqué sucede).
Para intervenir correctamente nos será de ayuda conocer el funcionando de los hábitos a nivel neuronal. Una vez más la neurociencia nos muestra el porqué profundo de lo que sucede a nivel conductual.
Cuando llevamos a cabo una conducta de manera consciente están activos durante todo el proceso los llamados circuitos neuronales de deliberación, que permiten reconocer las consecuencias de lo que hacemos y darle un valor positivo o negativo a la conducta. Según una conducta va convirtiéndose en un hábito va generando circuitos neuronales de hábitos, que (1) “empaquetan” como una unidad el conjunto de conductas que forman el hábito (un proceso que se conoce como chunking) y (2) hacen que deje de estar bajo control consciente continuo. Los circuitos neuronales de hábitos, una vez creados, no se pueden eliminar, pero podemos impedir que se activen.
Todo lo anterior se ha comprobado desactivando (mediante una técnica muy innovadora, la optogenética) las neuronas responsables de trasferir el control de la conducta de los circuitos de deliberación a los de hábitos. Efectivamente, al impedir ese cambio, la conducta se mantenía plástica y susceptible de ser modificada mediante la operación de abolición y la aparición de aversivos suaves antes descritas. O sea, que funcionaba como una conducta nueva, las que sabemos manejar los entrenadores.
Pero claro, mala solución sería tener que usar optogenética para que nuestro perro dejase de subírsenos al llegar. Y cara.
Tenemos que aprovechar los conocimientos actuales sobre los hábitos para desarrollar soluciones prácticas en el día a día. Así que, todo el rollo anterior ¿cómo nos lo comemos en cristiano?
Podríamos dividir un hábito, de la manera tradicional: la situación que lo activa, la realización de la conducta y lo que sucede después.
Durante la realización de la conducta no existe prácticamente control consciente, así que el trabajo en esa etapa será muy poco eficaz, si es que lo es en alguna medida. Aunque consigamos cortar la conducta en ese momento no estaremos disminuyendo la posibilidad de su aparición en el futuro. Mucha gente que lleva meses sin permitir que su perro se le suba al llegar a casa y ve cómo persevera puede dejar de sentir que lo hace mal: no funciona porque no puede funcionar ¡Ojo! esto no quiere decir que no sea útil en otros sentidos que el perro corte la conducta, sencillamente no es una técnica eficaz para disminuir su posterior aparición.
La neuroimagen nos ha mostrado que quedan bajo control consciente, y por tanto son zonas de trabajo posibles, tanto la situación que activa la conducta como sus consecuencias. Bueno, cambiar las consecuencias de una conducta es el trabajo de conductismo más básico e intuitivo ¿tanta literatura para llegar a lo mismo, al cambio de las consecuencias como “terreno” de trabajo?
Pues evidentemente no. Por el particular proceso cerebral que tienen los hábitos, y como muestran las pruebas experimentales, el final de la conducta, sus consecuencias aparentes, no es el mejor lugar para intervenir. La extinción no funciona, y tendríamos que generar en el perro reacciones emocionales negativas demasiado intensas para castigar un hábito (sea con castigo positivo o negativo), además sería un proceso que se prolongaría muchísimo. Dos características que hacen que el trabajo eficaz sobre las consecuencias resulte abusivo.
La mejor manera de cambiar un hábito es también la más sencilla y respetuosa: debemos trabajar sobre la situación que lo pone en marcha, haciendo que el cerebro mantenga la atención consciente, que los circuitos de deliberación no dejen de funcionar. Una buena opción serían los trabajos de olfato, que concentran al perro y le exigen atención, lo que no permite la puesta en marcha de los circuitos neuronales de hábito.
Así que al entrar a casa es mejor en todos los aspectos desperdigar un puñado de pienso, si es con algunos trocitos de salchicha como extras aún mejor, que ignorar los saludos del perro, intentar pedirle que se siente o, desde luego, que castigar la conducta de saludar, sea con castigo positivo o negativo. Aunque «tirar comida por el suelo» sea menos vistoso, menos rentable o nos dé una menor sensación de control, que son finalmente los motivos por los que se perpetúan técnicas ineficaces, obsoletas e incluso irrespetuosas.
Además el trabajo de olfato mejora el autocontrol, genera estados emocionales de calma, en muchos casos no requiere entrenamiento previo y resulta sencillo y cómodo de hacer para el propietario.
Y para lo del champú: lo mejor es dejarlo fuera de la ducha, en un sitio que nos requiera control consciente para buscarlo y cogerlo, lo que nos permitirá mantener en la cabeza el objetivo de cerrarlo después de su uso. Por ejemplo, poniéndolo dentro del armarito del baño o en una bolsa con cremallera. En poco tiempo no se nos olvidará nunca ponerle el tapón. Y lo mejor es que se le puede pedir a tu pareja que se haga responsable de guardarlo en el sitio “difícil” y así repartimos la responsabilidad de cambiar ese mal hábito 😉
Por supuesto, decir que esta propuesta es eficaz cuando el problema con el saludo se ha convertido en un hábito. Antes de que lo sea existen otras muchas maneras de evitarlo y enseñar alternativas. Este es un post sobre los hábitos, no sobre los saludos abrumadores.
Cuando hace tres años formamos al equipo de entrenadores del Zoo de Madrid para cambiar de un entrenamiento conductista a uno cognitivo-emocional escribí un post, Corazón de León, explicando el momento en el que uno de los leones marinos de California cambió el chip y empezó a trabajar para disfrutar con lo que hacía y de su relación afectiva con su entrenadora en lugar de buscando un arenque. Entonces escribí este párrafo.
“… no pudimos evitar emocionarnos, después de años de trabajo en los que lo único importante era obtener un premio de comida habíamos conseguido que Elvis prefiriese estar con su entrenadora y realizar las conductas “de gratis” que un seguro y suculento refuerzo de comida a cambio de una conducta.”
Este verano la responsable de EDUCAN en Argentina, como parte de su formación para incorporarse a nuestra empresa realizó todos nuestros cursos de entrenamiento comercial en España. Creía en el sistema, había decidido dar un giro a su trabajo y hacer adiestramiento cognitivo-emocional. Es una decisión valiente.
Como la mayoría de quienes hacen formación con nosotros su decisión se basaba en la consistencia de la propuesta de adiestramiento cognitivo-emocional y la idea de conseguir que su perro disfrutara de su trabajo y lo realizase basándose en su relación afectiva. Aun no había hecho «contacto».
Pasarse al adiestramiento cognitivo-emocional es un paso que da vértigo, hasta el momento del «contacto», en el que todo cambia, puedes sentirte inseguro. Pero puedes darlo tranquilo, la ciencia del comportamiento más actual, la más reconocida te sujetará. No en vano TODOS los investigadores actuales relevantes que estudian el comportamiento de los perros (Miklosi, Hare, Horowitz…) lo hacen desde una óptica cognitiva y relacional. Ninguno piensa ya que el conductismo permita explicar el conjunto de su comportamiento, ni mucho menos que sea la manera más ética ni eficaz de relacionarnos con ellos.
Un día, en el segundo curso, su perro tuvo su cambió de chip, fue tan rápido como todo en los border collies… Y empezó a trabajar en base al afecto. Ella empezó a llorar, primero lentamente y después como un manantial: su border, que meditaba cada cosa que le pedían, que parecía sopesar cada ventaja e inconveniente de realizar las conductas de una manera egoísta y manipuladora digna de Maquiavelo había cambiado. Estaba trabajando (que no es lo mismo que realizando conductas, le pese a quien le pese) en equipo, porque se querían, sin importarle otra cosa que disfrutar del trabajo y de su comunicación mutua.
El trabajo cognitivo-emocional es una revolución, pero para entrar del todo, con el corazón y no sólo con la cabeza, es necesario ver, sentir, a tu compañero de una manera completamente diferente: trabajando en equipo.
Cuando tienes la experiencia personal de dejar de funcionar como un expendedor de premios para ser un compañero, ese momento en el que dejas de ser el semáforo de las señales para realizar conductas y empieza la comunicación, cuando sobrepasas el aprendizaje asociativo para entrar en la didáctica ya no hay vuelta atrás.
Por eso entiendo a quienes necesitan afirmar que todo es aprendizaje asociativo, que los perros no sienten afecto por las personas y que solo se nos acercan y se mueven para obtener recursos individuales. Ellos nunca han sentido ese momento en el que todo cambia, en el que la conexión es personal y el perro y tú sólo queréis manteneros conectados, sincronizados a través del entrenamiento, en una intimidad en la que no tiene cabida ni sentido la expectativa de conseguir un trozo de salchicha.
Les entiendo y me apena su situación. Porque sin revelación no hay revolución.
Y por eso agradezco a los entrenadores del Zoo de Madrid y a todos nuestros alumnos que hayan salido de su zona de confort, renunciando a «programar» conductas, renunciando al control total que objetualiza al animal entrenado, para aceptar una didáctica negociada con él.
Es muy generoso y valiente dar un paso adelante y ofrecerles a los animales con los que convivimos y entrenamos la posibilidad de ser nuestros compañeros, de demostrarnos que piensan y que nos quieren.
Los entrenadores caninos somos técnicos del comportamiento, tenemos que disponer de una tecnología que convierta los conocimientos que aporta la ciencia de base en herramientas aplicables en el día a día para educar y adiestrar a nuestros alumnos caninos.
Sin embargo, la tecnología del comportamiento disponible en el mundo del perro se desarrolló con una óptica que hoy ha sido ampliada y superada. Aunque sea eficaz, nos impide aprovechar los nuevos conocimientos que han surgido y ofrecer un servicio de mayor calidad.
La ciencia que estudia el comportamiento ha cambiado su enfoque en los últimos años, mientras que antes sólo era objeto de interés científico la conducta observable ahora han pasado a primer plano los procesos cognitivos que sustentan a la conducta.
También sucedía que antes el estudio del comportamiento se centraba en los procesos de aprendizaje más generales y comunes a la mayoría de las especies, ahora ha pasado a atender también y especialmente a las capacidades de aprendizaje que son propias de cada especie e incluso de cada individuo.
Por último, los perros no habían despertado interés en quienes estudiaban el comportamiento, por lo que se infería su manera de actuar desde la comparaciones con otras especies, como los ratones o palomas estudiadas en laboratorio o los lobos observados en libertad. Sin embargo en los últimos años los perros han sido exhaustivamente estudiados respecto a sus capacidades cognitivas, tanto individuales como sociales, y de comunicación e interacción con las personas.
A finales de los noventa en EDUCAN iniciamos la tarea de desarrollar una nueva tecnología del comportamiento, diseñando protocolos y pautas de intervención comportamental para aprovechar estos nuevos conocimientos científicos. Hemos mantenido este mismo criterio desde entonces y, por supuesto, es el que anima mi nuevo libro: Tu perro piensa y te quiere.
Pero los investigadores que estudiaban estas capacidades y que estaban cambiando la manera de entender a los perros no parecían mostrar demasiado interés en la aplicación práctica de sus descubrimientos. Hoy también esto ha cambiado. Dognition es la primera muestra de ese cambio.
Dognition es una página web cofundada por Brian Hare, autor de Genios y director del Duke Canine Cognition Center, y que cuenta en su plantel de expertos con algunos de los investigadores más importantes sobre cognición canina. Su objetivo es ofrecer una evaluación personalizada de las capacidades cognitivas de cada perro a través de juegos sencillos que los propietarios pueden llevar a cabo en casa.
Dognition está desarrollando tecnología de evaluación cognitiva, lo que cuadra y encaja perfectamente con la labor de EDUCAN de desarrollar tecnología de entrenamiento y educación cognitiva.
Para entender la importancia de los desarrollos tecnológicos de Dognition pondré un ejemplo: mi compañero Javier Moral, Jefe de Estudios de EDUCAN, y yo somos profesores en nuestros cursos para entrenadores, aunque nuestra manera de preparar las clases es muy diferente.
Javier tiene una inteligencia muy visual y sus apuntes están llenos de diferentes colores, flechas, llaves y otras representaciones gráficas. Yo, en cambio, trabajo con palabras resumiendo, sinoptizando y redactando de diversas formas la materia que voy a explicar.
Si cada uno de nosotros tuviera que preparar sus clases con los recursos del otro no dudéis que nos costaría más esfuerzo y el resultado sería peor. Ninguno es más inteligente, sencillamente nuestras capacidades cognitivas son diferentes, es razonable que nuestra manera de trabajar se adapte para sacarles el máximo partido.
De igual modo, sabemos que nuestros hijos no aprenden igual y buscamos que aprovechen todo su potencial a través de algunas actividades que les permitan desplegar sus destrezas y de otras destinadas a potenciar sus puntos débiles.
Con nuestros perros deberíamos seguir estos mismos criterios. Sin embargo la tecnología de entrenamiento actual sólo dispone (disponía ;)) de recursos para aprovechar las capacidades de aprendizaje que son generales y comunes a muchas especies. Esto puede proveernos de herramientas de calidad para enseñar trucos circenses o rutinas repetitivas y mecánicas, pero para la educación integral de nuestros perros apenas resultan suficientes, nunca óptimas. Sobre todo en aquellas razas e individuos que más se alejan de la media en un sentido u otro. Los buenos entrenadores de manera intuitiva son capaces de salirse de las normas trazadas para adaptarse a cada perro, pero no disponen de ningún criterio técnico, de ningún evaluador objetivo, para hacerlo. Dependen únicamente de su talento.
Por eso EDUCAN y Dognition nos hemos unido en un proyecto que nos llena de ilusión a ambas partes: desarrollar una nueva tecnología del comportamiento que, en primer lugar, evalúe con objetividad y claridad cómo puede aprender cada perro individualmente y luego plantee protocolos y técnicas de trabajo adaptados a esta evaluación personalizada.
Y, antes de que me preguntéis, que os conozco bacalaos, os lo digo: sí, ambas empresas estamos trabajando para traducir nuestras páginas e información al otro idioma.
Esto dará lugar a una nueva manera de entender no solo el entrenamiento de los perros sino la convivencia con ellos. A través del entrenamiento podremos ayudarles a desarrollarse, conseguir una vida más plena e integrada con nosotros y, en última instancia, más feliz.
Se acerca una nueva estación, más luminosa, al entrenamiento y educación canina.
Después de entregar, con un par de meses de retraso, el primero de los tres libros que espero sacar este año vuelvo al mundo de los vivos, o al menos de los e-vivos.
Y lo hago para hablar de un tema que me lleva preocupando un tiempo, vivimos un momento de “boom” de las propuestas de trabajo para perros emocionalmente problemáticos que se basan en la gestión conductual de aversivos: tanto BAT como CAT son protocolos que funcionan a través del refuerzo negativo, al que se le puede añadir eventualmente un refuerzo positivo. De primeras aclaro que creo que este es el camino adecuado, hoy sabemos que el uso del refuerzo negativo en un programa de refuerzo diferencial es lo más eficaz para este tipo de problema, como ya expliqué en un largo post, que gracias a vuestros extraordinarios comentarios se convirtió en muy, muy interesante. Además, el protocolo desarrollado en EDUCAN se basa en los mismos principios, así que esto no es una crítica a estos procesos en absoluto.
Sin embargo, lo “edulcoradas” que llegan a ser las formas de presentar estas propuestas para conseguir que el uso de refuerzo negativo les parezca aceptable a quienes tienen muchas suspicacias hacia este tipo de refuerzo conlleva un peligro implícito: que no seamos conscientes de que estamos usando refuerzo negativo y no sepamos precavernos de los riesgos reales que corremos y que debemos considerar e intentar minimizar al trabajar de este modo.
El mayor riesgo con el que nos encontramos tiene que ver con una eventualidad que parecemos no considerar cuando trabajamos: el comportamiento es continuo, no una suma de eventos aislados. En la mayoría de los casos el perro, durante la sesión, podrá reducir la intensidad del estímulo aversivo hasta hacerlo desaparecer con su conducta. Típicamente al dejar de mostrar una respuesta de agresión o miedo hacia otro perro (que es el estímulo aversivo en estos casos) o realizar alguna otra conducta observable que consideremos correcta alejará al otro perro (CAT) o se alejará de él (BAT y nuestro protocolo). Esto es muy adecuado al paradigma de refuerzo negativo, pero parecemos olvidar que antes de retirar o alejar el aversivo tenemos que introducirlo en la vida del perro, o sea que tenemos que sumar un estímulo aversivo (el otro perro) al entorno para poder empezar la sesión. Y sumar un estímulo aversivo al entorno es la manera de iniciar los trabajos de castigo positivo, el tipo de condicionamiento con efectos emocionales y conductuales más lesivos. Al explicarse estos trabajos se incide en los beneficios de que el perro gestione la situación aversiva con su comportamiento (refuerzo negativo) y se obvia sistemáticamente el cómo se le sitúa ante el aversivo (activación emocional equivalente a la del castigo positivo).
El perro existe, genera conducta y realiza asociaciones también cuando le llevamos a la sesión y sumamos a su vida elementos que le desagradan para iniciarla: el principal problema práctico al usar refuerzo negativo es cómo introducir el aversivo, no cómo retirarlo. Cuando esto se hace de manera descuidada es fácil que el perro elicite respuestas emocionales respondientes insalubres al acercarnos al lugar de trabajo, lo que puede darnos, en el peor de los casos, un incremento de respuestas reactivas de miedo o agresión o, en el mejor, una mala disposición hacia el lugar, personas y otros antecedentes fiables del inicio de la sesión, pues este inicio siempre actuará emocionalmente de manera insidiosa.
Este es un problema que no desaparecerá, pero que podemos gestionar con inteligencia para que los beneficios obtenidos durante la sesión superen con creces las consecuencias lesivas que supone su inicio y podamos hacer un uso inteligente y respetuoso del refuerzo negativo, minimizando sus riesgos. Las medidas que propongo son las siguientes:
- Mantén un ritual igual para llevar al perro a la sesión que para otras salidas que le resulten apetecibles. Si haces cosas diferentes para acudir a las sesiones terapéuticas el perro lo captará en seguida y empezará a generar una expectativa negativa en cuanto sepa hacia dónde va, esto nos llevará a que durante el traslado, que puede ser largo, se encuentre en un estado emocional negativo, lo que multiplicará su malestar. Sin embargo si haces lo mismo que cuando va a ir al campo a pasear tendrás un estado emocional positivo durante el viaje, la mejor manera de empezar.
- No llegues al lugar de la sesión y empieces con el trabajo. Otra manera de evitar que el viaje sea visto como un antecedente fiable de la sesión, con los efectos nocivos implícitos, es que llegues a la cercanía de la zona de trabajo con antelación y dediques un rato a pasear tranquilamente con tu perro, jugar con él o darle masajes relajantes si le gustan y lo haces competentemente. Déjale que se relaje y se olvide del coche y del viaje antes de empezar el trabajo.
- Ten un ritual de inicio de la sesión, incluyendo material específico. Todos los estímulos presentes en un entorno de interés (bueno o malo) pueden potencialmente asociarse a este y generar una respuesta emocional posterior. Sin embargo sabemos que esto no es lo más frecuente, al perro no le interesa asociar demasiadas cosas porque supone un mayor esfuerzo mental y además daría valor a muchos estímulos que realmente no fueran específicos del problema. Cuando aparece una situación de interés, el perro realiza un rastreo de señales para aprender a diferenciar los estímulos específicos y propios de dicha situación y asignarles el valor asociativo, convirtiéndolos en señales. Algunos estímulos, como el lugar concreto donde se lleva a cabo la sesión, pueden estar fuera nuestras posibilidades de acción, pero otros como el collar y correa de manejo, pueden controlarse fácilmente. Si usamos un ritual de inicio de la sesión y un material específico para esta conseguiremos que gran parte del enfoque asociativo del perro se quede en ellos, con lo que al realizar el ritual y ponerle el collar y correa de trabajo se agobiará, pues señalan que llegará la situación aversiva, pero al quitárselos o no usarlos disminuirá la emoción problemática. Podríamos decir que encapsulamos el inicio del aversivo y sus efectos adversos con el ritual y material exclusivos de la sesión, minimizando las asociaciones con otros estímulos presentes. En algunos casos en los que existe una generalización del miedo muy exagerada nosotros usamos collares de vibración para aumentar este efecto de discriminación de los estímulos que se asocian con la emoción nociva, reduciendo el enfoque del perro y dirigiéndolo hacia el material, mejorando así su activación emocional hacia el resto del entorno. Esta es quizá la técnica que más «choca» en nuestra propuesta y que es generadora de polémica, sin embargo es efectiva en casos muy severos donde se necesita que la emoción quede asociada a un contexto muy limitado.
- Después de la sesión no te vayas inmediatamente. Aunque salga bien, estos trabajos implican un alto nivel de estrés en el perro y una alta activación de sus capacidades emocionales, estos son motores que tardan en enfriarse, dales tiempo para ello. Antes de volver al coche para irte pasea de nuevo, calma al perro con masaje, dale tiempo para estabilizarse emocionalmente. Después intenta realizar una actividad divertida con él, si es en la misma zona perfecto, pero también puntúa hacer una parada en una zona de campo que le encante antes de volver a casa.
- Trabaja en pirámide. Se ha comprobado que el trabajo sobre emociones avanza y se consolida más rápidamente cuando la sesión se plantea de manera piramidal: partimos de un criterio (por ejemplo acercar al perro a diez metros del perro ayudante), subimos de criterio (por ejemplo le acercamos a ocho metros, luego a seis y luego a cuatro) y por último volvemos a bajar de criterio (retrocedemos de nuevo a seis metros, luego a ocho y terminamos en los diez iniciales). Terminar la sesión con el criterio más alto, una práctica usual pero equivocada, genera más estrés residual en el perro e implica una recuperación física y emocional de la sesión mucho más lenta e ineficaz.
- Espacia las sesiones no haciendo más de tres semanales, incluso puedes hacer solo dos. Por bien que lo hagas y por bajos que sean los umbrales de activación de la emoción, este tipo de trabajo implica estrés, con las alteraciones físicas consecuentes que todos conocemos y que, además, ralentizan y alteran el proceso de reconstrucción del cerebro que constituyen la realidad fisiológica del aprendizaje. Si vamos demasiado deprisa no conseguiremos que los efectos de la sesión terminen de remodelar el cerebro del perro, por lo que estaremos construyendo los posteriores avances sobre una base inestable. A todos nos tienta trabajar todos los días o al menos manteniendo el ritmo laboral normal: cinco sesiones a la semana, sin embargo, esto es demasiado rápido para procesos emocionales.
Como ves todos los puntos son fáciles de llevar a cabo, solo requieren tiempo, planificación previa y, sobre todo, ser conscientes de que estamos trabajando con refuerzo negativo y por ello debemos ser particularmente cuidadosos.
Es sabido que soy un firme y activo defensor de la necesidad de incorporar conocimientos consistentes a la base de nuestro trabajo, sin eso nuestro oficio quedaría, por anacrónico, fuera del mundo que lo rodea. El adiestramiento de perros ha evolucionado mucho en los últimos años, y ha sido para bien.
Sin embargo el rumbo actual también tiene escollos, algunos más insidiosos por estar más ocultos y no mostrarse con claridad.
Uno de los peores es, por seguir principios generales demostrados, ignorar la importancia de los individuos concretos, adiestrador y perro, que participan en el adiestramiento. Por muy técnico y científico que queramos que sea nuestro trabajo, negar o considerar secundario el hecho -evidente para cualquier adiestrador con oficio- de que no existen dos perros que aprendan y trabajen exactamente igual, necesitando de un entrenamiento individualizado, sólo es una muestra de pedantería y, si no de ignorancia, sí de inexperiencia.
Todos los que preparan perros para alguna disciplina deportiva o de utilidad saben que es usual que al aconsejar a un compañero sobre un punto problemático de su entrenamiento -y todos hemos estado a ambos lados del consejo- la respuesta sea: “sí, sí, pero es que este perro es muy especial en algunas cosas”. Y es cierto, es un recordatorio de que si todos funcionaran igual con las mismas técnicas, nadie tendría problemas, vienen a decirnos “yo también me sé los conceptos básicos y estuve en ese mismo seminario, pero con mi perro el trabajo estándar no da los resultados estándar, si fuera así no fallaría en ese ejercicio. Ahora necesito algo particular y exclusivo para este perro”.
Ese es el arte de adiestrar, un concepto que quizá ha sido usado de una manera algo hiperbólica durante mucho tiempo y que ahora la ciencia de adiestrar parece haber convertido en sospechoso. Para mí no lo es, porque conozco y he vivido los tiempos en los que no existía el caudal de información actual, donde la dificultad formativa está en seleccionar los textos, los seminarios, los curso, los vídeos a los que vamos a dedicar nuestros recursos y atención.
Hace no tantos años la información era un goteo escaso y angustioso, los adiestradores tenían que hacer mucho con muy poco, usando un diez por ciento de conocimientos y un noventa de arte, entendiendo por arte la primera de las acepciones de la academia: virtud, disposición y habilidad para hacer algo. Y había mucho de las tres cosas en los adiestradores y en el adiestramiento.
Esto exigía mucha sinceridad y modestia frente al adiestramiento, frente al perro. Era imposible olvidar que adiestrar y guiar cada perro es un camino propio, no una generalidad, y que cada adiestrador tenía más talento para unos u otros perros y con cada nuevo ejemplar que entrenaba y guiaba era necesario volver a aprender a adiestrar, porque intentar los mismo con todos era una vía directa y segura al fracaso o, lo que es peor, a la atonía, a un adiestramiento vacío de emociones (en una ocasión uno de mis formadores me hizo notar que un figurante técnicamente impecable, por su falta de pasión, hacía que los perros que trabajaba sistemáticamente se fueran apagando hasta mostrar un servicio de protección cumplidor pero soso y anodino). Y esa es la peor de las mediocridades.
Es cierto que eso llevaba en muchos casos a sensaciones de frustración y estas en demasiadas ocasiones al maltrato, pero no es menos cierto que el esfuerzo, la implicación e ilusión también eran mayores y cuando las cosas salían había una cierta sensación de magia que se ha perdido. Ahora si algo no funciona enseguida es frecuente ver a gente que tuerce el gesto o empieza a desconfiar del adiestrador, la técnica o el sistema, lo que no es mejor ni peor, sino una consecuencia de la evolución y tecnificación del proceso. Pero yo no cambiaría por nada esos momentos de sorpresa.
Conrad (siempre Conrad) vivió como marino el paso de la navegación comercial a vela a la navegación a vapor y describió perfectamente lo que sucedía: hasta ese momento todos los navegantes eran descendientes de los anteriores, era un mismo arte perfeccionado y afinado con el paso del tiempo, sin embargo la navegación a vapor, que se basaba en principios diferentes y vivía otro tipo de dificultades y riesgos rompía la línea continua. Los navegantes a vapor eran sucesores y no descendientes de quienes les precedían y no tendrían las mismas incertidumbres y miedos, llegado el momento dejarían de entender por qué hacían lo que hacían los navegantes a vela.
Algo muy semejante parece estar pasándonos en el adiestramiento, donde algunos nuevos compañeros, formados única o principalmente en la ciencia de adiestrar yerran al mirar con desconfianza o superioridad a esos predecesores nobles que supieron hacer tanto con tan poco, allanando el camino y sufriendo (pero también disfrutando) el adiestramiento como quienes empiezan ahora no podrán nunca imaginar.
No debemos abandonar la ciencia del adiestramiento, que es la realidad actual, y la mejor respuesta a los interrogantes de la profesión, pues intentar una vuelta al pasado, por atractivo que nos parezca, no es sino artificio y fingimiento, pero mejoraremos sustancialmente si dejamos que nuestra ciencia de adiestrar sea lo bastante permeable como para que, en sus abundantes huecos y límites, nos penetre y ayude al arte de adiestrar, que nunca debió soltar nuestra mano, para llevarnos por el camino correcto, recordándonos que, en cierta medida, es necesario olvidar todo y aprenderlo de nuevo al entrenar y guiar a cada perro que entra en nuestras vidas, ya sea a nivel personal, profesional o deportivo.
En Los combates cotidianos de Manu Larcenet -probablemente uno de los comics más hermosos que nunca se han escrito- hay una escena en la que Pablo, un viejo trabajador de los astilleros, sale al porche de su casa junto al protagonista, silba y de la noche llega una lechuza a la que arroja carne picada que ella come. El protagonista le dice que es un auténtico mago, pero Pablo responde que la mágica es ella, la lechuza, porque tirarle trocitos de carne es fácil, el misterio está en que los acepte.
Los perros son el mayor regalo que nos ha hecho la naturaleza a los hombres, entendiendo que nos ha dotado de muchas maravillas necesarias para que seamos adaptativos: nuestro cerebro, capaz de aprehender el tiempo, del estudio y de la comprensión, nuestros sentidos, esos canales de cristal que sirven para que el mundo entre torrencialmente en nosotros, las emociones, que llenan de significado lo anterior, siendo el nudo que nos enlaza para que tengamos, sintamos que tenemos, un sentido. Pero todo esto, tan lleno de posibilidades, en el fondo son herramientas para nuestra eficacia biológica.
Los perros son un regalo, no era necesario -no es necesario- que nos quieran para que seamos una especie viable (quizá lo sea para que ellos resulten viables, pero hemos domesticado muchas especies y los perros siguen llegando un paso más allá).
Hemos estudiado, desde enfoques diferentes, muchos procesos sobre el aprendizaje animal y tenemos cada vez más y mejores técnicas para entrenarlos, todo eso nos hace olvidarnos un poco del verdadero milagro: Los perros nos quieren como ninguna otra especie que no sea la nuestra, los perros nos toleran de buen ánimo cosas que serían impensables con otros animales.
Los perros nos quieren, los perros se alegran de vernos, de estar con nosotros, nada tienen que ver con otros animales que se puedan limitar a activar un estado emocional positivo al asociarnos con premios. A los perros les gusta que les acariciemos y tumbarse con nosotros para que les rasquemos y toquemos. Se me podrá decir que eso es un refuerzo finalmente, por supuesto: el milagro es que acariciarles les resulte reforzante. Si no me crees intenta acariciar a un cocodrilo ;).
Se podrá objetar que nosotros también queremos a los perros y en eso hay el mismo nivel de maravilla. Ni por asomo, nosotros tenemos una mente capaz de proyecciones muy complejas que nos hace sencillo canalizar nuestras emociones no solo hacia otros animales sino incluso hacia las cosas: conozco gente que ama el arte y gente que se enfada con las puertas que abren mal. Pero los perros, que no tienen esta capacidad, nos quieren.
También se puede decir que otras especies sienten afecto por nosotros, yo he trabajado con muchas y lo sé. Pero el amor de otras especies requiere un mayor trabajo por nuestra parte y es infinitamente más condicional: solo dos nos permiten cagarla de manera sistemática sin que eso rompa la relación afectiva, la nuestra y los perros. Y no apostaría sobre cuál tiene el primer puesto. Eso no ha sido bueno para los perros, cuando los entrenadores de otras especies ven algunas cosas que se hacen con los perros flipan en colores: si hicieran eso con los animales con los que trabajan no volverían a confiar en ellos y desde luego no seguirían trabajando. Pero los perros tienen anchas espaldas con nosotros por el amor que nos profesan, en ese aspecto parecen una madre incondicional que reconociendo las maldades de su hijo mantienen intacto el amor por él. Es triste que esa capacidad, que es uno de los destilados más potentes que el amor en cualquiera de su formas nos brinda, sea abusada y explotada con tanta frecuencia.
Los perros no son el animal más inteligente del mundo, desde luego no son el más cercano filogenéticamente a nosotros ¿por qué es el que mejor se adapta a nuestras increíblemente tensas, limitantes y artificiosas condiciones de vida? Porque los perros nos quieren.
Mantengamos abiertos los ojos sobre esta realidad, no dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. Es bueno y necesario el análisis conceptual y técnico de los diferentes aspectos de los perros y de nuestra relación con ellos, demasiado tiempo, demasiadas veces, el buenismo indeterminado y demagógico ha sustituido a la visión científica (que no por ello es menos amante, puesto que nos hace amar desde el conocimiento, no desde las proyecciones falsas que convierten al perro no en lo que es, sino en lo que querríamos que fuera o necesitamos creer que es). Pero no olvidemos el milagro, el regalo, la premisa inicial, la chispa que enciende e ilumina el camino: los perros nos quieren. Nos quieren mucho.
En las respuestas a La importancia de la comunicación le prometí a Luis Souto que dedicaría un post a comentar algunas formas de minimizar los riesgos potenciales que aparecen al comunicar información novedosa al perro (en el pecado llevas la penitencia Luis). Es un tema más relevante de lo que pueda parecer en un primera lectura y como Luis siempre hace dos o tres(cientas) es muy consciente de ello.
Los entrenadores de animales trabajamos en una situación peligrosa, mientras en la mayoría de profesiones es posible probar innovaciones de manera relativamente segura, aislando la situación experimental de nuestra operativa cotidiana, con animales esto es bastante más complejo: no se le puede explicar al perro que estamos con algo nuevo y que, si nos sale mal, no nos lo tome en cuenta y lo olvide. Los perros se toman perfectamente en serio todo lo que hacemos con ellos (y así les va :(), así que hacer experimentos se vuelve mucho más arriesgado y es, en buena parte, lo que nos hace un gremio profundamente conservador: cuando tenemos una manera de conseguir un resultado es realmente difícil convencernos de probar otra cosa, normalmente sólo el fracaso nos lleva al incómodo y arriesgado terreno de la novedad.
Sin embargo, tomando perspectiva, resulta evidente que debemos innovar. En todas las profesiones han de introducirse avances que permitan su evolución y progreso. No es que lo que hagamos ahora no sea lo mejor, es que no puede serlo por siempre.
Y esto nos deja en equilibrio sobre el filo de la navaja ¿cómo introducir novedades o alternativas creativas sin que se pueda venir abajo el entrenamiento o incluso el proceso terapéutico en el que está inmerso el perro?
Es imposible reducir el riesgo a cero, pero existen una serie de medidas que permiten disminuirlo hasta un punto seguro:
- Entrenar las técnicas en vacío: En ocasiones aprendemos o diseñamos una nueva técnica que resulta compleja para nosotros, es un error correr a probarla con el perro. Precisamente a este caso hacía referencia Luis Souto en su comentario: el adiestrador no debe estar aprendiendo a realizar la técnica a la vez que está enseñando al perro con ella. Esto es usar a nuestro aprendiz como perrillo de indias para conseguir nuestro progreso. Es más que razonable hacer la inversión de tiempo de llevar a cabo una y otra vez la técnica sin perro (o con un amigo haciendo ese papel) hasta que nos resulte cómoda y familiar, momento en el que podemos pasar a intentarlo con el perro. Además, si lo hacemos con un colega adiestrador, es una manera muy divertida y eficaz de analizar la nueva técnica y ajustarla al uso concreto que le daremos, al fin y al cabo no es estrictamente necesario que cuando se juntan dos adiestradores únicamente se dediquen a hablar mal de otros colegas, se pueden intercalar algunos momentos de debate técnico 😉
- Usar acciones afines: Otra manera de afrontar las situaciones o conductas complicadas con el mínimo riesgo es el trabajo sobre conductas similares o muy cercanas en la secuencia temporal a aquella sobre la que queremos los resultados finales. Esta es una estrategia que me parece particularmente recomendable para todos los que compiten en reglamentos deportivos o se dedican a la modificación de conducta. Hace poco un amigo y competidor de IPO compartía conmigo la inquietud que le provocaba tener que enseñar a su perro a señalizar los objetos durante el rastro; el perro tenía un rastro excelente y la idea de que se deteriorase esa calidad al introducir la novedad le mantenía parado, sin atreverse a avanzar. La solución fue tan sencilla como enseñar al perro a seguir con el olfato líneas de comida en el suelo, una acción evidentemente afín al seguimiento de pistas, e introducir la señalización de objetos en esas líneas de comida. El aprendizaje fue rápido y claro, además, cuando decidimos incorporarlo al rastro le pusimos al perro dos líneas de comida con objetos que señalar justo antes de introducirle en su primer rastro con objetos, la cercanía en la secuencia terminó de preparar la cabeza del perro para afrontar con éxito la novedad (que ya no era tanta) durante el rastro. Esto es aún más interesante para la modificación de conducta, iniciar un trabajo para corregir la predación usando un coche teledirigido sobre el que hemos puesto un peluche es mucho más seguro y controlado que hacerlo arriesgando la vida de los gatos del barrio. Por supuesto debe entenderse que el trabajo sobre acciones afines es un facilitador y no un recurso milagroso que nos evite el trabajo sobre la conducta de interés. El coche teledirigido nos permite observar cómo responde al perro a nuestra estrategia de adiestramiento y nos facilita el moldeo de su conducta de la manera deseada, pero al final un gato es un gato y, con lo conseguido en la conducta afín, tendremos finalmente que trabajar sobre la situación predatoria que era motivo de consulta.
- Crear un entorno relajado de aprendizaje: Frente a la antigua visión conductista de que el perro siempre tenía conectado el aprendizaje de la misma manera -por lo que era vital que las sesiones de entrenamiento y los momentos de su uso fueran homogéneos y sin fallos- hoy sabemos que el perro adapta su manera de aprender y consolidar el aprendizaje al conjunto de la situación en la que se encuentra, mostrando aprendizajes más parsimoniosos y plásticos a la modificación en un entorno seguro, con refuerzos de valencia emocional positiva y de valor medio. Podemos diseñar un espacio de aprendizaje que mantenga estas características y usarlo como lugar seguro para probar nuevas cosas: lo que hagamos dentro de ese espacio no generará aprendizajes consistentes, conductas intensas, ni estados emocionales que puedan fijarse de manera problemática a la conducta o situación, lo que es ventajoso al aparecer fallos o problemas. Y si todo sale bien (que a veces pasa 🙂 ) no será problema reproducir el proceso durante las sesiones normales de entrenamiento, en las que la mayor atención, interés e implicación del perro nos harán obtener un aprendizaje de más calidad.
- Estructurar y acotar los entrenamientos libres: En ocasiones tenemos una idea general sobre cómo entrenar una acción, pero no podríamos concretarla exactamente, esto sucede cuando nuestra experiencia nos aporta intuiciones sobre la dirección que debe llevar el entrenamiento. La intuición es valiosa, es la presentación consciente de un conocimiento que tenemos, pero que no podemos reducir mediante análisis voluntario. A veces se plantea que las propuestas de entrenamiento técnico son limitantes porque no aprovechan la intuición, nada más lejos de mi opinión: si no tenemos manera de aprovechar la intuición no tenemos un protocolo de entrenamiento técnico de calidad, así de sencillo. Sin embargo creo que, puesto que lo que está en juego es la salud emocional del aprendiz -que recordemos siempre que no se ha presentado voluntario al entrenamiento, por mucho que lo disfrute- no está justificado el seguir las intuiciones de cualquier manera, sin criterio ni medidas de control (de autocontrol en este caso). Por ello, en adiestramiento C-E, tenemos una serie de normas para organizar estos entrenamientos libres, que son necesarios para probar nuestras intuiciones y concretarlas en líneas definidas de trabajo.
- Los entrenamientos libres tienen que ser ocasionales, no superando el diez por ciento del total de sesiones, el objetivo de estos entrenamientos es aprovechar nuestras intuiciones en momentos en los que no tengamos claro cómo llevar adelante un entrenamiento, si terminan siendo la norma lo que hemos hecho es aceptar la improvisación como premisa y renunciar a nuestras responsabilidades como profesores, lo menos que deberíamos esperar es que el alumno haga lo propio.
- Los entrenamientos libres tienen que ser cortos, puesto que metemos al animal en una situación en la que su profesor no tiene claro qué hacer y está probando, se hace evidente que no existe una claridad informativa, lo que puede generar estrés al aprendiz, que se ve obligado a seguir un discurso formativo variable, dubitativo y con reajustes continuos. Nuestro límite es una duración máxima del veinticinco por ciento del tiempo de una sesión de entrenamiento normal y ordenado para el mismo perro, esto nos asegura que no maltratamos sus capacidades cognitivas.
- Los entrenamientos libres deben ser percibidos de manera positiva por el perro, puesto que si a la confusión didáctica le sumamos un estado emocional negativo tendremos necesariamente problemas emocionales en el perro, haciendo que se deteriore su relación con el entrenador y con el entrenamiento.
Un cuarteto de medidas que nos permiten hacer experimentos con algo más que con gaseosa, dando seguridad, naturalidad y fluidez a la incorporación de novedades a nuestro entrenamiento, pero siempre sin olvidar que el educando tiene derecho a que tomemos nuestra labor formativa con total seriedad, no frivolizando un proceso que será determinante para su competencia social, su capacidad emocional y sus posibilidades de acceder a la felicidad.
Estos últimos años hemos conseguido importantes avances en el entrenamiento de animales, diferentes ciencias han aportado conocimientos de los que se han inferido técnicas de adiestramiento más eficaces y respetuosas con los animales, lo que también ha causado una cierta beligerancia entre quienes apoyaban sus trabajos en descubrimientos diferentes, asegurando que los otros eran incompletos, poco probados o ya superados. Esta beligerancia es necesaria para que nos esforcemos todos en sacar los mejores resultados como apoyo a nuestra postura, es un motor poderoso y fértil.
Pero no debemos olvidar que, como decía Víctor Hugo (que es de esos escritores que lo han dicho todo), “la ciencia es la asíntota de la verdad, se le aproxima sin llegar a tocarla jamás. La ciencia va borrándose a sí misma con tachaduras fecundas”, lo que sabemos hoy será superado mañana, lo que ahora parece una verdad es probable que se tambalee cuando se mire más profundamente o desde otro ángulo. Por ello los enfrentamientos técnicos deben afrontarse como discusiones entre compañeros, todos estamos en el mismo equipo: quienes quieren hacer del adiestramiento de animales una disciplina seria y consistente, huyendo de los dos males que lo aquejan: El trabajo intuitivo e irreproducible, sin duda eficaz pero sin proyección, pues quien lo consigue ignora qué mecanismos ha tocado y cómo lo ha hecho y, como consecuencia de este, el uso de fáciles fórmulas de autoayuda para explicar por qué no se puede explicar cómo entrenar con el perro, con recetas milagrosas y sencillas para abandonar el estudio serio de la conducta y escuchar a tu adiestrador interior (que vosotros no sé, pero a mí el primer día de clase en un curso de adiestramiento me dicen que no se puede aprender a adiestrar y les pido que me devuelvan la pasta), es fácil hacer propuestas de este tipo y siempre tendrán un público entre quienes prefieren los gurús a los profesores y el misticismo de saldo al conocimiento.
Por ello opino que quienes creemos que la ciencia es la luz que nos muestra el camino para avanzar, siempre de la necesaria mano de la ética para sostener y calentar su linterna poderosa pero fría, somos una fraternidad, otra cosa es que, como todos los hermanos, discutamos ferozmente para defender nuestra perspectiva y nuestra apuesta por un modelo u otro de entrenamiento, esto no quita ni una pizca del respeto y cercanía que siento por todos los que comparten esta visión del entrenamiento, por lejos que estemos en nuestras posturas compartimos una misma idea de fondo, cuando, discutiendo, decimos “mi ciencia es más moderna o mejor o más probada” estamos diciendo en realidad que aceptamos una misma premisa: el adiestramiento de animales debe basarse en conocimientos consistentes y los protocolos de entrenamiento han de ser reproducibles para ser de calidad. Y eso es lo que yo escucho.
Cuando entrenamos a un perro tenemos que enseñar nuevas cosas a un animal de otra especie, esto no es moco de pavo: supone preparar y organizar una cantidad crítica de información de manera que se reciba correctamente, dándole el significado que nosotros deseamos. Algo que ya es difícil con individuos de nuestra especie (y si lo dudas comprueba cuántos malos entendidos causan las redes sociales).
Muchos entrenamientos empiezan iniciando al perro en las conductas de nuestro interés desde el primer día, también el adiestramiento C-E originalmente lo hacía así, se pueden obtener muy buenos resultados trabajando de esta manera, pero también existen algunos riesgos importantes.
La manera de comunicarse de perros y personas no es igual y hacerlo con efectividad requiere del cumplimiento de unas premisas previas.
La primera es que ambas partes tengan interés en establecer comunicación, parece una obviedad pero no lo es en absoluto, y la manera de conseguirlo determinará la actitud del perro (y la nuestra) ante el entrenamiento. En muchos casos nos basamos en metas puramente individuales, y no hablo solo del perro: a un adiestrador que no entiende el adiestramiento como algo que le permite conocer, conectar y afinar su relación con el perro y sólo tiene interés en obtener conductas, difícilmente se le ocurrirá construir la comunicación de otra manera que como un intercambio egoísta de refuerzos por conductas. Sin embargo también se puede obtener el interés del perro por comunicarse con nosotros por otro motivo: la existencia de una fuerte y saludable vinculación afectiva que hará que cuando interactuemos el perro nos ofrezca su atención y desee obtener la nuestra.
Desear comunicarnos, sea de una u otra manera, es condición necesaria pero no suficiente para conseguir que esa comunicación sea exitosa, hay que cumplir una segunda premisa: tener un canal de comunicación que ambas partes sintonicen adecuadamente, aquí también existen dos vías posibles: las dos especies somos mamíferos sociales con una gran capacidad para entendernos con otros miembros de nuestro grupo, pero lo hacemos de manera muy diferente, así que podemos optar por no establecer una comunicación usando el canal social, sino utilizar únicamente señales que marcan la aparición de estímulos individuales de interés para el perro, el canal diseñado para sacarle partido al entorno, que asociaremos con conductas o, por el contrario, construir un código de comunicación para el entendimiento social entre las dos especies que nos facilite a ambas partes la emisión-recepción de información con valor social, un canal social que emite/recibe en “spanglish” interespecífico.
En los actuales protocolos de trabajo C-E la primera etapa del trabajo está dedicada íntegramente a conseguir vinculación y comunicación con valor afectivo y social, hasta que no cumplimos estos objetivos no se inicia la enseñanza de conductas, ni el más simple sentado, así minimizamos dos problemas que, en mi opinión, son muy comunes en el entrenamiento de perros y cuyo origen está en la mala comunicación:
El colapso informativo, que consiste en que la acumulación de pequeñas informaciones que no se reciben o interpretan correctamente termina bloqueando el canal informativo, como nos sucede cuando escuchamos una conferencia en inglés y, aunque entendemos la mayoría de las cosas, algunas frases se nos escapan y al rato necesitamos salir un momento de la sala para despejarnos porque ya no nos enteramos de nada. Otro buen ejemplo de colapso informativo es lo que pasa cuando hablamos por el móvil y alguna interferencia hace que no escuchemos por completo lo que dice nuestro interlocutor, inicialmente podemos mantener la conversación, pero progresivamente se hace más incómoda hasta que no podemos seguir el hilo de lo que nos cuenta. Basta con que se pierda un diez por ciento del significado de una comunicación para que se produzca un colapso informativo, que llegará más rápido cuanto mayor sea dicha pérdida de información. Por ello entrenar y afinar nuestra capacidad y herramientas de comunicación con el perro antes de utilizarlas para trasmitir información es de vital importancia, creo firmemente que muchas de las situaciones que se suelen considerar sobreentrenamiento son en realidad debidas a este fenómeno, por alargar las sesiones hasta que finalmente colapsamos al perro. Por supuesto esto también le puede suceder al guía si no entiende las señales sociales que el perro emite, y por ello debemos mantenernos receptivos. Aunque nosotros seamos los profesores hay que saber escuchar a los alumnos para conseguir resultados y buen ambiente en el aprendizaje.
El otro problema relacionado con la mala comunicación tiene que ver con el emisor de la información y aunque puede afectar a ambas partes del binomio es más frecuente encontrarlo en el guía. Me refiero a la aparición de frustración ante la incorrecta recepción de la información que emitimos, frustrarse al no ser entendidos es una respuesta emocional involuntaria e inevitable, es lo que sucedía en Pekín Express a los atribulados concursantes cuando se enfadaban con un señor de Pekín (o sea un pequinés), que estaba tan tranquilo vendiendo naranjas (de la China) en su puesto del mercado y que no les entendía al preguntarle en correctísimo castellano por la dirección de un templo al que tenían que llegar con urgencia. Sin irnos tan lejos -literalmente- a todos nos sucede que cuando no se nos entiende por el móvil, debido a una mala señal o a interferencias, y nos piden una y otra vez que repitamos lo último que hemos dicho tendemos a abandonar la conversación por frustrante. Los buenos adiestradores no son los que no sienten frustración cuando el perro no les entiende, pues como digo es imposible evitarlo, sino los que, en lugar de aumentarla hasta que llega a ser insidiosa, insistiendo en repetir un mensaje que no se recibe correctamente, cambian la forma o el contenido del mensaje cuanto sea necesario para asegurarse de su buena recepción.
En adiestramiento C-E tenemos la etapa de vinculación y comunicación, diseñada especialmente para nuestro modelo, pero tengo la convicción de que a cualquier otro protocolo de adiestramiento le resultará ventajoso construir la relación y las normas generales de trasmisión de información de manera previa al entrenamiento de conductas.
Es frecuente que los adiestradores nos refiramos a perros con un enorme interés por jugar con mordedores o pelotas como “yonkis”. Lo curioso es que le damos un valor positivo a esta expresión, porque gracias a ello podremos obtener un adiestramiento deportivo o de utilidad (aquí no me refiero al adiestramiento destinado a mejorar la convivencia) positivo, implicado, proactivo y de calidad.
Sin embargo esta fuerte predisposición puede generar lo que es, en mi opinión, uno de los principales “riesgos ocultos” del entrenamiento: convertir a los perros en adictos, ya sea a los juguetes, la mordida, las pistas de obstáculos… Y cuando hablo de adictos me refiero exactamente a eso.
El límite entre la implicación y el disfrute de algo muy divertido y la adicción es difuso. ¿Cuándo pasa una gran afición al deporte a convertirse en vigorexia? ¿En qué momento exacto podemos decir que estamos rozando lo insalubre?
Para encontrar esa frontera debemos definir claramente el concepto:
La adicción se caracteriza por la pérdida más o menos completa del control al aparecer estímulos que anuncien la posibilidad de realizar la conducta a la que se es adicto, como sucede cuando un ludópata escucha el tintineo de una máquina tragaperras o cuando algunos perros practicantes de Agility esperan el inicio de la pista. Esto implica actuar incluso de maneras autolesivas o que serían inaceptables en situaciones de control cognitivo saludable, ignorando las consecuencias negativas de la conducta adoptada, así como ser incapaz de iniciar otras conductas altamente valiosas que impidan la realización de la conducta adictiva.
No debemos confundir la adicción con la dependencia que implica un síndrome de abstinencia físico cuando deja de suministrarse una sustancia, mientras que en la dependencia las alteraciones se relacionan con la carencia, en la adicción están relacionadas con la obtención, al parecer existe un desequilibrio entre los circuitos neuronales de búsqueda, que activan al perro para realizar una conducta, y los de gratificación, que hacen que se sienta satisfecho al haber obtenido lo deseado (como la pelota). Este desequilibrio se construye a través del aprendizaje, particularmente cuando se hacen programas de refuerzo de expectativa y programas de refuerzo intermitente. Obviamente esto no quiere decir que siempre que realicemos entrenamientos de este tipo vayamos a generar adicciones, pero debe ser tenido en cuenta al entrenar a perros que ya muestran un altísimo interés por los juguetes que le ofrecemos como reforzadores.
Evitar la adicción en determinados individuos y razas es algo difícil cuando se entrenan trabajos deportivos y es uno de los puntos sobre los que tengo más enfocada mi atención actualmente. Afortunadamente hay varias cosas que podemos hacer para disminuir este riesgo y mantener en el perro una alta implicación que permita una evolución máxima del entrenamiento. Y lo bueno es que puede hacerse casi con cualquier sistema de entrenamiento, no vale únicamente para el adiestramiento cognitivo-emocional.
1- Respeta su infancia:
Los cachorros están construyendo su forma de entender el mundo, si le das una relevancia excesiva al entrenamiento durante esta etapa, independientemente de lo respetuosa o positiva que sea tu manera de entrenar, potenciaras que el perro lo vea como el centro de su vida. Es importante trabajar con el cachorro, en ningún caso defiendo que no se inicie el adiestramiento hasta la madurez, pero desde luego nunca debería ser su actividad principal: clases grupales para cachorros (en EDUCAN tenemos unas estupendas), salidas de socialización… son opciones más interesantes para ocupar la mayoría de la puppy-agenda. Cuando veo cachorros con menos de seis meses que hacen prácticamente todo su reglamento siempre tengo la misma impresión que al ver a las gimnastas de doce años: que no han podido elegir si les gusta lo que hacen y que a esa edad hay opciones más saludables.
2-Convive con el perro:
Nada potencia más la adicción que mantener a un perro viviendo todo el día en una perrera y sacarle únicamente a entrenar. La convivencia implica la interacción con los perros en muchos contextos emocionales y sociales, y por ello una educación social mínima. Nadie tendría en su casa a un perro que le muerde la mano cuanto sacude una servilleta o que se pase toda la noche empujando una pelota para que se la tires. La convivencia hace del entrenamiento otra actividad con su dueño, si todo sale como debe, será la más divertida, pero no la única en la que el perro puede interactuar con él y obtener refuerzos sociales e individuales.
3-Pasea por el campo:
Sé que Dani Pardos, que es lo máximo en cordura que se sirve en adiestradores, cree que se ha abusado de la expresión “dejar al perro ser perro” hasta convertirlo en un mantra sentimentaloide y sin sentido, pero creo sinceramente que pasear con los perros libres por el campo les permite y potencia disfrutar de sus capacidades naturales mejor que ninguna otra cosa, recordándoles que no solo pelotas, mangas o saltos son divertidos. Sólo son algunas de las opciones para pasarlo bien.
4-Que se relacione con otros perros:
Los perros tienen que relacionarse con perros, les permite sutilezas de comunicación e interacción que engrasan sus capacidades sociales y evitan que haga de un juguete el centro de su mundo, por mucho que le guste. Si tienes un perro al que no le gusta interactuar con perros desconocidos (no me refiero a casos patológicos) te recomiendo incluir en tu familia un cachorro del sexo opuesto al de tu perro: en este caso dos en mejor que uno, se relacionarán entre sí y tú podrás pasar horas viéndoles jugar. Tampoco tienes que ser el centro del mundo de tu perro (ni de tu pareja, ni de tus amigos humanos) tooodo el tiempo ¿verdad? ¿O eres así de inseguro?
5-Trabaja en equipo:
Es curioso que todas las conductas adictivas en personas son conductas individuales (podríamos excluir las adicciones sexuales, pero en realidad también lo son, pues el partenaire está objetualizado), por ello el trabajo en equipo es muy eficaz para evitar la adicción. Al existir reglas de coordinación y subordinación que ambas partes –perro y adiestrador- deben conocer y seguir, necesitando de la interacción para alcanzar los objetivos, evitamos que el perro vea la pista, el juguete… lo que sea como algo que buscar obsesivamente: la pista es algo que requiere la colaboración de ambos y la pelota o el mordedor son elementos para jugar con su guía, no objetivos por sí mismos.
6-Ten una manera de indicarle cuándo ha terminado de trabajar:
Si a tu perro le encanta el adiestramiento y no sabe claramente cuando termina una sesión será fácil que mantenga la expectativa de continuarla, requiriéndote a ello de manera insistente. Ten un comando o señal que uses siempre cuando termines una sesión, si eres consistente en muy poco tiempo sabrá diferenciar cuándo puede acceder a la pelota y cuándo no, mejorando su autocontrol y aprendiendo a desconectarse del juguete.
7-Mantén una comunicación honesta con tu perro:
Debo reconocer mi antipatía a todo programa de refuerzo intermitente, cuando el perro no sabe si aparecerá o no el premio se obsesiona con él y no puede conectar su concentración relajada, disfrutando de lo que está haciendo sin pensar únicamente “pelota, pelota, ¡¡peloooota!!”. Veo muchos perros de razas afectuosas e inteligentes, como los malinois, convertidos en adictos por programas de este tipo. La comunicación honesta quiere decir que el perro sabe qué es lo que va a pasar cuando realiza una conducta: si le hemos indicado que conseguirá la pelota por hacer algo debe obtenerla siempre, si no se la vamos a dar el perro debe saberlo también. Quizá este es el punto que más excluyente resulte para determinados modelos de adiestramiento y es que es una seña muy identificativa del trabajo C-E. Pero si practicas otro modelo de entrenamiento que hace imposible la comunicación honesta no te preocupes, sé más escrupuloso al seguir el resto de los consejos de este artículo y mantendrás a tu perro lejos de la adicción sin necesidad de cambiar tu forma de entrenar.
8-No seas obsesivo adiestrando:
Los perros son muy empáticos, para tu perro será muy difícil no obsesionarse con el entrenamiento si tú lo estás. Hace muchos años un excelente entrenador y amigo me propuso dejarme a su perro un tiempo porque lo tenía sobreentrenado y no se consideraba capaz de parar si lo tenía en casa. A los lectores que no tengan interés en el adiestramiento deportivo les podrá parecer un caso exagerado, no creo que coincida con ellos nadie que lo practique. Es difícil cambiar nuestra actitud hacia el adiestramiento, pero es fácil ponernos unos límites: deja un par de días a la semana libres de entrenamientos, tú puedes pasar el mono viendo videos de adiestramiento en internet, leyendo sobre ello o incluso opinando en foros (pero sin abusar Payno, sin abusar en ningún sentido 😉 ). Además oblígate a pagarle al perro por cada hora que dedica al entrenamiento a la semana con otra hora de actividades divertidas de otro tipo, valen las descritas de pasear por el campo o jugar con perros, pero también sesiones de masaje relajante o (si no es lo que entrenas) sesiones lúdicas de trabajo de olfato, llévalo a nadar en un pantano o rio…. Esa contabilidad te asegura que le remuneras en calidad emocional por implicarse tanto en el adiestramiento, al fin y al cabo en Google, empresa famosa por los resultados y compromiso de sus trabajadores, tienen sillones de masaje y videojuegos para los empleados. Y no parece que les vaya mal.
La adicción es un riesgo real en los perros seleccionados y destinados al trabajo deportivo o funcional de casi cualquier especialidad, es nuestra responsabilidad mantenerles emocionalmente saludables para que disfruten del adiestramiento tanto como nosotros, pero se obsesionen con él bastante menos.
Pardo, por dos no me ha salido un decálogo, cada vez estoy más cerca.
Hace tiempo que tenía ganas de escribir un artículo sobre uno de los puntos más característicos y polémicos del trabajo cognitivo: la enseñanza y uso del “no” informativo, la indicación que le damos al perro para dejar de hacer alguna conducta. Como ha surgido el tema en nuestro Laboratorio de ideas creo que esta es una buena ocasión para sacarme la espinita.
Desde ya aviso que haré una encendida defensa de las ventajas de enseñar al perro una indicación para dejar de hacer, pero en modo alguno pretendo descalificar a quienes no lo hacen, pues conozco grandes adiestradores con excelentes resultados que ni entrenan ni usan esta indicación, aunque sí que me gustaría convencer a alguno de ellos para incorporarla a su trabajo con los argumentos que expondré 😉
Antes de empezar haré notar que he utilizado la palabra indicación y no señal o comando para hacer referencia al “no”, aunque coloquialmente se puedan utilizar estos términos (yo el primero), para ponerlo negro sobre blanco no me parecen adecuados, el primero es profundamente conductista y el segundo demasiado cognitivo (porque, al menos en adto. C-E, viene de los comandos de programación y no como parecen creer algunos de la jerga paramilitar). Son inadecuados porque dejan fuera el valor emocional y social que tiene per se cualquier indicación del guía para su perro, haciendo únicamente referencia a la asociación de una palabra o gesto con la realización de conductas concretas.
Por el contrario sabemos que las indicaciones sociales varían su valor y significado según la relación afectiva que tengamos con quien nos la da, según el tono emocional que emplee el emisor y según cómo sean las relaciones de coordinación y subordinación entre ambos. Usar términos que son equivalentes al cambio de color de un semáforo (señal) o al lenguaje de programación de un ordenador (comando) es hacer una renuncia expresa a considerar dichos valores sociales y emocionales como una parte de la ecuación, algo incorrecto puesto que son inevitables.
También se suele hablar del “no” informativo como una MAR, una marca de ausencia de refuerzo, esto es equivocado y particularmente incorrecto (es uno de los anacronismos que conservamos de la hoy superada visión/nomenclatura radicalmente conductista del aprendizaje), una incorrección que nos puede llevar a errores en su entrenamiento y/o uso. Una MAR es una señal que informa al perro que no recibirá refuerzo por la conducta que ha realizado, normalmente indicándole también que debe plantearse realizar otra distinta para conseguir ser reforzado. Una MAR es la bocina que suena cuando un concursante falla una pregunta en un concurso o cuando introduzco una moneda en una máquina de vending y se ilumina el cartel de “producto agotado”. No es equivalente al “no” informativo que proponemos en el trabajo C-E por dos motivos, el primero se deduce de lo anterior, al venir de una persona automáticamente el perro valora muchos más aspectos que el meramente informativo, en el ejemplo de la máquina de vending si alguien me indica que no quedan bebidas actuaré de manera muy distinta a la que tendría cuando se enciende el cartel: si me lo dice un desconocido es muy probable que pruebe, porque no tengo confianza en él y quizá se equivoque, si me lo dice mi madre (que es una santa) me lo creeré y no meteré la moneda, pero si me lo dice mi amigo Javier, que es bastante malévolo, probaré seguro, porque me lo puede estar diciendo para fastidiarme y que me quede sin bebida. Pero además de esta diferencia de base existe otra igual de importante.
El segundo motivo está en la respuesta que buscamos con el «no» informativo, si nos fijamos tanto en el ejemplo del concursante como en el de la máquina de bebidas la MAR aparece cuando ya se ha realizado la conducta, lo que hacen las MAR normalmente es impedir que se reitere o reafirme la conducta que ya se ha realizado, no que se corte durante su realización, esto con las MAR sólo se consigue combinando la MAR con la indicación al perro de que realice otra conducta que sí será reforzada. Es un trabajo que puede ser eficaz en un nivel superficial, pero nos impide que el perro obtenga los beneficios profundos de aprender a inhibirse, algo que podía suceder (y sucedía con relativa frecuencia, qué leche) con el primer protocolo de enseñanza del “no” informativo que proponíamos en trabajo C-E, el que aparece en el libro.
Esto pasaba porque ha sido posteriormente a su publicación cuando han empezado a conocerse bien los mecanismos y características de un proceso muy importante: la inhibición.
La inhibición es la capacidad cognitiva que permite interrumpir una acción o proceso mental ya iniciado, aunque en los perros nos limitaremos a hablar de la interrupción de las conductas.
La importancia y los mecanismos de funcionamiento de la inhibición no eran conocidos porque resultaban extremadamente difíciles de observar, no ha sido hasta el uso de la, tres veces sea bendita, neuroimagen que hemos sabido que la inhibición activa zonas y formas de funcionamiento del cerebro muy distintas a las que se utilizan para aprender conducta nueva o realizar conducta conocida (Wildenberg y col. 2006, Aron y col. 2007, Ray y col. 2009). Estos nuevos conocimientos han permitido, entre otras cosas, importantes avances en la comprensión y estudio de la enfermedad de Parkinson en personas (Obeso y col. 2011), al comprobarse que la capacidad de inhibirse se altera fuertemente al sufrir esta afección, lo que está directamente relacionado con la dificultad y lentitud de quienes la sufren para cambiar de tarea o aprender de manera implícita.
La inhibición es necesaria, entre otras cosas, para el autocontrol, la integración social, el desarrollo de la empatía y el establecimiento de lazos afectivos saludables ¡casi nada!
Como todas las capacidades cognitivas, la inhibición requiere entrenamiento para llegar a ser funcional y adaptativa, si entrenamos el “no” diciéndole al perro que no debe perseverar en la conducta que hace sino realizar otra que sí será reforzada o no entrenamos el “no” y nos limitamos a contracondicionar cualquier cosa que no nos interese que haga el perro, pidiendo y reforzando conductas incompatibles, lo que estamos haciendo es seguir entrenando la parte del cerebro que se dedica a hacer, pero sin poner en marcha ni entrenar las partes que deben emplearse para el no hacer. Nuestro trabajo tendrá resultados en la conducta del perro, pero no en el desarrollo saludable de su capacidad de inhibición.
Para aportarle al perro un buen entrenamiento de dicha capacidad de inhibirse debemos reforzarle por dejar de hacer algo, por interrumpirlo a medias. Una de las características que marcan el buen trabajo es que al construirlo el perro no llegue a terminar la conducta que deseamos inhibir, pero sin impedir que aparezca: activaremos la conducta a inhibir y debemos conseguir que la interrumpa una vez iniciada y antes de completarla. Esto era algo muy difícil con el protocolo de entrenamiento antiguo y por eso desarrollamos el actual, en el que el perro desea alcanzar algo apetecible en una situación controlada, le damos la indicación de inhibición y le reforzamos cuando interrumpe la conducta que ya estaba mostrando.
El entrenamiento de la inhibición dirigida, además de ayudar al desarrollo emocional y social saludable del perro, tiene un sentido práctico, pues el tener una manera positiva y clara de indicarle que deje de hacer determinadas conductas durante los paseos u otros momentos que estén fuera de los reducidos límites de una sesión de adiestramiento es una útil herramienta para la convivencia.
Al darle este valor positivo durante su entrenamiento inicial se hará más fácil su correcta trasferencia al ámbito social manteniendo un tono positivo.
Podría parecer que en dicho ámbito social inhibirse porque nos lo indica otro individuo es algo con valor emocional negativo, esto no es así: si un profesor le indica a un alumno durante un examen que su respuesta no es adecuada este le estará agradecido al profesor que le ha evitado un error (salvo que el profesor sea muy, pero que muy cabrón). Cuando la indicación de que nos inhibamos viene de alguien que merece nuestra confianza es considerada una ayuda y refuerza la calidad de la relación social entre los individuos, de hecho la adecuada capacidad de inhibirse es necesaria para el trabajo coordinado y es uno de los cimientos de la capacidad social.
Esto nos podría hacer pensar que nada es mejor para relacionarnos con nuestro perro que ir diciéndole que “no” a todo, obviamente esto no es cierto.
Es frecuente en las comedias estadounidenses la aparición de una pareja mayor en la que ella le dice a él que no haga/coma determinadas cosas, lo que a él le molesta profundamente y le impulsa a llevar a cabo precisamente lo que le acaban de decir que debería inhibir, normalmente con el resultado de que sale perjudicado porque su esposa, aunque fastidiosa, tenía razón.
¿Qué ha pasado en este caso para que el “no” informativo no ayude a mejorar la relación entre la pareja? Aparentemente se dan todas las condiciones necesarias para ello: la relación afectiva es suficiente, inhibirse trae efectos beneficiosos al marido… Lo que suele fallar es la proporción, la inhibición implica parar bruscamente un montón de procesos físicos y mentales que ya están en marcha, lo que supone un importante sobreesfuerzo para el organismo y el sistema cognitivo. Si durante el transcurso de nuestra relación la mayoría de las veces que damos indicaciones al otro, sea un perro o un marido sesentón, son para que deje de hacer en lugar de para que haga, estaremos causando un agotamiento mental y físico profundo que terminará traduciéndose en un estado emocional negativo. Como tantas cosas en la vida, la inhibición dirigida es algo bueno y saludable en la justa medida, mientras que su abuso resulta perjudicial.
Debemos limitar el número de ocasiones en las que pedimos a nuestro perro que se inhiba, siendo la mayoría de las indicaciones que le demos para que aprenda, para que realice conducta conocida o simples intercambios afectivos. Que las veces que le pedimos que se inhiba no superen el diez por ciento de las cosas que le solicitamos o enseñamos es una buena norma.
Por último decir que en lo que sí coincido plenamente con los críticos de la indicación “no” es en la dificultad de mucha gente para usar esta palabra en concreto con un tono adecuado, de ayuda. Parece que al decir “no” mucha gente saca al oficial prusiano que lleva dentro, haciendo que resulte amenazadora, lo que le dará un valor social y emocional negativo. Aunque el perro deje de realizar la conducta no será porque hayamos conseguido una inhibición saludable, sino debido a la aparición de miedo. Ya llevamos varios cursos diciéndole a nuestros alumnos que estamos pensando en cambiar la señal del “no” a “error”, “fallo” u otra que no tenga en quienes la utilizan el efecto de la pócima que inventó el doctor Jekyll. Creo que de este Abril no pasa.
Qué largo me ha salido, de esta me tengo que buscar una webmamaster nueva 🙁
Debido a los trabajos que muestran la capacidad del perro para aprender imitando a personas y por el salto a la palestra de algunas publicaciones científicas y propuestas de adiestramiento, se ha empezado a hablar y escribir de las neuronas espejo en los perros.
Las neuronas espejo son un tipo especial de neuronas que descubrió casualmente Giacomo Rizzolatti (junto a Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese). Otro como Paulov, que mientras experimentaba sobre otra cosa se encontró con un Bingo científico: él originalmente estudiaba las neuronas que controlaban determinados movimientos en macacos, pero se dio cuenta de que parte de esas neuronas se activaban sin necesidad de que el mono se moviera si estaba viendo a otro mono hacer el movimiento estudiado.
Esto se debía a la existencia de un tipo de neurona desconocida hasta entonces, las neuronas espejo que se activan tanto al realizar una acción como al observar esta acción realizada por otros. Estas neuronas tienen una importante función para el aprendizaje social, facilitan entender las acciones e intenciones de los otros, también permiten el aprendizaje por imitación, por lo que su descubrimiento ha traído un vigoroso estímulo al estudio del aprendizaje social y de la metacognición. El libro «Las neuronas espejo » de Rizzolatti y Sinigaglia está traducido al castellano y publicado por Paidós.
En el mundo del perro, donde intercalamos la suspicacia y el entusiasmo hacia las novedades, se han publicado varios artículos dando por hecho la existencia de neuronas espejo en los perros.
Vayamos por partes.
Para demostrar la existencia de neuronas espejo en una especie hacen falta: la observación de la actividad cerebral a través de técnicas de observación de la actividad cerebral, principalmente la resonancia magnética funcional (también se ha usado la tomografía computerizada y el electroencefalograma) y la comprobación de la existencia de determinados comportamientos y formas de aprendizaje social, principalmente el aprendizaje por imitación.
En los perros se ha demostrado experimentalmente la capacidad de aprender imitando (Reproducing human actions and action sequences: “Do as I Do!” Topál, Byrne, Miklósi y Csanyi 2006 y después más trabajos de Miklosi y los de Tomasello y Kaminsky), desde luego los resultados permiten inferir la existencia de neuronas espejo en los perros, pero todavía nos falta cubrir el otro requisito: la observación de la actividad cerebral del perro.
Mi documentalista no había encontrado ningún trabajo que mostrase este segundo parámetro, así que escribí a varios autores que mencionaban en sus escritos la existencia de neuronas especulares en perros, además de pedir la colaboración de mis lectores en una respuesta de este blog. Debo agradecer la amabilidad de los escritores a quienes he consultado y de mis lectores al aportarme muchos datos que no conocía y que me han ayudado a entender exactamente qué sabemos sobre las neuronas espejo en perros.
Sin embargo, la mayoría de las citas consistentes eran de un mismo experimento, ya fuera directamente o a través de referencias en otros trabajos: Neural Circuits Involved in the Recognition of Actions Performed by Nonconspecifics: An fMRI Study, Buccino et Al.2004. Es cierto que en este estudio aparecen perros, monos y personas, pero si lo leemos con atención veremos que sólo se estudia la actividad cerebral de las personas, lo que se hace es ver si las neuronas espejo de las personas se activan al ver a otras especies actuar. No estudian en absoluto las respuestas de los perros ni de los monos.
No he encontrado, y estoy casi seguro de que no existe, ningún trabajo experimental que haya buscado, encontrado y registrado la actividad de neuronas espejo en perros.
Afortunadamente Juan Francisco Calle, director de la excelente web de divulgación Doogweb, ha aportado un dato muy relevante: En un su artículo del día cinco de este mes (anteayer) ¿Cómo piensan los perros? Hace referencia a que la Universidad de Emory ha sido la primera en poder iniciar estudios de neuroimagen con perros, y la Universidad de Emory lo publicó tan solo un día antes (felicidades Juan Francisco por la rapidez en trasmitirnos la “ultima hora científica”). A partir de aquí podemos hacer una ecuación sencilla, si hasta ahora no se había aplicado la resonancia magnética funcional al estudio de la actividad cerebral de los perros no podía haber registros realizados con esta prueba.
Yo tengo la convicción profunda de que los perros poseen neuronas espejo porque la evidencia comportamental demuestra la capacidad de los perros de empatizar y de aprender imitando (incluso a personas, que no son coespecíficos) y creo que es una justa aplicación de la navaja de Occam, considerar la explicación más parsimoniosa que ante el mismo tipo de aprendizaje y respuesta a una situación, en diferentes mamíferos sociales se activen mecanismos homólogos, pues el cerebro hasta ahora ha mostrado estructuras de funcionamiento similares en diferentes especies, además de tener un funcionamiento holístico que dificultaría el surgimiento y acople de estructuras análogas, no es como el pulgar del panda o las alas del murciélago.
Pero, para pisar consistentemente en nuestras afirmaciones, debemos decir que los conocimientos actuales únicamente sugieren la existencia de neuronas espejo en nuestros compañeros caninos. Esto ya es bastante milagroso como para celebrarlo, no hace falta que adelantemos acontecimientos, seguro que en unos meses los señores de la Universidad de Emory nos lo confirman ;).
Otra discusión será sobre si los perros tienen neuronas de Von Economo (estas sí se han encontrado en elefantes, ballenas y posteriormente en otros cetáceos menores como los delfines)o, a las que se les atribuye mucha importancia en la autoconciencia y el ajuste rápido a situaciones sociales con alta carga emocional. Aquí la idea generalizada es que los perros no las poseen, pero personalmente no lo veo tan claro, creo que se puede argumentar con solvencia a favor de la existencia de este tipo de neuronas en los perros. Pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión :).
Ya hace muchos años que mis amigos saben que cuando vemos o hablamos de las grandes obediencias (sea en la disciplina que sea, pero principalmente en VPG/RCI u OCI) mis preferencias van hacia aquellos trabajos que resultan fluidos y continuos, sin “picos” emocionales, frente a los más explosivos. Prefiero un trabajo más relajado del perro, no más lento ni más impreciso, sacrificando quizá algo de rotundidad en los cierres de los ejercicios en pro de una sensación de naturalidad durante su desarrollo. Este tema llenó muchas tertulias con colegas, algunos de los cuales coincidían conmigo mientras que otros -que eran más- discrepaban, prefiriendo los trabajos con más punch.
Creo que inicié la búsqueda de la concentración relajada en el adiestramiento antes de darme cuenta de que lo hacía, pero ahora sé lo que es, los beneficios que aporta y algo sobre cómo conseguirla. De hecho es uno de los elementos característicos de los nuevos desarrollos de entrenamiento cognitivo-emocional, quizá el más difícil de explicar.
La concentración relajada es la disposición de trabajo atenta, fluida y natural que permite al perro disfrutar durante la realización de las conductas solicitadas por el guía y no sólo o principalmente al finalizarlas debido a la consecución de un refuerzo.
Y después de esta definición es cuando empiezan los problemas para trasmitir correctamente el concepto, porque los términos concentración y relajada pueden parecer chocantes al aparecer juntos. En absoluto existe contradicción; podemos concentrarnos (tanto los perros como nosotros) de dos maneras que constituirían extremos opuestos de cómo hacerlo:
- La concentración tensa que tenemos cuando el objetivo de dicha concentración es realizar algo, como estudiar un examen o terminar un informe, para alcanzar un objetivo final relevante para nosotros. Cuando nos concentramos de esta manera actuamos de manera rápida porque buscamos ser resolutivos, lo que hacemos -el estudio del examen o la realización del informe- son un paso necesario, pero fastidioso, para alcanzar nuestro objetivo: aprobar o entregar nuestro trabajo en plazo.
- La concentración relajada aparece cuando una parte importante de nuestro objetivo (o todo) está en el camino y no en la meta, como al estudiar temas de nuestro interés sin más objetivo que aprender o al practicar un deporte que nos gusta, pesemos lo agradable que resulta: concentrarse es fácil y natural, existe atención, pero no tensión. Nuestros movimientos son más naturales, porque estamos disfrutando de lo que hacemos, sin la urgencia de hacerlo sólo para llegar a un objetivo final, nuestra cabeza no está en el siguiente paso sino en lo que estamos haciendo.
Las maneras más tradicionales de entrenar, sobre todo las que se centran en el aprovechamiento del condicionamiento operante, potencian que el perro se concentre de manera tensa, pues actúa para conseguir un objetivo final, ya sea una recompensa como la comida, la pelota o el cese o evitación de la presión. Las conductas son un instrumentos para alcanzar dicho objetivo (de ahí lo de condicionamiento instrumental), no son disfrutadas en sí mismas ni aunque usemos sólo estímulos positivos. Esta manera de trabajar, utilizada correctamente, permite conseguir mucha precisión y velocidad de ejecución, entonces ¿qué problema hay con este tipo de concentración en el adiestramiento? Bien la desventaja está en que el perro tiene el mismo tipo de urgencia y tensión que antes describíamos, desea terminar lo que le hemos pedido para acceder a su refuerzo, lo que implica que cada vez que trabaja llega a niveles de estrés muy altos y si trabaja a diario pues… imaginemos una vida de primeras citas: puede ser muy emocionante, tanto que no creo que haya cuerpo que lo aguante :(.
Cuando conseguimos que el perro se concentre de manera relajada estamos consiguiendo también que disfrute del camino, de manera que va mejorando su capacidad de concentración, su destreza y la calidad de su aprendizaje sin alcanzar niveles nocivos de estrés en cada entrenamiento o prueba, casi sin darse cuenta, puede trabajar a diario sin merma para su calidad de vida porque cada entrenamiento no le hace sentirse como en un examen.
La manera de conseguir la concentración relajada es a través de la activación de motores sociales durante el trabajo, que el perro entienda el entrenamiento como una actividad realizada en equipo con una persona querida. También la comunicación honesta, el mantenimiento de las expectativas de refuerzo en un nivel medio y nunca alto, el porcentaje adecuado de aciertos y fallos, un nivel de exigencia adecuado y una correcta planificación de los avances son necesarios para trabajar de este modo, pero explicar estos puntos es otra historia (o varias) y debe ser contada en otra ocasión ;).
De nuevo me dispongo a adaptarme al formato blog para explicar una propuesta del trabajo Cognitivo-Emocional actual. Como el que trato hoy es un tema muy extenso y mi Webmaster me tiene loco con ser escueto y esquemático espero que si este post me sale bien se decida a manifestarse en público para felicitarme (si la cago grandemente prefiero que me trasmita su opinión en privado 🙁 ).
Tras desperdiciar un párrafo y por tanto empezar mal, me dispongo a enmendarme explicando de manera concisa qué son las estructuras de adiestramiento y cuál es su utilidad.
Una estructura de adiestramiento es una norma o conjunto de normas a través de cuyo seguimiento el perro puede ser inducido a realizar nuevas conductas o variaciones de otras ya conocidas, por ello constituyen protocolos generales de enseñanza-aprendizaje que, una vez construidas, pueden aprovecharse en cualquier momento para enseñar algo nuevo al perro o para mejorar acciones conocidas.
Con ejemplos se ve con claridad: yo puedo decidir usar luring, que es “casi” una estructura de adiestramiento por sí mismo, pero serán las normas concretas que le trasmitiré al perro lo que forma la estructura de adiestramiento, puedo optar por la sencilla norma de “si sigues la comida que te ofrezco la mano se abrirá”, pero también puedo utilizar “si sigues la comida que te ofrezco te daré comida con la otra mano” (una variación muy común y eficaz). También puedo optar por usar una estructura con más de una norma, por ejemplo puedo combinar algún tipo de luring con modelar con las manos (también una excelente estructura porque el interés por la comida me sirve de evaluador para saber que el uso del estímulo negativo del modelado no genera estados emocionales negativos), así tendré dos normas “si sigues la comida que te ofrezco (norma 1) y te dejas guiar por mis manos (norma 2) te daré la comida”. Los targets, modelados, moldeados y otras múltiples formas de enseñanza son la base de las estructuras de adiestramiento, sólo tenemos que reducir a normas concretas y fiables nuestra manera de usarlas.
Por supuesto alguien me dirá que esto no sólo se hace ya, sino que es inevitable. Y tiene razón, el uso de estructuras es inherente al adiestramiento ¡No se puede adiestrar sin usarlas! por ello, antes de que se me acuse de inventar la rueda y luego “venderla” 😉 como un nuevo protocolo de adiestramiento cognitivo, explicaré en qué consiste nuestra propuesta.
En primer lugar enseñamos la estructura ANTES de usarla para iniciar el aprendizaje de ninguna conducta valiosa, esto es enseñamos al perro a seguir la comida para conseguirla, a dejarse modelar, a tocar un target… sin que a la vez le enseñamos a sentarse, tumbarse… Es importante que el perro aprenda cómo va a aprender antes de usar esa estructura para conseguir las conductas que son el objetivo de nuestro adiestramiento. Únicamente enseñaremos la conducta que deseamos cuando la estructura de adiestramiento elegida para hacerlo esté consistentemente aprendida por el perro. Además, una vez enseñada, utilizaremos un código de activación de la estructura, una señal, que indica al perro cuál estructura concreta de las que conoce es la que vamos a usar para enseñarle alguna cosa. O sea que informamos al perro: “Ahora voy a enseñarte de esta manera”. Por supuesto la elección de enseñar al perro unas u otras estructuras dependerá del objetivo de cada adiestramiento y del gusto y capacidad del adiestrador.
¿Qué ventajas tiene esto? Porque de primeras parece un doble trabajo: primero enseñar la estructura y luego la conducta, mientras que haciéndolo simultáneamente me ahorro un paso. Aunque existen muchas ventajas, hay tres fundamentales:
- Reducción del foco de atención: Cuando el perro no sabe cómo le vamos a enseñar tiene que estar atento a todo lo que sucede, pues la información útil puede llegar de cualquier sitio y manera, si trabajamos así le estaremos enseñando a aprender con un foco de atención muy amplio. Pero si el perro sabe exacta y fiablemente cómo le llegará la información relevante cerrará su foco de atención para atender únicamente al seguimiento de las normas de la estructura y a la comunicación con su guía, esto nos permite mejor concentración, que la imagen mental que tiene que procesar el perro sea más reducida, como consecuencia disminuye enormemente la necesidad de generalizar el adiestramiento obtenido y optimiza la capacidad de aprendizaje del perro.
- Claridad informativa y seguridad en el aprendizaje: El perro sabe exactamente cuál es la información valiosa en cada momento, lo que le genera confianza para perseverar en el seguimiento de la estructura, aun enseñando conductas difíciles, mientras que cuando el entrenador cambia frecuentemente de manera de trabajar sin informar al perro (no me sale el moldeado, pruebo con luring, no me sale con luring pruebo a modelar un poco…) es más fácil que se genere estrés y el perro termine dejando de seguir la estructura cuando no consigue llegar a la conducta rápidamente, además de que existe un mayor riesgo de que aparezcan estados emocionales negativos.
- Mejora de la relación con el guía y de la atención voluntaria en él: Al ser el guía quien indica al perro cuál va a ser la manera concreta de aprender en cada momento, qué estímulos serán relevantes y cuáles serán irrelevantes se vuelve inevitable el aumento de la atención, como además estamos usando una información honesta (otro concepto muy importante en nuestra manera de trabajar) el perro cada vez confía más en el guía. También es un mejorador importante de la relación el que, al enseñar cómo aprender fuera de las conductas valiosas, el adiestrador no se agobia, impacienta o afecta por no estar consiguiendo el ritmo de avance deseado en su adiestramiento y no le trasmite al perro esas emociones.
Es importante recordar que el proceso de enseñanza-aprendizaje influye en el perro y en el adiestrador a muchos niveles, la consecución de la conducta, siendo el más evidente, no es el único ni el más importante. Debemos tener un enfoque holístico de cómo afecta nuestra manera de entrenar al perro para poder decidir qué adiestramiento queremos hacer. Sin conocimiento no es posible el análisis y estamos abocados a repetir técnicas, tanteando en la niebla algún asidero firme para avanzar, lo que genera una inseguridad que fácilmente se trasmitirá al perro.
Actualmente se ha comprobado que el aprendizaje y la conducta de los animales son procesos más complejos y sociales de lo que creíamos.
Las relaciones afectivas de los animales, sus emociones durante el aprendizaje y sus sorprendentes capacidades cognitivas son elementos hasta hace poco desconocidos y por ello no aprovechados en su entrenamiento.
El adiestramiento cognitivo-emocional es una propuesta ordenada y consistente para incorporar estos avances en el entrenamiento de nuestros amigos caninos.
El entrenamiento de perros se ha basado tradicionalmente en la asociación de estímulos positivos y negativos con las conductas entrenadas, aunque posteriormente el interés por el bienestar de nuestros perros ha centrado el proceso de adiestramiento en aquellas formas de condicionamiento operante que usan los estímulos positivos, intentando minimizar o incluso hacer desaparecer las técnicas que usasen estímulos negativos para la enseñanza.
Pero, adiestrando únicamente a través de la asociación de estímulos positivos o negativos con la conducta, el animal sólo trabajaba sobre motivaciones individuales o egoístas: su principal objetivo durante el entrenamiento era conseguir su recompensa, lo que ha dado lugar a múltiples textos que afirman que los perros son muy egoístas y sólo trabajan en el caso de obtener refuerzos individuales ¡Pero hoy sabemos que el afecto es uno de los principales motores de conducta en los mamíferos sociales!, al incorporarlo como elemento técnico de entrenamiento la interpretación que hace el perro del proceso cambia, pues desea entrenar para poder “jugar en equipo” con sus amigos, los entrenadores, sin dependencia de premios extra. Esto supone un avance fundamental en cómo entrenar y en lo que los perros sienten al hacerlo.
Otra innovación es la búsqueda de un estado emocional positivo y saludable como primer evaluador de la calidad del entrenamiento. El objetivo es crear un entorno cooperativo entre los adiestradores y los perros, en el que entrenar resulta una actividad social placentera, generando emociones positivas por el simple hecho de realizar dicho entrenamiento, lo que conseguirá una mayor implicación y diversión del perro durante las sesiones, pues se ha comprobado que las emociones presentes durante el aprendizaje son muy relevantes para la calidad de dicho aprendizaje: un perro que desea estar entrenando porque se divierte aprenderá mejor y más rápido que el que ve el adiestramiento como una manera de conseguir algunos bocados de comida.
También se ha descubierto que, frente a la antigua idea de que el pensamiento era una capacidad únicamente humana, los animales (y entre ellos los perros) tienen complejas capacidades cognitivas, como la capacidad de solucionar problemas o de formar conceptos, que en el adiestramiento cognitivo-emocional incorporamos al entrenamiento, con ello las sesiones de trabajo se convierten en estimulantes pasatiempos mentales que funcionan más eficazmente para mejorar el aprendizaje y la calidad de vida que otros métodos de entrenamiento más tradicionales.
Por tanto las innovaciones y avances del adiestramiento cognitivo-emocional pueden resumirse en:
- Potenciación del afecto entre el perro y su entrenador como motor principal de conducta, frente al uso de recompensas para conseguir la ejecución de destrezas. Los entrenadores son amigos de los perros, no dispensadores de comida.
- Evaluación y búsqueda de la diversión del perro para motivarle a entrenar, frente a estimularle únicamente con recompensas de comida o juguetes. El adiestramiento puede ser divertido en sí mismo, no es necesario depender de comida o juguetes para que a nuestro perro le apetezca entrenar.
- Entrenamiento como contexto donde realizar actividades divertidas y que suponen estimulación mental y física para el perro, frente a la visión de enseñar y exhibir habilidades vistosas pero que no implican necesariamente una mejora de la calidad de vida de nuestro perro. Esto no implica una menor practicidad de las conductas entrenadas para el manejo cotidiano del perro ¡Todo lo contrario!
En primer lugar quiero disculparme por la desatención del blog, nos han surgido un montón de nuevos proyectos que han ocupado por completo mi tiempo, parece que ahora empieza a estar todo colocado y en marcha, por lo que vuelvo a la carga con la intención de que no se repita un silencio tan prolongado.
Y como otra de las cosas que he tenido paradas es el nuevo libro de adiestramiento que estoy escribiendo y que recoge detalladamente los nuevos protocolos de adiestramiento cognitivo-emocional, he pensado que podía ser buena idea reabrir “La Caja Verde” explicando cuáles son estos nuevos protocolos y en qué consisten. Los que me conocen ya supondrán que esto me llevará varios post, los que además conocen estos protocolos estarán seguros de ello ;).
Aunque dudé si empezar explicando la nueva división en etapas y fases y después ir detallando cuáles eran los protocolos para trabajar en cada una de ellas al final me he decidido a contaros primero las dos novedades que considero más vistosas: la construcción y uso de espacios de aprendizaje y la enseñanza y aprovechamiento de estructuras de adiestramiento y empezaré con ellos porque montamos ambos en los perros antes de enseñarles ninguna de las conductas que constituyen el objetivo del adiestramiento. En este post me centraré en los espacios de aprendizaje.
Los espacios de aprendizaje son aulas mentales que permiten poner al perro en disposición óptima para aprender. Un espacio de aprendizaje se caracteriza por una activación concreta y determinada de cuatro dimensiones en el perro: la mental, la emocional, la social y la física. Para entrenar estos espacios elegimos una conducta concreta (que denominamos conducta-marco) que facilite en el perro dicha activación mental, emocional, social y física. La conducta no debe ser valiosa para nuestros objetivos de adiestramiento, y la entrenamos tomando en cuenta que nunca buscaremos la máxima calidad en la conducta, sino conseguir, a través de ella, la activación adecuada de las cuatro dimensiones mencionadas, pues los espacios de aprendizaje están en sus dimensiones, no en la correcta realización de la conducta.
Como todo esto es farragoso contado de manera tan concisa pondré un ejemplo que creo que resulta claro: cuando empezamos a ir a la escuela necesitamos que nos enseñen que en el aula se permanece sentado mirando al frente (activación física), atento al profesor y sus explicaciones (activación mental), tranquilo (activación emocional) y subordinado a las normas del centro, que coordina el profesor a través de sus indicaciones sobre la marcha de la clase (activación social). Así si los niños no tienen estas cuatro dimensiones correctamente activadas el proceso de enseñanza-aprendizaje será de peor calidad o incluso no avanzará. Cuando un niño se sienta de espaldas al profesor para charlar con sus compañeros no tendrá la disposición física adecuada para aprender ¡no puede recibir la información didáctica! Si se encuentra sentado y mirando al frente, pero pensando en sus cosas en lugar de concentrarse en la explicación su disposición mental le impedirá realizar un aprendizaje eficiente, igualmente si está asustado por algún abusón o enfadado por algo que ha sucedido con sus compañeros tendremos una mala disposición emocional para aprender, por último si no es capaz de coordinarse con el profesor y aceptar que él debe dirigir la clase e interrumpe una y otra vez tendrá una mala disposición social que también impedirá un aprendizaje eficiente.
Por ello lo primero que se debe enseñar al niño es la conducta-marco adecuada para aprender, es decir a sentarse correctamente en un aula. Una vez que lo aprendemos en cuanto entramos en un aula a recibir formación sabemos cómo debemos comportarnos para optimizar el aprendizaje, sin embargo nadie pretende que esa conducta sea un fin en sí misma, premiando al niño que se sienta de manera más adecuada (excepto algunos internados suizos cuya utilidad social es servir a los padres como amenaza cuando tienen hijos díscolos en una edad que impide emplear Alcatraz como elemento disuasorio para corregir su conducta), lo que nos importa es que sentarse en el aula facilite y consiga la activación óptima para aprender, así algunos niños descansarán su espalda en el respaldo, otros se apoyarán con los codos en la mesa… no importa la exactitud de la conducta sino su eficacia.
Parece claro que hay que enseñar a los niños cómo recibir el aprendizaje antes de iniciarlo, ¿no debería ser igual con los perros? Me gustan mucho los perros, pero creo que no son más listos que los niños (al menos la mayoría :)) máxime cuando el enseñante es de otra especie. Los espacios de aprendizaje son la manera de enseñar a los perros a recibir de manera fácil el aprendizaje, promoviendo la creación de imágenes mentales sencillas y por ello fáciles de procesar para el perro. También le aportan seguridad emocional y social, algo muy necesario y frecuentemente relegado a un segundo plano al entrenar.
Nosotros construimos y usamos un mínimo de tres espacios de aprendizaje:
- Espacio de concentración: El equivalente al aula del ejemplo, es donde enseñaremos al perro todas las conductas nuevas o puliremos los conocidas, se caracteriza porque aparecerá información nueva para el perro. En este espacio pedimos al perro concentración en el guía, tranquilidad emocional, coordinación con su guía para recibir correctamente sus indicaciones y un nivel de actividad física medio.
- Espacio de juego: Aquí enseñamos todas las conductas que se moldean a través de conductas innatas del perro afines al juego (como las de caza o presa), también nos sirve para jugar con el perro de manera adecuada. En este espacio buscamos una activación mental que permita al perro estar atento a jugar, pero manteniendo el autocontrol necesario para atender también a su guía (muy importante en perros que se vuelven locos cuando juegan), emocionalmente queremos que el perro esté alegre y divertido, a nivel social le enseñamos que si se coordina con su guía para jugar ¡el juego es más divertido!, pero también que debe subordinarse a las normas de juego que decida este, la activación física será alta o muy alta (la que tenga cada perro cuando juega).
- Espacio de calma: En el adiestramiento cognitivo-emocional es fundamental enseñar al perro a tranquilizarse cuando es conveniente, facilitando y permitiendo la correcta gestión del estrés causado por el aprendizaje u otros motivos, así como facilitando la consolidación del aprendizaje al poder relajar al perro después de un avance que le haya resultado difícil. En este espacio buscamos una concentración mínima, pues queremos un perro muy relajado y carente de estrés, incluso de eustrés. Socialmente el perro debe subordinarse a su guía, porque es quien decide activar el espacio de calma, y coordinarse con él para saber cuándo puede bajar su nivel de atención hacia el aprendizaje, evitando esos perros que sólo saben estar en las sesiones de entrenamiento excitados y que, en cuanto bajan su nivel de excitación, bajan también la calidad de sus respuestas.
Como ya estoy al principio de la cuarta página y temo la ira de mi Webmaster :(, terminaré diciendo que los espacios de aprendizaje son una excelente herramienta educativa para perros que practican adiestramientos complejos y exigentes, pero no son prácticos para el adiestramiento comercial porque se necesita un número alto de sesiones para montarlos (nosotros estamos tardando unas veinte sesiones en tener los tres), lo que es incompatible con la rentabilidad comercial ¿Qué hacemos entonces con los adiestramientos comerciales? Pues enseñar y usar estructuras de adiestramiento, pero esa es otra historia y debe ser contada en otro post ;).
Hay un texto en castellano que hace tiempo que estoy recomendando a quienes me escriben interesándose por los avances y nuevos enfoques de la etología.
Siempre le digo a la gente que es el libro que hoy más ofrece en un sólo texto, si sólo pudieras leer un libro y quisieras una visión muy actual y amplia esta es la elección en castellano.
Os copio el texto que le envié a un colega que me preguntó por libros de etología:
Hola Pedro
Después de Miklosi (o antes) creo que es muy interesante, «Comportamiento Animal, un enfoque evolutivo y biológico» por incluir una visión muy actual de la etología, leerlo te dará una buena impresión de lo actualizado de tus conocimientos.
Además al final de cada capítulo incluye un breve apartado titulado «cambios de perspectiva» en el que hay tres recuadros: el primero «pasado» incluye las ideas antigüas y ya superadas, el segundo «presente» lo que hoy sabemos y el tercero «futuro» los actuales interrogantes, te dejo una muestra:
Del capítulo Cognición:
- «Pasado» Los animales no pueden tener cogniciones
- «Presente» Muchos animales no humanos tienen cogniciones simples. Algunos poseen cogniciones complejas o rudimentos de estas.
Del capítulo Genes y conducta:
- ‘Pasado’ El comportamiento de los animales no humanos es mecánico o instintivo; el comportamiento humano es racional y basado en la experiencia.
- «Presente» Todo desarrollo comportamental es epigenético.
Del capítulo Aprendizaje:
- «Pasado»: La capacidad de aprendizaje de los humanos supera con creces a la de los animales no humanos (finales del siglo XIX)
- «Presente»: La mayoría de las capacidades de aprendizaje son de dominio específico. Los humanos son superiores a los demás animales en algunas capacidades de aprendizaje e inferiores en otras.
Te dejo descubrir por ti mismo el «futuro» de estos capítulos y el resto del libro.
Ed. Mc Graw Hill
Autor: Richard Maier.Un saludo.
Os dejo un enlace al libro en la tienda de Díaz de Santos:
Además es un texto muy fácil y ameno, no como los ladrillos que os puse en los enlaces 😉
Me han preguntado varios compañeros por algunos términos que estoy usando en los últimos textos que estoy publicando (epigenético, gestión del entorno…), como muchos de ellos pertenecen a la biología evolutiva del desarrollo, que es uno de los campos que actualmente más estoy estudiando y aplicando, os dejo unos enlaces en castellano sobre este área de estudio.
Os aviso que son «ladrilletes», pero creo que es bueno tener la referencia para que los más grillaos de esto se lo puedan estudiar.
- http://es.wikipedia.org/wiki/Biolog%C3%ADa_evolutiva_del_desarrollo
- http://www.encuentros.uma.es/encuentros100/evodevo.htm
- http://www.dei.uc.edu.py/tai2001/computadorasadn/comportamientos.htm
Un saludo.
Antes que según la escuela de adiestramiento que sigan, que el tipo de estímulos que usen o que la modalidad de adiestramiento que practiquen yo divido a los adiestradores en dos grupos: los que entrenan los perros para no fallar y los que entrenan los perros para acertar.
Desde ya quiero aclarar al lector que soy un firme defensor de trabajar a los perros para realizar la conducta correcta y no para evitar fallos, además como durante años trabajé de la manera contraria tengo la firmeza de los conversos en este tema.
Hay bastantes más adiestradores entrenando para que sus perros no fallen, el error nos parece peligroso y se oyen frases como “no dejes que tenga opción de fallar, así no aprenderá incorrectamente”. Esto además tiene mucho que ver con lo nerviosos que nos pone ver al perro haciendo mal una de las acciones que estamos entrenando.
Evitar que el perro se equivoque es la prioridad para muchos adiestradores. Así pues nuestra energía y atención se ponen en localizar errores y encontrar técnicas que los bloqueen, impidan o corrijan. El acierto termina sucediendo más por las cosas que el perro no hace que por las que intenta de forma activa. Las sesiones están dedicadas a crear “situaciones seguras” de entreno, a cerrar puertas, a limitar opciones…
Pero esta forma de adiestrar conlleva varios problemas:
El primero es que, al cabo de un tiempo entrenando así (y vuelvo a recalcar que no estoy hablando de trabajos únicamente en negativo, muchos adiestradores positivos, cognitivos y de toda índole tienen esta visión), el perro, que no es tonto, se da cuenta y su atención voluntaria se enfoca en localizar lo que no debe hacer, volviéndose más eficaz en dejar de hacer cosas que en hacerlas. Es el esquema general de trabajo que le hemos creado, no nos debería parecer mal.
Emocionalmente es más agotador, recordemos esas películas con un joven y prometedor deportista al que su bienintencionado pero exigente padre/entrenador/agente le recalca cada error que comete hasta que deja de disfrutar de su deporte y decide marcharse con su chica a poner una granja en Idaho, mandando al carajo deporte y exigidor (a pesar de las buenas intenciones y sincero amor de este).
Como nuestros perros es poco probable que puedan marcharse a poner una granja en Idaho en el caso de que estén hartitos de entrenar con nosotros, debemos tener cuidado y asumir como nuestra responsabilidad que el perro no se sature emocionalmente, lo que no debe confundirse con no exigir implicación y esfuerzo al perro. Pero incidir en los errores genera inseguridades y agotamiento emocional en el perro ¿cómo nos sentiríamos nosotros yendo a un trabajo en el que sabemos que nuestro jefe nos va a decir TODOS LOS DÍAS que lo hemos hecho mal o que tengamos mucho ojo de no hacerlo mal? Así no se construye seguridad, implicación ni equipo.
Además aunque inicialmente es más fácil entrenar al perro para no fallar (es más rápido aprender a no hacer que a hacer), al cabo de un tiempo nos daremos cuenta de que existen tantos fallos posibles que toda nuestra vida no será suficiente para entrenarlos todos, sin embargo conducta acertada sólo hay una en cada caso: a la larga es muuucho más cómodo y sencillo para el perro y para el adiestrador centrarse en ella.
En mi opinión es muy importante construir la cabeza del perro para acertar, para ello debemos tolerar fallos inicialmente e informar al perro de ellos sin preocuparnos. El error es parte necesaria de un aprendizaje activo. Nuestra atención debe estar en los aciertos porque así la del perro también lo estará.
Cuando esto sea sólido, cuando el perro trabaje para hacerlo bien y su esquema mental esté construido podremos darle mayor importancia a corregir los fallos que puedan surgir sin que suponga ningún problema.
En otro artículo hablé de las señales de bienestar o confort que nos sirven como evaluadores para saber que nuestro perro se encuentra en situación de bienestar, hoy voy a referirme a uno de los ejes fundamentales de nuestro nuevo trabajo: la diferente manera que tienen de aprender y generar conducta los perros según se encuentren en situaciones de supervivencia o bienestar.
Este es un tema muy relevante para el diseño de técnicas de adiestramiento y por ello este es sólo un primer artículo de acercamiento, realmente las formas de enseñanza-aprendizaje cambian completamente de un entorno a otro y nos permite sistematizar y reproducir los mecanismos que hacen que un perro disfrute trabajando sin depender del talento especial del perro o del adiestrador.
Lo primero que debo aclarar es que no es mejor o peor para la calidad final del adiestramiento que el perro trabaje en uno u otro entorno, en ambos podemos utilizar estímulos positivos y negativos para el aprendizaje pero la forma de usarlos es muy diferente.
- Se considera entorno de supervivencia aquel en que el animal no tiene garantizados los recursos (comida, agua…) ni su seguridad
- El entorno de bienestar es aquel en el que el animal tiene abundancia de recursos y seguridad.
Algunas especies -entre ellas los perros y las personas- cambian su forma de aprender y generar conducta según se encuentren en uno u otro entorno.
Hay que tener claro que en situaciones de bienestar el objetivo del perro es pasarlo bien, mejorar su bienestar, mientras que en las de supervivencia es obtener recursos de supervivencia y seguridad. No se actúa igual. No se aprende igual.
Deberíamos entenderlo, pues viviendo en el primer mundo es muy probable que la mayoría de lectores se encuentren en situación de bienestar. Es fácil que alguno de nosotros se haya pasado días recorriendo tiendas para encontrar un disco especial (¡ese maldito Charlie Patton Yazoo L-1020!), algún libro u otra cosa. También es muy posible que al llegar a casa nos encontrásemos con que no había nada en la nevera y dijéramos “paso de ir a comprar ahora, estoy cansado, ya iré mañana”. Hemos sido capaces de generar una gran cantidad de conducta para conseguir algo que no es una necesidad vital y sin embargo no bajamos a la tienda de al lado para conseguir algo primario para la supervivencia: la comida. Qué raro.
En absoluto, al tener garantizado que no vamos a morirnos de hambre y que en cuanto queramos podremos comer, la comida baja de valor como motivador, sin embargo el auto-refuerzo y calidad de vida extra que supone encontrar ese disco especial sube su valor como motivador. Esta es una de las primeras diferencias de un entorno de supervivencia y uno de bienestar: los estímulos positivos más eficaces son los que potencian el auto-refuerzo, mientras que los estímulos primarios pasan a ser menos eficaces. En un entorno de supervivencia sucede al revés.
Pero también la forma de gestionar los estímulos negativos cambia. En un entorno de supervivencia un estímulo negativo tiene que ser claramente percibido y provocar un estado emocional negativo que advierta de un riesgo posible para que el perro genere conducta. En un entorno de bienestar es mucho más eficaz usar un estímulo negativo de baja intensidad que dificulte el disfrute de una actividad divertida sin eliminar el estado emocional positivo asociado a dicha actividad, el perro generará mucha conducta para eliminar esa interferencia y volver a disfrutar a tope de la situación, por esto son tan eficaces las pequeñas molestias como poner un post-it o una goma del pelo a un perro durante una sesión de moldeado. Además entrena la capacidad del perro de afrontar problemas y gestionar el estrés.
Es importante saber que no podemos variar de uno a otro entorno cuando queramos, debemos elegir para cada trabajo un entorno de bienestar o de supervivencia y entrenar coherentemente a este entorno. Si vamos a usar sólo comida como reforzador es mejor que planteemos un entorno de supervivencia, pues tendrá más valor y el aprendizaje será de más calidad y más consistente. Si tenemos un perro que se lo pasa bien resolviendo problemas y para el que el adiestramiento es un fin en sí mismo mejor es trabajar en un entorno de bienestar.
Es un error muy común en adiestradores de todos los niveles consolidar algunos fallos o incorrecciones junto a conductas que hemos enseñado.
A veces nos sorprende lo fácil que resulta variar una conducta adiestrada que es adecuada y sin embargo lo complicado que es hacer lo mismo con una pequeña incorrección.
Esos estáticos lentos, imprecisos o avanzando, esos juntos cruzados/adelantados/retrasados… ¿por qué es tan difícil mejorarlos? Parece que cuando algo sale bien desde el principio no hay problemas en modificarlo, sin embargo cuando se tuerce de primeras… ¡es para echarse a temblar!
Lo cierto es que (como suele pasar en adiestramiento) la culpa casi siempre es nuestra, en este caso sucede por dos motivos:
El primero es la técnica inicial de enseñanza, al principio del adiestramiento debemos tener en la cabeza cuál es nuestro objetivo final y no admitir inicios que sean incompatibles con él. Es normal que los adiestradores sintamos ante el perro virgen la ansiedad del escritor ante el folio en blanco, ¡queda tanto por hacer hasta llegar a presentar el trabajo! y, cuando las cosas no van como esperamos, fácilmente admitimos cualquier salida para conseguir la conducta y evitar “atascarnos” en tal o cual ejercicio. Sobre esto ya he comentado algo en otro artículo (“Quitar y no poner”), pero añado aquí que debemos pensar en cómo va a influir nuestra sesión de hoy, no en la de mañana, sino en la de dentro de dos o tres años, cuando el grueso del trabajo del perro esté montado, lo que estoy haciendo hoy ¿me va a estar dando trabajo para “limpiárselo” de la cabeza al perro? Por ejemplo, si deseo que el perro aprenda a tumbarse hacia atrás para que dé más impresión de velocidad y que no avance en las posiciones y le empiezo confirmando por tumbarse pasando antes por sentarse (dos tiempos) eso va a trabajar contra mi objetivo final, merece la pena esperar más por tener el tumbado que realmente me conviene. Será más valiosa una aproximación al tumbado hacia atrás que una ejecución completa del tumbado incorrecto.
Hay un segundo problema, mucho más importante que el anterior, pues aunque hayamos enseñado alguna acción de manera incorrecta no debería ser un problema mejorarla hasta darle la forma adecuada, bastará con reforzar sólo las repeticiones más cercanas a la perfecta. Pero cuando una conducta se nos “atranca” lo normal es que hagamos un programa de entrenamiento perfecto para consolidar el error: Venimos de ver (o incluso de participar) en una prueba y con el subidón decidimos que no vamos a admitir más ese junto cruzado, y nos ponemos a entrenar sin reforzar las repeticiones incorrectas. Una semana después nos pueden pasar una o varias cosas: nos entran las inseguridades, tenemos lío de trabajo o familia, queremos enseñar otra acción al perro… total que nos decimos que el junto puede pasar como está y volvemos a darlo por bueno con incorrecciones. Pero vamos a un seminario y nos muestran una técnica que va como anillo al dedo a nuestro problema, nuevo subidón, otra semana sin reforzar ni un junto cruzado, como la mejora no va rápida al tiempo se repite la vuelta a las concesiones, a pensar que hay juntos peores, que Fulanito gano un mundial y también tenía el junto cruzado (sí, pero ¿el resto lo tenemos igual que Fulanito?)… Y este ciclo se repite una y otra vez. En realidad lo que sucede es que estamos reforzando el junto incorrecto de forma variable y con ello dándole mayor consistencia que a las acciones correctas, que solemos reforzar de manera más continua, lo que las hace menos resistentes a ser modificadas. Por eso no progresa cuando intentamos mejorarlo.
Si trabajas única o principalmente con procesos de condicionamiento no debes poner nunca una conducta en un programa de refuerzo variable hasta que sea la ideal, pues se hará más sólida y fija, muy difícil de modificar. Algo que se olvida con frecuencia y de lo que debería alertarse a quienes empiezan, sin embargo sólo lo he oído comentar durante seminarios a dos personas: Carlos Bueren y Javier Moral, creo que es una cosa que nos debemos apuntar todos los que impartimos formación.
Situación: Un adiestrador está enseñando el sentado a un perro, son las primeras sesiones para el perro, quizá incluso la primera.
El adiestrador ha decidido usar una técnica concreta que conoce y maneja con soltura para enseñar el sentado, puede ser con clicker, guiándolo con un premio de comida, manipulándolo hasta que queda sentado… da igual. El caso es que el perro se sienta, ¡bien!, la cosa parece que avanza.
Pero al cabo de unas repeticiones el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta casi al segundo de haberse sentado, ¡qué fastidio!, probaremos unas cuantas veces más a ver cómo va. Nada, se sigue levantando. Vaya, vaya, pues habrá que solucionar esto, a ver si con esta ayudita… parece que se mantiene. Vale, vamos al tumbado.
Otra vez lo mismo, el perro se tumba, responde a la técnica pero no permanece tumbado, el adiestrador recuerda una técnica que vio en un seminario, el seminario no le gustó demasiado, no cuadraba mucho con su visión del adiestramiento, pero esta técnica concreta le parece que aquí puede ir bien ¡bingo! Se queda tumbado.
El adiestrador de nuestra historia está cometiendo uno de los errores que creo que son más comunes en la etapas iniciales del adiestramiento: está sumando y no restando. Se ha hecho la pregunta incorrecta, ha pensado ¿qué hago para que se quede sentado? En lugar de pensar ¿por qué no se queda sentado?, ¿qué hace que se levante?
Si el perro ha recibido el trabajo inicial y se sienta es que estamos en el buen camino, pero ¿por qué se levanta tan rápido?
Para que un perro actúe tiene que suceder algo en el plano físico (suelo incómodo, dolor…), mental (el perro cree que debe moverse para conseguir algo…) o emocional (el perro está sobreexcitado, se siente inseguro…).
Cuando se inicia un adiestramiento se están poniendo las bases de cómo entenderá el aprendizaje y el trabajo en equipo el perro, le estamos indicando qué esperar de nosotros y qué esperamos de él.
Si empezamos a sumar técnicas que no tienen ningún denominador común estamos poniendo “parches”. El adiestrador hace un trabajo de apaga fuegos: aquí tengo un problema y aplico cualquier cosa que me lo solucione. El perro puede aprender la conducta pero no un esquema general de aprendizaje. Nada de lo que aprende así ayuda a sostener lo anterior ni lo posterior.
Cuando el adiestrador se da cuenta de que el perro se levanta del sentado no debería pensar en la técnica para conseguir que se quede sentado sino en por qué se levanta el perro. Si el perro está sentado ¿qué le impulsa a levantarse rápidamente? Eso es lo que debemos localizar y quitar para ir construyendo unos cimientos de aprendizaje sólidos y consistentes que nos puedan llevar a una progresión continua.
En una primera etapa es más importante que el perro aprenda los códigos de comunicación, el “idioma” del adiestramiento, que las conductas o habilidades que se entrenan. De hecho en una primera etapa las conductas que entrenamos son más bien los vehículos para transmitirle dichos códigos de comunicación. Por supuesto estos códigos variarán de un tipo de adiestramiento a otro e incluso entre dos adiestradores de la misma escuela.
Si estos códigos no se transmiten con claridad el trabajo siempre se resentirá en el largo plazo, además de que nos puede dificultar enseñar algunas acciones complejas o muy afinadas.
Y sin embargo en esta primera etapa es cuando más fácilmente los adiestradores caen en “trampas” que dificultan el aprendizaje de cómo aprender. La principal de estas trampas es la excesiva preocupación por conseguir la conducta correcta. Cuando esto sucede muchos adiestradores empiezan a pensar en qué hacer para que el perro realice la conducta, y en muchas ocasiones aplican técnicas que no son compatibles con los esquemas de aprendizaje y trabajo en equipo que desean usar habitualmente con el perro.